Parte 1
(Narra Nevra)
-¡Listo!
Escucho la voz de Hiiro al otro lado de la puerta y sonrío. Nuestra sesión de “shopping” ha sido bastante productiva. No sólo en el sentido de que Hiiro haya podido elegir una vestimenta que le pareciera adecuada, sino… Hemos podido hablar un poco más, y ya tengo claro que todas las asperezas que había entre nosotros han sido limadas. Me ha encantado poder pasar un rato con él y demostrarle que no soy tan malo como me pintaba, y, sinceramente, creo que él ha pasado un buen rato también.
Abro la puerta para entrar a su habitación y ver el resultado final de nuestras compras. Mi sonrisa se ensancha instantáneamente.
Sabe vestir un kimono mejor que yo, y eso se nota de sobra. Su elección ha sido uno corto, como el mío, pero de un tono azul oscuro bastante elegante, con un estampado de rombos que personalmente me hace pensar en las escamas de una serpiente que se enrosca alrededor de la prenda. Lo lleva solemnemente cerrado con… una… Mierda, me ha dicho el nombre, ¿cómo se llama la cinta ceñidora esa? Ah, un “obi” (o eso creo, pero no se lo voy a preguntar porque seguro que se piensa que soy tonto) de color negro. De color negro igual son sus pantalones, ceñidos y agujereados listos para enseñar carne, tal y como le he explicado que “es tradición” en Eldarya. Mentiras, todo mentiras, pero si he de mentir por ver su piel desnuda, no me importa. Así, en pos de adaptarse a nuestras costumbres, ha tenido que acceder a algunos centímetros de piel expuesta, así como al añadido de una serie de de “accesorios sumamente innecesarios” como han sido un par de guantes que sólo cubren piel por la parte de arriba o una cantidad que reconozco que es ridícula de cinturones, cuerdas y demás accesorios para la cintura que cuidadosamente ha vestido sobre su obi (dime por el Oráculo que se dice así). Me ha llegado al corazón que, a pesar de todo el asco que les tiene, se haya decidido a conservar las botas. Se ha excusado diciendo que es que ya se había acostumbrado a atarlas y no quería tener que aprender a domesticar un nuevo calzado otra vez, pero yo estoy seguro de que en el fondo es que les ha cogido cariño.
-¿Y bien? -Me lanza una mirada interrogante, esperando mi aprobación- ¿Qué tal?
Le he examinado de arriba a abajo varias veces, casi hipnotizado por lo bien que le queda el atuendo, y creo que eso le ha puesto un poco nervioso, porque cuando levanto la mirada a sus ojos él retira la vista de inmediato. Mi sonrisa adquiere un tinte ligeramente distinto cuando hace eso, mi sonrisa de cazador.
-No sé, date la vuelta -Pido. Él obedece, girándose a la velocidad suficiente para que pueda apreciarlo bien. Buen culo, 8.5/10. Le dedico la sonrisa más amistosa y poco siniestra que puedo-. Espectacular -Confieso.
A él se le escapa una sonrisilla entre tímida y nerviosa, gesto que me parece muy mono, y con la excusa yo me acerco más a él para “examinarle” mejor.
-Sí… Te queda muy bien -Digo, colocándome frente a él y estirando el cuello del kimono, queriendo simplemente agarrarme a él y con violencia atraerle y-, en especial esas botas. Son geniales, ¿de dónde las has sacado?
-Qué gracioso -Se burla, poniendo los ojos en blanco.
-No, pero, en serio, te queda bien -Le suelto y mariposeo tras él. Efectivamente, buen culo…-. Aunque sigo diciendo que una bufanda sería el complemento ideal para…
-¡Y dale con la bufanda! ¡Con el calor que hace!
Me río a sus expensas, y él hace una mueca. Le pico un poco más, cuestionando la cantidad de cinturones que le hemos puesto, y él se enfurruña, pero no llega a enfadarse.
Escuchamos unos toques en la puerta, lo que interrumpe una de mis carcajadas, y Hiiro invita al desconocido tocador de puertas a entrar. Erika nos honra con su presencia, y hace un gesto de sorpresa al ver a Hiiro.
-¡Guau! -Dice- ¡Hiiro, qué chulo, pareces un samurái!
-No, Erika, créeme, los samuráis no vestían así -Él se ríe un poco-. Pero gracias por la apreciación.
-¡De nada! Ah, Nevra también está aquí.
Le saludo con un gesto de la mano, y ella sonríe. Me mira un momento como dudosa de algo, luego mira a Hiiro y luego me vuelve a mirar a mí otra vez. Después, se encoge de hombros.
-Bueno, venía a despedirme porque me voy de misión mañana temprano y hoy me acuesto pronto, así que no nos veremos en unos días.
-¿Te vas? -Hiiro parece sorprendido- Pero si acabamos de volver de una… Y de la del comesueños. Deberías descansar un poco.
-¿Estás de broma? -Ella sólo se ríe- En ambas has robado tú toda la acción, Hiiro, yo apenas he hecho nada. No puedo ni siquiera sentirme cansada. Además, mi jefe de Guardia es muy exigente con la clasificación -Y me dedica una sonrisa encantadora. Yo me atuso el flequillo.
-Aunque aprecio el entusiasmo, coincido con Hiiro -Digo-. Deberías descansar un poco. Además, ¿qué es eso de que “te vas”, sin más? ¿No tienes un jefe de Guardia al que pedirle autorización o algo?
-No, porque me la ha encargado Miiko directamente. Me voy a Balenvia con Chrome.
Frunzo el ceño ligeramente.
-¿Balenvia? -Pronuncio el nombre del pueblo con un cierto matiz- ¿Esa no es la misión del veneno?
-La misma -Su sonrisa no vacila ni un poquito.
-¿Veneno? -Ahora Hiiro también parece preocupado- Erika…
-¿Os preocupáis por mí? ¡Qué monos! Pero no penséis en intentar hacerme cambiar de opinión -Y algo en su gesto nos hace saber que está determinada a ir digamos lo que digamos.
Intercambio una mirada con Hiiro. A ninguno de los dos nos gusta la idea, pero, bueno, no tenemos nada que decir en realidad.
Así, Erika se acerca a darnos un abrazo de despedida a cada uno de los dos, y luego se dirige a la puerta. Antes de irse, sin embargo, se gira hacia nosotros.
-¡Ah, se me olvidaba! Hiiro, Ykhar te busca.
Y se va.
Oh, cierto, Ykhar. Parecía bastante enfadada con Hiiro antes. Le dedico una pequeña sonrisa ante su mirada curiosa. Sin embargo, es tarde, Hiiro está cansado de su misión y decide que sea lo que sea que quiera Ykhar tendrá que esperar a mañana.
Sea como sea, no pienso perdérmelo.
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-¡¡¡¡¡HIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIROOOOOOOOOOOOO!!!!!
Así recibe Ykhar a Hiiro en la biblioteca al día siguiente.
Empieza a echarle una bronca del copón y él, demasiado asustado, simplemente asiente y acepta cada una de las acusaciones que se dirigen a su persona, incapaz de refutarlas, haciendo una vigorosa inclinación cada vez que se disculpa, que es bastante. Es un espectáculo divertido de ver, y yo me entretengo observando con una sonrisa en los labios.
-Lo siento mucho, Ykhar, de verdad -Dice, cuando la tormenta arrecia, doblado en un perfecto ángulo de 90º. Parece tenerlo bastante ensayado...-. Te juro que simplemente no he tenido tiempo de pasarme por aquí antes.
-Hmpf… -Ella parece algo dubitativa- Vale, lo entiendo. Tampoco es mi intención saturar a la gente… Pero si quieres que te perdone, vas a tener que hacerme un pequeeeeeeeeño favorcillo… -Esboza una sonrisilla, y por un momento pienso que la máscara de neutralidad de Hiiro va a romperse, pero no lo hace, y sigue igual de doblado.
-Por favor -Dice-. Me sentiría honrado de poder serte de ayuda.
-Eso es, buen chico -Su sonrisa sólo aumenta. Hace un gesto para ilustrar las montañas de libros que nos rodean-. ¿Ves toooooodo esto? -Hiiro levanta la cabeza y asiente- Pues bien, vas a ordenarlo. Normalmente somos Kero y yo los que nos encargamos de eso, pero él tiene un montón de papeleo que hacer ahora mismo y yo tengo que irme a clase, así que…
-¿A clase? -Pregunto, curioso. Sus orejas se tiesan con nerviosismo y me mira como si se hubiera olvidado de que estaba aquí.
-S-s-sí, clase… -No dice nada más. Yo esbozo una sonrisa-... de Historia.
-¿De historia? -Vuelvo a sonreír.
-NOMEJUZGUESSEMEDAMUYMALAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHH.
Con este chillido, pronunciado de una forma tan aguda que Hiiro y yo tenemos que llevarnos las manos a las orejas porque nos hace daño, sale corriendo de la sala, cerrando con un portazo y dejándonos sin reacción alguna.
Pasan unos instantes hasta que Hiiro vuelve a erguirse con un crujido de su espalda muy poco saludable y, con un suspiro, se acerca a un montículo de libros y lo inspecciona. Coge un par de ellos y empieza a moverse con confianza por entre las hileras de estanterías. Yo le miro con una sonrisa divertida.
-Así que te han castigado -Me burlo.
-Al contrario -No hay ni pizca de ironía en su voz, lo que me sorprende-, eso es una oportunidad perfecta para aprender a moverme por la biblioteca. Así dejaré de darle la lata a los chicos cada vez que necesite un libro.
-Ahá… -Voy a apuntarme esto para cuando haya que proponerle su especialización. Estoy seguro de que le gustaría trabajar en la biblioteca- Permíteme que te ayude.
-Oh, no, por favor -Niega con la cabeza-. No hace…
-Sí hace falta -Me levanto de la mesa sobre la que estaba sentado para coger yo también un par de libros-. Seguro que no llegas a los estantes altos.
-¡Las escaleras existen, sabes!
Insisto un poco más hasta que termina por aceptar mi ayuda y luego los dos nos afanamos en la tarea.
Nos vamos gritando por entre las estanterías, yo preguntando que dónde van algunas cosas porque no tengo ni idea y él diciéndome las respuestas. Hacemos dos montones y empezamos una competición por ver quién consigue colocar el suyo más rápido, pero yo quedo descalificado cuando se da cuenta de que me estoy aprovechando del hecho de tener súper velocidad vampírica. Yo me hago el inocente.
Tras un buen rato de colocar libros, finalmente terminamos.
-Y… listo -Digo, bajándome de una escalera de mano con un salto-. Hemos terminado.
-No del todo -Hiiro coge un libro que reposaba sobre una mesa-. Falta este, no tiene directrices.
Me acerco para examinar el libro. La cubierta es de cuero negro y está ricamente adornado con una serie de florituras rojizas que transmiten un brillo palpitante, dándole la sensación de estar vivo. No me gusta que las cosas que se supone que son inanimadas estén animadas, la verdad.
-No parece un libro de biblioteca -Le lanzo una mirada al tocho-. Creo que encajaría más en la sala de alquimia o algo así. De todas formas no está clasificado, así que tampoco podemos hacer nada con él. No creo que Ykhar se enfade por que dejemos un libro.
-Supongo que no -Hiiro se encoge de hombros.
Va a dejarlo de vuelta a la mesa, pero el libro se le escurre de las manos de forma patética y se le cae al suelo, abriéndose por la mitad y dándole a él en el pie. Yo me río.
-Torpe -Me burlo, entre carcajadas.
-¡C-cállate! -Oooooh, qué moooono, tiene las orejas rojas...
Me agacho para recoger el libro. Antes de que pueda hacer nada, del libro empieza a salir una espesa humareda negruzca, y escucho una risa profunda y escalofriante provenir de algún lugar. Rápidamente me incorporo y agarro a Hiiro para alejarle del libro, viendo cómo de él no deja de salir el humo negro, que va tomando forma poco a poco hasta ser una figura clara y amenazante. Hiiro lanza un grito, y no voy a juzgarle por ello.
-¿Quién eres? -Pregunto a la silueta difusa. Él no responde- ¡Identifícate!
Su única respuesta es lanzarse al ataque contra nosotros. Agarro a Hiiro por el cuello de su kimono y le arrastro conmigo fuera de la biblioteca. La criatura oscura nos sigue al instante, poco dispuesta a dejarnos escapar, y yo cierro la puerta de una patada pero es bastante poco efectivo porque posiblemente pueda escurrirse por la rendija de debajo. Gruño, cojo a Hiiro en brazos y en dos saltos he bajado las escaleras y estoy en el centro de la sala de las puertas, desenvainando ambas dagas y listo para plantarle cara a la criatura.
…
Que no viene.
Carraspeo, incómodo. Hiiro, al que he dejado en el suelo admito que sin mucha delicadeza, se pone en pie y me mira algo preocupado.
-¿Nevra…? -Escucho que me llama.
-Eh… Espera aquí.
Subo de nuevo las escaleras hacia la biblioteca y abro la puerta con mucha cautela, listo para que esa cosa salte sobre mí en cualquier momento. Lo único que me encuentro, sin embargo, es una biblioteca completamente vacía. Sospechoso.
Me interno en la habitación y navego por entre el revoltijo de libros que en su furia la bestia neblinosa ha tirado en todas direcciones.
Y entonces me doy cuenta de que, extrañamente, todos los libros están en blanco.
Palidezco mucho más de lo que es normal en mí.
Parte 2
(Narra Hiiro)
Escucho un grito venir de la biblioteca. Sé que no debería, que probablemente sea más un incordio que otra cosa, pero… No puedo dejarle solo. Así, rápidamente subo las escaleras y me planto en la biblioteca, donde me encuentro a Nevra tirado en el suelo examinando libros con puro pánico en su cara.
-Noooooo, no, no, no, no; no… Nonononononononono… -Así va recitado, pasando páginas con frenesí.
-¿Nevra? -Le llamo- Nevra, ¿qué…?
-¡Están vacíos! -Grita, girándose hacia mí- Oh, Oráculo, oh, Oráculo… ¡Vacíos!
Cojo un libro que tengo a mano y lo hojeo rápidamente. Mi expresión cambia al instante al ver que, efectivamente, todas las páginas están en blanco.
-¿Cómo… cómo puede ser eso…?
-Ykhar nos va a matar… -Murmura- ¡Nos va a matar!
Antes de que pueda entrar en pánico yo también, escuchamos un grito bastante agudo, claramente de mujer, provenir de algún lugar del edificio. Levanto a Nevra del suelo agarrándole de la bufanda y le arrastro fuera de la biblioteca, hacia el pasillo de las habitaciones, de donde ha venido el grito.
-¡Viene de la habitación de Miiko! -Dice Nevra- Lo cual es raro, porque la tiene insonorizada.
-¿Crees que…? -No necesito ni terminar la frase.
-Posiblemente, sí.
Me pide con un gesto que me aleje de la puerta, y así hago. Él coge carrerilla y luego carga contra la puerta, abriéndola a base de fuerza y gritando el nombre de Miiko. Yo le sigo dentro.
Y dentro no está Miiko. Está nuestro nuevo amigo El Mal Genio de la Lámpara y, encerrado en una jaula blanquecina que me recuerda a la que Miiko usa para su fuego pero muchísimo más grande, está una cara que Nevra y yo conocemos bien.
-¿Simonn? -Pronuncio el nombre del comesueños, un poco sorprendido por su presencia.
-¡Socorro! -Grita, retrocediendo en la jaula para alejarse del humo negro- ¡Alejad esa cosa de mí! ¡POR EL AMOR DE, AAAAAAAAAAA, ¡QUITÁDMELO DE ENCIMA!!
Nevra tiene unos tres segundos de debate consigo mismo antes de acercarse a la celda y reventar la cerradura de una patada. Al segundo, el comesueños está fuera, arrastrándose por el suelo todo lo lejos que puede de la criatura.
-¡Gracias! -Dice- ¡Ahora será mejor que emprendamos una digna retirada antes de que…!
-¡Retiraos vosotros, yo me encargo de esto!
-Este es tonto -Decreta el comesueños. Me lanza una mirada apurada-. Tú que eres el listo, explícale que no es buena idea enfrentarse a puñetazos a una cosa que puede transformarse en niebla.
-Creo que tiene razón -Digo, y Nevra me mira mal-. Ya hemos pasado por esto, no podemos luchar contra algo que no es físico. Retirémonos y pensemos una estrategia.
Él hace un gesto. Tragándose su orgullo, finalmente reconoce que tenemos razón y los tres salimos de la habitación. La criatura se disuelve en humo, una risa maliciosa en difuminado según lo hace.
Llegamos a la sala de las puertas, y recobramos el aliento. Llevamos un rato correteando y empiezo a sentirme cansado. Me siento en las escaleras, y Nevra se coloca a mi lado y me lanza una mirada concernida, pero yo le indico que estoy bien. Aún no se me han pasado las agujetas de mis aventuras en el Lago Akiaiawa, pero… Vamos tirando.
-¡Y ahora vais a decirme quién es el imbécil que ha dejado suelto a un cognófago por ahí! -Ruge el comesueños, mirándonos con bastante indignación.
Nevra y yo intercambiamos una mirada. Los dos agachamos la cabeza como niños avergonzados, y el comesueños deja escapar un gemido indignado.
-¡Vosotros dos! ¿¡Pero es que estáis en todos los líos o qué!?
-Ya, ya -Nevra recoge del suelo un poco de la dignidad que se le había caído-. Sí, somos un fracaso, debería dimitir como Jefe de Guardia, lo que sea. ¿Sabes qué es esa cosa?
-Por supuesto q-Oooooh… Oh, oh, oh. ¿Vosotros no?
Sonríe de una forma pícara, dejando al descubierto una pareja de afilados colmillos. No tanto como los de Nevra, pero definitivamente le dan la apariencia de alguien con quién es mejor no meterse. Ya he podido comprobar en mis propias carnes que es un enemigo bastante competente. La última vez tuvimos suerte en atraparlo, y ahora que tiene el atrapasueños dentro no es ni la sombra de lo que era, pero eso no le ha quitado el orgullo en su mirada o su postura confiada… O a lo mejor es la gomina lo que le da ese aire.
-Ya veo… -Sus palabras son casi un ronroneo- Y puedo suponer que nadie sabe nada de esto… ¿no?
-Hasta que haya víctimas -Nevra refunfuña, jugando con su flequillo-, que preferiríamos que no hubiera. Así que si pudier-
-Puedo ayudaros -El comesueños le corta-, pero no pienses que va a ser gratis. No me entiendas mal, yo tampoco quiero que haya víctimas, pero como esto siga así, va a haber una: yo -Su expresión se torna seria, y Nevra corrige su postura estirándose un poco para parecer más alto-. No sé si eres consciente del trato que se me ha dado hasta ahora, pero he pasado varios días encerrado en esa jaula, incapaz de salir, incapaz de moverme, con el único propósito de librar a vuestra adorable jefecita del insomnio. Y tengo HAMBRE. Mucha. ¿Sabes cuál es la raza faérica con una menor esperanza de vida, vampiro? Los comesueños. Los primeros meses son horribles para nosotros. Os creéis que lo que hice en ese pueblo fue porque soy un monstruo horrible, pero, ah, no, lo hice por subsistir. Creo que puedes entenderme en eso, ¿no?
Casi involuntariamente me llevo una mano al cuello, donde Nevra me mordió hace ya un tiempo, y aunque ha sido un gesto inconsciente, sé que él se ha dado cuenta… Y que no le ha sentado bien. Me prometí a mí mismo que iba a dejar de culparle por ello, pero… Me mordió, sin permiso, y es un hecho.
-No pido mucho -El comesueños sigue-, sólo unas condiciones de vida dignas. Si queréis encarcelarme, vale, pero no así. Los sueños de la kitsune son demasiado poco para mí, están malísimos porque también son un drama que telita y, sinceramente, me niego a que me usen como una medicina para el insomnio -Se cruza de brazos-. Así que si quieres algo de mí, vas a tener que prometerme al menos que vas a interceder a mi favor. Si no, que sepas que ahora mismo me lanzaré sobre vosotros dos, y, aunque tenga dentro este maldito atrapasueños, es posible que sea capaz de matar al humano antes de que me partas el cuello. No tengo nada que perder, ¿sabes?
Sus últimas palabras quedan flotando en el ambiente. Nevra está en tensión y, después de lo que ha dicho, yo también. No tiene pinta de estar bromeando, y es verdad que parece desesperado. Por otro lado…
Creo que puedo entenderle, al menos un poco. Erika me contó cómo había sido su “recibimiento” en la Guardia cuando llegó, y cómo a ella también la encerraron sin darle una oportunidad para explicarse. Me dijo que alguien la había sacado, un… misterioso enmascarado… o algo... , y que, de no ser por él, posiblemente siguiera pudriéndose ahí abajo.
-Nevra -Me pongo en pie y le coloco una mano en el hombro al vampiro, que me lanza una mirada interrogante-, creo que, incluso si no nos ayuda, deberíamos hacer algo con él -Digo-. Es peligroso, vale, pero es cierto que no está recibiendo un trato digno.
-No te voy a negar eso -Admite-, pero no me gusta nada la forma en la que nos está hablando. Especialmente cuando directamente te amenaza.
Intercambio una mirada con él. Me parece ver algo en el fondo de su único ojo visible, una especie de… ¿luz? No lo sé, es algo raro, y… me… Hace sentirme…
Retiro mi mano de donde estaba, y los hombros de Nevra se hunden un poco.
Dejo a Nevra unos segundos de meditación en los que parece estar peleándose consigo mismo. Cierra el ojo, concentrado, y, cuando vuelve a abrirlo, suspira y mira al comesueños con una actitud distinta.
-Intervendré por ti -Declara-. Pero no más amenazas. Júrale lealtad a la Guardia, aquí y ahora.
-Le juro lealtad eterna a la Guardia de Eel, a sus tres subdivisiones y a todo el cuerpo en su conjunto -Recita, y creo que se ha inventado el juramento pero le ha salido bastante bien.
-De rodillas y con una mano en el pecho -Nevra esboza una sonrisa de suficiencia. El comesueños pone los ojos en blanco, pero obedece.
-Le juro lealtad eterna a la Guardia de Eel, a sus tres subdivisiones y a todo el cuerpo en su conjunto -Repite. Nevra niega con la cabeza.
-No, así no, con más ánimo…
-¡No pienso repetirlo más, tío, ya lo he dicho dos veces y te puedes dar con un canto en los dientes! -El comesueños se pone de pie. Nevra se ríe con suavidad- Sí, sí, tú ríete. Por cierto, ¿la amenaza? Mentira cochina, estoy yo para matar a nadie, si ni siquiera puedo tenerme en pie. Además, no soy tan tonto como para matar a la única persona que puede quitarme el atrapasueños.
-Aún así, no vuelvas a hacerlo -Nevra le dirige una mirada peligrosa-. No con él.
El comesueños hace una pedorreta. Pasado el momento de tensión, se tumba en el suelo boca arriba como si fuera la cosa más normal del mundo y nos mira viéndonos del revés.
-Bueno, sobre el cognófago -Empieza-, uno de mis primos, para concretar, mi primo tonto. Ya hay que ser idiota para que se te escape uno.
-¡A todo el mundo se le puede caer un libro! -Protesto, mejillas rojas, y Nevra me pone una mano en el hombro y niega con la cabeza, invitándome a dejarlo estar.
-Sí, sí -El comesueños sigue-. Los cognófagos, como su nombre indica, se alimentan de conocimiento -Se lleva un dedo a la cabeza-. De cualquier tipo. Ya sea escrito, ya esté en la mente de alguien… Se lo zampa con muchas ganas. Y ahí está todo lo que les hace similares a nosotros, los comesueños, muchas gracias. Resulta que, todo lo contrario a nosotros, son tontos. Mucho. En serio, son muy tontos, tontísimos.
-Nos hacemos una idea -Nevra suspira con cansancio. Creo que no le gusta mucho la cháchara de Simonn, y eso me hace esbozar una sonrisilla.
-No, créeme, ni siquiera… Bueno, no importa. El caso, como son tan tontos, realmente todo el conocimiento que absorben no les sirve para nada. Sólo comen y comen como glotones. No son criaturas estrictamente racionales, lo único que les guía es su hambre. Por ello, siempre irán a por “aquello” que tenga más conocimientos, y en este caso, yo lo siento, pero somos aquí el humano y yo.
-¿Cómo? -Intervengo, sorprendido. No soy tan listo, ¿eh?
-Piénsalo. Tienes un montón de conocimientos sobre un mundo completamente distinto al nuestro. Por supuesto que todo eso es alta cocina para mi primo Stan -¿Le ha llamado Stan…?-. Dicho eso, yo tengo también un montón de cosas en la cabecita gracias a todos esos sueños que me he zampado. Pero te aseguro que la joya de la corona eres tú.
-¿Entonces Hiiro está en peligro? -Pregunta Nevra. El otro gira sobre sí mismo, apoya la cabeza en sus dos manos y hace un gesto de duda.
-No necesariamente, mientras siga teniendo piernas. Como ya he dicho, Stan es muy tonto, no es difícil escaparse de él si le ves venir. Lo malo es cuando ya te atrapa, porque entonces sí que es difícil deshacerse de él -Se acaricia la barbilla-. Por suerte, tiene la misma debilidad que tenemos los comesueños.
-¿Un atrapasueños? -Pruebo.
-Din, don. Casi. No es tan fácil cazar a un cognófago, pero desde luego es un método mucho más eficaz. Para atraparlo, se necesita un libro con un sello fortísimo que sea capaz de mantenerlo dentro.
-Entonces podemos usar en el que estaba -Propone Nevra, subiendo un par de escalones-. Voy a por él.
-Eeeeeh, alto ahí -El comesueños se pone en pie de un salto, alisando su impoluto traje-. Ya habéis roto el sello de ese libro. Ahora mismo, es un libro inútil. ¿Tenéis a alguien que sepa hacer sellos y encantamientos por aquí?
-Miiko y Leiftan… -Nevra frunce el ceño- Pero no tengo ni idea de dónde están. De hecho, no quiero ni saberlo. Cuando Miiko se entere de que hemos dejado a esa cosa suelta, que hemos irrumpido en su habitación y que te hemos liberado…
-Se os va a caer el pelo -Simonn sonríe en el pensamiento-. Pero mala suerte, hoy la princesita tenía una reunión súper importante, o eso decían sus sueños. Y, creedme, no hay mejor forma de saber qué tiene el corazón de cada persona que a través de sus sueños.
Me mira, y me siento muy incómodo de repente. Es cierto que, aunque sólo fuera por unos instantes porque tuve la suerte de despertarme, estuvo comiéndose mis sueños. No sé… Qué es lo que habrá visto, pero… Pensar en todo lo que este desconocido puede saber sobre mí me incomoda sobremanera.
-Como sea, no os preocupéis, existe otra opción además de la del sello.
-¿Y esa es…? -Nevra arquea una ceja, ensanchando aún más la sonrisa del otro.
-Que me le coma con patatas. Ñam, ñam.
Le miramos con una cierta sorpresa. Que… ¿Que se le coma? ¿Puede comerse a esa cosa? Supongo que sí, porque viendo su apariencia es posible que esté hecho de la misma cosa de la que se suponga que estén hechos los sueños, pero…
-¿Eso no es canibalismo o algo así? -Pregunto. Simonn se encoge de hombros.
-Como quieras verlo. Si eso es así, soy también un caníbal por comer sueños. De todas formas, si no me le como posiblemente me coma él a mí, así que, ¿puedes juzgarme?
Supongo que no.
Bajo las instrucciones de Simonn, y un poco a regañadientes de Nevra, que aún no parece estar cómodo con él, comenzamos a idear un plan para atrapar al cognófago. Básicamente es usarme de cebo para que Stan venga a nosotros y Simonn se le pueda echar encima sin complicaciones. Nevra no parece muy de acuerdo con la idea, pero yo intento hacerle entrar en razón.
-Tiene que ser o Simonn o yo, y a él le necesitamos libre -Le digo-. Si hubiera otra opción la usaríamos, pero tenemos que actuar rápido antes de que esa cosa siempre el pánico en el CG. Además, no tienes que preocuparte por mí.
-Pero lo hago -Protesta, atusándose el flequillo y mirando a alguna esquina de la sala que le produce mucho interés de repente.
Le miro fijamente. No le entiendo muy bien. Tampoco me entiendo muy bien a mí mismo, para qué mentirnos. Hace algunos días me parecía que el tipo era un completo imbécil, pero… No es así. Quiero decir, tiene sus cosillas, es cierto que se lo tiene un poco creído, y es un plasta de narices, pero, a pesar de todo, no es malo. No es una bestia sedienta de sangre que muerda a los demás sin pensárselo dos veces. Es, de hecho, todo lo contrario.
-Vas a estar ahí para cubrirme la espalda -Digo, poniendo una mano en su brazo sin saber muy bien por qué y dedicándole mi sonrisa más tranquilizadora-. Eres el jefe de la Guardia Sombra, ya tendría que ser muy mala la cosa para que algo saliera mal. No tienes de qué preocuparte, Nev.
-¿Acabas de llamarme Nev? -Su único ojo se abre con mucha sorpresa. Que le haya causado tanta impresión me hace sentirme avergonzado de mí mismo de repente. Aparto mi mano con rapidez, y me doy cuenta de que es la segunda vez que le toco de forma involuntaria y eso NO me gusta… ¿O sí? O no. Nooooo, no, no, no...
-S-sí. Por qué, ¿no debería haberlo hecho? ¿Demasiado personal? ¿Me he tomado muchas confianzas?
-N-no, no, eh, está bien, sólo me ha sorprendido, pero, quiero decir, puedes llamarme así si quieres, hasta a Valkyon se le escapa de vez en cuando, no te preocupes si-
-EEEEEEEEEEEJEM -El comesueños se aclara la garganta de forma bastante intensa. Los dos nos giramos hacia él, pegando un respingo-. EJEM, EJEM, EJEM. Ay, perdón, ¿he interrumpido vuestra ronda de flirteos? -Rápidamente me pongo rojo como un tomate.
-¿¡Pero qué dic-
-Como que me da igual, ¿eh? Venga, todo el mundo a su sitio, tenemos un primo tonto al que atrapar.
Ahorrándome un calificativo sobre el comesueños, me acerco al centro de la sala de las puertas, mientras que los otros dos van a esconderse agazapados en la puerta de la herrería, listos para saltar sobre cualquier peligro potencial en cualquier momento.
Yo me quedo quieto, esperando. Al ver que no ocurre nada durante algunos minutos, Simonn empieza a hacerme gestos para que le eche drama. ¿Qué? ¿Qué quieres que haga?
-Ahhhh, qué bien me sienta ser humano -Expreso en voz alta, en un tono evidentemente forzado, dolorosamente obvio para todo el que tenga dos dedos de frente-. Me gusta tanto saber cosas sobre humanos. El mundo humano es genial, en realidad. Salvo por las guerras y eso. Hay muchas guerras, la verdad. Me gusta mucho la historia, así que tengo memorizadas una cantidad de fechas increíble. Sólo pregúntame una y me la sabré -Me río de forma bastante poco natural. Veo a Nevra llevándose una mano a la frente, aparentemente avergonzado ante mi actuación, y a Simonn invitándome a echarle más ganas. ¡Tengo una vena dramaturga en mi interior y no queréis que la desate!-. Ahhh, pero además de eso, sí, eh… Hablo tres idiomas, eso es como, súper increíble. ¿Cuánta gente puede presumir de eso, eh? -Ni siquiera esto parece ser suficiente para el cognófago, que aún no se digna a aparecer. Qué demonios. Empiezo a sentirme ofendido. ¿Tú sabes lo complicado que es el kanji, pirado?-. Pero sin duda alguna, lo que resulta más impresionante sobre mi extensa capacidad de conocimientos sobre el mundo humano, es… -... ¿Y qué digo ahora? ¿Que soy capaz de recitar la info de la Pokédex de los 150 originales de memoria? ¿Mi extenso conocimiento sobre películas de Zac Efron? Oh, no… ¿Qué digo, qué digo, qué digo…?- Mi increíble capacidad de aprenderme el opening de cualquier anime con solo una escucha.
POR QUÉ HE DICHO ESO. DE TODOS LOS TALENTOS QUE TENGO PARA PRESUMIR VOY Y LANZO EL QUE ME HACE SER UN OTAKU INDESEABLE Y UN FRIKAZO DE PRIMERA CATEGORÍA, ADEMÁS DE UN BICHO RARO COMO POCOS.
Veo que Simonn me dice por gestos que haga algo, que le dé más emoción. ¿Q-qué? ¿Acaso quieres un ejemplo? ¿¡ESTÁS DE BROMA!?
… Bueno, al menos aquí nadie sabe qué es Haikyuu.
-Yu-re-ru kagero-o-ou -Empiezo, rindiéndome y dejando que el espíritu de Karasuno me invada-... suberi dasu ase... hibikiiii a-aaaau koe tataki au kata!
No me puedo creer que esté haciendo esto. Mi vida ha tocado fondo, definitivamente. Mamá, papá, lo siento de veras. Yo quería ser un buen hijo, pero mi vida no ha sido más que un reguero de decepciones, y ahora estoy aquí, cantando el opening de un anime de voleibol que sólo veo porque Yamaguchi es un cinnamon roll (¡¡DADLE MÁS TIEMPO EN PANTALLA, DESGRACIADOS!!) mientras un vampiro y una cosa que se dedica a comer sueños que parece un personaje del Final Fantasy pero un poco menos serio se ríen de mí en mi cara, sólo para atraer a una criatura nebulosa para salvar a la población de una ciudad en la que he aparecido porque me he tropezado dentro de un círculo de setas mientras iba a comprar el pan la primera vez que salía de casa en semanas porque soy un completo fracasado incapaz de hacerle frente a la cruel realidad de que Henr-
-¡Hiiro!
La voz de Nevra me salta de mi atontamiento, noto un fuerte golpe en el estómago y lo siguiente que sé es que estoy en el suelo, con él sobre mí, y que tengo mucho frío.
Parpadeo con confusión unos instantes, sin entender qué ha ocurrido.
-¿Estás bien? -Susurra.
Me doy cuenta entonces de que nuestro amigo Stan se ha manifestado, y tengo la vaga sensación de que en algún momento me ha atrapado y que posiblemente haya estado a punto de, bueno, hacer su trabajo y vaciarme la mente de conocimientos.
Palidezco ante la idea.
-Hiiro -Nevra vuelve a llamarme-, eh.
Le miro fijamente, dándome cuenta de la posición en la que estamos. Le tengo, literalmente, sobre mí, tumbado sobre mi pecho, sus brazos a ambos lados de mi cabeza soportándole vagamente, y me está mirando con evidente preocupación en el rostro.
Trago saliva, de repente recordando aquel momento durante nuestra misión, cuando me pidió que le diera de beber mi sangre. No sé por qué se me ha venido eso a la mente de repente, pero... Aquella escena, verle arrodillado ante mí, me trastocó en cierto modo. Y ahora es exactamente igual. Es la misma sensación. Siento… tengo… yo…
-¡Vampiro, refuerzos!
Nevra aún parece preocupado por mí, pero se gira al escuchar el grito de Simonn, cuyo plan para con su primo Stan no ha parecido ser muy efectivo. Le escucho gruñir guturalmente, y el sonido no me displace en lo absoluto.
-Tranquilo, espera aquí -Dice, con voz suave.
Con ello, se incorpora de un salto y ve a la ayuda de Simonn, que se las está apañando contra la criatura.
Yo retrocedo, intentando calmarme, y observo la escena.
El cognófago tenía atrapado a Simonn, pero Nevra se la ha apañado para “cortarle” (no sé si esa es la palabra adecuada, teniendo en cuenta que es niebla) con lo que le estaba agarrando para que deje al comesueños en paz, que cae al suelo de culo.
-¡Es bastante más poderoso de lo que me esperaba! -Se queja Simonn- ¿¡Qué le habéis dado de comer!?
-Todo los libros de la biblioteca -Reconoce Nevra.
Simonn hace un gesto de desesperanza y dice algo que debe ser una palabrota en un idioma que no conozco. Genial, estamos condenados.
Nevra intenta hacerle frente a Stan como puede, ahuyentándole a base de siseos y movimientos peligrosos con sus dagas, pero en algún momento Stan se da cuenta de que los cortes no tienen más efecto sobre él además de disiparle un poco, y, con una risa profunda, inicia el contraataque.
Lanza lo que debe ser un derechazo a la mandíbula de Nevra, y el otro se ríe y se burla porque la niebla no puede hacerle daño, pero entonces Stan le agarra por un tobillo, le levanta con violencia y le estampa contra el suelo. Dejo escapar un grito ahogado ante la escena.
-Vaaaaaale, esto no está yendo muy bien -Reconoce Simonn.
Le veo mirar con ansiedad en todas direcciones, hasta que sus ojos dorados se encuentran con los míos, y entonces sonríe. Con paso apresurado se acerca a mí y se arrodilla, quedando a mi altura, puesto que aún no he sido capaz de levantarme del suelo. Se lleva una mano al pecho.
-Hiiro, el atrapasueños -Dice. Yo le miro, confuso.
-¿Qué? -Es lo único que soy capaz de pronunciar.
-¡Quítamelo! -Grita- Si lo haces podré luchar contra esa cosa.
-P-pero… Ni siquiera sé cómo…
-¡Tal y como lo pusiste, sólo agárralo y sácalo!
¿Puedo quitárselo? Quiero decir… Si se lo pusimos fue porque representaba una amenaza. No estoy seguro del todo de que haya dejado de ser una. Si se lo quito y pasa algo…
Escucho un nuevo golpe, esta vez contra una de las columnas de la sala, y Nevra grita.
Alargo la mano hacia el pecho de Simonn, que se vuelve de una neblina arcoíris cuando lo toco, agarro el atrapasueños que hay en su interior y lo saco de un tirón.
Veo cómo los ojos de Simonn se iluminan cuando lo hago, cómo una sonrisa salvaje se abre paso hacia su rostro, y casi me parece sentir la energía surgiendo de él.
-Gracias -Dice.
Y en un parpadeo, ya no está conmigo, sino que está flotando en el aire justo detrás del cognófago, y veo el destello plateado de un tenedor gigante antes de que este se clave dolorosamente en el cognófago, del que se escapa un grave sonido de dolor, como si el tenedor físicamente pudiera hacerle daño. Posiblemente es que esté hecho de alguna cosa mágica que sí que permita que le haga daño.
Stan suelta a Nevra, que cae al suelo pesadamente, y rápidamente me incorporo y me acerco a él.
-¡Nevra! -Le llamo, girándole para que quede boca arriba- ¿Estás bien?
-Hmmm… Eso creo -No parece muy seguro-. Estoy un poco mareado. ¿Y tú, Hiiro? ¿Estás bien?
-Sí -Le sonrío-. Gracias a ti.
Él me devuelve la sonrisa.
La batalla aérea de Simonn continúa, pero esta vez parece algo bastante unilateral. Stan no puede stanrse (há) contra Simonn, que le apuñala con el tenedor sin misericordia alguna. No debe ser imaginación mía que cada vez me parece más y más pequeño, mientras que Simonn me parece cada vez en mejor forma, hasta que finalmente el comesueños hace que su inusual arma se vuelva del tamaño de un tenedor de postres y mastique el último trozo de su primo.
Qué mal suena eso.
-Y así, el gran Simonn salvó el día -Dice, haciendo una reverencia-. Gracias, gra-Brrglfh, mi estómago, qué empacho… -Su expresión orgullosa cambia rápidamente a una que dice “Socorro, voy a vomitar, ¿alguien tiene un cubo?”.
-¿Le has quitado el atrapasueños? -Pregunta Nevra mientras se incorpora, y yo con él. No noto reproche en su voz.
-Sí. Me parecía que no había otra opción… ¿he hecho mal?
-Para nada -Esboza una especie de sonrisa-. Me duele admitirlo, pero esa cosa me estaba dando una paliza. No te preocupes por Miiko, ya me encargaré yo de ella. Va a tener mucho por lo que sermonearnos. La biblioteca, el comesueños, l-
-¡La biblioteca! -El grito de Simonn nos sobresalta- Rápido, ¿qué puerta es? ¿¡Qué puerta es!?
Nevra señala vagamente la puerta correcta, y Simonn se lanza a ella como un cohete y cierra la puerta tras él. Decido que no quiero ir a descubrir lo que está haciendo.
Me encuentro con que Nevra sigue mirándome con cara de preocupación, como si de repente fuera a ocurrirme algo horrible.
-¿Qué?
-No, sólo… ¿Estás bien, de verdad? -Pongo los ojos en blanco, aburrido- No, no hagas eso, me pone nervioso que lo hagas. Esa cosa ha podido robarte tus recuerdos y tú no te habrías dado cuenta -Suspira-. ¿Nombre?
-Hiiro Allen.
-¿Vienes de…?
-Londres, Reino Unido, God save the Queen, etc.
-¿Y eres medio…?
-Tonto.
-Hiiro.
-Nihonjin.
-¿Perdón?
-Japonés.
-¿Tipo de sangre?
-Cero negativo.
-Correcto, y eso te honra, porque la mayoría de la gente no tiene ni idea.
-¿No te parece un poco siniestro que conozcas mi tipo sanguíneo?
No se le ocurre ninguna respuesta inteligente que darme. En lugar de eso, simplemente hace una mueca de resignación.
-Vale, parece que está todo en orden… -Toma aire con aparente alivio, y una sonrisa se instala en sus labios- Menos mal…
-No tienes que preocuparte tanto por mí -Protesto, a decir verdad un poco incómodo-. No soy de cristal. Tú también has recibido una buena tunda, y…
Me detengo al ver cómo me está mirando fijamente a los ojos. ¿Q-qué? ¿Qué pasa? Su mirada me pone nervioso, y… Me altera en más de un sentido. ¡Maldita sea, Hiiro! ¡No seas estúpido! ¡No! ¡Aquí no! ¡Con ÉL no! ¡Ni se te ocurra…!
-Hiir-
Justo en ese momento Simonn hace su reentrada con mucho escándalo, interrumpiendo a Nevra, y a juzgar por su cara parece un hombre nuevo. Muy contento viene hacia nosotros, jugando con un tenedor que debe de haber echado mucho de menos.
-Podéis darme las gracias -Dice, muy orgulloso-, he devuelto toda la información que Stan había robado a su sitio.
-¿En serio? -Me vuelvo hacia él con cara de sorpresa, forzándome a olvidar mi poco saludable hilo de pensamientos anterior- ¿Toda?
-Hasta la última letra -Él sonríe-. Había cosas muy interesantes, pero, sinceramente, paso de la biología de los purrekos, y tampoco es que pueda comer tanto de golpe. Aunque me siento satisfecho por primera vez en mucho tiempo -Y, con aire teatral, se limpia los labios con el pañuelo que tenía en el bolsillo del pecho.
-No voy a negar que te debemos una -Nevra se cruza de brazos con aire molesto-, aunque aún no me fío de ti, menos ahora que no tienes el atrapasueños.
-Eh, eh, si quisiera escaparme ya lo habría hecho, ¿o no? -Nevra arquea una ceja- Vamos, os he ayudado y he devuelto todo lo robado a su sitio, ¿no es eso signo de buena voluntad?
-Intentaste matarnos -Le recuerdo.
-¡Oh, y vosotros a mí no! -Señala acusatoriamente a Nevra- Si este te persiguiera como un loco por el bosque con cara de mala leche y sed de sangre, ¿tú no intentarías oponer resistencia?
Nevra me mira dispuesto a juzgar mi respuesta, así que yo me la pienso bien. No me da tiempo a expresarla en voz alta, tampoco. Por la entrada principal entran de repente Miiko, Jamón y Kero. Simonn rápidamente lanza un grito aterrado al ver al jabalí y corre a esconderse tras Nevra, que parece a la par sorprendido y divertido. Miiko frunce el ceño, y el fuego azul enjaulado brilla con intensidad.
-¿Puede explicarme alguien qué hace el comesueños libre y con un tenedor en la mano? -Pregunta, visiblemente disgustada.
Nevra extiende un brazo como para ofrecerle mayor protección a Simonn, se endereza y habla en tono firme y seguro.
-Ahora él es mi protegido -Anuncia-. Miiko, será mejor que hablemos. Han pasado algunas cosas en tu ausencia.
Parte 3
-Auch -Me quejo cuando una de las páginas del libro me corta un dedo y una línea rojiza se extiende por la yema. Entre este y el corte que me hice al sacarle el cristal a Sandy, que aún no se termina de curar, no gano para cortes...
Me han mandado a recolocar la biblioteca, que tras el ataque de Stan ha quedado completamente del revés, arruinando el arduo trabajo de Nevra y mío horas atrás. Esta vez es bastante más aburrido, pero supongo que me lo merezco por tirar un libro al suelo y desatar a un cognófago hambriento.
Nevra… Hay algo raro en él. Quiero pensar que es algún tipo de instinto primigenio que… No sé, alguna leche que hace que quiera entregarme a él y dejar que se beba hasta la última gota de mi sangre. O a lo mejor sólo son las hormonas. Estamos en primavera, a fin de cuentas. Como sea… es cierto que estos últimos días nos hemos hecho… ¿cercanos? No sé si esa es exactamente la palabra, pero puedo decir que le he conocido un poco mejor gracias a nuestras recientes aventuras, y no me desagrada lo que veo. Ya no es “el loco del parche”, ahora es… Nevra. Y la verdad es que Nevra… No es tan malo cuando le miras con el ojo bueno.
Ha. Ha. Ha.
-¿Hiiro?
Me sobresalto al darme cuenta de la nueva presencia en la habitación, pegando un respingo y sintiéndome mal porque me han pillado riéndome solo.
Al girarme veo en la puerta a Valkyon, que me mira con una expresión inescrutable. No he tratado mucho con él, la verdad, lo único que sé es que es un chico tranquilo, y, como ya dije, eso hace que me caiga bien.
-¿Puedo ayudarte en algo? -Pregunto, colocando un par de libros y bajándome de la escalera de mano con un salto.
Él entra a la habitación y recoge un libro del suelo, mirándolo con interés.
-Me han dado una lista de libros que hay que revisar que no estén vacíos -Dice-. Es información importante…
-Por el momento, no he encontrado ninguno en blanco -Respondo yo, cogiendo uno al azar y eseñándoselo-. Creo que Simonn realmente ha devuelto todo a su sitio.
-Desafortunadamente, no podemos sólo “creer”...
Si hubiera sido otra persona, como el elfo, tal vez el comentario me hubiera sentado peor, pero lo dice de tal forma que me convence de que es mejor asegurarse, por si acaso. Antes de eso, me ayuda a colocar todos los libros en su sitio, y, una vez ordenados, buscamos los libros de su lista. Efectivamente, todo parece estar en orden.
-Gracias, Hiiro -Dice al terminar. Yo asiento, y él está por irse, pero entonces se percata de un libro que he apartado-. ¿Y este?
-Ese es en el que estaba atrapado el cognófago -Explico, según él lo abre y pasa las páginas, todas en blanco.
-¿Y cómo se escapó? -Lo pregunta sin mirarme, aún concentrado en el libro, a pesar de que no tiene nada.
-Se me cayó al suelo -Admito. Él me lanza una mirada de curiosidad.
-¿Se te “cayó”? -La forma en la que lo dice no hace que me sienta más orgulloso conmigo mismo- ¿Y dónde encontraste el…?
Un pequeño papel cae del libro, a los pies de Valkyon. Los dos hacemos un gesto de sorpresa. Se agacha a recogerlo, y al leer la nota veo cómo su rostro cambia a una fría cólera de repente.
-Ashkore.
-¿Qué? -Le miro con sorpresa- ¿Qué has dicho? ¿Qué pone ahí?
Me deja la nota, y yo la leo.
“Estimada y admirada Guardia de Eel,
Espero que este pequeño regalo sea de vuestro gusto y os llene de regocijo.
Mis más sinceros saludos,
Ashkore.”
Valkyon está de cara a la pared, con los brazos cruzados y los labios fruncidos, como si se hubiera autocastigado a sí mismo. Me giro para mirarle.
-¿Ashkore? -Repito el nombre.
-Ashkore -Él también-. El enmascarado. Ha debido de ser eso por lo que vino ayer…
-¿Atacó ayer el CG…?
-¿No te enteraste? -Yo niego con la cabeza.
-Ayer estaba de misión con Ezarel y Erika, bueno, al menos durante una parte de la mañana.
-Pero Ezarel llegó antes de… Y el enmascarado huyó hacia… -Me mira de repente con unos nuevos ojos, como si intentase ver a través de mí. Me hace sentirme bastante incómodo, por alguna razón- Vayamos a informar a Miiko de esto.
Allá vamos, hacia la sala del Cristal, donde las negociaciones sobre el destino de Simonn deben haber terminado ya. Le veo celebrar con alegría, y al vernos entrar me dirige una sonrisilla de las suyas.
-Ah, Hiiro, mira, parece que vamos a vernos mucho a partir de ahora -Le lanzo una mirada interrogante-. Me han dejado quedarme en la Guardia.
-¿Enhorabuena? -No estoy muy seguro de qué decirle. Parece contento, pero yo también lo estaría si la alternativa hubiera sido que me disolvieran en la nada.
-La biblioteca está en orden -Informa Valkyon-, de modo que el nuevo recluta y Kero podrían ir allí a hacer el test. Miiko, tengo algo de información que compartir contigo.
-Está bien…
Miiko mira a Valkyon con curiosidad, pero no dice nada más. Con un gesto, les pide a Simonn y Kero que se retiren, y así hacen. Tengo curiosidad por saber en qué Guardia cae Simonn… Pero supongo que eso tendrá que esperar.
Valkyon le enseña a los miembros restantes de la Guardia Brillante (Nevra, Ezarel que ni siquiera me ha saludado al entrar, Miiko y Jamón) la nota que ha encontrado. Miiko reduce la hoja a cenizas en un ataque de ira, lo que me hace soltar un gritito de sorpresa que se gana algunas risas.
-Pero eso es imposible -Se queja Nevra, atusándose el flequillo-. Ayer estuve toda la mañana en la biblioteca con Ykhar, si el enmascarado hubiera entrado, le habría visto…
-¿A lo mejor dejó el libro antes de que llegaras? -Sugiere Ezarel. Nevra niega con la cabeza- O a lo mejor el libro lleva ahí más tiempo de lo que pensamos, esperando a que algún torpe lo abriera por accidente… -No voy a decir nada… No voy a decir nada…
-O a lo mejor lo puso después -Sentencia Valkyon. Todo el mundo le lanza una mirada interrogante-. Después del ataque. No le vimos irse. ¿Y si se quedó deambulando por el CG, o…?
-¿O…? -Miiko le invita a hablar. Valkyon niega con la cabeza, descartando alguna idea- Hmmm… El caso es que nos la ha vuelto a jugar. Parece inútil que pidamos que se refuerce la seguridad, no deja de hacernos quedar como idiotas… Y si pusiera muchos guardias de repente, cundiría el pánico en el CG.
-Si pudiéramos averiguar al menos desde dónde entra y sale… -Nevra parece frustrado- La próxima vez no le dejaremos escapar con tanta facilidad.
Todos asienten, conformes. Yo también lo hago, dejándome llevar un poco por la situación. Sin nada más que hablar, Miiko disipa un poco nuestra pequeña reunión, y yo salgo de la sala del Cristal, sin nada que hacer de repente. Vaya. Llevan siendo unos días bastante intensos… Tal vez podría permitirme relajarme un poco.
Claro que prácticamente todos mis hobbies del mundo humano se han quedado allí con mi ordenador, ¡MUCHAS GRACIAS, CÍRCULO DE SETAS! Agh. Como renueve la próxima temporada competitiva del Overwatch y yo siga aquí y no pueda conseguir mi reluciente diamante, juro que alguien va a necesitar healing de verdad. ¿Es momento de pensar en eso, en realidad? Bueno, pues sí, maldita sea…
-¡Hiiiiiiroooooo! -Escucho una voz alegre, y me giro para descubrir a Simonn saltando desde la balaustrada de la sala de las puertas hasta mí con una triple mortal. No vale, él flota, no tiene miedo de partirse la nariz- Tengo mis resultaaaados. ¡Adivina!
-Absenta -Digo, sonriendo.
-¡¡NI DE BROMA!! -Un grito se escucha desde la sala de alquimia. Sí, eso es, eso era lo que quería provocar, sufre, maldito elfo… Sufre...
-Es broma, Sombra -Corrijo. Simonn me sonríe.
-¡Din, din, din! Premio -Era bastante obvio, teniendo en cuenta que eso de transformarse en niebla le da una buena ventaja para trabajos de espionaje-. Escucha, sé que en el pasado hemos sido enemigos, y a lo mejor no me he portado bien del todo llamándote “Pringao” e intentando matarte y esas cosas, pero espero que podamos dejar esos resentimientos atrás y empezar de cero, ¿qué te parece?
-De hecho, sería mejor que no me lo recordases -Noto unas ciertas ganas de pegarle un puñetazo al recordar que estuvo a punto de empalarme con un tenedor-. Mejor no hablar de eso, ¿de acuerdo?
-Si insistes -Él se encoge de hombros-. Yo intentaré olvidar que me pusiste un atrapasueños, entonces. Hale, y ya está, ¡tan amigos! -No lo tengo yo muy claro, ¿eh?- Dicho eso, me voy a buscar a mi jefe de Guardia a decirle los resultados. Seguro que se alegra muchísimo de ver que aún no nos separamos.
-Seguro.
-Se pondrá contento si comparto con él una cierta información que seguramente le interese, te lo digo yo… -Me dedica una sonrisa afilada, lo que me hace fruncir el ceño.
-¿Qué quieres decir con…?
-¡Nada, nada! ¡Ten una buena mañana, Oliver!
-Aaaaah, ya veo -Le pongo mala cara-. Así que middle name, ¿eh?
-Oh, vaya, pensé que te molestaría más -Hace un mohín-. Bueno, que me voy. Nos vemos -Y me guiña un ojo antes de convertirse en niebla.
Hiiro Oliver Allen no es exactamente un nombre que suene muy bien, y ya podían mis padres habérselo pensado mejor antes de ponerme un nombre japonés y otro inglés, pero siempre es mejor que algo tipo Hiiro Junchirou Allen o similares.
Bueno… mientras sólo sea eso su “información”... Aunque, por alguna razón, sospecho que no es así… Y eso hace que el pánico me invada de repente y- Oh, no, ahí vamos, no hiperventiles, Hiiro, respira, respira con calma, cuenta hasta diez, como decía la enfermera, respira… Pero no tanto ni tan rápido, por favor…
-Fin del Capítulo 4-
Interludio IV
(Narra Simonn)
Me encanta esto de la Guardia de Eel, te lo juro.
Paseo por los pasillos del CG, olisqueando el aire en busca de algo que llame mi atención, mientras reflexiono sobre lo ocurrido en el espacio de la última semana. Yo que estaba tan bien en mi pueblucho y de repente tuvieron que venir esos plastas a fastidiar. Uno me dio indigestión, el otro me atacó con violencia y al final entre los dos me metieron un atrapasueños. La única del grupillo que se salvaba un poco era Erika, que además tenía unos sueños muy interesantes, pero no he vuelto a verla desde entonces. Una pena… Era bien guapilla.
Ohhh, sí señor, el CG no me ha decepcionado en cuanto a las féminas. Y, sobre todo, en cuanto a sus escotes. Es… es… Es magia. Simplemente magia. La aparente inocencia de Ykhar, la falta de vergüenza de Alajea, el canalillo de Eweleïn, no voy a comentar nada sobre Karenn porque tiene quince años, pero aún espero mucho de ella… Definitivamente esto es el paraíso.
Y luego está Miiko, que no tiene escote pero lo compensa de otras maneras. Miiko... No sé qué pensar de ella. Por un lado, recuerdo un flechazo atravesarme nada más verla. Quiero decir... ¡esas piernas! Es justo mi tipo. Y pensé que su personalidad fiera y seria sería un plus añadido, pero, ¡nooooo! Tuvo que encerrarme en una jaula y obligarme a que me comiese sus sueños. Que tampoco fue mucho tiempo, porque me sacaron el par de pardillos a los tres días, pero por ella seguro que me tiene ahí encerrado el resto de su vida sin problema alguno, y, sinceramente, casi me mata haciendo eso, entre otras cosas porque sus sueños están malísimos porque la gran mayoría de ellos son de los tristes, que no me gustan, y el resto suelen ser responsabilidades de su día a día que le atormentan en sueños.
A pesar de todo… Sigo comiéndome sus sueños, noche tras noche, para que ella pueda dormir en paz. Aunque sea una zorra fría y sin corazón, se merece sus noches de descanso, y no es que sus sueños sean muy “reparadores”.
Ya no me dedico sólo a ella, me gusta ir por el CG deambulando entre las habitaciones y coger un pedacito de todo el mundo, lo suficiente como para quedarme satisfecho pero tampoco como para dejarles durmiendo tres días seguidos. Sé que lo que hice estuvo mal, ¿vale? Pero tenía hambre… De todas formas, si la gente empieza a tener un exceso de sueño misteriosamente seguro que me cortan la cabeza sin pensárselo dos veces, así que será mejor que me comporte.
De repente, un olor inusual llega a mí, y abro los ojos en sorpresa. Oh. Oh. ¡¡¡OOOOOHHHHHH!!! ¡Es la primera vez que cazo uno de estos estando por aquí! Pero, pero… ¡esto es genial! ¡Me encantan estos sueños, son mis preferidos! Los sueños picantes…
Relamiéndome, casi saboreando lo que me espera, me vuelvo niebla y emprendo el camino hacia la habitación de la que proviene el olor. Procuro contener la risa al darme cuenta de frente a qué puerta he aparecido. Valkyon, ¿eh? Hasta el estoico guerrero de Obsidiana tiene sus deslices de cuando en cuando… Ni que pudiera culparle. Las chicas de su Guardia tienen este aire de… fuerza explosiva… Pero, ¿con quién soñará, con quién soñará? Estamos por descubrirlo…
Me cuelo por la rendija de debajo de la puerta, haciéndome material al aparecer al otro lado, y allí descubro…
Que alguien se me ha adelantado.
Con ojos como platos observo a la mujer que está sobre Valkyon, los labios de ella presionados sobre los de él con un hambre voraz, y noto un escalofrío al que no sabía muy bien cómo definir. Un aroma dulzón flota en el aire de repente, y me siento… Un poco… Raro…
La mujer se endereza, tomando aire casi con ansiedad, y se gira hacia mí. Sus ojos dorados se clavan en los míos, del mismo color, y sus labios, pintados de un coqueto y peligroso púrpura, se arquean en una sonrisa seductora.
-¿Oooh? -Su voz suena risueña- ¿Qué tenemos por aquí? Un pequeño intruso…
Algo en su voz me pone bastante, bastante contento, en muchos sentidos. Se me escapa una sonrisa tonta, y me río con nerviosismo.
-Perdón, no esperaba encontrar a nadie -Digo-. Yo sólo venía a por unos sueños. Pero yo me voy y os dejo a lo vuestro…
-Oh, no, no… Quédate.
¿E-en serio? ¿Puedo…? ¡Quiero decir…! No sé ni lo que quiero decir.
Trago saliva cuando la mujer se levanta de la cama de Valkyon y puedo apreciar mejor su escaso vestuario. Con “escaso” me refiero a que sólo cubre sus vergüenzas, y con esfuerzo. Fuuuuuf, hace calor aquí, ¿eh? La mujer se ríe de forma cantarina, jugando con su pelo, de color entre el púrpura y el rosa y recogido a un lado.
-¿Cómo te llamas, guapo…? -Pregunta. Me ha llamado “guapo”...
-S-Simonn… -Respondo, casi derritiéndome- Con dos enes…
-Qué bonito nombre… -Ella sonríe- Yo soy Akire. Dime, Simonn… ¿Te gustaría que fuera tu amiga…?
Escucho un sonido nuevo, un gruñido, y descubro que viene de Valkyon. Tiene los ojos cerrados y parece inquieto. Está… dormido. Una idea me golpea de repente, y palidezco, comprendiendo la situación al instante.
-Eres un súcubo -Siseo. Su sonrisa sólo se ensancha.
-¿Y no quieres ser amigo de un súcubo?
Es una de mis fantasías, para qué mentir-EEEHEI, calma, fiera, y racionaliza.
Súcubo, en la habitación de uno de los jefes de las Guardias, y no parece que haya entrado por la puerta principal, de esto podemos deducir que-Oh, por favor, está buenísima, ¿¡Y EN QUÉ MOMENTO SE ME HA ACERCADO TANTO!?
El súcubo me acorrala contra la puerta, y noto el olor dulzón embriagarme de nuevo. Escurre una mano por mi americana, y con la otra afloja el nudo de mi corbata. Yo estoy a punto de entrar en combustión.
-Simonn… No puedo dejar que nadie se entere de que estoy aquí… -Me explica, desabotonando los primeros botones de mi camisa- Esa horrible mujer zorro me hará cosas malas si se entera, y entonces no podré ser tu amiga…
-E-eso estaría muy mal… -¿¡QUÉ ESTÁS DICIENDO, PEDAZO DE IDIOTA!?
-¿Verdaaaad? -Sus labios acarician la piel de mi pecho, produciéndome un nuevo escalofrío, y lentamente ascienden hacia mi cuello- Yo sólo quiero hacer amigos… Valky, que aún no lo sabe pero está a punto de caer en mis redes… El chico que lleva los abdominales al aire (está buenísimo)... El elfito, que es monísimo cuando se sonroja… Y el vampiro, que es más tonto que hecho a encargo y seguro que está a mis pies sin que tenga que pedírselo.
-Sí, de verdad, qué idiota… -¿¡Y TÚ TE CREES QUE TIENES DERECHO A HABLAR!? QUÉ ASCO ME ESTOY DANDO A MÍ MISMO EN ESTOS MOMENTOS, DE VERDAD.
-Pero quiero que todos sean mis amigos -Sus labios juegan con uno de los aretes de mi oreja, dándome un pequeño tirón, y luego ella se estira para hacer contacto visual conmigo-. Y tú también, Simonn… Dime… Vas a ayudar a la pequeña Akire con su plan… ¿verdad?
El olor dulce es casi vomitivo. Mi estómago se encoge por cuatro razones distintas, y no sé si me encuentro muy, muy bien o muy, muy mal. Lo único que sé es que tengo el urge de decirle que sí, que voy a complacer todos y cada uno de sus deseos, que estoy a su completo servicio. Quiero resistirme, pero… simplemente… no puedo.
-Sí.
Digo la palabra con una sonrisa en los labios, completamente de acuerdo con mi decisión. Tengo que ayudar a mi pequeña Akire. A mi… ama. Ella sonríe, y el mundo cobra sentido para mí.
-¡Bien! Entonces… Que aproveche.
Une sus labios a los míos, y yo me dejo llevar por el torbellino de pasión y emociones, completamente pletórico. Bebo de ella, y ella bebe de mí, y por un instante siento que alcanzo a comprender qué es la verdadera felicidad...
De repente se escucha un ruido, y el beso se rompe. Akire y yo miramos en dirección a Valkyon, que acaba de despertarse y nos mira atontado, confuso.
-¿Qué…? -Murmura- ¿Qué está pasando? ¿Qué ocurre? ¿Simonn? ¿Por qué huele… así?
-Simonn, cielo, sujétale -Ordena Akire, y yo asiento y me acerco a Valkyon para cumplir sus deseos-. No tardaremos mucho, ya casi le tenía. Vamos a hacer un nuevo amigo.
Parte 1
(Narra Erika)
-¡Ta-ráaaaaaaaaaaaaa!
Triunfal, abro mi mochila, exponiendo a la vista de Miiko los diez cristales recuperados en la cueva. Lanza algo que debe ser una bendición al Oráculo, y acto seguido agarra la mochila como si llevase un corazón para trasplantar. Comparación rara donde las haya, ya.
-¡Erika… esto es…! -Veo cómo le brillan los ojos- ¡Nunca habíamos encontrado tantos fragmentos juntos! -Levanta los ojos de mi mochila, y me mira completamente sorprendida- ¿Y dices que viste al Oráculo?
-Sí… -Creo que esto es lo más raro de esta historia. Juego con un mechón de pelo, recordando los angustiosos momentos en la cueva- No sabía hacia dónde tenía que ir. Estaba perdida… Pero el Oráculo me guió, y me dio fuerzas -Esbozo una sonrisa orgullosa-. ¡Me alegro de haber podido ayudar a todo el mundo!
-Has hecho algo más que “ayudar” -La tranquila voz de Leiftan se escucha a mi espalda, y noto cómo pone una mano sobre mis hombros-. Buen trabajo, Erika.
-¡Sí, eso, buen trabajo! -Exclama Miiko. Parece estar un poco fuera de sí.
Que ellos dos me digan que he hecho un buen trabajo… ¡Me sienta bien!
Me excuso de la sala del Cristal diciendo que estoy cansada, y dejo a Miiko recolocando los fragmentos que he obtenido. Decido dejarme caer por la enfermería para ver a Chrome. Cuando estábamos en la cueva, nos separó un derrumbamiento, y sé que acabó algo herido y le tuvieron que sacar de ahí los micónidas… ¡Espero que les haya dado las gracias! Son un pueblo muy simpático, y cuando me contaron lo que estaba pasando supe que había algo mal en las cuevas. Tuve suerte de que se me ocurriera ir a investigar… Gracias a que hemos actuado pronto, no ha habido víctimas.
-Ya, ya, y tú te quedas la gloria y yo vuelvo a ser recordado como el que no ha hecho nada -Se queja él cuando voy a visitarle. Está bien, sólo algunas heridas superficiales, y un golpe en la cabeza que afortunadamente no ha ido a más, pero tienes órdenes de reposo.
-Eh, al menos esta vez no has perdido ningún barco -Me burlo.
-Qué graciosa…
-¿Erika? ¿Chrome?
Una voz familiar se escucha en la puerta de la enfermería. Me giro y veo a… Hiiro (buen juego de palabras). Le saludo con la mano y le invito a entrar, aunque una de las enfermeras que pululan por aquí nos lanza una mala mirada. Oh, aguántese un segundo. Ojalá le tocase turno a Gèrard, él es más simpático...
-He escuchado que habéis vuelto -Hiiro habla-, y quería acercarme a saludar. ¿Todo bien, Chrome? Esas vendas parecen un poco feas…
-He salido de peores -Gruñe el lobo-. Pero gracias por preocuparte.
-No vas a creerte lo que ha pasado en la misión… -Digo, cogiéndole de las manos. Hiiro hace una mueca ante el gesto, y al ver que parece que le incomoda, rompo el contacto. Concho, aún no se le ha curado la herida de Akiaiawa… ¿Estará bajo en plaquetas?
Empiezo a contarle toda la historia, y en algún punto la enfermera nos dice que estamos haciendo mucho ruido y que nos vayamos, así que eso nos toca hacer. Estúpidas enfermeras. En el hospital de mi ciudad había una que se llamaba Felicidad que era insoportable, menudo muermo de mujer, de verdad...
Paseamos mientras le cuento mis aventuras, y luego él me cuenta las suyas, que no son pocas tampoco. Parece que en esta Guardia nadie se aburre, desde luego…
-Ykhar se enfadó muchísimo -Me cuenta, en tono abatido, mientras paseamos por el sendero de los arcos-. Estuvo varios días sin hablarme. Tuve que hacer un montón de trabajo extra en la biblioteca para que me perdonase. No es que me importe, pero…
-No te lo has pasado mal -Me río, y él suspira-. Entonces, ¿Simonn está en la Sombra ahora? ¡Eso significa que somos compañeros! ¿Dónde está?
-En todas partes y en ninguna a la vez.
Ambos nos sobresaltamos al escuchar la voz. De la nada surge un torbellino de niebla irisada, y esta toma forma física hasta ser un comesueños trajeado, que me guiña un ojo al verme. Yo le sonrío.
-¡Hola, Simonn!
-Hola, nena. Cuánto tiempo -Hago un gesto ante el nombre-. ¿No te gusta “nena”? Vale, me lo anoto. ¿Algo más que deba saber?
-No me gustan los hombres que abiertamente intentan ligar conmigo -Le informo-, y de todas formas tú ya sabes quién me gusta, así que sabes que no tienes ninguna posibilidad.
-Ha sido cruel decírmelo tan directamente -Protesta, llevándose una mano al pecho-. Pero, bueno, vale, tendré que buscar otra cosa. De todas formas, tampoco estaba tan interesado. He conocido a una chica que…
-No nos interesa -Hiiro a pesar de cómo se viste ahora, no será un samurái, pero también sabe dar buenos cortes.
-Pffft, claro, a ti no te interesa -Simonn pone los ojos en blanco-. Como tú...
-¿Yo? -Hiiro parece nervioso de repente- ¿Yo, qué?
-A veces parece que se te olvida que estuve en tu cabeza por unos minutos -El comesueños se ríe-. Yo ya sé que te gusta-
-Erika, Simonn y yo tenemos que hablar de algo un momento, cosas de tíos, vas a disculparnos. O, sea, e-eh, de tíos, pero, eh, tipo, que, hum, no vamos hablar de tíos, vamos a… Bueno, tú ya me entiendes.
