Primer día en IRO de Sumire: conociendo a su compañera de cuarto


Sumire - Sirena ❙ Cerrado ❙ En curso


Cuando llegaron a su habitación, Sirena fue quien tomó la iniciativa de abrir la puerta, dejando luego espacio para que pudiera entrar Sumire, que así lo hizo. Y así, una vez ya las dos en el interior Sirena pudiera cerrar la puerta.


Al entrar Sumire afirmo con la cabeza ante las palabras de Sirena - "Llegamos, supongo..."


Posteriormente, se dirigió hacia la silla en la cual había dejado previamente sus pertenencias, y de ellas saco un pequeño saquito de color lila. Allí tenía guardado el regalo que durante el camino hasta la habitación había estado pensando en darle a Sirena, y puesto que sabía que ésta tenía que irse pronto a sus clases, quería poder dárselo antes de que se fuera. Así pues, busco por un momento en su interior, no tardando mucho en encontrar lo que buscaba, para posteriormente guardarlo en su mano y volver a dejar el saquito con el resto de sus pertenencias.


Después de esto se dirigió hacia Sirena.


- Yo también quiero darte un pequeño regalo - le dijo extendiendo su mano hacia ella, y abriéndola entonces dejando ver lo que parecía ser una pequeña piedra de color azulado, más concretamente de un tono similar al de los ojos de Sirena - En el mundo del cual procede estas piedras son consideradas de buena suerte. Existen en varios colores, pero he pensado que éste era el mejor para ti - le dijo con una sonrisa.


En realidad la piedra en cuestión se trataba de lo que en otros lugares era conocido como un cuarzo azul. Sumire no era un experta en el tema, por lo que desconocía su significado fuera del mundo del cual provenía. Y en dicho mundo, estas piedras de cuarzo, en cualquiera de sus tonalidades, eran consideradas como algo que daba buena suerte a las personas, además de ser relativamente bastante fáciles de encontrar y de soler utilizarse como adornos en algunas joyas. Sumire contaba pues con una pequeña colección de ellas en su saquito, el cual solía llevar siempre con ella durante sus viajes desde que había descubierto que, aunque ella desconocía realmente su valor monetario, parecían ser algo que siempre era aceptado como pago en caso de ser necesario. Y dado que Sumire no tenía dinero de todos los mundos que visitaba llevar algo así con ella le resultaba muy útil.

Por otra parte, y volviendo al regalo en si, no sabía que pensaría Sirena de él. Quizás considerase extraño que le regalase una pequeña piedra, pero aun así Sumire esperaba que pudiera ser de su agradado pues realmente se lo daba con el mejor de sus sentimientos.

１. I N I C I O : Mi llegada a IRO

「 Bajo el resplandor de una noche estrellada 」

En algún rincón de un aparente bosque sin nombre, se encontraban dos hermanos deambulando en busca de un lugar en específico que se dotaba por ser tranquilo y carente de peligros. Por supuesto, los rumores que últimamente se escuchaban entre las masas les habían dado esperanza de poder encontrarlo… Al menos eventualmente.

Es por tanto que, guiados por dicho sentimiento, se dedicaban, cada día, a recorrer largas distancias hasta terminar sin aliento; ello fue motivo suficiente para que Shayne, como el mayor, desarrollara la tendencia de preguntarle a su pequeña hermana sobre cómo se sentía o si necesitaba algo y, aunque lo cierto es que mucho no podía hacer por ella, era una forma de ayudarse a mantener la calma, así como de expiar toda la culpa que podía llegar a sentir.

—I can keep going. —Mintió tal como lo había estado haciendo las últimas horas, acompañada de una ligera sonrisa que le dotaba de cierta imagen energética. Sin embargo, en esta ocasión, incluso con sus dotes actorales, prontamente sus pasos comenzaron a flaquear, dejando en evidencia que su cuerpo seguramente no podría resistir mucho tiempo más.

—You… What a liar. —Sin decir más que eso, Shayne soltó un largo suspiro y procedió a doblar sus rodillas. —Ge… N-no, how was that word again? ¿Harina? ¿Ariba?

—Arriba. —Respondió, haciendo énfasis en la pronunciación.

