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Sumire - Jay | Abierto | En curso

Aceptó la petición de Sumire y la acompaño de regreso al lugar donde se habían encontrado, luego de reír por el hecho de decir que tenía hambre:

—Entonces aquel ruido—refiriéndose a lo que escuchó al inicio, luego de haberse encontrado—era tuyo... Estaba sentado en el banco de atrás, mientras revisaba mi teléfono, y escuché caer un objeto y luego unos pasos, por eso también decidí dar una vuelta.—Expresó, de forma sincera—.

Tras haber caminado un poco, llegaron a los bancos de piedra, dejándole sentarse y dónde él aprovecho de situarse tras de ella. Seguramente, la pelimorada se estaría preguntando, qué es lo que el ojiazul estaba tramando.

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Sumire - Jay | Abierto | En curso

—No te preocupes de todos modos, no sabrías que estaba allí—Empleando un tono despreocupado en su voz—

Y así, tras ella haberse sentado y haber comprobado que sí, sí traía algo para comer dentro de aquel bolsito, le ha escuchado preguntar con tono tranquilo pero curioso, si es que estaba todo bien y a la vez invitándole a tomar asiento con ella.

Por lo cuál, ha respondido:

—Todo está bien y... lo haré una vez que le dé uso a la flor que he traído desde allá, pero antes...—Hizo una leve pausa, tal vez para pensar en cómo lo haría—¿Tienes algún problema con que te toquen y/o peinen el cabello?

Mientras esperaba aquella respuesta, se dió cuenta de que la chica quería decirle/preguntarle otra cosa:

—¿Ibas a decirme algo más?—Preguntó de forma casual.

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Sumire - Jay | Abierto | En curso

Ya teniendo la aprobación de Sumire, Jay se dispuso a realizarle una bonita trenza espiga, algo más grande y aflojada que las normales para así, tener cuidado de no jalarle el cabello en el proceso.
—No soy un experto estilista, pero algo sé—río de manera suave, recordando que solía trenzar el cabello de su «hermana» cada que podía y tenía la oportunidad, volviéndose casi un hobby, que le gustaba y relajaba mucho.
Mientras estaba en eso, la pelimorada contestó a la última pregunta que había realizado, referente a compartir sus galletas con él:
—¡Claro! Solo toma una, estira tu mano y la recibo.

Dado que aún estaba peinándola, no quería hacerla esperar mucho más.

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Sumire - Jay | Abierto | En curso

Ha tenido que acercarse sólo un poco para tomar la galleta con sus dientes y llevarla hasta él, pero no la comió sino hasta que terminó de peinarla.

Habiendo hecho eso, tomó la trenza y la pasó por su hombro izquierdo. Rodeando el banco, se puso delante de ella, en cuclillas y acomodó la flor blanca al costado izquierdo y la violeta que hasta ahora,  era lo único que adornaba su cabello la puso justo arriba de la blanca, casi superpuesta. La miró, finalmente le dió el mordisco que le había entregado previamente y con un sutil gesto de su mano, ha tapado su boca al hablar:
—Se te ve muy bien—dijo como cumplido y ha soltado una ligera risa—.
Fue entonces cuando el pelirosa, se sentó a su lado, tomando previamente la cajita de galletas y entregándosela para que ella fuese la que la sostuviera.

Realmente la galleta estaba muy buena, y aunque no lo dijo abiertamente, Sumire había hecho una buena elección, pues a Jay le gustaban también los frutos rojos.

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El arte de la contemplación

Oz & Dai ❙ Cerrado ❙ En curso

—La que más resuene con usted ha de ser su verdad —comentó en un tono tranquilo.

Pensó un poco más en ello. Dai creía que cada persona tenía su propia verdad, que no había verdades absolutas. En esta ocasión, se reservó la suya sin un motivo en particular, no era información que transitara por su mente en esos momentos. Se encontraba bastante receptivo, algo normal en sí.


Comenzó a caminar en cuanto su invitación fue aceptada. Al haber tanto qué contemplar, sus pasos fueron lentos. Tampoco había prisa, al menos no por su parte.