Con eso, Hiiro agarra a Simonn por la corbata y, no sé si intentando estrangularle o simplemente tirando de él, se le lleva bien lejos. Por un momento siento la tentación de ser una cotilla, sacar mi Sombra a relucir e intentar escuchar de lo que sea que estén hablando, pero Hiiro parecía enfadado, así que será mejor que lo deje estar. Si es algo importante y quiere contármelo, ya lo hará.
Aún así, no puedo evitar el teorizar al respecto. Mi instinto femenino dice que… ¡A Hiiro debe de gustarle alguna chica! Lleva poco tiempo por aquí, así que no creo que sea nadie de Eldarya, pero tal vez tenga alguna londinense esperándole… O alguna japonesa… ¡O, de hecho, alguna francesita, porque ya me sorprende que sepa tanto francés! Ahora que lo pienso, aunque hemos hablado mucho del mundo humano, Hiiro nunca me ha hablado de su vida privada, a pesar de que yo creo haberle iluminado con bastantes detalles de la mía. Es un chico bastante reservado, en realidad… No me extrañaría que tuviera una novia y no me lo haya dicho porque le da vergüenza, o algo así.
La próxima vez que tengamos algún momento a solas, pienso interrogarle al respecto… Pero, por el momento, lo dejaré estar.
Y, hablando de amoríos, decido, con una sonrisa en la cara, que es hora de buscar a Ezarel. Aún no le he visto, y me estoy muriendo por hacerlo. Mis planes de invitarle a salir se vieron frustrados por Miiko y sus misiones la última vez… ¡Pero esta sí que sí!
Con este pensamiento en mente me aventuro hacia el CG, directa a la sala de alquimia. Y ahí está él. Trasteando con sus pociones, canturreando y contento como un niño, está Ezarel. Una sonrisa aparece sola en mi cara mientras le veo danzar por entre sus trastos y artilugios, y simplemente disfruto de verle así un tiempo, hasta que él se cansa, suspira, y se da la vuelta, pillándome in fraganti.
-Erika, recuerda, soy un elfo, escucho a la gente venir por detrás.
-Parecías tan concentrado… -Intento excusarme, procurando no ponerme roja. Durante este tiempo lejos de él he tenido tiempo de pensar en mis sentimientos hacia él, y… Me he dado cuenta de que… es posible que sean más fuertes de lo que yo pensaba- Si te molesto, puedo…
-Pero bueno -Él esboza una sonrisa mordaz-. Si te hubieras ido cada vez que te he dicho que me molestas, creo que ya estarías en el mundo humano -Pongo los ojos en blanco-. Eso está mejor. He oído que te has vuelto minera y has traído un buen tesoro, ¿es eso verdad?
-Así es -Sonrío con orgullo-. Ya he recuperado más fragmentos de cristales que túuuu.
-Eso es mentira porque no sabes cuántos he recogidoooo -Me responde en el mismo tono, y yo me río. La sonrisa se queda pegada a mi cara.
-Oye, Ez… -Juego con mi pelo, nerviosa, pasándome un mechón tras la oreja- Para, eh… Celebrarlo, y, no sé, por la misión de la ané-
-P O L I Ó N M O N A
-Esa cosa… -Madre mía, será mejor que me aprenda la palabra- Te gustaría, uh, ¿hacer algo?
-¿Como qué? -Él arquea una ceja, suspicaz. Hago otro esfuerzo por no sonrojarme. Que no se entere de que le estás pidiendo una cita… O sí… O no… O… Bueno, que salga bien, es lo único que pido…
-Podíamos… Tomar algo, o… Dar un paseo por la playa, o algo así.
-Erika, ¿me estás pidiendo una cita?
Me congelo en el sitio. Pálida, notando que las palmas de las manos empiezan a sudarme… Muy, muy levemente, muy tímidamente… Asiento.
Espero a que reaccione de alguna manera. Espero algún chiste, alguna burla, o que simplemente suspire con cansancio. Una parte de mí espera también que me dedique una cálida sonrisa, de esas que a veces se le escapan, y me diga que acepta encantado.
Sin embargo, todo lo que tengo es una risa… Fría.
Noto cómo se me congela toda la sangre en las venas al escucharle reírse así. Es como… Si se estuviera riendo de mí. Pero no su risa de siempre, no su típica risa burlona que lo que quiere hacer es picarme. Esta es una risa cruel.
Le miro, confundida, asustada y dolida. Él me lanza una mirada de lástima, con una sonrisa mezquina en los labios, y niega con la cabeza.
-Oh, Erika, Erika, Erika, humana tontita… -Se ríe de nuevo- Tienes agallas para hacer algo así. ¿De verdad pensabas que iba a aceptar?
Se me seca la boca. No sé qué decir. Esto no es lo que me esperaba exactamente. Quiero decir, dentro de que es un imbécil y un cretino, Ezarel no… Es malo.
-¿Ez? -Pronuncio su nombre con un tono de miedo.
-No me llames así, por favor -Dice, en un tono bastante frío-. Escucha, me parecen adorables tus intentos de acercarte a mí, pero últimamente se están volviendo demasiado molestos. Me harías un favor, y, créeme, te lo harías también a ti misma, si dejases de intentarlo. Puedes probar con el exhibicionista, lleva babeando por ti desde que llegaste a Eldarya, seguro que estará más que contento de que te tires a su cuello como haces conmigo.
-¿Te refieres a Leiftan…? -Le miro con los ojos muy abiertos- Tú… Ezarel, no eres tú mismo.
-¿Hm?
Él me mira aún sonriente. Hay algo en su sonrisa que está mal. Todo en él… Está mal ahora mismo. ¿Es esto una pesadilla o algo? ¿Me he quedado dentro de la cueva y el veneno me está afectando? ¿O qué es? Yo, simplemente… Sé que hay algo mal.
Sin pensármelo un solo segundo, desenvaino mi espada y apunto con ella a Ezarel, ojos desafiantes.
-No sé quién eres -Digo, con voz firme-, pero te aseguro que esto no tiene ninguna gracia. ¿Qué eres? ¿Le estás poseyendo? ¿Has adaptado su forma? ¿Eres un producto de mi mente?
-¿Qué estás diciendo, Erika? -Su voz es suave como el terciopelo, pero peligrosa como una cuchilla- Soy yo. Ezzy.
No creo que a Ezarel le guste mucho ese apodo.
Sin pensármelo más, embisto contra él con una estocada, pero él la ve venir y se aparta a tiempo. Agarra una de las mezclas de la mesa y la arroja en mi dirección, y yo tengo el reflejo de retroceder con un salto. El frasco se rompe con un ruido bastante fuerte, y el líquido que de él sale empieza a burbujear de forma amenazadora.
-Ezarel nunca tiraría al suelo uno de sus frascos -Digo, con una risa seca-. ¡Es demasiado neurótico!
-No tienes ni idea de las cosas que estoy dispuesto a hacer por amor.
¿¡Amor!?
En lo que me pregunto que qué tiene que ver el amor con todo esto, él se acerca a una silla en la que reposan acumuladas algunas de sus cosas, y con su mueca aburrida de siempre (Bueno, al menos esa no la hemos perdido) agarra el florete y lo blande contra mí con una postura perfecta. Es dolorosamente evidente que puede ganarme sin esfuerzo alguno en una batalla, así que procuro retroceder con prudencia, atenta a todos sus movimientos.
Con una sonrisa torcida, Ezarel inicia el ataque, y los metales chocan con una intensidad abrumadora. Sus ataques son rápidos y certeros, y tengo que poner hasta el último ápice de esfuerzo en mí para bloquearlos más o menos todos.
Retrocedo hasta salir a la sala de las puertas, y rápidamente busco una ruta de huida. Tengo más suerte, sin embargo, y mis ojos se cruzan con los de Leiftan, que está junto a Miiko en el piso inferior de la sala, los dos parece que de camino a la cantina.
-¡Leiftan! -Grito- ¡Miiko! ¡Socorro, algo raro le pasa a Ezarel!
-¿Erika? -Miiko se queda patidifusa al ver el espectáculo- Estoy acostumbrada a vuestras cosas raras, pero, ¿qué…?
-¡Leiftan!
Leiftan asiente ante el grito de Ezarel. De repente, tiene una cuchilla en sus manos, y no me preguntes que de dónde la ha sacado porque no lo sé, e intenta apuñalar a Miiko con ella. Miiko se la ve venir, sin embargo, y rápidamente se agacha para esquivar el ataque, haciendo a su vez un barrido con la pierna.
Leiftan parece a punto de desequilibrarse, pero rueda por el suelo con una voltereta y vuelve a ponerse en pie casi de inmediato.
-¿Qué significa esto? -Gruñe Miiko, la llama azul de su báculo ganando intensidad.
-No os lo toméis a mal, chicas -Una sonrisa suave y sincera se dibuja en el rostro de Leiftan mientras dice esto. Hace un movimiento de hombros, y la chaqueta blanca que lleva siempre sobre los hombros cae al suelo con un movimiento casi excesivamente lento-. No es nada personal. Hubiéramos preferido no tener que usar la violencia, pero…
Suspira, como si estuviera cansado. Ezarel vuelve al ataque, pillándome desprevenida, y lanzo un agudo grito de sorpresa al notar el frío acero de su arma acariciando mi mejilla. Acto seguido, noto algo resbalar por ella. Sangre...
Por alguna razón, me parece ver a Ezarel formar con los labios las palabras “Lo siento”.
Retrocedo, y mis pies dan de repente con las escaleras. Perdiendo el equilibrio, las bajo rodando, no librándome de mi buen montón de golpes, y Miiko corre en mi auxilio cuando aterrizo en el piso inferior.
-¿Se puede saber a qué viene todo este ruido? -Pregunta Karuto, saliendo de la despensa. Leiftan responde de forma bastante contundente arrojándole su daga, lo que hace que el otro vuelva a esconderse entre los alimentos- ¡Te esperan muchos meses sin comer nada decente, jovencito!
-Oh, no -Leift hace un gesto de lástima.
Saca otra cuchilla, y esta vez aprecio que vienen de un cinturón que tenía escondido a la espalda, y avanza en dirección a nosotras dos. Ezarel se deja caer con gracilidad desde lo alto del segundo piso, y estoy segura de que se tuerce el tobillo, pero hace un movimiento con el pie, se escucha un “clac” y como nuevo.
-Tiene que haber algo controlándolos -Murmura Miiko-. Pero no veo nada raro en sus almas. Son… Ellos, pero…
-Es el poder del amor.
Una nueva voz se escucha, y las dos miramos en dirección a la entrada principal. Por ella entran tres personas. Simonn, Valkyon, y… Una chica con bastante poca ropa. Miiko deja escapar un sonido de sorpresa.
-¡Súcubo! -Dice.
-Akire -Se presenta la otra-. Un placer. Chicos.
Leiftan y Ezarel se presentan ante ella y, sin pensárselo un segundo, se arrodillan. Akire sonríe, complacida. De repente noto un extraño olor dulzón en el aire…
Y entonces Akire abofetea a Ezarel, y él cae al suelo. Grito su nombre, doliéndome el golpe tanto a mí como a él.
-Ezzy, has desvelado nuestra coartada -Dice Akire, en tono amenazante-. ¿Cómo se te ocurre? ¡Aún estaba buscando chicos guapos en la ciudad!
-¿Aún no tienes suficientes…? -Murmura el elfo desde el suelo.
-¡No! ¡Los quiero TODOS! -La súcubo gimotea, y en seguida los otros tres chicos la atienden para saber si algo está mal- Oh, sois tan dulces…
-Lo que sea por ti, ama -Leiftan pronuncia sus palabras con una sonrisa. La súcubo se ríe.
-Gracias… Pero no os preocupéis. Incluso si Ezzy lo ha estropeado todo, podré salir de esta -Chasquea los dedos, y los dos que estaban en el suelo se levantan-. Ezzy, ven.
Ezarel obedece. Por un momento tema que vaya a volver a pegarle, pero no. Es mucho peor. O, mejor, bueno, tampoco quiero que le hagan daño…
Akire pasa los brazos tras el cuello de Ez, él coloca las manos alrededor de su cintura, y los dos se funden en un intenso beso. Intento decirme que no es él, que ella le está controlando, pero aún con todo, aunque lo sé, algo en mí se rompe.
-Pienso matar a esa…
-Erika, calma -Miiko intenta apaciguarme-. No conseguiremos nada enfadádonos.
Rompen el beso con un sonido curioso, y la súcubo se ríe y apoya la cabeza en el pecho de Ez.
-Ya te lo he perdonado todo -Dice, coqueta. Se separa de él, y mira a un lado y a otro-. ¿Hmmmm? Nos falta alguien… ¿Dónde está nuestro vampirito…?
-También tiene a Nevra… -Miiko parece devastada. Esa tipa acaba de inutilizar a toda la Guardia, justo en frente de sus narices- Por favor, dime al menos que Jamón no ha caído…
Akire espera un poco, llamando a Nevra con voz dulce, casi como si su voz fuera un silbato, y tras un rato él aparece… Con un paquete a la espalda. Pataleando, gritando e insultando a su captor, Hiiro hace su entrada junto a Nevra, echado sobre su hombro como si fuera un saco de patatas.
-Bueno, al menos a él no le tienen -Intento consolar a Miiko. Por el gesto que hace, no es que le cause mucho consuelo-. Por ahora…
-Perdona, Akire -Nevra tira a Hiiro al suelo y luego se arrodilla ante el súcubo para coger una de sus manos y besarla-. Estaba… Ocupado. ¿Tal vez el chico sea de tu agrado?
Akire examina a Hiiro, que parece estar en completo estado de pánico.
-Hmmm… No está mal… -Se acuclilla frente a él, y le coge de la barbilla, mirándole fijamente desde todos los ángulos desde los que le es posible- Un poco normalucho…
-¿En serio? -Nevra no parece muy convencido- A mí me gusta… Tiene los ojos muy bonitos. Y sabe bien.
-Perdona, ¿qué? -Incluso en esta situación, Hiiro deja escapar una queja, fiel a su carácter.
-Sí, bueno... -Akire termina de revisar a Hiiro, dejando escapar de su garganta un sonido similar a un ronroneo- Es mono, en cierto modo. Tendrá que servir...
-¿S-servir? -A Hiiro se le pone una sonrisa en los labios, de repente olvidándose de ese carácter- ¿P-puedo ayudarte en algo?
-¡Pero por qué los humanos tenéis que ser tan débiles! -Gruñe Miiko.
-¿Crees que es el momento, Miiko? -Me quejo.
-Oooh, retiro lo dicho, eres monísimo -Akire le da un toquecito a Hiiro en la nariz. Él hace un gesto nervioso-. Y además, de los tímidos…
Estoy a punto de levantarme del suelo y saltar sobre ella, o alguna de estas tonterías de Erika que se me ocurren, pero Ezarel me hace un gesto claro con su florete: un movimiento y me corta en dos. Mi mejilla ensangrentada es prueba de que no bromea.
-Hiiro… -Akire canturrea el nombre- Te llamas así, ¿no…? Akire quiere ser tu amiga… ¿Tú quieres ser mi amigo…?
-Yo… -Él es incapaz de mirarla a los ojos, completamente superado por la situación- E-esto, yo, eh…
-Hiiiiiiiiiiiiiro ♡
-Sí -Su tono suena más seguro de repente. Mira al súcubo, y estira una mano para acariciar su mejilla-. Seré todo lo que tú quieras que sea… mi ama.
-¡Bieeeeen! -Akire se pone en pie, levantándose con Hiiro, a quién toma de la mano- Y ni siquiera ha hecho falta que le bese, los humanos son muy fáciles ♡ -Se ríe, y el olor dulzón del aire me da ganas de vomitar-. Ahora que ya hemos solucionado esto… Es hora de q-
Su voz se interrumpe cuando desde arriba cae un recipiente de cristal, que se rompe con gran estrépito al tocar el suelo, esparciendo una enorme polvareda que hace que empiece a toser y me piquen los ojos.
Al grupo de los chicos le ocurre lo mismo, aunque parecen más preocupados por Akire que por su propia salud.
-¡Ataque! -Se escucha desde algún rincón de la sala.
-¡A por el súcubo!
-¡No dejéis que escape!
-Creo que… deberíamos retirarnos -La voz de Valkyon se escucha calmada, a pesar de los ataques de tos.
-Coincido -Leiftan parece menos afectado.
-Si vosotros lo decís… ¡Retirada! ¡Pero volveré!
Con las palabras de Akire, el grupo emprende la retirada. Me gustaría seguirles, hacer algo, evitar que escapen, pero simplemente me quedo en el suelo, tosiendo, procurando no morirme de asfixia.
Lo único que puedo hacer es observar como sus figuras, a través de la humareda, se alejan hacia la salida…
Y… entre ellas… Entre ellas está… Ezarel…
Parte2
Pasa un rato hasta que la polvareda se disipa, y veo a Eweleïn con preocupación frente a mí, su cara cuidadosamente cubierta con una mascarilla.
-Oh, Erika, lo siento… -Dice- No se me ocurría otro método.
La miro sin saber qué me está diciendo. Me ayuda a levantarme, y poco a poco me acompaña hasta la enfermería. Tras nosotras, Karenn y Chrome ayudan a Miiko, que está en un estado similar al mío. Ewe nos ausculta a ella y a mí, cuidando que respiremos bien y que no nos haya pasado nada grave. Tras examinarnos, nos da el visto bueno.
-Lo siento -Se disculpa de nuevo-. Ha sido una estrategia más bien rudimentaria, pero…
-Nos has sacado del apuro -Reconoce Miiko-. Gracias. ¿Vosotros…?
-Estamos bien -Completa Karenn-. Enfadados, pero bien.
-¿Vosotros sabéis qué está pasando? -Pregunto. Miiko no parece saber nada tampoco, todo esto tiene pinta de haberle pillado tan de sorpresa como a mí.
-Más o menos… -Karenn se sienta en un taburete de la consulta mientras empieza su explicación- Llevaba unos días notando a mi hermano un poco raro, como si hubiera algo mal en él…
-Y yo también sentía que había algo mal con Ezarel -Eweleïn se muerde una uña con nerviosismo-. Di que era… intuición femenina, pero había algo. Cuando Chrome llegó, no dejaba de quejarse de que había un aroma raro en el aire, y al pedir que lo describiera, me di cuenta de que teníamos una invitada indeseada merodeando por aquí… Tenía pensado avisarte, Miiko, pero se ha desvelado antes de que pudiera hacerlo.
-No me lo puedo creer -Ella parece completamente rota-. Los mejores miembros de la Guardia inutilizados por un súcubo… ¿cómo he dejado que pase esto?
-He tenido que tener su método para infiltrarse -Ewe intenta animarla-. Son muy escurridizas. Pero es curioso, no suelen atacar tan… Abiertamente. Los súcubos que conozco prefieren ser más discretas y actuar en las sombras, y ni hablar de tener un grupo de hombres tan grande. Ni siquiera me explico cómo lo hace para que no se peleen entre sí.
-¿Tienes experiencia con súcubos? -Pregunto.
-Una poca… -... Pero por el tono de su voz, no quiere hablar de ello- Suerte para nosotros, la suficiente como para poder solucionar este embrollo. Pero primero deberíamos evaluar los daños. Miiko, deberías asegurarte que no hay ningún otro varón afectado en el CG antes de nada.
-Sí… sí, posiblemente -Aún parece un poco tocada, supongo que molesta porque todo esto haya ocurrido sin que ella se diera cuenta siquiera.
Rápidamente nos da una lista de nombres, y las cuatro mujeres nos separamos para buscar a todo el que esté en nuestra lista y asegurarnos de que no ha caído bajo el control del súcubo. A mí me tocan mayoritariamente miembros de la Sombra, porque aún hay mucha gente del CG a quién no conozco. Chrome protesta mucho porque le hemos dejado fuera de la operación, pero Eweleïn ha dicho que posiblemente sea una pieza clave en su plan y que es mejor tenerle controlado para evitar que el súcubo se le acerque, así que se va con Karenn, de quién estamos seguras que no va a alejarse mucho.
Al terminar la tarea, me reuno con el comité anti-súcubos en la sala del Cristal. Tenemos un par de nuevos añadidos: Ykhar y Jamón. Bueno, si no ha seducido a Jamón, podemos deducir que lo que pretende no es hacerse con el control absoluto y supremo de la Guardia de Eel, sino ligar con chicos guapos. No estoy diciendo nada del físico de Jamón, eh. Estoy segura de que… en estándares de ogro… debe ser muy atractivo. Tiene unos ojos muy bonitos y los colmillos blanquecinos, y el pelo brillante y de un color… Ejem, será mejor que lo deje estar.
-Lo primero que me gustaría decir -Eweleïn empieza su discurso-, es una breve explicación sobre cómo funcionan los súcubos. Los súcubos segregan una toxina a través de sus fluidos corporales, como el sudor o la saliva, que disparan la oxitocina en los hombres, lo que causa este “enamoramiento”, aunque no me gusta usar ese término, por el súcubo. Como sea, es un enamoramiento ficticio, y, al estar producido por las toxinas, tiene fácil solución.
-Un antídoto -Pruebo. Ella asiente como una profesora orgullosa.
-Así es. Que yo sepa, aún no hay antídoto conocido, pero eso no significa que no podamos combatirlo. Ykhar, toma nota -La conejita asiente, abriendo un cuaderno-. Las toxinas son de efecto instantáneo, pero de breve duración en el tiempo, y pueden irse solas en un espacio de algunos días. Ezarel, al ser un elfo, debería depurarse simplemente con estar a la luz del sol, por lo que es posible que sea el que más fácil lo tenga para librarse del encantamiento, posiblemente de ahí que haya destapado la coartada del súcubo, como una especie de acto de rebeldía contra su “ama”. El comesueños debería poder librarse también de pasar en estado nebuloso un tiempo, pero hacer eso conlleva el riesgo de que se disipe y desaparezca para siempre, así que no creo que se arriesgue a hacerlo.
-A lo mejor si se lo pedimos amablemente… -Miiko se gana una mirada severa. Simonn no parece ser exactamente santo de su devoción.
-Por último, el caso de Nevra, más complicado. Para empezar… Todos sabemos el tipo de persona que es Nevra -Todos asentimos, especialmente Karenn, que está harta de oír de las conquistas de su hermano-. Sin querer ofenderle, es posible que el súcubo no haya tenido mucha dificultad en hacerle caer. La propia disposición biológica de los vampiros, que sobreviven a base de tomar recursos de la sangre de otras criaturas, les hace especialmente sensibles a venenos y otro tipo de efectos… Como la toxina de los súcubos.
-O sea que mi hermano va a ser un caso complicado -Karenn resopla.
-Sí, eso es. Posiblemente debamos inyectar el antídoto directamente en su torrente sanguíneo para que funcione.
-¿Pero no has dicho que no había antídoto…? -Ykhar parece hecha un lío en sus apuntes.
-Ah, sí, perdona… Esa no era la palabra exacta. Lo que vamos a elaborar va a ser un tratamiento de depuración de toxinas de alto rendimiento. Es decir, les vamos a sacar las toxinas a la fuerza. No vamos a curarles, sino a quitarles el mal. Debería ser suficiente para hacer que vuelvan en sí, pero pueden caer perfectamente de nuevo en las garras del súcubo a la más mínima. Además, no es sano para ellos ese tipo de alteración hormonal tan repentina, podrían caer en una depresión severa si pasan por cambios muy bruscos en un corto espacio de tiempo.
-No te preocupes… -La llama del báculo de Miiko se enciende con violencia- Ya me encargaré de que el súcubo no pueda atraparles de nuevo.
-Sí, pero… con cuidado -Ewe esboza una sonrisa triste-. Ahora mismo están enamorados de ella. Si le haces daño mientras están así, les harás daño a ellos también. Es posible que te guarden rencor incluso después de curarse, incluso si ni siquiera ellos saben por qué.
-Será mejor andarse con pies de plomo -Comento yo, y, de nuevo, ella asiente.
-Eso es. Me encargaré de elaborar el tratamiento, pero me faltan algunos ingredientes que alguien tendría que ir a buscar. Por otro lado, necesitamos descubrir dónde se encuentra el súcubo… -Le dedica una sonrisa enorme a Chrome- Y para eso te necesitamos.
-¿A mí? -Él parece sorprendido.
-Eres un varón adolescente y además un hombre lobo con un sentido del olfato agudísimo, ¿no eres la combinación perfecta? -Él pone una cara que dice que no sabe si sentirse halagado o insultado- No te preocupes, no te mandaremos solo, sería una estupidez. Necesitamos un grupo pequeño y que no destaque, formado por féminas.
-Cuenta conmigo -Karenn no se lo piensa un momento antes de presentarse voluntaria.
-Y conmigo -Yo hago lo mismo. Veo que Miiko me lanza una mirada de duda.
-Erika, sinceramente, no creo que sea buena idea -Dice-. Estás… sentimentalmente involucrada en el asunto.
La cara que pongo debe de ser un poema.
-¿Y-yo? -Niego vigorosamente con la cabeza- ¡Q-qué dices, Miiko…! -Ella me lanza una mirada condescendiente.
-Puedes negarlo todo lo que quieras, pero es dolorosamente obvio para todo el mundo lo muy interesada que estás en Ezarel -Sigue, sin piedad.
-Hasta Jamón sabe -Jamón asiente, contento consigo mismo.
-Así pues, no deberías ir -Miiko termina-. El súcubo puede usar eso en tu contra y tenderte una trampa usando a Ezarel como cebo, o algo similar. Iré yo. Ya se ha burlado lo suficiente de mí…
-Estoy de acuerdo -Eweleïn asiente, quitándome toda esperanza de ir. Supongo que tienen razón, pero, aun así…-. Además, como asistente de enfermería, sería mejor que te quedases conmigo para, bueno, asistirme. Todo el mundo sabe que eres una experta en correr de un lado a otro buscando ingredientes.
Lo dice guiñándome un ojo, pero eso no me hace sentirme mejor conmigo misma.
De esta forma, el grupo de Chrome se va, con él olisqueando el aire de tal forma que me recuerda a un perro de los de la policía, en busca de Akire. Jamón se queda a cargo de reforzar la seguridad para evitar una posible invasión, y Ewe, Ykhar y yo nos quedamos a hacer el tratamiento. En realidad lo hacen ellas, con la ayuda “imprescindible” de Karuto (que sigue muy enfadado por la cuchillada de Leiftan y ha jurado venganza eterna), y a mí me mandan a buscar hierbajos, como siempre. ¿Por qué siempre me toca a mí, de verdad? Además, muchas de las cosas que me mandan están en la tienda de alquimia, y cuando luego le paso la factura a la Guardia me dicen que tururú. Por lo menos podían abonármelo, ¿eh? Que tampoco me pagan tanto…
Poco menos de una hora después, tenemos apañada nuestra pócima mágica, y Eweleïn la está embotellando en un frasquito de perfume bastante práctico. Le tira un poco en la cara a Ykhar, y ella lanza un gritito, con lo que Ewe se ríe.
-Valdrá con rociarles un poco, y la solución hará el resto -Dice-. Ahora sólo queda esperar a que nuestros exploradores lleguen, y podremos idear un plan de ataque.
Dicho y hecho, quedamos a la espera de que el grupo de Miiko llegue. Lo hacen tras un rato bastante largo, arrastrando a Chrome medio a la fuerza consigo. Parece que olisquear el rastro de Akire le ha afectado más de lo esperado. Ewe le tira un poco del antídoto encima, y, con algunas toses, Chrome vuelve a la normalidad.
-Esa cosa funciona -Asegura-. Estaba… me sentía…
-Nos hacemos una idea -Karenn le pone los ojos en blanco. Chrome agacha las orejas, avergonzado-. Bueno, ya sabemos dónde está el súcubo.
-Se ha escondido en el bosque -Aclara Miiko-, pero no en una zona muy profunda. No hemos permanecido mucho tiempo allí porque alguien ha estado a punto de descubrirnos -Chrome encaja el golpe como puede-, pero ella tampoco nos ha visto. Es hasta raro, de hecho, porque supondrías que Nevra o Ezarel nos habrían oído llegar.
-Dudo que puedan pensar en mucho más que en su querida Akire -Ewe suspira de forma cansada-. De verdad, odio los súcubos. Bien, es hora de montar una estrategia.
En una especie de pizarra, que tampoco es pizarra pero se le parece y sirve para lo mismo, Miiko dibuja un plano del lugar, y basado en su situación, hacemos nuestros planes. El plan es hacer despertar a todos los chicos primero, para evitar luego rencores, y luego ir a por el súcubo.
Al primero a por el que tenemos que ir es a por Valkyon, todos lo tenemos claro. Es el que más problemas puede darnos y el que posiblemente tenga mayor resistencia a los encantos del súcubo. Para el final se queda Hiiro, porque, en palabras de Miiko “No supone ningún tipo de amenaza y nos es más útil en el lado del súcubo”. Quiero defenderle de alguna manera, pero la verdad es que no tengo argumentos. El chico es buena gente, pero… No creo que sus habilidades de batalla sean especialmente espectaculares. Ni que yo fuera aquí Bruce Lee tampoco, pero… Al menos yo tengo una espada.
-Sólo deberíamos ir las chicas -Concluye Miiko al final, ganándose una mirada indignada de Chrome-. No me pongas esa cara, Chrome. Ya has visto cómo te has puesto antes. No te lo tomes a mal, pero posiblemente seas más una molestia que una ayuda en ese estado. No podemos permitirnos más víctimas. ¿Entiendes?
-Vale, vale… -Termina por acceder, pero se nota su disconformidad.
Quedamos así, y nos preparamos para la batalla. Armadas hasta los dientes y listas para todo lo que nos echen, salimos del CG y nos internamos en el bosque, Miiko y Karenn guiando la marcha hacia el campamento del súcubo.
Llegamos allí y nos ocultamos entre la maleza, en completo silencio, acechando a nuestras presas. El campamento del súcubo es literalmente un campamento, tiene una tienda de campaña, una hoguera que ahora está apagada porque, bueno, es de día, y está a los pies de un árbol de aspecto bastante interesante. Su tronco está doblado y retorcido de tal manera que su base parece casi ser un asiento, y allí está Akire colocada, como si fuera un trono, disfrutando del pequeño harem que se ha montado. Mientras Nevra le hace la manicura, Leiftan le da de comer algo que puede que sean uvas, y el resto de chicos esperan impacientes a que les dé alguna orden alineados no muy lejos de ella.
-En verdad, y yo no quiero decir nada, pero está viviendo el sueño… -Murmura Karenn, ganándose una mirada de cierto malestar por parte de Miiko.
Yo asiento para mis adentros, pero no digo nada.
Por gestos, Miiko nos indica que tomemos posiciones, y así hacemos. Yo voy con Eweleïn hacia la izquierda, cerca de los chicos “en espera”, mientras que Miiko y Karenn se dirigen al otro lado. Miiko nos indica por gesto la cuenta atrás hacia el ataque.
Tres.
Dos.
Uno…
-Ya.
La voz de Ezarel nos sorprende a las cuatro. De repente, noto una presencia detrás de mí, y me doy cuenta del comesueños a tiempo para evitar que me apuñale con un tenedor. Eweleïn tira de mí para ponerme a salvo, y, descubierto el pastel, salimos de nuestro escondrijo. Karenn y Miiko hacen lo mismo al otro lado, y las cuatro nos posicionamos espalda contra espalda en el centro del campamento, ojos fijos en el súcubo, que se ríe con malicia.
-¡Oops! -Dice- ¡Pilladas!
-Lo siento -Convertido en niebla, que debe ser como se ha movido detrás de nosotras tan rápido, Simonn corre a los pies de su ama, y se arrodilla ante ella-, he fallado…
-No te preocupes, Simonn -Ella sonríe con dulzura-, no tardaremos mucho en acabar con ellas. ¿De verdad os pensáis que somos tan tontos como para no darnos cuenta de que nos estabais espiando? -Vuelve a reírse, y los chicos secundan su risa- Sois un poco tontitas.
-¿¡Cuál es tu objetivo!? -Miiko, poco intimidada, hace que la llama de su báculo aumente en intensidad- ¿Dominar Eel? ¿Destruir la Guardia? -Akire se ríe de forma que a los chicos debe parecerles encantadora, por la cara que ponen.
-¡No podía importarme menos la Guardia y sus historias! Todo lo que yo quiero… -Hace un gesto a su alrededor- ¡Son chicos guapos!
-Chi… chicos guapos… -La cara de Miiko cambia rápidamente, de repente tomándose menos en serio al súcubo- Y has… has invadido la Guardia de Eel porque quieres conseguir “chicos guapos”.
-¡Por supuesto! -Su sonrisa es deslumbrante, poco afectada por la poca seriedad del tema que se está tratando- Los rumores sobre los tres apuestos líderes de Guardia son conocidos por toda Eldarya… Supe que ellos serían mi objetivo en cuanto oí hablar de ellos por primera vez, y no estoy nada decepcionada. ¡Incluso he podido hacerme con unos cuantos añadidos!
-Por cosas como estas es por lo que ODIO los súcubos -Eweleïn resopla, y de su bandolera saca el frasco desintoxicador-. Se acabó la fiesta, súcubo.
-Eso es… -El súcubo parece menos alegre de repente- Ya veo. ¡Cuidado con eso, chicos, es muy, muy peligroso, y huele muy mal, y si oléis mal ya no os querré! Dicho eso, ¡matadlas a todas!
Los chicos entran en modo asesino de forma inmediata. Leiftan arroja una de sus cuchillas al frasco de perfume de Ewe, pero Miiko la repele gritando unas palabras que hace que una ráfaga de viento surja de la nada. Sin perder tiempo Valkyon se lanza a por la elfa, y Eweleïn intenta perfumarle antes de que él haga nada, pero con una patada directa a su muñeca disuade el intento y manda el frasco volando por los aires. Veo a Karenn saltar con una potencia con la que nunca he visto saltar a nadie, tratando de coger el frasco, pero se encuentra con que su hermano ha tenido la misma idea y se escucha el choque del metal cuando sus dagas colisionan. El frasco cae al suelo sin remedio, y yo me apresuro a dar un par de zancadas y estirar el brazo antes de que choque contra el suelo. Justo cuando lo hago y dejo escapar un suspiro de alivio, noto la familiar punta de un florete presionando contra mi cuello.
-Erika -Escucho la fría voz de Ezarel-. Dame ese frasco ahora mismo.
-No -Digo yo, casi lloriqueando. Le miro fijamente a lo ojos, intentando ver algo en él, algún atisbo de luz, lo que sea…
-¡Mátala! -Grita Akire, dando palmas.
-Erika -Veo el pulso de Ezarel tambalearse, los músculos de su brazo en tensión absoluta, como si estuviera haciendo un esfuerzo enorme por contenerse y no perforarme el cuello-. El frasco.
¿Seré lo bastante rápida como para rociarle con él antes de que me mate? ¿Podré salvarle aunque sea con mi último aliento? ¿Qué garantías hay de que ganemos esta batalla aunque consiga despertar a Ezarel?
Su brazo tiembla de forma cada vez más violenta, y veo dolor en sus ojos. Lo único que tengo claro es que si dejo caer el frasco, habremos perdido definitivamente.
-Permiso.
Me quitan el frasco de la mano.
Ni siquiera me he dado cuenta, nadie le estaba prestando atención y Hiiro se ha acercado a mí y me ha quitado el frasco como si nada. Le miro, viendo todas mis esperanzas romperse en mil pedazos, sintiendo ganas de llorar. Él me dedica una sonrisa afable.
Luego se gira hacia Ezarel y le rocía con el contenido del frasco.
Ezarel cierra los ojos, grita y se cae al suelo de rodillas, aullando de dolor. A mí se me encoje el corazón, y miro a Hiiro sin entender qué está pasando.
-Oops -Dice-, I did it again! I played with your heart... got lost in the game… Oh, baby, baby… -Me mira y vuelve a sonreír, esta vez más abiertamente- Erika, ¿te gusta Britney Spears?
-It's Britney, bitch -Es lo único que soy capaz de responder, con lágrimas en los ojos.
Parte 3
-¡Hiiro! -Akire ruge, furiosa- ¿Qué significa esto?
-Significa que no eres mi tipo -Él se gira hacia ella, aparentemente indignado-, y que normalucho lo será tu tía la del pueblo. ¡Larga vida a la Guardia de Eel!
-¡Lo mismo digo!
Ezarel se levanta del suelo, jadeante y aún con mala cara pero al menos ya vuelto en sí, con lo que me da un vuelco el corazón. Se coloca a mi lado y apunta su arma en dirección al súcubo.
-Larga vida -Proclama. Luego me mira de reojo y añade, susurrando-. Lo siento, Erika. Por todo.
-No eras tú mismo -Respondo, recuperando mi sonrisa-, y ya te disculparás mejor.
-¡Ezzy, tú también no! -Akire lloriquea.
-Como vuelva a escuchar a alguien llamarme por ese nombre, juro que…
Su amenaza queda ahogada por el intento de Simonn de apuñalarle con un tenedor, que rechaza con suma facilidad en un ágil movimiento de su arma, y así la batalla vuelve a la vida.
-¡Proteged a Hiiro! -Grita Miiko- ¡Hiiro, tú encárgate de rociar a todos los que puedas!
Seguimos sus instrucciones. La batalla tiene otro color, uno un poco más azulado, con los dos de nuestra parte, y todo se nos hace un poco más fácil. Miiko logra atrapar al comesueños en un torbellino cuando este se convierte en niebla en un momento dado, y Hiiro le rocía con el perfume. Uno menos.
Viendo que sus números empiezan a decrecer, Akire se une a la batalla, demostrando que esas uñas tan afiladas y bien cuidadas están más que de adorno. La verdad es que da un poquito de asco que ataque con sus uñas, pero no lo voy a decir en voz alta.
Intenta reclutar de nuevo a Simonn, pero Hiiro le rocía de nuevo con el antídoto, sin piedad, y luego hace una intentona con Nevra, que se cubre con su bufanda para evitar el líquido.
Ezarel para por mí una de las cuchillas de Leiftan que venían volando en mi dirección, y luego avanza hacia él, rechazando todas sus ofensivas con movimientos tan rápidos que casi cuesta verlos (lo que me indica que se estaba conteniendo bastante cuando se peleó conmigo), hasta que consigue acorralarle contra un árbol, y Hiiro hace de las suyas. Sólo quedan dos.
Mientras Karenn intenta contener a su hermano, Miiko y Eweleïn unen fuerzas contra Valkyon. El punto fuerte de Ewe no es la pelea, desde luego, y Valkyon es… Es un Obsidiana puro y duro, y ahora mismo se está enfrentando a las dos chicas con su coraje y su cuchillo. De forma literal.
Ewe pierde el pie al esquivar un tajo de Valkyon y la veo caer al suelo, Miiko se interpone y con unas palabras suyas un escudo se genera a su alrededor, protegiéndolas de la furia de Valkyon, pero no por mucho. En un acto de valentía me acerco a él y le asusto un poco con mi arma, haciendo que se aleje de las chicas, pero centrándole en mí. Me asusto un poco cuando alza su rama para descargar un golpe sobre mi persona, pero alguien silba a su espalda y él se gira, distraído. Otro error que el Valkyon de verdad no cometería.
-Lo siento, amigo -Dice Ezarel, sacudiéndole un contundente puñetazo cuando se gira.
-Yo también -Me disculpo, aprovechando que está de espaldas para darle un golpe en el cuello con la empuñadura de mi mandoble, justo como él me enseñó.
-Pues yo no -Hiiro le remata rociándole con la solución antes de que Valkyon se desmaye y caiga al suelo.
Casi todo el grupo ya unido se gira hacia Akire y Nevra, que son los últimos en pie. Nevra retrocede de un salto para ponerse junto a su ama, y Karenn hace lo mismo para ponerse con nosotros.
-Trae, dame eso -Ezarel le quita a Hiiro el frasco de las manos.
Ni corto ni perezoso se lo tira a la cabeza a Nevra, con una puntería perfecta, y lo que quedaba de líquido se esparce sobre su cara… Junto con un montón de esquirlas de cristal, bueno.
-¡Au! -Se queja Nevra.
-¡EZAREL! -Las cuatro chicas del grupo le gritamos a vez. Él se encoge de hombros.
-Al menos así estamos seguros de que hará efecto -Se excusa-. Seguramente es el que más dosis necesitara, de todas formas.
Nevra gruñe y se revuelve, como intentando quitarse de encima el antídoto, pero es imposible. Jadeante, cae al suelo de rodillas. Akire se agacha a su lado.
-¡No, Nevry! -Lloriquea- ¡No puedes dejarme! ¡Eres lo único que me queda…!
-A… ki… re… -Él parece estar luchando consigo mismo.
-Ugh -Eweleïn hace un sonido indignado y pone los ojos en blanco-. Súcubos. ¡Nevra, resiste!
-Yo… -Nevra gime. La verdad es que da un poco de pena-... iro… kire… ¡¡aghhhh!!
-Está sufriendo -Karenn parece sentir el mismo dolor que su hermano. Mira a Eweleïn casi con desesperación-. Ewe, ¿no se puede hacer nada? ¿No hay otra forma? Ese estúpido elfo ha tirado por la borda cualquier opción de doble dosis… -Por una vez, Ezarel decide guardar silencio.
-La única opción que se me ocurre que pueda contra un súcubo es un beso de amor verdadero…
-¿Pero es que eso lo cura todo o qué? -El comentario indignado de Hiiro no me pasa desapercibido.
-Yo verdaderamente le quiero, pero sólo como hermano, y no creo que eso cuente… -Karenn suspira- ¿Nada más?
-Bueno… -Eweleïn abre mucho los ojos, una posibilidad iluminándola de repente- ¿Os acordáis de lo que he dicho antes de que al ser un vampiro le afectaba más porque absorbía mejor las toxinas? Pues bien, al contrario… Sangre nueva le ayudará a limpiar las que tiene dentro.
-¿Entonces si bebe sangre se…?
-¡Eso es! -Akire, que estaba muy atenta a nuestra conversación, sonríe- Sangre.
Con una de sus uñas se hace un pronunciado corte en el antebrazo, y de él sale un espeso líquido violáceo que seguramente sea su sangre. Noto el olor dulce aumentar de intensidad, y de hecho los chicos parecen estar haciendo un esfuerzo por no volver a caer en las redes de Akire.
-Bebe -Ordena, poniéndole el brazo delante-. Bebe, Nevry. Conviértete de nuevo en mi esclavo y ayúdame a deshacerme de todos los que no quieren que estemos juntos.
En lugar de hacerla caso, Nevra gira su cuello en un movimiento tan violento que se escucha un chasquido y todo. Sigo la dirección de su mirada, y me asombro al descubrir que está en Hiiro.
Él parece igual de sorprendido que yo. Al menos durante un par de segundos. Luego, extiende uno de sus brazos, mostrando su piel descubierta a Nevra, invitándole también a beber.
-Hiiro -Eweleïn le llama-, ¿estás seguro de que…?
-No va a ser ni la primera ni la segunda vez -Responde él, mirando fijamente a Nevra a los ojos-. Y quiero hacerlo.
La tensión en el ambiente podría cortarse con un cuchillo. Nevra hace ademán de ponerse en pie y acercarse a Hiiro, pero Akire le detiene acariciándole la mejilla.
-No -Le susurra.
Nevra se queda paralizado. Aprovechando esto, Akire acerca los labios a los suyos y le besa con ternura.
-Nevra.
Hiiro no grita, pero dice el nombre con tal intensidad que da casi hasta miedo. Con un gruñido, Nevra empuja al súcubo fuera de su alcance, se pone en pie y, con el movimiento voraz de un depredador, se lanza sobre Hiiro.
Aunque él se lo esperaba, parece que le toma por sorpresa, y le veo abrir mucho los ojos cuando Nevra hunde la cabeza en su hombro y le muerde directamente en el cuello. Se queja con un gruñido, pero no dice ni hace nada. Se queda quieto mientras Nevra, rodeándole con los brazos casi con lo que parece desesperación, bebe de su sangre. Sintiéndome algo incómoda, como si estuviera invadiendo su intimidad, aparto la mirada, y no soy la única que parece sentirse así.
Akire también gruñe, pero el suyo es un sonido indignado. Ezarel blande su arma en su dirección, apuntando con la punta del florete al cuello de la chica, tal y como ha hecho antes conmigo.
-¿Unas últimas palabras? -Pregunta.
-Ezzy -Akire gimotea-. No hagas esto, por favor…
-He dicho. Que no quiero volver a escuchar ese nombre. Pero ya que nos ponemos con eso de los nombres -Ezarel sonríe de forma burlona-, ¿sabías que el tuyo es “Erika” al revés?
Anda, pues yo no me había dado cuenta.
Akire grita y se cubre la cara con las manos cuando Ezarel amenaza con atravesarle el cuello en una estocada, pero en el último segundo hace una finta y una floritura y con un giro está tras ella y le clava el mango de su arma en el cuello tal y como yo he hecho con Valkyon antes. Cae al suelo desmayada al instante.
-Apartadla de mi vista -Gruñe, envainando su florete.
-¡Yyyyyyyy otra victoria para la guardia de Eel! -Canturrea Karenn, contenta- Más aún, para su parte femenina. ¡Chicas al poder! -Levanta las dos manos en el aire, y yo choco diez con ella.
Eweleïn se acerca a Valkyon y le examina. Saca alguna hierba de su bolsa, y se la da a oler. Poco a poco, él va retomando la consciencia, y vuelve a sí con confusión, por lo que ella le pone al día. Al otro lado, Simonn está abrazándose a la cadera de Miiko, que parece especialmente molesta.
-¡Lo siento! -Está diciendo él- ¡Es todo mi culpa! ¡Asumo toda la responsabilidad!
-¿Pero de qué estás hablando? -Ella intenta quitárselo de encima, sin mucho éxito, pero él capta el mensaje y se separa de ella, aunque no deja de disculparse.
-Fui el primero en caer -Admite-. Me encontró de noche y no pude evitar caer a sus encantos… Luego le puse en bandeja todo lo que quería.
-No eres menos culpable que el resto de nosotros -Leiftan se acerca a él y le pone una mano en el hombro, de esa forma tranquilizadora que tiene él de hacer las cosas-. Hemos caído como moscas… Miiko, lo siento. Tenía que haber sido más fuerte…
Miiko suspira, y parece muy cansada de repente.
-No es culpa vuestra -Dice, y les lanza una mirada lastimera-, sino mía. Este súcubo, el enmascarado… Se ríen en mi cara paseándose por el CG como si fuera su casa, y yo no me doy ni cuenta de lo que están haciendo.
-Miiko…
Leiftan y ella mantienen una conversación seria a la que Simonn asiste sólo como oyente, y yo cambio de cadena para sintonizar Radio Hiiro. Ha conseguido quitarse a Nevra de encima, y él se está disculpando casi como Simonn estaba haciendo antes.
-No tienes ni idea de cuánto lo siento… -Está diciendo- Yo…
-Ni te disculpes -Hiiro parece cansado más que otra cosa-. No merece la pena. Alegrémonos de que ha pasado todo y ya está.
-Hiiro… -Nevra hace un gesto en su dirección, pero Hiiro le rechaza alejándose un poco de él, y en el movimiento que hace se gira un poco y puedo apreciar la marca rojiza de su cuello- Lo siento...
-¡Eh, tapadle la herida! -Grita Karenn- Huele bien y me entra sed.
Eweleïn, que ha terminado de revivir a Valkyon, se acerca a atender a Hiiro, sacando de su bandolera desinfectante y algunas vendas.
Yo miro a Ezarel, y él me devuelve la mirada. Se acerca a mí, y noto en sus ojos un cierto deje de tristeza.
-Erika… -Toma aire, como si lo que fuera a decir fuera difícil para él- Siento todo lo ocurrido. Lo que dije en el laboratorio… Tenía que hacerte entender que había algo raro, y no sabía cómo hacerlo, así que… -Suspira- Dije algunas cosas un poco crueles.
-No pasa nada -Me paso un mechón de pelo detrás de la oreja, pero vuelve a escaparse. Le dedico a Ezarel mi mejor sonrisa-. No eras tú mismo. Sé que no querías hacerlo…
Él recoge el mechón y lo pasa tras mi oreja de nuevo. Después, deja su mano descansando en mi mejilla y acaricia con el pulgar la herida que me ha hecho antes. Yo me quedo quieta, sonrojándome por momentos, simplemente disfrutando de su tacto.
-Lo siento -Repite. Esta vez no respondo, sólo asiento-. Sobre ese paseo por la playa… Me encantaría, si la oferta está en pie. Pero sólo si antes me dejas invitarte a algo en la cantina.
Sonrío abiertamente. Me gustaría tirarme sobre él y abrazarle, pero sé que no sería bien recibida si lo hiciera, de modo que me abstengo.
Eweleïn termina de atender a Hiiro, que está repitiendo com voz de pito las disculpas de Nevra, y veo a Valkyon cargarse al súcubo al hombro.
-Tendremos que ponerla en un sitio seguro hasta que sepamos qué hacer con ella -Dice-. Pero, sinceramente, espero que pague por lo que ha hecho. Ha sido una de las situaciones más desagradables de mi vida.
-¿Peor que el gatogarfio? -Se burla Ezarel. Veo una mueca de espanto aparecer tanto en Valkyon como en Nevra.
-No hay nada peor que el gatogarfio, Ezzy -Nevra se atusa el flequillo mientras lo dice-. Nada.
-Juro por el Oráculo que al próximo al que le escuche ese nombre le uso de sujeto de pruebas para mis pociones.
Y el nombre no volvió nunca a ser pronunciado.
Volvemos al CG con una charla ligera, como si simplemente nos hubiéramos ido de excursión. Karenn decide tentar a la suerte haciendo imitaciones de los chicos babeando por Akire, pero su talento pasa desapercibido para muchos. Eweleïn intenta contener la risa, a Miiko se le pone una sonrisilla y yo me río muy abiertamente.
-¡Es que teniaís que veros! -Va diciendo, cuando entramos al sendero de los arcos por la gran puerta- Si no hubiera sido por lo dramático de la situación, hubiera sido hasta gracioso.
-Al menos es mejor que lo recordemos como un episodio cómico que como otra cosa… -Leiftan suspira, resignado- ¿Creeis que Karuto me perdonará si se lo explico…?
-Conociéndole, no creo -Miiko se ríe-. Pero, una cosa que aún no entiendo… ¿cómo ha podido Hiiro librarse del control de Akire?
-Fácil, nunca he estado bajo él -Hiiro explica escuetamente, sin dejar de mirar al frente.
-¿Qué? -Nevra parece sorprendido- ¿Has estado fingiendo todo el tiempo? -Hiiro se encoge de hombros, como si no fuera nada- ¿Estáis seguros de que es Absenta y no Sombra? ¡Ha sido una actuación digna de un Eusebio!
-Óscar -Corregimos Hiiro y yo a la vez.
-¿Pero por qué no le afectaron las toxinas? -Miiko insiste. Yo me acerco a ella para darle unos codazos amistosos.
-Tal vez los humanos somos más fuertes de lo que creías, ¿eeeh? -La pico. Ella me mira como diciéndome que no me pase.
-O a lo mejor es porque Akire no llegó a besarle -Propone Ezarel-. Proporcionalmente, ha ingerido bastantes menos toxinas que el resto, tal vez no las suficientes como para caer en estado de enamoramiento.
-Nah, nah; no es nada de eso -Simonn se ríe-. Es porque Hiiro es gay.
Todos nos quedamos quietos en mitad del sendero de arcos y le miramos con bastante sorpresa.
-¿Que Hiiro es...? -Nevra es el que expresa los pensamientos de todos en voz alta.
Simonn deja escapar una risa nerviosa.
-Nada, no he dicho nada, olvidad lo que…
-¡¡SIMONN!!
Furibundo, Hiiro se acerca al comesueños y le agarra por las solapas de su americana, estampándole con violencia contra una de las columnas de los arcos.
-¡Te dije que no dijeras nada! -Le grita, en un tono bastante más alterado de lo que se consideraría normal en una situación así- ¡TE DIJE QUE…!
-L-lo siento… -Simonn se disculpa como puede, tan impresionado como el resto del repentino brote de violencia en Hiiro- H-Hiiro, no quería...
Él le lanza al comesueños una mirada furiosa, como si estuviera pensando en liquidarle aquí y ahora, y no estoy muy segura de que nadie pudiera hacer nada para evitarlo si decidiera hacerlo.
-Entonces de verdad eres…
Soltando al comesueños, que cae al suelo con una tos, Hiiro se gira hacia Karenn, que no ha podido evitar expresar sus pensamientos en voz alta.
De repente, Hiiro parece asustado. Con los ojos muy abiertos nos examina con atención, y lo único que ve son caras sorprendidas. Nada más, ni nada menos.
Me doy cuenta entonces de que le tiemblan las manos, y las rodillas, y todo el cuerpo, y su respiración se ha acelerado a un ritmo preocupante.
Definitivamente esa no es una reacción normal. Algo… algo le pasa. Está aterrado...
-Goddammit!
Con esa palabra, Hiiro gira sobre sus talones y se aleja en dirección a la Guardia con paso apresurado.
Estoy por ir tras él, pero alguien, Nevra, se me adelanta y da un par de pasos en su dirección. Leiftan le intercepta agarrándole del brazo. Cuando Nevra le dirige una mirada interrogante, él solo niega con la cabeza.
-No es momento, Nevra -Dice-. Ahora mismo Hiiro no parece muy… estable -Luego se gira hacia mí-. Erika, en tu mundo, este tema…
-Hoy día no es que sea un tabú… -Me muerdo el labio- Pero depende de con quién te encuentres, puede ponerte la vida muy difícil. Y a juzgar por su reacción…
-Si quería esconderlo con tantas ganas, posiblemente tuviera sus razones… -Leiftan mira a Simonn, que sigue en el suelo, con semblante serio.
-Me dijo que no quería que nadie lo supiera, y que no lo dijera, pero… -Se muerde el labio- Maldita sea, seré idiota...
-Pues un poco sí, para qué mentirnos -Ezarel, como siempre, tiene que abrir la boquita.
-¿Qué deberíamos hacer con él? -Nevra parece preocupado.
-Nada -Responde Leiftan, mirando en la dirección en la que se ha ido Hiiro-. Simplemente, dejarle ser. Necesita calmarse un poco. Luego… trataremos el asunto como él quiera que lo tratemos. Si no quiere hablar de ello, no hablaremos de ello. ¿Entendido? -No lo dice para nadie, pero Simonn hace una mueca y, antes de que nos queramos dar cuenta, se ha disuelto en niebla y se ha ido.
Miro en dirección a la Guardia, preocupada por Hiiro. Parecía… Tan asustado de repente. Pero, ¿por qué? A lo mejor ha sido un momento de nerviosismo por lo repentino de la confesión, pero… Siento que hay algo más…
Parte 4
(Narra Nevra)
Mi puño vacila a pocos centímetros de la puerta. Es muy posible que Hiiro no quiera saber nada de nadie, menos de mí, y la prueba está en que lleva tres días desaparecido. Desde que a Simonn se le escapó aquello, no se ha vuelto a saber nada de él. Nadie ha vuelto a verle el pelo, y eso es bastante preocupante. La última persona que le vio fue Jamón, y dice que le vio entrando en su cuarto con un portazo. Desde entonces, nada. Karuto asegura que por la cantina no le ha visto, lo que no ayuda a que mi preocupación disminuya.
Leiftan dijo que lo mejor era darle un tiempo, pero si sigue a este paso es posible que muera de inanición, y eso no es una posibilidad que esté dispuesto a explorar.
Todas las noches desde lo ocurrido me he plantado frente a su puerta, dispuesto a llamar a ella, entrar y hablar con él. Pero nunca reuno el valor suficiente para hacerlo. Quiero decir… No debería ser tan complicado. Hablar con la gente es una de mis especialidades. Y el tema a tratar no me incomoda en lo más mínimo, demonios, sólo hay que ver la obsesión que tengo con el chico.
Y, sin embargo, algo me frena. La sensación de que, simplemente, no voy a ser bienvenido. Que probablemente sea la última persona a la que él quiere ver, y que nada de lo que yo pueda hacer o decir pueda ayudarle en algo. Que le voy a hacer daño, haga lo que haga.
Tal vez sea porque volví a morderle. Otra vez. Y en esta ocasión tampoco tenía su consentimiento pleno. Me ofreció su muñeca, y yo me lancé a su cuello sin pensármelo dos veces. Y si hizo aquello no fue por voluntad propia, sino por las circunstancias. Maldita sea. Fui tan… Débil. A Akire no le costó nada atraparme, y a mí me costó demasiado librarme de ella, tuve que utilizar a Hiiro para poder hacerlo.
Cada vez que me da una oportunidad, la lío… Empiezo a pensar que no soy más que un peligro para él. El que sea humano me… Influye tanto…
Recuerdo por un momento aquel instante en el campamento de Akire, cuando me lancé a por él en un ataque de pura desesperación. Recuerdo haber abrazado su cuerpo sin ningún cuidado, y recuerdo cómo mi mente se iba limpiando poco a poco a cada trago, olvidándome de Akire, llenando mi cabeza de… Hiiro. Le recuerdo susurrando algunas palabras con debilidad, en un tono de voz tan leve que posiblemente ni Ezarel haya podido escuchar.
“Bebe de mi sangre, Nevra. Lo que haga falta. Olvídate de ella. Piensa en mí. Sólo en mí.”
Y desde entonces, pienso en él cada miserable minuto del día, y me está volviendo loco, porque lo último que recuerdo es su mirada asustada y nerviosa cuando...
¡Maldita sea, Nevra, reacciona!
Aprieto mi puño cerrado y lo alejo de la puerta, dejando caer mi brazo a un lado. Hoy tampoco podré llamar.
Frustrado conmigo mismo me dispongo a irme, y, cuando llevo un par de pasos dados, escucho una puerta abrirse a mis espaldas.
Me giro, muy sorprendido, y veo a Hiiro a punto de salir de su habitación. Nuestras miradas se cruzan. Tiene ojeras, y sus ojos están hinchados y rojizos. ¿Qué… le ha pasado durante estos tres días?
Me quedo como un tonto congelado en mitad del pasillo, sin saber qué decir. Él parece estar en la misma situación.
Veo cómo hace el gesto de ir a cerrar la puerta de nuevo, pero mi cuerpo se mueve solo y la sujeto antes de que pueda hacerlo.
-Hiiro -Le llamo-. No lo hagas.
Él no responde. Mira al suelo, incapaz de sostenerme la mirada.
Yo trago saliva. Muy bien, valiente, ya le tienes delante, ¿ahora qué vas a decirle?
-Creo que deberíamos hablar -Me aventuro-. No… es necesario que lo hagamos si no quieres. A lo mejor prefieres a otra persona. Pero tienes que hablar con alguien, y… Hiiro, no puedes quedarte en esa habitación para siempre. Y, escucha, yo… Aquí no… Aquí no tienes que preocuparte por ese tipo de cosas. Puede que aquí haya bestias capaces de arrancarte un brazo de un mordisco, o, o sirenas que te hundan y te coman mientras te estás ahogando, o locos como yo que se te lancen al cuello de repente sin que te lo esperes porque tienen sed, pero, eh, aquí nadie, bueno, o casi nadie, va a herirte por ser quién eres, y, eh, si lo hacen, les pegaré un puñetazo, o…
-Nevra -Me interrumpe-. Está bien -Levanta su mirada del suelo. Aún no la fija en mis ojos, pero al menos ya es un progreso-. No… No es… Yo, sólo… -Suspira- Tengo hambre.
Bueno, ese es un problema que sí sé cómo solucionar.
-Vamos a la cantina -Propongo.
Él asiente, y hacemos el camino en silencio. No parece tener ni ánimo ni energías para hablar con nadie o dejar de hablar. La cantina está… Vacía, como se esperaba. Decido ser amable y preguntar si quiere que le prepare algo, viendo la mirada insegura que le lanza a los fogones, como si estos le impresionaran. Asegura que se conforma con un sándwich y, aunque eso no es exactamente una comida completa, decido cumplir sus deseos, preparando un bocadillo masivo con todo lo que encuentro y complementando con un par de bebidas. Él no pone ninguna queja.
Cogemos una mesa junto a las ventanas, aunque podíamos haber cogido cualquier otra, y allí nos sentamos. Hiiro murmura alguna palabra rara que no entiendo antes de hincarle el diente a su comida, y acaba con ella en un tiempo récord.
Yo tamborileo mis dedos sobre la mesa, dándole tragos largos a mi bebida. Procuro no mirarle directamente para evitar incomodarle, hasta que termina con lo suyo y simplemente se escurre en su silla, con una expresión que me resulta inescrutable. Entonces le dirijo una mirada interrogante, preguntándole si quiere hablar, o si prefiere que lo dejemos estar.
-Lo siento -Eso no me lo esperaba así que no puedo evitar sentirme sorprendido ante sus palabras.
-¿Por qué te disculpas? -Pregunto yo- No tienes que…
-Mi actitud de estos días no ha sido muy inteligente -Explica, aparentemente incómodo-. Aislarme no es… La opción correcta, pero… -Suspira- Supongo que no, pero, ¿sabes lo que es un hikikomori? -Niego con la cabeza. Es una de las palabras de esa lengua rara que habla él y que ni Ykhar ni Erika entienden- Los hikikomori son… Personas que se encierran en sus habitaciones. Es un caso bastante extremo, en el que simplemente hacen vida ahí, y pueden no salir durante semanas o meses. En el mundo humano, yo… Estaba empezando a convertirme en uno de ellos. Tenía… Sigo teniendo, para qué mentirnos, muchos problemas -Suspira de nuevo.
Parece cansado, y me pregunto si no será eso culpa mía por mi último… ataque. Mi mirada se clava en su expuesto cuello. En algún momento ha debido quitarse las vendas que Eweleïn le dio, y en su piel se aprecia la marca de mis colmillos. Eso me hace reflexionar sobre las otras marcas de su cuerpo… No tanto la que tiene en la mano, que no sé cuándo se la hizo, creo que en su misión con Ezarel; sino en aquellas misteriosas cicatrices de su pecho que vi una vez y de las que no he vuelto a saber nada. No voy a ir a preguntarle directamente, y por su actitud reservada tampoco creo que vaya a ser él el que dé el primer paso. Tendrá… No… No tendrá nada que ver con todo este asunto, ¿no? ¿Nadie le habrá hecho nada por…?
-Uno de ellos era... -Prosigue, interrumpiendo mis pensamientos- Este. Estudiaba en un colegio bastante pijo, de gente de ideas muy conservadoras y, entre los muchos defectos que tenía, estaba lleno de imbéciles. Estaba en el equipo de natación. Alguien se enteró de… mis gustos, y esparció el rumor de que tenía segundas intenciones para estar en el equipo. Primero mis compañeros me dieron la espalda, asustados, asqueados. Y luego pareció que todo el instituto se enteró de ello, y empezaron las risas, las burlas y el acoso -Mi cuerpo se tensa ante las palabras. No se atreverían a… a hacerle eso, ¿verdad? Esas marcas…-. Quise ignorarlo, dejarlo estar, pero... No me dejaban. No podía ignorarlo. Día tras día tras día, y cada vez peor, y siempre iban a más. Ya no sólo eran burlas, me humillaban, me hacían daño, en más de un sentido, y-
Su voz se corta de repente. Parece costarle respirar. Es… uno de esos ataques de ansiedad que parecen darle a veces.
-Hiir- -Voy a hacer algo, pero él me indica con un gesto que no quiere que me acerque, y me quedo donde estoy, en tensión.
Llevándose ambas manos al pecho, le veo hiperventilar con fuerza, y a mí se me parte el alma al verle así por culpa de unos imbéciles que ni siquiera están aquí. Acostumbrado, parece, a este tipo de cosas (y eso no debería ser así), Hiiro logra hacerse con el control de la situación él mismo, tras algunos angustiosos momentos de lucha.
-¿Estás…?
-Estoy mal, Nevra… -Admite, haciendo lo que creo que son ejercicios de respiración- Estoy muy mal…
Toma aire con fuerza.
-En algún momento empezó a asustarme a mí mismo el ser lo que soy -Él sigue con su monólogo, y siento la urgencia de decirle que está bien, que no necesita seguir hablando más de ello si tanto le duele, pero otro lado de mí piensa que, en el fondo, lo que necesita es simplemente hablar… y que alguien le escuche-. Sé que no todo el mundo es así, sé que simplemente me topé con una panda de idiotas que necesitaban victimizar a alguien para sentirse mejor, pero eso no evita que me hicieran daño, y… N-no… No quería volver a vivir eso -Sus ojos se llenan de lágrimas-. No quería volver a sentirme así. No sabes… Lo mucho por lo que pasé. Mis padres nunca llegaron a saberlo siquiera, porque en el fondo, aunque sé que me querían, aunque sé que ellos no son así… Tenía miedo a que me rechazaran, a que… a que me vieran con otros ojos, que ya no fuera su hijo, que fuera un… un maricón -Sus propias palabras parecen hacerle daño-. Así… así me sentía. Y también tenía miedo de lo que pudiera pasar si vosotros llegabais a saberlo, porque -De su garganta se escapa un gemido-... p-porque n-no quería que me odiarais… No quería que me vierais como… -Su voz se interrumpe con el llanto.
A mí se me rompe el corazón.
No sé… no sé ni siquiera qué hacer. Quiero abrazarle y secarle las lágrimas, decirle que todo va a ir bien, prometerle que nadie va a hacerle daño por ser quién es, y decirle que yo le quiero, que me da igual lo que sea, quién sea, que le quiero por ser Hiiro.
-No… tengas miedo, Hiiro -Finalmente consigo reunir el valor para hablar, aunque resisto el urge de abrazarle-. Sé que es más fácil decirlo que hacerlo, pero… No tienes nada que temer. No aquí. La Guardia… Tiene muchos fallos. Pero aquí todos somos una familia. Muchos de nosotros están aquí porque han sido expulsados de su lugar de origen, porque no tenían otro sitio al que ir. Han huido porque estaban solos, porque no tenían a nadie, porque no podían ser ellos mismos. Y aquí sí pueden. Posiblemente tú aún no nos consideres una familia. Llevas demasiado poco tiempo aquí, y… Bueno, tus circunstancias son bastante distintas a las del resto, salvando a Erika. Con todo y con eso, te aseguro… que nadie va a odiarte porque te gusten los hombres -Un recuerdo me ilumina de repente-. ¿Sabes lo que son las quimeras?
Sin poder hablar, secándose las lágrimas que caen por sus mejillas, él niega con la cabeza.
-Las quimeras tienen su pareja determinada por nacimiento -Explico-. Son su otra mitad, y están unidos por una serie de tatuajes que tienen al nacer. Y hay bastantes casos de quimeras emparejadas que tienen el mismo sexo. De hecho, hay incluso casos de quimeras que tienen más de una pareja -Más ejemplos se me vienen a la mente-. Piensa en Simonn. Propiamente dicho, no tiene cuerpo material. Su apariencia es algo que ha decidido él. Si quisiera, podría adoptar el físico de una mujer. Y, sin embargo, sabemos que le gustan las mujeres, a pesar de que su especie ni siquiera tiene función reproductiva. Dicho eso, hay una especie de faéricos, los panmórficos, que adoptan la apariencia que les da la gana, y pueden ser hombres, mujeres, o lo que sea, da igual, su proceso reproductivo es bastante distinto al nuestro y la idea de sexo realmente no existe en ellos. Te diría que son hermafroditas, pero es que ni eso, es algo que va más allá -Tomo aire y me paso la lengua por los labios, un poco nervioso de haberle soltado un discurso que no tengo muy claro que le ayude en mucho-. Lo que quiero decir es que… En un mundo como este, la idea del sexo a veces está un poco difuminada. Las relaciones también. Créeme, a poca gente le importará que te gusten los hombres, las mujeres, o los enanos con una sola pierna.
Hiiro se ríe con el ejemplo. El corazón me da un vuelco.
-De hecho -Y le dedico una sonrisa algo tímida, porque no suelo hablar mucho de esto tampoco, quizá porque simplemente mi fama me precede-, a mí me gustan los dos. Mujeres y hombres.
Veo un poco de sorpresa en sus ojos, pero procura disimularla. Actúo como un mujeriego más que otra cosa, así que no me extraño de que le haya sorprendido, pero eso no significa que no haya tenido amantes que hayan sido hombres también.
-Hiiro… -Le miro fijamente a los ojos antes de seguir con la última parte de mi discurso. De forma tentativa, coloco una de mis manos sobre la que él tiene tendida en la mesa, dándole un pequeño apretón. Él no me rechaza- No tienes que tener miedo de nadie aquí. Te lo prometo. Sólo… No te cierres en ti mismo. Habla. Confía en nosotros. En mí, en Erika, en… en quién sea, incluso en Ezarel. Ninguno de nosotros va a hacerte daño.
Él asiente.
-Lo sé -Dice, con voz queda-. Lo sé, y, y realmente no quiero ocultarme, ni ocultar quién soy, p-pero… Duele… tanto...
No puedo soportarlo más.
-Ven.
Abro mis brazos para él. Hiiro duda durante unos segundos, pero finalmente se rinde y se deja caer sobre mí, hunde su cabeza en mi pecho y se echa a llorar. Yo le abrazo, estrechándole contra mí, y le acaricio el pelo con cariño.