—Oh, that's right! Arriba, arriba. —Era más que claro lo que estaba proponiendo, razón por la cual, Kafei terminó sobre la espalda de su hermano antes de poder continuar con su recorrido. —Also… Could you keep talking to me like that for the time being? With that language, I mean. —En cualquier otro contexto, la chica se habría emocionado al recibir tal petición, empero, justo ahora le resultaba deprimente debido a que probablemente no se trataba de algo que Shayne realmente deseara, sino de una necesidad prácticamente obligada. Aún así, terminó por aceptar y fue así como ambos comenzaron a charlar, durante un tiempo considerable, sobre temas que pudieran ser sencillos de tratar.

—¿Sabes? Yo… Lamento hacerte pasar por esto, Shay. —Pronunció en cuanto un pequeño silencio se hizo presente.

—¡No problema, Fei! —Soltó una pequeña risa. —Tú no… Eh… Heavy at all.

—¿Es eso cierto? Qué alivio… —Si bien sabía que su hermano fingía demencia al haber hecho tal comentario, eso no hacía más que hacerla sentir peor, pues toda la situación tan precaria en la que se encontraban inmersos había sido provocada por ella, a partir de sus pésimas decisiones en los últimos años.

Al final, era claro que ambos cargaban con culpas que no podían compartir con el otro, motivo por la cual, sólo contaban con el consuelo del brillo emitido por los astros que aparecían luego de que el crepúsculo le diese su merecido pase a la luna.

—Esta noche todo vuelve a ser hermoso… —Susurró ella previo a decidirse por entonar una pieza musical que sólo ellos, como sus compositores, tenían consciencia de su existencia.

La voz de Kafei era simplemente espectacular, siendo que era capaz de eclipsar cualquier otro sonido con el que el bosque quisiera competir. No obstante, su cuerpo comenzó a relajarse hasta el punto en que apenas cerrar los ojos, cayó en un sueño que, a medida en que se hacía más y más profundo, le mostraba imágenes de un futuro tan bello que podría catalogarse de utópico.

—Hey, did you fell asleep or something? —Preguntó al dejar de escuchar la melodía, pero pronto tal duda, evidentemente, fue despejada. —Descansa, Fei.

Tras ello, prosiguió a cantar las estrofas que Kafei se había dejado atrás y en cuanto terminó con su interpretación, fue cuestión de unos cuantos instantes antes de percatarse que sus pasos finalmente le habían llevado, no sólo fuera de aquél dichoso bosque, sino también frente a las puertas del recinto que tanto habían buscado y que, de ahora en adelante, seguramente representaría el cierre de sus vidas pasadas, así como el comienzo de unas nuevas.

¿Pascua?

Relato:


Era el día de Pascua y en las confiterías de la zona podían encontrarse numerosas figuritas de chocolate, siendo en especial abundantes aquellas que tenían forma de huevo o de conejo. Por su parte, Kuon estaba teniendo una mañana tranquila y puesto que hasta la tarde no tenía que ir a un ensayo decidió dar un paseo caminando por la ciudad pues hacia buen clima.


Kuon no era realmente de celebrar estas fechas, ya que en su lugar de origen casi no se celebraba. Sin embargo, si que conocía dicha festividad, y como amante de los dulces que era no iba a decirle que no a la oportunidad de poder comer uno. Así pues, aprovecho su paseo para mirar algunos escaparates de algunas confiterías, terminando por entrar en una de ellas y comprar una pequeña cajita con media docena de pequeños huevos de chocolate envueltos cada uno en un bonito papel siendo cada uno de un color diferente. Realmente no era mucha cantidad, pero si la suficiente para darse un pequeño capricho.


Tras esto, prosiguió con su paseo un rato más, hasta que llegó a las afueras de la residencia. Cerca de ella había un pequeño parque, en donde se sentó en uno de los bancos que estaban libres, sacó su cajita de chocolates de la bolsa en la que se la habían guardado y comenzó a abrirla.
El lugar le resultaba agradable por lo que sintió que era el momento perfecto para probar aquellos chocolates que había comprado. Comenzó así pues comiendo el que tenía el papel de color azul, y posteriormente otro que tenía el papel rosado, de forma que decidió guardar los otros cuatro que le quedaba para otra ocasión. Los chocolates habían sido de su gusto, pero prefería comerlos en varias veces para así poder disfrutarlos más.

La rosa de cinco espinas (I)

Oz ❙ Copartícipes: Dai & Boris ❙ Abierto ❙ Finalizado

Sintió que de repente algo no iba bien. Las leves expresiones en el moreno se tornaron en curiosidad y una progresiva preocupación. Por ello observaba con bastante más atención a Oz, intentando indagar en cada uno de sus gestos las sospechas que tenía para con él.