«¿Será?», se preguntó en su interior respecto a la confesión de Oz. Se cuestionaba si aquello era realmente lo complejo al tomar una decisión, ya que pensaba que el conflicto no solía ser realmente la variedad. Sin embargo, su punto de vista no desacreditaba las palabras de su acompañante. Nada más se trataba de una reflexión que se encontraba llevando a cabo en el momento para sí mismo.

Pese a sus diálogos internos, no se distrae. Observa de vez en cuando al pelinegro mientras se explaya. Podría parecerle que el chico se encontraba más abierto al diálogo y comunicativo, pero era algo que quedaba descartado considerando el contexto de su primer encuentro.

Sonríe sutilmente ante lo último. Consideraba que aquello era algo complejo que sucediera.

—Si no desea alojarse bajo un puente, no se alojará en uno —en otras palabras, continuar o no en la residencia dependía meramente de Oz y sus acciones—. Por otro lado, ¿cree que la residencia no le brinda la seguridad deseada?

Pese a estar en su día libre, parecía ser presa de su trabajo. De alguna u otra forma acababa regresando a él sin realmente ser consciente de ello: solo sucedía. Si bien se encontraba solamente como Dai, un visitante como otro en el museo, estaba abierto ante sugerencias para mejorar lo necesario en la residencia. Esta era realmente importante para él.

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Sumire - Jay | Abierto | En curso

Jay observó entonces que Sumire, sacaba un saquito de color aguamarina, con cierta curiosidad por saber su contenido. Cuando la chica le ha mostrado dicha piedra, le ha mirado con asombro y un ligero brillo en sus ojos, y aún más al saber las características, pues no sabía que existía algo parecido. Entonces le ha explicado también el motivo de mostrársela; quería regalársela.

—¿De verdad es para mí?—decía, mientras extendía sus manos. Ligeramente se ha sonrojado, tiñendo sus mejillas, y sus orejas de un bonito color rosado.

Aquel gesto lo había tomado por sorpresa, pues no estaba acostumbrado a recibir obsequios. De algo si estaba seguro, cuidaría de él, y lo tomaría como el objeto más precioso y preciado que hasta el momento tendría.

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El arte de la contemplación

Oz & Dai | Cerrado  | En curso

—«Eso depende de cuán...»
—«... sean los demás» —al unísono tras las palabras del peliblanco.

Es decir, si ha de marcharse de la residencia será porque existe una incomodidad insostenible con otros residentes. Sin embargo, a pesar de las buenas intenciones detrás de esa pregunta, no la recibe del todo bien. Detiene su paso, con su rostro girado en dirección contraria al director, reflexionando sobre cómo expresar su respuesta.

—«¿A cuál puente quieres que te arrope?» —ríe.

Después de un breve momento, vuelve a mirar hacia adelante y, ya con las palabras decididas, finalmente fija su atención en los ojos celestes de su acompañante.

—Dai... —inhala un poco, tomando otra breve pausa con un suspiro—. ... no —con un tono más serio.

—«Dile quién manda» —gruñe afirmativamente.

—No os he citado para que os dediquéis a pasarme una encuesta de satisfacción sobre vuestra labor. Si queréis consejo, disponéis de vuestro ejecutivo. Si queréis mi humilde opinión: —alza el meñique para empezar a enumerar posibles opciones y luego los demás dedos por cada opción que mencione a continuación—. sabéis dónde hospedo, podéis utilizar el moderno sistema de vuestra residencia, o utilizar la correspondencia tradicional, aunque citarme a vuestro despacho tampoco suena tan mal, o, bueno, simplemente... —mueve los cuatro dedos que tiene en alza y mira hacia otro lado, pensando rápido qué más añadir.

—«Espionaje, a ver si se va de la lengua» —ríe.

—... algún truco mágico también puede servir... —chasquea los dedos y vuelve a mirarle—. Así pues: ¿a qué se debe realmente el placer de vuestra presencia? —pregunta directamente, cediéndole la palabra gesticulando con la mano como si fuera una reverencia.

—«Oh, más le vale decir lo más .... que se le ocurra» —gruñe, esperando a que le haga ascos a Oz por su atrevimiento.