Me sorprende un poco que haya aceptado el gesto. Sé que Hiiro es una persona reservada, he podido verlo. A veces... intuyo en él un cierto aire de melancolía, o le cazo una mirada triste, y aún no olvido aquella noche que me colé en su habitación y le vi llorar en sueños… Murmurando el nombre de un tal “Henry”, ahora que recuerdo. Me pregunto si Henry sería… No, eso no importa.
Quiero protegerle de todo lo que le pase. Llevo queriendo desde la primera vez que le vi, tan perdido en el bosque. Tengo que proteger a este chico, de cualquier tipo de daño, incluso de aquellos tan lejanos del mundo humano, especialmente de esos.
Sin que él lo sepa, en la oscuridad de la cantina, con él llorando aún sobre mi pecho, decido hacer el juramento mudo de protegerle, de ayudarle, de hacer lo imposible para que este chico sea feliz.
Pasa un rato hasta que Hiiro se calma. En cuanto lo hace y recupera ese orgullo suyo que tiene, se separa de mí, y, con ojos rojos, me dirige una mirada de disculpa.
-Lo siento -Dice-. No me estoy comportando de forma muy madura.
-Todos tenemos nuestros momentos bajos -Intento consolarle-. Tú me viste en uno de los míos hace unos días… -No puedo evitar lanzarle una mirada de nuevo a la herida de su cuello- Otra vez… Perdón por eso.
-Supongo que estamos en tablas -Hace un… intento de sonrisa-. Aún así, yo… Sé que no sois gente mala, y siento que estoy haciendo una montaña de un grano de arena.
-No tienes que sentirte culpable por algo así, Hiiro. Si lo que pasaste fue tan impactante como para que decidieras que no querías volver a salir de tu casa, entonces es más que comprensible que esto te afecte tanto.
-En realidad, no… -Se corta de repente, mirando a un punto fijo del infinito. Veo un relámpago de dolor cruzar sus ojos azulados.
-¿No…? ¿Hiiro? ¡Hiiro! -Sin respuesta. Es como aquella vez, en el cerezo… ¿Qué…?
-Perdón -Vuelve a Eldarya, parpadeando-. En… en otro momento...
-Cada cosa a su tiempo -Asiento, aún un poco preocupado por su repentino viaje astral-. Dicho eso... creo que es hora de que te vayas a dormir. No tienes muy buena cara.
-No, ¿verdad? -Se ríe sin fuerzas.
Recogemos lo poco que hemos usado en nuestro asalto a la cafetería, y yo le acompaño de vuelta a su habitación. Después de la llorera que se ha pegado parece bastante cansado, y no es que antes fuera la imagen de la energía. Creo, en realidad, que tiene bastantes problemas de sueño…
Al llegar allí, antes de entrar en su cuarto, cuando yo ya me estoy despidiendo con un gesto de la mano, Hiiro me dedica una sonrisa tristona.
-Gracias -Dice-. De verdad. Esto no… no es fácil para mí.
-Es un placer -Yo sonrío también-. Además, estos días han sido muy aburridos sin escuchar tus constantes discusiones con Ezarel en la sala de alquimia -Bromeo-. Te necesitamos de vuelta para devolverle la vida a la Guardia.
Se ríe de nuevo, esta vez ya con más ánimo, y siento un agradable cosquilleo en mi interior. Yo… Simplemente…
-Hiiro… -Extiendo una mano para acariciarle una mejilla, al fin seca- Sé tú mismo, y selo sin miedo. A mí me gustas así.
Él hace una mueca que me dice que está entre sorprendido y azorado. Murmura algo que creo que es un agradecimiento y unas buenas noches a la vez, y rápidamente me cierra la puerta, casi pillándome los dedos.
Yo miro fijamente las yemas de mis dedos, que hace apenas unos instantes estaban rozando su piel, y suspiro.
Sin nada más que hacer aquí, decido volver a mi habitación
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A la mañana siguiente, mordisqueo con nerviosismo un colín de pan mientras me balanceo en una silla, mirando fijamente la puerta. Noto un proyectil impactar contra mi frente y pierdo el equilibrio, dándome contra el suelo irremediablemente. Escucho a Ezarel reírse.
-¡Diana! -Dice.
Me levanto del suelo mientras me acuerdo de toda su familia, y vuelvo a acomodarme en la caída silla. Él empieza a moldear un segundo proyectil hecho de miga de pan. Valkyon le lanza una mirada severa.
-Eres un encanto, ¿nunca nadie te lo ha dicho? -Bufo.
-Es lo que te ganas por ser un objetivo tan abierto -Se burla-. ¿Quién esperas que aparezca por esa puerta, eh? -Me lanza la miga, pero esta vez la rechazo eficazmente usando una bandeja como escudo.
-Tu madre, se ha quedado en mi habitación y me preocupa que esté sola -Respondo. Él pone los ojos en blanco.
-Un comentario muy maduro.
-¡Habló el que me está lanzando migas de pan a la cabeza!
-Haya paz -Valkyon interviene en tono calmado-. No hace falta ser pueril, y me refiero a los dos -Toma aire de tal forma que me hace pensar que empieza a cansarse de ser siempre el que intenta hacernos entrar en razón-. Sí es cierto, Nevra, que llevas toda la mañana mirando esa puerta como si por ella fuera a entrar el amor de tu vida o la madre de Ezarel.
-Más o menos son lo mismo.
-¡Dejad a mi madre en paz!
Yo resoplo de una manera un tanto dramática y me dejo caer sobre la mesa, dándome un contundente cabezazo contra ella.
-Hiiro -Murmuro.
En seguida, los dos se inclinan en mi dirección.
-¿Hiiro? -Pregunta Valkyon.
-Hiiro -Afirmo-. Anoche… Me encontré con él de casualidad cuando salía de su habitación.
-Casualmente después de pasar cinco horas delante de su puerta, o corrígeme si me equivoco -Ezarel se burla.
-Sólo fueron dos -Le corrijo-. No tengo tanta paciencia.
-Y… ¿qué tal está? -Valkyon suena preocupado. Yo levanto la cabeza y empiezo a jugar distraídamente con un vaso que hay en la mesa.
-Hecho polvo -Admito, sin querer entrar en detalles-. Pero hablamos, y pensé que estaría mejor. Casi esperaba verle venir hoy…
Veo cómo intercambian una mirada. Oh, no. Están intercambiando miradas. Ya se han dado cuenta.
-Nevra… -Valkyon empieza. Yo le corto con un gesto de la mano.
-No, por favor. No digas nada.
-Está bien. Pero si en algún momento quieres hablar…
-Aquí nos tienes, a los dos -Ezarel me pone una mano en el hombro, lo cual aprecio, dados sus problemas con el contacto físico.
-Gracias, chicos -Suspiro-. Pero n-
Me corto de inmediato y me incorporo con violencia al oler un cero negativo entrando por la puerta. El único que hay en toda la Guardia. No puedo evitar que se me ilumine el rostro con una sonrisa al ver a Hiiro entrando por la puerta, lanzándole miradas inquietas a todo lo que le rodea.
-Ha venido -Digo, y hasta yo me doy cuenta de lo boba que suena mi voz.
Su mirada se cruza con la mía e intercambiamos un pequeño momento de contacto visual. Él me dedica una sonrisa tímida, y yo me levanto, dispuesto a ir hacia él…
-¡Hiiro!
Pero Erika se me adelanta tirándose sobre él con un gran abrazo. Estaba desayunando en una mesa cercana a la puerta, junto con Chrome, Karenn y Alajea. Hiiro no se resiste al abrazo, pero tampoco lo devuelve. Se queda quieto hasta que ella le suelta, y veo que le mira con preocupación.
-¿Estás…?
-Estoy -Corta él-. Estoy, que ya es bastante. No me preguntes, no digas nada. No quiero hablar de ello.
-¿Seguro? -Ella hace un gesto de duda.
-Sí -Él le dedica una sonrisa-. No te preocupes, ya he… Hablado con alguien. Me siento mejor. Siento mi actitud estos días, no me he portado…
-¡Al cuerno con tu actitud estos días! -Karenn se levanta, y se acerca a Hiiro para darle un abrazo también, aunque en esta ocasión él se muestra un poco más reticente- Si tú estás bien, entonces todo está bien. Pero, eh, siento el comentario que hice. Evidentemente sobraba y creo que fue la gota que colmó el vaso.
-Está bien… Simplemente estaba un poco susceptible.
-Yo también me alegro de volver a verte -Chrome se levanta-. A mí no me va eso de los abrazos, pero aquí estoy, tío.
-Si te soy sincero, a mí tampoco me va mucho…
-¿Pero qué ha pasado? -Alajea, que no se enteró de todo lo ocurrido con Akire ni de lo sucedido después, parece confusa- ¿Qué ocurre? ¿Hiiro, estás bien, te pasa algo?
-No, no… Todo está bien -Él carraspea-. ¿Alguien ha visto al comesueños?
-Como ya dije, estoy en todas partes y en ninguna a la vez.
Un torbellino de niebla irisada toma forma de comesueños junto a Hiiro. Simonn le dirige una mirada que no da nada más que pena.
-Hiiro -Dice-, lo siento. No tenía que haber dicho nada. Expresamente me pediste que no lo hiciera, y yo… -Niega con la cabeza- Lo siento, de verdad. Si hay algo que pueda hacer para que me perdones, yo...
-Cierra los ojos y aprieta los dientes.
-¿Qué?
Las instrucciones de Hiiro vienen tan de sorpresa que a Simonn no le da tiempo a seguirlas, y el puñetazo que recibe en plena cara le hace soltar un grito y le tumba en el suelo. Con cara de dolor, Hiiro se sopla los nudillos.
-Au -Se queja-. Bueno, ya estamos en paz. La próxima vez piénsatelo dos veces antes de ir esparciendo secretos por ahí. No te confundas, comesueños: no te he perdonado. Pero tampoco necesito que me mires con cara de lástima. Ni tú ni nadie. Así que vamos a enterrar esto y olvidémonos de ello. Es algo que ha ocurrido, las cosas son como son, y, creedme, no van a cambiar por nada del mundo, así que más me vale asumirlo y vivir con ello, y con la cabeza bien alta, porque yo no tengo ningún problema con quién soy. El que lo tenga, que se ponga en fila que aún tengo puñetazos para dar y regalar.
-Toma -Escucho a Ez silbar a mi izquierda-. ¿Qué le has dado para que se ponga así?
-Un abrazo bien grande -Respondo, sintiendo cómo mi sonrisa no deja de ensancharse.
-¿¡Pero qué ha pasado!? -Lloriquea Alajea, dejada de lado.
Hiiro se libra del grupito que le rodeaba, dejando a Chrome y Karenn riéndose del caído Simonn, y se acerca a la mesa en la que estamos los jefes de Guardia. Sin pensárselo un segundo, y en un movimiento que posiblemente más tarde vaya a darle dolor de espalda, se inclina ante mí respetuosamente.
No dice nada, sólo hace eso. Después, simplemente se va a la cocina a pedirle a Karuto su desayuno.
Yo me quedo mirando fijamente el lugar en el que estaba, sin ser capaz de levantar la vista.
-¿Y eso ha venido a…? -Ezarel deja la interrogación abierta, como esperando que yo la complete.
No lo hago. Me dejo caer de nuevo en la silla con todo mi peso, mirada aún fija en ese punto concreto.
Creo...
Creo que estoy sintiendo cosas.
-Fin del Capítulo 5-
Interludio V
(Narra Hiiro)
Mi espalda choca contra las taquillas de los vestuarios y no puedo evitar soltar un quejido de dolor. Como única respuesta, ellos se ríen.
-¿Eres de cristal o qué, nenaza? -Dice uno.
Día tras día, más de lo mismo. Llegan, se burlan, me humillan, se ríen, se van. Sé que, en esta ocasión, no es real. Lo sé porque no puedo ver sus rostros, cubiertos por una extraña oscuridad, pero sé quienes son. También lo sé porque, aunque soy el protagonista, lo veo todo en tercera persona, pero a la vez en primera. Son estas cosas raras de los sueños que no entiendo y que me dan igual.
-¿Te gusta esto? -El chico que me tiene contra las taquillas, Thomas, habla, en tono jocoso- ¿Que te rodeen los chicos y te empotren contra las taquillas? ¿Es lo que te pone, eh?
-A lo mejor prefiere que le den por detrás -Se burla otro. Las risas le secundan-. ¡Muerdealmohadas!
-Dejadme ir -Pido-. Yo no os he hecho nada. Dejadme ir.
-No deberías haber dejado que tus papis te metieran en un colegio de chicos, princesa -Thomas coloca su antebrazo en mi cuello y ejerce presión, asfixiándome, poco a poco levantando más el brazo hasta que me tiene de puntillas-. Tal vez el St. Anne hubiera sido un mejor sitio para ti.
-O un circo de bichos raros.
Más risas. Al borde de la asfixia, en un ataque de valentía, o, más bien, puro instinto de supervivencia, agarro el brazo de Thomas e intento quitármele de encima, clavándole las uñas en la piel, arañándole.
Ellos se revolucionan. Thomas me deja libre y yo tomo aire, pero en seguida lo suelto al recibir un contundente rodillazo directo al diafragma. Duele bastante para ser un sueño.
Caigo de culo al suelo, pero él me agarra por la corbata del uniforme y me obliga a levantar el rostro, casi ahorcándome de nuevo.
-No. Te atrevas. A tocarme.
Me mira muy fijamente a los ojos mientras lo dice, y yo tengo miedo, tengo miedo porque sé lo que es capaz de hacer, porque es capaz de convertir mi vida en un infierno. Con desdén, me escupe, y luego me suelta, dejándome caer mientras yo lucho por coger aire.
-Marica de mierda.
Son sus últimas palabras, murmuradas con desprecio, mientras se da la vuelta y se va.
Pero, de repente, son literalmente sus últimas palabras. Veo la punta metálica de un arma sobresalir de su espalda, una gota de rojo cayendo del metal al suelo. Los amigos de Thomas le miran completamente desconcertados. Cierro los ojos al escuchar el grito de Thomas, y luego un sonido bastante desagradable, y luego dos mitades caer al suelo.
Cunde la histeria. Gritos, maldiciones, ruegos, llantos, rezos; todo es inútil. Me tapo las orejas para evitar escuchar lo que está pasando, aunque es inútil, porque es un sueño, y también es inútil que cierre los ojos.
Cuando abro los ojos que he tenido abiertos todo el rato, no queda nada de la escena anterior, ya no estoy en el Nicholas James, ya no tengo mi uniforme sino la ropa de aquel día.
Y, en esta inmensidad blanca, en este vacío en el que no hay nada, sólo está él.
Me mira con ojos vacíos, sin vida, y me examina en silencio.
-Henry.
Hablo, y sé que estoy hablando, pero mi voz no sale. No me escucho a mí mismo, pero me escucho porque sé que estoy hablando. Él no me oye.
-Henry. Henry, ¿me oyes? ¡Henry!
Él sonríe.
-Soy yo, Henry. Soy Hiiro. ¡Henry!
Sin decir nada, se gira. Le veo alejarse, no se mueve, pero camina, camina cada vez más lejos de mí.
-No te vayas. No lo hagas, no de nuevo. Por favor, Henry. Eres lo único que tengo. Estoy asustado, tengo miedo. Y tú… tú…
Noto un frío familiar oprimirme el pecho.
-Henry, no te alejes, por favor. Henry, no… ¡Henry! ¡¡Henry!!
-¡HENRY!
Me incorporo con violencia, sudando a mares, con la respiración agitada, gritando su nombre. Descolocado, miro a mi alrededor, y tardo un poco en ubicarme en mi habitación en la Guardia. Ha sido un sueño. Sólo un sueño.
Asustado por mi grito repentino, Tori me mira entre curioso y preocupado desde la esquina de la habitación en la que duerme, acurrucado en una bolita sobre un montón de cojines que me sobran (no sé qué obsesión tiene ese tío con los cojines, pero me llenó la habitación de ellos).
-Está bien, Tori -Le miento, forzando una sonrisa-. Vuelve a tu sueño.
Sin embargo, en un ataque de simpatía que tiene conmigo, por una vez en su vida, se aleja de los cojines y a saltos se acerca a la cama, subiéndose a esta de un brinco y acurrucándose contra mí. Sin poder hacerme el fuerte, me echo a llorar inevitablemente, mi garganta sufriendo porque aún no se ha recuperado de mi última llorera, y simplemente así me mantengo por lo que perfectamente pueden ser horas, únicamente reconfortado por el calor que desprende mi familiar, hasta que finalmente la tormenta se pasa y, tras secarme las lágrimas, abrazo a Tori con cariño y le doy las gracias con un susurro.
Creo que esta es ya la tercera noche desde mi confinamiento voluntario. ¿Sinceramente? No quiero salir. No quiero… Enfrentarme a ellos. Hasta el momento han sido muy amables conmigo, pero ahora que saben que soy… marica… no sé qué pensarán de mí. Oh, estoy seguro de que el primero en reírse de mí va a ser el elfo, y no va a tener ningún problema con ello. ¿El resto? No lo sé, no puedo predecirlo.
Me gusta pensar que simplemente me estoy montando películas, y que aquí la gente es civilizada y que van a aceptarme tal como soy, pero… Pero no sé si puedo aferrarme a esa esperanza tan vana. Sólo hay que ver a Simonn… Le grité que no dijera nada, que se mantuviera callado al respecto, pero no lo hizo. En cuanto se le presentó la oportunidad, lo dijo. Y no sé si fue “por accidente” o a propósito.
No sé qué hacer, sólo sé que no puedo mantenerme así durante mucho tiempo. Tori, cansado, se ha dormido en mis brazos. Con una sombra de sonrisa enternecida, me levanto para dejarle de nuevo en su rincón favorito, y le acaricio con cariño. No nos llevamos muy bien a veces, pero por cosas como estas sé que me tiene aprecio. Gracias, Tori. Al menos sé que a ti no te importa quién sea.
Voy a volver a mi cama para dormir otro poco, pero en el camino mis tripas rugen para quejarse del poco alimento que he consumido últimamente. Ya. Lo único que hay por aquí de comer son gusanos cremosos, y aparte de que no alimentan, no me resultan una opción muy tentadora.
Miro por la vidriera gótica y distingo la luna fuera. Intento adivinar a ojo qué hora puede ser, pero se me dan fatal esas cosas, y sinceramente aún no tengo cogido del todo cómo funciona el tiempo en Eldarya. Con un suspiro resignado, simplemente me rindo y espero que sea lo suficientemente tarde como para que no haya nadie por ahí y pueda escaquearme a la cocina sin ningún encuentro desafortunado.
Mi mano vacila sobre el pomo de la puerta, y noto un sudor frío acudiendo a mí. Siento el miedo a ser juzgado invadirme de repente. No, no es eso. No es… a ser juzgado. Es a que me odien por lo que soy.
Soy gay. Y no puedo, ni quiero cambiarlo.
Pero tampoco quiero… Que nadie me odie por eso.
Tomo aire y, con valentía, abro la puerta de mi habitación, dispuesto a salir al pasillo.
Me congelo en el sitio según mi mirada se cruza con la de Nevra, que camina pasillo abajo.
Capítulo especial Orgullo 2018 - Eweleïn es lesbiana y yo lo predije antes de que fuera canon (aunque en el canon sea bi, pan, o cualquier otra sexualidad, no importa, amamos a nuestra reina, por favor poned ruta Eweleïn o Koori y dejaos de leches, hombreya)
-A este paso voy a tener que pedirle a Karuto que te ponga una dieta especial...
Las palabras de Eweleïn hace que me sienta algo mal conmigo mismo. No sólo he causado problemas durante todo el tiempo que me he pasado escondido, sino también ahora, incluso cuando ya ha pasado todo... Le he dicho que estoy bien, que no necesitaba que me hiciera ningún examen médico ni nada, pero ella ha insistido.
-Además, no he podido atender bien el mor... La herida que te hizo Nevra -Uggh... No me recuerdes eso, por favor... Se me fue la pinza-. Por lo que dijiste, no era la primera... ni la segunda vez que te ha mordido.
-Sí, ha sido la... la tercera -Lo admito con cierta vergüenza.
Puede que para él sea simplemente... Alimentarse, o algo así, pero cada vez que me muerde, yo noto un... Una especie de... Quemazón en el estómago, y...
¡Aggggggh! ¡Hiiro! ¡Controla las hormonas! Ahora que saben que eres gay tienes que andarte con ojo, si haces algo raro todo el mundo lo malentenderá todo y...
-¿Hiiro? -La voz calmada de Eweleïn me devuelve a la realidad- Te estaba preguntando que si has notado algo raro últimamente en tu cuerpo.
-¿R-raro cómo? -Se me ve en la cara... ¿verdad?
-Mareos, pérdidas de equilibrio... Ese tipo de cosas -Ah. Eh...
-No -Intento hacer memoria-. No, la verdad es que no. Sano como una manzana.
-Por supuesto que sí -Ella me alza una ceja como gesto irónico-. Ahora que lo pienso, tu llegada fue tan precipitada que no me dio tiempo a hacerte el chequeo médico reglamentario. Este puede ser un buen momento. Quítate la camiseta.
Noooooo, nononononono, chequeos médicos, NO; nada de camisetas quitadas, me niego, me NIEGO, van a necesitar a tres Jamón para que yo acceda a...
Alguien llama a la puerta de la enfermería, interrumpiendo mi momento de pánico justo cuando creo que iba a empezar a hiperventilar, y Ewe se disculpa para ir a abrir. Distingo el animado tono de Ykhar al otro lado de la puerta, parloteando de esa manera que tiene ella sobre cualquier cosa, y Eweleïn simplemente la mira con una sonrisa paciente y la escucha, asintiendo de vez en cuando. Después de un ratillo, Ykhar termina de contar la historia que fuera y al fin Eweleïn interviene.
-¿Y has probado a pedirle a Jamón que la abra por ti? -Sugiere.
-Pues... ¡Pues no, la verdad! -Sólo por el tono, me imagino a Ykhar dándole golpes con el pie en el suelo de forma insistente- Jo, no se me había ocurrido. No sé dónde tengo la cabeza... Ewe, ¡graaaaaaaaacias! Eres la mejor.
-Si tú lo dices -La elfa se ríe con suavidad-. Bueno, venga, que las dos tenemos cosas que hacer. Esta tarde nos vemos a tomar algo en la cantina si quieres.
-¡Vale, vale, vale! ¡Hasta lueeeeeego!
Veo a Eweleïn poner los ojos en blanco y negar con la cabeza, pero lo hace con una sonrisa, y algo en el gesto me hace pensar que este tipo de escenas son habituales por aquí. Cuando vuelve conmigo, lo hace aún sonriente.
-Perdona, sabes cómo es Ykhar, es imposible decirle que... ¡Pero bueno! -Se pone en jarras y me mira con el ceño fruncido- ¿Por qué sigues con esa túnica puesta?
-No es una túnica, es un quimono -Me quejo.
-Me da igual, ¡venga, movimiento! -Llevo mi mano hasta la atadura del obi, pero se congela ahí y no quiere moverse. Maldita sea... tendré que dar muchas explicaciones si ve...- ¿Qué pasa, te da vergüenza o algo?
… Por ejemplo.
-La verdad es que sí... -Decido jugar la excusa. Es un poco ridículo, pero tal vez me libre- Comparado con otros chicos de la Guardia, no es que... tenga muy buen cuerpo...
-Al menos tienes cuerpo, porque hay algunos que no tienen -Touché-. Hiiro, créeme, he visto de todo. ¿Prefieres que le pida a un chico que lo haga? Tal vez estés más cómodo si...
-¡N-no! ¡No hace falta!
Quedan unos instantes de silencio en los que espero que me diga que soy idiota o algo similar, pero no lo hace. Me mira fijamente, como si quisiera ver a través de mí, y la verdad es que su mirada me pone un poco nervioso. Eweleïn tiene este aire... Solemne, que me hace sentirme un poco cohibido ante su presencia.
Tras lo que parece una eternidad, Eweleïn habla.
-Hiiro, ¿sabes por qué odio los súcubos?
-¿Eh? -La verdad es que no me esperaba que fuera a salirme con esas. Se lo escuché decir en algún momento de la pelea con Akire, pero...- N-no, la verdad es que no.
-Por supuesto que no lo sabes -Y me sonríe-. Me conozco sus artimañas de primera mano, y por eso los odio más que nadie. Fue hace mucho tiempo, pero estuve saliendo con uno.
-¿Con un íncubo?
-Con un súcubo.
Pero los súcubos son todos feme...
Oh.
OH.
OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOHHHHHHHHHHHHHHHHH.
No sé muy bien por qué, pero el color se me sube a la cara, y eso debe de hacerle gracia a Eweleïn, porque se ríe.
-¡Vamos, no pongas esa cara!
-N-no me lo esperaba... -Ella me dedica una sonrisilla- Yo, hum, eh... ¿P-por qué me cuentas eso?
-Para que sepas que no me interesa un comino tu cuerpo -Responde, cruzándose de brazos-, así que no tienes nada de lo que avergonzarte. Y porque, ya que me he enterado que tú también eres de esta acera, ¿por qué no? -Ah... Ella también estaba presente cuando Simonn abrió la boca. De todas formas, creo que ya lo sabe medio CG- Dicho lo cual... No es que tenga un problema con ello, y sé que nadie va a decir nada, pero te agradecería si pudieras mantener discreción al respecto. Por motivos profesionales, más que nada. Soy la única de por aquí capacitada para atender ginecología, y...
-S-sí, lo entiendo -El color no parece querer bajar de mis mejillas.
-Muy poca gente lo sabe -Continúa-. Mi familia, gente de mi pueblo... Y aquí, bueno... Ezarel, Caih que no la conoces, Karenn que es una cotilla, posiblemente también el comesueños... Y, ahora, tú. Bienvenido al club. Cuento contigo, ¿no?
Asiento. Ya que me han sacado del armario a patadas no una sino dos veces, alcanzo a comprender que quiera tomárselo con calma. De todas formas, ella no parece tener... Los mismos problemas que yo. Ella no... no tiene miedo.
Por la sonrisa que me dedica, casi siento que me esté leyendo los pensamientos.
-Está bien. Por hoy, te libras de chequeo médico -Ya casi se me había olvidado...-, pero en algún momento tendrás que hacerlo, y creo que preferirás que lo haga la elfa lesbiana a que lo haga Gèrard el de los dedos fríos.
-Si me das a elegir... -Ella alza una ceja- Supongo que me quedo con la elfa lesbiana.
-Buena elección -Se ríe.
Se pone en pie, y lo interpreto como que tengo permiso para irme, de modo que yo imito el gesto. Hago una leve inclinación en su dirección, y ella responde con un cabeceo.
-Y, Hiiro -Cuando tengo la mano en el asidero de la puerta, ella me llama. Cuando me giro para verla, me regala una sonrisa dulcísima-. Seas quién seas, o lo que sea, te guste quién te guste o aunque no te guste nada, o si te gusta todo, o qué se yo... Lo importante es ser uno mismo, y gustarse a sí mismo. Estate orgulloso de ser quién eres, y no dejes que nadie te haga dejar de estarlo, ¿entendido?
Me quedo sin respuesta por unos instantes, y casi siento que mi respiración se corta. Yo...
-Lo procuraré. Gracias, Ewe -Digo, respondiendo su sonrisa con otra igual-. Gracias. De corazón.
-Para eso estamos. Si en algún momento necesitas una elfa lesbiana con la que hablar...
-Y si tú en algún momento necesitas un humano gay...
Intercambiamos una última sonrisa, cómplice. Después, salgo de la enfermería.
Capítulo extra - Pues Zac Efron tampoco es tan alto, eh
(Narra Simonn)
Ahí está. Camina tranquilo por entre los jardines, tarareando para sí alguna canción humana que no entiendo, ajeno a mi presencia. Con movimientos lentos me acerco a él.
-Hmmm, hm, hm, spending-spending all my time, looooo-ving you, so loving you forev-
-¡Hiiro!
Él suelta un grito cuando me materializo junto a él, y pega un respingo, interrumpiendo su tarareo. Se gira para mirarme con una cara que me dice que no le importaría darme otro puñetazo.
-Simonn, ¿cuántas veces tengo que pedirte que por favor no me des estos sustos? -Pregunta, arrastrando las sílabas. Yo le dedico una sonrisa inocente.
-Perdona, perdoooona… -Él toma aire y se cruza de brazos.
-Así que, ¿qué quieres?
“¡Perdona otra vez por desvelarle a todo el mundo tu secreto más íntimo!”. Hmn… no. “Sobre eso de que eres gay, ya está todo aclarado, ¿no, eh?” No, eso es absurdo. “¿¡Qué tal fuera del armario!? ¿Todo bien?” Eso directamente me haría quedar como un imbécil de proporciones titánicas. Claro que ya he quedado como uno.
-Tienes… ¿un rato libre? Para, no sé, charlar, o algo.
Él hace un gesto de duda. Sé que aún no me ha perdonado, ni mucho menos, lo que hice… Aunque espero que lo haga con el tiempo. Posiblemente si dejase que el tema se enfriara terminaría por dejarlo correr, pero, sinceramente, prefiero ser “Simonn el idiota que hizo una tontería pero se disculpó” a “Simonn el imbécil que me sacó del armario”.
-Sé de lo que quieres “charlar”, Simonn -Resopla-, y no sé si me apetece.
-Ya… -Yo me rasco la nuca- Es sólo que… yo… mira, tío, de verdad lo siento, ¿vale? No sabía que todo eso te afectaba tanto, y, y soy un bocazas. No tenía que haber dicho nada, pero traicioné tu confianza y lo hice, y, vale, estás enfadado, pero… -Por la cara que pone, no le doy mucha pena. Suspiro- Tío, no quiero perder lo más parecido a un amigo que he tenido en toda mi vida.
-¿Amigo? -Él hace una mueca con la palabra. Yo le pego una patada a una piedrecilla que hay por ahí y carraspeo.
-Vale, eh, um, a lo mejor ese no es el término que buscaba. Ya, eh, yo… -Me rindo. Que sea lo que el Oráculo quiera- Llevo vivo dos meses y medio. Eso es mucho para un comesueños, no solemos pasar de la primera semana -Tomo aire-. Tú fuiste… la primera persona con la que hablé. Mi primer contacto con… el mundo. Sé que… suena estúpido, o… Lo que sea. Pero no quiero estar a malas contigo. Y, además, reconozco que lo que hice fue una completa estupidez.
Y, sin embargo, no me arrepiento. Vale. Sí. No tendría que haber gritado a los cuatro vientos el secreto de Hiiro… Pero no se me “escapó” por accidente. Si hubiera sido así, no me estaría disculpando tanto, ni mucho menos. Es… simplemente…
Pshé, si no lo decía yo, no iba a decirlo él. Nunca nadie lo hubiera sabido. Y es un cotilleo demasiado bueno como para perdérselo. Además, es claro como el día que el vampiro está babeando por él, a lo mejor ahora me da más material de marujeo, porque entre el Guerrero Obsidiana sin un ápice de eros y el elfo “alérgico a los sentimientos”, poco tengo por aquí para entretenerme.
… ¿Verdad…? Es… es por eso. Claro que lo es. Los comesueños no somos criaturas benignas. Todo lo que hago, lo hago por mi interés propio, esto también. Además, el chico me daba PENA, tan, eh, uh, reprimido. Suéltate el pelo. Sal del armario. Vive tu vida sin que te importe cómo te juzgue la gente y sé tú mismo y sé feliz sin avergonzarte ni dejar que nadie te avergüence.
… Sí, lo he hecho por mis propias razones egoístas, sólo por eso. ¡Ha, ha, ha! ¡Has sido engañado por el gran Simonn! ¡Y ahora trágate mis disculpas de mentira (son completamente falsas, pft, ¿quién necesita tener amigos cuando tienes una reserva infinita de tenedores?) y deja de ignorarme cada vez que nos cruzamos!
Hiiro me mira torciendo el gesto, y yo trago saliva ante su inspección visual. Frunce el ceño, hace un gesto y luego pone los ojos en blanco.
-Vale, lo que sea. Te perdono -¿¡EN SERIO!? Q-quiero decir… Pues claro… Todo de acuerdo con mis maquinaciones… ha, ha… ha…-. Pero si vuelve a suceder algo similar, te juro, Simonn, que te convierto en humo onírico.
-¡S-sí! -Asiento con vehemencia- No tienes por qué preocuparte. No diré nada de nada nunca jamás. Mis labios están sellados.
-Oh, dios mío, eres como el Genio de Aladín pero en versión cutre y en amarillo… -No sé qué anda murmurando- Sólo para asegurarme, ¿qué más sabes? -¿Que qué más sé? Hmmmmm…
-Pues realmente no mucho -Hago un gesto pensativo-. No tuve oportunidad de indagar mucho, te despertaste en seguida, y, como ya he dicho, me es difícil comer sueños humanos. Vamos a ver… Sé que tus compañeros del instituto te odiaban, que hay un tal “Zac Efron” que es muy importante en tu vida, y que tienes un hermano al que echas mucho, mucho de menos.
-¿... nada más? -Deja la frase en el aire, y veo en sus ojos un brillo… intenso, extraño y peligroso. No me gusta. Mal rollo.
-¿Te parece poco? -Yo me cruzo de brazos- Podemos hablar de tu sueño con Nevra, si quieres.
-¿Mi qué con quién? -La sorpresa se abre paso hasta su rostro. Oh. Ooooohhohohoho… Casi me entran ganas de relamerme.
-Tu jugoso sueño con Nevra -Una sonrisa se extiende por mi rostro, y él parece palidecer-. ¿No te acuerdas? Le hiciste un buen comentario a todos los chicos de la Guardia, empezando por el “súper mono y agradable” Chrome y terminando por decir que querías lamerle los abdominales a Leiftan.
-Mentiras. Todo mentiras -¡Aaaaah! ¡¡Se ha puesto rojito!! ¡Esto es genial!
-¡Es verdad, yo lo vi, y tú lo sabes! -Con una risa, doy un paso en su dirección, y él retrocede- Pero lo mejor es el gran final con Nevra…
-¡HABLA CHUCHO, QUE NO TE ESCUCHO, LALALALÁ! -Se tapa las orejas con las manos, y yo voy a quitárselas de ahí agarrándole por las muñecas.
-¡“Entonces”, dijo él, acercándose cada vez más a ti con la mirada de un depredador, mientras tu cuerpo entraba en combustión y tu corazón se aceleraba irrefrenable; “¿quién es el chico más guapo de la Guardia?”!
-MARY HAD A LITTLE LAMB, LITTLE LAMB, LITTLE LAMB!!
-¡¡Sin poder resistirte a la intensidad de sus oj-su ojo, a la pasión de su voz, a su atractivo aroma, finalmente rendido a tus encantos, dijist-
-¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAH!! ¡¡YA BASTA!! -Finalmente, Hiiro estalla, y yo rompo a reír como nunca he hecho antes- ¡Por pura piedad!
-Vamos, vamos -Le dirijo una sonrisa burlona-. No te avergüences de tus deseos internos. No eres el único de por aquí que fantasea con Nevra en sueños.
-No estaba fantaseando con él -Yo alzo una ceja ante su negación-. Bueno. Puede. ¡Pero eso no significa nada!
-¿Seguroooo? Porque yo creo que sois muy cercanos… -Yyyyyy Nevra fantasea contigo en sueños más veces por semana de las que llegarías a creer, pequeño humano, pero supongo que esa información me la puedo ahorrar por el momento- ¿No será que el vampiro te gusta un poco?
-¡No! -Completamente rojo, él se echa hacia atrás, pero yo todavía le tengo agarrado por las muñecas así que tampoco se va muy lejos- ¡N-no me gusta Nevra!
-Suenas muy convincente, sí. ¡Vamos! ¿No es tu tipo? ¿O te gusta más “Zac Efron”?
-¡¡Para ya con Zac Efron!! -Luego le preguntaré a Erika que quién es Zac Efron. Tiene nombre de elfo, y esa es su materia- P-pero sí, posiblemente él sea más mi tipo que Nevra.
-¿Oooooh? -Al comprender que ha metido la pata, Hiiro se encoge sobre sí mismo- ¿Y cómo es “tu tipo”?
-Es… eh… uh… -Le veo buscar las palabras con un nerviosismo poco normal- Eeeeh… ¿r-rubios, altos, de ojos claros?
A través de un mechón de flequillo rubio, le miro desde mi metro ochenta con mis ojos dorados.
Él me mira a mí también, y su expresión cambia por segundos al darse cuenta de lo que ha dicho. Yo le suelto finalmente, y él retrocede de forma nerviosa, mirándome como si le estuviera apuntando con una ballesta.
-Q-quiero decir, yo, eh, e-es sólo “m-mi tipo”, y no estaba pensando en nadie, y m-menos en ti, y-y-y-yo…
Se interrumpe cuando me escucha soltar una carcajada, y casi pega un brinco en el sitio.
-Es demasiado fácil chincharte -Me burlo, y el color vuelve a su rostro con bastante intensidad, lo que sólo aumenta la intensidad de mis carcajadas.
-¡S-se acabó, fuera de mi vista! -Termina por chillar, y hace un gesto como de ir a arrearme otro puñetazo, pero no lo hace- ¡Juro por dios que como no te vayas ahora mismo, te quedas sin el único amigo que tienes!
Algo en mi interior se agita al escuchar esa palabra. La sorpresa se abre paso en mi rostro por unos instantes, para dejar paso a una sonrisa suave, de esas que no suelo hacer.
-Vale, vale -Y, aún sonriente, comienzo a convertirme en niebla-. Nos vemos, amigo.
Y me siento bien cuando salgo volando, a través del aire, hacia cualquier rincón de la Guardia en el que no haya nadie amenazando con convertirme en humo onírico.
Los cuales son menos sitios de los que deberían. Tal vez debería de dejar de incordiar a… ¡Anda, mira, vampiro a las doce!
-¡Hola, Nevra! ¿Qué tal tu día? Justo acabo de venir de hablar con Hiiro, que por fin me ha perdonado, ¿no es adorable?
-¿E-eh? S-sí, bueno, eeeh… ¿te ha perdonado… ya? Conmigo tardó mucho más tiempo…
-¿En serio? ¡Vaya! Pues nosotros no hemos tardado nada… A lo mejor es porque dice que soy “su tipo”. Curioso, ¿no? Es una pena que no me gusten los chicos, porque si no tal vez entre nosotros pudiera surgir alg-UGH!!
Otra cosa que tengo que aprender a hacer, además de mantener la boca cerrada, es a esquivar los puñetazos.
Parte 1
-¡Toooooori! -Lloriqueo, sintiéndome embargado por la emoción- ¡Crecen tan rápido!
Me acerco a mi crecido familiar para acariciarle, pero él me picotea con desgana y brinca fuera de mi alcance. ¡Vaya, gracias a ti también! ¡Pensé que estábamos compartiendo un momento importante! Desde que entró en la adolescencia se ha ido despegando cada vez más, y a veces no sé si está en fase de rebeldía o si es que me odia.
-Podías tenerle un poco más de cariño al tipo que te da de comer todos los días, ¿no? -Me quejo. Él grazna como única respuesta, y no es un graznido agradable- Vale. Vale, reconozco que a lo mejor no pasamos mucho tiempo juntos, pero es que las misiones m-
-¡GROACK! -Vale, ese es un graznido agresivo.
-Vaaaaale, vale, no te enfades. Seguro que puedo compensártelo de alguna forma. ¿Quieres ir a dar un paseo por ahí?
-¡GROOOOOOOOOO!
-¿Es eso un “no”?
-¡GRO, GRO!
-Vale. Escucha… Te dejo tu tiempo para que te adaptes a tu nuevo cuerpo, o lo que sea que necesites. Yo, eh… Estaré por ahí. Si quieres algo de mí, sólo tienes q-
-¡GROOO!
Se acerca a mí y me picotea el pie. Siempre le ha gustado hacer eso. Luego se acerca a la puerta y me mira indignado, como esperando a que le acompañe.
-¿Entonces quieres salir de paseo o no?
-¡GROACK! Gr-Groack. ¡GROOOOOOOACK!
¿Pero será tsundere? Con un suspiro abro la puerta, y Tori y yo salimos de la habitación y echamos a caminar por los interiores del CG. No parece muy entusiasmado y se pasa todo el rato mirando en dirección contraria a la que estoy yo, pero tampoco se aleja de mí. Yo lo siento pero no puedo con estos cambios hormonales tan repentinos, Tori. Ponme las cosas más fáciles. O me odias, o me quieres.
Hace unos días que empezó a comportarse de forma extraña. Me acerqué a Purreru para preguntarle si le pasaba algo, y él me dijo que era normal, que Tori estaba creciendo y pronto evolucionaría. Eso me sonó muy a Pokémon, y de hecho todo esto me está recordando a cuando mi primer Torchic evolucionó, pero voy a evitar hacer comparaciones que puedan herir a Tori. El caso es que esta mañana me he despertado y estaba hecho una bolita en su rincón, bastante más apático que de costumbre, y cuando me he acercado a él me ha graznado de mala manera. He desayunado con prisas y, al volver a la habitación, me le he encontrado ya crecido. Me ha decepcionado un poco no poder ver el momento de la metamorfosis, la verdad…
-¿Grooo? -Tori se para, curioso, en un lugar de los jardines del CG, mirando la hierba del suelo. Antes de que pueda decirle que pare, empieza a picotear el suelo con insistencia, hasta que se alza victorioso con un gusano cremoso (sin haberlo deseado, me ha salido un pareado)- ¡Groo!
-P-para ti -Le digo, al ver que me lo ofrece-. Yo ya he desayunado.
Él me pone cara de indignación, pero engulle el gusano. No me gustan los gusanos. Nada en lo absoluto.
-Hiiro, ¿vosotros también estáis de paseo?
Me giro al reconocer la voz familiar de Simonn a mi espalda. Le veo de pie, sujetando una bolsa de galletas estrella con un brazo, mordisqueando una mientras le da otra a su familiar, una especie de león o algo con una melena de nubes rosáceas. Es la primera vez que veo al familiar de Simonn, porque se lo dieron cuando yo estaba encerrado en mi habitación siendo un adolescente incomprendido, pero por alguna razón creo que es el familiar perfecto para él.
-Sí, a estirar las piernas, o… La patas -Respondo-. Tori acaba de evolucionar.
-Oh, enhorabuena -Me felicita con una sonrisa cordial. Tori se queja con un graznido-. Quiero decir, enhorabuena, Tori. Vosotros no conocéis a Onha, ¿cierto?
Su familiar lanza un rugido feroz (más bien un maullido adorable, pero no le voy a negar las intenciones) a modo de presentación. Parece bastante más afable y extrovertida que Tori, la verdad. Me agacho frente a ella y le ofrezco la palma de mi mano, que olisquea con interés antes de lamerla. No parece gustarle demasiado, a juzgar por su cara. Aún así, deja que le acaricie la cabeza y detrás de las orejas. La sensación de la nube es un poco rara, pero no es desagradable. Es una especie de cosquilleo…
Con un graznido, Tori viene a reclamar mi atención, sacudiéndome un coletazo directo a la cara, y yo me quejo. El familiar de Simonn fija sus ojos en la cola de Tori, de repente pareciéndole muy interesante, y antes de que nadie pueda hacer nada, le está persiguiendo como si fuera un juguete. Tori huye despavorido, intentando levantar el vuelo a base de brincos, pero es incapaz. Pobre.
-Lo siento, es muy juguetona -Simonn se disculpa por la conducta de su familiar-, pero me encanta eso de ella -Saca una estrella de su bolsa, y me la ofrece-. ¿Quieres?
-No, gracias… -Él se encoge de hombros.
-Tú te lo pierdes -Se zampa la galleta en dos mordiscos sin pensárselo un solo instante-. Están de vicio. Estos familiares viven de lujo, me encantan sus comidas. Que si galletas, que si caramelos, que si algodón de azúcar… ¿alguna vez has probado una bola de cielo? ¡Están buenísimas!
-... No sabía que eso era comestible -Le dirijo una mirada de duda mientras él se rechupetea los dedos, pringosos por la galleta.
-Bueno, supongo que para los humanos no. Ni para la mayoría de la gente -Me dedica una sonrisa confiada-. Dato curioso: ¿sabías que los comesueños somos una de las pocas especies que de hecho podemos comer comida de Eldarya? Está hecha de una energía similar a la energía onírica que comemos en los sueños, así que podemos hacerlo, pero apenas sacia nuestro hambre porque necesitamos muchíiiisima energía, y la comida de aquí sólo nos da una ínfima parte de ella. Pero está bien para comer entre horas.
A Simonn le gusta presumir de ser un comesueños cada vez que puede. He de decir que me parecen una especie muy interesante, así que no tengo problema en escucharle hablar cada vez que lo hace.
Cada vez que hablo con él me cae mejor, la verdad. Después de lo ocurrido estuvo bastante… simpático conmigo, yo diría que hasta demasiado. Su actitud me recuerda un poco a la de Nevra cuando llegué a la Guardia y quería que le perdonase por haberme mordido. Ha pasado ya un tiempo desde eso… Bueno, el caso es; aunque es un poco petardo, Simonn es bastante buena gente. No tardé mucho en perdonarle por lo ocurrido, porque a fin de cuentas él tampoco quería decirlo y fue un accidente (incluso si aún tengo mis dudas al respecto, una parte de mí piensa que lo que quería era forzarme a salir del armario). Cada vez que me le cruzo mantengo una conversación ligera con él, aunque siempre parece estar ocupado porque se pasa la vida haciéndole favores a todo el mundo. Más que hacer misiones, casi parece que es el recadero de la Guardia, pero de hecho parece hasta disfrutarlo. Dice que así lo compensa por tener que ir por las noches robándole sueños a todo el mundo para poder comer. Supongo que se compensa, sí.
Le he pillado en uno de los pocos ratos que parece tener libres, así que nos quedamos un rato en los jardines, charlando animadamente, mientras Tori y Onha juegan al pilla-pilla, una con más ganas que el otro. En algún momento Onha se cansa y se acurruca a los pies de Simonn, mientras que Tori me mira con una cara que me dice que quiere que volvamos a la habitación inmediatamente.
-Ohhh, vamos, Tori, ¿no te ha gustado hacer una amiga nuev-¡AY! ¡PERO SERÁS…!
Simonn se ríe ante la muestra de amor de Tori. Es en ese momento en el que una tercera persona entra en mi rango de visión, apareciendo por el sendero de arcos. Simonn y yo saludamos a Valkyon, que parece venir de su entrenamiento matutino, a juzgar por el color en sus mejillas y el sudor.
-Ah, Valkyon, yo no conozco a tu familiar -Dice Simonn-. Sólo por la intriga, ¿me hablarías de él? -Yo también le dirijo una mirada a He-Man, curioso. No tengo ni idea de cómo será su familiar, pero me espero algún tipo de bestia feroz y fornida, un compañero de batalla que le haya sacado de un apuro en más de una ocasión, un…
Una especie de rata sale de uno de los bolsillos de Valkyon y trepa hasta su hombro. Simonn y yo intercambiamos una mirada. Valkyon sonríe y acaricia a su familiar con un dedo.
-Ella -Corrige-. Se llama Floppy, es una musarose y es la criatura más adorable que habéis visto en vuestra vida.
Vuelvo a intercambiar una mirada con Simonn. Se está aguantando la risa tanto como yo. Vale. Vale. No es gracioso, está bien. Pero es que no me esperaba esto de alguien como Valkyon. Carraspeo.
-Hola, Floppy -Saludo. El familiar me responde con una especie de chirrido.
-Hola -Simonn también saluda-. Lo siento, pero me temo que estás equivocado en una cosa. La el familiar más adorable de toda la Guardia es el mío -A sus pies, Ohna ruge (maulla), encantada.
-Permíteme contradecirte…
-Oh, no, no te lo permito…
-¡GROACK! -Al ver que no intervengo para defenderle a él, Tori me sacude un picotazo en el pie. Simonn se ríe, mientras que Valkyon pone cara de impresión.
-¿Estás bien? -Pregunta, aparentemente preocupado.
-No, pero no te preocupes, ya estoy acostumbrado…
Tras unos minutos más de conversación en los que Valkyon presume de familiar (ahá, parece ser que hemos dado con su punto débil), se despide para volver a la Guardia a darse una ducha. No da un par de pasos, sin embargo, cuando una conejita que todos conocemos muy bien se lanza a por él con un aire agitado.
-¡¡VALKYOOOOOOOOOOOOOON!! -Ykhar grita al llegar- ¡Reunión en la sala del Cristal, es una urgencia!
-¿Una urgencia de las tuyas o una urgencia de verdad? -Ykhar hace un mohín indignado ante la pregunta, aunque, conociéndola, la verdad es que es mejor asegurarse.
-¡¡Una urgencia de verdad!! -Insiste- Miiko me ha dicho que tengo que ir a reunir a todos los Jefes de Guardia, y, claro, yo le he dicho lo que le digo siempre, que es que debería de inventar un sistema mejor que mandarme a recorrerme toda la Guardia de cabo a rabo, y ella me ha dicho: “No te preocupes, estoy pensando en algo, creo que tengo a alguien que puede estar interesado en el puesto de mensajero”, y yo pues, “Ah, genial”, pero creo que es mentira, ¿sabes?, porque siempre que me dice que va a hacer algo así no lo hace, y al final tengo que ser yo la que arregle todos los problemas si quiero que algo funcione, porque, como siempre, en esta Guardia nadie me escucha; a veces siento que hablo para las paredes, y cuando le pregunto a Kero que qué cree que debería hacer, él…
-¿No teniáis una urgencia entre manos? -Intervengo en la conversación aunque nadie me haya invitado, sólo para ayudar a Valkyon a escapar de esta, porque no parecía saber cómo manejar la situación. Él me dirige una mirada agradecida.
-¡Eso es! -Simonn se une a mí- Dime a quién te queda por avisar, muñeca, yo me encargo. Me muevo veloz como el viento, literalmente.
-Eh… Aún me queda Nevra, no sé dónde está -Reconoce Ykhar, con un gesto un poco incómodo-. Pero no me llames “muñeca”...
-Entendido -Simonn le guiña un ojo antes de convertirse en niebla-. ¡En dos minutos le tenéis allí!
Y, con eso, se va, raudo y veloz. Valkyon hace un gesto hacia Ykhar, invitándola a iniciar la marcha hacia la sala del Cristal. En poco tiempo, me hallo solo. Casi solo, bueno. Onha se acerca a mí con una mirada curiosa, como preguntándome que a dónde ha ido Simonn.
Asumo que ahora soy una madre soltera y me toca a mí mantener esta familia en pie, así que cojo a nuestro adolescente en fase rebelde y a nuestra dulce leoncita y les digo que vamos a dar un paseo.
Doy vueltas y revueltas con ellos por el CG, y luego decido que me apetece ver el mar y me dejo caer por la playa. A Onha parecen fascinarle las olas y jueguetea con ellas, mientras que Tori es más reacio al agua. Yo me siento en la arena y contemplo la línea del horizonte.
Un sentimiento de nostalgia me invade de repente, al recordar los veranos en la casa de mis abuelos maternos. Viven en un pueblecito bastante pequeño cerca de la playa, y recuerdo insistir cada mañana en ir a jugar al mar, echar unos largos, chapotear un rato… Agh, ahora me apetece nadar. Tendría que hacerme con un bañador un día de estos… Y con un compañero de nado, bueno, porque nadar solo es muy aburrido. Erika me ha explicado sus problemas con el agua, así que queda descartada. Simonn dice que no le gusta mucho el agua tampoco, porque si se desconcentra puede deshacerse en niebla y sus piernas pueden irse con las olas, y no parece algo muy agradable por lo que pasar, así que nada. Kero e Ykhar no salen de la biblioteca a menos que tengan una buena razón para ello. Sé que a Chrome le gusta la playa, porque más de una vez le he visto invitar a Karenn, aunque sospecho que no es por el mar por lo que lo hace, así que...
Nevra, tal vez. Si no está muy ocupado, quiero decir. Ser un líder de Guardia tendrá muchas responsabilidades… ¿Supongo? La verdad es que tampoco le veo hacer mucho más que un miembro normal.
Siento que aún no le he agradecido del todo que me… Diera aquella charla. La verdad es que cada vez que me acuerdo de lo sucedido me siento algo avergonzado por mis acciones… Me tiré a sus brazos sin pensármelo dos veces y prácticamente le usé de pañuelo para las lágrimas. No se enfadó conmigo, pero… Me siento algo mal. No suelo hacer ese tipo de cosas… tal vez fuera la emoción del momento, o… No sé. Aunque la verdad es que… me alegro de que fuera él y no otra persona quien me encontrase así.
Como sea, me siento en deuda con él por ayudarme a ver las cosas con otros ojos. Tenía razón: nadie ha cuestionado nada sobre quién soy o quién me gusta, ni siquiera el elfo, del que ya casi tenía miedo. Me siento tan tonto cada vez que pienso en el drama que monté… Pero de verdad estaba asustado. La gente… a veces me da… tanto miedo.
No, no, no, no, no. Pensamientos negativos, fuera. Eres un Hiiro feliz. ¡Eso es! No tienes nada de lo que asust-
-¡Bú!
-¡¡AAaAaaaAAAAaaAAGH!!
Pego un brinco, cayéndome al suelo y comiendo arena a puñados. Enfadado, miro a Nevra, que en algún momento se ha colocado detrás de mí dispuesto a pegarme el susto de mi vida. Le gusta hacer eso, y yo lo odio. Mientras él se ríe hasta tal punto que se dobla sobre sí mismo, yo le tiro un puñado de arena a la cara.
-¡Idiota! -Le grito, pero no consigo ahogar su risa.
-Perdona, perdona -Él intenta hablar a través de las carcajadas-. Es que me encanta asustarte -Me he dado cuenta, gracias. Él me ofrece una mano para ayudarme a levantarme, y yo la acepto, sacudiéndome la arena. Sí, ya verás, ahora voy a encontrarme arena hasta en la sopa-. ¿Qué haces aquí tan solo mirando al mar con melancolía?
-Estaba pensando: ¿Crees que las langostas son sirenas para los cangrejos?
-Pues... -Cuando se da cuenta de la pregunta, hace un gesto confundido- Hm, eh, no lo sé.
-Era una broma -Yo me río-. Simonn te estaba buscando, ¿te ha encontrado?
-Puedes ver que no, soy un maestro del escondite -Mi duda sobre las langostas desaparece de sus pensamientos-. ¿Qué quería?
-Tienes una reunión súper importante en el gran Cristal -Él hace un gesto de fastidio-. Oh, vamos, jefe de Guardia, haznos a todos sentir orgullosos.
-No quiero, seguro que Miiko nos grita mucho -Protesta. Su mirada se posa entonces en los dos familiares que me acompañan, y al ver a Tori su ojo se abre con mucha sorpresa-. ¡Caramba! ¿Tori? ¡Ey, enhorabuena, grandullón! -Tori le grazna algo que traducido al francés posiblemente sea un “¡Déjame en paz, tú no me entiendes, ¡NADIE ME ENTIENDE!!”, y Nevra se queda algo cortado- ¿Y el liclión es…?
-Onha, familiar de Simonn -Le presento. Onha ruge (maullla) de forma encantadora.
-Adorable -Dictamina él. Se atusa el flequillo y me mira con una sonrisa-. Algún día te presentaré a Shaïtan, cuando esté seguro de que no te vaya a dar un infarto cuando le veas -Le miro interrogante, no sabiendo qué quiere decir con eso. Me ha hablado mucho de su familiar, pero nunca me le ha presentado, y, ahora que caigo, tampoco me ha dicho cómo es o de qué especie. Adivinando mis pensamientos, él me da unas palmaditas en la cabeza-. No hagas preguntas, Hiiro, no hagas preguntas…
Pues… Vale. Le digo que debería irse a ver qué quiere Miiko, pero él hace un gesto de desinterés y se queda hablando conmigo un rato sobre todo y nada, hasta que la pregunta de las langostas vuelve a surgir y él me mira con cara rara. Parece incómodo, así que le acribillo con más preguntas de calibre similar.
-¿Cuánto miden las altas horas de la noche? -Le pico, sin poder evitar una gran sonrisa- Tú eres un experto en la noche, así que deberías saberlo, ¿nooooooo?
-Para, en serio, Hiiro, por favor -Ruega, incómodo por las preguntas.
En lo que me río de él, un torbellino de niebla irisada se forma junto a nosotros. Simonn cobra forma humana junto a Nevra, poniéndole una mano en el hombro.
-Ejem, ejem, ejem -Dice, mirándole con un ligero aire de molestia.
-Ooops, cazado -Nevra suspira-. Sí, sí. Sala del Cristal, ¿no? -Hace un gesto de burla- Pues no pienso ir si no es con Hiiro -Ahora soy yo el que le mira con mosqueo. A mí no me metas en tus problemas…
-Vas a ir aunque tenga que pincharte en el culo con un tenedor -Amenaza el comesueños. Me lanza a mí una mirada interrogante-. ¿Te sacrificas por el equipo o tengo que desenfundar?
-Qué remedio -Suspiro, lo que le levanta a Nevra una sonrisa-. Pero te toca ahora a ti encargarte de los niños. No les dejes irse muy lejos y asegúrate de que estén en la cama antes de las nueve.
-Lo que mandes -Simonn pone los ojos en blanco, siguiéndome la broma.
-¿Niños? ¿Qué niños? -Nevra parece confundido.
Ignorándole, me encamino hacia la escalinata de arenisca, y al poco él me sigue. No tardamos mucho en llegar hasta la sala del Cristal, donde está Miiko con los otros jefes de Guardia, Ykhar, Kero, Leiftan, Jamón vigilando la puerta y… Erika.
-¿Qué hace ese aquí? -Gruñe Ezarel al verme llegar.
-Me he negado a venir a la reunión a menos que él viniera conmigo y no ha tenido otra -Anuncia Nevra, muy contento.
-Curioso, es lo mismo que ha dicho Ezarel con Erika -El elfo fulmina a Ykhar con la mirada cuando se le escapa ese pequeño pedazo de información.
-Bueno, ya estamos todos, entonces -Miiko da un golpe con el bastón en el suelo-. Vale, eh… Todos aquí estáis informados de la pequeña intrusión de Ashkore hacer un par de días en la Guardia…
Le dirijo a Nevra una mirada interrogante, porque yo no estaba cuando eso pasó. Lo último que supe de ese tío fue lo que ocurrió con el primo Stan de Simonn.
-Se nos ha colado un par de veces ya desde entonces -Me confiesa-. Una vez fue… un par de días después de lo de Akire -Ahá, cuando estaba en mi fase emo-, y, la otra, hace dos días.
-No me entero de nada… -Murmuro.
-En esta ocasión -Prosigue Miiko-, hemos conseguido reunir una pista importante que puede llevarnos a él, gracias a Valkyon.
-Gracias a Valkyon nada -Valkyon gruñe, aparentemente insatisfecho-. A Valkyon se le ha vuelto a escapar el enmascarado en sus mismas narices por… -Echa cuentas- Sexagésimo octava vez.
-¿Llevas la cuenta? -Ezarel le mira con preocupación. Valkyon se encoge de hombros.
-Gracias a Valkyon… -Miiko finge que nadie la ha interrumpido- A nuestro misterioso enmascarado se le ha caído una bolsita con sus pertenencias personales… Y hemos encontrado algo muy interesante. Ezarel, por favor -El elfo coge un saco que llevaba colgado al cinturón, lo tantea y de él saca algo que perfectamente podría pasar por perejil.
-Agarp -Anuncia, en tono serio-. Para los humanos tontitos, es una planta bastante rara de obtener que crece en lugares de lo más raros. Cada año lo hace en un sitio distinto, y por lo general es un lugar inhóspito y difícil de acceder, así que poca gente intenta conseguirla.
-¿Para qué sirve la planta? -Pregunto, alzando la mano. Él hace un gesto de desdén. Miiko pone los ojos en blanco.
-Curación inmediata -Explica-. Una panacea que actúa a los pocos segundos y lo cura prácticamente todo menos la muerte. Tienes que estar muy desesperado para querer ir a por un brote, porque otra cosa no, pero remedios y medicinas sí que tenemos.
-Así que o bien su hermanita pequeña está en las últimas por una enfermedad misteriosa -Ezarel prosigue-, cosa que dudo, y él quiere salvarla; o bien la tiene como recurso de emergencia por si alguna de sus escaramuzas le sale mal.
-Antiguamente la Guardia intentaba encontrarla para su propio uso -Explica Leiftan-, pero decidieron que no les salía rentable, dado que en realidad podemos atender casi todo con lo que tenemos en la enfermería, así que hace mucho tiempo que nadie intenta localizarla.
-Sin embargo, como podemos ver, a una cierta persona sí que le interesa -Miiko toma la palabra de nuevo-. De modo que este año vamos a ir a cazar el agarp. No es tan fácil como parece, sin embargo… Casi nadie puede predecir dónde saldrá este año. Hemos sacado nuestro antiguo equipo de predicción, pero nadie aquí sabe usarlo. Kero ha hecho lo que ha podido -Ya decía yo que esas ojeras no eran ni sanas ni normales… Kero nos dedica su mejor sonrisa de orgullo, pero sus ojos están muertos-, y la verdad es que lo ha hecho muy bien. Ha conseguido sacar dos sitios posibles.
-El primer sitio -Con voz cansada, Kero revisa un montón de notas que tiene en las manos- es la Gruta Hasefrío de las montañas del monte.
-¿Cómo? -Erika se ríe ante el nombre de la gruta. Yo me aguanto una carcajada.
-El tío que le puso nombre a los lugares de por aquí no era muy creativo, ya -Nevra deja escapar una sonrisilla también-. Mi favorito es un volcán que se llama Monte Kemekemo -Una nueva carcajada de Erika. Yo estoy a punto de romperme.
-Nombres aparte… -Kero se aclara la garganta- El segundo lugar es el Bosque Yenodárbol -Se acabó, lo he intentado, lo juro, pero me rindo. Dejo que mi risa fluya acompañando a la de Erika, que parece tener severos problemas para respirar.
-¡BUENO, YA VALE! -Miiko chilla, amenazando con calcinarnos a los dos. En seguida nuestras risas mueren- Kero, por favor, continúa.
-Eeeh… sí -Parece algo incómodo. Lo siento, Kero-. Esos son los dos lugares que he podido cercar… Lo siento, no he sido muy útil.
-Todo lo contrario -Leiftan le sonríe con una sonrisa de las suyas-, de no haber sido por ti, te aseguro que no tendríamos nada con lo que trabajar.
-Tiene razón -Miiko asiente-. Gracias, Kero -Carraspea-. Eso es lo que hay. Me gustarían grupos pequeños y discretos, de personas que sepa que no van a ponerse en peligro inútilmente… Por eso quiero pedíroslo a vosotros, chicos.
-¡Faltaría más! -Nevra hace una de sus famosas reverencias- Estamos a tu disposición, Miiko.
-Concuerdo -Añade Ezarel. Valkyon sólo asiente.
-Para que seamos pares, os acompañaré yo -Dice Leiftan-. Sé que no soy el mejor luchador, pero sabéis que al menos podéis contar conmigo… Así que, ¿quién quiere ser mi compañero?
-¿Me concederías el honor? -Pregunta Ezarel en todo adulador.
-Será un placer -Leiftan sonríe.
Nevra y Valkyon intercambian una mirada y también se sonríen entre sí. Bueno, todo el mundo parece contento… O no. Veo a Erika hacer un gesto indignado un segundo antes de que ella estalle.
-¡Un momento! -Grita, y en mi mente se reproduce automáticamente Courtroom Révolutionnaire- ¡Yo también quiero ir!
-Erika, no es un paseo por el campo -Ezarel intenta disuadirla. Erika niega con la cabeza.
-Lo sé, pero quiero ir -Hace un gesto de enfado-. ¡Dos personas me parece muy poco seguro! Y, y, además, ahora que estoy enterada de esto no creo poder estarme quieta de brazos cruzados esperando tranquilamente!
Miiko suspira. Va a decir algo, pero Leftian hace un gesto para llamar su atención y niega con la cabeza. La kitsune frunce el ceño, dividida. Finalmente, resopla.
-Está bien -Erika da una alegre palmada al escuchar esas palabras-, los dos humanos también van.
……………………… W0t.
Noto todas las miradas de la sala fijas en mí. La de Erika está esperanzada, pidiéndome un gran favor. Ezarel está intentando fulminarme, y todo en su expresión me dice “Como aceptes, prepárate para recibir el mayor de los castigos”. Por último, la mirada que más intensa siento es la de Nevra, a mi lado. Por el rabillo del ojo veo su expresión, inescrutable. Eso no me ayuda mucho.
Bufff… Pufff… Maldita sea…
-Por mí, perfecto -Miento, la mirada de Erika ganando a la de Ezarel. Ella hace un gesto de alegría, mientras que él se pasa un pulgar por el cuello muy, muy lentamente. Vale, sí, lo que sea.
-Todo resuelto, entonces -Miiko suspira-. Así pues, cada uno con su jefe de Guardia: Erika con Nevra y Hiiro con Ez-
-¡NI LOCO VOY YO CON ESE A UNA MISIÓN NUNCA JAMÁS EN MI VIDA!
-¡NI DE BROMA VOY CON EL ELFO!
-Haced lo que queráis -Miiko se rinde, poniendo las manos en alto, y el báculo se le cae al suelo y ella ni lo mira-. Ya ni me importa. Me da igual todo. Sí. Todo.
-Creo que la habéis roto -Murmura Nevra por lo bajo.
Al fijarme en él, veo que sonríe. Su sonrisa es contagiosa.
Galería de arte - Una familia feliz
Parte 2
-Hace frío -Es lo primero que se me ocurre decir al llegar a la Gruta Hasefrío.
Nevra se ríe, y Valkyon alza una ceja de forma irónica, pero no dice nada.
Han pasado ya unos cuantos días desde que salimos de la Guardia. Llegar hasta la base de las montañas ha sido ya un viaje de varios días, más luego un día de descanso/preparación para la escalada, y la escalada en sí.
Me arrepiento tanto de haberme apuntado a esto. Juro que me arrepiento tanto. Nunca en mi vida me había sentido tan extenuado. Maldita sea…
¡Y además, hace un frío que pela! Podrías esperártelo de unas “montañas del norte” en las que no deja de caer nieve y el viento ruge con furia, vale, pero que ya sepas que haga frío no quita que haga frío. No podíamos haber ido al bosque, noooooo, teníamos que irnos a las montañas del norte porque el elfo “Resiste poco al frío” y “Tiene claustrofobia”, EXCUSAS, EXCUSAS, EXCUSAS. ¡NADA MÁS QUE EXCUSAS! Brr...
Valkyon y yo venimos completamente embutidos en ropa de abrigo, y de hecho él me ha dejado uno de los cinturones del uniforme de su guardia, que tiene literalmente MAGMA dentro, pero ni con esas. Al otro lado está Nevra, con la misma ropa de siempre. Dato vampírico curioso #3: No tienen frío. MALDITA SEA NEVRA SI NO TIENES FRÍO DAME ESA BUFANDA.
-Hiiro, insisto en que podemos encargarnos de esto solos -Valkyon intenta convencerme, por quinta o sexta vez ya, de que me vuelva al poblado de la base-, deberías volver.
-Ni de broma -Intento sonar firme a pesar de la tiritera-. Yo me quedo.
-¿Estás segu-
-LeT ThE SToRm rAGe oN!!1! THE COLD NEVER BOTHERED MY ANYWAY!!
-¿Pero qué está diciendo?
-Valk, déjalo -Nevra le pone una mano en el hombro mientras me mira con una sonrisa-. No quieras herir su orgullo. Además, cuando entremos en la gruta y nos libremos de la tormenta, será mejor.
Nevra tiene razón. En el interior de la gruta, más resguardados del feroz viento, las condiciones son menos apáticas. Sigue haciendo un frío que pela, pero al menos ya no tengo una corriente de aire luchando por derribarme continuamente.
Valkyon saca de su mochila un mapa de la gruta que Kero rescató del archivo cartográfico de la Guardia y los tres miramos el dibujo con interés.
-No tenemos ni idea de dónde va a salir la planta -Dice-, pero según Kero, a cuanto más recóndito el emplazamiento, mejor. Dicho eso, posiblemente la encontremos en alguna cámara que aún no haya sido explorada. Propongo que nos acerquemos a los límites conocidos y a partir de ahí decidamos cómo proceder.
-Nada que objetar -Nevra asiente con conformidad. Yo supongo que no tengo ni voz ni voto, así que tampoco digo nada.
Abrirse paso por la gruta es bastante complicado, y no es por las paredes estrechas y los pasajes intricados (al ver a Valkyon darse con la cabeza en el techo más de una vez me alegro por primera vez en toda mi vida de ser bajito), sino por los resbalones. Parece ser que diecisiete años de lucha contra las aceras resbaladizas y mojadas de Londres no son suficientes años.
Estoy a punto de comerme el suelo en más de una ocasión, pero para mi suerte (o desgracia, porque se está llevando unas buenas risas con eso) Nevra está ahí siempre para evitar que me la pegue.
-Empiezo a pensar que lo haces a propósito -Se burla cuando me resbalo por enésima vez-. ¿Tanto te gusta que te coja en brazos? Podemos ir de la mano, si quieres.
-¿Qué? -Entro en pánico repentino- No, yo, no, esto…
-Nevra, no es el momento -Gruñe Valkyon, algo más avanzado que nosotros-. No acoses al chico. Hiiro, ten más cuidado.