Había disminuido la fuerza con la cual sostenía los libros, por lo que sin complejidad acabaron siendo arrebatados de sus manos, y aunque podía ser un evidente gesto descortés lo hecho por Oz, Dai no le tomó importancia, ya que su atención no estaba puesta en los modales en estos momentos.

«¿Sangre?»

Esta vez el rostro del peliblanco acabó siendo más bien neutro. No siguió con la mirada al chico, sino que tardó varios segundos en voltear y verlo desde varios metros alejarse más y más.

Acabó por inhalar profundamente y exhalar con suavidad. Luego posó el índice junto con el  dedo medio en la cien y cerró los ojos. Cualquiera pensaría que estaba intentando contener la calma o cansado de lo sucedido.

«Aki, atención al residente Oz, cuarto número 18. Es posible que necesite atención médica. Sé discreto».

La telepatía no era algo que a menudo practicara, por ende, necesitaba mayor concentración.

Aki, por su lado, se encontraba escondido en el techo de alguna de las estancias de la residencia, sosteniéndose con sus cuatro extremidades en las paredes. Aunque estaba aprendiendo el mencionado fenómeno parapsicológico, aún no podía transmitir mensajes de la misma manera.

«¡Hecho!», envió el joven ejecutivo a través de la IA.

Esperó el momento exacto para soltarse de las paredes y descender del techo. Posteriormente, se dispuso a buscar al residente número 16. Se encontraba cerca de su cuarto, y al haber estado rondando bastante por el pasillo de dicha habitación, había podido identificar los pasos del pelinegro, ergo encontrarlo sería casi pan comido para el joven vampiro.

Dai, por otro lado, detuvo la transmisión y se dispuso a realizar las gestiones correspondientes en la biblioteca.

ID

¡Hola!
Primeras stamps de la residencia listas✔
@Khaos & @Kaiden


@Izula, @Chiuutan y @Edon,
Por haber terminado la nueva narrativa especial ¿Pascua? antes de que abril acabe, han recibido el pin sobre dicha festividad.

¡Felicidades!

꧁ ¿   P a s c u a   ? ꧂

El modelo no se sentía identificado con ninguna religión en particular aunque soliera participar en alguna que otra de las festividades que se habían inventado. En parte esto se debía a su madre que, si bien tampoco se identificaba con ninguna, había querido que su hijo se divirtiera siempre. Le parecían creativas las celebraciones religiosas y les daba mérito por ello.

Debido a su crianza, el pelirrojo solía buscar huevos de chocolate desde pequeño. Incluso en su mayoría de edad su madre le enviaba pistas y acertijos para que fuera en busca de deliciosos chocolates que ella misma hacía. Pero claro, siempre le preguntaba si tenía el día libre para compartir con ella y Arata no se quejaba; después de todo, la amaba y sus chocolates también.

—¿Y? ¿Qué tal están?

—Mm... 10/10 —respondió tras haberse terminado uno de los chocolates en forma de huevo.

¿Quién conocía mejor los gustos del modelo que su propia madre? Era en demasía estricto, pero rara vez la castaña obtenía menos de un nueve. Además, era una experta agregando hierbas y sus «preparaciones mágicas» eran las favoritas del pelirrojo. Por supuesto, no habían faltado los chocolates con dicha especialidad.

La mujer lo observaba con una sonrisa que resaltaba en sus ojos miel. Estaba más contemplativa de lo usual observando al modelo mientras comía. También le había preparado una taza de café con leche de soja y algunos aperitivos salados. Arata había notado esa mirada en particular que le dedicaba la mujer hace ya un tiempo desde que llegó a su antiguo hogar.

—Qué —preguntó tras exhalar un suspiro.

No le agradaba mucho ese tipo de dialecto silencioso de su madre, pues solía aparecer frente a algún tema del cual el modelo no le gustaría charlar.

—La fortuna le sonríe a los valientes —le dijo aún con la sonrisa en el rostro. Solo al finalizar sus palabras, le dedicó un guiño.

Arata elevó un poco ambas cejas, sorprendido. Había construido gran valor desde pequeño gracias a aquella mujer frente a él, mas no supo que necesitaba oír dichas palabras hasta que ella las pronunció ni tampoco comprendía muy bien por qué le habían venido tan bien. Dado el impacto, había incluso dejado de masticar, pero una vez este se fue desvaneciendo, poco a poco prosiguió a terminar de comer. Al final, desvió la mirada, pensativo.