En resumidas cuentas, quiere que se enfoque en el lugar, en él mismo o en su acompañante, pero no en asuntos laborales. Si es cierto que quizá le interesen ciertos temas sobre la residencia, pero todo tiene su debido orden.

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Sumire - Jay | Abierto | En curso

Con Sumire reafirmando que el objeto si era de hecho, para él, ha sonreído, y expresó un sincero gracias, mientras de algún modo bajaba la mirada. Talvez para calmar la emoción del momento y que este sonrojo se disipará, pues había logrado avergonzarle, y eso no sucedía casi nunca. Mientras pasaba la piedra de una mano a otra, se había fijado que la dichosa piedra, no tenía una forma regular, por lo cuál, decidió forjarla por su cuenta.

En teoría, sus poderes no tendrían que alterar el funcionamiento de aquel canalizador, puesto a que eran del mismo elemento. Y aún así, no estando seguro de si iba funcionar, envolvió la piedra en la palma de su mano y concentró la suficiente energía para lograr darle forma. Luego de unos segundos, y tras abrir su mano, la piedra que no tenía una forma regular hasta hace unos momentos, ahora era ovalada, con un diseño de copo de nieve en el centro.

«Funcionó...», murmuró para sus adentros y levemente sorprendido y mostrándosela a ella:

—¡He logrado cambiarla, Sumire! ¿Qué opinas?—Le ha preguntado, con leve alegría en su voz.

El tener un artefacto parecído en función, como el que usaba en su hogar, le hacía muy feliz. A diferencia, de que este era una piedra elemental, y el que solía usar, era una flor invernal dentro de una bolita de cristal, la cuál utilizaba como pulsera.

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Sumire - Jay | Abierto | En curso

Tal parece que aquello le había sorprendido, por lo que Jay respondió su pregunta con total naturalidad:
—Más que gustarme, creo que es mi esencia, al final es un diseño "personalizado".—Luego agregó—La cryokinesis viene de mi madre, ella la domina también. Implica crear y controlar tormentas de nieve, expulsar magia por las manos, y un sin número de otras cosas.—Explicó brevemente—A modo de ejemplo...

En ese momento, Jay ha mostrado que desde la palma de su mano brotaban pequeñas estelas celestes y azules y las dirigió hacia la chica. Danzaban y giraban a su alrededor, y en un chasquido de dedos, se espolvorearon sobre ella, como si una nevada ligera se estuviera llevando a cabo, sobre y sólo para ella.
El chico sonrió, para luego decir:
—Es magia y poder inofensivos, siempre y cuando se utilicen por los medios y motivos correctos. Así que, ya sabes, si de forma repentina, ves una nevada de copos de nieve sobre ti, de seguro soy yo haciendo de las mías.—río tras agregar, lo último—

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Oz & Dai ❙ Cerrado ❙ En curso

Se detuvo a tan solo un par de pasos de distancia de Oz en cuanto se percató de su cese. Dirigió la mirada hacia donde apuntaba el rostro de este, pues tal vez le había llamado la atención alguna obra de arte. Por ello sus posteriores palabras lo tomaron desprevenido, pero las oyó con atención a la vez que observaba la mirada de su compañía, al menos hasta «correspondencia tradicional».

«Lo he hecho de nuevo», dijo en voz baja para sí, esta vez observando un punto ignoto hacia su derecha. Su pensar se había exteriorizado segundos después del término del parlar ajeno.

Había rememorado los regaños de Aki por no poder olvidarse del trabajo cuando estaba fuera de este y todo su contexto. Una vez fue despojado de su móvil por el joven ejecutivo por ello, de modo que no respondiera llamadas, correos ni mensajes.

Suspiró sutilmente, inclinando ligeramente las cejas como si se apiadara de sí mismo y no tuviera remedio. Sin dudas era una expresión bastante inusual aunque tenue y algo breve. No había dilatado demasiado el orden de su mente.

—A raíz de sus palabras, vino a mi mente la hipótesis de que tal vez no se sentía del todo seguro en la residencia —explicó honestamente, pues aquel pensamiento era el origen real de su pregunta pese a su faceta afanosa frente al trabajo.