Murmuro una afirmativa y me coloco derecho. Le dirijo una mirada nerviosa a Nevra. Conociéndole, no sé si bromea o va en serio. No piensa de verdad que lo hago a propósito, ¿no? No soy ese tipo de persona… Oh, dios, lo sabía, lo sabía, ahora va a pensar que intento…
Mi cadena de pensamientos se interrumpe cuando estoy a punto de resbalarme de nuevo. Por el rabillo del ojo veo a Nevra queriendo atraparme, pero es Valkyon el que me coge del cuello y me endereza. Después, suspira con cansancio.
-Nevra, ¿puedes volver atrás e ir por la bifurcación que no hemos cogido? -Pide. Nevra hace un gesto de sorpresa- Lleva mosqueándome un rato, porque no está en el mapa.
-Eh… ¿No prefieres ir tú?
-No, creo que tú te mueves más rápido. ¿Por favor?
Nevra no tiene ninguna excusa, así que no le queda más que aceptar, y se escurre galería atrás. Valkyon me mira como si fuera un pegote de arcilla con el que no supiera cómo trabajar. Yo trago saliva ante su mirada escrutadora.
-Por dónde empezar… -Murmura él.
-Lo siento -Me disculpo yo-. Q-que conste en acta que mi intención no ha sido en ningún momento…
-Ya, ya, estoy acostumbrado al carácter de Nevra -Hace un gesto cansado-. No tienes por qué preocuparte, no es culpa tuya. Es así con quién le gusta -¿Entonces no está enfadado por eso?-. Lo que me preocupa es que te partas la nuca de un resbalón.
-Ah -Sí, eso es preocupante-. Lo siento, el sentido del equilibrio y yo tenemos una relación complicada. Por otro lado, la gravedad me atrae bastante -Me mira un poco perplejo, como si no supiera por dónde coger mi comentario.
-Bueno… Eso es un problema que tenemos que solucionar -Se aclara la garganta y deshace su usual pose de brazos cruzados-. Lo primero es corregir tu postura. Vas demasiado estirado, muy tenso. Así, te aseguro que no vas a poder sujetarte si te caes. Escucha atentamente…
Valkyon me da una serie de instrucciones para corregir mi postura. Lo exagera un poco, pero entiendo más o menos qué es lo que tengo que hacer para no matarme. Dice que lo primero que tengo que hacer es ganar seguridad. Le dices eso al chico al que le sacas cabeza y media y está moqueando como un maldito en mitad de una peligrosa gruta en las montañas. No me siento muy seguro, la verdad.
Lo que dice tiene sentido y procuro aplicarme el cuento, aunque tampoco termino yo muy convencido. Tras un rato, Nevra vuelve.
-He encontrado unas flores de hielo, pero poco más -Dice, atusándose el flequillo-. Ni agarp ni enmascarado misterioso.
-Al menos sabemos que era un punto muerto -Satisfecho, Valkyon se recoloca la mochila y emprende de nuevo la marcha-. Continuemos -Me lanza una mirada… rara-. Hiiro… cuidado con los peligros que acechan.
Por alguna razón noto que hay un doble sentido en sus palabras que no capto, pero yo asiento igualmente y echo a caminar, poniendo esta vez más cuidado de por dónde piso. Casi no necesito la ayuda de Nevra esta vez. Casi.
Seguimos con el camino, y en algún momento hacemos una pausa breve para descansar, y luego seguimos ooooootro buen rato, hasta que cuando ya creo que voy a caer desplomado alcanzamos el límite del mapa, y hacemos otro alto. Yo me dejo caer al suelo de forma pesada, y, aunque se estaban haciendo los valientes, los otros también parecen agradecer la pausa.
Decidimos que es momento de comer algo, aunque solo comemos Valkyon y yo mientras Nevra explora un poco qué hay más allá, sin alejarse demasiado.
-Creo que puedo entender por qué nadie se ha acercado por ahí -A la vuelta de su exploración, comparte sus impresiones-. Está todo congelado, más que ahora, lo prometo. Hay carámbanos de hielo con pinta de peligrosos en el techo, y la estructura en sí tampoco parece muy estable. Se romperá todo y moriremos aquí si hacemos mucho el bestia.
-Gracias por los ánimos -Comenta Valkyon-. Bien, he pensado que lo mejor sería que nos dividiéramos en dos grupos. Uno de dos personas que se aventure en el interior e intente encontrar el agarp y una tercera persona que se quede aquí a modo de refuerzo por si… Ocurre algo.
-¿Yyyyy ese refuerzo tienes pensado que sea…? -Nevra le tienta. Valkyon hace un gesto con las cejas.
-Tú. Sé que no te gusta, pero eres el más cualificado… -Disgustado, Nevra hace un gesto de exasperación- Tienes el oído más fino, así que sabrás si pasa algo, y también eres el que puede salir y entrar de aquí con menor torpeza.
-Y tú eres una masa de músculos que seguro que rompe las paredes solo con tocarlas -Se queja Nevra-. Precisamente se necesita a alguien grácil y escurridizo como yo para…
-¿Y si vais los dos y yo me quedo de refuerzo? -Propongo.
-No, tú solo no te quedas -Los dos hablan a la vez.
-Hum, aunque no lo creáis, tengo un as bajo la manga q-
-Hiiro, no -Nevra es tajante.
Vale, mensaje captado. No insisto. Ya utilizaré mi arma secreta en otro momento.
Siguen debatiendo el asunto un rato, intentando decidir quién debería ir a buscar el agarp, y yo me entretengo en verles, porque Valkyon está rompiendo uno a uno todos los argumentos de Nevra y él empieza a desesperarse.
-¡Hiiro, dile algo! -Utiliza como último recurso- ¿No prefieres ir conmigo?
-A mí no me metas -Me quejo. Él me pone cara de cachorrito abandonado.
-Se acabó, acabas de perder esta discusión -Valkyon se levanta con un suspiro cansado-. Hiiro, en marcha. Nevra, tú quédate aquí y haz el favor de meditar la situación en la que estamos. Te estás comportando como un crío.
Nevra se queda congelado (ha, ha) en el sitio con la réplica de Valkyon, y yo sigo al Líder Obsidiana por la garganta de hielo que conduce a la siguiente cámara. Lanzo una última mirada por encima de mi hombro antes de hacerlo, y veo a Nevra con el ceño fruncido, mirando al suelo. Parece enfadado…
Valkyon tampoco parece exactamente contento, pero es bastante menos expresivo que Nevra y me cuesta un poco más leer sus emociones. Durante estos días de viaje he podido… No diría “conocerle”, pero sí verle más de cerca. Es una persona muy atenta y amable, la verdad, y aunque realmente no hemos mantenido ninguna conversación fuera de lo que es el ámbito de la misión, me cae simpático. Y… posiblemente Nevra se enfade si se entera de que he dicho esto, pero es el jefe de Guardia que más confianza me transmite.
Nos adentramos pues en la nueva cavidad, y damos a un habitáculo bastante más amplio que cualquiera que hayamos visto antes. Me recuerda a esas misteriosas habitaciones del Pokémon Mundo Misterioso, esas que hay entre las distintas fases de un territorio, ya sabes, donde hay una estatua de Kangaskhan muy oportuna para guardar la partida y… Ejem, que me lío con mis cosas. Al mirar hacia el techo veo los carámbanos de los que nos ha advertido Nevra, e intercambio una mirada con Valkyon en la que hacemos el pacto silencioso de no hablar si no es estrictamente necesario. Yo hago un sobreesfuerzo además por no tropezarme ni resbalarme ni romper nada ni estornudar, que ya es difícil.
Le sigo con cuidado según vamos revisando cada una de las aberturas de la sala, una a una, con mucho silencio, en busca de alguna cámara remota que pueda llegar a llevarnos hasta el agarp. Las tres primeras no tienen nada interesante, son un paseo; pero la cuarta ya tiene más enjundia, y pasamos un buen rato vagando por un canal de hielo hasta una bifurcación en la que nos separamos. Mi lado no tiene nada y al poco tiempo vuelvo con las manos vacías, a Valkyon le pasa lo mismo y damos la vuelta.
-Tal vez deberíamos decirle a Nevra que todo va bien y que aún no hemos encontrado nada -Digo mientras volvemos, porque aquí no corremos el riesgo de que se nos caigan cuarenta toneladas de hielo encima-, para que no se preocupe.
-No es mala idea -Admite Valkyon, y la forma en la que lo ha dicho me hace sentirme orgulloso conmigo mismo, como si acabase de aportar algo importante a la misión-. … Hiiro… Siento la indiscreción, y sé que no es asunto mío, pero por el bien de mi amigo… ¿Qué es lo que piensas de Nevra?
Le miro con ojos muy abiertos y la boca seca. Estoy a punto de tropezarme por primera vez en bastante rato, pero consigo recuperar el equilibrio en el último segundo, cuando él ya estaba por ir a agarrarme.
Que qué… pienso de Nevra. Oh, dios mío, no se creerá que… ¡Iiiiiih! ¡Pues por supuesto que lo piensa, Hiiro, eres gay! No, no, no, no, no… Tengo que aclararle que es un malentendido, y que yo no tengo ninguna intención con Nevra, y-y que el hecho de que sea gay no significa que me vaya a tirar al cuello del primero que pase, o, o q-que…
-Hiiro -Noto preocupación de repente en su voz-. Hiiro, tu respiración. Acompásala con la mía.
¿Qué…? Oh, dios, estoy hiperventilando otra vez… Patético. Hago un esfuerzo por domar mi respiración, y he de decir que la calma y el sosiego de Valkyon me ayudan bastante a tranquilizarme. Aún así, estoy hecho un manojo de nervios cuando recupero mi ritmo normal.
-E-e-e-e-escucha, V-V-Valkyon -Digo como puedo, jugando nervioso con mis manos-. Y-y-yo…
-No, no tienes por qué responder -Él hace un gesto para que me calme-. Evidentemente no tenía que haber dicho nada. Lo siento, Hiiro.
-N-n-n-no… -Tengo que dejar las cosas claras- N-n-no v-voy a intentar hacer nada, n-ni con Nevra, n-n-ni con nadie, a-así que n-no tienes por qué preocuparte, yo no…
-¿Por qué no ibas a hacerlo? -Parece extrañado por alguna razón- Quiero decir, si no estás interesado, evidentemente no… -Algo en su voz me dice que está tan incómodo hablando de esto como yo- … no tienes por qué. Pero… Mostrar interés no es… nada malo.
-Pero… -Intento buscar las palabras adecuadas- Es… desagradable, ¿no? Si un chico se interesase por ti no te gustaría, ¿no?
Él me mira con los ojos muy abiertos. Ay. Dios. S-seguro que me ha malentendido y ahora se piensa que me interesa él cuando estoy intentando decirle todo lo contrario, oh, dios mío; oh, dios mío; oh, dios mío; creo que voy a empezar a hiperventilar otra vez.
-No me molestaría -Valkyon finalmente responde-. No podría corresponderle, porque, bueno, a mí nunca me han atraído los hombres, pero puedo decirte que no me resultaría desagradable en lo absoluto. Me sentiría halagado, aunque fuera. ¿Cómo puede el amor ser desagradable?
Oh… Bueno…
Levanto la vista de mis manos para mirarle a la cara, y me doy cuenta de que él mismo parece avergonzado por sus palabras, por el leve tono de rubor de sus mejillas. Lo que ha dicho es… muy bonito. Y… esperanzador, supongo. A veces se me olvida que no todo el mundo es como esos imbéciles del Nicholas James, que hay personas (una mayoría cada vez más grande, y, parece ser que en Eldarya prácticamente todo el mundo) a las que ni les importa lo que sea o lo que me guste.
Respiro con un poco más de alivio. No sé por qué, pero tener esta conversación me ha tranquilizado bastante.
-Supongo que tienes razón -Termino por decir, algo avergonzado por mi actitud-. Gracias, Valkyon. Y siento mi, eh… reacción. Me he alterado un poco.
-No… la culpa es mía por meter los pies en el yaskhël del ajeno… -Voy a suponer que eso es una expresión de por aquí y a fingir que la entiendo- Tenía que haber sabido que iba a ser un tema que te incomodase, y… No es asunto mío. Lo lamento.
Comparto con él una especie de sonrisa tensa y nerviosa, y él me devuelve algo similar. Luego carraspea y hace un gesto de ponerse en marcha.
-Sigamos con la misión -Propone. Yo asiento. Pero antes…
-Eh, Valkyon, sobre Nevra…
-No, olvídalo. No quiero molestarte más con ese tema.
Vale… Aunque tampoco es que yo tuviera mucho más que decir en realidad. Quiero decir… ¿Qué decir? … ¿Por qué estoy repitiendo la palabra “decir” tantas veces? ¿Q-qué es lo que pasa? ¿Por qué siento…? ¿Ha subido la temperatura de la sala? ¿¿Eh??
De repente, una imagen acude a mi mente, y esta es la de Nevra arrodillado frente a mí durante la misión del comesueños. Voy a admitir que es algo que a veces me ha perseguido cuando me quedo mirando a la nada… N-nada fuera de lo normal, supongo… Quiero decir, la escena fue… Bastante sexy. Y, cuando pienso en esto, en mi mente aparece otro momento con Nevra: cuando me salvó del primo Stan. Le recuerdo estando sobre mí, su cuerpo contra el mío, la inesperada cercanía de nuestros rostros… Y, antes de que pueda evitarlo, muchas otras imágenes acuden a mi mente. Cuando me sacó en brazos de la biblioteca, cuando me ayudó a elegir ropa nueva, nuestro primer encuentro cuando él me salvó del Perro Negro, y… todas las veces que ha bebido de mi sangre.
La primera vez me desmayé de la impresión, pero las otras dos… Es… tiene que ser algún súper poder vampírico… Tal vez algo como lo del súcubo, alguna cosa para evitar que las víctimas se resistan, pero… En las dos ocasiones he sentido un cierto… Magnetismo hacia él. Algo que me pedía que me abrazase a su cuerpo y le dejara beber de mí… No, en realidad… es más como que… le dejase hacer lo que quisiera con mi cuerpo… Ay, qué mal está sonando eso… Pero es justo lo que sentía. La última vez dije cosas un poco raras, ahora que recuerdo…
En mi mente aparece un último recuerdo, y este es de la noche en la que nos colamos en la cantina y charlamos sobre… Lo mío. Recuerdo nuestro abrazo y recuerdo que, a pesar de que su cuerpo estaba frío, yo sentía una cierta… calidez reconfortante. Bien, estaba llorando como una magdalena, y estaba completamente desconsolado, pero estar entre sus brazos me hacía sentirme… Bien. Como si no pudiera pasarme nada malo.
Noto cómo mi rostro se calienta por momentos según mi mente hace este viaje por mis recuerdos con Nevra, y siento un montón de… cosas raras acudir a mí de repente. ¿Hiirooooooo? ¿A qué ha venido esto? ¿Qué tipo de cosas tienes reprimidas en tu interior, maldita sea? Niego fervientemente con la cabeza, despertando la curiosidad de Valkyon, que me lanza una mirada extrañada al verme hacer gestos para mí mismo.
Es por lo que él ha dicho. Nada más. No es absolutamente nada más. Si no hubiera mencionado a Nevra, no hubieras pensado en todo esto, sí, eso es. De todas formas no tiene nada de malo fantasear un poco de vez en cuando… ¿no? Quiero decir, damn, Nevra está buenísimo, las cosas como son… Es atractivo, tiene un cuerpo diez, y cada vez que recuerdo la sensación de su lengua rozando mi piel m-
¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!! ¡¡HIIRO MALO!! ¡CAMBIA DE LÍNEA DE PENSAMIENTOS, YA!
Y, mientras me regaño a mí mismo, pierdo la concentración, y con ello el equilibrio, y sin que nadie pueda hacer nada por evitarlo, me caigo al suelo de culo. Palidezco, y veo a Valkyon hacer lo mismo, cuando una grieta aparece en el hielo a mis pies.
Parte 3
(Narra Valkyon, que nadie se acostumbre)
Miro a Hiiro, que está blanco como un no-muerto mientras está en el suelo, mal que bien sentado, a metro y poco de mí. Mis ojos pasan entonces a la grieta del suelo. Vale, no se ha roto. No sé qué hay debajo del suelo de hielo de la habitación… pero tampoco quiero averiguarlo. Tengo que buscar una manera de sacar al chico de ahí, pero no sé cómo, porque yo tampoco puedo moverme demasiado o a lo mejor los dos acabamos sepultados en el hielo.
-No te muevas -Formo las palabras con los labios. Él asiente muy, muy lentamente y muy levemente.
Bien. Demonios… En momentos como este mi musculatura es más un obstáculo que una herramienta. No se me ocurre cómo puedo hacer esto. A lo mejor si…
Inconscientemente, cambio el peso de una pierna a otra al buscar una mejor postura, y mala idea. A la grieta del suelo no le sienta bien y se resquebraja un poco más. Escucho a Hiiro soltar un sonido asustado, y al segundo se arrepiente de haberlo hecho, a juzgar por su expresión. No ocurre ninguna tragedia, sin embargo, aunque a los dos se nos corta la respiración por un instante. Vale… vale. Yo tampoco puedo moverme ahora. Habrá que buscar otro método.
-Nevra -Intento susurrar su nombre, esperando que tenga la audición suficiente para escucharme. Sé que Ezarel sí podría, pero él no lo tengo tan claro-. Estamos en una situación delicada. Si puedes oírme, ven. Con mucho, mucho cuidado.
Espero unos instantes, pero no ocurre nada, ni me da ningún signo de que pueda haberme oído. Pruebo en un tono un poco más alto, temeroso de lo que pueda ocurrir si alzo demasiado la voz, pero tampoco hay respuesta. Maldita sea… Tal vez con otro reclamo funcione.
Con movimientos lentos y calculados llevo mi mano al filo de un cuchillo de caza que llevo colgado del cinturón. Muy útil pero poco práctico en este tipo de situaciones, mi martillo ha tenido que quedarse en la Guardia, pero yo no voy a ninguna parte sin mi coraje y mi cuchillo. Con un movimiento rápido me hago un corte en la mano, y al instante noto el escozor de la herida y veo el rojo de mi sangre asomar tímidamente. Hiiro me dirige una mirada preocupada, pero sabe por qué lo estoy haciendo.
No pasa mucho hasta que Nevra aparece en la cámara, con movimientos veloces pero cautos. Al ver la situación en la que estamos, hace un gesto de comprensión, y en seguida se escurre por la sala viendo distintos ángulos de aproximación a nosotros. Tras meditarlo unos instantes, vuelve a salir por el paso que conduce a nuestro “campamento”, y al rato vuelve con una cuerda, listo para el rescate. Por gestos indica que Hiiro va primero, y yo no tengo ningún problema con ello. Se posiciona y con habilidad arroja la cuerda hacia el techo, haciendo que pase por encima de un… trozo de hielo que a mí me parece bastante inestable. Es cierto que es bastante ancho, y tal vez pueda con el peso de Hiiro, pero me asusta un poco que algo salga mal y se nos caiga el techo encima. Espero que Nevra sepa lo que se hace.
Medito esto mientras le veo atar uno de los extremos de la cuerda con un nudo corredero, y, cuando pienso que se lo va a lanzar a Hiiro, le veo girarse con más brusquedad de la que debería hacia una de las aperturas de la sala. Yo miro en esa dirección también, intentando divisar algo con mi (parcialmente) privilegiada vista, restos de cualquier especie faérica a la que se suponga que pertenezco (parcialmente). Veo algunas figuras acechar en la oscuridad, y maldigo mi estupidez. Con el peso de la situación, no se me ha ocurrido pensar que el olor de mi sangre podía atraer a otras criaturas además de a Nevra. No me estoy comportando de forma muy inteligente, en general.
Con un gesto nervioso, Nevra indica que esperemos, y le veo aproximarse con toda la rapidez que puede hacia las criaturas, a las cuales creo poder identificar como xylvras salvajes. No sabía que los xylvras vivían en las montañas. Debe de haber tres o cuatro, calculo, a ojo, pero no estoy muy seguro.
Nevra se lanza al ataque en cuanto llega a zona segura, y escucho los bufidos de los familiares (no estoy seguro de que en su estado salvaje deban de llamarase así, a decir verdad, pero será el concepto que utilice) al tener a alguien plantándoles cara. Conociéndole, no creo que les lastime, pero estamos invadiendo su hábitat, así que posiblemente sean bastante poco reacios a “dejarnos estar” con simplemente un poco de intimidación. Los ruidos de la batalla se hacen llegar hasta aquí, y de nuevo me preocupa que se nos vaya a caer el techo encima, pero no ocurre nada.
Hiiro, de espaldas a lo ocurrido, intenta lanzar miradas nerviosas por encima de su hombro, e intuyo su peocupación. También intuyo su miedo cuando, de repente, uno de los xylvras sale a la habitación en la que estamos de un salto, quedándose a unos metros de distancia de él.
Maldigo para mis adentros. Nevra parece estar ocupado, y sé bien que si pudiera estaría atendiendo esto, pero… Creo que me toca a mí.
Intento moverme con toda la delicadeza que puedo, asustándome un poco cuando el suelo cruje un poco a mis pies. No se resquebraja, sin embargo, así que sigo en mi intento de salir de la zona crítica. El xylvra no parece intimidado por el frágil hielo y, gruñéndole, busca la mejor forma de saltarse al cuello de Hiiro. Veo como él lleva una mano temblorosa a uno de los bolsillos de su cinturón, y vagamente me pregunto qué querrá hacer… Pero no puede hacer nada. Yo tampoco.
El xylvra gruñe y salta hacia Hiiro. En el movimiento, el hielo cruje a sus pies, y todo ocurre a muy deprisa, pero yo lo veo pasar muy lento.
El hielo se rompe, el suelo cede y veo a Hiiro caer por el agujero que se forma a sus pies, junto con el xylvra, que emite un gemido asustado. Yo intento extender una mano en su dirección para agarrarle, pero es inútil, está muy lejos, y no soy capaz de hacer nada. Sintiendo el hielo romperse también bajo mis pies, rápidamente me apresuro a salir de ahí, escapando de la peligrosa (y esperemos que no mortal) caída.
Escucho un gemido venir de las profundidades de la cavidad en la que está Nevra, y luego le veo a él asomarse por la entrada. Al ver lo ocurrido, abre mucho el ojo, y en su cara veo algo que creo que nunca antes he visto en Nevra… Miedo. Pánico. Horror.
-¡¡Hiiro!! -Le escucho llamarle. Con menos cautela de la que debería se acerca al agujero del suelo. Cuesta distinguir lo que hay más abajo por la falta de iluminación- Hiiro, ¿me escuchas?
No hay respuesta. Le veo hacer un gesto consternado, y por un momento pienso que va a saltar, de modo que me acerco a él con rapidez y le arrastro, con mucha resistencia por su parte, hacia una de las aberturas de la sala, que ya es zona segura.
-Nevra, vuelve en ti -Le digo-. Saltar al agujero sin saber lo que hay abajo no va a ayudar a Hiiro -Él hace una mueca de frustración.
-Lo sé -Dice-. Lo sé, no… ¡Mierda! -Le sacude un puñezado a la pared, y en seguida se arrepiente al ver que deja una marca y que sus nudillos se enrojecen- Es todo mi culpa. Tenía que haber…
-No es culpa de nadie que el hielo sea frágil -Le recuerdo-. Y echarle las culpas al que sea tampoco va a ayudarle. Nuestra máxima prioridad ahora es…
-... rescatar a Hiiro -Completa él. Yo asiento-. Huelo su sangre. Ha debido herirse en la caída. O, tal vez, el xylvra…
-No nos pongamos en lo peor -Aconsejo-. Propongo que bajemos al poblado a pedir ayuda. Posiblemente estén más habilitados para este tipo de rescate que nosotros.
-No hay tiempo -Él niega con la cabeza-. Si está herido… Es posible que necesite de primeros auxilios -Me mira fijamente a los ojos-. Ve tú. Yo bajaré a por él. Esperaremos a que vengas con un equipo de rescate.
-¿Estás seguro? -Pregunto. Él asiente con seguridad.
Sé que Nevra es capaz de cuidar él solito de sí mismo y de Hiiro. Aún así, la situación es complicada, y preferiría que nadie corriera riesgos. Sé que de todas formas, incluso si tuviera algo que decir, no iba a escucharme. Ni soy su jefe ni soy quién para cuestionar sus decisiones.
Nos deslizamos de vuelta a donde él estaba montando guardia antes, y rescatamos de mi mochila algunos útiles de escalada. Luego volvemos a la cámara central, e instalamos algunas clavijas y tornillos en la pared que nos parece menos propensa a derrumbarse antes de tirar una cuerda por el agujero. Nevra comprueba que todo está en orden dando algunos tirones de la cuerda, y todo parece estar bien.
-Ten cuidado -Le digo, dándole un apretón de manos antes de que él se vaya en su rescate individual-, y cuida de Hiiro también.
-No tienes que preocuparte por eso -Asegura él. Luego, me sonríe con esa sonrisa suya que tantos corazones ha debido robar en la Guardia-. Le daré saludos de tu parte.
Con eso dicho, da un salto y, bien agarrado a la cuerda, baja por el agujero.
Sin nada más que hacer aquí, yo me interno por el camino de vuelta a la salida de la cueva con toda la prisa de la que soy capaz.
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(Narra Nevra)
Me deslizo por la cuerda de escalada notando la fricción de la misma en mis dedos expuestos, y me dejo caer al suelo cuando llego al final del trayecto. Con el ceño fruncido, miro en todas direcciones en busca de…
-¿Hiiro? -Le llamo, con voz suave. Sin respuesta- ¡Hiiro!
El eco me devuelve el nombre. Debería estar aquí… ¿o no? Examino mejor la nueva estancia en la que estoy. El suelo está cubierto de una espesa capa de nieve que ha debido amortiguar su caída, y me pregunto cómo habrá llegado a nevar aquí, pero ese no es mi mayor problema. Esquirlas de hielo de la ruptura del piso de arriba se dejan entrever aquí y allá, algunas manchadas de un doloroso carmesí que sé que es cero negativo. Olisqueo el aire en busca del rastro de Hiiro. Lo noto débil y lejos… Pero lo noto. Evidencia: no se ha matado con la caída, ha sido capaz de irse de aquí por su propio pie. Eso es bueno. Más evidencias: Está herido. Y el xylvra tampoco está… Pero también hay rastros de su sangre. Eso es malo.
Por lo menos sé lo que tengo que hacer, tengo que ir en su busca yyyyyyy-¿¿Ehhh?? Recojo con bastante desconcierto algo que hay en el suelo, y lo examino con la poca luz que entra por el agujero del techo. Esto… ¿Qué significa esto? Esto es… Ropa. Ropa de Hiiro, bueno. Su abrigo, la camisa… ¿Qué diantres? No le encuentro ninguna explicación lógica a por qué iba a tirar su ropa por el suelo… Salvo el hecho de que está hecha una pena a base de jirones, ¿le importaría a alguien explicarme qué ha pasado aquí?
Por el Oráculo… ¿habrá sido cosa del xylvra? Esto puede significar que la situación es peor de lo que me esperaba.
Rápidamente me pongo en marcha siguiendo el olor de la sangre de Hiiro. Seguramente él pensase que ese comentario es muy… ¿cuál es la palabra que usa él? “Kripi”, o algo así, no sé, es una de esas lenguas raras que habla, pero la fácil, no la otra, que sólo la entiende él.
Hiiro… Maldita sea. No puedo perderle. Si llega a pasarle algo en mis propias narices… jamás me lo perdonaría. Juré (para mis adentros, pero aún así cuenta) que le protegería de todo, ¿y qué he hecho? Bien, me le he traído a una cueva helada que está en el culo del mundo, he dejado que se despeñase en el hielo y un xylvra le ha atacado. Me da igual lo que diga Valkyon de que nadie tiene la culpa de nada, soy un fracaso como “protector”, y pienso seguir pensando eso hasta que no le tenga entre mis brazos y sepa que está sano y salvo… Cosa que dudo bastante cuando, de vez en cuando, veo una mancha rojiza en la nieve del suelo. Cero negativo, por supuesto. ¡Mierda!
El aroma de su sangre empieza a cobrar cada vez más fuerza, lo que significa que o bien se está desangrando o bien me voy acercando cada vez más, y espero que sea la segunda.
-¿... Nevra? -Muy, muy a lo lejos, le esucho decir mi nombre- No puede… ¿Nevra? ¡Nevra!
-¡Hiiro!
Una sonrisa ilumina mi cara de repente, al escuchar su voz. Está aún muy lejos… ¿cómo narices me ha…? Oh, bueno, ¡a quién le importa! Echo a correr por el oscuro túnel en su dirección, guiado ahora también por su voz, y pocas veces en mi vida me he alegrado tanto de que los vampiros seamos tan rápidos.
Hasta que llega un momento en el que finalmente me encuentro con él, en una pequeña abertura de los túneles que da a una bifurcación. Toda la alegría que tengo de verle se transforma en sorpresa de repente al ver su… estado.
Lo primero que veo es la mancha de sangre a su costado, una herida aún abierta y que me llama para que beba de ella con una intensidad que me es difícil ignorar. Eso me hace ver que tiene el torso desnudo, y… lo que no es el torso. Algunos jirones de ropa cubren vagamente algunos aspectos de su anatomía de forma que parece casi a propósito, y no sé si estar agradecido o si maldecir. Dicho eso, hay algo en su cuerpo un poco… Raro. No es imaginación mía que me parezca que es más alto o que tenga más músculo, y tampoco me imagino el pelo largo, del que sobresalen dos puntiagudas orejas; los ojos excesivamente brillantes; o los pronunciados colmillos que le veo cuando abre la boca para hablar.
-Ehh… Sí, puedo explicarlo -Dice, parece que algo incómodo ante mi mirada escrutadora. Me dedica una pequeña sonrisa-. Pero me alegro de verte.
Y debe ser verdad, a juzgar por cómo se mueve la peluda cola que se agita a su espalda.
…
¿Desde cuándo es Hiiro un hombre lobo?
Parte 4
(Narra Nevra)
Las puntiagudas orejas de pelaje negro que surgen del pelo de Hiiro se mueven ligeramente según le informo de nuestra situación y la de Valkyon. Por un lado, es adorable, en cierto sentido. Por otro, escalofriante.
Le he prestado mi kimono, y con eso y lo que quedan de sus pantalones más o menos parece una criatura civilizada de nuevo, pero todo él tiene ahora mismo un aire… salvaje que no se puede evitar.
-Con respecto a lo tuyo… Estoy seguro de que hay una gran historia detrás -Digo, aún mirando con sorpresa la cola que se agita a su espalda en lo que parecen movimientos involuntarios. Él asiente.
-Sí, eh… Primero de todo, asumo toda la responsabilidad sobre lo ocurrido… Soy un torpe y es culpa mía que estemos en esta situación -Sus orejas se agachan un poco, y si pudiera darme un infarto me lo daría. ¿Por qué me parece tan adorable el movimiento de sus orejas?
-No te preocupes por eso, Hiiro… -Le dedico mi mejor sonrisa- Los accidentes ocurren -Él me lanza una mirada que por alguna razón me recuerda a las de Ezarel cuando pone esa expresión de desinterés suya.
-Ya, pero hay formas y formas de provocar accidentes -Se queja-, y creo que esto puede ser categorizado como “desgracia”.
-Ya nos pelearemos por eso cuando salgamos de esta -Recuerdo las palabras de Valkyon cuando dijo que no valía la pena echarle culpas a nadie-. Cuéntame la historia.
-Vale… eh… Antes… -Él parece inquieto… Y el movimiento de su cola me lo confirma- Si te vas a enfadar con alguien, enfádate conmigo, no con Chrome, y-
-¡Lo sabía! -Gruño- ¡Sabía que ese iba a tener algo que ver! -Es un poco obvio, teniendo en cuenta la apariencia lobuna de Hiiro. Carraspeo- Sí, eh, no me enfado, sigue -Él toma aire.
-¿... te acuerdas de aquella misión de la anémona a la que fui con Ezarel y Erika? -Asiento. Aunque juraría que era una poliónmona y no una anémona… Oh, bueno, son casi lo mismo, qué más dará- Durante esa misión Ezarel me enseñó dos cosas: Las perlas de oxígeno y los fuegos emperlados… Tiempo después, pensando sobre ello, me acordé de la perla de sueño que me tiraste el día que nos conocimos, cuando me dormiste para llevarme a la Guardia -Ah, los buenos tiempos en los que casi morimos a manos de un Perro Negro. ¿Cuánto ha pasado de eso ya?-. Pensé “vaya, esta gente tiene tiene unas cosas muy raras”, y empecé a interesarme por la fabricación de perlas, para infortunio de Ezarel, al que no le gusta que revolotee por la sala de alquimia.
-Qué se puede hacer si llevas la Absenta en la sangre -Me río. Él me arquea una ceja. Oh, pensándolo bien, esa no es una buena formulación de la frase.
-Sí, bueno… El caso es que con el tiempo he aprendido a hacer algunas perlas, y pensé que podría llegar a usarlas como método de autodefensa si en algún momento ocurría algo… -Asiento. Bien pensado. Ser capaz de protegerse a uno mismo nunca es mala idea- Pero me parecía que aquello no era suficiente… Pensé en que a lo mejor había una forma de hacer… Algo más… Algo que de verdad pudiera ayudarme a tenerme por mí mismo en batalla, no simplemente dormir al enemigo y salir corriendo… Y entonces Erika me contó su historia en Jade y lo de la poción de sironomagia.
-Oh, Oráculo.
-Si sabes sumar dos más dos te darás cuenta de lo que se me ocurrió hacer -Sé sumar dos más dos, pero aún así él lo explica-. Una perla que permita la transformación en un faery concreto... Las posibilidades eran infinitas si salía bien. Desafortunadamente, mi alquimia no llega a tanto, así que tuve que pedir ayuda a alguien que supiera más que yo y no fuera un elfo gruñón.
-Chrome -Murmuro entre dientes. Le he dicho que no iba a enfadarme, pero… Maldita sea, Chrome, ¿cómo se te ocurre? Hiiro asiente.
-Efectivamente. Puso resistencia, pero logré camelármele jugando una de mis cartas maestras -Tengo curiosidad...- y al poco estábamos investigando cómo hacerlo. Cada faery necesita una elaboración especial para su poción, y se necesita a alguien de la raza concreta para poder completar la receta, así que probamos con, bueno, ya imaginas… Y el resultado…
-Fue un completo fracaso.
-¿Pero qué dices? -Hace un gesto indignado, y se da un tirón de una de sus orejas- ¡Rotundo éxito, ¿o no me ves?!
-¿Entonces esta es la primera vez que pruebas la fórmula?
-¿Te acuerdas de aquella excursión de tres días en el bosque que hice con Chrome?
-Ah… sí. Me chocó bastante, porque sé que odias el bosque. ¿Los efectos duran tres días, pues?
-No, apenas unas horas, nos quedamos más tiempo por si aparecía algún tipo de “efectos secundarios” -Pues en realidad sí que parece que lo tenían todo pensado…-. De hecho… La fórmula es aún un poco inestable, y los efectos un poco dispares… -No me gusta el gesto que está haciendo. Le lanzo una mirada preocupada- Ah, no, no te preocupes, no es nada grave. Simplemente, no funciona como debería. Los efectos del crecimiento muscular duran poco, apenas unos cinco minutos, mientras que las orejas y la cola tardan horas en irse.
-¿Crecimiento muscular…?
-¿De dónde te crees que salía la ropa hecha jirones? -Vale, eso tiene sentido. Intento no imaginarme la idea de un Hiiro hipermusculado, pero es inevitable- De todas formas, duele bastante, así que preferiría estabilizar la fórmula y prescindir de musculatura a favor de un mayor tiempo de transformación y a ser posible no quedarme desnudo a cada vez -Y parece avergonzado al decir esto. Suspira-. Pero en esta ocasión era una emergencia, así que…
-¿Por el xylvra? -Él me mira sorprendido.
-¿Esa cosa era un xylvra? Alguien debería ponerle ilustraciones a El Gran Libro de los Familiares… Tenía nepeta helada en el cinturón, la encontré subiendo la montaña, todo hubiera sido más fácil… -Hm. Eh. No se ha leído ese tocho de libro, ¿no…?- Bueno, el xylvra se cayó conmigo, y, como era de esperarse, estaba bastante alterado, así que se puso agresivo y… Me tocó defenderme. Más bien, le he ahuyentado, porque onvrelobo o no soy completamente patético en batalla, pero menos es nada.
-Ha sido una estupidez ponerte a hacer pociones por tu cuenta y riesgo -Le recrimino-, pero me alegro de que estés bien. Eso sí, pienso decírselo a Ezarel y hacer que te prohiba la entrada a la sala de alquimia.
-No, por favor -Él lloriquea, y de su garganta se escapa un gemido similar a un quejido animal. Parece avergonzado por ello-. Lo siento, no lo controlo bien.
Con un gesto le digo que no pasa nada. Entendiendo un poco más la situación, tomo aire con profundidad…
Y huelo sangre.
Su sangre.
Hasta el momento había sido algo como un ruido de fondo, una tentación lejana que me producía un leve escozor en la garganta, pero de repente soy plenamente consciente de la herida de Hiiro y del líquido la empapa.
Trago saliva con dificultad, dándome cuenta de que en algún momento mis colmillos han empezado a alargarse, mi cuerpo ansioso por beber. No, atrás. Retrae, retrae. No eres un salvaje.
Pero es sangre humana…
La sangre de Hiiro…
-¿Nevra? -Hiiro me llama con preocupación en su voz. Miiiiierda. Se ha dado cuenta de que me pasa algo- ¿Todo bien…?
-Tu san… tu herida… ¿cómo está tu herida? -Bien, Nevra, eres el rey de la discreción, ¡un gran aplauso para el líder de la Guarida Sombra! Plas, plas, plas.
-Sangrando -Es la única respuesta que da, y por alguna razón me parece hasta casi provocativa-. No es grave, sólo… escuece un poco, pero… Te… ¿te molesta? Debería haberse cerrado, quiero decir, ¿no tienen los hombres lobo curación mágica súper rápida de esa?
-De hecho, no -Él hace una mueca-. No es tan común como crees…
-Oh, bueno… Supongo que al menos me puedo dar con un canto en los dientes de no estarme helando de frío -Ahora que lo dices, debería estarse quejando del frío, teniendo en cuenta su poca vestimenta-. ¿Tal vez algún efecto de la poción?
-A mí no me preguntes, yo no sé nada de eso -De hecho, la alquimia y yo no somos tan buenos amigos como me gustaría…-. ¿Quieres algo más de ropa? Puedo dejarte las mangas, o los guantes, o… Mira, la bufanda, la podemos usar para tu herida.
-Ah, finalmente esa cosa va a tener un uso práctico.
Qué gracioso. Le encanta meterse con la ropa de Eldarya, especialmente con la mía parece ser, porque no es el primer comentario que me hace sobre la bufanda. Desenrosco la tela de mi cuello y se la ofrezco, y él lo agradece con un murmullo. En cuanto se abre un poco el kimono para poder colocársela a modo de vendaje, mi mirada se fija en su herida. Prácticamente me está llamando. Maldita sea. Hago un gesto para taparme la nariz y la boca, pero es inevitable, tengo el aroma de su sangre metido bien dentro.
Y eso me da sed. Tanta sed… Un lado oscuro de mí mismo me pide imperiosamente que beba, que clave los colmillos en su piel y succione hasta la última gota de su sangre. Esto llevaba años sin pasarme, desde que era un adolescente hormonado. ¿Será porque es humano? ¿Será porque es Hiiro? ¿Será por las dos?
Hago un esfuerzo increíble por apartar la mirada de su herida y centrarla en cualquier otro punto… Que terminan siendo las cicatrices de Hiiro. No es la primera vez que las veo, esas heridas que surcan su pecho, pero sí la primera vez que puedo apreciarlas de verdad.
-Hiiro, ¿qué son esas… cicatrices? -La pregunta sale de mis labios antes de que pueda pensarme dos veces si de verdad quiero hacerla o no. Él levanta la mirada a mí, y permanece en silencio unos instantes, como meditando qué tipo de información quiere darme.
Están bien curadas, pero contrastan con el tono de su piel, y a lo mejor si no te fijas no las ves, pero yo sí que me fijo. Lo que más me trastorna es que no parecen… accidentales. Parecen hechas a medida, siguiendo líneas muy concretas sobre su pecho.
-Heridas de guerra -Termina por decir-. Soy un samurái forjado en mil batallas. Es normal que tenga algunas, pues no has de actuar necio en creer que mis enemigos sean menos fieros que yo.
Es el tipo de historia que le dices a un niño para que no pregunte más, para que tenga algo con lo que contestarse. Desgracia para mí, no soy un niño, y la curiosidad me puede.
-¿Te las hizo alguien?
-Fue en mi lucha contra un dragón de acero -Sigue diciendo, sus ojos rasgados desviándose de mí, su atención de nuevo puesta en vendarse la herida-, un fiero dragón. El muy cobarde atacó por sorpresa, y antes de que pudiera desenvainar a mi fiel compañera atada al cinto, sus fauces se cernieron sobre mí sin piedad.
No quiere hablar de ello. Entendido. Suspiro, y no digo nada más. Él tampoco. Termina de atarse mi bufanda de alguna manera y se pone en pie con más energía de la que es común en él. El olor de la sangre no ha disminuído en lo más mínimo.
-En lo que llega Valkyon, ¿por qué no damos una vuelta por las galerías? -Dice, una evidente herramienta de distracción, porque el Hiiro que yo conozco preferiría quedarse quietecito y sentadito esperando a Valkyon- A lo mejor encontramos el agarp.
No es mala idea, así que me pongo de pie con él y los dos echamos a caminar. Desde que empezó nuestra conversación ha perdido algo de musculatura y su altura se ha reducido unos centímetros, poco a poco volviendo a ser el Hiiro de siempre. Su cola se mueve de forma suave de un lado a otro. Es… curioso verle de repente con una. Me pregunto si será completamente funcional… Sólo hay una manera de averiguarlo.
Sin vergüenza alguna le pego un tirón, y él se para en seco, pega un respingo y me grita algo que no entiendo y suena a “madre foca”, pero yo no entiendo de focas y le miro sin saber qué significa lo que se supone que me esté chillando.
-DON’T EVER FUCKING TOUCH THAT AGAIN!! -Así culmina su griterío- Bloody idiot...
Con una sonrisa que posiblemente no deba transmitirle mucha confianza, yo asiento, sin haber entendido una sola palabra. Seguimos caminando.
Exploramos todas las rutas posibles sin separarnos un solo momento, porque no pienso dejarle solo otra vez, y, aunque creo que recorremos cada rincón de las galerías, no encontramos nada de nadarp. ¿Has visto ese juego de palabras, eh, eh? Qué gracioso soy.
En un momento dado, Hiiro se para. Hace una mueca, y luego se gira hacia mí con expresión interrogante.
-¿Hueles eso? -Pregunta. Yo niego con la cabeza. Lo único que llevo oliendo desde hace un rato es su sangre- A lo mejor es cosa mía, pero, eh, es como… Creo que se nos está acercando un xylvra. O varios -Intento afinar el oído en busca de algún sonido, porque mi olfato ahora mismo no sirve para nada. Hmmm… No escucho nada.
-Mejor vayamos a un lugar más abierto -Propongo-. Si nos atacan, prefiero que no sea en un túnel angosto. ¿Puedes correr?
-¿Sí?
Corremos de vuelta a la habitación del boquete desde el que se cayó Hiiro. Aquí nos encontrará Valkyon cuando vuelva a buscarnos, así que en realidad lo mejor que podemos hacer es no alejarnos mucho de aquí… Y ya hemos explorado las galerías lo suficiente.
-Se acercan -Dice Hiiro, y es verdad, porque empiezo a oírles.
-Quédate en mi campo de visión todo el rato -Ordeno yo-. No hagas movimientos arriesgados. No te acerques a mí si me pasa algo. No intentes llamar su atención.
-Nevra, y-
Antes de que pueda decirme lo que sea que quiere decirme irrumpen en la habitación, entrando por el lado opuesto al que hemos hecho nosotros, un grupo de tres xylvras. Les reconozco como los del ataque interior, y reconozco al alfa por una herida que tiene en su lomo, posiblemente a causa de la caída, como la de Hiiro. Me faltan dos, y supongo que serán los dos a los que les he pegado aquella paliza antes. No es que quiera ponerme innecesariamente violento con familiares que no han hecho nada y no tienen culpa de nada, pero si me atacan, yo me defiendo. Como ahora.
El alfa me bufa de manera peligrosa, y yo le siseo en respuesta. No estoy solo, escucho un gruñido provenir de la garganta de Hiiro. Me quedo un poco sorprendido, porque ha sido un sonido bastante violento, y un instinto animal en mí me dice que tenga cuidado con él, a pesar de que sé que no le haría daño ni a una mosca. Como sea, su gruñido no ha parecido gustarle tampoco al alfa, que vuelve a bufarle de mala manera. Hiiro le gruñe de nuevo, de forma más violenta todavía. Ha ganado el concurso de sonidos raros, creo.
En defensa de su alfa, uno de los xylvras se lanza al ataque, garras por delante, y yo me adelanto para interceptarlo y tirarle al suelo con un golpe seco. Última advertencia: si no os vais, os prometo que os haré daño, quiera o no. El alfa gruñe, y su otro compañero y él se lanzan a por mí al segundo, mientras que el que tengo sujeto intenta morderme el cuello. Mala idea, aquí el chupasangre soy yo.
Me alejo con un brinco, esquivo un zarpazo y no tengo problema en golpear simplemente con el puño a uno de los animales, que gimotea con el puñetazo y retrocede, bufando. El tercero, el alfa, se me echa encima de un salto y yo le rechazo tirándole al suelo como he hecho con el primero, aunque consigue arañarme el brazo antes de que me le quite de encima.
En vista de que sus garras escuecen y de que han conseguido hacerme sangrar, metido la idea de desenfundar las dagas, pero termino por descartarla. No quiero matarles, de verdad. No son enemigos, sólo son criaturas asustadas. Pretendo ahuyentarles y ya está.
Uno de los xylvras bufa antes de saltarme al cuello, yo me agacho y le sacudo una contundente patada directa a su caja torácica, arrancándole un gemido. Otro se lanza a por mí y se pone a dos patas para atacarme, yo acepto el desafío y le cojo por las dos patas delanteras. Por un momento tenemos un rifirrafe en el que nos peleamos, y, vaya, cómo pesa el bicho, pero termino por ser yo el que gane. Me giro hacia las dos criaturas y, en el tono más violento que puedo, les siseo de forma amenazante, ganando incluso al gruñido de Hiiro.
Hi… Hiiro. Oh, demonios. Le he perdido de vista, y el alfa no está conmigo, así que debe estar con él y-¡OH, HIIRO!
Los dos xylvras deciden que ya han tenido suficiente de lo suyo, y salen corriendo con el rabo entre las piernas de forma literal. Yo me giro rápidamente para buscar a Hiiro con la mirada, y me le encuentro un poco más allá, con el alfa… Y… Parece no tener problema alguno.
-Bien, bien, buen gatito -Está diciendo, acariciando al xylvra entre las orejas, y el familiar ronronea de forma plácida junto a él-. ¿Quién es un buen gatito? ¡Tú eres un buen gatito!
-¿Hiiro…? -Le miro un poco confuso. Él me sonríe y, de forma triunfal, me enseña el cinturón que ha rescatado del montón de jirones de ropa que se había dejado aquí.
-Nepeta, ¿recuerdas? -Saca un poco de uno de los bolsillos, y al felino se le iluminan los ojos al olisquear la planta. Hiiro se la ofrece y él la mordisquea- Si llego a saberlo ni me transformo en hombre lobo ni nada -El xylvra topa a Hiiro con la cabeza, reclamando su atención, y Hiiro parece encantado de poder acariciarle.
Creo que simplemente no tengo palabras. Pero… bueno, es un método de librarse de ellos, sí. Y efectivo como el que más. Aunque lo podría haber dicho antes y nos hubiéramos ahorrado todo lo del concurso de gritos, ahora tengo la garganta algo rasposa y tengo sed y no me ayuda en nada el hecho de que el aroma de su sangre siga en el aire. Estoy haciendo verdaderos esfuerzos para no lanzarme sobre él y…
-Ah.
Hiiro deja escapar una exclamación de sorpresa en tono quedo, y yo interrumpo mis pensamientos para ver qué está pasando. El xylvra, que antes ronroneaba gustoso en su regazo, ha cogido un tono azulado y se disuelve en energía, volviendo a su forma de huevo. ¡Vaya, caramba! Esto no me lo esperaba.
-¿Q-qué le ha pasado? -La voz de Hiiro denota preocupación. Adorable. Sonrío sin poder evitarlo- ¿Está bien?
-No te preocupes, Hiiro, está perfectamente -Me acerco a él y al huevo que ahora reposa con calma sobre la nieve-. Le has caído bien y le has dado nepeta, así que ha decidido que quiere ser tu familiar.
-Oh, ¿en serio? -La idea parece gustarle. Frunce el ceño, sin embargo- Pero ya tengo a Tori…
-Cambiar de familiar es de lo más común -Le animo-, y eso no significa que quieras menos a tus familiares. Puede pasar mucho tiempo hasta que encuentres a uno que se adapte a tu estilo de vida y sea un verdadero compañero. Créeme, a mí me costó bastante encontrar a Shaïtan… -Y aún más conseguir que me aceptase como compañero, pero eso es una historia que es mejor que no le cuente ahora- De todas formas, sería muy grosero por tu parte el no darle ni siquiera una oportunidad, ¿no crees?
Hiiro mira el huevo con aprensión, mordiéndose el labio de forma pensativa. Finalmente termina por ceder y recoge el huevo. Hace una mueca de sorpresa cuando lo coge.
-Está frío… -Comenta. Yo me río.
-Claro que está frío, Hiiro. Es un trozo de hielo.
-No, quiero decir, lo noto frío -Y me mira fijamente-. Tengo… tengo frío.
Oh, oh.
Parte 5
(Narra Nevra)
Hiiro está hecho una bola sobre sí mismo, acurrucado de la mejor manera que puede contra una de las paredes de la gruta, pero no sé si eso es mejor o peor. Le he dejado el resto de mi vestimenta que he considerado que le puede ser útil: la camisa interior, los guantes, las mangas del kimono, e incluso las botas, y ahora se ha invertido la situación y soy yo el que está apenas con los pantalones puestos. Aun así, él tirita, y ya no sé qué hacer.
Ha vuelto a su tamaño normal y prueba de ello es que mi ropa le está grande. Hace un rato que su cola y orejas desaparecieron, y de su transformación aún quedan unos colmillos algo pronunciados, cada vez menos, y poco más. De su ropa hemos intentado rescatar lo que hemos podido, pero está todo echado a perder, y el cinturón de magma de Obsidiana se ha quedado sin energía y ahora no es más que una roca pesada.
Valkyon, maldita sea, ¿dónde estás? Han pasado ya horas desde que nos separamos, no sabría decir muy bien cuántas, pero ya debería estar aquí. Espero que no haya ocurrido ninguna tragedia, como, no sé, que haya una tormenta en la montaña y le sea imposible moverse, o que se haya encontrado con el enmascarado que viene a por el agarp y estén enzarzados en una pelea o algo así.
Me levanto y me paseo nervioso por la sala, intentando pensar en algo, lo que sea, lo que pueda ayudar a Hiiro. Pero no se me ocurr-
-¡Ah, movimiento! -Me acerco a él y me coloco a su altura- Es mala idea que te quedes quieto. Deberías moverte o algo. Corretear, lo que sea. Tu cuerpo quemará energía y lo agradecerá.
-¿T-tú c-c-crees? -Oh, Oráculo, su voz… Parece tan débil…
Asiento, y le ayudo a ponerse en pie. Está temblando de una manera que no es normal, y sus movimientos son lentos y descoordinados. Espera, espera, ¿no será…? Le pongo una mano en la frente para asegurarme, y él hace un vago gesto de duda.
-Estás ardiendo -Digo.
-¿Qué? Imposible, tengo frío…
-Porque tienes fiebre -Le explico. No parece que su mente esté tampoco en sus mejores momentos. Maldita sea...-, y por eso tienes tanto frío también.
Buenas noticias, eso significa que a lo mejor no se está muriendo congelado, que es sólo cosa de la fiebre. Malas noticias, está enfermo.
-Qué estás haciendo, Valkyon… -Murmuro entre dientes, mientras ayudo a Hiiro sentarse de nuevo. Los dientes le castañetean de forma preocupante.
Estoy desesperado. No sé qué hacer. No estoy preparado para este tipo de situaciones… En mi vida me he puesto enfermo, así que no sé cuál es el procedimiento estándar. Nunca en mi vida había echado tanto en falta a Eweleïn.
-Hiiro -Le llamo-. ¿Hay algo que pueda hacer? ¿Cómo puedo curarte la fiebre, o hacer que se pase un rato aunque sea?
-Supongo que no tienes un ibuprofeno encima… -¿Qué ha dicho? Una palabra rara. Creo que está delirando- … Frío.
-Sí, tienes frío… -Pero no sé cómo hacer para remediarlo, Hiiro, y lo siento tanto…
-... Estás frío.
Ah. Ah, sí, oh, cierto. Supongo que esto de ser un carámbano de hielo andante no le debe estar ayudando demasiado. Me incorporo para alejarme de él, pero noto una de sus manos aferrarse a mi muñeca con debilidad. Me mira con ojos febriles y sus labios forman una palabra “No”.
-¿Me quedo contigo? -Pregunto. Él asiente- ¿Aunque esté frío?
-Estás frío, pero es… Mejor -Parece tener algunos problemas para formar frases. Me siento frente a él, y me sorprendo cuando se deja caer sobre mi pecho, pero le atrapo en seguida y le abrazo con fuerza, como si eso pudiera darle algo de calor-. Sí, es mejor. No entiendo por qué, porque sé que estás frío pero… Es… cálido.
-¿Cálido? -Le miro con el ceño fruncido- ¿El qué, qué es cálido?
-No lo sé -Admite-. A lo mejor la fiebre me hace delirar. Pero la última vez no tenía fiebre, y también lo sentí...
-¿En la cantina? -Él asiente. Quiero… seguir preguntando, pero no es el momento.
Tengo que sacarle de aquí, rápido, como sea. Si Valkyon no va a hacerlo, tendré que hacerlo yo.
Estudio la habitación. Tiene que haber alguna galería que conecte este piso con el superior, y por ahí han tenido que venir antes los xylvras. Puedo echármele a la espalda e intentar encontrar el camino, pero tal vez nos perdamos. Podría también intentar subir la cuerda por la que le he bajado, pero, uff, ¿su peso y el mío? No sé yo. Tal vez en éxtasis de sangre, pero… Pero no puedo pedirle eso ahora… ¿o sí?
Una parte muy pequeñita de mi cabeza me está diciendo que sí, que lo haga, que se lo pida, que beba. Pero está febril, y…
El aroma de su sangre, que lleva todo este tiempo en el aire, ahogándome, se hace más intenso, y de repente se me hace casi imposible respirar. No puedo. No debo. No. No, Nevra, no. Ni se te ocurra…
-¿Nevra? -La voz de Hiiro me llama.
Yo salgo de algún tipo de estado de hipnosis, y me doy cuenta de lo que he estado a punto de hacer. Agachado sobre él, mi mano se ha escurrido por el interior del kimono, acercándose peligrosamente al nudo con el que ha atado la bufanda, a punto de deshacer toda la barrera que hay entre su herida y yo.
Me muerdo el carrillo de tal forma que me hago daño, y noto un sabor metálico en mi boca. Ahí tienes, salvaje. ¿Querías sangre? Pues bebe de la tuya, pero a él no le toques un solo pelo. Mi herida se cura casi al instante y lo único que queda de ella es el regustillo metálico de mi propia sangre. Rápidamente aparto la mano de donde la tengo, y aprieto a Hiiro contra mí con más fuerza todavía.
-Lo siento -Le digo-. Lo siento, Hiiro. Cuando estoy contigo, me cuesta… me cuesta controlarme.
-Es… por… quieres beber, ¿verdad? -Incapaz de mirarle a los ojos, asiento. Él me indica que quiere separase de mí, y se lo permito, pero no se aleja mucho, apoyando sus manos en mi torso desnudo- Puedes… puedes hacerlo, si quieres.
Tengo que hacer un verdadero esfuerzo por no lanzarme de forma automática sobre su cuello.
-No, Hiiro-. No es el momento ni el lugar. No puedo hacerte eso. Ni siquiera la necesito.
-Pero quieres, ¿verdad?
Es estúpido que me niegue, mis colmillos me desvelan. Hiiro lleva una mano a mi mejilla, y con un movimiento me hace girar levemente el rostro para que le mire a los ojos. Intento poner mi cara más seria, pero me cuesta al ver sus ojos brillantes y su expresión cansada.
-Puedes hacerlo -Repite-. Bebe de mi sangre, Nevra.
-No -Me niego, con voz firme-. No pienso morderte, Hiiro. La fiebre te está haciendo decir cosas que no quieres decir, y no pienso aprovecharme de eso. Me odiarías después, y yo me odiaría a mí mismo.
-Es imposible que yo te odie -Con una caricia, su mano cae de mi mejilla-. Imposible. Tal vez tengas razón y es la fiebre. Tal vez sea que me he vuelto loco. Yo estoy seguro de que tiene que ser alguna cosa rara de vampiro que me estés haciendo… Pero, ahora mismo, puedes morderme, puedes… puedes hacer lo que quieras con mi cuerpo, y yo no tendría ni una sola queja.
Algo se dispara en mí al escuchar sus palabras, pronunciadas con voz suave a causa de su debilidad, pero aún así con una dulzura tan peligrosa y provocativa que se me hace irresistible.
Me agacho para llevar mis labios a su cuello, y noto la presión de su piel contra mi dentadura. Todo mi cuerpo me pide que clave los colmillos en su vena, que perfore su piel y beba de su sangre hasta saciarme, hasta quedar lleno.
Pero no lo hago. En lugar de eso, le beso. Le beso el cuello, y él deja escapar un ruido, y luego le beso un poco más arriba, y luego le beso la mandíbula, y beso la comisura de sus labios. Con mis dos manos le sujeto el rostro, y, juntando nuestras frentes, la suya ardiendo a causa de la fiebre y la mía tan fría como siempre, le miro fijamente a esos fascinantes ojos azules que llevan semanas persiguiéndome en sueños.
-No pienso volver a herirte otra vez -Le digo.
Inmediatamente después cedo a todos mis instintos y sacio toda mi hambre con un beso.
Sí, es un beso voraz, es un beso fiero, porque le necesito. Le necesito como nunca he necesitado a nadie. No necesito de su sangre, sino… le necesito a él. Murmuro su nombre, y él me responde diciendo el mío, y suena tan bien viniendo de sus labios… Es… irresistible.
-No me dejes -Le pido, respirando de forma pesada-. No te vayas nunca de mi lado.
Él no dice nada, sólo asiente, pero es toda la respuesta que necesito, y vuelvo a besarle con el mismo hambre feroz de antes.
¿Qué me ha hecho? Nunca he sentido esta… necesidad… por nadie. Nunca, nunca en mi vida. Ni siquiera pensé que yo fuera capaz de sentir algo de forma tan intensa. Y ha sido en un espacio de tiempo tan corto… Pero desde el primer momento… desde que le vi en el bosque, recién llegado, y le salvé la vida, y él me salvó la mía cuando bebí de su sangre; hasta hoy. Todo ha sido rápido, pero intenso, y corto. Quiero más de él. Quiero todo lo que tenga que ofrecerme.
Le quiero, entiendo finalmente.
Llego a esta conclusión cuando nuestros labios se separan, y él hace un esfuerzo por coger aire, parece que costándole respirar. Yo le estrecho contra mí, pasando mi mano por su pelo negro, y el contacto con su cuerpo me parece electrizante.
-Voy a sacarte de aquí -Prometo-. Pienso…
Hay algo mal.
-¿Hiiro? -Le llamo. No hay respuesta. Ni un solo movimiento. Me separo de él y le miro. Su cara ha perdido mucho color, tiene los ojos cerrados y su respiración es… demasiado débil- ¡Hiiro!
No hace nada. Está inconsciente.
-¡Nevra!
El pánico que estaba a punto de invadirme se detiene de repente al escuchar la voz de Valkyon sobre mí. Elevo la mirada y la fijo en el boquete del techo, donde veo asomado a mi amigo junto a algunos desconocidos, presumiblemente la ayuda que ha ido a buscar.
-¡Necesitamos ayuda médica! -Grito- ¡Tiene fiebre y se ha desmayado!
-¡Entendido! No te preocupes, vamos a sacaros de ahí a los dos.
Eso espero. Sinceramente, eso espero.
Parte 6
(Narra Hiiro)
Abro los ojos lentamente y siento todo mi cuerpo muy pesado. Tengo mucho, mucho calor, y siento como si tuviera una manta de veinte centímetros de espesor encima. Además, acabo de despertarme, pero estoy muy cansado.
Mi mente intenta reconstruir mis ideas para averiguar por qué estoy así, pero mi cerebro no quiere colaborar. Me cuesta procesar las cosas.
Miro a un lado, a otro, y al techo de la habitación en la que estoy. Por el decorado tradicional diría que estoy en… Ni idea porque esto japonés no es. Tal vez chino… Algo similar, pero…
Eldarya.
Por un momento me había olvidado de Eldarya. Eldarya, la Guardia, sí. Estoy en la Guardia Absenta. Mi jefe es un imbécil. Estoy de misión… Eso es. Estoy en el poblado del pie de las montañas… Curioso, porque de hecho recuerdo haber ido a las montañas. Con Valkyon y… Noto un pinchazo en la cabeza. Con Valkyon y Nevra, sí.
Me caí por un agujero en el hielo porque soy un desastre con patas. Me peleé con un… Se me ha olvidado el nombre. Un Gato Grande de Hielo Feroz. Luego me fui. Me perdí. Me encontró Nevra, sí. Caminamos por las galerías, volvimos a la sala, nos peleamos con una manada de Gatos Grandes de Hielo Feroces y me hice amigo de uno, y luego… frío.
Noto un ligero dolor de cabeza.
Frío… pero calor. ¿Qué soy, Katy Perry? No desvaríes. Es la fiebre… Ah, eso es, tengo fiebre. Normal, después de pasearme casi en cueros por una montaña helada. ¿En qué momento se me ocurrió la perla de licantropía? Ghhh… Mis recuerdos son un poco borrosos. Recuerdo a Nevra, sé que estaba conmigo, pero no sé exactamente qué me dijo, y… Y eso es todo lo que recuerdo. En algún momento debí desmayarme.
Estoy cansado…
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Cuando vuelvo a abrir los ojos, ya estoy mejor. La iluminación de la habitación ha pasado a ser un tono anaranjado, de lo que supongo que estará atardeciendo. Hago un esfuerzo por incorporarme, y todos los músculos de mi cuerpo se quejan a la vez.
-Au, au, au… -Protesto. Noto un especial dolor punzante en mi costillar izquierdo. Es cierto, tengo una herida…
A mi lado tengo una jarra de agua y un vaso, y tengo sed, así que me bebo dos buenos vasos antes de saciarme. Luego exploro con la mirada la habitación. En una esquina está mi ropa usual, la que llevo puesta en la Guardia, y aprecio que estoy vestido con alguna especie de pijama de enfermo que, no voy a mentir, no huele muy bien. En la misma esquina hay un huevo de hielo… El del xylvra, cierto, me había olvidado. Ya pensaré qué hacer con él… cuando pueda permitírmelo.
No hay nada más que llame mi atención, así que me levanto de la cama y me calzo con pereza unas sandalias que hay a los pies de esta. Después, me arrastro fuera de la habitación.
Creo que es una pequeña clínica, o algo similar. Gente cubierta de un espeso pelaje blanco, muy larguiluchos con brazos que casi les llegan al suelo y con uniformes de enfermería se pasean de un lado a otro del pasillo. Vago por los pasillos hasta que me encuentro con un mostrador que, a juzgar por la cara de aburrimiento del tipo que lo regenta, debe ser el recibidor.
-Hm, hola… -Saludo, algo cortado. Él me mira por encima de unas gafas de montura metálica- Me llamo Hiiro Allen… Guardia de Eel, Guardia Absenta. Acabo de despertarme, pero no sé q-
-Ah, sí, el chico de la Guardia -No sé si será por el timbre de su voz o por su tono, pero el cómo lo dice me resulta muy maleducado-. Espera, ahora aviso a alguien para que te revisen. Vuelve a tu cuarto.
-No me acuerdo del número de habitación -Confieso. Él me mira con pura exasperación en sus ojos. De verdad, ¿es que todo el personal de hospital existente en todo el maldito universo conocido y por conocer, mundos extravagantes incluídos tiene que contar con un amargado en recepción o qué?
-Ciento diez -Gruñe-. ¡Venga, andando! ¡Y tú, niño, ve a decirle al vampiro que el chico se ha despertado!
Un individuo considerablemente más bajo y de facciones más aniñadas sale corriendo a una velocidad inusualmente rápida por la puerta de la clínica. Ah… Supongo que veré a Nevra dentro de poco, entonces. Arrastrando los pies vuelvo a mi habitación, y al poco tiempo un… ¿un tío? de pelaje cano (Lo cual no entiendo porque si tienen el pelaje blanco por qué tiene can-Oh, mira, da igual) llega a revisar que todo está en orden. Me examina y parece satisfecho con lo que ve, pero me recomienda reposo y me prescribe unas ciertas medicinas que no tengo muy claro lo que son, así que pido que me haga una nota médica para enseñársela a Ewe cuando vuelva.
Cuando el médico está por terminar conmigo, alguien abre la puerta de la habitación sin llamar, y Nevra se lleva un ceño fruncido de parte del médico, así que se disculpa de inmediato.
-Perdón -Dice-. ¿Esperamos fuera?
-No, ya hemos terminado aquí -Responde el otro, poniéndose en pie. Me lanza una última mirada-. No tienes nada grave, chico, pero sigue las instrucciones que te he dicho o podrías volver a caer.
-Eso haré, muchas gracias -Y me pongo en pie para inclinarme levemente a modo de agradecimiento, dejándome llevar un poco por la temática arquitectónica del edificio. Él corresponde al gesto, sin embargo, así que supongo que no habré hecho mal.
El médico se va, y Nevra y Valkyon entran en la habitación, y me siento entre avergonzado y contento al ver una luz de alivio en los ojos de ambos.
-No te imaginas lo preocupado que estaba -Dice Nevra, y sin nada más se acerca a mí para darme un reconfortante abrazo. Oh. V-vale. Eso no me lo esperaba. Entro en estado de nerviosismo automáticamente. Él se separa de mí y me acaricia la mejilla, lo cual tampoco me esperaba y me pone las orejas rojas-. Llevas… días con fiebre, dormido.
-¿Días? -Me sorprendo un poco. Carraspeo al ver que él no retira la mano, invitándole a hacerlo, pero no lo hace, así que soy yo el que se aleja- B-bueno, lo siento. C-creo que la he pifiado un poco -Dejo escapar una risa incómoda. Nevra sigue mirándome fijamente, así que yo miro a Valkyon-. ¿Qué ha pasado con la misión…?
-Volvimos a la cueva cuando los médicos aseguraron que estabas estable -Responde-, pero no hemos encontrado nada. Hemos enviado un mensaje a la Guardia informando de lo ocurrido, y esperábamos que la respuesta llegase esta tarde, pero no ha sido así.
-Vaya… -Es lo único que puedo decir.
Nevra me está poniendo nervioso. ¿Qué le pasa? ¿Tan preocupado estaba? M-m-maldita sea, ¿qué le ocurre? Le lanzo a Valkyon una mirada interrogante, pero él tampoco parece entenderlo. Carraspea de forma incómoda.
-Os dejo solos, voy a ver si ha llegado algo…
¡No, no, no, no, no, ¡¡no, NOOOO!! ¡¡VALKYON!! ARF.
Necesito otro vaso de agua, así que voy a servírmelo. Noto los ojos de Nevra sobre mí en todo momento, y eso no me calma para nada. No sé cuándo ha adquirido la capacidad de ponerme nervioso con una sola mirada, pero no me gusta.
-No le he contado lo ocurrido en la cueva -Así rompe el silencio, y es de mala educación darle la espalda mientras me habla, así que me giro hacia él. Sorpresa, le tengo justo detrás y me pega un susto de muerte, lo que le levanta una sonrisilla-. Pero qué mono eres.
-¿M-m-m-m-m-mono? -Se acabó, ahora sí que estoy rojo, completamente rojo. ¿¡Qué le pasa ahora al loco del parche!? ¿Se ha pegado un golpe en la cabeza o algo? ¿Tiene él también fiebre? Llevo balbuceando un rato, y a él parece hacerle bastante gracia, así que corto mi sinsentido de sonidos e intento estructurar una frase completa- T-te refieres a lo del lobo, ¿no? Gracias, eh, la verdad es que no salió como esperaba del todo, así que quedase en petit comité hasta q-¡IIIIIIIIIH!
