Dadas las implicaciones referidas a su ingreso, no fue hasta la mañana siguiente que Kafei se dispuso, como parte del primer punto en su agenda, a explorar, con lujo de detalle, la habitación que le había sido asignada, así como todas y cada una de las comodidades con las que estaba equipada.
—Resulta un poco difícil creer que no hayamos debido pagar de manera inmediata por todo esto… —Pensaba una vez dada su inspección por terminada y procedía a arreglarse para salir.
Y, si bien la idea era aprovechar el tiempo en medida de lo posible, lo cierto es que al final terminó entreteniéndose más de la cuenta: ya fuese porque de un momento a otro tendía a ceder ante su curiosidad y jugaba con las funciones de su IA, o porque terminaba encantada con la belleza de su propio reflejo, a medida en que dirigía sus ojos hacia el espejo frente a ella.
—Hablo en serio cuando digo que no fue nada justo para el universo que osara ocultar a este lindo ser. —Soltó mientras tocaba con una de sus finas manos el frío cristal. —Pero ya no más. —Sonrió previo a lanzar un corto beso, así como un par de cumplidos y, finalmente, procedió a encaminarse hacia la habitación de su hermano con la finalidad de convencerle para descubrir los alrededores en compañía del otro. No obstante, incluso tras tocar suavemente la puerta de este y esperar algunos minutos, nadie respondió.
—No se habrá ido sin mí, ¿cierto? —Se cuestionó. —No, no. Es Shayne de quien estoy hablando. Él no me haría eso… ¿V-verdad? —Nuevamente llamó a la puerta, un poco ansiosa esta vez y, como era de esperar, seguía sin haber respuesta, razón por la cual, se convenció de hacer uso de sus cuestionables habilidades para abrirse camino por su cuenta.
Apenas cruzar la entrada, notó que, sobre la cama, se encontraba un gigantesco y extraño montículo cubierto por diversas sábanas: definitivamente se trataba de su hermano. Ya podía respirar tranquila.
—¿Shay? ¿Te has quedado dormido? —Preguntó con cierto tono burlón al tiempo en que se acercaba poco a poco. —¿No deseas salir conmigo a ver los alrededores?
—好的。(Está bien.) —Respondió el joven con una débil voz poco antes de quitarse las sábanas de encima y sentarse. Su rostro estaba enrojecido mientras que su cabello se encontraba completamente despeinado, algo aparentemente normal, no obstante, al observar bien, también podía notarse que su respiración era un tanto irregular. —我需要几分钟准备。在外面等。(Necesito unos minutos para prepararme. Espera afuera.)
No hacía falta ser una genio para notar que había algo raro en el chico. Es así que, decidida a desobedecerle, Kafei posó su mano sobre la frente del joven e inmediatamente pudo sentir como la temperatura que su cuerpo emitía no era normal en absoluto.
—你疯了？(¿Estás loco?) —Preguntó mientras miraba al joven con ojos incrédulos. Ahora su cambio tan drástico a su lengua materna tenía más sentido, pues era un efecto causado por la fiebre y del que él probablemente no era consciente en lo más mínimo. —你必须留在这里！(¡Tú te quedas aquí!)
—但是我想你一起去。(Pero yo quiero acompañarte.)
—不要反驳我。再躺下，哥。(No me contradigas. Recuéstate una vez más, hermano.) —Al notar que este no le hacía caso alguno, lo tomó por los hombros e intentó empujarlo, sin embargo, su fuerza era inversamente proporcional al peso de su hermano y no consiguió nada más que quedar en ridículo consigo misma. —请躺下。(Por favor, recuéstate.) —En esta ocasión, su petición sonaba más bien como una súplica mal hecha.
Por una vez, su hermano atendió la indicación dada y Kafei procedió a darle los cuidados básicos: desde otorgarle medicina hasta colocar un trapo húmedo sobre su frente y bajar un poco la temperatura de la habitación.
—对不起。。。(Lo lamento.) —Se disculpó cuando su hermana volvía a tomarle la temperatura. —你为什么不探索？(¿Por qué no sales tú?)—Sugirió. —我想小睡一会儿。不要浪费你的一天看我睡觉。那会很无聊。(Quiero tomar una siesta. No desperdicies tu día viendo a un enfermo dormir. Eso sería aburrido.)
Kafei se cruzó de brazos e hizo un puchero apenas oír aquellas palabras.
—不管你喜不喜欢，我都会带你离开这里。(Voy a sacarte de aquí, quieras o no.) —Las pequeñas joyas de su pendiente comenzaron a brillar en cuanto hizo tal anuncio.
—等待！不要那样做！(¡Espera! ¡No lo hagas!)
—玩得开心！(Diviértete!)—Le sonrió tiernamente antes de que un portal se formase bajo los pies de la chica y este comenzase a transportarla fuera de la habitación sin posibilidad de ingresar nuevamente, ni siquiera con los trucos que empleó la primera vez.
—Te detesto, hermano… Odio esos tontos, tontos portales. —Indignada y sin más opción comenzó a caminar con la intención de volver al plan original que había formulado en su mente aquella mañana. No obstante, estaba tan molesta y preocupada que, al inicio, se vió incapaz de apreciar el encanto de la residencia en su totalidad.
Los minutos transcurrían y su estado de ánimo simplemente no cambiaba, por lo que, estando cerca de dimitir, fue una total sorpresa que pronto se viese frente al escaparate de la cafetería y sus ojos comenzaran a brillar tras inhalar la sublime fragancia que de allí se percibía.
—No… ¡Se supone que estoy molesta! —Intentó autoconvencerse inútilmente, pues pronto comenzó a flaquear. —Pero el café parece delicioso… Y también tienen pan recién horneado… —Incapaz de resistirse, ingresó al inmueble y tras unos minutos se le pudo ver con un vaso de delicioso café caliente, así como con una pequeña pieza de pan en manos.
Ahora, con un rostro más sonriente, continuó dejándose llevar por sus pasos mientras consultaba el mapa que su IA se encargaba de proyectarle; todos los lugares parecían encantadores desde la arquitectura hasta los servicios y equipo con el que contaban, no obstante, el casino fue la joya de su recorrido dado que contaba con un karaoke, algo que ni en un millón de años ignoraría, por lo cual, llenó un par de formularios de inscripción sin pensárselo dos veces para poder ingresar en el futuro sin muchos impedimentos de por medio.
Una vez hecho eso, pudo sentirse completamente satisfecha con cómo había transcurrido su día y nada hubiese sido capaz de estropear su sonrisa, de no ser que pronto comenzó a sentir un ligero dolor en los tobillos. Había sido pésima idea utilizar zapatos altos; sus pies ahora estaban agotados y no paraba de maldecirse internamente por ello. No obstante, aún le quedaban un par de paradas a las cuales ir y sólo le quedaba ignorar, para variar, el malestar que cada paso le producía.