¿Pascua?

De donde el albino provenía, no existía una celebración tal como la «pascua», o la Semana Santa, como los humanos solían llamarle. Debido a aquello, la primera vez que se enteró de dicha celebración le había parecido un tanto absurda e incluso extraña, pero acabó encontrándola divertida, al fin y al cabo. Más si en esta, el chocolate estaba involucrado.
.
.
.
El guerrero era relativamente nuevo en aquel lugar, por lo que poco y nada sabía acerca de las celebraciones que se llevaban a cabo allí anualmente. Por lo tanto, encontrarse una tarde a su mejor amigo caminando por las calles y con las manos repletas de bolsas de chocolate de diferentes tipos, moldes y otros dulces, logró captar su atención. Al zorro parecía estar costándole caminar con tanta cosa obstruyéndole la visión, por lo que el espadachín acabó acercándose para ayudarlo a cargar con las bolsas, recibiendo una mirada sorpresiva por parte del chico.

—Gracias— sonrió a modo de agradecimiento el castaño, observando al más alto. —No esperaba encontrarte por aquí— agregó.

—Tampoco yo— respondió el albino, dedicándole una sonrisa a su amigo. —¿Qué haces con tanto chocolate? ¿Vas a hacer algo de lo que no estoy enterado? — preguntó de manera curiosa, observando las bolsas que le había quitado de las manos hace un momento atrás al de ojos bicolores. Le sorprendía la cantidad de golosinas que llevaba, pero dedujo finalmente que tal vez se trataba de una fiesta, o algo similar.

—Huevos de pascua, para la cacería— respondió el zorro, sin apartar sus pupilas de las ajenas.

—¿Huevos de… que? — preguntó enarcando una ceja y esbozando una mueca de desconcierto. Jamás había escuchado aquella palabra antes.

—Pascua— repitió el castaño. —¿No sabes qué es? — inquirió ahora él, bastante sorprendido ante la confusión de su amigo. Era una celebración bastante común y que se celebraba año a año en varias partes del mundo ¿Cómo era posible que el albino no la conociera?

—Bueno, no, no existe tal cosa en… tu sabes—Era evidente que se le estaba dificultad formular aquella oración. Hablar de su pasado y su lugar de origen seguía siendo un tema difícil de tocar para él, y el zorro bien sabía aquello. El susodicho acabó asintiendo al comprender la situación y simplemente se mantuvo en silencio, pensativo.

—Bueno, tampoco se demasiado acerca de la festividad, en general, no se demasiado del cristianismo— pasó la bolsa que llevaba en la mano izquierda a la derecha. Comenzaba a dolerle. —Pero me parecen entretenidas las actividades que se llevan a cabo, como la caza de huevos de chocolate— expresó con una pequeña sonrisa. Acabó explicándole al guerrero de que se trataba la festividad, o al menos, lo que allí en el pueblo se celebraba, y posteriormente, las actividades a realizar.

Pese al poco entendimiento sobre el tema, el albino se ofreció a ayudar con los preparativos, como el decorar los huevos, envolverlos y esconderlos, aunque el zorro acabó negándose en aquello último, pues dado que su amigo no conocía la celebración, le parecía justo que participara esta vez. A regañadientes, el espadachín terminó por aceptar su petición. No lograba comprender a fondo aún que tenían que ver los huevos de chocolate, los conejos, algo que el castaño había mencionado, y la religión entre sí, pero no le dio demasiadas vueltas al asunto y se permitió disfrutar de aquella interesante festividad repleta de chocolate, algo que al albino en demasía le gustaba.

¿Pascua?

Relato:

El día había comenzado, aun así, se encontraba en la cama un híbrido sin la mas mínima emoción de levantarse, el despertador sonaba cada media hora, y así, era pospuesto hasta la siguiente.

Esta vez el sonido que lo despertó de tan apacible sueño fue de una llamada, no reconoció el número sin embargo al contestar, supo que se trataba de un viejo conocido que rondaba en estas fechas.

¿Aun en cama? Vaya, debe ser un milagro.

— No molestes, Sam, es temprano ¿no pudiste llamar a la misma hora de siempre?.

Pude si, pero quería molestar un poco jajaja Levántate, en 15 minutos nos vemos.

— Espera ¿ahora mism- colgó...