De la nada, pasa un brazo por mi cintura y me atrae hacia él, pegando nuestros cuerpos y poniendo una mano en mi mejilla. Yo siento cómo se me licua el cerebro por segundos. ¿Qué está pasando, qué está pasando? Ay, dios; ay, dios. Corazón, detente, vas demasiado rápido. Respiración, tranquila, que nos conocemos y sé que te gusta hacerme hiperventilar.
Él me mira fijamente a los ojos, y noto una intensidad inusual en su mirada. Me pone nervioso, pero por otro lado me resulta hasta… atrayente y-¡HIIRO, NO ES MOMENTO PARA SOÑAR DESPIERTO!
En realidad, viendo mi cadera pegada a la suya, puede que sea el momento exacto…
¿¡PERO QUÉ ESTÁS DICIENDO!?
-¿P-por qué estamos tan cerca? -Pregunto, mi alteración completamente visible. Veo su ceja alzarse casi con sorpresa, y al instante su ceño se frunce.
-¿Te acuerdas de lo que te dije? -Su tono de voz parece serio.
Yo intento hacer memoria. No. No, la verdad es que no me acuerdo de mucho. ¿Dijo algo? ¿Dije algo raro yo? Niego vehementemente con la cabeza.
-No -Le respondo. Veo una emoción extraña cruzar los ojos, pero no sé lo que es-. ¿E-era importante? ¿Hice algo… extraño? L-lo siento, no me acuerdo de mucho, a lo mejor la fiebre me hizo decir cosas raras, o…
Él me suelta inmediatamente, y yo doy un prudencial paso hacia atrás, pero detrás sólo tengo la cama, con la que me tropiezo, y me caigo sentado en ella. Nevra me mira con una inexpresividad inusual para él en el rostro, como si acabase de darle una muy mala noticia, y eso me hace preguntarme que qué demonios he podido hacer o decir.
Después de un rato, él sonríe.
-Entonces no se puede hacer nada -Y se atusa el flequillo-. Me dijiste que podría beber de su sangre hasta saciarme si te sacaba de aquella, pero si no te acuerdas…
Ah, ¿dije eso? Me resulta bastante factible. Por alguna razón parece que tiendo a decir, hacer y pensar cosas raras cuando tiene que ver con darle de mi sangre. Seguro que es alguna hipnosis vampírica o algo similar.
-Ah, eh… -Intento buscar algo que decir, porque parece decepcionado por alguna razón- Puedes… puedes hacerlo, si quieres. Quiero decir, ya hemos pasado por esto antes, y si tienes sed, yo…
-No, gracias -Él sigue sonriendo, y casi me parece que su sonrisa es falsa, pero no sabría decirlo-. Tienes las defensas bajas y preferiría evitarme accidentes. Cuando vuelvas a estar sanote me lo cobraré, sin embargo.
Me guiña un ojo de forma pícara y mis pulsaciones vuelven a acelerarse. É-él puede notar esas cosas, ¿verdad? Uff… Trata de calmarte, Hiiro…
-Entooooonces, yo también me voy a ver si hay noticias de Miiko -Dice, volviéndose hacia la puerta-. Te diría que te vinieras, porque seguro que algo de aire fresco te sienta bien, pero creo que aún no puedes salir del hospital. No te preocupes, vendré a verte antes de lo que te esperas.
Me deja con una despedida a medio pronunciar cuando cierra la puerta de un portazo, y es entonces cuando tengo la certeza absoluta de que algo va mal. Normalmente él es más… suave.
Me quedo unos instantes sobre la cama, pensando. ¿He podido decir algo que no debía? Posiblemente… A lo mejor en mi estado febril se me escapó alguna estupidez, o… Maldita sea, no consigo sacar nada en claro…
¿Y qué demonios pasa conmigo? ¿Por qué me he puesto así de repente? El contacto físico suele ponerme más bien nervioso, pero no… No de esta manera. Son unos nervios similares a los que siento cuando van a darme la nota de un examen, es como… expectación, o algo… Pero tampoco es eso, es algo distinto… Algo que sólo parece pasarme con él…
Es casi como si...
Noto una punzada atravesarme el pecho, y luego noto una ligera sensación de pánico. No. Noooope, nope, nopety nope. Estás pensando cosas raras. Es por la fiebre, que aún te afecta. Sí, eso es, eso es. Así que calma, respira yyyyy… Vete a darte una ducha fría, campeón, que es justo lo que necesitas.
Porque aquí tienen duchas, ¿no?
Capítulo extra - Two bros chillin’ on a hot tub, five feet apart ‘cause they’re not gay
-¿Duchas? -La enfermera me mira casi como si fuera tonto- Sí, claro que tenemos. Pero mejor que eso, te recomendaríamos que visitaras nuestro manantial de aguas termales. Tienen unas propiedades curativas asombrosas y seguro que ayudan a tu recuperación.
Miro a la enfermera con cara de sorpresa. ¿Aguas termales? ¿Como un onsen? ¿Hace cuánto que no voy a uno de esos? Bufff… Años. No es precisamente una “ducha fría”, pero...
-Me encantaría -Termino por responder.
Con una sonrisa de enfermera, ella me indica la dirección en la que están los baños, y para allá que voy. Parece que son de uso libre para los clientes de la clínica… Espero que luego Miiko no me pase factura por esto.
Me ducho para quitarme la porquería de la montaña (sí, antes de entrar a estas cosas hay que ducharse, es de sentido común pero mucha gente ni siquiera se lo piensa), y luego me dirijo a los baños con muchas esperanzas puestas en ellos… Espero al menos que no haya mucha gente, no me apetece bañarme rodeado de una multitud…
Y cuando llego a los baños, suspiro con mucho alivio, ¡no hay nadie! O bien son una porquería o bien he tenido muchísima suerte. Sea como sea, a mí me vienen más que bien. Si le echo imaginación puedo hasta pensar que las montañas que se ven a lo lejos son el monte Fuji.
Me sumerjo en el agua y al instante ya me siento mejor. No sé si serán aguas milagrosas o si sus propiedades curativas son excelsas o cualquier chorrada, pero con el simple hecho de estar a remojo ya me siento más calmado y sereno, después de todo lo que ha ocurrido. No es que la misión haya sido lo que se dice un “éxito rotundo”, y muy pocas veces en mi vida me he sentido tan cansado como ahora, de modo que mis músculos lo agradecen.
Tal vez el único momento en el que haya estado así de mal fuera…
De forma casi automática llevo una mano a la zona de mi tórax en la que se cruzan las cicatrices del pecho y del abdomen. Supongo que a estas alturas ya no van a curarse… Ninguna de las otras lo ha hecho tampoco, pero concretamente estas me… me hacen mucho la puñeta. Entre otras cosas, están ahí en medio diciendo “¡Eh, soy una cicatriz gigante, pregunta que de dónde salgo, seguro que al chico le encanta hablar de ello!”.
Hablar de… Oooooooh, ¡maldición! ¿Tal vez se me haya escapado algo en mi estado febril? A lo mejor es por eso que Nevra estaba tan… raro, o a lo mejor no tiene nada que ver, ¿pero y si-
-¿Hiiro?
Prácticamente grito cuando escucho mi nombre ser pronunciado. Al girarme, aprecio a Valkyon a punto de entrar en el agua… en toda su gloria. Rápidamente aparto la mirada, con un movimiento tan rápido que escucho un chasquido desagradable en mi cuello. ¡Cúbrete un poco, hombre! ¡Ten algo de vergüenza!
-V-V-V-Valkyon -Saludo. Eso es, que no se note lo nervioso que te pone-. ¿Q-qué haces aquí?
-Bueno, ser líder de Guardia te deja entrar con descuento a muchos sitios… -Explica, entrando en el agua no muy lejos de mí, la distancia de seguridad respetable, que según Anthony Padilla son cinco pies; aunque si es por motivo sanitario, tienen que ser seis pies y además conviene llevar mascarilla y lavarse las manos regularmente con gel hidroalcohólico- Y las aguas de aquí son buenas para los músculos cansados, a fin de cuentas. -Hm, ya, ahá, qué chulo… Yo miro por encima de mi hombro, hacia la entrada de los baños, inquieto-... Y, no, Nevra no viene conmigo. De hecho, te estaba buscando, creo recordar. Quería hablar contigo de “algo importante”.
“Algo importante”, ¿eh? No puedo evitar tragar saliva. Tiene que ser esa cosa que tanto le ha molestado antes, sea lo que sea. ¿Estoy listo para hablar de ello? … No lo tengo claro.
No digo nada, simplemente mirando en silencio un punto muy lejano del infinito, y él tampoco, porque, bueno, es Valkyon, qué va a decir.
Hmmmmhn.
Ya.
Sí.
Incómodo.
Mi inconsciente gay me hace lanzar una mirada de reojo al tipo que tengo al lado, y veo que está bastante tranquilo, con los ojos cerrados de tal forma que casi parece que esté dormido, pero no creo que nadie sea tan estúpido como para dormirse en un baño. A menos que le haya dado un patatús con el calor. Eh. Uh. No se lo habrá dado, ¿no? … Voy a probar a carraspear con discreción…
-Ejem… ejem, ejem… EJJJJJem… ¡EJEM! ¡EJEM, EJEM EJ-COF, COF, COFT-TJÉ-PFFFTTT, HIAAAAAAAAAH-, COF, COF, COF TJ-¡¡¡VALKYON!!!
-¿Hm? -Él abre los ojos al fin- Perdona, ¿has dicho algo? -No, no; nada, sólo he estado al borde de la asfixia…- Tiendo a… dispersarme cuando vengo a este tipo de sitios.
-Bueno, para eso están, supongo… -Y tú vas y le molestas, Hiiro. Muy bien.
-Hacía mucho que no venía a unas aguas termales -Para mi sorpresa, continúa hablando-, pero siempre me han gustado mucho. El calor me sienta bien, y… solía venir con mi hermano, a él también le encantaban.
… Su hermano, eh.
El silencio quiere volver a instalarse después de sus palabras, pero creo que yo ya he tenido suficiente incomodidad por hoy, así que es hora de darse a la fuga con elegancia.
-Bueno, pues yo ya me vuelvo -Digo, incorporándome para salir-. Será mejor q-
-¿Cicatrices?
Me congelo a medio camino de salir del agua. Al mirarle, veo que, efectivamente, sus ojos están clavados en mi piel. Su mirada me transmite la misma incomodidad que Nevra, pero por alguna razón en la suya hay un matiz… distinto, más… Agresivo.
-Son… eh… -Mi mente se niega a reaccionar esta vez. Vamos, Hiiro, improvisa, sácate algo de la manga, ¡ay, espera, que estás desnudo, qué tontito que eres!
-¿Heridas de combate?
-Sí -Contra un dragón de acero, ya. Él frunce el ceño con mi respuesta-. Quiero decir, no. Quiero decir, ¿importa eso? -Y dejo escapar una risa nerviosa. Nada sospechoso, Hiiro. Bien.
-¿Cuál de los dos? -Valkyon se incorpora también, y quedamos frente a frente (quitando esos treinta centímetros de altura que nos separan, pero se entiende), y de forma automática no puedo evitar fijarme en todas las cicatrices que surcan también su piel, prueba de innumerables combates- ¿Cómo te has hecho eso...?
Las suyas son más dignas que las mías, al menos. Todas ellas tienen que tener una historia detrás. Tal vez se las hiciera “protegiendo”, o “salvando” a alguien. Yo… pft.
-Invoco mi derecho de permanecer en silencio -Murmurro, casi sin vocalizar, y rápidamente me escurro fuera del agua.
-¡Espera, no te vas a ir sin-
Me agarra de la muñeca cuando estoy por salir, y eso sí que no me lo esperaba. Lanzo una exclamación de sorpresa, y entre lo mojado del suelo y el respingo que pego, pierdo el equilibrio de forma magistral. Temiendo partirme la nuca si me doy contra el borde al caer, desesperadamente busco algo a lo que agarrarme, sea lo que sea…
Y lo único que encuentro es Valkyon, quién a su vez me sujeta para evitar que efectivamente me caiga al suelo. El resultado es que termino pegado a él de una forma más cercana que con lo que me siento cómodo, casi aplastado contra su pecho mientras él me sujeta como puede de dónde puede.
Nuestras miradas se cruzan, y ese es el momento en el que el calor del vapor se me sube a la cabeza, haciendo que mis mejillas ardan como si tuviera fiebre de nuevo.
-¡Vaaaaaaaaalkyoooooooooon, no encuentro a Hiiro así que he venido a hacerte compañía, porque sé que sin mí estás muy soli… to… …….
Por favor, que alguien me mate. Gracias.
Valkyon y yo giramos la cabeza a la vez en dirección a la entrada, donde Nevra acaba de hacer su aparición y nos mira con una cara que dice tantas cosas que no sé ni por dónde empezar.
Mi primera reacción es empujar a Valkyon, y eso es lo que hago, y no sé cómo lo hago para quitarme semejante masa de músculo de encima con mis brazos de alfeñique, pero lo hago y él se cae al agua con un chapoteo.
-¡NO ES LO QUE PIENSAS, SEA LO QUE SEA EN LO QUE ESTÁS PENSANDO! -Grito, en un momento de histeria- ¡ABSOLUTAMENTE NO! ¡NO TENEMOS NINGÚN TIPO DE RELACIÓN FÍSICA! ¡YO NI SIQUIERA ESTOY INTERESADO EN UNA RELACIÓN FÍSICA! ¡NI CON ÉL NI CON NADIE!
-¿C-con nadie…? -Nevra habla con un hilo de voz.
-¡¡POR SUPUESTO QUE NO!! ¡¡SOY UN BUEN CRISTIANO Y ESTOY ESPERANDO HASTA EL MATRIMONIO, PERO SOY GAY Y NO PUEDO CASARME POR LA IGLESIA ASÍ QUE NUNCA EN MI VIDA PODRÉ HACER NADA, Y, OH DIOS MÍO, VOY A MORIR SOLO!! ¡¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAaaaaaaaaaaaaaaaaaaah….!!! Hace calor aquí, ¿eh?
Y, de repente, y, como si nada, me vuelvo a caer de espaldas, perdiendo el sentido completamente.
---
Vuelvo a despertarme en la habitación ciento diez, y esta vez ya tengo una cierta sensación de déjà vu. Sin embargo, en esta ocasión no estoy solo. Al lado de mi cama, sentado en un taburete con los codos apoyados en sus rodillas, la barbilla sobre sus manos entrelazadas y la mirada perdida en el infinito, está Valkyon. Le miro completamente desorientado.
-Te has desmayado por el calor -Dice, sin mirarme directamente-. Ha… ha sido… -Silencio. Él carraspea, se revuelve un poco y agarra un vaso con una bebida de color azulado que me ofrece- Bébetelo, te ayudará a sentirte mejor.
Así hago, apurando el vaso en pocos tragos. Casi de inmediato me encuentro mejor, sintiendo de repente que me invade un torrente de energía.
-¿Qué es esto? -Pregunto, completamente sorprendido por los efectos del misterioso brebaje.
-Es un remedio natural de la zona, ayuda al cuerpo a regularse y se lo dan a los que les pasa lo mismo que a ti -Explica-. Es… se llama…
Hace un gesto de duda. Luego, casi como si se arrepintiera de hacerlo, me mira directamente a los ojos.
-Se llama “Lágrimas de vampiro”.
Parte 7
Veo la Gran Puerta a lo lejos, y me parece que es un milagro que lo haya conseguido. ¿Cuántos días llevo de caminata? ¿Cuántos, maldita sea? Estoy completamente molido.
El día siguiente a que me despertara, llegaron noticias de Miiko: El grupo de Ezarel había logrado hacerse con el agarp de forma exitosa y sin enfrentamientos con Ashkore, que ni siquiera había aparecido. Dicho eso, se requería de inmediato la presencia de Nevra y Valkyon en la Guardia, temiendo que pudiera intentar infiltrarse para recuperar la planta. Yo aún no podía abandonar la vigilancia médica, así que tuve que convencerles de que volvieran sin mí, que ya llegaría cuando fuera.
No se me ocurrió pensar que eso significaba que tendría que hacerme todo el camino de vuelta a la Guarida yo solito. Ha sido una odisea. Una verdadera odisea. Pero finalmente se ha acabado…
-Jamás pensé que fuera a echar de menos este lugar -Digo, aproximándome a la Gran Puerta.
Qué… raro. Está cerrada. ¿Qué significa eso…?
Un movimiento llama la atención a mi derecha. Una cuerda cae muralla abajo, y, deslizándose por ella, un tipo embutido en una armadura negra con detalles rojos. Eh, vaya, qué chula. Por alguna razón, me recuerda a una especie de Genji menos cyborgizado.
El tipo y yo nos quedamos mirándonos fijamente unos segundos, yo pensando en lo chula que es su armadura y él no sé qué estará pensando porque no le veo la cara con esa másc-Espera un momento.
Máscara.
Armadura.
Rojo y negro.
Noto cómo mi cara pierde el color gradualmente al unir los puntos.
-A-Ashkore… -Pronuncio el nombre con voz temblorosa.
-Tú…
Tiro todo mi equipaje al suelo con un solo movimiento y me lanzo sobre el enmascarado. Debe ser por el factor sorpresa que consigo placarle al suelo, y por un momento pienso que voy a convertirme en el Legendario Héroe de Eel, pero se me olvidaba que soy un tirillas, y en seguida se vuelven las tornas.
Lanzo un grito cuando él se incorpora levantándome con él y me echa a su hombro como si fuera un saco de patatas. Noooo, no, no, no, no, ¿¡qué haces!?
-Tú te vienes conmigo, guaperas -Dice, y lo que más raro me parece de todo es que use la palabra “guaperas” y que la use conmigo.
-¡Yo no me voy a ninguna parte! -Grito, y recuerdo que soy un inútil, pero un inútil de Absenta, y abro uno de los bolsillos de mi cinturón para sacar una perla de destello que tiro al suelo sin ningún apuro.
Tenía mis dudas por la máscara, pero parece surtir efecto, y él tiene un momento de debilidad que aprovecho para zafarme de su agarre.
Ostras, ostras, ostras… ¿ahora qué? Eeeeeh…
Veo algo que me llama la atención colgado de su cinturón. En un frasco de cristal tiene el brote de una planta que me suena… La recuerdo un poco más mustia, esta tiene un verdor fresco y vivo, pero aún así estoy seguro… es el agarp.
Extiendo una mano, queriendo atrapar el frasco… Pero él me agarra de la muñeca, y, haciéndome una llave que estoy seguro de que es de aikido, me tira al suelo y me inmoviliza sin que pueda hacer nada.
-Agradece que tengo prisa -Le escucho susurrar cerca de mi oído, una voz siniestra y con un deje malicioso, distorsionada por la máscara-, pero volveré a por ti, y pienso descubrir quién eres…
Antes de que pueda ponerme a gritar pidiendo ayuda o de que se me ocurra alguna réplica ingeniosa, él me sacude un buen golpe en la nuca, y pierdo el sentido.
---
Me despierto gritando palabras sin sentido en la enfermería.
Un grupito formado por Eweleïn, Miiko y los tres jefes de Guardia se giran hacia mí y me miran con sorpresa. Ewe se agacha a mi lado y tira de mis párpados hacia abajo, comprobando lo que sea que quiera comprobar.
-¿Cómo te llamas? -Pregunta.
-Hiiro Allen.
-¿Dónde estás?
-En la enfermería del CG…
-¿Cómo se llaman estas personas?
-Si no lo veo no lo creo, He-Man, Zacarías y La Gran, Bella y Omnipotente Miiko-sama del Gran Cristal.
Mi gracieta sólo parece hacerle gracia a Nevra. Miiko pone los ojos en blanco y resopla.
-Está perfectamente -Decreta-. No sé por qué nos preocupamos.
-Puedes dar las gracias -Me dice Eweleïn-, podías haber tenido serios problemas por la zona del impacto. ¿Qué ha ocurrido? Estabas desmayado en la Gran Puerta, te encontró Simonn...
-Eeeh… -Intento hacer memoria. Lo último que recuerdo es…- ¡Ashkore! ¡Me encontré con Ashkore!
-¿¡Qué!? -Miiko recobra el interés por mí de repente- Detalles, Hiiro, detalles.
Le cuento mi encuentro con el enmascarado… A medias. Simplemente le digo que me he encontrado con él mientras se escapaba, que he intentado recuperar el agarp y que él me ha noqueado al segundo. Omito un par de cosas queeee a lo mejor no tienen por qué saber… Como ese, uh, mote que me ha puesto.. No creo que les moleste tampoco...
-Podías haber salido bastante mal parado -Comenta Eweleïn-. Por lo que he visto, no suele contenerse a la hora de repartir.
-Bueno, dijo que tendía prisa -Digo yo, encogiéndome de hombros.
Ellos me cuentan, o más bien se les escapa mientras discuten entre sí, lo ocurrido: Una vez más, el enmascarado se ha colado en la Guardia, burlando todas las defensas, y ha robado el agarp sin que nadie pudiera hacer nada por evitarlo. Valkyon parece especialmente frustrado, por su manera de fruncir el ceño. Llega un momento en el que Eweleïn se cansa de escucharles discutir y les pide que se vayan con viento fresco a otra parte, que están molestando al resto de gente de la enfermería.
Con las mismas se van, y yo me quedo a solas con la elfa. Veo mi mochila de viaje a los pies de la camilla en la que me han instalado, y de ella saco la nota médica de, eh... Üuuhn-meeeehd-drick-ohng, o como sea que se escriba el nombre de mi médico de allí, y ella lee la medicina que me han dicho que tengo que tomar. Se acerca a un armarito y saca algunas píldoras y pastillas.
-En teoría ya deberías estar curado de todo mal, pero mejor prevenir que curar. Además… -Me hace un gesto un poco raro- Hiiro, estás… ¿te notas cansado últimamente?
-Nací cansado… -Mi respuesta no parece servirle- No lo sé, quiero decir, no especialmente. ¿Por qué?
-Me preguntaba si no tendrías… anemia -Oh. Eh… Por Nevra.
-No, no, estoy bien… -Me rasco la nuca, algo incómodo de repente. Tengo un buen historial como anémico reiterante y ya estoy hasta las narices de dietas ricas en hierro y suplementos varios- Quiero decir, no, eh, hum… Si me noto cansado te lo diré.
-De acuerdo.
Ella me dedica una sonrisa de médico que tiene bastante bien practicada, y luego me deja irme. Así hago, pero en cuanto cruzo la puerta de la enfermería, un comité de bienvenida vuelve a saludarme.
-¡Hiiro! -Erika es la primera en venir a mí, y aunque le he dicho que no me gustan los abrazos, aún así lo hace. Yo correspondo el gesto levemente- ¡Por fin has vuelto! Primero me entero de que estás enfermo, luego Nevra y Valkyon vienen sin ti, y cuando por fin apareces te trae Simonn desmayado…
-Qué puedo decir, me gusta el drama.
El comité también tiene a Simonn (al cual le doy las gracias por, bueno, recoger mis patético trasero del suelo y llevarlo hasta la enfermería) Karenn y Alajea como miembros, aunque no sé qué hace Alajea aquí si creo que sólo hemos hablado un par de veces, pero supongo que gracias. Me extraño al no ver a Chrome, sin embargo, y cuando pregunto por él todo el mundo parece encajar un puñetazo. Al instante me preocupo.
-¿Le ha pasado algo? -Pregunto, muy alarmado de repente.
-Es mejor que lo veas tú mismo -Dice Karenn, y noto dolor en su voz-. En la sala de alquimia...
No dice nada más. Le doy mi mochila a Simonn y le pido que me la lleve a mi habitación, y rápidamente me dirijo a la sala de alquimia, con toda la prisa que puedo.
Allí me encuentro a Chrome, efectivamente… Con una cara que sólo denota dolor y cansancio, profundas ojeras bajo sus ojos, que han perdido todo brillo. Está… está ordenando la sala de alquimia. Me llevo una mano a la boca con horror.
-¡Chrome! -Él se gira hacia mí, y sus ojos parecen casi lacrimosos, a lo mejor a causa del polvo.
-Hiiro -Dice mi nombre-. Vete. Vete, Hiiro. Antes de que él te encuentre y te haga lo mismo que me ha hecho a mí…
-Te refieres a… -Hago un gesto de horror cuando él asiente- No puedo dejarte solo, Chrome. Estamos juntos en esto. No pienso…
-Bueno, bueno, bueno… ¿A quién tenemos aquí? No ha hecho falta ni que fuera a buscarte.
Un escalofrío me recorre la espalda al escuchar esa voz acaramelada. Lentamente me giro y descubro a Ezarel tras de mí, con una enorme sonrisa en los labios. La sonrisa más sincera que nunca le he visto hacer, porque… está sonriendo de corazón.
-Toma asiento, Hiiro -Pide, y sus ojos brillan con un tono maligno-. Tenemos que hablar de unos ciertos asuntos. Chrome, tal vez desees acompañarle.
Intento excusarme diciendo que me encuentro mal, o tosiendo de mala manera, e incluso pienso en fingir un desmayo, pero Ezarel no tiene piedad, ni conmigo ni con Chrome. Nos echa un rapapolvo de al menos media hora de duración, en la cual nos llama de todo menos guapos, por haber estado “jugando” con sus pócimas.
Chrome y yo aguantamos el chaparrón como podemos, él con las orejas gachas todo el tiempo y yo sentado de rodillas en el suelo con la espalda recta, porque es lo que me obligaba mi madre a hacer cada vez que me echaba una regañina, y las consecuencias eran peores si no lo hacía, así que por si acaso.
-¡... y espero que nunca, NUNCA en lo que os queda de miserable vida se os ocurra volver a toquetear las cosas de mi laboratorio sin MI permiso! -Termina diciendo al cabo de un buen rato- ¡Y no volváis a hacer algo cuyos efectos no sabéis si van a funcionar o no, menos aún se os ocurra probarlo en vosotros mismos! ¡Podíais haber hecho mucho mal si algo hubiera llegado a ir mal! Hiiro, podrías estar bien muerto ahora mismo, y depende de los efectos de la transformación, puede que hasta tú lo estuvieras, Chrome. ¡La alquimia no es un juego, es un arma MUY seria, y no pienso dejar que dos críos que no tienen ni idea de nada arriesguen la vida de nadie, la suya incluida, porque no saben cómo hacer las cosas bien! ¿Queda claro?
-Síiii… -Musitamos los dos a coro. Ezarel toma aire, carraspea y hace un gesto llevándose una mano a la garganta, como si le doliera un poco. Normal, con esos gritos.
-Bien. Que no vuelva a repetirse, o me veré obligado a prohibiros la entrada al laboratorio de por vida, y, depende del día, puede que hasta os eche de la Guardia -Los dos asentimos-. Nada de pociones “experimentales” por vuestra cuenta, ¿queda claro? -Volvemos a asentir.
En el fondo, tiene razón. Admito que nos la hemos jugado un poco… Pero a mí me sigue pareciendo que es una buena idea, y si lograse estabilizar la fórmula… No sólo un hombre lobo, ¿en qué otras cosas podría transformarme? Además, bueno, tampoco ha salido tan mal…
-Y dicho todo esto…- Ezarel cierra la puerta de la sala de alquimia a sus espaldas, y se acerca a nosotros- ¿Cómo salió el experimento?
Veo el brillo de la curiosidad científica en sus ojos. Intercambio una mirada con Chrome, y una pequeña sonrisilla aparece en los labios de ambos.
-Yo diría que la fórmula está al ochenta por ciento -Dice él-. Aún es un poco inestable en cuanto a duración, pero hace efecto, vaya que si lo hace…
-Si la estabilizamos un poco podría funcionar -Añado yo-. Tal vez sea el método de elaboración lo que falle, o la proporción de los ingredientes. Pero estamos muy cerca de un resultado perfecto…
-Bien… -La sonrisa de Ezarel toma un cariz interesado, y casi me parece ver la lluvia de ideas que se desata en su mente- Trabajaremos en perfeccionar vuestra receta durante dos semanas. Si para entonces no hemos obtenido ningún resultado, descartaremos la idea, pero si sale bien y tenemos éxito… -Me mira a los ojos, y por primera vez creo que no me ve como a un idiota, y yo a él no le veo como a un imbécil- … probaremos con la elfecificación. ¿Estás dispuesto a probarlo?
-Por favor -Yo sonrío. Ezarel asiente.
-Muy bien. En ese caso, tenemos un trato. ¡Pero! Nadie puede enterarse de nada de esto… Especialmente Nevra -Asiento, conforme. La mirada de Ezarel pasa a Chrome-, así que ni se te ocurra decirle una sola palabra a Karenn, o te cortaré las orejas.
-Pfffft… -Chrome parece tener un intenso debate consigo mismo- Vale, entendido.
-Perfecto -Ezarel se aleja, abre la puerta y su coleta ondea con el movimiento por un segundo-. En ese caso, podéis empezar limpiando el laboratorio de arriba a abajo. No quiero ver ni una sola mota de polvo, y quiero que todo esté ordenado y en su sitio. Nos vemos a la hora de cenar.
Y, con una sonrisa burlona en los labios, se va.
Yo intercambio una mirada con Chrome. Ninguno de los dos sabe si amar u odiar al elfo ahora mismo.
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Terminamos el trabajo bien entrada la tarde, y considero un milagro que hayamos terminado. Tentado por la idea de ir a tirarme en la cama un rato, porque aún no he tenido oportunidad de hacerlo, me despido de Chrome y me voy a mi cuarto. Mi familiar en fase adolescente me grazna con malicia algo que debe ser un “¡Pst! Ya has vuelto… ¡¡Por mí como si te mueres, b-baka!!” y yo le doy un gusano cremoso para que se olvide de lo mucho que me odia aunque sólo sea por unos segundos. Eso me recuerda a… Ah, sí, ahí está.
Localizo mi mochila y con mucho cuidado saco de ella el congelado huevo de xylvra que me he traído como única recompensa de las montañas del norte. Hago en mi mente un repaso de los últimos acontecimientos.
El día siguiente a que me despertara, llegaron noticias de Miiko: El grupo de Ezarel había logrado hacerse con el agarp de forma exitosa y sin enfrentamientos con Ashkore, que ni siquiera había aparecido. Dicho eso, se requería de inmediato la presencia de Nevra y Valkyon en la Guardia, temiendo que pudiera intentar infiltrarse para recuperar la planta. Yo aún no podía abandonar la vigilancia médica, así que tuve que convencerles de que volvieran sin mí, que ya llegaría cuando fuera.
No se me ocurrió pensar que eso significaba que tendría que hacerme todo el camino de vuelta a la Guarida yo solito. Ha sido una odisea. Una verdadera odisea. Pero finalmente se ha acabado…
-¿Piensas incubarlo?
Pego un grito y el huevo está a punto de escurrírseme de las manos, pero Simonn lo atrapa antes de que se rompa contra el suelo, y yo suspiro con alivio. Luego le lanzo una mala mirada. Sí, este es otro tiparraco al que le gusta aparecer de la nada.
-¿Piensas entrar por la puerta como las personas normales algún día? -Le pregunto, sospechando que o bien se ha colado en forma de niebla por debajo de la puerta o bien lleva aquí todo el rato y yo ni me he dado cuenta.
-Yo he preguntado primero -Me dedica una sonrisa de las suyas, y yo suspiro.
-No sé. Me pica la curiosidad, cuanto menos, pero me sentiría mal por Tori… -Tori me grazna desde una esquina, indignado, algo tipo “¡Ni que me importe que te vayas con otro familiar, b-baka!”- Sí, sí, me odias y todo el mundo lo sabe… -Simonn se ríe.
-Si te sirve mi consejo, yo probaría a ver. A lo mejor tienes más química con él que con Tori -Se tira sobre mi cama como si nada, y yo aún no he tenido ocasión de hacerlo así que me fastidia bastante que lo haga-. Respecto a tu pregunta, bueno, no, no pienso entrar por la puerta llamando, nunca. Manifestarme de la nada es parte de mi encanto personal.
-Estoy seguro de eso… -Dejo el huevo en algún lugar “a salvo” entre los muchos cojines de la habitación. Sigo sin entender por qué Nevra puso tantos, la verdad. Molido, me derrumbo sobre la cama junto a Simonn, por una vez importándome un carajo su presencia porque esta es MI cama y MI cuarto, y resoplo- Simonn, estoy cansado, ¿te importaría manifestarte fuera de mi habitación?
-Serás aburrido -Se queja. Se incorpora, apoyándose sobre un codo, y me mira de forma picarona. Hmmm… No es tan sexy como Nevra, pero tiene su encanto… Maldita sea, Hiiro, concentración-. Venía a cotillear contigo.
-¿Sobre qué?
-Sobre cómo ha avanzado tu relación con nuestro vampiro rompecorazones…
Hace un gesto raro con las cejas. Yo arqueo una de las mías. ¿Qué quiere decir? Él se ríe, y me pincha un poco en las costillas con un tenedor que se saca de dentro del traje. Al menos son las costillas buenas…
-Vamos, vamos, sabes que a mí no puedes engañarme -Me pica-. Lo he visto tooodo en sus sueños. Lleva toda la semana repitiendo lo mismo, así que sería imposible no haberse enterado. Aunque me van a empezar a salir caries a este paso.
-¿Pero de qué estás hablando? -Pregunto, ya mosqueado. Él hace un gesto exasperado.
-¡Sobre vuestro beso, tontito!
-¿Nuestro qué?
Le miro completamente descolocado. ¿Nuestro qué? ¿¡Nuestro QUÉ!? ¿¡NUESTRO QUÉ!?
-Vaya, con la cara que pones cualquiera diría que es mentira -Dice él, ajeno a todas las alarmas de pánico que están sonando en mi cabeza-. Pero yo sé la verdad. A menos que lleve una semana entera soñando con una situación ficticia, pero lo creo muy difícil, porque, bueno, es siempre lo mismo, sin cambio alguno… Hiiro, ¿estás bien? Oh, diantres, ¿estás hiperventilando otra vez?
No, pero casi. Hago un esfuerzo por no entrar en estado de histeria absoluta. Me levanto de la cama, y empiezo a pasear de un lado a otro de la habitación. ¿Qué es esta sensación de…? ¿De que no miente? Siendo Simonn es casi seguro que es verdad, pero, yo no recuerdo haber… Quiero decir, ¿cuándo iba…?
La gruta.
Los últimos recuerdos de mi estancia en la gruta acuden a mí de repente, y es casi como si alguien me hubiera prendido fuego. Enrojezco hasta la raíz del cabello, plenamente consciente ahora de todo lo que ha ocurrido, y en mi cabeza se repite ese momento justo.
Sus labios sobre los míos bebiendo de mi alma casi con necesidad, él diciendo mi nombre con pura desesperación en su voz, sus brazos rodeándome, y yo rindiéndome al beso, respondiendo a él, diciendo también su nombre, y… Y sus palabras…
“No me dejes. No te vayas nunca de mi lado.”
-Oh, dios mío -Termino por decir, mirando a Simonn con ojos muy abiertos-. He besado a Nevra.
-Meeeeh, yo diría más bien que él es el que te ha besado a ti, pero es un gesto recíproco, así que eso da un poco… -Se interrumpe cuando me acerco a él y le cojo de las solapas de la americana, mis ojos fijos en los suyos- Eeeeeh… Hiiro, das miedo, ¿estás bien?
-No le digas nada a nadie -Le digo -, a NADIE. Una sola palabra y eres humo onírico -Amenazo. Él asiente-. Prométemelo, Simonn.
-Prometido, prometido -Él levanta las manos en señal de rendición. Yo le dejo libre.
-A NADIE incluye a Nevra -Sigo-. No puede saber que he recordado… el beso.
-¿No te acord-Ay, Oráculo, he vuelto a meter la pata… Seré bocazas…
-Lo eres, pero ese no es el tema del día -Se me escapa un pensamiento, y él parece sorprendido por ello-. Perdón. Eeehhh… Ni una palabra, Simonn.
-Que sí, pesado, prometido… -Resopla- ¿Pero por qué no quieres que lo sepa nadie? No es por nada, pero le tienes babeando por ti, y, eh, no homo, pero yo creo que es un partidazo.
-No se trata de eso… -Me acerco a la vidriera de la ventana, y aprecio mi reflejo coloreado de colores a cual más vivo- Es… simplemente…
Suspiro. No lo sé. No sé lo que es.
-Tengo que poner en orden mis ideas.
-¿Y con eso te refieres a…?
Miento al encogerme de hombros. En mi reflejo coloreado, uno de mis ojos es de un azul vivo, como normalmente es. El otro tiene el color carmesí de la sangre, el mismo color que tenía su ojo durante nuestro primer encuentro.
Organizar mis ideas es...
¿Cuáles… son mis sentimientos hacia Nevra?
-Fin del Capítulo 6-
Versión alternativa de la primera escena de este capítulo
Durante la publicación inicial, debido a mis dudas sobre cómo escribir algunos puntos de la trama, escribí dos versiones de esa primera escena. Publiqué una, pero luego me arrepentí y modifiqué el capítulo con la otra. La versión de arriba es la canon, a continuación viene la que fue publicada erróneamente
(Narra Simonn)
-¡¡COGEDLE, MALDITA SEA!!
Miiko está que echa llamas, literalmente. Intenta cortarle el paso con un muro de fuego, pero él se adelanta y cruza al otro lado de un salto prácticamente sin dificultad.
-No tengo tiempo para vosotros -Dice, en tono aburrido-. Me quedaría al té en agradecimiento por el agarp, pero…
Una flecha sale volando en su dirección, se prende en llamas por el fuego y está a punto de darle, pero él la esquiva con un movimiento sutil. Ezarel chasquea la lengua con desagradado desde el otro lado de la sala.
Como era de esperarse, el enmascarado ha venido a por el agarp. Lo que nadie se esperaba era que fuera a cogerlo cuando todo el mundo estaba reunido junto a él preguntándose que por qué tardaba tanto en recogerlo. Ha tenido que pasar casi un mes hasta que aparezca, y lo ha hecho en plena reunión estratégica, sorprendiendo a todo el mundo, porque nadie esperaba un ataque tan… directo.
Con una despedida burlesca, sale por la puerta grande, hacia la Gran Puerta.
-¡Maldición! -Grita Valkyon, derribado en el suelo en la puerta que da hacia la sala del Gran Cristal, el labio sangrándole por su confrontación con Ashkore- ¡No podemos dejar que escape!
-¡¡SIMOOOOOOOOOOONN!! -El chillido histérico de Miiko me pega un buen susto.
-¿Q-qué? -Pregunto, mirándola con pavor.
-¡Niebla! -Dice, como si fuera tonto- ¡Perseguir! ¡¡VAMOS!!
Ah, eh, sí. A veces, en momentos de pánico, se me olvidan ese tipo de cosas.
Con prisas me vuelvo niebla, y rápidamente salgo en persecución del enmascarado, esquivando el fuego azulado antes de salir, porque no quiero evaporarme. Le veo a lo lejos, y hacia allá me dirijo, a máxima velocidad… Hasta que, de repente, veo que se gira y saca algo de un bolsillo.
Me doy cuenta de lo que puede llegar a ser justo a tiempo, y paro en seco para recuperar forma física. La esfera verdosa que me ha tirado impacta contra el suelo y una tremenda corriente de aire sopla en mi dirección, tirándome al suelo de la fuerza y todo. Llega a pillarme como niebla y simplemente me desintegra, de forma literal y verdadera.
En lo que tardo en recuperarme de la impresión, él me lanza otra esfera, en esta ocasión, de humo, antes de darse a la fuga.
Al inhalar el humo me echo a toser inevitablemente, y salgo de la humareda casi que a cuatro patas, luchando por respirar. Me arde la garganta y los ojos, que me lloran con ganas. Maldita sea. Estoy casi agonizando… Ugh… Creo que voy a vomitar…
Escucho en mi cabeza los gritos de Miiko por haber dejado escapar al enmascarado, y eso me da fuerzas para no morirme e intentar ponerme en pie. No me puedo transformar en niebla con toda esta humareda por aquí, así que intento correr, pero mis pulmones no colaboran, y lo único que puedo permitirme es el arrastrarme patéticamente mal que bien tras el enmascarado.
Le veo alejarse con bastante prisa y trepar por las paredes de la muralla como si no fuera nada. Maldita sea, ¿qué le pasa a este tío, es medio verdheleón o qué?
Llego a la Gran Puerta en una condición física ligeramente mejor. Al verme llegar, los guardias que la vigilan me dan el alto.
-¡Detente! -Dicen- Nadie puede entrar ni salir hasta que la situación de emergencia no s-
-¡La emergencia ya se ha escapado! -Les grito, antes de deshacerme en niebla con un poco de miedo y escurrirme bajo la puerta.
Me sienta bien transformarme, y cuando me hago físico al otro lado de la puerta ya estoy listo para una nueva persecución, pero me detengo en seco al ver a alguien tirado en el suelo de mala manera, inconsciente. Me sorprendo más todavía al ver de quién se trata.
-¿Hiiro? -Pregunto, más bien para mí mismo, y no obtengo ninguna respuesta- Ay, Oráculo… ¡Hiiro!
Interludio VI
(Narra Chrome)
-Tengo un favor que pedirte.
Los ojos de Hiiro tienen un tinte extraño cuando dice eso. Miro a un lado y a otro del pasillo, por si se ha equivocado de persona, pero aquí no hay nadie más que nosotros dos, así que ya sería difícil que lo hiciera. De todas formas, por si acaso, nunca se sabe si el comesueños ese está rondando por aquí. El tío me parece de lo más siniestro, a mí me da mala espina… Y no me gusta eso de que alguien ande viendo lo que hay en mis sueños, la verdad.
Él sigue mirándome como si fuera un montón de maana apilado, y eso me hace sospechar. Arqueo una ceja antes de responder, de forma dudosa:
-¿A mí? -Él asiente levemente.
-Eso es, Chrome, a ti. Eres la única persona a la que puedo pedírselo -Hmmm… Qué mal me huele eso… Pero la verdad es que despierta mi curiosidad.
-Dispara.
-Quiero fabricar una poción que me convierta en un faery.
Así lo suelta. Yo abro mucho los ojos, sorprendido. De nuevo, miro a un lado y a otro, primero para comprobar que nadie acabe de escuchar sus palabras, y luego para asegurarme que todo esto no sea una broma y haya alguien escondido dispuesto a reírse de mi cara. Pero, una vez más, no hay nadie.
-¿Estás loco? -Le pregunto, susurrando de repente.
-Es posible -Él hace un pequeño gesto torciendo la boca, como un intento de intento de sonrisa-, pero me gustaría probar. No es algo permanente, por supuesto, sin ofensas pero me gusta ser humano. Es… Bueno, Erika me habló de la poción de sironomagia, así que estaba pensando en algo así, pero hecho perla, para poder llevármelo y usarlo si la situación lo requiere. ¿Qué te parece?
-Estás loco -Confirmamos.
Él no reacciona ante mis palabras, sólo parece pensativo, como si buscase una excusa con la que convencerme…
¡Pues vas listo! Después de todas las que he armado en la Guardia, si me meto en una así seguro que Miiko me echa a patadas. Desde el fiasco de Jade me tiene bajo vigilancia extrema… Y lo de la sironomagia no le sentó muy bien a Erika, así que no sé qué tal puede resultarle a este, que es humano del todo y no tiene ni una pizca de poder mágico en su interior.
-¿No hay forma en la que pueda convencerte? -Pregunta. Yo me cruzo de brazos y niego con la cabeza en tono firme- Pero eres la única persona que tengo… No conozco a nadie al que se le dé bien la alquimia, quitando a Ezarel, pero ese está descartado.
-Estás en Absenta -Le recuerdo-. Alguien habrá.
-Por alguna razón, todos mis amigos son de la Guardia Sombra -Se queja-. Además… Además, sé que a ti en concreto se te da muy, muy bien. Erika me contó la aventura de la poción del monchón.
-¿Qué? -Enrojezco visiblemente- ¡Le dije que quería dejar eso bien enterrado…!
-Pero hiciste la poción con éxito, ¿no? -Hmmm… Supongo que sí… Si no llega a ser por ese ingrediente…- Pues eso. Eres un genio de la alquimia, eres justo lo que necesito.
¿Acaba… acaba de llamarme genio? ¡No caigas en sus redes, Chrome… está intentando camelarte…!
-Por favor -Hace una última intentona, y hace esa inclinación que hace a veces cuando le está dando las gracias a alguien o algo similar-. ¡Eres mi última esperanza, Chrome-senpai!
¿Sen… pai? ¿Qué es eso?
-¿Qué acabas de llamarme…? -Hiiro se incorpora, y soy incapaz de leer su expresión.
-Ah, es un… término honorífico que se usa en Japón… -Ah, eso sé lo que es, dijo que su madre era de allí, pero su padre de otro sitio y él es mestizo o algo así- Se usa para designar a una persona que, bueno, simplemente tiene un rango superior al tuyo.
-Pero no tengo un rango superior al tuyo -Objeto.
-Ya, pero… Bueno, por el simple hecho de que entraste a la Guardia antes que yo ya eres mi senpai -Explica-. Es una simple cordialidad, para mostrar respeto hacia aquellos que tienen más experiencia y sabiduría que nosotros -Hace un gesto pensativo-. Normalmente la edad también influye, pero creo que eso da igual ahora mismo… Quiero decir, podrías tener once años o cincuenta, que a mí me daría igual, sigo admirando tus habilidades alquímicas de la misma manera.
Agh… Ha atacado directamente mi punto débil. Es cierto que mucha gente me subestima por ser de los más jóvenes de la Guardia, y he jurado y perjurado que en algún momento les haría comerse sus palabras. Y aquí tenemos a alguien al que no le importa mi edad, sino mi experiencia…
Bueno, para qué mentirnos, me gusta la alquimia y se me da bien. De hecho, cuando tomé el test de la guardia como Ryaha me salió Absenta… Aunque me gusta más la Sombra, por supuesto. Hm… Tal vez esta sea mi oportunidad para finalmente destacar un poco…
-¿Por favor, senpai? -Vuelve a decir.
Ghh… Por alguna razón, esa palabra… Hay algo en ella… Algo en la forma en la que lo dice… Que me hace sentirme importante. Como si realmente fuera su última esperanza. Y… demonios, no puedo decirle que no si es así… ¿Qué tipo de “senpai” sería, si no?
-Está bien… -Rindiéndome, dejo escapar un suspiro resignado- Te ayudaré. Pero tendremos que hacerlo todo como yo lo diga, y tiene que ser alto secreto, y me darás tu ración de salchichón durante todo un mes.
-¡Entendido! -De nuevo, hace una reverencia de las suyas, esta vez más sonriente- ¡Gracias, Chrome-senpai!
… Ehehe… La verdad es que… suena muy bien… “Senpai”...
Notas de pronunciación
En este capítulo tenemos unos nombres élficos un poco chunguirungos, así que me gustaría dar algunas notas de pronunciación sobre cómo deberían pronunciarse. Luego cada uno los puede pronunciar como quiera en su cabeza, ni siquiera yo los pronuncio bien del todo, pero en teoría debería ser así (?
Draezel -> Drætzel
Aënwer -> Ænber
Parte 1
(Narra Ezarel)
-Así que le besé.
Valkyon espurrea su bebida sobre mi cara bendecida por el Oráculo, y a mí me ocurre lo contrario y me atraganto con la mía, entrado en una preocupante tos agónica.
No importa que me esté ahogando o que Valkyon me haya bañado en cerveza, los dos nos giramos hacia Nevra con la misma cara de sorpresa, y él sólo mira el líquido parduzco de la copa que lleva sin tocar durante toda nuestra conversación, su mirada desenfocada.
-¿Le BESASTE? -Valkyon, el único de los dos que puede hablar ahora mismo, hace la pregunta en voz alta, alzando la voz tal vez más de lo que debería, pero sólo estamos los tres en la cantina, en una de las reuniones oficiales de líderes de Guardia que hacemos una vez al mes para ponernos al día de… los asuntos extraoficiales, como este- A Hiiro.
-A Hiiro -Nevra asiente.
-Al humano -Consigo hablar a través de la tos.
-A ese mismo -Vuelve a asentir. Agarra la copa y la apura de una sentada en varios tragos, ante nuestra mirada atónita-. Pero él estaba delirante por la fiebre y ni se enteró, y ahora no se acuerda de nada.
-Espera, espera; demasiada información de golpe… -Valkyon toma aire, mientras yo uso una servilleta de otra mesa para secarme. Qué asco, si lo piensas bien. De aquí a la ducha, sin pensármelo dos veces.
-No sé qué es tan complicado -Nevra se echa atrás en su silla-. Me gusta Hiiro, le besé, respondió al beso, es mentira porque ni siquiera sabía lo que estaba haciendo, ahora él no se acuerda de nada y yo estoy irremediablemente colado por sus huesos.
-Todavía estamos intentando procesar esa parte -Digo.
-Hasta las trancas, Ez, hasta las trancas.
Valkyon le pone una mano en el hombro como gesto reconfortante. Creo que es la primera vez que le vemos… así. Estamos aburridos de oírle hablar de sus ligues y conquistas, pero nunca (al menos no desde hace muchos años, bueno) ha hablado de amor. Y lo que más sorprende es quién ha sido capaz de ponerle así: Hiiro, el simpletón, el humano.
Qué decir sobre el chico… No me gusta su carácter, ni… Ni él, en general. Admito al menos que sabe hacer su trabajo, y muestra bastante interés por la alquimia… No se le da mal, tampoco. Ya hemos terminado la perla de licantropía, y estamos empezando con la de elfecificación. Hacía años que no me interesaba tanto por un proyecto, así que eso al menos hay que concedérselo, pero, quitando eso… Poco más tengo que decir de él. Tal vez podría hablar del “Bloody hell” que me ha acabado pegando y que ya he incluído en mi vocabulario, o de esas historias que me cuenta sobre los chicos de Iwatobi y los otros de Seirin, que la verdad es que me resultan muy interesantes; pero eso habla más del mundo humano que de él como persona.
-Si quieres mi consejo -Me echo hacia atrás en la silla, y él me mira con cara de lástima. Oh, vamos, Nev, das pena-, olvídate de él. Déjalo pasar, di que has vivido una fantasía delirante de un par de minutos y que corra el aire.
-No estoy de acuerdo -Valkyon me lanza una mirada severa desde el otro lado de la mesa-. Está enamorado, Ez. No puedes ignorar algo así tan fácilmente.
-Por favor -Pongo los ojos en blanco-, no está enamorado. Se conocen desde hace poco más de tres meses. Es sólo un encaprichamiento tonto, el interés por la novedad.
-No estoy yo tan seguro… -Musita Nevra. Se está volviendo un rey del drama.
-Como sea, ¿no merece la pena al menos intentarlo? -Valkyon sigue insistiendo- Yo es lo que haría, al menos. Tal vez si hablas con él… Si le expresas tus sentimientos… Sinceramente, y hablando desde el punto de vista de una tercera persona… Creo que él también tiene algo por ti, aunque posiblemente aún no se haya dado cuenta.
-¿Tú crees? -La voz de Nevra suena llena de esperanza. Yo resoplo.
-Ridículo -Digo-. Incluso si es verdad que estás enamorado, e incluso si es verdad que él pueda corresponder a tus sentimientos, muy bien, pongamos lo siguiente: empezáis una relación… Y de repente nos cae un dragón del cielo y decidimos que es hora de abrir un portal al mundo humano para ir a por provisiones, y, ¡oh, vaya, qué inesperado!, él quiere volver a casa. ¿Qué harías entonces?
Los dos me miran como si tuviera glásquidos en la cara. ¿Qué?
-¿Es eso lo que te frena con Erika? -Pregunta Nevra de repente. Yo frunzo el ceño.
-¿¡Pero qué…!?
-Ezarel, no intentes hacerte el tonto, y no nos tomes por idiotas -Valkyon suspira-. Todo el mundo en la Guardia sabe que Erika está perdida por ti, y es obvio que tú también eres consciente de ello.
-De hecho, me apuesto el sueldo de un mes a que fuiste el primero en darse cuenta -Añade Nevra. Yo no respondo a sus sandeces-. ¿Nada que decir…?
No.
-No puedes negar que te tiene un afecto especial -Oh, vaya, Valkyon, no sabía que de repente fueras el Gurú del Amor-. Y hemos visto cómo la miras, Ezarel. Sabemos q-
-Se acabó, no he venido aquí a escuchar tonterías -Me pongo en pie, malhumorado-. Podéis seguir imaginando vuestro mundo de ensueño juntos, pero yo tengo cosas que hacer en el mundo real.
-Ezarel…
-Adiós.
Sin decir nada más, salgo de la cantina y emprendo el camino a la sala de alquimia, pensando en hacer explotar un par de cosas para relajarme, como cada vez que estoy de mal humor.
No estoy ni a mitad de camino, sin embargo, cuando percibo una presencia irritante rodearme. Resoplo y pongo los ojos en blanco.
-Comesueños, conmigo no funciona, muéstrate -Le escucho chasquear la lengua, y al instante él se muestra en su forma antropomórfica frente a mí.
-Eres el más aburrido de la Guardia, ¿lo sabías? -Me reprocha. Me importa bastante poco- Podías quitar ese atrapasueños de la puerta de tu cuarto aunque fuera…
-¿Y dejar que rondes mis sueños, o, mejor, que vuelvas a atraer un súcubo dentro? No, gracias -Él encaja el golpe. Sí, sé dar justo donde duele, así que menos chulerías conmigo.
-Como sea, correo para ti.
Extiende una carta en mi dirección, y yo la cojo y reviso el remitente. Está en élfico… Los señores de la familia Aënwer de Latteria, ¿eh…? No sé qué quiere una familia de elfos ricachones de mí, pero posiblemente nada bueno. De hecho… En realidad, la carta no es para mí. Pone simplemente que es para “La Guardia de Eel”. Bueno, soy el único de los jefes de Guardia que lee élfico, así que es como si tuviera mi nombre.
Abro el sobre, bonitamente lacrado y perfumado con el olor de las montañas latterianas, y examino la carta, escrita con una caligrafía elaborada y enrevesada, recargante y pomposa. Pija, para abreviar. A ver…
Estimada Guardia de blablá, con el motivo del aniversario de nosequé, decidido enviar a…
Ay, no.
Nooooo, no, no, no, no.
-Ve ahora mismo a encontrar a los dos humanos y mándalos a la sala del Cristal -Le digo al comesueños, que estaba mirando la carta por encima de mi hombro. Él me dirige una mirada extrañada, y yo le frunzo el ceño-. ¿No me has oído? ¡Aprisa!
Ante el tono imperioso de mi voz, él asiente, se deshace en niebla y se esfuma. Rápidamente yo me doy la vuelta y vuelvo corriendo a la cantina, donde los otros dos siguen en su ronda de confesiones, y al verme entrar tan alterado, me miran con sorpresa.
-Cristal -Les digo simplemente.
Ni medio minuto después ya estamos allí los tres, interrumpiendo alguna conversación que Miiko y Leiftan debían estar teniendo. Al ver nuestra seriedad, Miiko pone cara de circunstancias.
-¿Qué ocurre? -Pregunta, sin perder un segundo. Yo le extiendo la carta, y ella la examina pero no puede leerla, así que me mira con el ceño fruncido.
-Es de la familia Aënwer. ¿Os suena el nombre?
-Una de las familias más importantes de los altos elfos -Dice Leiftan, sorprendido-. ¿Se remiten a nosotros? Eso es raro…
-Los altos elfos suelen ser muy… suyos -Nevra frunce el ceño, y examina también la carta, pero evidentemente tampoco entiende nada-. ¿Qué quieren de nosotros?
-Aparentemente, el primogénito de la familia acaba de cumplir la mayoría de edad élfica -Explico-, y siempre ha sido su deseo venir a Eel a conocer la Guardia. Asegura estar muy interesado en nuestros proyectos y piensa que tal vez sería buena idea que los altos elfos y la Guardia formasen alguna… alianza.
-¿Qué? -Miiko abre mucho los ojos con sorpresa- ¡Pero eso es estupendo! Si tuviéramos el patronaje de los altos elfos…
-No, NO es estupendo -Niego yo. ¿Dónde está el comesueños? Ya debería estar aquí con Erika… y el otro payaso-. Los altos elfos sólo piensan en una cosa: en sí mismos. La filantropía no entra dentro de su modo de vida. Si buscan algo de la Guardia, es imposible que sea algo bueno, lo llevan en la genética. ¿Te crees que han llegado a ser tan ricos a base de compartir su fortuna con los demás?
-Supongo que tienes razón… -Ella hace un gesto de desazón.
-Sé que estás desesperada por recursos, y cualquier oferta de patronaje le vendría muy bien a la Guardia, pero esta es una que no debemos aceptar si queremos seguir siendo “la Guardia de Eel”, y no “La banda de sicarios de los altos elfos de Latteria” -Le digo-. Los altos elfos ya son de por sí una secta del comercio bastante peligrosa, pero si hablamos de los latterianos… -Niego con la cabeza- A ver, clase de geografía, ¿qué hay en Latteria?
-¿Montañas? -Prueba Valkyon. Bueno, sí.
-Entre otras cosas, y he de decir que encerrarse en los montes no ha hecho que los altos elfos se vuelvan más abiertos hacia otras especies, sino todo lo contrario… Pero no, no es eso, no del todo. ¿Leiftan?
-Minas -Dice-. Recursos, minerales, piedras preciosas… No sólo el comercio les ha hecho así de ricos, sino también la riqueza propia de las tierras en las que viven -Asiento. Me encanta este hombre, se las sabe todas.
-Eso es. De entre todos los elfos, los altos elfos son los más… -Gesticulo- Esnobs, por decirlo de forma suave. ¿Creíais que yo era un narcisista insoportable? Bien, pues no habéis visto nada.
-Bueno, al menos lo admite -Nevra se burla. Yo le lanzo una mirada fulminante.
-No eres el más indicado para hablar, así que cállate -Suspiro-. El caso, a los latterianos les sale el manaa por sus puntiagudas orejas, y, sorpresa, ¿adivinamos el nombre de los ricachones del pueblo?
-Aënwer -Dice Miiko-. Vale, nadan en dinero, son una panda de cretinos narcisistas que no ven más allá de su propio ombligo, pero, ¿y qué?
-Que evidentemente todo esto del primogénito viniendo de visita no son más que patrañas -Recupero la carta de sus manos, y me la guardo en un bolsillo de bastante mala manera, sin importarme que se arrugue-. Planean algo, y estoy seguro. Así que deberíamos estar preparados para lo peor.
-¿Cuándo llegará el tal primogénito? -Pregunta Valkyon.
-Sí, para que veáis que las cosas no dejan de mejorar, Latteria está tan aislada del resto del mundo que el correo es casi una ilusión vana -Resoplo-. Las cartas pueden tardar meses y meses en llegar.
-¿Lo que significa…? -Miiko me mira expectante.
-Lo que significa que, a juzgar por la fecha de esta y haciendo cálculos no muy exactos, si no llega hoy, llegará mañana -Caras de pánico. Sí, yo también me he sentido así-, y posiblemente ese niño de papá espere un recibimiento de lo más pomposo.
-Leiftan -Miiko le mira con ojos serios-, te lo encargo. Empieza los preparativos ya mismo -Él asiente, le pide a Jamón que le acompañe y los dos salen de la sala con paso ligero-. Ezarel, por favor, ponme al día sobre todo lo que debería de saber de ese elfo latteriano.
-El asunto más urgente de todos es…
Me interrumpo al notar que Simonn entra en la habitación, y sigo con la mirada la niebla irisada hasta que él toma forma humana a mi lado.
-No les encuentro -Dice-. Ykhar dice que han ido al bosque de misión, algo para el purreko de la tienda de alquimia.
-¡Mierda! -Hago un gesto frustrado, y me dan ganas de pegarle un puñetazo a algo, pero todo lo que tengo a mano es el comesueños y no soy tan salvaje- ¿Y qué haces que no les estás buscando?
-¿A quién? -Nevra parece preocupado de repente- ¿Qué ocurre?
-La guinda del pastel -Digo, girándome hacia ellos de nuevo-. Los latterianos son altos elfos, una de las clases más cerradas de toda Eldarya, un pueblo que prácticamente desprecia todo aquello que no son ellos mismos, incluso las otras razas élficas. Son muy, muy racistas. Y si hay algo que un alto elfo, mejor, un latteriano, ¡mejor, un Aënwer!, odia… Eso son los humanos. Los odian con todo su alma y su corazón, desde tiempos ancestrales, desde mucho antes del Gran Exilio. Lo llevan en la sangre. Es un odio puro, visceral, y…
-Por el Oráculo… -Miiko no puede evitar la exclamación de sorpresa- Tenemos que encontrarlos antes de que ocurra nada. Les llevaremos a otro lugar, lejos, donde estén a salvo -Asiento.
-No solo a ellos -Y miro a Valkyon, que me devuelve una mirada de sorpresa-. Tú también.
-¿Yo? -Parece extrañado.
-Técnicamente, aunque lleves toda tu vida aquí, aunque te hayas criado como un faérico… Eres medio humano, Valkyon -Veo una sombra cruzar sus ojos. Sus orígenes y su linaje… No son algo de lo que disfrute hablar, especialmente después de la muerte de Lance-. Valkyon, lo siento, pero es así. Eres tan humano como Erika, y a ese elfo va a darle igual todo lo demás. Estás en peligro, y puedes poner en peligro a la Guardia.
Él no dice nada, digiriendo mis palabras. En ocasiones como estas no sé si agradecer o maldecir el no tener pelos en la lengua. Él asiente, y sé que está un poco decepcionado por la situación, pero comprende la importancia de las circunstancias y sabe que no se le puede hacer nada.
-Simonn -Miiko llama al comesueños, que de repente está tan serio como el resto-. Ve a buscar a los humanos -Él asiente y se deshace en niebla-. Valkyon, prepara… Prepara un viaje para tres personas. Diremos que estás de misión, y no especificaremos más. Nevra, t-
-¡Malas noticias! -El comesueños vuelve al segundo, visiblemente alterado- Acaba de llegar un carruaje a la Guardia. Tiene dibujado el mismo estandarte que había en el sello de la carta.
-El emblema de los Aënwer… -Murmuro- Salgamos a recibirlos.
Dicho y hecho. Nevra, Miiko y yo salimos a la carrera de la sala del Cristal. Valkyon se queda allí a petición de Miiko, esperando a que se le presente una oportunidad para escabullirse sin que nadie se dé cuenta. Llegamos al sendero de los arcos casi sin respiración, y hacemos el camino a la Gran Puerta a un paso más calmado, porque tampoco es buena idea que vean que no estábamos preparados y hemos venido corriendo.
Efectivamente, un carruaje con el sello de los Aënwer se encuentra allí, esperando. El cochero lo detiene, y la puerta se abre para dejar salir a dos guardias bien pertrechados, que nos examinan con aire de suficiencia. Miiko me pide con una mirada que hable yo. Posiblemente a mí me tengan menos tirria.
-Os esperábamos, enviados de Aënwer -Saludo, en tono casi reverencial, recordando todo el protocolo que mis padres me enseñaron desde pequeño. En momentos como este se agradece el que tus padres sean ricos… Aunque su fortuna no es nada comparada con la de los Aënwer, así que será mejor andar con pies de plomo, porque si hago algo mal tal vez hasta tomen represalias contra mi familia-. Recibimos noticia de vuestra llegada hace apenas unos días -Miento descaradamente-, pero nos hemos esforzado en adecuar la Guardia para que podáis disfrutar de nuestra hospitalidad.
Hay un instante de silencio tenso. ¿Qué? No he dicho nada malo. Por el rabillo del ojo veo que Nevra me dirige una mirada tensa. Los guardias intercambian también una mirada entre sí. Miiko se adelanta, recuperando de donde sea que se lo guarde el aire regio de princesa que también lleva en sí desde pequeña, a pesar de todo.
-Mi nombre es Miiko, primera hija de la familia real de NOMBRE, dirigente máxima de la Guardia de Eel -Se presenta-. Puedo aseguraros que es todo un honor para nosotros recibir a… al primogénito de los Aënwer -¡Mierda! ¡Se me ha olvidado decirles el nombre! Sólo me he referido a él como “el primogénito”...
Más momentos de silencio tenso. Algo está pasando. Fijo mis ojos en el carruaje, esperando cualquier señal del ocupante que aún tiene dentro… Pero no percibo nada. Nada de nada. Como si no hubiera nadie ahí.
Finalmente, uno de los guardias carraspea.
-Agradecemos este recibimiento tan… hospitalario -Por el tono en el que lo dice, no está tan agradecido-. Nos gustaría informarles de que el señorito no…
¿El señorito no…? La tensión crece según el guardia mastica sus palabras. El otro, menos indeciso, termina la frase por él.
-El señorito no se encuentra aquí, puesto que ha decidido abandonar el carruaje a favor de pasear por los bosques que rodean a Eel.
A los tres se nos hiela la sangre en las venas de forma inmediata.
-Nuestras más sinceras disculpas por el malentendido. El señorito no debería tardar en…
-¿En el bosque? -Miiko le interrumpe- ¿El señorito está en el bosque?
Apurado, como si fueran a cortar su salario o su cabeza, el guardia asiente. Si está en el bosque… eso significa… Erika…
-¡Me cago en la...! -A Nevra se le escapa en voz alta lo que todos estábamos pensando. Los cuatro nos giramos hacia él y le miramos con cara de circunstancias- Perdón.
Y, sin embargo, yo también quiero gritar.
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(Narra Hiiro)
-De acuerdo, me has convencido -Suspiro-. Lo incubaré. Pero si Tori se enfada conmigo, es culpa tuya -Erika hace un gesto victorioso cuando finalmente accedo. He de decir que me ha presentado muy buenos argumentos para hacer que me decidiera a incubar el huevo de xylvra.
-Estoy segura de que si se lo explicas de forma calmada se lo tomará bien -Dice, risueña.
-Cómo se nota que no va a ser a ti a quién le muelan a picotazos…
Ella se ríe. Las costumbres violentas de mi familiar parecen hacerle mucha gracia a todo el mundo, excepto a mí, que soy el que sufre las consecuencias. Me tomo un descanso en nuestra tarea de recoger hierbas para tumbarme en el suelo y dejar que los rayos del sol me calienten. Hace buen tiempo… Por lo que parece, estamos entrando en el verano, y se nota en la temperatura… Y en el incremento de mosquitos. Maldita sea, cómo se están cebando conmigo. Nevra se ríe y dice que mi sangre es de calidad, y a mí no me hace mucha gracia precisamente.
Nevra… Mi mente se pierde en él por un momento, recordando aquel beso. Noto cómo mi cara se calienta con un ligero rubor.
Llevo tiempo pensando en él, intentando aclarar mis ideas. Yo… La verdad es que siempre he visto difícil la idea de… Estar con alguien. Q-quiero decir es… Complicado. El Nicholas James desde luego no era el mejor sitio para buscarme un novio de instituto, pero incluso fuera de ello, tampoco es que sea sencillo dados mis… gustos.
Aunque tampoco es imposible del todo… A fin de cuentas, está… No. No, no. Eso nunca pasó. No.
-¡Hiiro! -La voz de Erika me llama, y parece enfadada por mi descanso- Deja de dormir, perezoso.
-Los perezosos son una de las criaturas más majestuosas que existen -Objeto-. Tendrás que buscar otro adjetivo si quieres levantarme.
-Te pareces a Ezarel tomando el sol.
Me levanto de inmediato y sigo con la tarea, lo que levanta una risa de Erika. El elfo es, por supuesto, uno de sus temas de conversación favoritos, y ya estoy harto y aburrido de él, porque cuando no me está gritando porque he hecho mal algún paso de sus pociones, es Erika la que me habla de él y de sus muchos encantos. Bfff… Pero qué le verá...
Un verde brillante llama mi atención un poco más a mi derecha. ¡Ajá, bingo! Esa maldita Hierba del Mediodía por fin ha salido. Suerte para nosotros que la hemos encontrado tan rápido, porque como te despistes un poco se va y hasta el día siguiente no vuelves a verla.
Me encamino hacia la hierba, dispuesto a arrancarla de cuajo en aras de terminar la misión.
Y, de repente, escucho algo cruzar el aire con un silbido justo frente a mí, y Erika lanza un grito de horror. Yo me quedo congelado en el sitio, incapaz de moverme, completamente pálido, observando la flecha que se ha clavado en la corteza de un árbol a mi lado, la cola de esta todavía temblando ligeramente.
Ha estado a punto de atravesarme la cabeza.
Me giro lentamente hacia la izquierda, y unos metros más allá distingo al que me ha disparado.
Un joven elfo me mira aún en posición de tiro, su arco apuntando en mi dirección, y sus finos labios se curvan en una sonrisa llena de intenciones ocultas.
-Por poco -Dice, con voz cantarina.
Parte 2
Estoy completamente congelado, incapaz de hacer nada. Erika tampoco parece saber qué decir, pero no la tengo en mi campo de visión, así que no sé qué cara debe de estar poniendo.