—Respondiendo a su pregunta: intuición.

«Curiosidad» había sido la primera palabra que podría traducir su comparecer en el lugar, no obstante, ¿a qué se debía la curiosidad?, ¿curiosidad sobre qué? He allí donde entraba la intuición bajo sus conocimientos.

Desconocía si el pelinegro deseaba continuar con el recorrido, por ende, no hizo amagos de continuar con aquel a menos que recibiera una señal.

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Al verla feliz y disfrutando de aquel pequeño espectáculo, sólo se dignó a mirarla con cierta ternura, y más cuando ella le agradeció:

—No es nada—ha dicho sonriendo también.

Por otra parte, le llamaba la atención su expresión de felicidad, cómo si el hecho de ver nieve fuese algo nuevo o que no viese tan seguido.

—No es tan genial como crear portales y viajar entre mundos...—ha dicho en tono gracioso, mientras le daba un suave toque con el codo.
No era por despreciarse a sí mismo, pero sin duda, las habilidades de Sumire eran realmente impresionantes a niveles mucho más astrólogicos, talvez. Y en aquella autoreflexión interna, ha caído en el detalle de los pies descalzos de su amiga, los cuáles ya había observado en el invernadero. ¿Tenía eso que ver también con sus poderes?, ¿O con alguna conexión mágica con el entorno?, ¿O era por gusto y elección propias?

A pesar de tener las dudas, Jay no las expresó oralmente, pero quedó pensativo al respecto.

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—«No importa qué escupa, sus ojos dicen que eres débil» —ante la explicación proporcionada.

—«Buen intento» —su mirada se torna una pizca arrogante por culpa de la voz, pero cierra el ojo como un gesto pensativo para no hacer entender que es su impresión al escuchar tal respuesta. No obstante, lo sigue observando a través del ojo que resguarda bajo el parche—. Vuestra hipótesis solo demuestra vuestro altruismo... —vuelve a abrir el ojo, pero para contemplar la obra que tienen delante—. ... que resulta en vuestro ser algo vital como lo es el color en esta obra —acto seguido lo observa de reojo.

— «Vitalidad es lo que podría hacer con ... ..... ..... .... .... .... Si eso es lo único que te interesa de este ... humano, estás más ... de lo que creía» —se limita a reir con su tono maquiavélico.

Provoca que el pelinegro carraspee antes de proseguir con sus palabras.

—En cualquier caso, quizá sea muy pronto para anticipar el resultado de esta conversación. Prefiero enfocarme en otras cosas, como por ejemplo... —ahora opta por mirarle directamente y parece denotar cierta curiosidad por lo que vaya a expresar a continuación—. ... saber si vuestra astucia ha descubierto el secreto del marcapáginas que sorprendentemente se mantiene intacto —pero no se está refiriendo al hecho de poder leer mensajes ocultos con él. Le agrada incorporar secretos en cualquier oportunidad que se le presente, sin duda poniendo a prueba a los demás.

El hecho de proporcionarle un objeto con características mágicas se puede tomar como la respuesta que la intuición de Dai podría haberle dado ante semejante pregunta. Oz no es el patito feo que busca resguardarse bajo el ala del gran cisne por el rechazo de los demás, pues tiene sus trucos al alcance de su mano, es aquel que intenta evitar que el vorágine que provoquen los demás sobre él arrastre también al gran cisne. Pero es un símil que se guarda para sí mismo, optando por ver cómo la casualidad o el destino marca el camino.

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Sumire - Jay | Abierto | En curso

Le dio la impresión de que Sumire, se había fijado en su ensimismamiento en ese instante, y tras escuchar aquella frase:

"Tal vez no sepa explicarme bien, pero si quieres preguntarme algo trataré de ser lo más clara posible".

El pelirosa negó suavemente con la cabeza, antes de volver a mirarle:

—Descuida, te explicas lo mejor que puedes. Sólo que a mi me cuesta darle sentido. Pero está bien—decía, mientras anudaba los extremos de la cuerda, para utilizar la piedra como un colgante.