Antes de poder preguntar, había terminado la llamada, siempre era lo mismo, cada año debía recorrer los lugares de antiguos encuentros esperando dar en el blanco. Ni siquiera se molestaba ya, hasta disfrutaba de la ocasión se levanto de la cama para alistarse.

— D4RK, saldré un rato, cualquier mensaje importante déjalo en espera.

Entendido, Amós, felices pascuas.

— Si... Nos vemos más tarde.

Al salir, verifico que cierto joven no estuviera rondando, luego de estar seguro de la ausencia del pelirrojo puso rumbo al primer lugar. Una cafetería que Amós suele frecuentar, sin rastro, sin embargo había estado ahí, uno de las empleados que conocía al albino había confirmado que aquél hombre rubio dejó una nota en la mesa para el.

"No voy a ponerlo tan fácil, sigue buscando."

La biblioteca más vieja de la cuidad, nada, sabía de sus trucos para dejar pistas, le tomó tiempo pero en uno de los libros encontró una orden para un pedido de una repostería, al reverso de esta un mensaje de aquella persona.

"El ciego de Sevilla, que buen libro pero no es lo que buscas, andando que me muero de hambre."

La repostería Sevilla, tenía sentido del porque ése libro, el pedido a retirar, un huevo de chocolate bastante grande para una sola persona, no quedaban muchos lugares y ésa fue la última nota.
Al pensar detenidamente, un parque antiguo un tanto lejos del ruido de la cuidad se le vino a la cabeza.

En efecto, allí estaba sentado en una banca vieja un hombre esbelto rubio con la mirada perdida.

— Vaya, te encontré, creí que no estarías aquí debe ser un milagro.

— ¿Eh?.— Sorprendido, miró al albino que estada parada detrás suya.— Hahaha, quien dice que tienes sentido del humor, Amós. No te atribuyas el logro, te la puse fácil.

— Aja, si tu lo dices. — Tomando asiento a su lado, le dio el huevo de chocolate para luego desviar la mirada al paisaje. — Que desastre...

— Cuanto tiempo a pasado, este lugar esta cada vez peor, que pena...

— La nostalgia de esta fecha te esta consumiendo, Sam.

— Tal vez, tal vez... Pero algo me dice que no soy el único. Dime ¿superaste el tema del chocolate?.

— No vamos a tener esa charla, y sobre el chocolate, suficiente tuve con el 14 de febrero.

— Lo tomaré como un no, es una pena, se ve bastante bueno.

— Gracias pero no gracias...

— No te enojes, mira — Rompió el huevo de chocolate.— Sólo un trozo.

...— Guardó silencio unos segundos antes de resignarse ante la idea de acertarlo.— No hay caso contigo, dame esa porquería, así dejas de molestar.

— Jajaja, gane, al fin.— Levanto sus brazos en forma de victoria. — Quien lo diría, te estas ablandando.

— Sólo si con eso dejas de preguntar sobre el tema del chocolate...

— No lo haré, lo prometo.

Al finalizar esa frase, tomó un trozo de chocolate mientras preguntaba cómo fue su búsqueda en la cuidad.
Conversando sobre cada lugar, contando historias pasadas, riendo con nostalgia pasaron el día en aquel parque detenido en el tiempo.

Acontecimiento:
Horas antes del anuncio

La hora usual de almuerzo parecía ser un tanto agitada el día de hoy. Uno de los menús que se encontraban preparando los chefs era inusual. Se trataban de aperitivos pequeños, clásicos de eventos como cumpleaños, bodas y demás reuniones de ese tipo. Cualquiera podría fácilmente pensar que estaban haciendo algo especial para alguna actividad o reunión privada, pero estos también iban a estar disponibles el día de hoy para los residentes. A Dai no le agradaba comer o beber algo que los inquilinos no tuvieran acceso aunque esto pudiera conllevar un mayor trabajo: eran todos o ninguno. Además, también le incumbía a ellos.

En la cafetería sucedía algo similar, pero con aperitivos dulces. Baristas, pasteleros e Isamu se encontraban empacando dulces pequeños para llevarlos por el ascensor especial hacia el piso administrativo. Solo se podía hacer uso de este elevador con un acceso especial de la administración.
Isamu iba y venía de la cafetería a la cocina del comedor, y de estos al ascensor.

Por otra parte, Aki se encontraba ayudando con la decoración del comedor de la administración. Dai se habría unido a ayudarlo con ella, pero se encontraba ocupado con Dekiru en su oficina, informándole de más detalles y respondiendo toda duda que quedara y tuviera sobre su rol y la residencia.