Me fijo mejor en el elfo. Es alto, más que Ezarel, y de figura más estilizada. Su piel tiene el color pálido de aquel que nunca ha trabajado en su vida, y su pelo, de un color rubio platino, casi blanquecino, cae en una perfecta cascada lisa hasta su cintura. Viste de manera muy rica, sus ropas son de un blanco inmaculado y no parecen alteradas en lo absoluto por la suciedad natural del bosque, y las joyas cubren su cuerpo en forma de collares, anillos, una especie de tiara o corona en su pelo, y múltiples adornos plateados que cubren sus puntiagudas y larguiluchas orejas. Sus rasgos son afilados, pero hermosos, como si estuvieran dibujados en su cara de forma experta por la mano más fina. Sus cejas son delgadas y se arquean de forma sutil, sus labios tienen un color sonrosado y saludable, sus pestañas son largas y espesas, y tras ellas hay dos ojos de un profundo color esmeralda que hacen que, a pesar de la situación, me dé un vuelco el corazón.
Tras el elfo, veo un hombre (¿o una mujer?) de estatura tampoco muy alta, cubierto de pies a cabeza con una armadura lustrosa y brillante, muy bien cuidada, con pinta de ser bastante pesada y que posiblemente le esté dando mucho calor. No se ve nada más de él, ni un centímetro de piel, y el yelmo en su cabeza, con la visera bajada, impide percibir sus rasgos.
El elfo abandona la posición de tiro, relajando sus músculos, y le entrega su arco al tipo en armadura.
-Te aconsejo que no des un paso más -Advierte-. Si aprecias tu vida, claro está.
-¡Hiiro! -Erika al fin reacciona, mientras que yo aún soy incapaz de salir de mi estupor. La veo ponerse frente a mí, desenvainando su espada y apuntando al elfo con ella- ¿Quién eres?
-¡Ay, no! -El elfo pone las manos en alto- ¡No, no, no, espera! ¡No me refería a eso!
El hombre de la armadura rápidamente interpreta a Erika como una amenaza, y desenvaina una imponente alabarda que tenía colgada mediante correas a la espalda. El elfo le mira frunciendo el ceño.
-Y tú tampoco estás ayudando -Comenta-. A ver, esperad, dejadme que os enseñe…
Recoge algo del suelo, un fruto que se le ha debido caer a algún árbol cercano, y lo tira al suelo algunos pasos delante de mí. En cuanto el fruto cae, se escucha un gruñido animal bastante impresionante, y la maleza se levanta de golpe, unas fauces apareciendo en ella de la nada, y el suelo se cierra en una especie de trampa mortal. Erika y yo retrocedemos un paso, asustados. Se escucha la cantarina voz del elfo.
-El chico estaba a punto de caminar en una jhalframbra -Explica-. Lo siento, a lo mejor mis métodos han sido un poco rudimentarios, pero no sabía si iba a poder detenerle con un grito…
Intercambio una mirada con Erika. Lo que acabamos de ver da bastante más miedo que un elfo con un arco, la verdad. Lentamente, Erika envaina. Cuando el arma está completamente guardada, el de la armadura envaina también, volviendo a su posición neutra y estática. Sonriente y satisfecho, el elfo se acerca a nosotros, la armadura siguiéndole con pasos pesados.
-Preguntas por mi nombre -Dice-, pues te lo diré. Mi nombre es Draezel Aënwer, de los altos elfos de Latteria… Aunque supongo que eso para vosotros no significa nada -Y su sonrisa se hace más radiante, casi cegadora-. Sois humanos, ¿verdad?
¿Tanto se nos nota? Erika y yo seguimos demasiado impresionados por todo lo ocurrido como para hacer algo, en parte encandilados por el elfo. Él arquea una de sus estilizadas cejas, esperando una respuesta, y de repente los dos aterrizamos de nuevo en el mundo terrenal, y noto una especie de nerviosismo recorrerme por dentro.
-Sí, así es -Erika es la que habla, para mi alivio-. Somos, eh… De la Guardia de Eel.
-Tal y como había escuchado -Dice-. Dos humanos… Ah, pero tú eres medio humana, ¿no es así? Una faelinne.
-Sí… -Erika parece impresionada por lo mucho que sabe el elfo. Yo también- Esto… Soy Erika, de la Guardia Sombra. Un placer -El elfo asiente, y con cortesía le hace un besamanos, lo que deja a Erika un poco desconcertada. Carraspeo.
-Yo soy, eh, Hiiro, de Absenta -Me presento-. Gracias por… salvarme -Supongo, aunque hubiera agradecido que lo hubiera hecho de otra forma más que tirándome una flecha. Siempre es mejor primera impresión que morderme el cuello y chuparme la sangre, pero bueno.
-Ni lo menciones, ha sido un placer -Y antes de que pueda procesarlo, me hace un besamanos a mí también, lo que me eriza el vello de los brazos-. Dos humanos, dos humanos… hemos tenido suerte...
Mira al tipo de la armadura, como esperando que se presente o diga algo aunque sea, pero el otro no hace absolutamente nada. ¿Está respirando siquiera? El elfo murmura alguna palabra en un idioma que no entiendo, posiblemente en élfico o algo así.
-Bueno, pues nada -Suspira de forma resignada, y le da un golpe en el pecho al de la armadura-. Este de aquí es mi asistente personal (o algo así). Es una armadura gólica, es decir, una armadura viviente -Le da otro golpe-. Un pedazo de metal que está sólo para servir todos y cada uno de mis deseos, sin voluntad propia -Otro más. Empiezo a preocuparme. El elfo sonríe-. Espero que no os moleste su presencia. Sois libres de ponerle un apodo si queréis. A cuanto más ridículo, mejor.
Por la cara que pone, parece que está deseando que desatemos nuestra creatividad sobre la armadura. Eeeeh… Bueno, vale.
-Alphonse -Propongo yo, el primer opening de FMA resonando con volumen máximo en mi cabeza. Brotherhood, no el original, el anime original es basura.
-Tuerquitas -Dice Erika.
-Fucustán. O Fucucín si es chica.
-Acerín. O Acerina, si es chica. O Acerinx si no tiene género. O Acérix si es de un pueblecito resistente de la Galia.
-Get in the bloody robot, Shinji.
-Rotorazer2000.
-FeNiCe -100tifiko.
-Me encantáis -Decreta el elfo, mirándonos con una cara que sólo expresa la más profunda admiración-. Estoy seguro de no haber entendido ni la mitad de las cosas que habéis dicho, pero me encantáis. Los dos -Se ríe, y algo en su risa hace que Erika y yo sonriamos también-. Posiblemente estéis muy ocupados, pero, ¿os molestaría si os robase algo de vuestro tiempo? Tengo una cierta… fascinación por los humanos.
Lo dice en un tono un poco raro, pero con el brillo entusiasmado de sus ojos, es difícil negarse. Caminamos hasta una zona más despejada del bosque, al sol, y Draezel le pide a su armadura una especie de cuaderno de notas. Empieza a hacernos preguntas mientras se pasea entre nosotros, examinándonos desde todos los ángulos posibles, y me siento un poco incómodo, como si fuera algún tipo de sujeto de estudio o algo. Erika parece estar pensando lo mismo que yo, pero los dos nos guardamos nuestras opiniones para nosotros.
-Fascinante -Termina por decir al cabo de un rato, tomando notas-. Un ejemplar masculino y otro femenino… La fortuna me sonríe.
-¿Ejemplar? -Pregunto yo, un poco mosqueado por el término.
-¿Hm? ¡Oh, ah, perdón! Eso no ha sido muy educado, supongo -Se rasca la frente con el lápiz que usa para tomar notas-. Lo siento, ¿me estoy pasando?
-Un poco -Admite Erika-. No es muy… cómodo que te miren como si fueras un bicho de feria o algo similar.
-Mis más sinceras disculpas, no era mi intención, de veras… -Mira a Erika con interés, y luego me mira a mí- Sé que ahora mismo no me estoy comportando con toda la corrección con la que debería, pero la curiosidad científica me puede. Si se me permite la pregunta, y no os sintáis obligados a responder, sois… ¿distintas especies, o algo?
-¿Cómo? -Erika no sabe ni qué cara poner.
-Tú eres más pálida -Explica el elfo-, y él más moreno. Vuestros ojos son distintos, también.
-Soy, eh, asiático -Respondo yo-. A medias. Por parte materna… -Por su cara, diría que espera una mayor explicación- Del oriente. Erika es de… Occidente. Como mi padre, bueno.
-Interesante, interesante… Así que también hay variaciones genéticas dependiendo de la zona… -Sigue anotando cosas en su cuaderno, evidentemente ajeno al ofensivo tono de sus palabras- ¿Os suena un sitio que se llama “América”?
-Un poco, sí -Admite Erika. El elfo parece muy complacido.
-¿Cómo es?
-Eeeh… Difícil de describir. Estamos hablando de todo un continente
-Por favor, haz un esfuerzo… -Erika gesticula, intentando resumir el concepto de “América” en una sola frase.
-Dontcha worry gurl, I got ya back -Frotándome las manos, me preparo para el momento que llevo esperando toda mi vida. “British Lad Roast America”. Déjame poner mi mejor acento americano...
La armadura de Draezel se despega del árbol contra el que estaba recostada, y se acerca al elfo, que la mira con aire curioso, distrayéndole de la conversación. El elfo suspira.
-Vale, sí, muy bien -Se levanta del suelo, alisándose los pliegues de su túnica, aún de un blanco virginal a pesar de que se ha sentado en la hierba fresca-. Lamento si os he importunado con todas mis preguntas -Dice, con una leve sonrisa de disculpa-. En ocasiones no puedo contener mi entusiasmo cuando se trata de humanos. Dicho eso, espero que durante los días que dure mi estancia en la Guardia podamos tener más de una conversación.
-¿Tu estancia en la Guardia? -Erika repite las palabras. El elfo asiente.
-He venido de muy lejos a hacer una visita a la Guardia de Eel -Admite-. Pasaré algún tiempo aquí. Espero que mi presencia no os sea en absoluto inoportuna. Así mismo, espero… Muchas cosas de vosotros.
Algo en su sonrisa adquiere un cariz que me perturba ligeramente, pero no sabría decir qué es lo que es. Draezel hace una leve inclinación con la cabeza y se encamina hacia la salida del bosque, fielmente seguido por su armadura.
Erika y yo nos quedamos sin respuesta, y pasan unos instantes hasta que finalmente uno de los dos hace algo. Nos reunimos en reunión de dos, y, susurrando, porque como es un elfo seguro que nos escucha, compartimos impresiones.
-¡Qué tío más raro! -Dice Erika- ¿A ti no te lo ha parecido? -Yo asiento.
-No sé muy bien por dónde cogerle -Respondo, tampoco queriendo juzgarle sin conocerle, porque, bueno, me ha salvado la vida.
-La armadura me da mal rollo, también -Veo que se muerde el labio-. Dice que se va a quedar en la Guardia… ¿por qué nadie os ha dicho nada? -Bueno, porque sólo somos dos reclutas de rango bajo que en realidad no tienen mucha idea de Eldarya, pero me abstengo de decirle eso. Me encojo de hombros- Tal vez deberíamos…
Se escucha el sonido de la maleza apartarse a nuestra espalda, y de la vegetación surgen Draezel y la armadura. Él nos mira con cara de confusión, y nosotros con los labios fruncidos. Posiblemente nos haya escuchado, y, eh, no estábamos diciendo cosas muy… Agradables.
-Hmm… -Él carraspea- Hola de nuevo. C-creo que me he perdido -Reconoce-. ¿Podriais… indicarme cómo llegar a la Guardia? Si no es molestia…
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Cuando llegamos al edificio de la Guardia, hay un recibimiento mayor del que esperábamos. Nada más aparecer por la puerta, Simonn viene volando, de forma literal, a nosotros, y al ver a nuestros acompañantes su cara adopta un tono más pálido de lo que es normal en él.
-E-el señorito de Aënwer… -Dice, perdiendo por un momento la chulería que le caracteriza.
-Por favor, llámame Draezel -El elfo le sonríe-. Veo que sí que estabais avisados de mi llegada, después de todo.
-Por supuesto que sí -Simonn aterriza y por un instante parece que medita la idea de hacer una reverencia. No deja de mirarnos a Erika y a mí con aire nervioso-. Vuestra carta fue recibida tiempo ha, y, eh… -Evidentemente no se le da bien hablar en finolis… Pero, espera, ¿le está tratando de vos? Simonn carraspea- Vuestro carruaje llegó hace unas horas y los guardias informaron de la situación. Actualmente se encuentran en el interior del CG, junto con los representantes de las Guardias, que esperan ansiosamente vuestra llegada…
-“Draezel” implica que puedes tutearme -El elfo hace un gesto cansado-. ¿Te llamas?
-Simonn.
-De acuerdo. Gracias por tus servicios, Simonn -Le dedica una sonrisa al comesueños. Luego se dirige a Erika y a mí-. Sé que ya os he importunado bastante, pero, ¿sería una molestia pedir que me acompañarais hasta allí?
Simonn parece estar completamente alterado ante la presencia del elfo. De repente, al ver toda la joyería que lleva encima, se me ocurre que a lo mejor no es un viajero estrafalario, sino algún tipo de diplomático bastante importante al que deberíamos estarle lamiendo los zapatos.
-Será un honor -Respondo por mí y por Erika, que no parece haberse dado cuenta de la situación. Simonn vuelve a respirar.
Le acompañamos hasta el interior del CG, y veo cómo su presencia levanta miradas curiosas por doquier. Él parece ajeno a todo, bien como si no se hubiera dado cuenta o bien como si estuviera tan acostumbrado que no le pareciera nada fuera de lo normal. Cuando llegamos a la sala del Cristal, una curiosa reunión de Miiko, Ezarel, Nevra y Leiftan nos dan la bienvenida… O lo intentan, porque a Miiko se le cortan las palabras al vernos entrar junto al elfo.
-E-E-Erika… Hiiro… -Nos mira con los ojos muy abiertos. Oh, dios. ¿Qué norma de protocolo estamos incumpliendo? Ezarel carraspea y se acerca al elfo para hacerle un besamanos. Me pregunto si será algún tipo de símbolo de cortesía entre elfos.
-Draezel Aënwer, de los altos elfos de Latteria -Saluda, en un tono tan educado que me parece imposible que esté saliendo de su boca-. Es todo un honor contar con vuestra presencia en-
-No pienso decirlo una vez más -Draezel hace un gesto exasperado-. No quiero que nadie se refiera a mí por mi apellido. Draezel, a secas. No quiero ningún trato especial. Soy un simple invitado aquí, y ya siento que estoy abusando de vuestra generosidad, así que lo que menos quiero es que se me trate como si mi presencia aquí fuera una bendición para todo el mundo o algo.
Las palabras del señorito parecen echar un poco para atrás a Ezarel, que parece desconcertado. Draezel se abre camino hasta Miiko, y la saluda con un besamanos.
-Me aventuro a suponer que trato con aquella que se conoce como Miiko -Dice. Miiko asiente de manera afirmativa-, líder de la Guardia de Eel. Agradezco sobremanera que me hayáis recibido, y espero no suponer un gran molestia para la Guardia. Conociendo el correo de Latteria, posiblemente apenas hayáis tenido tiempo para preparar nada.
-La carta llegó días atrás… -Draezel sonríe ante las palabras de Miiko.
-Mentira -Dice él.
-Llegó ayer -Improvisa Nevra con un carraspeo.
-Mentira otra vez.
-Ha llegado hace hora y pico -Sentencia Simonn.
-Eso sí que me lo creo -El elfo se ríe con suavidad-. ¿Veis? No pasa nada por ser sincero. No quiero que mi relación con la Guardia se base solo en meras apariencias. Sé que el nombre de Aënwer me precede, pero creedme, yo no soy como mis padres. Realmente estoy interesado en la Guardia de Eel y deseo ayudar a su cometido.
La tensión en la sala podría cortarse con un cuchillo. Intercambio una mirada con Erika, que parece igual de perdida que yo en todo esto. Después, mis ojos cruzan la sala hasta Nevra, y él parece darse cuenta y me devuelve la mirada. Veo sus labios dibujar un “Ya te explicaré”. Eso espero.
-En ese caso -Ezarel vuelve a tomar la iniciativa, carraspeando-, ¿puedo preguntar cuál es el motivo de vues… tu visita?
-Estoy de vacaciones -Las palabras del elfo parecen caer como una jarra de agua fría sobre el otro-. Siempre he querido venir a Eel, y ahora que se acerca el verano me parece una época de lo más oportuna para hacerlo. Además, había escuchado de los rumores de que había dos humanos en la Guardia -Se gira hacia nosotros con una gran sonrisa-, ¡y eso es algo que no puedo perderme bajo ninguna circunstancia!
Ezarel parece estar al borde de un ataque de nervios. Veo sus dedos crisparse de manera nerviosa en la tela de su ropa, y algo en su expresión me dice que por su mente sólo pasan planes de asesinato para con el señorito.
-En ese caso -Miiko carraspea, recuperando su diplomacia-, espero que te guste Eel. Permíteme recomendarte una visita a la playa en algún momento. Es… es un buen sitio -Draezel asiente, complacido-. Hmmm… Leiftan, ¿serías tan amable de acompañar a nuestro invitado a la habitación que hemos dispuesto para él?
-Por supuesto -Con una sonrisa de las suyas en los labios, Leift se encamina a la puerta, haciéndole un gesto al señorito para que le siga-. Por aquí, por favor. En cuanto a tu acompañante, no hemos pensado nada, pero…
-Es gólica -Explica-, así que se queda conmigo.
Leiftan asiente, y con eso los dos… O tres, bueno, salen de la habitación. Me giro para verles irse, y el elfo caza mi mirada y se despide de mí con una sonrisilla y un movimiento de la mano, al que respondo con una leve inclinación.
Pasan unos instantes de tensión. Luego, todo el mundo deja soltar el aire contenido en sus pulmones, algunos simplemente suspirando, y otros, como Ezarel, bueno…
-¿¡ME ESTÁS DICIENDO QUE HE MONTADO TODO ESTE CIRCO POR UN NIÑO DE PAPÁ QUE SIMPLEMENTE HA VENIDO A PASAR AQUÍ SUS VACACIONES!? -Grita, completamente fuera de sí.
-Ezarel, cálmate… -Erika se dirige a él con gesto tranquilizador- ¿Puede explicarnos alguien qué está pasando?
-Ese elfo pertenece a una de las familias más ricas de todo Eldarya -Explica Nevra, atusándose el flequillo-. A Ez le llegó una carta de su familia esta mañana diciendo que iba a venir a visitar la Guardia de Eel con la idea de alguna “alianza”. La carta lo hacía sonar más serio que lo que ha dicho el tal Draezel.
-¡Estaba escrito en élfico elaborado! -Se sigue quejando Ezarel- ¡Ese maldito…! -Lanza una sarta de improperios a cuál más original, en distintos idiomas. Entre lo mucho que dice le escucho un “Bloody hell”, y me siento orgulloso. Cuando termina de desahogarse, mira a Erika con un tono extraño en sus ojos- Como sea, no os ha hecho nada, ¿no?
-¿Nada de qué? -Pregunta ella.
-De lo que sea. Esos elfos odian a los humanos. Creo que es un verdadero milagro que estéis vivos.
-¿En serio? -Hago un gesto sorprendido- Bueno, el tipo era un poco siniestro, todo hay que decirlo, pero yo diría que es más bien todo lo contrario… Creo que nos ve como… Una especie rara y desconocida, o algo similar. Nos ha hecho muchas preguntas sobre nosotros y el mundo humano.
-Pero a Hiiro casi le ensarta una flecha en la cabeza -Se le escapa a ella.
-¿Qué? -Es el turno de Nevra para sorprenderse. Me mira con preocupación, y noto que mi pulso se eleva un poco- ¿Estás bien?
Asiento, sin decir nada. Él no aparta la mirada de mí, como juzgando por sí mismo si estoy diciendo la verdad o si en realidad estoy al borde de la muerte, pero, bueno, estoy bien. Miiko respira con evidente alivio.
-Como sea… Creo que podemos bajar la guardia, aunque sólo sea un poco -Dice-. Es posible que el chico esté mintiendo y su actitud… relajada, digamos, sea una mera fachada. A lo mejor tiene detrás intenciones más oscuras de lo que imaginamos, o a lo mejor no, a lo mejor sólo es un chico que viene a pasar a Eel sus vacaciones. Sea como sea, quiero un ojo encima de él todo el rato. Simonn, te lo encargo.
-¿A mí? -El comesueños parece sorprendido- Sé que eso de convertirme en niebla me hace parecer muy sigiloso, pero no funciona con los elfos. Prueba de ello el azulón de ahí -Y señala a Ezarel, que asiente. Miiko hace un gesto de fastidio.
-¿Para qué te queremos entonces…?
-Perdona, ¿has dicho algo?
-Me has oído, pero no tengo problema en repetirlo, así que no te pases de listo -Simonn esboza una sonrisa tirante. Parece que él y Miiko no han terminado de arreglar sus diferencias-. Vale… que alguien vaya a recuperar a Valkyon y le diga que es seguro que se quede por aquí. En cuanto a esa vigilancia, bueno…
-Vengo justo con la respuesta que necesitáis -Leiftan hace su entrada en la habitación con una sonrisa en los labios. Miiko le mira interrogante-. Nuestro invitado se ha instalado en su habitación y nos da su más sincero agradecimiento por nuestro recibimiento, así como se disculpa por todos los inconvenientes… O eso ha dicho -Se coloca entre Erika y yo, y su mirada nos examina a ambos-. Le he dicho que no es molestia alguna, y le he preguntado que si habría algo que pudiéramos ofrecerle para hacer su estancia más agradable, y… Aunque no lo ha dicho, me ha dado a entender que le gustaría conocer más sobre los humanos. Tal vez no sea mala idea proporcionarle un par de guías que le acompañen sus vacaciones por Eel… y mantengan un ojo en él durante todo momento.
Ooh… Ya veo. Bien pensado. Pero no sé si me apetece hacerle de guía turístico a un elfo obsesionado por los humanos que posiblemente esté bastante consentido por sus padres.
-Así que para asegurar la seguridad de los humanos, vamos a ofrecérselos en bandeja -Resume Ezarel en tono irónico-. Fantástico. Una idea brillante, Leiftan.
-Sin ironías, a mí tampoco me gusta la idea -Añade Nevra-. Si tanto le gustan los humanos… ¿Por qué no Valkyon, por ejemplo? -Cierto, Valkyon. Suele olvidárseme que en teoría también es medio humano. Leiftan niega con la cabeza.
-Creo que sería mejor evitar mencionar que Valkyon es un faelinne -Dice-. Por si acaso. Dicho eso, lo mejor es que se vean lo menos posible, para evitar descubrir el pastel… Además, Valkyon no tiene conocimiento alguno sobre el mundo humano. Lo único que tiene de “humano”, en realidad, es el nombre, porque de hecho si le miráis bien hasta yo parezco más humano que él -Completamente de acuerdo.
-Hmmm… -Miiko parece dudosa- No sé qué decir. Chicos, no voy a obligaros a nada. Vosotros decidís.
-Por mí no hay problema -Decreta Erika, con una enorme sonrisa.
Malditos sean ella y su espíritu de voluntariado. Yo medito los pros y los contras de la situación, y la verdad es que me cuesta encontrar ningún pro. No conozco las intenciones del elfo, no podría defenderme en caso de que planee algo, y, sinceramente, me da muy mala espina todo el asunto. Lo único que tengo al otro lado es que Erika ya se ha presentado voluntaria, y me sentiría como una persona horrible si la dejase a ella sola con el problema.
Una vez más, como con la misión del agarp, suspiro con resignación.
-¡Muchas gracias! -Dice Leiftan, con una sonrisa encantadora.
Parte 3
Al final, no es tan malo como había pensado. El elfo se puso muy contento al escuchar que nos habíamos ofrecido voluntarios para hacerle de guía, y hasta nos ofreció una recompensa en manaa por las molestias, que la verdad es que aceptamos con bastante entusiasmo. Uno pensaría que no hay tanto que ver en la Guardia de Eel, pero él tiene una buena lista de actividades que hacer. Lo primero que hizo fue irse de compras, gastándose una buena cantidad en ponerle un poco de color a su antes casi aséptica vestimenta, y de hecho pagó también bastante por hacernos a Erika y a mí un par de conjuntos “inspirados en el mundo humano”. Erika parece más contenta que yo con el resultado, pero es la primera vez que me dejan ponerme ropa normal desde que llegué aquí, así que no me puedo quejar. Aunque vi dolor en los ojos de Nevra cuando descubrió que me había quitado sus botas.
-Nevra, no puedo ir con tirantes, pantalón corto y botas -Le dije-. Es un crimen para la moda. Además, hace calor y se me están cociendo los pies.
-¡¡Pero aún así!! -Se quejó él, lloriqueando.
Yo ignoré sus llantos, y Draezel pareció muy divertido con la escena, a juzgar por su sonrisa.
El señorito es en realidad bastante más normal de lo que aparentaba, quitando su casi enfermiza obsesión por los humanos. Sin una ropa tan blanca que casi ciega y con bastante menos joyería (sólo ha conservado los accesorios para las orejas, que ha dicho que son un regalo de alguien “muy especial”), impone menos, aunque sigue teniendo este aire de estar ocultando algo en todo momento. Se negó en redondo a que los dos guardias que habían venido consigo le acompañasen a ninguna parte, diciendo que estaba de vacaciones y no necesitaba carabina, y eso le honra, porque hace que Erika y yo nos sintamos menos incómodos, pero… Es imposible que se separe de la armadura. Se disculpó por la inconveniencia, pero aseguró que no quería separarse de ella de ninguna manera. En parte lo entiendo, porque es la que lleva encima todos sus cacharros y cachivaches a todas partes, y también la que le hace recuperar el buen camino cuando se exalta demasiado a su adoración a los humanos.
-Además, para mí no es un simple guardaespaldas -Dijo cuando Erika se lo señaló (sin mucha discreción por su parte, todo hay que decirlo) en una ocasión-. Es… Es un compañero. Sé que siempre puedo depender de él, y que él nunca me traicionará -Con un gesto dramático se dejó caer al suelo de espaldas, y la armadura le atrapó antes de que se la pegase-. ¿Veis? -Le dio unos cariñosos golpes a la chapa- Siempre ahí. Te quiero, pedazo de metal, incluso si eres una criatura insensible, apática y estúpida.
Vale, un poco rarito sí que es, pero por lo que he entendido de su infancia, no es que tuviera muchos elfos con los que jugar, ni tiempo para jugar siquiera, así que es relativamente comprensible que le haya cogido cariño a una armadura viviente. Supongo.
Si tuviera que quedarme con un momento de los últimos días, creo que sería cuando logró convencer a Karuto de que nos dejara su cocina una noche tras el cierre de la cantina, y nos dijo que le ayudásemos (más bien Erika, porque todo lo que tocan mis manos se vuelve automáticamente incomestible) a preparar un “mejunje especial” que nos iba a encantar. Erika y yo pusimos la misma cara de absoluta sorpresa al beber del brebaje.
-¡Es Coca-cola! -Exclamó Erika- ¿¡Pero cómo…!? -El elfo rió con orgullo.
-¡Me ha costado mucho tiempo y esfuerzo emular el sabor! -Dijo- Pero lo conseguí. No es lo mismo del todo, pero es pasable, ¿no?
-¡Y tanto! -Inspirada, Erika se dirigió a la despensa- Espera aquí, amigo elfo, te voy a mostrar las maravillas de la cocina francesa.
Y esa noche cenamos muy, muy bien.
Para hoy, nuestro “amigo elfo” ha decidido hacer caso del consejo de Miiko y dejarse caer por la playa, que “misteriosamente” (y seguro que Miiko no ha tenido que ver, noooo, no, no) está vacía a excepción de nosotros cuatro. ¿O tres? No sé si contar a la armadura o no. Se ha sentado en un rinconcito a la sombra y no se ha movido de ahí, vigilando a Draezel desde la lejanía. ¿Le dará miedo oxidarse?
El señorito y Erika chapotean en el agua cercana a la orilla por los miedos de ella. El carácter extrovertido de ambos les hace llevarse bastante bien, y Draezel no parece tener problema en quedarse en zona segura. Yo, sabiéndome a poco la orilla, me he adentrado un poco más en el agua. Siempre me ha gustado nadar, posiblemente la natación sea el único deporte que tolere… Me dio mucha pena tener que abandonar el equipo en su día, debido a una razón tan estúpida como que “como es marica seguro que está aquí para mirarnos”.
Recuerdo unos ciertos comentarios y acciones bastante crueles, y tomo aire para dejarme tragar por el agua marina, ahogando los pensamientos innecesarios, porque no quiero pensar en eso ahora. Ya no, ya no más.
Salgo a superficie un poco más allá, y cuando el flequillo se me pega a la cara me echo el pelo hacia atrás en una especie de tupé. Erika me ve haciendo el gesto, y sonríe.
-Te queda bien el pelo así -Me dice-, mejor que el flequillo emo ese.
-¿Emo? -Arqueo una ceja- Te equivocas. De todas formas me gusta mi flequillo. La frente despejada no es para mí.
-Pues yo concuerdo con Erika -Draezel interviene-. Si se me permite dar mi opinión… Tienes unos ojos muy bonitos, Hiiro. Con la cara despejada los luces más.
-Hmmm… -No sé exactamente qué decir. No estoy muy acostumbrado a que me hagan cumplidos por mi apariencia… Ni que me hagan cumplidos, en general. Al menos él no me ha llamado “guaperas”. Ugh. No, nope, fuera ese pensamiento...- Gracias, pero aún así…
-Insisto -Él sonríe-. Tengo una cierta debilidad por los ojos azules, así que los tuyos me llaman la atención inevitablemente. Son… realmente preciosos...
Nuestras miradas se enfrentan, el esmeralda de sus ojos enfrentándose al azul de los míos. Veo una chispa de… fascinación en ellos, pero parece distinta de la fascinación usual que siente por los humanos. Sintiéndome inquieto, aparto la mirada.
-Ya, eh, yo… Vuelvo a la orilla -Informo, y eso hago, dejándoles a ellos en el agua.
A veces siento esta… Cosa rara viniendo de él, esa cara oculta que no está mostrando. No sé si será tan malo como me espero, pero sé que oculta algo, y él tampoco hace un gran esfuerzo por evitar que nadie se dé cuenta de que hay algo raro, como si no le importase… Pero es todo tan sutil que a veces me parece que me lo imagino.
Pasan un rato más en el agua, hasta que Erika empieza a sentirse incómoda, y vuelven a la orilla. Erika decide ponerse a tomar el sol, y el elfo se acerca a su armadura a susurrarle palabras bonitas o lo que sea antes de dejarse caer a mi lado.
-¿Te ha molestado mi comentario de antes? -Pregunta. Yo finjo que no tengo ni idea de lo que me está diciendo- Sabes de lo que hablo, Hiiro. No era mi intención azorarte, lo lamento.
-No, eh… -Le miro un poco nervioso- Está bien. No se me da bien aceptar cumplidos, supongo.
-Sé que a veces me paso un poco de la raya cuando se trata de vosotros… -Y frunce un poco los labios- Lo siento de veras, los humanos realmente me... fascináis.
Sus ojos recorren mi anatomía de forma curiosa, incomodándome bastante, a decir verdad, supongo que preguntándose que por qué rayos me he metido al agua con la camiseta. Últimamente he estado más despechado de lo que me gustaría, y ya tengo bastante con que Nevra y Valkyon hayan visto lo que no tenían que ver, así que prefiero evitar mayores accidentes, especialmente teniendo en cuenta a Súper Erika la Metomentodo.
-Si no es mucho preguntar… -Pienso en algo que decirle para distraerle- ¿De dónde viene tanta curiosidad por los humanos? Por lo que he creído entender, el ambiente en el que te has criado no… Es el más propenso para, eh…
-Entiendo lo que quieres decir, no te preocupes -Él asiente-. Sí… los humanos no son muy populares entre los altos elfos… Al menos no de forma positiva. Hmmm… Lo siento, creo que no puedo responder a tu pregunta -Su respuesta me sorprende un poco, especialmente por el tono alegre en el que lo dice, como si estuviera contando un chiste-. Créeme que me gustaría, pero he prometido guardar el secreto -Y sonríe-. Mis labios están sellados. Pero, a cambio, y aunque sé que no es mucho, te ofrezco todo lo que quieras saber sobre los elfos. Ya te he visto más de una vez leyendo algo de historia de este mundo, estoy seguro de que tu alma es tan curiosa como la mía -Bueno… eso no puedo negárselo.
-¿Qué diferencia hay entre un alto elfo y un elfo… normal? -Pregunto. Él piensa la respuesta.
-Somos razas distintas dentro de la misma especie, o algo así -Responde-. Hay muchos más tipos de elfos de los que te imaginas… Por ejemplo, la mujer de la enfermería, que es una elfa oscura benigna. Tu jefe, el del pelo azul, es de una categoría bastante genérica… Si tuviera que señalar una característica de su pueblo sería que son bastante más apegados a la naturaleza que otros. En cuanto a los elfos altos… Somos el retrato de lo que los humanos tenéis en el imaginario. Criaturas gráciles que habitan en los bosques, sabios, pero soberbios, y no demasiado cariñosos con los humanos. Al llegar aquí fuimos un poco los que “dirigimos” a los elfos, más que nada porque somos bastante mandones dentro de nuestra especie -Se me escapa una sonrisa al pensar en Ezarel y sus “dotes de mando”-, y nos ganamos la categoría de “altos elfos” por eso… El poder político suele llevar también al económico, y, prácticamente a cualquier tipo de poder, así que no pasó mucho hasta que mis antepasados decidieron declarar a los altos elfos como una raza superior a cualquier otro tipo de faérico y que lo mejor sería que nos aisláramos del resto de la sociedad. No es una decisión que personalmente me guste mucho, pero, vaya, históricamente nos ha ido bastante bien.
Medito la nueva información. Nunca está de más aprender cosas nuevas, bueno. Erika ha estado más o menos poniendo la oreja, interesada en la historia élfica por sus propias razones egoístas, y le hace algunas peguntas más a Draezel. Yo también tengo las mías, y pasamos un rato intercambiando información sobre humanos y elfos hasta que el quejido metálico de la armadura que nos vigila indica que es hora de irse yendo, y los tres (¿o cuatro?) nos dirigimos hacia la escalera arenisca.
-Una última cosa -Me susurra Draezel, cuando estamos por irnos, y noto que lo hace de forma que Erika no nos escuche-. Aprende a aceptar los cumplidos, Hiiro. Te los mereces.
Me guiña un ojo, y yo me quedo sin respuesta y sin capacidad de movimiento durante unos instantes. La armadura se choca conmigo y yo pierdo equilibrio y me caigo al suelo.
---
(Narra Ezarel)
Escucho fuertes toques en la puerta de mi habitación cuando me estoy vistiendo todavía. Demonios, ¿quién tiene tantas prisas por la mañana?
-¡EZAREL! -Nevra, que parece bastante nervioso. Eso es raro- ¡EZAREL, SAL YA MISMO DE AHÍ! ¡EMERGENCIA!
Suena a que se nos ha colado un enmascarado. Me cuelgo el arco a la espalda y el florete al cinto y salgo de la habitación listo para la acción. Le miro interrogante, pidiendo que o bien me explique qué ha ocurrido o bien me indique el camino.
-Hiiro y Erika no están -Dice.
El alma se me cae a los pies.
Galería de arte - Atuendos regalados por Draezel Aënwer
-Ha sido muy amable por parte de Draezel regalarnos estos conjuntos...
+Sí...
-Es un chico muy considerado...
+Sí...
-Y yo creo que le has caído muy, muy bien.
+Sí...
-Muy bien.
+... Erika, ¿qué insinúas?
-¡Nada, nada! Sólo que el señorito parece haberte cogido un cariño especial, ¿eh?
+No digas tonterías...
-¡Oh, vamos! ¡Es un niño rico, al menos aprovecha! O que pasa, ¿no te gusta? Simonn me dijo cuál era "tu tipo" y yo creo que se ajusta bastante...
+Simonn dice muchas cosas.
-¿Cuál es tu tipo, si no?
+... Hombres tuertos de pelo oscuro con colmillos afilados y un gusto por los cinturones y los estampados horteras.
-Hmmm... ¡Eso es muy específico! No sé si vas a encontrar alguien así, ¿eh?
+Ya. Sí. Dónde podría yo encontrar a alguien que se ajuste a esa descripción.
>¡Ya estoy de vuelta, perdón! ¿Hm, de qué estabais hablando?
+De nada importante...
-¡Estábamos hablando del tipo de chicos que le gustan a H-
+Eso parece pesado, ¿necesitas que te lo lleve?
>¿E-eh? N-no hace falta, la armadura puede encargarse de...
+No, trae. Yo lo llevo. Me voy adelantando.
>B-bueno, gracias... Hm... ¿De verdad que puede con la bolsa...?
-¡Por supuesto que sí, Hiiro es un chico muy fuerte! ¡Oye, oye, Draezel, una pregunta! ¿A ti qué tipo de chicos te gustan?
>¿E-eh? ¿Q-qué tipo de pregunta es...? Hum... Si tuviera que decir algo... Quizá... Chicos humanos bajitos un poco gruñones y de ojos azules... E-ejem, pero eso no importa, deberíamos seguir a Hiiro...
-(¡... mi intuición femenina nunca falla!)
Parte 3.5
(Narra Ezarel)
-¿Qué? -Pregunto, y mi voz suena lejana- ¿Dónde… qué…? ¡Ese maldito elfo!
Antes de que quiera darme cuenta, emprendo el camino a zancadas hacia la habitación en la que se está quedando el hijo de los Aënwer, pero Nevra me hace rectificar mi ruta hacia la sala del Cristal, y los dos nos apresuramos hacia allí con la misma prisa.
Al llegar, me encuentro a ese niño mimado tirado en el suelo, gritándole en élfico a Jamón, que le mira impasible mientras le apunta con el filo de su arma. Valkyon observa la escena con semblante sombrío junto a Leiftan, que más bien parece su perro guardián por las miradas cautelosas que le lanza. Miiko levanta su vista del niñato y la fija en nosotros cuando entramos. Nevra se queda en la puerta, pero yo avanzo hasta el culpable, aparto a Jamón de un empujón y agarro a ese maldito por el cuello de su seguramente carísima túnica, levantando un grito de Miiko, que me dice que no lo haga.
-¿Dónde está? -Le pregunto, más bien gritando, en élfico- ¿¡Qué has hecho con ella!?
-¿¡QUÉ HABÉIS HECHO VOSOTROS CON ÉL!? -Él me responde en un tono más violento todavía, tirándose sobre mí para aferrarse a mi ropa con una desesperación todavía mayor que la mía, lo que me deja bastante confundido, pero no hace sino aumentar mi mal humor- ¿¡Dónde está!? ¿Sabéis algo? T-tienen que habérselo llevado, y no puedo perderlo...
-¿De qué hablas? -Le pregunto, aún muy, muy enfadado, pero algo preocupado ya por el tono desesperado de su voz.
-Mi Vínculo.
Vínculo. De repente, sólo me da lástima.
-No tiene nada que ver -Decreto, ahora sí dirigiéndome al resto, empujándole para que me suelte, y él cae al suelo.
-¿Qué ha dicho? -Nevra, con la preocupación en sus ojos, se dirige a mí.
-¿Qué tenemos? -Me giro a Miiko, evitando la pregunta del vampiro. Ella alza las cejas, pero no dice nada al respecto.
-Dos guardias de Aënwer muertos, una armadura inútil y despiezada, dos humanos desaparecidos y un comesueños severamente herido -Resume Miiko-. Curiosamente, los guardias muertos no los habíamos visto nunca, son otros distintos a aquellos con los que vino. El comesueños asegura haber visto más gente con el mismo uniforme.
Intento darle un sentido a todo en mi mente. No tardo mucho en encontrar una respuesta lógica.
-Tu familia -Me dirijo al elfo, esta vez en un idioma que pueda entender todo el mundo-. ¿Han podido ser ellos? -Le veo palidecer.
-Perfectamente -Admite-. Siempre han querido deshacerse de… -Se pone en pie, y Jamón se acerca a él de nuevo, haciendo que se interrumpa, pero yo le hago un gesto con la mano para detenerle.
-Me repito, él no tiene nada que ver -Digo-. Le han engañado. Es un señuelo. No pensé que nadie pudiera ser tan mezquino y llegar a estos extremos sólo para deshacerse de dos humanos, pero...
-Te equivocas -Draezel lloriquea a mi espalda-. A mis padres le dan igual vuestros humanos. Son un extra añadido, sí, pero lo que ellos quieren es… -De su garganta se escapa un gemido tan triste que todos nos estremecemos- … quieren matarle a él… -Pensé que estaba hablando de Hiiro, pero si no se refiere a él, eso significa…- Tenía que haberlo sabido cuando me dejaron irme tan fácilmente de Latteria...
-Por favor, ¿podéis dejar de conspirar entre elfos? -Nevra, también afectado por la melancolía que destila el elfo pero aún así molesto por la situación, habla- El resto también queremos respuestas.
-¿Puedo? -Le pregunto a Draezel, queriendo respetar su privacidad. Él se lo piensa unos instantes.
-No. Lo haré yo -Toma aire-. Dentro de la armadura había un chico -Confiesa, y la habitación se llena de caras sorprendidas-. Se llama Alec y es mi Vínculo.
-¿Vínculo? -El tono de Leiftan refleja sorpresa- Pensé que… pensé que los elfos ya no teniáis esas cosas.
-Algunos altos elfos sí -Admite, algo avergonzado-, aunque es un rasgo arcaico.
Vínculo. La palabra se repite en mi mente. Es un rasgo prácticamente extinto en los elfos, y me alegro de ello, pero es posible que en familias de sangre pura de altos elfos aún exista. El Vínculo es… similar al alma gemela de las quimeras, pero no idéntico. No viene determinado de nacimiento, sino que se adquiere después, y es un poco “por voluntad propia”, puesto que para formar un Vínculo con alguien tienes que establecer una conexión emocional bastante profunda. Se puede explicar como que una persona ha quedado tan arraigada en tu corazón que casi tiene literalmente raíces físicas. De este modo, el Vínculo no implica siempre una atracción romántica, como en las quimeras, sino que puede tratarse de una simple amistad o incluso de relaciones familiares. Hay muchos casos documentados de hermanos nacidos del mismo parto que han desarrollado un Vínculo mutuo. Y, sobre eso, el Vínculo no tiene por qué ser recíproco. Puede ser completamente unilateral. Cada Vínculo es distinto. Lo único que tienen en común es lo siguiente:
Si pierdes tu Vínculo, te mueres. De pena.
He escuchado que el dolor que sientes es igual al que notarías si te arrancasen el corazón del pecho, o peor incluso. Hay quién dice que simplemente no hay comparación alguna, que es un dolor indescriptible. Te invade la pena, pierdes las ganas de vivir, luego pierdes la cordura, y por último, mueres en la más horrible de las miserias.
De pequeño, estaba aterrado de formar un Vínculo y perderlo. Es posible que mis temores duren hasta hoy y sean un poco los responsables de mi actitud hacia la gente y mi pánico a las relaciones a largo plazo, pero no es momento para psicoanalizarme a mí mismo.
-Posiblemente mis padres quisieran deshacerse de él -Sigue explicando-. Siempre le han odiado, desde el primer día… Piensan que es una horrible influencia para mí y que interfiere en sus planes para convertirme en el perfecto heredero de Aënwer.
-Pero, ¿por qué iban a matar a tu Vínculo? -Pregunta Nevra- Eso te mataría de pena, ¿no es así? -Draezel se muerde el labio.
-Ellos no saben que es mi Vínculo -Explica-. No se lo he dicho nunca. Ni a nadie, en realidad. Ni siquiera Alec lo sabe. Siempre ha sido… Mi secreto. Si alguien llegase a enterarse, el nombre de Aënwer caería en desgracia. Ya les cuesta siquiera aceptar que le deje estar a mi lado y le tenga de asistente personal (o algo así). No creáis que finge ser una armadura gólica por nada.
-No lo entiendo -Leiftan parece pensativo. Le falta una pieza para terminar de darle sentido a todo, una pieza que yo ya he deducido hace tiempo-. Pensé que un vestigio arcaico como ese era señal de una sangre muy pura… O sea que ayudaría a reivindicar el poderío de Aënwer y su superioridad. Así que, ¿por qué lo escondes?
Draezel toma aire, dispuesto a hacer una última confesión.
-Alec es humano.
La pieza encaja en su sitio, y la expresión de todos los presentes en la sala cambia al instante. Y, de repente, todo tiene sentido.
Parte 4
(Narra Hiiro)
Siento todo mi cuerpo muy pesado, como cuando me desperté en la cama del hospital después de la aventura de la cueva. También siento… Un mareo bastante intenso. Ugggh, tengo ganas de vomitar… ¿dónde…?
Todo pega un buen brinco de repente, y yo me choco contra el techo de… ¿pero dónde puñetas estoy? Miro en derredor. No es que esté muy puesto en estas cosas, pero mi escasa experiencia con películas de época me dice que estoy en una especie de carruaje, o similar. Noto un peso a mi lado, y veo a Erika dormida junto a mí.
-¿Erika…? -La llamo. No parece haber respuesta- ¡Eh, Erika!
Un nuevo brinco, y escucho algo latiguear. Me inclino sobre Erika y le doy unos vehementes golpes en la mejilla. Sin reacción. Pidiéndole disculpas por adelantado, levanto la mano y le doy una contundente bofetada.
-¡Ah…! -Ella abre los ojos- ¿H-Hiiro? ¿Qué…? -La vista se le va por un segundo, y se aferra a mí- ¿D-dónde estamos?
-Ni idea…
El carruaje pega un nuevo brinco, escucho una voz masculina apurar a un animal y a este hacer un sonido similar a un relincho en respuesta. Le digo a Erika que espere un momento, y me acerco a la cortina que separa el compartimento del que estamos con el asiento del conductor. La descorro de un tirón.
-¡Giá! -La potente voz de un joven es lo que me recibe. Él se da la vuelta y veo sus ojos abrirse con mucha sorpresa al verme- ¿Pero qué…?
Sus ojos son del brillante azul de un zafiro, como los míos.
Algo golpea el carruaje en el que estamos por un lado, y todo se tuerce de manera brusca hacia la derecha. Incapaz de mantener el equilibrio, caigo hacia la pared derecha, dándome un buen golpe. El joven parece intentar retomar el control del carruaje, pero no se le da muy bien, la montura se desboca y, antes de que nadie pueda hacer nada, volcamos hacia un lado.
Todo da vueltas de forma confusa un rato, y yo me concentro en no perder el sentido de nuevo, dándome de golpes contra cada pared. Cuando todo deja de girar, me incorporo como mejor puedo.
-H-Hiiro -La voz asustada de Erika me llama-. ¿Tienes idea de qué…?
Se interrumpe cuando la puerta izquierda del carruaje, que está encima de nuestras cabezas, se abre de repente y un elfo con el uniforme de los guardias de Aënwer aparece tras ella, con un arco en tensión apuntando directamente a mi corazón.
Se escucha un gruñido y algo embiste contra el arquero, derribándole y desviando la trayectoria de su flecha hasta un punto no mortal encima de mi cabeza, donde se clava. Erika no pierde tiempo en estirarse y mirar por la puerta abierta. Lanza un grito de repente, escucho un sonido extraño y cuando ella se gira hacia mí veo que tiene una salpicadura de sangre en la mejilla, pero sé que no es suya.
-Tenemos que irnos -Dice. Yo asiento, conforme.
Le hago de pie para que suba a lo alto del carruaje, y luego ella me ayuda a mí a escurrirme fuera. A los pies del carruaje volcado el joven moreno pelea contra dos guardias uniformados. Erika le lanza una mirada que a todas luces dice que quiere intervenir, pero yo le agarro por la muñeca antes de que pueda hacer nada.
-Erika, no. Ahora mismo no sabemos quién es amigo o enemigo.
-Pero los guardias de Draezel…
-No sabemos si Draezel es amigo o enemigo.
Mis palabras calan en su mente, y de repente toma conciencia de que nuestro amigo elfo a lo mejor no es tan amigo. Asiente, comprendiendo el peso de mis palabras, y los dos saltamos del carruaje y salimos corriendo en dirección al bosque que nos rodea. Creo que es el bosque de Eel, pero… no el bosque que yo conozco, sino bosque profundo y desconocido. Como en el que me atacó aquel Perro Negro.
Erika y yo corremos por el bosque todo lo que nuestras piernas nos lo permiten, pero la verdad es que yo no doy tampoco para tanto, y al poco estoy sin resuello. Erika me urge a seguir, pero yo no puedo con mi alma… Hasta que de repente, veo un destello en un árbol, escucho algo silbar y en un parpadeo tengo una flecha clavada en el brazo. Lanzo un grito de dolor y me caigo al suelo, maldiciendo al infeliz que me ha disparado. Erika viene corriendo a mí y se arrodilla a mi lado, mirándome con preocupación.
-¡Hiiro! -Me llama-. Hiiro. Oh, dios mío…
-Vete -Le digo-. Erika, vete.
-Enternecedor -El elfo, bajando de la copa de un árbol con gracilidad, se burla de nosotros-, pero no puedes escapar de un elfo en el bosque. ¿Unas últimas palabras, escoria humana?
Irónicamente, esas resultan ser sus últimas palabras. La punta de acero de un arma sobresale de su pecho de repente, manchándonos a Erika y a mí con la sangre del elfo, y él deja escapar un grito de horror. El metal es retirado de su cuerpo y el elfo cae al suelo de rodillas, en sus últimos momentos.
-Nos vemos en el infierno, capullo.
El que habla es el joven de antes, que finiquita a su enemigo retorciéndole el cuello de forma extraña. Noto unas náuseas bastante repentinas invadirme de repente, pero estoy demasiado asustado como para pensar en vomitar.
El joven fija sus ojos azules y fríos en nosotros, examinándonos y siento casi que juzgándonos con su mirada. Toma aire con aparente cansancio y luego con la barbilla hace un gesto hacia mí, más concretamente, hacia la flecha que tengo clavada.
Por un segundo me he olvidado de la herida de mi brazo. El dolor me invade de repente, y hago un gesto de acuerdo a las circunstancias.
El chico se acerca a mí, pero Erika se interpone, fiándose poco del desconocido que acaba de asesinar a un elfo, cosa comprensible. Él le sostiene la mirada mientras se arranca una manga de su camiseta, y no le importa que esté interpuesta o no, la aparta de un empujón, se inclina junto a mí y me coloca su manga hecha un burruño prácticamente en la cara.
-Muerde -Pide.
No es que tenga mucha opción para negarme, así que muerdo la tela. Con un gesto brusco él arranca la flecha en un tirón, y yo concentro todas mis fuerzas en morder la tela y gruñir de tal forma que me hago daño en la garganta.
-No ha quedado nada dentro -Dice, recuperando el pedazo de tela de mi mandíbula y enroscándolo sobre la herida de tal forma que haga presión-. Tal vez se infecte. Necesitas atención médica.
-Perdona, ¿quién eres? -Pregunta Erika, bastante molesta en apariencia. El chico pasa uno de mis brazos por encima de sus hombros y se levanta, llevándome consigo. Ni siquiera me siento con fuerzas como para quejarme...
-Todo a su tiempo, mujer -Responde-. Vamos.
Está en completo control de la situación, y eso a Erika no le gusta, y es evidente. Yo no sé qué pensar. Es un desconocido, cierto, pero por el momento nos ha salvado la vida y no se ha mostrado agresivo con nosotros, así que prefiero pensar en él como un potencial aliado, aunque reconozco que presenciar cómo le quitaba la vida a un elfo no le ha hecho muy simpático a mis ojos precisamente.
-¿Puedes recoger eso? -El chico le hace un gesto con la cabeza a Erika, señalando algo que hay en el suelo- Tal vez te sientas más segura con un arma en las manos. Si sabes disparar, siéntete libre de coger también el arco y las flechas del elfo.
-No será necesario -Responde Erika.
Se agacha a recoger el objeto del suelo, y pone cara de sorpresa, al igual que yo, al reconocer lo que es. Manchada con la brillante sangre de un elfo en su hoja metálica, lo que Erika recoge es una alabarda.
Caminamos (yo más o menos, apoyado en el chico) en una dirección que él parece tener bastante segura, y nosotros dos nos sorprendemos un poco cuando al cabo de un rato estamos sentados junto a un pequeño charco de agua… Más como un pozo, en realidad, creo que ese es el concepto adecuado. El chico se lava las manos manchadas de sangre y una herida que tiene en la mejilla, y luego le pide permiso a Erika para lavar la alabarda. Ella duda un poco, pero asiente.
-¿Quieres que te lavemos la herida? -Me me pregunta a mí Erika. No le tengo mucho cariño a la sangre reseca, pero niego con la cabeza- Estás… ¿estás bien, Hiiro? Acabas de ver…
-Podría preguntarte lo mismo -Le digo yo. Ella me pone mala cara-. Pues eso.
Ver a alguien morir, especialmente de forma tan brusca, no… Es muy agradable. Pero la verdad es que si voy a caer en un trauma irremediable preferiría que fuera no fuera en un momento en el que mi vida está en potencial peligro. ¿Estoy bien? No, pero tengo que estarlo. Así que estoy bien.
El chico termina de limpiar todo lo que tenía que limpiar y se sienta en el suelo de piernas cruzadas frente a nosotros, dejando su arma reposar tumbada en el suelo frente a él. Aprovecho para examinarle.
Es un chico joven, si fuera humano diría que está en sus veintipocos, de apariencia, sé que no es la situación pero no puedo evitarlo, atractiva. Algo bajo para la media (de nuevo, humana), de espalda ancha y de tono muscular bastante trabajado, o eso me dicen los músculos expuestos de su brazo. Piel bronceada con el tono del que pasa mucho tiempo al aire libre, algunos restos de pecas en sus mejillas. Su vestimenta no tiene nada que destaque, es completamente plana, aburrida, una simple camiseta de cuello de tortuga a la que ahora le falta una manga, con una especie de correa o algo raro cruzado sobre el pecho que a la espalda resulta ser una sujeción para la alabarda, y pantalones ajustados típicamente eldárycos, con algunos rotos aquí y allá que no sé si son de diseño o hechos por accidente. Intento percibir en él cualquier rasgo sobrehumano, pero no encuentro nada aparente. Tal vez, si tuviera que decir algo, serían los rasgos feroces de su cara, con una especie de mal humor contenido, el ceño fruncido y los labios apretados, pero por alguna razón sospecho que en realidad esa es su expresión habitual. Su pelo moreno, despeinado sin ningún cuidado, como si su apariencia le diera igual, termina de darle un aire salvaje y peligroso.
-¿Preguntas? -Dice.
-¿Quién eres? -Erika se lanza en seguida, mirándole con mala cara.
-No vuestro enemigo.
-No es suficiente -Presiona ella. Me gustaría decirle que él está armado y nosotros tenemos un moribundo en el equipo, antes de que ocurra algún accidente.
Él suspira, como si estuviera a punto de hacer un enorme acto de fe.
-Me llamo Alec -Se presenta-. Soy el ayudante personal (o algo así) de Draezel Aënwer.
Ese título… Siento que lo he escuchado en alguna parte. Por la cara que pone Erika, ella también. Un gesto cansado se dibuja en la cara de chico al leer nuestros pensamientos.
-Sí -Él asiente-. Soy yo el que estaba dentro de la armadura. No quería desvelar mi identidad, así que le pedí a Draz que me presentara como una armadura gólica.
-¿Pero por qué? -Erika expresa la pregunta en voz alta- Eres… ¿algún tipo de sicario infiltrado?
-Mejor todavía -Sus labios se tuercen en lo que puede que alguien en algún momento pueda llegar a considerar una sonrisa-. Soy humano.
Los dos le miramos con mucha sorpresa, y a él casi parece hacerle gracia.
-Sorpresa -Dice la palabra sin ninguna emoción-. Llegué a Eldarya hace ya más de quince años.
-Quince años… -Erika repite sus palabras en un susurro.
-Así es. No sé si podéis adivinarlo, pero un humano no es muy bien recibido en la casa de un alto elfo, especialmente cuando le pillan intentando robar comida -Su mirada se desenfoca de repente, perdida en algún rincón lejano-. Draezel intercedió por mí y me convirtió en su ayudante personal (o algo así). Desde ese mismo día, llevan intentando matarme con todas sus fuerzas. Mala suerte para ellos, no lo han conseguido -Hace una pausa-. Lo de hoy no ha sido sino otro de sus intentos de asesinato… Sin embargo, esta vez no era su único objetivo -Su vista se enfoca, y lo hace en nosotros-. También quieren mataros a vosotros.
-¿A nosotros? -Erika deja escapar un sonido de horror- ¿Pero por qué?
-Simple y llanamente, porque sois humanos -Su ceño se frunce con más severidad todavía-. No les importa que estéis lejos, o que no le hayáis hecho nada a nadie. Sois humanos, sois una mancha en el impecable lienzo de Eldarya, y es su misión eliminaros -Sus hombros se hunden-. Y a mí antes, si es posible.
-Déjame ordenar ideas -Digo, interrumpiendo su narración-. Los Aënwer nos quieren muertos. ¿Y Draezel?
-Draz nunca le haría daño a nadie y menos a alguien inocente. Sus padres le han… Usado, digamos, en cierta manera. Puedo contaros la historia completa, si así lo queréis -Erika y yo asentimos sin pensárnoslo un instante-. Está bien. Desde hace tiempo se rumorea que la Guardia tenía entre sus filas a dos humanos. La Guardia y los altos elfos nunca se han llevado demasiado bien, pero eso es porque los altos elfos no se llevan bien con nadie, y la noticia no fue recibida con mucha alegría, salvo por un cierto elfo un poco cabezahueca. Un asunto tan lejano en realidad no es algo por lo que los Aënwer fueran a tomarse tantas molestias… Pero a Draz se le metió entre ceja y ceja que quería venir a la Guardia a ver a los humanos, y sus padres vieron la oportunidad. No pusieron ningún obstáculo en que su hijo se fuera de viaje, a pesar de que prácticamente le han tenido toda su vida encerrado en Latteria, y le dejaron a su buena voluntad. Y una mierda. Detrás de nosotros vino un pelotón de guardias que tenían el objetivo de asesinaros a sangre fría, y a mí con vosotros. No sé exactamente cuáles eran sus planes, intuyo que sería algo similar a culparme a mí y luego fingir mi suicidio, porque así llevan treinta años deshaciéndose de la gente -Noto un ligero veneno en sus palabras, pero a lo mejor me lo estoy imaginando-. De nuevo mala suerte para ellos, yo ya me sé sus trucos, y, aunque reconozco que he necesitado una pequeña ayuda, he conseguido sacarnos de allí a los tres. Podéis darle las gracias a vuestro amigo el trinchasueños.
-¿Simonn? -Erika pronuncia el nombre con confusión.
-Como se llame. A mí me importa más bien poco. Mi plan era colarme en vuestras habitaciones y sacaros de ahí antes del ataque, pero se me había olvidado que no puedo estar en dos lugares a la vez, así que tuve que pedirle ayuda a alguien y fue la primera persona que me encontré en los pasillos. Él se encargaría de la chica y yo del chico. Yo, que ya me conozco las triquiñuelas de los elfos, liquid-ehm, abatí a mi oponente con rapidez y eficacia, pero él…
-¿Qué le ha pasado? -Erika está preocupada. Yo también.
-Sinceramente, no puedo deciros si está vivo o no -Admite él. Erika murmura algo por lo bajo que no llego a entender, y yo me muerdo el carrillo. El tío es un poco plasta, pero con el tiempo hemos terminado por hacernos más o menos amigos, y… Me dolería mucho que se muriera, la verdad-. Le dejé con heridas bastante graves en la Guardia. Creedme que si hubiera podido atenderle lo hubiera hecho, pero no podía arriesgarme si quería salvaros a vosotros, así que confié en la Guardia, os metí en el carruaje de Draz y salí de allí antes de que el resto de guardias pudieran cortarnos el cuello. Empezamos una persecución por bosque, y, bueno, creo que ya conocéis el resto de la historia.
-¿Y nosotros no nos hemos enterado de todo esto porque…? -Pregunto.
-Evidentemente no notastéis nada raro en vuestra cena anoche, supongo -Niego con la cabeza-. Lo suponía. Se aseguraron de drogaros a los tres: a Draz y a vosotros dos.
-¿Y por qué no le has dicho nada a nadie? -Ahora pregunta Erika- Si estabas tan seguro de que iban a atacarnos…
Él permanece en silencio, sus ojos apagándose un poco en brillo.
-Pretendía mantenerlo todo en secreto -Confiesa-. No quería que… No quería que Draz supiera los planes de sus padres. Él es demasiado bueno. No merece que se le involucre en ese tipo de cosas. Pensé que, como siempre, podría encargarme de todo actuando entre bambalinas y luego barrer bajo la alfombra, pero esta vez se me ha ido de las manos. Y, sin embargo, todo lo contrario… Lo he empeorado todo. Con dos muertos y después de haberos sacado de allí a la fuerza, no puedo volver y fingir que no ha pasado nada. De tal modo -Aprieta los dientes, levanta su mirada del suelo y fija sus ojos en nosotros-, quiero pediros algo. Quiero que renunciéis a vuestra vida en la Guardia, que desaparecáis del mapa y os unáis conmigo a la Resistencia Humana.
Parte 5
(Narra Ezarel)
-Creo que nunca he visto en mi vida a nadie con tantas vendas encima -Me burlo.
-Oh, cállate.
El comesueños hace una mueca de fastidio. Está envuelto casi completamente, tirado de mala manera en una de las camillas de la enfermería, comiendo fresas-pistacho a dos carrillos. Para su desgracia, resulta que los comesueños se mueren bastante rápido si no hacen nada para evitar que se desangren. Supongo que son desventajas de ser semi-físico, que en cuanto les hacen una heridita están perdiendo sangre a raudales. Ha tenido suerte de haber podido arrastrarse a la habitación de Eweleïn a tiempo y que esta sea la mejor médico de todo Eel, un poco más y puede que no lo hubiera contado.
-Todo esto sería más rápido si durmieráis a alguien y me dejaseis comerme su sueño -Gruñe-. Venga, sólo por una vez, ¡estoy en peligro de muerte!
-¿Y dejar a alguien durmiendo tres días? -Miiko le pone mala cara- Ni de broma.
-Solo un poquito… Al menos para curarme las heridas…
-Te esperas a la noche -Ella sigue sin dar su brazo a torcer-. Como sea, quiero que nos cuentes ya mismo todo lo que sabes de lo ocurrido anoche.
-Tampoco es que sepa mucho -Se queja. Sus ojos van a los de Draezel, que está junto a una ventana, mirando a través del cristal como si fuera a ver a su Vínculo aparecer al otro lado en cualquier momento-. ¿Y este por qué no está en prisión?
-No tiene nada que ver con el ataque -Respondo yo. Él me dedica un gesto escéptico.
-¿A pesar de que los tíos que casi me matan vestían el estandarte de su familia? -Me encojo de hombros- Bueno. Desde hace unas noches vengo notando algo extraño… A alguien durmiendo en los jardines.
-¿En los jardines?
-Manías de Alec -Aclara Draezel, su mirada perdida en el horizonte tras la ventana-. Es incapaz de dormir en un sitio normal. Su lugar favorito siempre ha sido el naranjo de mi jardín…
-Sí, bueno -Simonn no parece muy afectado por la melancolía que destilan sus palabras, pero aún así su tono es más suave-, lo que sea. Cada vez que iba a ver quién podía estar durmiendo debajo del piano del jardín de la música, ¡puf!, nuestro misterioso soñador desaparecía. Llevaba pasando desde que el señorito de Aënwer y su comitiva llegaron, así que yo ya estaba con la asómptera detrás de la oreja, y esta noche estaba dispuesto a encontrar a ese maldito, pero me ha encontrado a mí. Un tío que no había visto en mi vida me interceptó en mitad del pasillo y me dijo que fuera de inmediato a la habitación de la humana o algo horrible le ocurriría, así que me fui allí y me encontré a uno de los guardias cargándola en brazos, a punto de llevársela fuera de la habitación. Quise hacerme el héroe y detenerle, pero, bueno, como se puede ver no he tenido mucho éxito -Y hace un gesto hacia sus vendas. Luego palidece un poco, y tiene que interrumpirse a comer un puñado de fresas-pistachos. Eso me hace fruncir el ceño. En realidad, puede que no esté exagerando y sea verdad que esté en las últimas. Cuando recupera su color normal, carraspea-. Estaban a punto de matarme a mí y llevarse a Erika, pero el chico de antes llegó de la nada y le abrió al elfo la garganta con un puñal sin que…
-Alec nunca haría algo así -Draezel, indignado, se gira hacia el comesueños por vez primera. Simonn se encoge de hombros.
-Pues a lo mejor no era el tal Alec y era otro tío cualquiera, mira, yo no lo sé, yo sólo estoy contando lo que vi. ¿Puedo seguir? -El joven Aënwer murmura una disculpa, y Simonn hace una mueca- Gracias. El caso, se cargó al elfo y cogió a Erika. Me dijo que si podía moverme que le siguiera, y que, si no, que lo sentía mucho pero que no podía ayudarme y tenía que irse. Le pregunté que a dónde, y él me dijo que “Lejos”. Luego le pregunté que qué iba a hacer con Erika y me respondió que “Salvarla, y al otro humano también”. Después de eso, no tengo ni idea de qué haría porque se fue corriendo por el pasillo con Erika en brazos, pero por lo que he podido escucharos decir posiblemente fuera él el que se llevase el carruaje de los Aënwer, y con él, a Hiiro y Erika.
-¿Entonces es él el que se los ha llevado? -Murmura Nevra, pensativo- ¿Por qué iba a hacer eso? ¿Para ponerlos a salvo? Hubiera sido más sencillo avisar a la Guardia de lo que estaba sucediendo, y hubiéramos tomado medidas.
-Posiblemente eso fuera lo último que quisiera -Draezel vuelve a hablar-. Alec siempre quiere arreglar las cosas por su cuenta… No querría involucrar a la Guardia en todo esto. De ser por él, a lo mejor ni nos habíamos enterado de todo esto. Pero yo tampoco entiendo… por qué iba a irse. Él no… Nunca… -Se gira de nuevo hacia la ventana, y las últimas palabras que dice las hace en un tono de voz tan bajo que seguramente Nevra, Ewe y yo seamos los únicos capaces de oírle- Nunca me había dejado solo…
Los tres que le hemos escuchado hacemos el mismo gesto de tristeza al escuchar la desazón en su voz. Es inevitable, por mucho que me fastidie, pero cuando un elfo pierde su Vínculo no sólo se entristece él, sino todo el que le rodea.
-Nevra -Miiko llama al vampiro con seriedad en su voz-, moviliza a la Sombra, busca en la ciudad a alguien que haya visto el carruaje de los Aënwer salir del CG, y hacia dónde. Jamón, interroga a los guardias de la Gran Puerta. Valkyon, tu guardia se encargará de buscar pistas en los exteriores. Tenemos que encontrar a los tres humanos de inmediato. Draezel -Y el elfo la mira con la desesperación pintada en el rostro-, ven conmigo a la sala del Cristal. Tenemos que encontrar una solución diplomática para todo lo que está ocurriendo. Ezarel, acompáñanos.
Asiento y con diligencia me encamino hacia la sala del Cristal, como ha indicado Miiko. Todo el mundo sale de la enfermería con rapidez, el comesueños quejándose de lo poco preocupados que estamos por él (Y por una vez decido no dedicarle un comentario ácido antes de irme), y en seguida la actividad empieza a notarse en el CG. En la sala del Cristal, Miiko, Draezel y un despistado Leiftan que se acaba de enterar de todo lo ocurrido intentamos buscar un arreglo a todo este embrollo.
Los Aënwer han intentado asesinar a dos miembros de la Guardia y han dejado gravemente herido a otro, y eso es algo que no podemos pasar por alto. Si no hiciéramos nada y nos mantuviéramos en silencio, nuestra imagen pública se vería bastante afectada, y seríamos una panda de incapaces que se dejan pisotear por las altas esferas. Por otro lado, ninguno de nosotros planea dejar pasar esto como si no hubiera ocurrido nada. Lo que han intentado hacer es algo muy serio.
Pero si intentásemos ir en contra de los Aënwer, posiblemente tengamos todas las de perder. Tienen los medios suficientes para cambiar las tornas y acusarnos a nosotros del asesinato de esos dos guardias, y, si quisieran destruir la Guardia, les costaría trabajo, pero podrían. Estamos en una situación, cuanto menos, complicada.
-Lo que han hecho mis padres no tiene ningún perdón -Dice Draezel en algún momento, recuperando parte de su aplomo-, y me disculpo profundamente por ello. Ha sido por mi culpa que hemos acabado en esta situación tan delicada…
-No podemos culparte por no imaginar que tus padres estuvieran dispuestos a asesinar a dos humanos inocentes a sangre fría -Respondo yo, con el suficiente mal humor como para que se dé cuenta de que sí que le estoy culpando de todo lo ocurrido, pero en realidad no hace falta que lo haya porque ya se está culpando a sí mismo-, pero tampoco podemos dejar que las cosas se solucionen tan fácilmente.
-Estoy de acuerdo -Él asiente-. Ahora mismo estoy muy enfadado con mis padres, y yo tampoco puedo dejar pasar lo que han hecho. No dudéis en que me tenéis a vuestro favor en esta causa, y pienso atacar a los Aënwer con todo mi poder.
-¿Incluso si ese poder viene dado por los Aënwer? -Cuestiona Miiko.