No quería incomodarle tratando de buscar respuestas de las que ni ella, estaría segura. Talvez aquellas preguntas se las guardaría para hacérselas, cuando hubiese conocido más de sus orígenes. Pero aún estaba la duda que le asaltaba en ese momento:

—Si no te parece muy atrevido ni muy personal, puedo saber, ¿el porque vas con tus pies descalzos?—Preguntó con cierta curiosidad.

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Continuó su mirada posada en el pelinegro pese a este haber dirigido el rostro en otra dirección. No era la primera vez que Oz lo juzgaba, mas no le afectaba fuese o no positivo. Dai pensaba que aquello podría decir más de aquel chico que de él, por lo que pretendía dejarlo estar y ser. De todas formas, para el peliblanco era algo totalmente normal al fin y al cabo.

Tardó unos segundos en observar la obra mencionada por su compañía, la cual no le inspiraba sensaciones ni sentimientos, muy agradables tal vez debido a su infancia. Mas nada de esto pudo percibirse en su rostro.

—Mmm... Los secretos son un gran recurso para mantener el interés despierto —comentó sin apartar la mirada del arte que aún observaba—. Me agradan —añadió momento después, volteando hacia el chico.

—Veamos...

Desvió la mirada hacia su blazer, de cuyo bolsillo interior extrajo el marcapáginas que había recibido por parte de Oz un tiempo atrás. Este lo posó en la diestra de forma vertical. Era difícil mantener un delgado marcapáginas de pies en la palma, mas Dai no poseyó dificultad alguna. Podría decirse a simple vista que se trataba de un «truco mágico» como cualquier otro que se habían inventado los humanos. No obstante, no había hilos ni nada similar.

—¿Le agradan los juegos?

Solo tras su pregunta, observó a Oz.

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—«Ah... Pero conmigo la cosa cambia» —a regañadientes.

—«Los secretos deben ser asuntos interesantes, no tú» —ladeando un poco el rostro mientras el peliblanco mete la mano en el interior del blazer.

—«Soy lo mejor que...»

—«Has vuelto a ocultar información» —interrumpe al ver de nuevo el marcapáginas.

—«No me has pedido que informe de eso» —ríe, enfatizando la última palabra.

—«Acordamos en que si mi percepción mágica se encuentra nula por tu culpa, lo dirías todo» —su protesta es por la presencia del marcapáginas sin aviso.

—«... .... ... ... ...» —y la suya por ver la posición de tal objeto sin haber percibido nada antes.

—«¿Ahora quién es el lastre? Eso es una clara telequinesis o un control gravitatorio» —identifica rápido por la verticalidad que toma el artefacto.

—«... .... ... ... ...» —empieza a emerger más odio por su parte, por el momento tolerable para el pelinegro.

A pesar de la brevedad de esta disputa interna, expresa una sonrisa ladeada tras esa pregunta.

—También que la intuición nunca falle —se lleva la mano a la barbilla.

—«Esto es ... .... ... ... ...» —cosa que el pelinegro disfruta de su frustración.

—«¿Esto se volverá una competición de secretos?» —sí le resulta curioso, sí.

En lo que lleva fuera de su hogar ha procurado la clandestinidad por su parte, pero su intuición le llevaba a sospechar de ciertas cosas y atreverse. Después de todo, quién no las tendría si se va percibiendo cierta variedad de poder paseando por la residencia.

—Resulta divertido —añade a su respuesta, acompañado de un breve gesto con la otra mano.

Los detalles metálicos toman un brillo tenue y la luna del diseño pasa por cada fase lunar.

Con otro gesto similar cesa esa demostración, pues todavía no ha descubierto cuál es el secreto.

—«Olvidé activarlo, qué descuido por mi parte» —arquea una ceja.

—«... ... ... .... , no deberías haberlo hecho» —no cree que sea buena idea revelar a Dai sus habilidades.

—«Lo peor que puede ocurrir es que se sienta engañado» —haciendo referencia a que tal vez su pregunta pueda verse como una trampa.

Sin embargo, con una simple observación se puede presenciar que el diseño de la luna no se ha mantenido tal y como estaba. Refleja la gibosa creciente, tal vez la fase lunar del día actual.

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