Varios minutos transcurrieron hasta que el joven vampiro hizo presencia en la oficina del director. Elevar ambos pulgares por sobre la altura de la cabeza y esbozar una enorme sonrisa bastaron para comunicarle todo: solo quedaba dar el anuncio.

¡Buen día, queridos residentes!
✨Habla Aki, parte de la administración✨

Tenemos para ustedes un anuncio muy importante que darles. Hoy se une oficialmente a la administración un nuevo ejecutivo: Dekiru

¡   B i e n v e n i d o   !

Se logra oír a Aki aplaudiendo.

Podrán ver a Dekiru con un uniforme diferente para su mayor comodidad (๑˃ᴗ˂)ﻭ
Ahora lo dejo con ustedes para dedicarles unas palabras✨

Buenas tardes residentes, mi nombre es Dekiru, y formaré parte de la administración como ejecutivo junto con el joven Aki a partir de hoy.
De antemano, me gustaría agradecerle a la residencia por tan grata bienvenida, y agregar también que daré mi mayor esfuerzo para ayudar en lo que sea necesario. Estoy a completa disposición. Muchas gracias.

¡Gracias, compañero!
(๑˃ᴗ˂)ﻭ

También queremos decirles que se estarán ofreciendo aperitivos salados para picoteo en el comedor; y otros dulces en la cafetería que serán gratis y exclusivos hasta el día domingo 23✨

Eso sería todo por hoy
¡Les deseamos un gran resto de semana!

¡Hola!

@CarlaDark,
Por haber terminado la nueva narrativa especial ¿Pascua? antes de que abril acabe, has recibido el pin sobre dicha festividad.

¡Felicidades!

¿Pascua?

Narrativa: ¿Pascua?

Era esa época en dónde todas las estanterías y reposterías de la ciudad, se abarrotaban de chocolates y otros dulces alusivos a la Pascua.
En su infancia, Jay solía buscar estos huevitos de chocolate con los otros niños del reino dónde nació.

"La vida es más sencilla cuando sólo eres un niño, maravillado con el mundo."Al llegar a adolescente, pasaba de buscar los chocolates, a entregarlos a los niños y sus familias. Sabía que aquellos gestos tan pequeños traían felicidad y gratitud, a quienes los recibían. Más sin embargo, su madre siempre guardaba unos cuantos para él, y el joven príncipe siempre se los recibía con una sonrisa que rebosaba calidez. Su madre era una persona generosa en demasía, tanto con él, como con quiénes la rodeaban.
Curiosamente, aprendió la receta de aquellos chocolates que ella hacía con tanto cariño, y tras su forzado exilio y llegada a Eldarya, los realizaba para repartirlos con todos los habitantes del CG, en compañía de su homóloga "hermana", y un Karuto asistente, que estaba muy curioso por los ingredientes de aquella receta familiar, pero que difícilmente, Jay iba a querer compartir, desafiando a aquel sátiro, con una sonrisa traviesa en los labios.

F i n  d e l  f l a s h b a c k

Se acercó a unas de las tiendas que había a los alrededores, y compró unos cuántos chocolates sueltos y en bolsa. En algún momento, pensó que talvez eran muchos para él solo, cuando se sentó en un banco situado en una plaza.

Apreció las envolturas y lacitos que adornaban los chocolates, algunos con papeles más coloridos que el anterior, con franjas, puntos, lisos y uno que otro con forma de conejo. La variedad nunca dejaba de sorprenderlo.
En eso, divisó a una niña pequeña que se veía desorientada, la cuál frotaba sus ojos con suma tristeza. El pelirosa se acercó con cuidado y se puso en cuclillas a la altura de la niña:
—Hola, ¿te perdiste?—dijo con un tono suave de voz.
La pequeña no se había dado cuenta de su presencia, hasta que le ha mirado mientras se frotaba las lágrimas en su ojo izquierdo. —Ujum—respondió asintiendo con su cabeza, su llanto había cesado un poco, talvez por la impresión.

No era una plaza tan grande, pero si que habían personas, por lo que talvez la madre o padre en cuestión, ya estaría buscando a su pequeña. Por lo que Jay pensó que sería mejor que se quedarán en ese mismo sitio, en caso de cualquier cosa.