-Precisamente por eso es tan poderoso -Interviene Leiftan-. No tienes hermanos, ¿verdad, Draezel?
-Ni puedo tenerlos, dado un cierto… Accidente con mi madre -Afirma-. Soy el único heredero de los Aënwer. Mis padres estarían poco dispuestos a permitir que sus finanzas cayeran en manos de otro que no fuera sangre de su sangre, de modo que, si quieren preservar el nombre de la familia en el tiempo, tendrá que ser en manos de Draezel Aënwer -Por primera vez desde que empezó todo esto, él esboza una sonrisa. Es una sonrisa falsa, pero es exactamente igual que todas las que he visto hacer hasta la fecha. Ni una sola vez ha sonreído de verdad-. Puedo, hasta cierto punto, chantajearles y amenazarles. Y creedme que no me temblará el labio cuando lo haga.
Nevra decide entrar por la puerta en ese mismo instante, trayendo consigo la declaración de una joven faérica que había salido a recoger materiales para alguna receta y se le había echado la noche encima en el bosque. Asegura haber visto pasar un carruaje perseguido por dos elfos, todos ellos con el estandarte de los Aënwer. Nos reunimos con el equipo de Valkyon, y yo echo mano de un puñado de mis subalternos para que busquen algún rastro de la supuesta persecución en el bosque. Tras un rato, encontramos todas las evidencias para poder afirmar que, efectivamente, han escapado al bosque.
-Pero no están solos -Afirmo, fijándome muy detalladamente en todos los árboles y en las pequeñas marcas que atisbo aquí y allá-. Además de los dos guardias que les siguieran en su momento, hay alguien más siguiéndoles la pista. Más guardias de Aënwer, posiblemente.
-Mi padre envió tras nuestro carruaje un pelotón de hombres -Confiesa Draezel-, y yo pensé que sería por asegurar mi seguridad. Les ignoré durante la primera mitad del viaje para que pensaran que no me había dado cuenta de su presencia y en la segunda me dediqué a cambiar la ruta para marearles y perderles. Pensé que lo había conseguido, pero debe ser que no. Seré idiota…
Pues sí. Pues sí, es idiota, y estoy a punto de decírselo, pero Valkyon me pisa un pie cuando abro la boca, y cuando le miro de mal humor, niega con la cabeza.
-Es hora de una expedición por el bosque -Dictamina Miiko-. No tenemos muchas monturas, así que tendrá que ser un grupo reducido. Valkyon, Nevra, Ezarel, cuento con vosotros -Los tres asentimos-. Llevaos también a Valerian y a…
-Yo mismo -Draezel se presenta voluntario-. Podéis pensar que soy un niño mimado, pero mis padres se han encargado de adiestrarme también para el combate, y, sinceramente, no pienso quedarme mano sobre mano mientras Alec está en peligro, así que o voy con ellos o me escapo por la puerta trasera y me las apaño yo solo.
Miiko se encoge de hombros, dándole su visto bueno, y yo la verdad es que no estoy convencido del todo de que sea una buena idea, pero cuando voy a abrir la boca para expresar mis pensamientos en voz alta, Nevra me agarra de una oreja y me da un tirón de ella. ¿¡Pero qué le pasa hoy a todo el mundo con no dejarme hablar!?
Rápidamente nos ponemos en marcha para organizarlo todo, y en poco tiempo estamos en los establos del CG, preparando cinco monturas para salir al bosque en búsqueda de los tres humanos. Estamos en ello cuando el culpable de todo esto se acerca a mí con expresión concernida, y yo expreso mi disconformidad con un suspiro cansado.
-Sé que no te he agradado desde el primer momento -Dice, acariciando mi montura, que se deja hacer. Será traidor-, y no espero llegar a hacerlo nunca. Pero quisiera preguntarte algo que sé que es personal y que no quieres que te pregunte.
-¿Qué será, qué será? -Canturreo yo, con toda la indiferencia de la que soy capaz, sin mirarle siquiera.
-¿La amas? A la humana.
Mis manos se detienen en seco sobre las correas de mi montura, y noto cómo una fuerza indescriptible me golpea repentinamente. No me giro a mirarle, ni hago nada. Él me mira fijamente, intentando adivinar algo en mí.
-Pensé que el dolor que veía en tus ojos cuando me gritabas antes era el reflejo de los míos, pero ahora me doy cuenta de que no es así -Continúa-. Es por ella. No quieres perderla con la misma fuerza con la que yo no quiero perder a Alec. Tú…
-Suficiente cháchara sin sentido -Finalmente me canso de él y me giro a mirarle de forma fulminante-. Si quieres hablar de humanos, te has equivocado de persona -Señalo a Nevra, que al otro lado de los establos le está dando a Shaïtan a oler algo que posiblemente pertenezca a Hiiro-. Ese de ahí es tu hombre.
-¿Él? -Apenas le dirige una mirada por el rabillo del ojo- Pero no…
-No de ella -Aclaro-. Del chico.
Los ojos del alto elfo adquieren un brillo extraño. Por favor, me están dando ganas de vomitar.
-Por esta vez lo dejaré pasar -Advierto-, pero no vuelvas siquiera a insinuar algo similar -Termino de ajustar los agarres de mi montura y le doy un pequeño golpe cariñoso en el cuello-. Ahora, desaparece de mi vista, Aënwer.
Creo que no es imaginación mía cuando la sonrisa de sus labios se estira más todavía antes de alejarse. Por alguna razón ese elfo me pone de los nervios, más que otros elfos, quiero decir. Odio a la gente que no sabe ir directa al grano y se anda con segundos significados. Por eso yo siempre soy todo lo directo que puedo ser, incluso cuando miento.
Tras algunos minutos, ya estamos listos para partir, y una comitiva no muy grande pero tampoco pequeña nos despide en la Gran Puerta.
-Shaïtan, ¡busca! -Ordena Nevra, con voz potente.
Su familiar gruñe en respuesta y sale disparado en una dirección concreta, hacia el bosque. Nevra le sigue de inmediato, y al poco los otros cuatro estamos haciendo lo mismo. Yo voy en retaguardia, atento a cada sonido extraño que me parece escuchar, completamente concentrado en todo lo que me rodea.
Espérame, Erika. Voy en camino.
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(Narra Hiiro)
-¿La Resistencia Humana? -Pregunto, las palabras sonando desconocidas para mí. Alec asiente.
-Son un grupo de humanos escondidos en algún lugar remoto de Eel -Explica-. En sí son un grupo muy extremista que tiene a los faéricos como enemigos y busca su exterminación, pero vista su desventaja numérica y de poder, realmente los pobres diablos no pueden hacer mucho más que esconderse de la justicia y malvivir como pueden.
-Pero… -Erika parece haberse quedado sin palabras- Yo… ¡Yo nunca me uniría a un grupo así! No quier-
-Piénsatelo un poco más antes de responder -Pide el otro-. Son un grupo de humanos. En sus manos estaréis más seguros que en la Guardia. Además… Además, si volvéis a Eel, lo único que podéis hacer es causar problemas.
-¿A qué te refieres con eso? -Erika se enfada por momentos. Yo hago un gesto en su dirección para pedirle que, dentro de lo que cabe, intente mantenerse calmada.
-Lo que ha sucedido es un incidente diplomático… bastante importante. La casa de Aënwer se quejará por los guardias muertos, y, conociéndoles, lo que pedirán como “compensación” serán vuestras cabezas. Por otro lado, si la Guardia decide ser la primera en atacar y acusa a Aënwer por el ataque, les estará dando la excusa perfecta para que intervengan con toda su fuerza. La aplastarán en cuestión de meses, y, entonces, adiós Guardia de Eel. Sin embargo, si desaparecéis del mapa, si los humanos se quedan fuera de la ecuación, los Aënwer se darán por satisfechos. Pensarán que nos hemos matado de alguna u otra forma, y ya no tendrán razones para tocar a Eel.
-Pero has sido tú el que ha matado a esos guardias -Insiste ella-, la Guardia no ha tenido nada que ver.
-Y, sin embargo, los Aënwer a mí no van a volver a verme en la vida, porque si lo hacen ya sé yo bien que será mi cabeza la que corten -Él se rasca la cabeza de tal forma que vagamente me recuerda a un perro, y hace un gesto cansado-. Mirad, sé que es una decisión difícil, y, ya, sé que les habéis cogido cariño a vuestros compañeros de la Guardia, pero, creedme, es lo mejor para todo el mundo.
-¿Quién es “todo el mundo”? -Pregunto yo- ¿Tú? ¿Los Aënwer? ¿Draezel?
Él me mira como si en algún momento se hubiera olvidado de que yo estaba aquí, y en sus ojos veo una chispa de enfado. Su mirada es demasiado pesada como para que yo pueda sostenerla.
Miro a Erika. Sigue enfadada, pero veo un atisbo de duda en sus ojos.
-¿Tú qué piensas, Hiiro? -Pregunta- Si lo que dice es cierto… La Guardia puede tener muchos problemas por nuestra culpa.
Intento meditar el sentido de las palabras del chico. Por un lado, tiene razón. Si nos quitamos de en medio, posiblemente los Aënwer quieran olvidarse del asunto lo antes posible y dejen a la Guardia en paz. Por otro lado… Hacer eso sería un poco dejar que “se salieran con la suya”. Tiene que haber otro método, por las vías de la diplomacia, que nos permita arreglar todo este embrollo.
Está el extra añadido de que realmente no me apetece unirme a un grupo de humanos extremistas idos de la olla que planeen atentar contra todo lo faérico. Ni siquiera sabía que había más humanos en Eldarya, pensé que era algo que pasaba de higos a brevas…
Y, además… Lo que nos está diciendo es que abandonemos la Guardia de Eel. Todo lo poco que tenemos en este mundo. Quiere que lo dejemos atrás y que empecemos de cero de nuevo, que volvamos a ser unos recién llegados a un mundo completamente extraño. Sin nada… Sin nadie.
Ni siquiera podríamos despedirnos, ni decirle a nadie qué ha sido de nosotros. Nos iríamos, sin más, y para ellos sería como si estuviéramos muertos. “Ellos”... Pienso en los pocos amigos que he hecho en la Guardia. Simonn, Chrome, Karenn, Kero, Ykhar, Eweleïn, y, por qué no, hasta Alajea. Pienso en Tori, y en el huevo de xylvra que aún espera a que me decida a incubarlo. Pienso en cómo reaccionarían los jefes de Guardia. Ezarel aplaudiría gustoso, diciendo algún comentario “de los suyos”, pero en el fondo le destrozaría que Erika se fuera. Valkyon posiblemente también estaría apenado, aunque se le notaría menos, el único cambio visible sería que aumentarían sus horas de entrenamiento. Jamón lloraría como una magdalena. Miiko posiblemente se enfadaría y se entristecería a partes iguales, y sería trabajo de Leiftan el apaciguarla.
Y Nevra…
¿Qué haría Nevra si me fuera? Si de repente… desapareciera. ¿Se pondría triste? ¿Se enfadaría? Tal vez intentase buscarme. Me pregunto si lloraría. Por alguna razón me cuesta bastante imaginármele llorando, pero… Me pregunto si, por mí, sería capaz de hacerlo.
“No me dejes. No te vayas nunca de mi lado.”
No puedo. No puedo irme. Le dije que no me iría. Quiero… verle. Ahora mismo, quiero ver a Nevra. Quiero que me abrace y que me diga que todo va a ir bien. Quiero sentir esa extraña calidez que noto contra su cuerpo frío. Quiero...
-Yo no me voy a ninguna parte -Sentencio-. Me quedo en la Guardia.
Alec hace un gesto contrariado, como si realmente no se esperase esa respuesta.
-Por favor, piénsalo un poco m-
-Ya lo he pensado lo suficiente -Me enderezo para, a pesar de las circunstancias, intentar parecer lo más digno y menos miserable posible-, y yo no me voy a ninguna parte.
-Estás siendo egoísta -Gruñe él-. Que os quedéis sólo hará que empeoren las cosas.
-Tú estás siendo egoísta al pedirnos que dejemos toda nuestra vida atrás, otra vez, sólo porque a ti no te dio la gana de decirle a nadie que iba a haber un ataque en la Guardia -Contraataco, y el brillo de sus ojos adquiere un cariz peligroso por un momento. Me parece que una de sus manos se mueve un poco en dirección a su alabarda, pero no es momento para acobardarse-. No sé ni siquiera cuáles son tus intenciones con todo esto; si “salvarnos” obligándonos a abandonar nuestra vida, si evitar un supuesto accidente diplomático entre la Guardia y los Aënwer que nunca tendría que haber ocurrido, o si…
-¡Yo tampoco quería que esto saliera así! -Finalmente estalla. Furibundo, se pone en pie y comienza a caminar de un lado a otro, revolviéndose el pelo con tanta fuerza que debe de estarse haciendo daño- ¡La he liado, vale! ¿De verdad creéis que yo quiero dejar a Draz e irme con un grupo de locos que disfrutan cortándoles las orejas a los elfos y mutilando hadas? ¡No! -Se gira hacia nosotros. Parece desesperado- Pero es la única solución. Si no hacemos esto… La familia de Draz… -Un sonido se escapa de su garganta, un gruñido gutural que, irónicamente, tiene poco de humano.
-Alec -Erika habla, en ese tono de enfermera amable y dulce que tan nervioso me pone a veces-, entendemos que no quieres que haya ningún otro accidente, pero… Huir no es la solución. La Guardia… posiblemente pueda hacer algo -Su voz destila optimismo… Puede que demasiado-. Si Draezel colabora con nosotros, podemos buscar una solución para todo esto. No hará falta que nos vayamos -Y le sonríe-. Tú tampoco.
Alec toma aire. Su expresión de enfado se mimetiza con la derrota. Tengo la sensación de que este chico, aunque no lo aparente por su complexión y su postura, en realidad es bastante frágil, y posiblemente ahora mismo esté hecho añicos por dentro.
-Está bien -Termina por ceder-. No insistiré más. Tampoco me interpondré en vuestros deseos. Pero tenéis que respetar los míos también. Yo sí me uniré a la Resistencia.
-¿Qué? -Erika hace un gesto indignado- ¡Pero has dicho que les odiabas!
-No más de lo que odio a los Aënwer -Responde-. Al menos con ellos no tendré que preocuparme de ser atacado todos los días.
-¿Estás seguro? -Ahora pregunto yo- Si haces eso, Draezel…
-Draz podrá vivir sin mí.
Por alguna razón, lo dudo mucho. Hago memoria de los últimos días, y cada vez me cuesta menos entender algunas de las actitudes de Draezel, como el pedirle a su “armadura” que le siguiera a todos sitios, o como cuando a veces la miraba con melancolía, como si aquello fuera más que un pedazo de metal. Era porque, efectivamente, era bastante más que un pedazo de metal. Posiblemente esos dos estén… Muy unidos.
-Nuestros caminos se separan aquí, entonces -Alec recoge su alabarda del suelo y se la cuelga a la espalda-. Tendréis que volver por vuestra cuenta a Eel. Si volvéis al camino principal y lo seguís en sentido contrario llegaréis a la linde del bosque fácilmente -Hace un gesto de duda-. Supongo.
-Hmm… -Erika no parece contenta del todo con el resultado de todo esto- Quieres… ¿quieres que le digamos algo?
Alec se lo piensa unos instantes.
-Decidle que he muerto valientemente en combate salvándoos la vida -Se acaricia la barbilla-. Engandecedme todo lo que podáis. Decid que morí con una sonrisa en los labios, y… Que mis últimas palabras fueron… -Su expresión se suaviza de repente, y un sutil esbozo de sonrisa se intuye en sus labios- Vérikas-se’h, ma-eh.
-¿Qué significa eso? -Pregunta Erika, curiosa, mientras yo intento recordar la secuencia silábica. El otro se encoge de hombros.
-No importa lo que signifique. ¿Podréis recordarlo?
Erika intenta repetir las palabras, y más o menos le sale. Yo tengo un poco más de maña en ello. Alec asiente, conforme.
-Suerte en vuestro camino -Se despide.
Y con ello se aleja de nosotros y se pierde entre la vegetación. Erika y yo nos quedamos solos, pues, e intercambiamos una mirada. Estamos en el bosque, completamente solos, desarmados y en pijama, que es lo mejor de todo.
-¿Nos ponemos en marcha? -Pregunta ella, con una sonrisa tirante.
Yo asiento. Al levantarnos, noto una punzada de dolor venir desde mi brazo herido. Diablos, cada vez es peor… Desde luego, no he dejado de sangrar desde que llegué a aquí. A este paso me van a convalidar el carné de experto en santōryū. Erika, al ver mi mueca, se ofrece para que me apoye en ella, pero yo le digo que puedo caminar perfectamente y, aunque insiste, termina por dejarme mi espacio.
Así pues deshacemos el camino que antes hemos hecho con Alec. Nos encontramos con el cuerpo del elfo que hemos dejado antes atrás, y, aunque yo procuro no mirarle, Erika se agacha junto a él para recoger su arco y su carcaj.
-Por si acaso -Dice-. Jamón me ha instruido un poco el el tiro con arco, no se me da muy bien pero siempre es mejor que nada.
Si ella se siente más segura con un arma en las manos, adelante.
Caminamos hasta el carruaje. Los familiares que tiraban de él han debido conseguir liberarse de alguna forma en algún momento, porque ya no están. Tirado no muy lejos del carro, hay otro elfo, caído en un charco de su propia sangre. Intento pensar que “era él o nosotros”, pero aún así no puedo evitar sentirme mal por él, y al recordar cómo Alec se ha encargado de su compañero, noto una sacudida en el estómago. No, Hiiro. Bloquea esos recuerdos… Claro que es más fácil decirlo que hacerlo.
Siguiendo el consejo de Alec seguimos el camino en dirección opuesta a la que iba el carruaje. El bosque aquí es más frondoso y de colores más apagados que lo que recuerdo, de lo que deduzco que debemos estar cerca de su parte más profunda, y, por lo que he visto en mapas, eso está bastante alejado de Eel. No es una buena caminata para hacer descalzos, la verdad.
-¿Crees que vendrán a buscarnos? -Pregunta Erika en algún momento- Ezarel y los demás.
-Probablemente sí -Respondo yo-. No nos dejarían “colgados” tan fácilmente.
-Supongo que no… -Erika suspira- ¿Sabes, Hiiro? Por un momento, cuando Alec nos ha pedido que nos fuéramos con él… He pensado que a lo mejor tenía razón, que… Que la Guardia tendría menos problemas sin nosotros. ¿Y si los Aënwer buscan venganza? ¿Y si… si viene más gente que quiera atacarnos porque somos humanos? Tal vez sí que seamos una molestia para ellos… -Toma aire. Después, sonríe- Pero cuando has dicho lo que has dicho, he entendido que no somos ninguna molestia. Somos parte de la Guardia, y podemos estar orgullosos de ello. Humanos o no… Somos sus compañeros. Ellos no… No nos dejarían atrás. Así que nosotros tampoco podemos dejarles atrás a ellos.
-Lo haces sonar muy bien -A mí también se me levanta una sonrisa-. Pero, si te digo la verdad… No ha sido por la Guardia, ni nada de eso. Lo he hecho por Nevra.
Me lleno los pulmones con el aire del bosque, y, a pesar de la situación, aunque estoy perdido, descalzo, y un elfo me ha disparado una flecha a un brazo, me siento bien. Noto un agradable cosquilleo recorrerme de pies a cabeza.
-He empezado a sentir algo por él, Erika -Confieso-. Simplemente, no soporto la idea de irme y dejarle atrás.
No pensé que estas palabras fueran a salir nunca de mis labios. Nunca pensé que podría encontrar un lugar en el que pudiera decirlas sin tener miedo.
Siempre he sentido que estaba mal ser como soy. Que no deberían gustarme los hombres, porque… era… desagradable. Asqueroso. Vergonzoso. Eso es lo que me han dicho. Pero me lo dijeron una panda de niñatos consentidos por sus papis que nunca en su vida se habían enamorado. Aquí, todo es distinto. Aquí, da igual si eres gay, o lesbiana, o si no tienes sexo, o si tienes las orejas puntiagudas o un cuerno en la cabeza o si eres un enano con una sola pierna. Aquí… Aquí sí que puedo permitirme amar a alguien.
Escucho a Erika lanzar una exclamación de sorpresa.
-¡Hiiro! -Me llama- No sabía que… -Una enorme sonrisa se esparce por sus labios- Me alegro por ti. Tienes todo mi apoyo -Yo le sonrío de vuelta.
-Tú también tienes el mío -Le digo-. Con Ezarel -Sus mejillas se tiñen levemente de color.
-Oh, si fuera tan fácil…
Hmmm, sí. La verdad es que ella lo tiene bastante peor que yo. Tampoco sé qué es lo que puede gustarle de ese elfo arrogante y respondón, pero, ¿quién soy yo para decir nada? Es ella la que…
-¡A cubierto! -Una voz potente grita.
Erika tiene más reflejos que yo para agarrarme del brazo bueno y tirar de mí hacia la maleza. Una flecha sale disparada en la dirección en la que estábamos, y la esquivamos por poco. ¿Los elfos de nuevo?
-Impidámosles una línea de tiro -Aconseja Erika, haciendo que nos ocultemos entre la maleza.
Un elfo con el uniforme de la guardia de Aënwer baja de un árbol no muy lejano a nuestra posición, y apunta con su arco hacia nuestro arbusto concreto. Un proyectil cruza el aire hacia él, pero no es una flecha. Se trata de un cuchillo que se clava dolorosamente en el dorso de su mano, haciéndole soltar el arco. Las copas de dos árboles se sacuden cuando alguien salta de un árbol al otro, y Alec cae desde lo alto de uno justo detrás del elfo. Esta vez tengo la prudencia de mirar a un lado cuando él utiliza el asta de su alabarda para partirle el cuello.
-No me miréis así -Se queja, cuando se esconde en el arbusto con nosotros tras recoger y limpiar su cuchillo-. Es la forma más rápida, eficaz e indolora de liquidar a un elfo.
-¿Pero tú no te habías ido? -Pregunta Erika.
-Sí, bueno, eh… -Se rasca la nuca- Era mi intención, pero luego pensé que no era muy inteligente dejaros campando a solas por un bosque lleno de elfos violentos.
La copa de un árbol cercano se sacude.
-A lo mejor no es momento para estar hablando -Comento.
-Concuerdo -Alec mira a Erika-. ¿Sabes usar ese arco? -Ella hace un gesto de duda- Vale, déjamelo a mí.
Erika le pasa el arco, y Alec en seguida prepara un tiro. Durante las pruebas de la poción de elfecificación he tenido que lanzar unas cuantas flechas, porque Ezarel dice que poner a prueba mi puntería es la mejor manera de saber si hace efecto o no la fórmula. Aunque mala puntería no es que tenga, aprender a usar un arco es difícil. Más o menos creo que le tengo cogido el tranquillo, y tal vez hubiera podido usar uno en esta ocasión, pero… No con el brazo así. Tendré que esperar para hacerme el héroe.
Alec nos pide que nos quedemos quietos, y él se arrastra por el suelo un poco hasta un árbol cercano, y luego lo trepa con bastante más agilidad de la que se esperaría de alguien de su complexión. Veo una flecha salir disparada de un árbol al otro lado del camino, y Alec gruñe en su árbol. Luego, responde al ataque.
Las flechas vuelan por el aire un buen rato, y por unos instantes no parece haber un claro ganador, hasta que finalmente Alec consigue darle al elfo del otro lado, o eso diría yo por el grito. No le veo moverse, pero la copa del árbol del elfo se agita, y Alec intenta abatirle a flechazos antes de que huya, sin éxito. Baja de su árbol con un salto.
-Será hijo de…
-Moderemos nuestro lenguaje -Aconsejo. Él resopla.
-Ya. Estoy acostumbrado al estúpido arco de Draz, esto no… -Tira de la cuerda del arco de tal forma que, si yo fuera el arco, estaría ofendido- Esto no hace nada. Bueno, da igual, será mejor que nos vayamos yendo, y a paso ligero.
-Dices eso porque tú no vas descalzo -Se queja Erika-. Podías haber pensado en eso, ¿no?
-Realmente no se me ocurrió, perdona, estaba muy ocupado salvándote el culo -Alec replica en tono mordaz. Luego lanza una mirada preocupada al bosque-. Posiblemente haya ido a avisar a sus compinches, y en poco tiempo estemos rodeados de un pelotón de elfos, así que lo mejor será darse prisita.
Bueno, ¿a qué estamos esperando?
Parte 6
Alec es el que encamina la marcha, atento a los peligros que acechan, alabarda en mano. El arco ha vuelto a la propiedad de Erika, que no parece estar muy segura de lo que hace. Yo… Intento no morirme. Con orgullo puedo decir que, a base de patearme el bosque arriba y abajo en los últimos meses, he ganado aunque sea un poco de resistencia física, aunque no la suficiente para seguirles el paso a estos dos todavía. De todas formas, Alec insiste en que es mejor ir a un paso fijo y sin pausa que ir a trozos, así que eso es lo que hacemos.
-Alec -La parlanchina y curiosa Erika, incapaz de soportar el silencio, decide entablar conversación-, ¿cómo llegaste a Eldarya?
Él no responde en un rato, aparentemente pensativo, y la cara de Erika refleja una pizca de arrepentimiento por un momento, temerosa de haber tocado algún tema sensible.
-Si te digo la verdad, ni me acuerdo del todo -Confiesa él-. Un día de repente ya no había ciudad y era todo bosque y verde, y la gente vestía muy raro y tenían las orejas puntiagudas.
-¿O sea que ya apareciste donde los elfos?
-Sí, aparecí en Latteria -Su mirada se pierde en algún punto del infinito, como recordando-. Estuve un… tiempo vagando por ahí, malviviendo, la vida del vándalo, hasta que un día se me ocurrió entrar en la casa de los Aënwer a robarles algo de comer. Estaban teniendo una fiesta, todo el mundo entraba y salía de la casa como si nada, había comida por todos sitios y yo… Bueno, tenía hambre -Erika asiente, invitándole a seguir-. Mala idea, me pillaron con las manos en la masa.
-Me extraña que no te matasen al instante -Intervengo-. Viendo la simpatía que le tienen a los humanos.
-¿Sí, verdad? -Hace un gesto irónico- Pero el que me pilló… Fue Draz. Aburrido de tener que esperar para comer algo, él también se había colado en la cocina a mangonear comida. Y cuando me vio… -Carraspea y se concentra- “¡AH! ¡ORÁCULO! ¡UN HUMANO! ¡SON DE VERDAD! ¡EXISTEN!” -Su pequeña imitación le saca una risa a Erika, y a mí una sonrisa- Siempre ha sido así de… Draz. Es muy distinto a sus padres, y puedo darle las gracias al Oráculo o a quién sea por ello. Parece ser que aquella fiesta que celebraban los Aënwer no era una fiesta cualquiera, sino la fiesta de cumpleaños del pequeño Draezel. Cuando los guardias vinieron corriendo a ver qué pasaba y me rodearon con sus lanzas antes de que yo pudiera decir “humano”, él les contuvo a todos con un grito y les dijo que tenía que llevarme a ver a sus padres. Los señores Aënwen gritaron al verme como si hubieran visto una cucaracha de un metro de alto, lo prometo. Y entonces Draz les dedicó su mejor sonrisa de niño de papá y les dijo “Madre, Padre, quiero que este chico sea mi regalo de cumpleaños.”
-Vaya -Erika parece impresionada, y por cómo le está mirando diría que se le está imaginando envuelto en papel de regalo y con un lacito. Yo también, y está muy mono-, directo al grano.
-Así es él -Alec se ríe, una risa seca que tiene pinta de ser bastante poco usada-. Y parece ser que era la primera vez que, en once años de vida, Draz le pedía algo a sus padres. A ellos casi les da un patatús. Todos los niños de su edad querían un crysalim y el niño va y les pide un humano.
-Pero al final se salió con la suya, ¿no? -Alec nos dedica una sonrisa torcida cuando se lo pregunto, como diciendo, “¿No es evidente?”- Y te convertiste en su… asistente personal.
-(O algo así) -Completa él- Es un cargo que se inventó sólo para aparentar. Así la gente se pensaba que hacía algo útil, pero en realidad, bueno… -Alec medita- Le regaba las plantas, le acompañaba en sus lecciones y le servía como compañero de entrenamiento, hasta que empecé a ganar yo siempre y se enfadó. Cuando crecí un poco sus padres mandaron hacerme una armadura y le pidieron a Draz que, si iba a sacarme de casa, fingiera que era una armadura gólica. No se podía saber que el hijo de los Aënwer pasaba el tiempo con humano, y a mí también me servía de protección para evitar que me cortaran la cabeza al verme por la calle, así que eran dos pájaros de un tiro. Pero suficiente de mí. Habladme de vosotros y de vuestra llegada.
Así hacemos, y él nos escucha atentamente. Alec… no es mal tío. Es un poco gruñón, sí, y a veces da unas respuestas un poco bordes, pero creo que es porque está acostumbrado a que la gente sea borde con él. Hay un tema, sin embargo, con el que le cambia la voz a un tono más suave, y con el que su ceño se desfrunce por unos instantes y le aparece una sonrisa en el rostro: Draezel. Le adora, y es claro como el día. Cuando Erika se da cuenta de esto, no deja de preguntarle por el elfo.
-... y toda la respuesta que me dio fue “No te preocupes, tardan tres horas en digerir a un adulto, ya te habríamos sacado de ahí para entonces” -Dice, terminando una anécdota sobre una de las plantas del jardín privado de Draezel que parece que sólo riega él-. Cuando quiere, es un cabroncete, pero… -Suspira, y sus hombros se hunden y su mirada se entristece- Es todo lo que tengo. Le voy a echar de menos.
-¿Aún piensas en unirte a la Resistencia? -Pregunta Erika. Él asiente sin dudar un solo segundo- Sigo pensando que no es la mejor opción. Tiene que haber otro modo de solucionarlo… -Se lo piensa unos instantes- Podríais uniros a la Guardia, por ejemplo.
-Eso no solucionaría nada -Contesta él-. Además, aunque no lo aparente, Draz… Es bastante estricto con sus obligaciones como Aënwer. Os parecerá que es un niño mimado demasiado relajado, pero si puede permitirse relajarse es porque luego trabaja el doble de duro. Está muy involucrado en los negocios de su familia, y adora a sus padres… y a Latteria. No podría dejarlo para irse a la Guardia.
-Supongo que eso es una inconveniencia -Reflexiono.
-Además, realmente creo que a Draz le iría mejor si yo n-
Su voz se interrumpe con un grito de dolor.
Ni siquiera la hemos visto venir, pero de algún lugar ha salido disparada una flecha que ha estado a punto de darle a Alec, que ha conseguido esquivarla en el último momento y ha salido sólo con un arañazo en el pecho.
-Mierda, por ir hablando -Gruñe-. ¡Vosotros dos, a cubierto! La mujer, cúbreme si puedes.
Vamos a escondernos entre la maleza del camino, pero Alec nos grita en el último momento que por ahí no, y me paro en seco justo para evitar que una flecha me atraviese el pie. Erika no pierde el tiempo en tensar su arco y disparar en la dirección en la que ha venido, pero no debe de acertar, y por el movimiento intuyo que el atacante ya ha debido abandonar el árbol.
-¡Primero a por Alec! -Se escucha un grito entre la maleza- Luego los otros dos.
-Te he oído, Frederik -Canturrea/gruñe Alec, y de su cinturón descuelga un cuchillo y con maestría lo lanza en una dirección concreta. Se escucha un gemido-. Pero, sí, venid a por mí. Tengo muuuuuuchas cuentas pendientes con vosotros.
Supongo que les estará provocando para que nos dejen en paz a nosotros, y la verdad es que da resultado. Los ataques se dirigen todos a Alec, y él más o menos es capaz de, o bien esquivarlos, o bien rechazarlos haciendo malabares con la alabarda. La escena es tan irreal que por un momento tengo la impresión de estar en una película de acción o algo similar…
Hasta que una de las flechas finalmente da en el blanco, el brazo de Alec, y él suelta la alabarda en un movimiento reflejo. Inmediatamente después otra le impacta en el muslo, derribándole al suelo, y en el movimiento otra le cruza arañándole el costado. Alec deja escapar un grito que me estremece el alma.
-¡¡Alec!! -Veo que Erika va a lanzarse a por él, pero la sujeto antes de que haga alguna estupidez.
-Erika, estás armada, usa el arco, intenta abatir a alguno -Le digo. Frunzo el ceño-, o déjamelo a mí.
-¿Qué…? -Le quito el arco de las manos, robo una flecha del carcaj y tenso el arma. El arco está un poco menos tirante que los de la Guardia, y mi brazo herido lo agradece, pero aún así el movimiento no le sienta nada bien- Hiiro, ¿sabes lo que estás haciendo?
-No del todo -Confieso.
Aún así, distingo agazapado entre las ramas de un árbol a uno de los elfos, que se ha olvidado de nosotros para centrar su atención en Alec, y apunto hacia él. Cuando disparo, la flecha falla por mucho, dando en el tronco del árbol, pero es suficiente para que el elfo se asuste y decida cambiar posiciones.
Alec recibe un nuevo flechazo directo al hombro, lo que le hace aullar de dolor.
-¡Bajad aquí, cobardes! -Grita- ¡Aún puedo con vosotros!
Tomándose a pecho la posiblemente ridícula declaración, uno de los elfos, uno fornido que por la herida en la mejilla voy a deducir que es Frederik, baja de su escondite y se acerca a Alec. Erika vuelve a hacer el gesto de acercarse, pero esta vez no la detengo yo, sino una flecha que pasa volando a pocos centímetros de su cara.
-Hemos tardado quince años -Dice el elfo-. Pero por fin lo hemos conseguido.
-Aún no has conseguido nada -Alec le sonríe de forma sarcástica-, salvo demostrar que se necesitan cinco elfos para matar a un humano.
Frederik le cruza la cara de un puñetazo, tirándole definitivamente al suelo. Erika deja escapar un gemido, y yo me muerdo el carrillo. Recupero otra flecha del carcaj y apunto en dirección al elfo…
-No -Escucho a Alec-. Coge a la pava y largaos de aquí. Si os vais ahora con un poco de suerte podréi-¡AAAAAGH!
De nuevo su voz se interrumpe cuando Frederik aplasta con su bota el hombro herido de Alec. No quiero dejarle, pero… Sinceramente, las cosas no pintan muy bien para él, y no sé si podemos hacer algo. Desde aquí, a lo mejor puedo disparar a Frederik, pero no pasará ni un segundo hasta que otro elfo me dispare a mí, y posiblemente él tenga más puntería.
-¡He dicho que os vayáis! -Vuelve a gruñir- Hiiro! Get the fuck outta here! -Me sorprendo, porque no me esperaba que fuera a ponerse a hablarme en inglés de repente- Estos tíos me odian. Si os vais pensarán que pueden daros caza en cualquier momento y os dejarán iros para encargarse de mí como llevan queriendo hacer todo este tiempo -Gime-. Os dará tiempo a escabulliros.
-Hiiro, ¿qué está diciendo? -Pregunta Erika, que no le entiende.
-Dice que… -Alec gruñe. Por la cara de Frederik, sí que tiene ganas de ensañarse con él.
Si nos quedamos, nos morimos los tres. Si nos vamos, tal vez Erika y yo podamos salir de esta, pero Alec… No quiero ni pensar en lo que pueden llegar a hacerle. Noto que todo se vuelve un poco borroso de repente, y los sonidos suenan alejados y con eco. Mi respiración aumenta en intensidad hasta un punto que no es normal. Ahora… Ahora no, Hiiro. Ahora no.
-Nos vamos -Decreto, destensando el arco y cogiendo a Erika por la muñeca.
-¿Qué? -Ella se queja- Hiiro, no pod-
-Alec tiene un plan -Miento-. Confía en él. Nos vamos.
Alec gruñe algo de que ya era hora, y yo, más bien forzando a Erika que otra cosa, echo a correr hacia el interior del bosque, dejándoles atrás. Erika se queja, se revuelve, y me grita, pero quiera que no soy un poco más fuerte que ella, especialmente en momentos de histeria, así que consigo arrastrarla conmigo un buen trecho, hasta que me paro a tomar aire.
En cuanto lo hago, Erika me coge de un hombro para girarme hacia ella y me cruza la cara de una bofetada.
-¿¡Por qué has hecho eso!? -Me pregunta, con lágrimas en los ojos, tan alterada como yo- ¡Le has dejado solo!
-¡Iban a matarnos a los tres! -Grito yo- ¡No había forma de salir de esa! ¡Alec ya estaba condenado!
Recuerdo aquel momento en la misión del comesueños, cuando Simonn estuvo a punto de matarnos a Nevra y a mí. En ese momento, me negué a abandonar a Nevra. ¿Por qué? ¿Porque era sólo mi vida y la suya la que estaba en juego, no la de una tercera persona? ¿Porque intuía que en el fondo Simonn no podía ser tan malo? O tal vez en esta ocasión me haya movido por las palabras de Alec, porque él mismo me ha pedido que nos fuéramos de ahí. No lo sé. No sé qué hace las dos situaciones distintas en mi cabeza, pero… Aunque no es la solución correcta, siento que tampoco he tomado la errónea.
-Erika -La llamo, y noto mi voz temblorosa, y yo también me echo a llorar, porque esto es demasiado, todo esto, y yo no puedo con ello-. La gente muere. La gente muere y no se puede hacer nada por evitarlo. A todo el mundo le llega su momento…
-¡Aún no era el de Alec!
-O tal vez sí. Tal vez sí, porque gracias a él podemos huir nosotros -Intento recomponerme, pero me cuesta-. A veces aparece gente así de estúpida que se piensa que sacrificarse por los demás les hace ser más guays, o yo qué sé que es lo que se creen, pero lo hacen, porque son estúpidos, y no se paran a pensar por un segundo en los que nos quedamos y en que vamos a echarles de menos el resto de nuestra vida, sin entender por qué, POR QUÉ ha hecho eso, por qué ÉL si el que tenía que morir era… -Me interrumpo con un hipo.
-Hiiro… -Erika me mira a los ojos, parece que menos enfadada conmigo- No estás hablando de Alec, ¿verdad?
No se me ocurre una respuesta que darle.
Y en ese momento justo la maleza que nos rodea se aparta y un elfo aparece frente a nosotros. Erika, más recompuesta, se coloca de forma protectora frente a mí, pero al ver el elfo que tenemos delante, le cambia la cara.
-¿Draezel? -Pregunta, confusa.
-¿Dónde está Alec? -Dice él, y veo sus ojos verdes moviéndose con inquietud de un lado a otro. Descalzo, con un arco en las manos y con una postura ligeramente agachada, se da un aire algo salvaje- ¿Dónde está?
En ese momento de la maleza surge otra persona, y mi corazón da un vuelco al ver a Nevra. Nos mira a los dos con preocupación, y veo que su ojo es… Rojo. Como cuando tiene la cosa esa de la sangre.
-Hiiro, Erika -Nos llama-. Me alegro de que estéis bien.
-Alec… -A Erika se le enciende la bombilla- ¡Van a matarle!
-¿Qué? -Más que decir la palabra, Draezel la llora- ¿Dónde está? Por favor, ¿dónde está?
Sin palabras, con el corazón roto no sé por qué, ambos señalamos en dirección en la que hemos dejado a Alec. Él no tarda ni un segundo en irse… Diría que volando, pero es que no lo sé, porque simplemente él salta y yo le pierdo de vista en la maleza; hacia Alec.
-Hiiro -Nevra se acerca a mí, me pone una mano en la mejilla y, tras examinar mi herida, me mira a los ojos-. ¿Estás…?
Sin pensármelo un segundo, paso una mano por detrás de su cabeza y hundo su rostro en mi cuello.
-Bebe -Digo; no, le ordeno-. Bebe, y haz lo que sea y salva a ese chico.
Él no tiene nada que decir ante el tono autoritario de mi voz. Noto sus colmillos perforar mi piel y durante unos instantes siento un dolor agudo, pero al instante se pasa, y entro en algún tipo de estado de atontamiento en el que todo mi cuerpo me pide que me abrace a él y me rinda a su voluntad, que es exactamente lo que hago.
Nevra se separa de mí con un sonido de succión, lame la herida y, cuando me mira, su ojo brilla con más intensidad que nunca.
-Esperad aquí -Dice, acariciándome la mejilla de nuevo. Yo asiento contra su mano.
Y al instante después, Nevra ya no está aquí, sino que se ha ido a salvar a Alec. Yo intercambio una mirada con Erika. Ninguno de los dos tiene ninguna duda ahora: No vamos a quedarnos de brazos cruzados.
Y los dos salimos corriendo en la misma dirección que ellos.
Parte 7
No sabría describir el ambiente que hay en la Guardia durante los días siguientes. Es, propiamente dicho, un ambiente de tensión, pero… También de espera, como si en cualquier momento pudiera llegar un ejército de elfos con el estandarte de Aënwer a masacrarnos a todos. Por otro lado, nada de eso ocurre.
Yo paso mis días sin alejarme mucho del CG, temeroso de cualquier cosa. Paso los ratos entre mi habitación, la de Erika, la biblioteca y la enfermería, por dónde me dejo caer de vez en cuando. Tampoco es que me dejen estar mucho tiempo, y sólo me dejan ver a Simonn, no a Alec, porque dicen que está “delicado”.
-Le tienen en una sala a parte -Me comenta Simonn un día-. Sólo dejan entrar a su elfo, de cuando en cuando. No sé qué le harán, pero a veces el chico suelta unos gritos…
-¿Y tú qué tal estás?
-¿Yo? Bueno, podría estar mejor si Miiko me dejase comerme un sueño de una vez por todas, pero sigue sin ceder.
-Te ofrezco los míos, que sé que te gustan -Y él me lanza una mala mirada.
-Claro, me encantan tus pesadillas amargas y dolorosas llenas de lágrimas y sufrimiento -Pongo los ojos en blanco al ver cómo exagera-. Además, te lo tengo dicho, ¡tus sueños me son indigestos! Si pudiera comer sueños humanos, ya me habría comido los del chaval, y así seguro que se recuperaba en un periquete -Mastica una galleta estrella, y luego me mira con otra cara bastante distinta-. Bueno, cuéntame, ahora que has estado en peligro de muerte y te has arrepentido de todo lo que ibas a dejarte por hacer… ¿Vas a hablar con Nevra sobre “lo vuestro”?
Noto que mi cara toma un ligero tono cuando escucho esas palabras. Yo… Bueno… Admití frente a Erika que empezaba a sentir algo por Nevra, pero, ¿será eso suficiente? Quiero decir… Aghhh, no sé ni lo que quiero decir.
-¿Qué es “lo suyo”?
Al escuchar la voz, pego un respingo, y el corazón se me va a salir del pecho por un momento, pero por suerte estamos en una enfermería así que al menos no me moriré. O no, espera, aquí no tienen unidades de RCP, ¿verdad?
Me giro y veo a Draezel tras de mí. Me dedica una sonrisa que supongo intentará ser cordial, pero a mí sólo me pone nervioso. Aún con todo lo que ha pasado, sigue teniendo este aire de que oculta algo… Uno que dice “Sé algo que tú no sabes”. Me inquieta, en cierto sentido.
-¡Nada, nada! -Simonn se ríe- ¿Qué va a ser? ¿Qué piensas, que es que están liados o alg-UMHPDHFD!!!
-¡Toma, Simonn, galletas de estrella, que sé que te gustan! -Grito, obligándole a comerse unas tres de golpe a base de embutírselas en la boca. ¡Bocazas, a ver si aprendes a callarte de una vez!
-Entonces, ¿el vampiro y tú estáis juntos? -Dejo que Simonn se atragante solo y miro a Draezel con pánico en la cara. La situación parece divertirle- No tienes de qué avergonzarte, Hiiro. Aunque no te lo creas, hay muchas otras parejas en el mundo, y mucho más dispares.
-Supongo… -Me rasco la nuca- Pero no estamos juntos, de verdad. Bueno, no…
-¡Se besaron y Hiiro está fingiendo que no se acuerda porque le da vergüenza admitir que le gusta el vam-
-¡SIMONN, POR DIOS, CÁLLATE DE UNA VEZ! -Le grito, ya completamente fuera de mí- ¿No recuerdas que prometiste solemnemente no decirle nada a nadie, eh?
-Pero él ya se ha enterado -Se queja.
-Pero no sabía lo del beso, lumbreras -Suspiro, muy cansado de repente, y me siento en la camilla de Simonn, enterrando la cara entre las manos-. Por favor, no le digas nada a nadie, Draezel…
-No es mi estilo ir por ahí contando secretos, por si no te has dado cuenta -Sí, bueno… Un poco-. Pero si quieres hablar con alguien, aquí me tienes.
-Sí, tío -Simonn me pone una mano en el hombro-. Puedes hablar con nosotros -A través de una rendija de los dedos, le lanzo a Simonn una mirada que espero que le indique las pocas ganas que tengo yo de contarle nada.
-Bueno, ¿qué puedo perder…? -Finalmente me rindo, y me enderezo- Me gusta Nevra. Un… Un poco, aunque sea -A los dos se les pone una sonrisa pícara en el rostro-. Pero no… No sé qué hacer exactamente. Nunca había sentido nada… por nadie. Al menos no así, quiero decir, he visto chicos guapos que me han llamado la atención, pero nunca…
-Lo entendemos, Hiiro -Draezel para mi monólogo y me pone una mano en la rodilla-. Lo que estás experimentando es algo muy bonito. Dime, ¿tú crees que puedes gustarle a él también?
-Bufff… -Simonn sacude una mano- Ni te imaginas lo que le hace en sueños.
-¿Qué? -Rojo hasta las orejas, le miro con conmoción. Simonn se ríe.
-Está colgadísimo por ti, Hiiro. Cualquiera que le mire un poco podrá darse cuenta.
-Es cierto que yo también me había dado cuenta de que… pareces importarle bastante -Comenta Draezel-. No pensaba decir nada hasta que no te dieras cuenta por ti mismo, pero parece que no se te da muy bien ver estas cosas -Hmm… No. Supongo que nunca se me ha dado… bien-. Si temes llevarte alguna decepción amorosa, puedo asegurarte que no será así. Ten más confianza en ti mismo… En vosotros. Lo que puedes llegar a ganar es mucho más grande que lo que puedes llegar a perder.
No sé yo, ¿eh…? Intento elaborar una rápida lista de pros y contras en mi cabeza. Extrañamente, me cuesta encontrar ninguno de los dos. Bueno… ¿Qué puede ser lo peor que pase? Supongo que en el fondo tengo un poco de miedo de estarme montando películas, que Nevra no me vea de la misma forma y que simplemente sea una de sus… “conquistas”.
“No me dejes. No te vayas nunca de mi lado.”
¿Y si no? ¿Y si… sus palabras son de verdad? ¿Si me quiere tanto para decirme eso? Eso me haría muy feliz. Sólo de pensarlo noto mariposas en el estómago. Es una sensación muy agradable. Hacía tiempo que no me sentía así de… bien.
-Hiiro… -Con tono amable, Draezel se dirige a mí- Aprovecha, mientras puedas. Arriésgate a ser feliz… Hazlo, por todos los que no pueden serlo.
Veo algo en el fondo de sus ojos, algún destello melancólico. Recuerdo entonces algunas cosas que le he oído decir, cuando hizo aquel comentario sobre mis ojos, o cuando nos contó lo importante que era su armadura para él. Noto una idea conectar en mi mente, y le miro con ojos de sorpresa.
-Draezel, tú…
-Don’t tell him -Susurra, llevándose un índice a los labios, en el mismo inglés americano de Alec.
Yo asiento, consciente de la situación. A un lado, Simonn se queja.
-¿Pero qué? -Protesta- ¿Ahora os andáis con secretitos?
-Sí -Respondo yo, y me giro para darle un capirote-, y se nos da mucho mejor que a ti, bocachancla.
Draezel se ríe.
Justo en ese momento, una enfermera sale con cara de pánico de la habitación en la que tienen a Alec.
-¡No está! -Grita, alterada- ¡Se ha ido!
-¿Alec? -Pregunto yo. Ella asiente de forma exaltada.
-He entrado a cambiarle las vendas, y… ¡Se había ido! No pensé que pudiera irse por su propio pie, la ventana está abierta y…
Me giro hacia Draezel, preocupado por su reacción. Extrañamente, él parece de lo más tranquilo. Haciendo un gesto de exasperación irónica, se acerca a la enfermera y le pone una mano en el hombro.
-Calma -Dice-. Habrá ido a dar una vuelta. No se puede estar quieto mucho tiempo, y es demasiado orgulloso para dejar que alguien le cuide. Posiblemente esté tirado por ahí en cualquier lugar de los jardines, echándose una buena siesta. Lo mejor es que le dejemos solo, ya volverá cuando le apetezca.
La enfermera empieza a gritar como una histérica sobre los cuidados médicos de Alec y su sueldo, y Draezel hace lo posible para tranquilizarla. Parece acostumbrado a que Alec desaparezca de repente, pero… A mí me mosquea.
Todavía no se me ha olvidado la fijación de Alec por la Resistencia Humana. No estoy tan seguro de que haya descartado del todo la idea… Parecía muy determinado a unirse. Y la razón parece ser, por supuesto, Draezel. Alec parecía convencido de ser la fuente de todos sus problemas y, bueno, posiblemente sea la causa de muchos, pero… No el culpable.
Y, además, ni Alec quiere irse ni Draezel quiere que Alec se vaya.
Me excuso con cualquier tontería y rápidamente me escurro fuera de la Guardia hacia la Gran Puerta. Al llegar allí, no veo a Alec, y, cuando pregunto a los guardias, aseguran no haber visto a nadie con esa descripción, ni tampoco ninguna armadura ni ningún chico en armadura. Eso me deja un poco más aliviado, pero, por si acaso, rebusco por los jardines y por el interior del CG, pero no doy con él. Tras lo menos una hora pateándome la Guardia sin sentido alguno, decido que ya está bien de dar vueltas y me siento a descansar a los pies del cerezo centenario.
Me… gusta mucho este sitio, de verdad. De alguna forma u otra siempre termino viniendo aquí cada vez que, no sé, me apetece tener una pausa. Me recuerda a la tierra, y me relaja. Además, por supuesto, de la belleza natural del cerezo. Con una sonrisa algo cansada elevo la vista hacia las ramas del árbol, teñidas de un perenne rosa, entre las cuales, como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo, está durmiendo plácidamente Al-
-¿¡ALEC!? -Grito. Él pega un respingo, despertándose.
-¿Eh, ah, ehhh? -Balbucea algunas cosas ininteligibles. Mira hacia abajo, y me ve- Tú, eh… Tú. El chaval.
-Hiiro -Le recuerdo mi nombre-. ¿Pero qué haces ahí subido? -Él me mira con cara de perro.
-Dormir, ¿o acaso no es obvio? -Con un movimiento se baja del árbol y aterriza a mi lado. Si tenía alguna venda, ha debido de quitársela, porque no lleva ninguna. Tiene puesta la misma ropa con la que le vi por última vez, entrando en la enfermería, y no parece que le importe la sangre reseca o el barro- ¿Sabes lo difícil que es encontrar un buen sitio?
-¿Qué tal la enfermería? -Propongo. Él hace una mueca.
-Nah. Soy incapaz de dormir en una cama -Le miro con duda-. No me siento seguro. A los elfos les encantaba emboscarme por las noches, así que tuve que buscarme algún método para evitar que lo hicieran. Si no me encuentran, no pueden matarme.
Parece casi… Habituado a que intenten cortarle el cuello. Tampoco dudó un solo instante cuando le tocó a él cortar cuellos de elfo, pero… Siento algo de pena por él. Ha tenido que crecer en unas condiciones bastante violentas.
Intento imaginarme su vida. Un Nicholas James, pero peor, porque la gente no se limita a insultarte o empujarte escaleras abajo, sino que intententan matarte día sí, día también, de continuo, y no puedes escapar de ahí, porque… ¿porque quieres demasiado a Henry y no le dejarías solo por nada del mundo? Esa sería mi metáfora, supongo.
Alec bosteza sonoramente, aún somnoliento. Me pilla mirándole fijamente, y me pone mala cara.
-¿Qué? -Sí, vale, no soy quién para hablar, pero tal vez debería mejorar sus habilidades sociales, o al menos sus modales.
-No, nada… Sólo estaba pensando… ¿qué vas a hacer con eso de la Resistencia Humana?
Él frunce el ceño. Se deja caer en el suelo, tumbado, las manos detrás de la cabeza, y mira al cielo azul del verano con lo que a mí me parece que es preocupación. Yo me siento a su lado, algo incómodo.
-Sabes por qué quiero irme, ¿verdad? -Hmmm… No del todo.
-Sé que es por Draezel, pero no entiendo del todo tus razones -Confieso. Él deja escapar un sonido ronco que no sé exactamente qué significa.
-Los padres de Draz me odian. La casa de Draz me odia. Toda Latteria me odia. Si me quedo allí es posible que alguien me corte el cuello en algún momento. ¿Qué crees que le causaría más impresión a Draz: que yo me escape de casa o que sus padres me maten? Mientras yo siga en esa casa, él no puede ser feliz. Sé que le importo mucho y… -Toma aire- él también es muy importante para mí. Es… es la única persona que he tenido nunca, en toda mi vida.
-¿En el mundo humano…? -Dejo la frase en el aire. No sé si estará dispuesto a sincerarse conmigo.
-Lo único que recuerdo de mis padres es el olor a alcohol y un dolor profundo -Dice, y de su garganta escapa un sonido muy poco similar a una risa-. Ni siquiera recuerdo sus caras, o sus nombres, o mi propio apellido. Allí, aquí… Siempre he estado… Solo. Excepto por Draz. Quiero que sea feliz, y… Creo que sólo puede serlo si yo me voy. Si lo hago por voluntad propia, él no podrá pararme los pies. Y… Sus padres se alegrarán. Tal vez puedan aún arreglar su relación. Él podrá ser un Aënwer de nombre limpio, sin estar asociado con ningún sucio humano, y…
Se detiene de repente. Le miro, y me doy cuenta de que está… Está lagrimeando. Parece a punto de romper a llorar. De alguna forma, se me parte el corazón al verle así.
-No quieres irte, ¿verdad? -Él, con la cara oculta ahora por sus manos, niega con la cabeza, murmurando un débil “No”- Entonces tal vez no debas hacerlo. Creo que… Os necesitáis. El uno al otro, Draezel y tú. Si tú te vas… No creo que él pueda rehacer su vida tan fácilmente. No es que yo entienda mucho de esto, pero por lo que tengo entendido, él no es como los demás elfos de Latteria, ¿no es así?
-Draz es… único -Su voz suena débil y dolida, pero orgullosa-. Él tiene corazón, no como esa panda de…
-Por eso. Se lo romperías si te vas -Miro hacia las ramas del cerezo, y recuerdo de nuevo las palabras de Nevra, las que me convencieron para decirle que “No” a abandonar la Guardia-. Ni tú ni él seréis más felices si te vas. No voy a decirte qué hacer, pero…
-Lo sé. Lo sé -Él toma aire, o hace algo, no tengo muy claro cómo interpretar los distintos gruñidos que hace-. Hiiro, ¿podrías… irte? Necesito…
-Ah, sí, claro -Me pongo en pie, pensando de repente que a lo mejor me he tomado muchas confianzas con él, y, viendo su carácter, no sé si eso le hará mucha gracia-. Te dejo solo.
-Sí.
Tras tomar una bocanada de aire, emprendo el camino hacia… Cualquier sitio lejos de aquí, supongo.
-Gracias -Le escucho decir, casi con vergüenza, cuando me estoy yendo.
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Tienen que pasar algunos días más hasta que Eweleïn finalmente se aburra de que Alec se escape de la enfermería cuando le dé la gana y termine por darle el alta definitivamente. Para entonces, Draezel (“Draz” ahora, parece ser que Erika y yo nos hemos ganado el derecho de llamarle así en algún momento), Miiko y el resto (fundamentalmente Leiftan con su labia y su mágico poder para hacer que todo el mundo se sienta bien) han conseguido montar una estrategia contra los Aënwer para que dejen en paz a la Guardia de Eel. Por la cara de Miiko, no sé yo si es muy seguro, pero Draezel parece tener plena confianza en sus maquinaciones.
-Y, si no, apuñalo a mis padres, tomo la casa a la fuerza e instauro una dictadura en Latteria -Dice, con una gran sonrisa, y es el momento en el que yo intercambio una mirada preocupada con Erika-. Es broma. O tal vez no. Estoy bastante enfadadillo con ellos, por eso de que han intentado mataros y matar a Alec delante de mis mismas narices.
Y se ríe de forma encantadora. Alec, a su lado, vestido ya decentemente de forma que parece una criatura civilizada (eldárycamente hablando, porque la ropa tiene sus agujeros y sus cosas inútiles por ahí), le pone una mano en el hombro como para decirle que se tranquilice.
Desde su salida de la enfermería no les he visto separados ni un solo momento. Cuando Alec era una armadura era siniestro, pero al menos tenía sentido. Ahora es… Bueno, divertido, la verdad. Sólo les falta ir de la manita. Y, además, están discutiendo cada dos por tres por casi cualquier cosa, y sus peleas no tienen pérdida.
-Pero q-¡Nadie les ha pedido que se preocupen por mí! -Gritó Alec en algún momento, cuando Draz le echó en cara los ataques de ansiedad que le había provocado Alec a la enfermera con sus escapadas.
-¡Es su trabajo preocuparse, cabezahueca! -Respondió el otro, en tono similar- Podrías dejar una nota o algo: “‘Pasa nen, me vyá dar un voltio, ara vuelvo, talué”. ¿Es tan difícil?
-¿Tú te crees que tengo un estúpido papelito, una estúpida pluma y un estúpido bote de tinta con el que ponerme a escribir una estúpida nota?
-¡Pues lo escribes con tu estúpida sangre en las estúpidas paredes!
-¡Estúpido elfo!
-¡Humano apestoso!
-¡Niño de papá!
-¡Tonto esférico!
-¿¡Y eso qué significa!?
-¡¡Que eres igual de tonto desde cualquier ángulo por el que se te mire!!
Todo esto mientras Eweleïn, Simonn, Erika, tres enfermeras y yo les mirábamos sin saber qué cara poner. “Al menos sabemos que está sano”, dijo una enfermera.
Con Alec al fin en pie (aunque en la práctica lleva estándolo mucho tiempo) y la estrategia contra los Aënwer montada, Draezel empieza a planear el retorno a Latteria. Decide dejar en las competencias de la Guardia la jurisdicción de los elfos apresados, y Miiko sonríe al decir que no se preocupe por eso. Me pregunto qué harán con los prisioneros, porque en el calabozo subterráneo no hay sitio para tantos presos. ¿Tal vez le tengan en esas habitaciones que hay alrededor de las interminables escaleras apestosas esas que me tocó limpiar una vez con Chrome cuando nos castigó Ezarel? Sabes qué, mejor no quiero saberlo...
Solucionado eso, simplemente queda preparar los útiles para el viaje de los dos latterianos. La Guardia les ofrece provisiones para el largo viaje y hasta un carruaje, pero Draz se niega. Toma lo justo y necesario para aguantar hasta la siguiente población en la que puedan aprovisionarse, y, más que simplemente aceptarla, paga una montura. Hablando de dinero, también deja una generosa donación de manaa para la Guardia.
-Por las molestias -Dice, dejando dos sacos bien cargaditos delante de Miiko, a la que están a punto de salírsele los ojos de las cuencas al verlo-. Espero que lo aceptéis con gusto… Si no lo hacéis posiblemente me toque tirarlo al mar, porque es en realidad un equipaje demasiado pesado para llevarlo con nosotros.
-No podemos aceptarlo… -Dice Leiftan- Gracias, Draezel, pero…
-¡¡SÍ PODEMOS!! -Miiko corre a callarle- A-agradecemos mucho tu donación, Draezel -El elfo le sonríe-. Con todo esto podemos… Hacer un montón de cosas…
-¡Material nuevo para la sala de alquimia! -Exclama Ezarel, con una sonrisa de oreja a oreja y ojos brillantes.
-Mejor equipo de entrenamiento… -Valkyon le secunda.
-¡Uniformes nuevos para las chicas de mi Guardia! -Nadie hace caso al comentario de Nevra.
-¡... apoyo la moción! -Salvo Simonn. En realidad me pregunto qué hará por aquí, pensé que no le dejarían participar en la reunión. Supongo que de alguna forma u otra está involucrado en el asunto.
-¡Nada de eso, no vais a tocar ni un manaa! -Gruñe Miiko- Hace tiempo que quiero preparar algo y esto es justo lo que necesitaba para ello… -Se ríe de una forma bastante… adorable, para ser Miiko- ¡Lo estoy deseando!
Leiftan, el único aún con la cabeza sobre los hombros, suspira.
-Supongo que lo aceptamos, entonces… Gracias, Draezel.
-Ni lo menciones -Él vuelve a sonreír-. Cuando en la carta decía que quería formar una alianza con la Guardia, no mentía. Creo que… Sois verdaderamente importantes para Eldarya, y, digan lo que digan, yo tengo mucha fe en vosotros -Sus palabras parecen conmover a Miiko-. Como futuro heredero de Aënwer, si no me echan mis padres de casa de una patada después de todo esto, es mi deseo el poder ayudar a la causa en la mayor forma posible, y opino que el capital de mi familia es una buena manera. Podéis esperar más obras de filantropía en el futuro.
-No es neces-
-Te lo agradecedemos desde el fondo de nuestro corazón -Miiko, Ezarel, Valkyon y Nevra hablan a coro, como si lo tuvieran ensayado.
Draezel sólo les sonríe, con esa sonrisa suya que parece que esconde algo detrás. A estas alturas, me pregunto si aún quedará algo, o si son sólo imaginaciones mías.
Arreglados todos los asuntos, se decide que a la mañana siguiente, al amanecer, Alec y Draezel partirán de vuelta a Latteria.
Karuto decide tirar la casa por la ventana y prepara un menú (ligeramente) especial para la cena, y todos bebemos del mejunje cocacoloso de Draezel. Tiene más sentido cuando descubres los orígenes americanos de Alec, y cuando me entero de esto inmediatamente empezamos a gritarnos ofensas contra la manera de pronunciar de cada uno desde ambos lados de la mesa, hasta que Karuto nos dice que si no paramos de inmediato nos echará de la cocina.
Y a la mañana siguiente hay bastante gente dispuesta a despedir a los dos viajeros. Yo tengo sitio en primera fila, y allí me les encuentro discutiendo sobre quién va a llevar la montura, que sigo sin tener ni idea de qué puñetas es.
-¡Pero si tú te pierdes en una habitación cerrad-Ah, ¡Hiiro! -Al verme aparecer, Draz se acerca a mí con una sonrisa en los labios. Me sorprende de nuevo cuando me habla en inglés- ¿Le has dicho algo? -Pregunta, y entiendo que se refiere a Nevra.
-Hum… No -Le respondo en un susurro, un poco temeroso de que, no sé, Nevra sepa inglés por alguna razón que desconozco. Draezel me pone los ojos en blanco.
-¿¡A qué esperas!? -Me gira hacia Nevra, que está charlando de algo con Valkyon, que asiente con interés- Tienes que hacerlo, cuanto antes, mejor.
-¡No pienso hablar con él aquí mismo… delante de tanta gente! -Él me hace un mohín. ¿¡Esperaba que lo hiciera!?
-Vale, vale… -Hace un gesto cansado- Pero en cuanto Alec y yo nos vayamos, te le llevas a algún lugar romántico y le declaras todos tus sentimientos -Siento que se me ponen las orejas rojas-. Ayyyy, qué mono.
-Y-yo, eh… ¿Y tú qué? -Le dedico una sonrisa nerviosa- ¿No piensas hacer nada?
-¿De qué me hablas? -Con inocencia, finge una risa. Mira un poco por encima de su hombro hacia Alec, que justo acaba de esquivar un mordisco del misterioso animal-montura. Draz sonríe- No… No puedo hacer nada. El primer paso tiene que venir de él, sé que me rechazaría si intento algo. Se considera… “poco digno”. No lo parece, pero tiene bastante poca autoestima.
No me parece tan descabellado, teniendo en cuenta esa especie de “barrera” que pone entre sí y el resto del mundo. Irónicamente, es como si estuviera vistiendo una armadura todo el tiempo… Me doy cuenta de lo acertado de mi metáfora cuando veo que, de hecho, lleva puesta su armadura, aunque ha prescindido del yelmo, lo que le hace un poco menos siniestro, aunque no menos imponente.
-Supongo que cada uno tiene lo suyo -Digo. Draezel asiente.
-Así es -Y su sonrisa cambia de tono-. Cuando llegue a Latteria, si todo sale bien, enviaré una carta anunciando las buenas nuevas. Tú… Quiero que me respondas y me cuentes absolutamente todo lo interesante que te ocurra -Y me guiña un ojo-. Todo todito.
-¿Se puede saber sobre qué lleváis murmurando un rato? -No me había dado cuenta de su presencia, pero Nevra aparece de repente detrás de mí, dándome un susto cuando me pasa un brazo sobre los hombros.
-Sobre cosas jugosas, pero no te pienso decir nada porque eres un vampiro y los altos elfos latterianos somos muy racistas -Nevra arquea una ceja ante el comentario de Draezel, que luego añade:-. ¡Está celoso!
-No es el único -Comento, lanzándole una sutil mirada a Alec, que nos observa desde la lejanía.
Con una risa, Draezel me hace un besamanos, que ya he aprendido que efectivamente es símbolo de cortesía élfica, y luego se acerca al grupo de Miiko, Leiftan y Jamón para despedirse de ellos de la misma forma. Jamón se sonroja cuando le hace el besamanos.
-¿Qué te ha dicho? -Pregunta Nevra al vernos solos.
-Cosas jugosas -Contesto yo. Él me hace una mueca-. Luego te lo cuento. De hecho… -Me agito un poco, nervioso- ¿Estás… libre después de esto? ¿Te apetece, eh… dar un paseo?
-¿A estas horas? -Él se sorprende- Más que otra cosa lo que me apetece es desayunar, pero… -Me dedica una sonrisa- Después de eso, tengo todo el día para ti -Noto el peso de su brazo sobre mis hombros todavía, y asiento, con una pequeña sonrisa-. ¿A dónde quieres ir exactamente?
-Me da un poco igual -Confieso.
-Hmmm -Él se lo piensa-. ¿Sabes esa roca grande que hay en la playa que tiene las flores rosas? Podemos vernos allí y damos una vuelta por la playa, sé que te gusta el mar.
Efectivamente, me encanta. Asiento, cerrando nuestro trato, y luego presto atención a los dos viajeros.
Draezel se sube a la montura tras Alec, que con una voz le indica que empiece la marcha. El animal se rehúsa durante unos instantes, hasta que Draezel se lo pide por favor. Escucho a Ezarel reírse en algún sitio.
Draezel se despide de la multitud de tal manera que me recuerda a un monarca despidiéndose de sus súbditos, y cuando su mirada se cruza con la mía, veo que me guiña un ojo. Con eso, y, entre los gritos de despedida de la muchedumbre aglomerada, finalmente parten, rumbo a Latteria.
Pasan unos instantes en los que nadie hace nada ni se mueve, viendo cómo la montura se aleja. Luego los más perezosos empiezan a dispersarse, y al poco todo el mundo arrastra sus pies de vuelta a sus quehaceres diarios.
Yo me reuno con Erika, que me dice que espera volver a verles algún día (yo también, por qué no, pero en mejores circunstancias), y juntos vamos a desayunar a la cantina junto al resto de la pandilla. Me doy un poco más de prisa de lo normal en desayunar, y luego me excuso diciendo que tengo algo que hacer, en lugar de esperar a que todo el mundo termine, como es costumbre.
Tori me lanza una mirada fastidiada cuando le despierto de su sueño al entrar en mi habitación, y ya que estamos le doy un gusano cremoso. Me apaño más o menos delante del espejo del armario, y dudo un poco al peinarme. Me peino hacia atrás, dejándome la especie de tupé aquella, y miro a Tori.
-¿Qué tal? -Le pregunto. Él me grazna de mala manera- No, ¿verdad? Lo sabía… -Vuelvo a dejarme mi flequillo caído de siempre- Así mejor, ¿verdad?
Me mira, aburrido, pero no me grazna mal, así que supongo que estaré mejor. Cuando le pido que me desee suerte él me ignora y se va a dormir, pero yo me consideraré afortunado, y salgo de la habitación reuniendo el poco valor que tengo.
Hago el camino hacia la playa en completa tensión, jugando con mis manos de forma nerviosa y procurando no darme la vuelta cada vez que hago más de medio metro.
Pero llego a la playa, y le veo a lo lejos, en aquella roca en la que me ha citado. Está sentado sobre ella, mirando al mar, y el viento costero le revuelve el pelo negro de forma fascinante. No puedo evitar quedarme unos instantes apreciándole.
¿Por qué él? Empezó siendo “el loco del parche”, pero... Pero ahora es mucho más. ¿En qué momento empezó todo esto? Me pregunto si sería al principio, cuando me salvó y bebió de mi sangre por primera vez. No creo.