—¿Puedo acompañarte? De seguro, pronto vendrán por ti—Le sonrió sin más.
La niña contestó con un tímido si, acompañado de una risa contagiosa al ver al chico de cabellos rosados.

Reparó en los chocolates que había comprado; talvez sería bueno obsequiarle algunos a ella. Por lo que preguntó:
—Ha pasado ya el Conejito de pascua por tu casa?
—No, pero mamá dijo que talvez tardaba un poco porque debía entregar huevitos a todo el mundo!—Gesticulaba y movía las manitos al hablar, sin duda los niños eran encantadores.
—Oh, eso es verdad. Son muchos los niños en el mundo.—Esbozó una sonrisa cómplice antes de continuar— ¿Te cuento un secreto? Yo también debo ayudarle a repartir huevitos y tengo demasiados en la cesta, ¿quieres algunos?
—¿De verdad? ¿Eres un duende ayudante del conejo de Pascua? Creí que solo Santa tenía duendes ayudantes—decía ella con una expresión de asombro en el rostro—.

El chico de ojos azules solo se limitó a realizar una mueca y sonreír. Claramente no era un duende, pero hacer feliz a esa pequeña era lo importante, por lo que respondió:
—Si, pero es un secreto, eh? No sé lo debes decir a nadie, ¿promesa?—Mientras decía esto, hizo un cuenco de cristal, con un conejito al costado, en donde acomodó algunos huevitos y bolsas, lo mejor es que se mantendrían en una buena temperatura y no se derretirian.— Posteriormente, se lo entregó a la niña.
—¡Wow! Es muy bonito, gracias—Jay sonrió.
Luego de unos minutos, se escuchó a una mujer joven caminando a pasos rápidos hacia la niña:
—Oh por Dios, hija. Te busqué por todos lados—Abrazo a la niña, como si su vida dependiera de ello—

—No te preocupes, mami. Él me acompaño y cuidó hasta que tu llegaste, y mira, —le enseña el cuenco que sostenía en sus manos—Me regaló muchos huevitos—.
Fue en ese momento, en que Jay se incorpora y le sonríe con la mirada a la mujer, que hasta ese instante, desconfiaba de él, pero no percibió malicia en el joven. El gesto la conmovió y susurró un "gracias" desde lo más profundo del corazón. Y el correspondió con un gesto de cabeza y una sonrisa.
Acto seguido, la mujer tomó a su hija en brazos y partieron del lugar, y la niña volvió su mirada al chico, por sobre los hombros de su madre, para despedirse de él:
—¡Adiós!—Se despedía con el brazo libre que tenía, puesto que en el otro sostenía aquel regalo que le había dado.
—¡Adiós!—Contestó Jay con una sonrisa.

Luego de aquel encuentro, fue muy difícil quitar la sonrisa de su rostro.
Así pues, volvió sobre sus pasos, para disfrutar de una dulce y achocolatada tarde.

Primer día en IRO de Sumire: conociendo a su compañera de cuarto


Sumire - Sirena ❙ Cerrado ❙ Finalizado


Sumire sonrió como respuesta al ver la reacción de Sirena. Le hacía feliz que el regalo fuera de su gusto.


Posteriormente vio como Sirena se terminaba de preparar para irse a sus clases, despidiéndose de ella en el proceso.


De esta forma, Sumire afirmo primeramente con la cabeza ante las palabras de Sirena - "Muchas gracias, por cierto. Ah! se me olvidaba, deberías ponerte cómoda mientras no estoy, después de todo es tu habitación también... o puedes conocer a los vecinos, creo que algunos son agradables", pasando luego a responderle.


- Creo que primero guardaré mis cosas, y luego visitaré la granja de animales.


Posteriormente se despidió también de Sirena con un gesto con su mano al igual que había hecho la joven con ella, agradeciéndole por último también sus palabras a Chu-tan antes de que la puerta se cerrase.


Sumire no viajaba con demasiadas cosas, pero aun así le gustaba que pudieran estar colocadas una vez tenía un lugar donde alojarse. Y por otra parte, la granja de animales era otro de los lugares que más le interesaba visitar de la residencia, por lo que de esta forma ya tendría con que entretenerse mientras Sirena estuviera fuera. Más tarde, cuando volvieran a encontrarse, siempre podrían conversar sobre como les había ido el resto del día a cada una, o sobre cualquier otro tema que ambas considerasen. Pero fuera como fuera, Sumire estaba contenta con como se iban desarrollando las cosas en este nuevo mundo para ella.

Welcome, Dekiru!

Relato:


Kuon se encontraba tranquilamente relajado sentado en la cama de su habitación, hojeando un libro que había tomado prestado de la biblioteca, cuando el anuncio sobre un nuevo miembro en la administración dado por Aki llamó su atención. Y fue al ver la fotografía que se dio cuenta de que ya lo había visto casualmente el día anterior caminando por la residencia. Sin embargo, puesto que su ropa era algo diferente a la del resto de trabajadores había pensado que quizás se trataba de algún invitado o conocido de Aki, ya que era con él con quien estaba cuando lo vio.


- El inugami - dijo en voz baja para si mismo al darse cuenta.


Cabe mencionar que debido a su procedencia japonesa, Kuon  solía pensar en términos de mitología japonesa cuando conocía o veía a alguien que al menos aparentemente no era del todo humano. Además de eso, había que añadirle el hecho en esta ocasión de que las ropas que estaba usando eran precisamente del tipo tradicional japones.


- Un protector para la residencia - pensó a continuación, dejando ver una sonrisa en su rostro.


Sabía bien que aun en el caso de que realmente fuera un inugami, esto no significaba que su cometido fuera ser un protector espiritual del lugar, pero aun así por un momento no había podido evitar que ese pensamiento pasara por su mente. Por otra parte, la idea de que fuera a ser un nuevo miembro de la administración era algo que le agradaba, ya que de alguna forma le hacía sentir como estar un poco más cerca de casa. Kuon, si bien quizás no era tan aficionado a visitar los templos y santuarios como sus padres, si que precisamente por ellos, sentía aprecio y respeto hacía los mismo. Por lo que, y dado que la casualidad había querido que donde él se había criado hubiera un santuario, la llegada de Dekiru se sentía como algo positivo.

Así pues, y tras estos pensamientos, y terminar de escuchar todo el anuncio, Kuon se centró en la parte del mismo que había dicho que habría dulces gratis y exclusivos en la cafetería, lo que suponía una oportunidad que sin duda no iba a desperdiciar. Y de esta forma, dejó pues el libro que tenía en sus manos en la mesa más cercana, y tras terminar de recoger algunas cosas, se dispuso a salir de su habitación.

Kuon tenía el día libre por lo que disponía de todo el tiempo del mundo para poder mirar cuales eran los dulces que estaban disponibles y decidir cual o cuales de ellos probaría primero, ya que puesto que estarían disponibles  varios días, seguramente acabaría por probar la gran mayoría.

Una vez fuera de su habitación no tardó mucho en llegar a la cafetería. El lugar no estaba demasiado concurrido, después de todo el anuncio hacía poco tiempo que había sido dado, y seguramente la mayoría de residentes no contaran con el día tan libre como el suyo para acercarse con tanta rapidez. Aún así, primeramente hecho un vistazo por si había algún conocido, pero no vio a nadie con el que ya hubiera cruzado alguna palabra antes, de forma que se dirigió a donde estaban los nuevos dulces. Kuon se tomo pues su tiempo mirando la gran variedad de ellos que había, a cada cual más apetitoso a sus ojos. Sin embargo, tras observarlos, uno en especial llamó su interés. Se trataba de una tarta de fresas con crema, y al verla tuvo claro que eso sería lo que pediría. Así pues se acercó a uno de los camareros e hizo su pedido, un trozo de aquella tarta acompañado con un té japonés. Tras esto, y ya con su pedido servido, se acercó a una de las mesas que estaba vacías donde comenzó a degustarlo con calma.

Realmente la tarta estaba deliciosa y acompañarla con el té solo hacía que se sintiera como si estuviera en casa. Por un momento Kuon era como si estuviera en su propio mundo, o al menos seguro que esa era la impresión que le daría a cualquiera que lo viera en ese momento. Pero eso no era algo que a él le preocupara, ya que simplemente estaba disfrutando el momento.

Lo que haría durante el resto del día aun no lo había decidido, si bien seguramente se pasase más tarde también por el comedor a echar un vistazo a los aperitivos salados para probar algunos. Ya que si bien él prefería el dulce, también lo salado era de su agrado. Pero en cualquier caso, lo que era seguro es que aprovecharía esta oportunidad para probar y disfrutar tantas cosas como pudiera durante el tiempo que estuvieran disponible. Y quien sabe, quizás incluso podría llegar a coincidir con Dekiru en algún momento y al menos saludarlo.