Tal vez fuera en la misión del comesueños, cuando bebió de mi muñeca y me dejó... Encandilado cuando menos. Es posible que esa fuera la primera vez que le vi con otros ojos. Y luego, cuando volví de lo de la anémona, pude conocerle mejor. Ir de compras juntos, lo ocurrido con el primo Stan, y más tarde lo del súcubo.
Y aquella noche en la cantina, cuando me ayudó, y de verdad me ayudó, a aceptarme a mí mismo y a aceptar que los demás podían llegar a aceptarme a mí. Ese fue definitivamente el momento en el que nuestra relación cambió.
Luego vino la misión en la Gruta Hasefrío, y... Aunque no era plenamente consciente de lo que estaba haciendo, no tengo ningún arrepentimiento, simplemente el no haber sido capaz de vivir en plenitud el momento.
Me acerco a la roca, con el corazón latiéndome como loco. Me pregunto si será capaz de notarlo. Él se gira hacia mí y me dedica una sonrisa radiante.
-Qué roca más fea -Le comento. Él se ríe.
-Ezarel dice lo mismo cada vez que la ve.
-Tal vez la estoy mirando desde el ángulo incorrecto, fíjate, desde aquí -Y doy un paso a la izquierda-, es mucho más bonita. Maravillosa -Vuelve a reírse. Me gusta su risa.
-Bueno, pues, ¿nos vamos de paseo, o te apetece apreciar la inusitada belleza de esta roca?
-En realidad te he mentido y lo del paseo es una excusa -Confieso, arreglándome el flequillo. Diablos, me ha pegado el gesto. Él me arquea una ceja-. Quería hablar contigo de algo... Bastante importante.
-Qué misterioso -Se burla-. Bien, cuéntame.
Me acerco a la roca y él me ayuda a subirme. Sentándome a su lado, miro al mar, porque estoy demasiado nervioso como para mirarle a la cara. Ay, Hiiro, por favor, no seas moñas, que no es para tanto. Nadie se ha muerto por esto... Ay, pero, ¿y si soy el primero?
… A veces me sorprendo de lo estúpido que soy.
-Cuando estábamos en el bosque con Alec -Empiezo-, cuando nos salvó de los elfos, nos pidió a Erika y a mí que... Que dejásemos la Guardia y nos uniéramos a la Resistencia Humana.
Prácticamente noto cómo sus músculos se tensan.
-Hiiro, eso es...
-Nos lo estuvo contando -Interrumpo-. Quiénes son, y lo que hacen. Nos dejó claro que no eran buena gente, y él tampoco quería unirse, pero era la única salida que le veía a la situación. Estaba desesperado. No... No se lo tengas en cuenta -Toma aire de forma pesada, pero su postura se relaja. Mejor, supongo. Aunque soy yo el que se tensa ahora, porque ahora toca la parte importante-. El caso. Cuando nos lo propuso, bueno... Yo... Yo le dije que no.
-Bien hecho -Su voz suena aliviada-. Sé que un grupo de humanos puede sonar tentador, pero, créeme, esos no tienen ni un ápice de lo que tu llamarías “humanidad”...
-Sí, eh, bueno -Carraspeo. No te me desvíes-. Le dije que no... porque... Bueno, porque...
Me va a explotar una vena, o el corazón, o puede que explote la roca. A ver, Hiiro. Cálmate. Respira. Piensa en... No, no pienses en nada, vacía tu mente, y...
Me giro hacia él, y le miro fijamente, dedicándole una tímida sonrisa.
-Porque te prometí que no te dejaría. Que no me iría nunca de tu lado.
Al entender a lo que me refiero, su ojo se abre con absoluta sorpresa. De repente, me parece que está igual de nervioso que yo, aunque me cuesta creerlo, porque de verdad que estoy muy, muy, muy nervioso.
-Hiiro, te... ¿te acuerdas de eso? -Pregunta, un poco incrédulo.
Yo asiento con timidez, notando la bola de nervios que se forma en mi estómago y asciende por la garganta.
-Terminé por recordarlo -Confieso-. Todo. Siento… no haber dicho nada hasta ahora. Tenía que procesarlo, y… entender un par de cosas.
Su mueca cambia de repente a una que destila un cierto nerviosismo. Bien, bueno, al menos sé que todo esto no le deja indiferente.
-En el mundo humano, este tipo de cosas, no… No es algo que me atrevería a hacer. Besar a un chico, salir con uno… Sólo pensarlo me producía pánico. He pasado mucho tiempo… asustado. De quién soy, de lo que siento. Pero aquí, contigo… -Inspiro profundamente en un intento de calmar mis pulsaciones- Todo es distinto. Me siento bien. Me gusta. Y…
Fijo mi mirada en la suya. Me observa con un brillo especial en su mirada, ligeramente inclinado hacia adelante, con los músculos en tensión. Su expresión seria me invita a seguir hablando y sincerarme, y todo él tiene un aire de… expectación y emoción. Eso no ayuda a que me calme, pero por una vez la sensación de intranquilidad no me es desagradable.
Tomo aire. Se me tensan los músculos del abdomen. Me preparo.
Me gustaría decir que le beso, pero creo que es más aproximado decir que estampo mis labios en los suyos de forma bastante incómoda y aparatosa. Me hago daño en la nariz.
No ha sido muy romántico, vale, pero creo que el mensaje ha quedado claro al menos.
-Me gustas -Digo, de forma acelerada, las palabras casi sobreponiéndose las unas a las otras, en el instante en el que me retiro del (intento de) beso-. Tú.
Le miro fijamente, esperando su reacción. Lo único que obtengo es una gran sonrisa, brillante como pocas, según se tira sobre mí para abrazarme.
-¡Hiiiiiiiiro! -Con la cabeza apoyada en mi hombro, no le veo la cara, pero le escucho reírse de forma alegre- No sabes lo feliz que me hace oír eso.
Yo me quedo completamente paralizado, notando un cierto calor de repente según un intenso rubor se me sube a la cara.
-Llevo tanto tiempo queriendo escuchar esas palabras -Dice, deshaciendo el abrazo solo para poner una mano tras mi cabeza y atraerla hacia la suya, juntando nuestras frentes-. Creo que ya podías suponerlo a estas alturas, pero -Y me sonríe de una forma muy… mona-, también me gustas. Mucho.
Antes de que pueda procesarlo del todo, él me está besando, y al contrario que otros, sí que sabe lo que se hace, lo que me manda directo al séptimo cielo sin que pueda hacer nada para evitarlo. Nevra no necesita discursitos moñas o declaraciones de amor empalagosas para dejarme claras sus intenciones, se encarga de transmitir sus sentimientos de otra manera.
Y, sí, lo suyo tampoco es muy romántico, pero a mí me vale más que de sobra.
-Hiiro -Él me llama, y escuchar su voz me deja completamente sin aliento-, te quiero.
Sí. Vale. Bien. Ahá.
(Me va a dar un infarto)
Cuando me besa de nuevo, lo hace de forma un poco más aventurera, y eso no me lo esperaba en lo absoluto, por lo que mi cuerpo reacciona de la forma más ridícula que se le ocurre: Pego un respingo, pierdo el equilibrio y antes de que pueda recuperarlo me caigo de la roca y doy con mis huesos en el suelo arenoso de la playa. Al menos está blandito.
-¡Hiiro! -Nevra me llama, y, aunque en su voz hay un tinte de preocupación, lo hace riéndose- ¿Estás bien?
-Sí, eh… -Ni siquiera me levanto. Simplemente ruedo para ponerme boca arriba y le observo desde el suelo, mientras él hace lo mismo desde encima de la roca- Se está bien aquí. La arena está calentita. Deberías probarlo… -Mi comentario sólo le genera más risa.
-Si tú lo dices -Me dedica una sonrisa muy atractiva antes de tirarse desde la roca de manera exagerada, como queriendo imitar mi caída, y tumbarse junto a mí, enfrentándonos cara a cara-. Vamos a pasar el resto de nuestras vidas quitándonos arena de encima, espero que seas consciente de ello.
-Es un riesgo que estoy dispuesto a asumir -Respondo en tono serio-. Pero se está bien aquí, ¿verdad?
-Sí -Él retira de mi cara un mechón de flequillo que se ha salido de su sitio-, se está bien.
Cuando le beso, esta vez al menos me las apaño para no hacerme daño en la nariz.
-Fin del Capítulo 7-
Interludio VII
(Narra Alec)
-No tienes ni idea de cómo se hace.
-Que te calles.
-Deberías dejármelo a mí.
-Cierra la boca, elfo.
-Vamos a morir congelados.
-Como no la cierres, te la cierro yo.
-Si no da resultado, para conservar el calor siempre podemos acurrucarnos el uno contra el...
Y salta una chispa y por fin nuestra pequeña fogata se prende. Una carcajada victoriosa sale de mi garganta, y Draz aplaude mis dotes de supervivencia. Podríamos haber prescindido de esto si hubiéramos usado una perla de combustión o un mechero aunque fuera, pero no, teníamos que hacerlo a la vieja usanza.
Le ha dado con que el viaje a Latteria va a ser la segunda parte de sus infructuosas vacaciones, y que nos lo vamos a tomar como si fuera una acampada. Y aquí estamos, pues, rodeando una fogata bajo las estrellas.
Genial.
-¿No te parece romántico? -Se ríe él, tirándose sobre mí para apoyar la cabeza sobre mi hombro, cosa que le encanta hacer sospecho que para burlarse de la diferencia de altura- La luna, las estrellas, el bosque a nuestro alrededor…
-... los mosquitos, el frío, las bestias que acechan -Él me pega un golpe en el brazo, idea poco inteligente por su parte, teniendo en cuenta que llevo una armadura-. Después de lo sucedido yo ya he tenido suficiente bosque para toda una vida. Una hora más de camino y hubiéramos llegado a población, ¿se puede saber qué hacemos aquí?
-Para empezar, eres un gruñón aguafiestas -Se queja-. Y, para seguir, ya te lo he dicho: estamos de acampada. ¡Soy un elfo, Alec! Tienes que dejarme disfrutar de mi lado salvaje.
-Pero eres un elfo de interior, Draz.
Muy indignado refunfuña algo sobre que nunca le dejo divertirse, y se acerca al fuego, mientras que yo me tumbo mal que bien en el suelo. Ya verá cómo luego a la hora de dormir no le hace tanta gracia lo de conectar con la naturaleza, ya.
Draz se tumba a mi lado cuando se aburre del fuego que tanto trabajo me ha costado hacer, y se gira hacia mí con una sonrisa en los labios, mirándome muy fijamente. Frunzo el ceño.
-¿Qué?
-¿Qué de qué?
-¿Qué me miras?
-¿Te pone nervioso que te mire?
No. Para nada. En absoluto.
-Tienes esa estúpida sonrisa en la cara -Giro sobre mí mismo para mirarle directamente, apoyándome en un codo-. Me molesta.
-¿Qué estúpida sonrisa? -Él imita mi gesto, sonriendo con aún más intensidad.
-Esa que tienes en la cara ahora mismo y que dice “Soy un elfo sospechoso que maquina algo”.
-Ah, esa sonrisa -Y alza una ceja-. Y… ¿qué crees que estoy maquinando?
Le frunzo el ceño, y eso sólo le da fuego a su sonrisa.
Le gusta hacer eso. Picarme y jugar conmigo. Sabe que soy incapaz de seguir su proceso mental y que, incluso si me devano los sesos en intentar comprender qué pasa por su cabecilla de elfo puñetero, jamás llegaré a acercarme siquiera a lo que él esté pensando.
-No sé -Admito-, soy demasiado estúpido para eso.
-Alec, no e-
-Sí lo soy, Draz -Suspiro-. Pero la cosa no es esa. Sea lo que sea lo que estés planeando, sé que viene desde antes de que saliéramos de Latteria. ¿Me equivoco?
-Hmmm… No. ¿Ves? No eres estúpido -Levanta un brazo para darme un toque en la frente, y yo hago una mueca ante el gesto-. Pero no puedo contártelo. Te enfadarás si lo hago.
-Ya estoy enfadado.
-Tienes razón, te pasas la vida enfadado.
Él se ríe, pero se ríe de mentira. No me gusta que haga eso. Esa risa significa que hay algo que no quiere compartir con el resto del mundo… Ni siquiera conmigo. Hago un gesto de enfado.
-¿Y bien? -Le presiono. Él pone los ojos en blanco.
-Vaaaaale. De todas formas, mi plan se ha frustrado de forma magistral, así que qué más da ya -Rueda para tumbarse sobre su espalda de nuevo, cierra los ojos y toma aire. Veo que sus orejas se estiran en tensión y observo el gesto casi con fascinación. Esas orejas me… hipnotizan de cuando en cuando-. La razón por la cual hemos venido a la Guardia, la de verdad, nada de excusas de que si aliarme con ellos o si de celebrar mi cumpleaños o lo que sea, es…
Y suelta el aire.
-Iba a dejarte en la Guardia.
Mi ceño se frunce de una forma más violenta todavía, y me incorporo para mirarle como si hubiera dicho la mayor estupidez que su mente fuera capaz de producir.
-¿Qué? -Digo.
-Iba a dejarte en la Guardia -Repite, como si nada, y abre los ojos para lanzarme una mirada que me parece muy… triste-. Alec, odio cómo te tratan en casa. Sé que todos los días intentan matarte o hacerte daño, y yo no puedo hacer nada más que protestar para que mis padres me ignoren… Sé que odias Latteria con todo tu corazón, y… No soporto verte sufrir, Alec -Él también se incorpora, e intercambiamos una mirada en silencio durante unos instantes-. Todo va a ir a peor a partir de ahora. Ya he cumplido los veinticinco, mi padres empezarán a mandarme más responsabilidades, y… Eso implica muchas cosas. Eso implica tener que reunirme con más elfos estúpidos que te traten fatal por ser humano, implica que ya no tendré tiempo para pasear contigo por los jardines, que no podré estar atento si alguien se pasa de la raya contigo, y… -Habiéndome perdido en sus ojos casi llorosos, no me he dado cuenta del movimiento de su mano colocándose sobre la mía, pero cuando de repente noto el contacto frío estoy a punto de pegar un salto en el sitio- Y en algún momento mis padres decidirán que es hora de buscarme esposa, y entonces…
No completa la frase, dejándola en el aire. Yo le miro sin palabras, afligido, porque todo lo que dice es verdad, y lo sé. Él aparta su mirada de la mía.
-Por eso pretendía dejarte en la Guardia. Pensé que si se habían hecho cargo de dos humanos aceptarían un tercero, especialmente si se lo encomendaba Draezel Aënwer, pero… -Vuelve a mirarme a la cara, y su agarre en mi mano se tensa- No puedo, Alec. No puedo dejarte. Sé que es egoísta, que es estúpido, que te pongo en peligro y te hago sufrir, pero… te necesito.
Sus palabras se me clavan en el corazón.
Las pocas dudas que tenía con respecto a la Resistencia Humana desaparecen de mi mente de repente, y lo veo todo claro.
No puedo dejarle. No a él.
-Perdona -Su mano se escurre de encima de la mía y le veo enjugarse una lágrima-, me he puesto sentimentaloide. Sé que lo odias -Se ríe, con una risa falsa.
-No pasa nada de vez en cuando -Digo las palabras con un tono mucho más suave de lo que estoy acostumbrado, casi susurrándolas, mientras me recuesto de nuevo en el suelo-. No eres el único.
-¿El único sentimentaloide? -Se burla, tumbándose también.
-El único que necesita a alguien. Yo también.
Veo cómo su cara se transforma en una expresión de incredulidad cuando digo esas palabras. No me gusta ponerme sensible, y las palabras no se me dan muy bien, y él sabe ambas cosas. Recupero su mano, esta vez dándole un apretón para transmitirle la poca fuerza que tengo.
-También te necesito, Draz. Eres lo único que tengo, lo único que he tenido nunca. Y no pienso irme de tu lado, nunca, en todo lo que me queda de vida. Incluso si me lo piden tus padres, incluso si me lo pide todo el mundo, incluso si me lo pides tú. No lo haré. Pienso quedarme a tu lado, aunque eso signi...
De repente, veo una sonrisa asomar en sus labios, lo que hace que me corte en el acto, y casi noto la sangre subiéndome a la cabeza.
-Oh, Alec…
-Cállate -Le gruño, girándome para darle la espalda-. No digas nada… ¡Te escucho reírte, elfo!
-¡Es que estás muy moooooono cuando te sonrojas! -Él se carcajea, y ahora sí que es una risa de verdad- ¿Puedes volver a decirlo? ¡Por favor!
-¡Vete al cuerno!
-En el fondo, me quieres.
-¡En el fondo de un pozo tapiado!
-Oooooooh, vamooooos, ¿a quién intentas engañar? ¡Aquí sólo estamos tú y yo!
-¡¡Cierra la boca ahora mismo o te la cierro yo!!
-Aaaaaah, ¿¿y cómo vas a hacer eso, débil humano?? ¡No puedes ponerle una mano encima al glorioso y claramente superior Draezel Aënwer, de los altos elfos de Latte-
Galería de arte - Alec y Draezel
Extra – Primer Q&A
Bienvenidos y bienvenidas y bienvenides a la primera edición de Q&A de “¿Cada cuánto pasa el bus de las setas?”. En estos extras, me dedico a responder algunas preguntas hechas por los lectores. Las preguntas son de todo tipo y suelo aceptarlas casi todas así que, si en algún momento se te ocurre alguna, ¡no dudes en postearla! Estaré encantado de poder añadirla al próximo Q&A... Sea cuando sea que vaya a ser eso. Al final de cada Q&A se incluye también una pequeña sección de “charla de autor” en la que hablo de cosas del fic que me parecen interesantes... Desgraciadamente, la mayoría de la charla de autor se ha perdido con el incendio, así que lo que haya es una reconstrucción de lo que me acuerdo. ¡Lo siento por las molestias!
Sin más dilación, empezamos con la primera pregunta...
☆¿Ezarel ha creado un Vínculo con Erika o está en proceso de ello?
Está pregunta está en una zona un poco gris, ¿eh? Pero la responderé porque aún no lo he decidido y todavía me lo estoy pensando. Por el momento, no tiene ningún Vínculo, y él está haciendo todo lo posible para evitar que se forme alguno, pero hay cosas que son... inevitables. Soy un poco reticente ante la idea, por varios motivos. El primero es que, como lo he descrito, los Vínculos son un rasgo prácticamente extinto en los elfos, siendo los altos elfos una excepción con mayor probabilidad de vincularse dada su sangre “pura”, pero tampoco es muy frecuente. Segundo, ya he usado el Vínculo con Draz y Alec, y me gustaría que fuera un poco “su cosa especial” (? Tercero, pienso que puede dar mucho más juego tener a Ezarel completamente paranoico con el Vínculo e intentando luchar contra él con todas sus fuerzas a simplemente dejar que se vincule y que intente vivir con ello. Me gusta torturar al elfo, he, he. ¡Ya se verá!
☆Todo el mundo tiene una manera de besar, a veces varía según el contexto o persona, pero todos lo hacemos de una manera... Digamos única, ¿cuál es la manera de besar que tienen Hiiro/Erika/Ezarel/Valkyon/Nevra/Ewe/Ykhar?
Hiiro: Como ya hemos visto, es un torpe absoluto. Nevra se encargará de darle práctica.
Erika: Besitos pequeños, pero en grandes cantidades, hasta que te canses de ella y la apartes o decidas pasar a cosas más serias.
Ezarel: Todo lo contrario a Erika: De higos a brevas, pero cuando besa... besa de verdad.
Valkyon: Un beso tierno y dulce, cálido y amable, empalagoso hasta decir basta.
Nevra: No puedo ni llegar a imaginármelo. Pero creo que le gusta morder.
Ewe: Besos suaves, casi soplados, en los lugares más insospechados y en los momentos menos oportunos, para recordarte que está ahí, y eres suya. Qué siniestro, ¿no?
Ykhar: ¡Besos en la mejilla para todo el mundo! ¿Eh? ¿E-en los labios? ¡No digas esas cosas! (>///<)
☆¿Qué sería lo primero que Draezel haría si encontrara un portal al mundo humano y decidiera cruzarlo?
Lo primerísimo que haría sería llamar a Alec. Iría corriendo a por él completamente emocionado gritando “ALEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEC HAYUNPORTALALMUNDOHUMANO OH, ORÁCULO, OH, ORÁCULO, RECOGE TUS COSAS QUE NOS VAMOS, ¡¡YAAAAAAAAAAAAAAA!!”, y se irían sin decirle nada a nadie. Lo primero que harían al llegar sería ir a un McDonald's y comer allí. Luego, ponerse a fregar suelos porque no tienen dinero para pagar la consumición (?)
☆¿Quién tiene más probabilidades en el mundo humano de acabar arrestado?
Si es que esta pregunta me encanta, por eso la he puesto (? Pues creo queeeeee, ¡Kero! En mi cabeza le tengo como un pobre chiquillo que siempre está en el lugar equivocado en el momento equivocado, y que en situaciones de pánico se pone demasiado nervioso y se mete él solito en todos los líos, incluso cuando no tiene nada que ver con el asunto.
Otro que sería arrestado con bastante frecuencia sería Leiftan. Le arrestarían por exhibicionismo.
☆¿De qué casa de Hogwarts serían los personajes ''principales'' o los que tú quieras incluir (Hiiro, Erika, Ez, Val, Nev)?
Vale, eeeeeeh... Esto va a ser duro (? Quiero confesar que nunca en mi vida he leído un libro o visto una película de Harry Potter. NUNCA. Lo siento por las decepciones que esto pueda causar, pero así es como es la vida. Soy más de Percy Jackson.
☆¿Qué ''papel'' desempeñarían los personajes principales en el Sweet Amoris de CDM?
Me lo he pasado teta respondiendo esta pregunta. Me encantan este tipo de preguntas de “¿Qué pasaría si los personajes estuvieran en...?”. Es larga, así que la pongo en spoiler.
Spoiler (Hacer clic para mostrar)
Hiiro: Merodeador de pasillos, Amo de los Rincones, Señor del “Ni me hables”. Creo que sería blanco de los gemelos y se uniría a la Resitencia Anti-Alexy con Kentin. Posiblemente el único alumno que realmente atendiera a Farrés (o que lo intentase por más de diez minutos).
Erika: Suplantaría a Sucrette. “Este instituto es demasiado pequeño para dos protagonistas moñas...”
Nevra: Creo que formaría parte del grupito de Cassy y Lys, no me cuesta imaginármele como su bajista. Se encargaría de molestar a Nath con Castiel y discutir sobre la estética victoriana con Lys. ¿Pellas? A lo mejor de cuando en cuando, con Castiel, pero no creo que sea del tipo de saltarse las clases. Y... Sí, muy seductor. Me imagino a Ámber montándose un triángulo amoroso con él, Castiel y ella misma en su cabeza, incapaz de decidir con cual de los dos quedarse (con ninguno, bruja, manos fuera, Y A ARMIN NI LE MIRES, QUE NOS CONOCEMOS).
Ezarel: Me le imagino discutiendo acaloradamente con Delanay sobre cualquier tema estúpido y metiéndose en líos por ello. Creo que pasaría muchas horas en el aula de castigos, pero serían incapaces de decirle nada por su historial de notas cuasi-perfecto.
Valkyon: Estaría en el club de baloncesto y el de jardinería a la vez. Baloncesto porque es un macho activo y deportivo y jardinería porque seguro que a Floppy le gustaba el jardín.
Simonn: Me le imagino vendiendo información de forma clandestina a Peggy, tipo, estaría en una esquina del patio con una gabardina y unas gafas de sol, y sus encuentros serían rápidos y concretos, pero siempre muy fructíferos para las dos partes.
Karenn: Otra que tal, parte del #PeggySquad, se dedicaría a la sección de “Corazón” del periódico.
Chrome: Se estaría metiendo en líos continuamente por razones a cuál más estúpida, y las consecuencias de ello serían... Convertirse en el Cuidador Oficial de Kiki. Lo siento, Chrome.
Alajea: Miembro del grupo de Ámber. ES QUE NO LA AGUANTO POR DIOS.
Kero: Sufridor de todos los recados de los profesores, una especie de Sucrette pero sin chicos guapos de por medio y bastante menos estúpido.
Ykhar: Sería delegada y se pasaría todo el día correteando por los pasillos y siendo increíblemente eficaz, por lo que Nath la tendría en un pedestal, y eso a Melody le pondría de los nervios. Por alguna razón me la imagino chocándose contra Lys por accidente tipo “encuentro estándar de los protagonistas de una comedia romántica del instituto” y convirtiéndose automáticamente en su musa, aunque no se volvieran a hablar nunca. Me estoy montando una historia entre estos dos en la cabeza ahora mismo. YKHAR, DEJA DE HACER QUE TE SHIPEE CON GENTE.
Ewe: Sería parte del grupo de Violeta y Kim, por una razón muy... concreta. Me la imagino posando para Violeta con una sonrisa misteriosa en el rostro, atenta a cómo la mano de la artista traza su perfil en sutiles movimientos de su lápiz, hasta que de repente Vio se sintiera observada y-MALDITA SEA PRI, PARA YA.
Jamón, Miiko y Huang Hua serían estudiantes de intercambio, y nadie se atrevería a preguntarle a Jamón que de dónde es o por qué está en el instituto.
Leiftan no iría al instituto. Está en la cárcel arrestado por exhibicionismo.
Esta pregunta es de antes de que saliera CdM en la universidad. F por todos los buenos recuerdos
☆Si los personajes fueran enfermedades, ¿cuáles serían?
Esta es, honestamente, una pregunta que nunca se me hubiera ocurrido que nadie pudiera llegar a preguntarme. … Voy... voy a ver qué puedo sacar. Las enfermedades mentales también cuentan, espero (?
Hiiro: Trastorno depresivo, trastorno de ansiedad, TEPT.
Erika: TDAH, TEPT (por la hidrofobia).
Nevra: Anemia.
Ezarel: Osteogénesis imperfecta (síndrome de los huesos de cristal).
Simonn: Hemofilia.
Intento pensar en algo para Valkyon, pero la verdad es que no se me ocurre nada de nada. ¡Es una pregunta muy complicada! Pero bastante original, la verdad. La he respondido más orientada a “Qué enfermedades tendrían” que a cuáles serían, no sé si servirá la respuesta :( He hecho trampas, lo admito ;_;
☆Si Hiiro tuviera que vestirse de chica, ¿qué usaría?
A su hermano. Una vez perdió una apuesta con él, y así nació... Hiroko-chan, la bella flor de un solo día que fascinó a tanta gente y traumatizó a Hiiro hasta el extremo.
Ahora, respondiendo a la pregunta... Usaría su encanto japonés para convertirse en una belleza tradicional. El punto fuerte sería el pelo, así que se gastaría todos sus ahorros en una peluca de calidad, lacia y larga hasta la mitad de la espalda, y luego invertiría en un buen kimono, con todo el conjunto entero, nada de chorradas, full geisha. Como maquillaje, usaría más bien algo discreto, más que pintalabios usaría algún brillo con un tono tirando al rosado, y más bien se centraría en los ojos para aumetar la intensidad de su mirada. Además de eso, se cuidaría de tener unas uñas perfectas, claro. Si vamos a hablar de proporciones, no buscaría nada exagerado, lo suficiente como para ocultar su figura masculina, pero sin pasarse. Usaría un perfume suave y discreto, pero dulce.
Es... ¿es raro que tenga pensadas estas cosas?
☆En Eldarya, ¿existe el porno?
El porno existe en todos sitios, y el que diga que no, miente. Aunque, bueno, más que porno, imagino que lo que tendrá esa gente serían libros de erótica o algo así... Tal vez alguna revista del mundo humano que hayan rescatado en algún momento... Pero nada de audiovisuales, claro.
☆¿Cuál fue la última canción, película o serie que miró Hiiro antes de caer en Eldarya?
Crepúsculo. No, pero sería gracioso, ¿verdad?
La verdad es que es una pregunta muy difícil, no sé... Voy a hacer una cita del prólogo de la historia:
Hiiro escribió:
Me quedo embobado mirando a la pantalla del ordenador unos instantes, pestañeando, e intento recordar qué es lo que estaba intentando hacer exactamente.
Pues si no lo sabe él (? La verdad es que para esta pregunta no se me ocurre ninguna respuesta decente, y te juro que lo he intentado :(
☆¿Se dejaría Alec envolver en regalo par-NO
☆¿Qué clase de envoltorio elegir-NO
(Dice que no, pero sí que lo haría. Tampoco creo que él tuviera elección. Si fuera por él, se envolvería en papel albal, pero como Draz tiene la palabra absoluta, simplemente le pondría un lacito. Así, tal cual. Sin más.)
☆¿Hiiro dejaría que alguien más tomara su sangre si es para salvar a Nevra?
Por supuestísimo que sí. Hiiro no tiene problema en dejarle de su sangre a nadie, siempre que haya una justificación detrás y no sea un asalto por sorpresa. Si preguntas de forma educada, te dirá que sí, incluso si eso le causa problemas de salud a él.
☆¿Cómo sería una cita entre Ewe e Ykhar?
Pues... Imagino que Ewe dejaría un poco hacer a Ykhar lo que le diera la gana, con tal de que ella estuviera cómo y feliz, pero luego se vengaría durante la cena... Ella elegiría el sitio, el menú, y el vino para acompañar, y se encargaría de poner nerviosa a Ykhar a base de miradas sugestivas y sonrisas seductoras. Y ya no hablemos del postre.
☆Si Enne, en su torpeza terminase tomándose una perla de las de Hiiro para hacerse elfa, ¿qué sería de nuestro Ezzy? ¿Cómo reacciona?
who tf is Enne → Erika, cuyo nombre original es Gardienne aunque nadie la llame así, srry chica
Se le caerían los pantalones al suelo. Quiero decir... eh... No sabría decírtelo, porque se encerraría en la sala de alquimia y todo lo que se sabría de él es que de vez en cuando se escucharía una explosión dentro, pero nadie sabe exactamente por qué o qué está haciendo el elfo. También, creo que evitaría la mirada de Erika durante unas cuantas semanas...
☆Supongamos que existe una especie de jerarquía vampírica (Como con los altos elfos de Latteria, vamos) y resulta que llega un vampirito noble que se prenda de Hiiro y planea secuestrarlo/llevárselo con embrujos y pociones de malamuerte. ¿Cuanto tardaría Nevra en cortarle el cuello mientras duerme y cómo evitaría (Si es que puede evitarla) la subsiguiente guerra/conflicto?
Pri arranca frenéticamente las páginas de un cuaderno y las pasa por una trituradora mientras murmura algo de que ya no puede usar un capítulo
Es bromis (? Pero es cierto que tengo una vaga idea algo similar... No sé si lo llevaré a cabo en algún momento, no creo, porque tendría que marear mucho la trama. Pues... Supongo que Nevra se quedaría pegado a Hiiro 24/7, hasta que por X razones (véase: el vampiro haciéndole la puñeta) tuviera que despistarse y alejarse de su lado. Por supuesto, todo acabaría en una dramática escena de Nevra entrando por la puerta en el momento menos oportuno cuando Vampiro está por hacerle cosas turbias a Hiiro, porque así funcionan este tipo de tramas (?), y creo que el tiempo de reacción serían aproximadamente unas veintitrés milésimas de segundo. Nada de esperar a que el payaso se duerma ni nada, no, no, no, despierto, que sufra mientras le retuerce el pescuezo. Y evitaría la guerra... Secuestrando a Hiiro y yéndose los dos a vivir a algún lugar de las montañas del norte, rodeados de xylvras salvajes. -FIN-
(La Guardia de Eel tendría problemas y Miiko se acordaría de toda su estampa, pero, ah, eso es otra historia.)
☆Si Draezel no tuviera ya a Alec, ¿se habría interesado por Hiiro? ¿Y por Erika? ¿O se habría vuelto un elfo típico odiahumanos?
Se interesaría por Jamón, todos lo sabemos ya, duh.
Pero quitando a Jamón, pues, bueno, Draz es de los que le gustan musculosos, así que supongo que Erika queda descartada. Hiiro es un buen partido, y tal vez hubiera intentado hacer algún movimiento, expresamente a sabiendas de lo poco que a Nevra le hubiera gustado. De hecho, bueno, se ha pasado las primeras partes del capítulo abiertamente flirteando con Hiiro, aunque sólo fuera por incordiar a Alec (?
Pero sin Alec... Creo que Draz viviría atrapado en su casa en Latteria, completamente atado a sus responsabilidades como Aënwer. No creo que odiase a los humanos, pero no sería el mismo Draz.
☆¿Cómo serían los protagonistas principales si fueran del sexo opuesto? ¿El cambio sería sólo físico o también afectaría a sus personalidades en cierto modo?
PRÓXIMAMENTE EN LOS MEJORES CINES
☆¿Cómo reaccionarían Nevra y Ezarel si Hiiro y Erika se gustaran entre ellos? ¿Y si Hiiro estuviera interesado en Ezarel? ¿Y si Erika en Nevra?
Hiiro x Erika:
Nevra: *Llorar en una esquina*
Ezarel: Ok. Me parece correcto. Sólo... apartaos de mi vista.
Hiiro > Ezarel:
Nevra: *Llorar en mitad de las escaleras*
Erika: Ah. Eh... Uh... E-está bien, pero, eh... ¡N-no pienso rendirme...!
Ezarel: ALÉJATE DE MÍ O TE JURO QUE ACABARÁS MURIENDO POR COMBUSTIÓN ESPONTÁNEA.
Erika > Nevra:
Hiiro: …...................................... Erika. Manos fuera. YA.
Ezarel: (Misteriosamente, Nevra acabó convertido en murciélago, nadie sabe por qué, y no fueron capaces de devolverle a su forma natural...)
Nevra: *Llorar siendo un murciélago*
Bonus extra: Nevra x Ezarel:
Hiiro: Eeeeh... Uh. Vale. Hm... Voy a... cortarme las venas con una cuchara, ahora vuelvo... ¡ERIKA, DEJA ESE CUCHILLO, POR EL AMOR DE-
Erika: No... No hay esperanza. No queda nada. La muerte es lo único q-¡Hiiro, DÉJAME EN PAZ, TENGO QUE HACERLO!
Valkyon: Las reuniones de la Guardia van a ser incómodas a partir de ahora...
☆Todos sabemos que Ezarel está por Erika, lo sabe hasta él aunque no lo quiera ver, pero... ¿Por qué? ¿Qué es lo que le gusta de Erika realmente?
¡A mí esa humana estúpida no me atrae en lo más mínimo! ¡En nombre del Oráculo! ¿¡De dónde os sacáis esas cosas!? ¡Su actitud solícita no tiene ningún encanto, me enerva que esté ahí siempre preguntando que si necesito algo o que si estoy bien o lo que sea, y, y, odio que esté sonriendo siempre porque su sonrisa es muy molesta y nada atractiva, y por supuesto que NO me atraen esos ojos que todo el mundo dice que son tan bonitos o no-sé-qué, y me importa un comino que tenga un gran corazón y esté dispuesta a ayudar a todo el mundo...! ¡NO ME ATRAE EN LO MÁS MÍNIMO! ¡Y COMO ALGUIEN VUELVA A MENCIONARLO, JURO QUE REDUZCO LA GUARDIA ENTERA A CENIZAS!
☆Obviamente esta pregunta queda limitada por las series o películas que hayas visto tú, pero no pasa nada. ¿Qué series o películas son las que más les gustarían a los protagonistas? ¿Y con cuáles se sentirían más identificados?
Soy un poco paleto para este tipo de cosas, así que mis respuestas van ser bastante genéricas, lo siento ;_;
Hiiro: Es un sucio otako, así que por supuesto que le flipa todo el animu y esas cosas, especialmente los animes deportivos con chicos shippeables los unos con los otros... Pero es por la trama, ¿eh? Es un poco bastante llorica, así que le encantan las películas en las que puede llorar como una magdalena. También, le encanta Disney.
Erika: Comedias románticas un poco tontas, pero a ella le parecen divertidas por lo absurdas que son, y si el protagonista masculino está bien, pues, es un extra... Odia las películas de suspense en las que no pasa nada durante mucho tiempo, se aburre como una ostra.
Nevra: Crepúsculo. No, pero estaría bien, ¿eh? Creo que también le gustarían las comedias románticas, me le imagino comprando packs de dos por tres de oferta en el súper y viéndoselas todas en una noche comiendo palomitas a dos carrillos.
Ezarel: Series policíacas tipo CSI y estas cosas, sólo para burlarse de lo obvio que es el argumento. Especial mención a Hawaii 5.0., porque Danno es oro puro. Creo que también le gustarían los documentales sobre la naturaleza y este tipo de cosas, me le imagino pasando toda una tarde simplemente viendo un documental sobre el arrecife coralino.
Valkyon: Películas de artes marciales de los granes maestros, Bruce Lee, Jackie Chan y toda la pesca. Más que reírse de lo exagerado de los efectos especiales, se preguntaría a sí mismo si, con la suficiente cantidad de fuerza bruta, sería capaz de hacerlo. Su placer secreto sería La princesa prometida.
Simonn: Culebrones y dramas absurdos y exagerados. Cuanto más, mejor. También, Bob Esponja.
☆¿Qué estilo de música humano preferiría cada uno?
Hiiro: Le gusta bastante la música, así que casi cualquier cosa, pero tendría una debilidad por las bandas sonoras de anime y videojuegos. Le llegan al kokoro.
Erika: Lo que sea que suene en la radio.
Nevra: Si se puede bailar bien, le mola. No soporta las cosas chirriantes, cosas como el metal le molestarían bastante al oído.
Ezarel: K-pop, J-pop y todos los pops que existan. Le produce una enorme satisfacción visual ver a diecisiete tíos ejecutar la misma coreografía de forma exacta sin que se equivoquen en un solo paso. Al igual que a Nevra, los géneros de gente que grita y que tienen mucho ruido de fondo le molestarían.
Valkyon: Ritmos latinos. Mueve esas caderas, Valkyon, sabes que quieres.
Simonn: Poner la radio en estática y disfrutar de su sonido. Es un poco rarito, ¿eh?
Y la sección que nadie necesita pero que está aquí igualmente... ¡Fichas de personajes!
Hiiro
Nombre: Hiiro Oliver Allen
Edad: 17, cumpleaños el 13 de diciembre.
Guardia: Absenta.
Familiar: Huevo de Xylvra.
Altura: 1,63 m (¡aún está creciendo!)
Le gusta: El anime, los videojuegos, que le dejen tranquilo, los rincones apartados, aprender cosas nuevas, los chicos altos rubios y de ojos claros, los abdominales de Leiftan.
Le disgusta: La gente estúpida, los metomentodo, que le molesten, las preguntas demasiado personales, Ezarel.
Curiosidades: Londinense desde nacimiento, frecuentemente viajaba a la villa de sus abuelos en Japón durante el verano. Es completamente incapaz de cocinar debido a una maldición que lleva años en su familia. En ocasiones tiene ataques de pánico al recordar ciertos momentos de su vida, lo mejor es dejarle tranquilo y que él se arregle. Es ambidiestro, pero esa es información inútil que nunca tendrá relevancia en la historia.
Erika
Nombre: Gardienne, Enne, Erika.
Edad: 23, cumpleaños el 2 de agosto.
Guardia: Sombra, especialización en la enfermería.
Familiar: Ciralak hembra, Vero.
Altura: 1,72 m.
Le gusta: Los paseos largos por el bosque, ayudar a los demás, meterse en las vidas de la gente, cocinar, los cuentos para niños, gastarse todo su dinero en ropa, Ezarel.
Le disgusta: Sentirse inútil, tener que estarse quieta mucho tiempo, las conversaciones aburridas, buscar a alguien y no encontrarlo de ninguna de las maneras por lo que se tiene que dar vueltas gastando maana por todo el CG.
Curiosidades: Utiliza como arma un mandoble, pero no es muy habilidosa con él. Constantemente se está colando en la cocina para cocinar sin el permiso de Karuto. Lleva enamorada de Ezarel desde que él la salvó a la vuelta de la misión de Jade. Su Guardia, familiar, especialización, decoración de la habitación, arma principal y ruta vienen determinadas por mi propio perfil del juego. Qué egocentrismo (?
Best boi
Nombre: Simonn.
Edad: Cuatro meses (aprox.)
Guardia: Sombra.
Familiar: Liclión hembra, Onha.
Altura: 1,87 m (puede cambiarla a voluntad pero le gusta ser alto)
Le gusta: La libertad, los sueños picantes, las mujeres con piernas largas, los escotes generosos, los tenedores, usar complementos en las orejas, cotillear, hacer de rabiar a la gente, Onha.
Le disgusta: Los atrapasueños, verse encerrado, las normas, que le tomen por idiota, la gente que se toma demasiado en serio las bromas, que Miiko le grite, los sueños tristes.
Curiosidades: Aunque está en la Sombra, nunca ha ido a una misión, sino que se encarga de hacerle recados a Miiko, como recogerle el correo o ir a buscar gente. Pierde completamente el norte cuando se encuentra con una chica que le gusta. Tiene un pacto formado con Karenn para enterarse de todos los cotilleos de la Guardia. La idea del “comesueños” la tomé de una canción de Vocaloid llamada Yumekui Shirokuro Baku, así como la “estética” de Simonn.
CHARLA DE AUTOR: Alec y Draezel
A ver de lo que me acuerdo...
Alec y Draezel son dos personajes de un rol por escrito que hace algunos años. Mi personaje principal era Alec y yo quería llevarme también a Draz conmigo, pero el máster me dijo que no así que tuve que mandarle a hacer puñetas... El rol tampoco duró demasiado, en verdad, así que no pude avanzar demasiado en la trama de ninguno de los personajes. Eso me picó muchísimo, porque me habían gustado un montón así que, teniendo en cuenta la ambientación de Eldarya, quise revivirles para poder jugar con ellos un poco más, y... Bien, ¡diría que se han convertido en unos buenos personajes! A este punto de la historia todavía queda bastante por ver de ellos, pero habiendo terminado de escribir hace poco el Capítulo S... Puedo decir que estoy muy contento de cómo he podido desarrollar su historia.
En la historia original, Alec era un niño huérfano encontrado por Draz en un paseo por Latteria, y decidió quedarse al humano como su asistente personal (o algo así). En aquel rol no había tantas razas como en Eldarya porque el máster es un aburrido y no te atrevas a intentar sacarle de los elfos y los enanos, y los humanos eran mucho más frecuentes, pero aún así Alec estaba visto con malos ojos entre los latterianos.
Aquí... Simplemente es un chico que un día se cayó a un círculo de setas y de repente apareció en un lugar donde todo el mundo tenía las orejas muy puntiagudas. Draz, fan de los humanos como él, decidió quedársele como asistente personal (o algo así) y mascota, y sus padres tuvieron que aguantarse con el humano pestilente... Y de ahí, hasta hoy. La historia no cambia demasiado, en verdad.
Hmmmm, no sé si tendría nada más que decir... Siento que hablo bastante de los chicos durante mi charla de autor de después del Capítulo S, así que... El resto de la información tendrá que irse allí. Pero antes de cerrar... ¡Fichas de personajes!
Alec
Nombre: Alec
Edad: Incierta, rondando la veintena, cumpleaños el 15 de junio (decretado por Draezel)
Altura: 1,65 m (con armadura)
Le gusta: Dormir, gruñir, pasar tiempo con Draezel, practicar en combate, hacerle la puñeta a los elfos de Latteria, la Coca-cola cutre de Draezel.
Le disgusta: Los elfos de Latteria (quitando a Draz), Latteria, que le den órdenes, que le rebajen por ser un humano, la gente que se lo tiene demasiado creído, las mujeres peliblancas, pelearse con Draezel.
Curiosidades: Si estuviera en una Guardia, estaría en la Guardia Obsidiana. Si tuviera un familiar, posiblemente el más compatible con él fuera un minaloo, pero por ir “a juego” con Draz, tendría una dalafa nocturna. Es natural de Dallas. No tiene muchos recuerdos del mundo humano, pero sabe que sus padres eran alcohólicos, seguramente le maltratasen, y que vivió un tiempo en la calle, no sabe si por abandono o por haberse escapado. Su color favorito es el verde.
Draezel
Nombre: Draezel de la casa de Aënwer de Latteria
Edad: 25, cumpleaños el 15 de junio.
Altura: 1,85 m.
Le gusta: La naturaleza, el jardín de su casa, Alec, la luz del sol, la luz de la luna, Alec, los dulces, fastidiar a Alec, enervar a sus padres, hacerse el misterioso, los abdominales de Alec, escribir cartas, Latteria, los humanos y su cultura, Alec.
Le disgusta: Los días lluviosos, la violencia innecesaria, que maltraten a Alec, la gente que mira por encima del hombro a los demás, las habitaciones con poca luz natural, que Alec sea un puñetero y no le haga caso.
Curiosidades: Si estuviera en una Guardia, estaría en la Guardia Sombra. Si tuviera un familiar, tendría una dalafa. Uno de sus hobbies consiste en buscar productos del mundo humano y comprarlos para su colección. Obligó a Alec a que le enseñara inglés a cambio de enseñarle élfico, a pesar de que a él no le interesaba el élfico para nada. Su color favorito es el azul.
Y con eso... ¡Se termina el Q&A! ¡Nos vemos en el próximo!
Capítulo R
(Narra Ezarel)
Hiiro vuelve a la sala de alquimia y cierra la puerta tras de sí. Por un momento interrumpo mi mezcla para levantar la vista hacia él y lanzarle una mirada interrogante. Él me enseña el frasquito que tiene en las manos, uno pequeñito de cristal con un líquido violáceo dentro.
-Ha sido fácil -Dice-. Aunque me he sentido un poco mal por ella… Esa celda no tenía pinta de ser muy cómoda.
-Ni te molestes, ese súcubo puede morirse ahí donde está -Gruño yo-. Bien, déjalo por ahí. Chrome, ponte tú con esto, yo voy a coger el “ingrediente especial”.
El hombre lobo me releva en la mesa de trabajo, y Hiiro deja el frasco en “por ahí”, como le he indicado, mientras yo me voy a buscar uno de los ingredientes finales de la fórmula… Y, posiblemente, el más peligroso.
Incubosis. He de decir que cuando Hiiro lo propuso no las tuve todas conmigo, pero tiene razón. No tenemos mucha gente en la Guardia a la que le podamos pedir que nos deje una muestra de ADN sin que vayan a decirle a Miiko que estamos haciendo experimentos raros. Chrome se las apañó para convencer a Jamón después de fracasar en su intento de arrancarle algunos pelos (Parece ser que esta era la segunda vez y el ogro ya se sabe el cuento), y sabemos que él no dirá nada, pero nuestras otras opciones son bastante reducidas. O bien amenazábamos a Kero con contarle a ya-sabes-quién lo de ya-sabes-qué (NOTA: Es una amenaza inventada, pero como el tío se está metiendo siempre en líos no me extrañaría que estuviera lleno de trapos sucios), o bien nos las apañábamos de alguna otra manera, y entonces Hiiro se acordó de que tenemos un súcubo en el sótano.
Akire era un poco… estúpida, seamos claros, pero un buen súcubo puede hacer verdaderas barbaridades si no se le controla a tiempo, y lo mismo con un íncubo. Los súcubos normales no van por ahí intentando formarse un harem o luciéndolo delante de todo el mundo, son criaturas de la noche, parásitos, y cuando atacan lo hacen de forma muy concreta, a una víctima muy concreta… Pero, quitando eso, es cierto que tienen unas habilidades de combate bastante decentes, aunque sólo sea por sus afiladas uñas o por su posibilidad de atacar al enemigo desde el aire. Así que llego a entender que, a pesar de todo, Hiiro haya querido intentar lo de la incubosis.
Y yo le he dicho que sí porque en caso de que Nevra se entere de nuestros experimentos raros, será muy bueno comentarle lo mucho que la incobusis le puede subir la líbido a Hiiro.
-¿Y ha accedido así, sin más? -Pregunta Chrome, espero que sin distraerse de su trabajo.
-Me ha dicho que me lo daría a cambio de que me hiciera su amigo, así que ahora somos besties, pero creo que no ha terminado de darse cuenta de hacia qué lado bateo -Hiiro resopla-. Me ha tocado hacer el paripé.
-La última vez también fingiste… -Chrome parece pensativo- Oye, y… ¿de verdad no te dice nada? Quiero decir, quieras que no, se supone que biológicamente, las hormonas que segrega deberían afectarte. Quitando otra cosa, por biología, eres un chico…
-Bueno, no me afectan los encantos de cualquier otra chica, así que no sé por qué debería hacerlo un súcubo. Además, incluso si llegase a afectarme, lo único que haría sería generarme simpatía, no… Otra cosa.
-Ya… ¿Entonces los gais tenéis el sistema endocrino de una mujer? -Menuda patada a la biología le acaba de sacudir el lobo- O sea, esto, a ver, eh…
-No, Chrome. No menstruo una vez al mes, ¿sabes? Además, es… Mira, podría echarte una charla muy larga sobre las diferencias entre sexo, género, identidad sexual e identidad romántica, pero no creo que te interese del todo. Dejémoslo en que soy un CHICO al que le gustan OTROS CHICOS, y nada más.
-Vale… Lo siento si ha sonado mal, no sé, yo no entiendo de estas cosas… Aunque tampoco sé si hay algo que entender.
-Ya, bueno… Hay mucha gente que piensa que porque me gusten los chicos tengo que ser femenino o algo así. Una vez, de hecho… No, olvídalo… Quiero borrar a Hiroko de mi mente…
-¿Qué? ¿Quién?
-¿Podéis dejar ya el cacareo? -Aburrido ya de su conversación, me quejo- Chrome, no escucho ese mortero. Hiiro, no te quedes ahí sin hacer nada, ¡mueve el culo!
-Bueno, ¿y tú qué estás haciendo? -Hiiro me gruñe en respuesta.
Ah, humano tontito, no sabes lo que te espera. Saco un libro de una de las estanterías de la sala, lo abro y de él saco la llave que muy bien tengo escondida. Luego me dirijo a una loseta del suelo y la desencajo con un poco de fuerza bruta… Debería de dejar una palanca por aquí para la próxima vez. Bajo la losa, hay una caja que extraigo y coloco sobre la mesa. Los otros dos, curiosos por mi maniobra, se acercan a mirar, y yo les espanto un poco por la mano. La caja tiene un sistema de combinación bastante elaborado, y me encargo en juguetear con él hasta que lo abro y puedo quitárselo, y, después, introduzco la llave en la cerradura que queda al descubierto.
-¿Pero qué puñetas tienes ahí dentro? -Pregunta Hiiro.
-Pues otra caja -Digo, mientras saco la segunda caja. Esta vez, esta está protegida por un sello mágico-. ¡Ábrete orégano!
-Como que orégano. ¿¡Cómo que orégano!? ¡¡Es SÉSAMO!!
El sello se rompe, permitiendo que la caja se abra al fin. Con mucho cuidado lo hago, y finalmente se descubre, envuelto en terciopelo, el objeto que guardo con tanto cuidado. Es un pequeño frasquito aparentemente inofensivo, similar al que ha traído Hiiro con el súcubo, pero cuando Chrome lo ve deja escapar una exclamación de horror y sorpresa.
-¿¡Eso es…!?
-Sí -Frunzo el ceño-. Es eso. Mucho, MUCHO cuidado con esto.
-¿Qué? -Hiiro mira la mezcla con cara rara- ¿Qué es eso? ¿Lágrimas de un unicornio?
-Es… -Chrome no deja de mirar la sustancia, y habla casi con miedo- Es una poción de cambio de sexo.
La mirada de Hiiro cambia al escepticismo de repente, como si le estuviéramos tomando el pelo. Este niño… No tiene ni idea de los estragos que esta monstruosidad ha causado en la Guardia en el pasado.
-Una poción de cambio de sexo. Ya -Y se dirige a mí-. Ilústrame, oh, sabio elfo, sobre por qué necesitamos eso ahora mismo.
-Siéntete agraciado por mi inmenso conocimiento, oh, humano estúpido -Respondo en tono similar-. Si hiciéramos la perla ahora mismo, sería una perla de sucubosis, y tú te transformarías en un súcubo. No creo que te apetezca del todo, de ahí que se me haya ocurrido el añadir unas gotas de esta maravilla para que, de hecho, te conviertas en un íncubo.
-P-pero los efectos de esa cosa son… -Chrome hace un gesto horrorizado- Se acabó, no quiero saber nada de esto. No volváis a hablarme hasta que el elfo recupere la cordura.
Con esas palabras, muy digno, él se gira hacia la puerta y se va. Se está escaqueando… Creo que debería de soplarle a Nevra un par de cosas que tal vez le interesen sobre el lobito… O tal vez le haga fregar las escaleras del sótano otra vez. Ya veremos.
A estas alturas, Hiiro ya me mira asustado, como si lo que sujetase en las manos fuera un arma de destrucción masiva. No es que vaya muy desencaminado… La Guardia estuvo a punto de caer cuando ocurrió… aquel accidente. No hablamos de ello porque todo el mundo está muy incómodo al respecto, y estoy seguro de que si alguien se enterase de que he sacado esta cosa a pasear, me caería una buena bronca.
-Empiezo a preocuparme -Hiiro frunce el ceño-. ¿Qué hace esa cosa? No… No va a pasarme nada raro, ¿no? Me gusta mucho ser un chico.
-No creo que a Nevra le moleste mucho si hacemos un pequeño cambio…
-¡¡Pero a mí sí!!
-Calma, Hiiro, tengo la situación controlada -Con la poción, me acerco a la mezcla que Chrome, por supuesto, ha dejado a medias-. La última vez pasó lo que pasó porque Valkyon es un poco bestia, pero en esta ocasión no hay riesgo.
-¿Pasó lo que pasó? -Su curiosidad es evidente, y muy molesta- ¿Qué pasó?
-¿Por qué debería contártelo?
-Porque si no me entero por ti, me enteraré por Karenn o por Erika… O, mejor, iré a pedirle a Simonn que vaya a comerse los sueños de Erika y lo descubra. Seguro que acepta.
Aprieto la mandíbula. Es cierto que tiene recursos para enterarse de las cosas. Suspiro con resignación.
-Está bien. Toma asiento, Hiiro. Te contaré la historia. Pero ni una palabra al comesueños.
-Prometido -Él sonríe con aire victorioso. Me enerva.
-Todo empezó hace alrededor de un año, aquí, en la sala de alquimia, durante una de las incursiones de nuestro buen amigo, el enmascarado Ashkore…
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(Flashback. Narra Valkyon)
Un movimiento amplio está a punto de cortar el pecho de Ashkore, pero él reacciona echándose hacia atrás en el momento justo. Veo mi oportunidad para desequilibrarle y tirarle al suelo, pero él se apoya en el mismo con las manos, toma impulso y, con una pirueta, me sacude una patada directa a la mandíbula, se da la vuelta y se pone en pie, recuperando la posición defensiva que tiene siempre.
-Vas mejorando, ha estado cerca -Se burla-. A lo mejor un día de estos hasta consigues que empiece a sudar…
-Será sudor frío lo que te recorra el día que por fin te ponga las manos encima -Le respondo-. Empiezas a tocarme las narices de forma personal.
-Pero bueno, ¡no sabía que tenías un lado sensible y poético! -Le… le odio tanto- Pero, ¡gracias! Tú también eres mi mejor archienemigo.
Escuchamos un gemido animal provenir desde la sala de las puertas, posiblemente alguno de los Perros Negros que ha traído consigo siendo abatido. Eso significa que Ezarel y Nevra estarán aquí en poco tiempo, y lo sabe. Mi misión es, pues, distraerle y mantenerle quieto. Tomo aire y aprieto el agarre en el bastón de mi arma. Allá vamos.
Comienzo una ráfaga de ataques contra él, y él los desvía o los esquiva a base de piruetas. Vista la contundencia de mi arma y la poca resistencia de la suya, cualquier golpe podría ser fatal… El problema es… ¡que no consigo darle ni uno!
-¡ESTATE QUIETO! -Le grito, y no sé si me imagino el escucharle reirse.
-¡Sí, hombre, y dejar que me decapites! Y hablando de decapitar, ¡tienes una defensa muy abierta!
Maldita sea.
Veo el filo de su arma centellear un instante según se dirige directa a perforarme el cuello, y rápidamente procuro hacer un movimiento defensivo. Resultado: su ataque me roza el brazo, dejando una profunda herida que… estoy seguro de que va a dejar cicatriz. Otra.
Gruño cuando un profundo dolor me sacude a causa de la herida, y, soltando mi arma, me tamboleo ligeramente hacia atrás, no perdiendo el equilibrio porque me apoyo en una de las mesas de la sala, tirando al suelo alguna probeta con vete a saber qué líquido. ¡Maldita sea, siempre me pilla por la izquierda! Tengo que buscarme un compañero de entrenamiento que también sea zurdo.
-¡Valkyon, ya vamos! -A lo lejos, se escucha la voz de Nevra.
-¡No pasa nada, yo ya he acabado aquí! -Responde Ashkore, a voces- Bueno, podría quedarme a rematarte, pero sería muy aburrido no tenerte gritando y gruñendo la próxima vez que viniera por aquí, así que te salvas -Su arma se… desmaterializa, diría, en el aire, y él se despide con un movimiento de la mano-. Nos vemos a la próxima, grandullón. Saluda a los otros dos de mi parte.
Con las mismas, se gira y se sube a una mesa, aparentemente queriendo escaparse a través de una de las ventanas de la sala… Pero noooooo lo pienso permitir, ah, no, hoy tú no te me escapas.
Con mis últimas fuerzas me tiro sobre él casi en el último momento, y a juzgar por su quejido le tomo por sorpresa. Los dos vamos al suelo, y, en una pelea ya casi que desesperada, él intenta apartarme mientras que yo procuro que no se me escape.
-¡Eh, eh, eh, serás bruto!
-Puede. Pero soy más fuerte que tú.
Y es verdad, y él lo sabe. Seguimos con nuestro rifirrafe, y entonces se me ocurre que, desde esta posición, tal vez sea capaz de quitarle la máscara, por lo que me afano en ello, intentando agarrarle del pescuezo, y…
Y, de repente, noto algo extraño. Es… como un abultamiento en…
Paro inmediatamente al darme cuenta de algo, y, como he parado en seco, Ashkore lo hace también. Un poco incrédulo ante mi descubrimiento, por mera comprobación, decido palparle el pecho, y… Efectivamente.
-Tienes… pechos -Mis palabras suenan… raras en mis oídos, como un tono más agudo de lo que deberían-. Eres una mujer.
-¿¡Qué!? ¡Tú sí que eres una…! … ¿¡POR QUÉ ERES UNA MUJER!?
-¿C-cómo…?
Es entonces cuando me doy cuenta de que hay algo… raro en mí. Es… como si…
Decido palparme mi propio pecho también, a pesar de que sé que es ridículo, pero, efectivamente, han surgido en mí una pareja de protuberancias extrañas. Me noto palidecer.
-Oh, por el Oráculo…
-¡Haz el favor de cubrirte! -Grita Ashkore- ¡Ten algo de decencia! ¡No puedes ir a pecho descubierto si eres una chica!
-Y-yo…
Antes de que pueda llegar a procesar este… repentino cambio, o por qué ha ocurrido, o absolutamente nada más, la puerta de la sala se abre de forma brusca y Nevra y Ezarel entran por ella.
-¡Valkyon! ¡Han llegado los refue-Eeeeeeeeep!! -Nevra se da la vuelta sobre sí mismo para mirar hacia otro lado- ¿Qué está pasando?
-Yo no me voy a quedar a descubrirlo -Ashkore gruñe. Pillándome por sorpresa, me sacude un cabezazo, lo cual es bastante efectivo con su casco, y con ello tiene la oportunidad para escurrirse de debajo de mí para hacer una segunda intentona por la ventana-. Y, eh… Deberías de ponerte algo encima. En serio.
Y, con eso, se escurre por la ventana sin que nadie pueda hacer nada para evitarlo. Yo sigo en estado de shock, tocando y tanteando distintas partes de mi cuerpo y comprobando en que, efectivamente, todo apunta a que me he… transformado.
-¿Valkyon? -Ezarel, con un poco menos de reparo que Nevra, se interna en la sala y se acerca a mí- ¿Qué ha pasado? ¿Te ha dado algo raro?
-No… No, qué va -Mi voz suena… extraña-. De hecho, creo que sea lo que sea, le ha afectado a él también… Tenía… Bueno, tenía…
-Me imagino lo que tenía -Ezarel hace un gesto pensativo-. Si es ambiental, enton-Oh, no, no… Noooooo, no, no, no... ¡Nevra, fuera de la sala, ya!
-¿Qué? -El vampiro se gira para mirarle con extrañeza- ¿Por q-
-¡Sólo fue-RA! -A Ezarel le sale un gallo, y pierde todo el color de su cara de repente- Oh, no, no, por favor, no… ¡Hay que salir de aquí, cerrar la sala y movilizar a todo el mundo antes de…! ¡Luego os lo ex-PLI-co!
Le hacemos caso, porque parece tan alterado que posiblemente lo que tengamos en las manos sea una amenaza de proporciones insospechadas. Rápidamente salimos de la sala, Nevra tiene la cortesía de dejarme su kimono para que me lo ponga encima, y luego cerramos la puerta y nos dedicamos a bloquear toda rendija que queda. Cuando terminamos la faena y me giro hacia los chicos, me encuentro con que Nevra está mirando a Ezarel con sorpresa absoluta, y él… parece bastante más afeminado que de costumbre.
-No digáis más, a mí también me ha hecho efecto -Habla con fastidio, pero su voz es mucho más femenina y suave que de costumbre-. Genial. Miiko se va a poner muuuuy contenta…
-¿Pero qué ha pasado? -Nevra nos mira a uno y al otro de forma intermitente- ¿Por qué habéis…?
-Un tío… tía ahora… me pidió que le hiciera una poción de cambio de sexo -Confiesa Ezarel-. Hice un poco más de lo debido, y me quedaron algunas sobras. Tenía pendiente deshacerme de ellas como es debido, pero últimamente he estado algo ocupado, y… Lo he ido dejando. Creo que Valkyon ha podido desparramar la mezcla por ahí en su pelea con Ashkore.
-Es cierto que he tirado algo, pero no me he dado cuenta ni de lo que es…. -Así que era eso…- ¿Tiene antídoto?
-Sí, claro que lo tiene, pero… hasta que consiga hacerlo… -Por la mueca que me pone, no va a ser muy fácil- La sustancia es extremadamente volátil y hace falta muy poca cantidad para que se consigan sus efectos. Lo primero que hay que hacer es limpiar cualquier tipo de resto, para evitar mayores accidentes, y luego…
-Un momento -Nevra interrumpe-. Esa cosa se transmite por el aire… -Ezarel asiente- Entonces vamos a tener un problema. ¿Recordáis por dónde ha escapado Ashkore?
Los tres permanecemos en silencio, asimilando la situación.
Antes de que podamos decir nada, sin embargo, un grito de rabia, ira, e indiscutiblemente masculino, se abre paso hasta nuestros oídos.
-¡¡EZAREEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEL!! ¡¡VEN A LA SALA DEL CRISTAL AHORA MISMO, QUE TENEMOS QUE HABLAR DE ALGO!!
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(De vuelta al presente. Narra Ezarel)
-Espera, espera, espera -Hiiro me interrumpe-. ¿Volvisteis a todo el mundo en la Guardia del sexo opuesto por accidente?
-No uses el plural, la culpa la tiene Valkyon -Yo suspiro. Sólo recordar esto me duele en lo más profundo de mi corazón-. Y… no fue sólo a la Guardia. Fue a TODO Eel.
-A todo Eel -Él abre mucho los ojos. Bueno, todo lo que puede teniendo en cuenta que los tiene rasgados-. En serio. ¿Por qué nadie me ha contado nada de esto…?
-Preferimos mantenerlo en silencio. En fin… Sigo con la historia.
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(Flashback. Narra Miiko)
-Vale… Así que habéis tirado por ahí una cosa que va a hacer que todo el mundo en Eel cambie de sexo -Intento procesar la idea, mirándoles fijamente a los tres-. Muy bien. Vale. Dejadme diez segundos a solas, por favor.
-Miiko... -Valkyon, con un gesto preocupado, avanza un paso.
Yo le ignoro, giro sobre mis talones y me acuclillo en el suelo. Tengo muchas ganas de gritar, de simplemente gritar, ni siquiera a una persona concreta, sólo al aire, a la nada. al vacío. Lo que hago es gritar para mis adentros.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.
Ya casi.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.
Un poquito más.
AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.
Vale. Vale, ya estoy lista.
-Miiko, ¿estás bien? -La voz amable, dulce y suave de Leiftan se escucha a mis espaldas. Noto cómo me pone una mano en el hombro. No queriendo que nadie se dé cuenta de lo histérica que estoy, me levanto y me giro hacia él. Ella. Eh… Hacia Leiftan.
-Sí, sólo… Un poco agobiada -Contesto-. No te preocupes por mí.
Me dedica una sonrisa muy dulce, y luego se mueve para dejarme espacio. Es la primera vez que veo ese abrigo abotonado, pero la verdad es que, teniendo en cuenta cómo se viste normalmente, es buena idea que se cubra un poco. Lo mismo podría decir de Valkyon, que más o menos ha arreglado sus problemas a base de vendarse el pecho, y ahora parece una guerrera bastante fiera (como Valkyon normalmente, vamos). La verdad es que… me molesta un poco… sus tallas de bustos. Todos tienen más que yo…
Menos Ezarel. Ezarel es una tabla. Nada por delante, nada por detrás.
-No me mires así, Miiko, por favor -Pide, al notar que he puesto mi mirada en él-. Yo no tengo culpa de que Valkyon haya tirado el frasco.
-¡Ha sido un accidente…!
-Me da igual quién tenga la culpa… -Suspiro con profundidad- Lo que me importa es ver cómo vamos a salir de esta. Por el momento, y hasta nuevo aviso, el responsable de todo esto es Ashkore, ¿entendido? -Todos asienten- Bien. Vale, ahora… Tenemos que ver cómo solucionar el lío. Ezarel, te cedo la palabra.
-Bueno, la solución que hay es hacer una poción que contrarreste los efectos de esta -Enuncia, con tono serio-. El problema reside en que encontrar los ingredientes es muy difícil. Hay bastantes que son muy puñeteros, y o bien cuestan una millonada o bien hay que irse al quinto infierno a por ellos.
-Tiraremos por la millonada, no tenemos tiempo de andar de recolectores -Esto no va a ser bien recibido en la Guardia...-. ¿Qué necesitas?
-Siete pétalos de chakraflor, un cuarto de encanto de málilik, un imperio de agua de la verdad, y… -Toma aire antes de enumerar el último ingrediente- El tercer bigote izquierdo de un gatogarfio.
-ESTÁS DE BROMA -Valkyon y Nevra saltan al escuchar la palabra. Sé que una vez les mandé a los tres a una misión que involucraba un gatogarfio, y… no sé exactamente qué pasaría, pero volvieron completamente traumatizados, no se hablaron los unos a los otros durante semanas y de hecho Ezarel estuvo a punto de colapsar por falta de luz solar porque prácticamente se encerró en su laboratorio.
-Calma, calma -Leiftan les dedica una sonrisa para calmar las aguas, y eso por lo menos relaja a Nevra que, Leiftan o no, no puede evitar hacerle ojitos a una chica guapa-. El agua de la verdad vamos a tener que comprarla, los pétalos de chakraflor posiblemente también pero podemos preguntar a ver si alguien tiene, creo que el otro día vi una málilik que estaba de visita por Eel, y en cuanto al gatogarfio…
-¿Cuánto puede costar un bigote de gatogarfio? -Pregunto. Ezarel resopla.
-Muchísimo, créeme. Además, no puede ser uno cualquiera, tiene que ser el tercer bigote izquierdo.
-Tal vez sea mejor que vayamos nosotros mismos a buscar ese bigote, entonces -Propongo.
A los tres jefes de Guardia les cambia la cara de inmediato. Yo les frunzo el ceño.
-¡Vosotros lo habéis causado, vosotros lo arregláis!
-Yo no he causado nada -Protesta Ezarel-. Ha sido Valkyon. Y, de todas formas, yo voy a estar ocupadíiiiismo haciendo la poción, así que n-
-Pues que le haga otro -Interrumpo-. Por el amor al Oráculo, sois jefes de Guardia, ¡manteneos dignos!
-¿Yoooooooo? -Nevra de repente fuerza el agudo de su voz- ¡Pero si yo sólo soy una pobre señorita! Vaaaaamos, Miiko, estoy seguro-eeeeh, segura de que hay alguien muuucho más capacitado para esto que nosotras… ¿verdaaaaad, chicas?
-Yo… -Valkyon parece estar teniendo un debate consigo mismo- Lo haré. Iré a por el gatogarfio.
-¡Valkyon! -Nevra le mira con horror. Valkyon solo se encoge de hombros.
-Miiko tiene razón, es mi culpa… Además, hay poca gente que pueda hacerle cara a un gatogarfio, y nosotros ya tenemos experiencia, aunque fuera… Aunque fuera de esa manera -Veo que aprieta en un puño una de sus manos temblorosas. Vaya. Para hacer que Valkyon tiemble de esa manera…-. Lo haré. Iré a por el bigote del gatogarfio. Y lo haré yo solo, no hace falta que nadie me acompañe.
-¿Estás loco? -Ahora Ezarel le mira con horror- ¡No puedes enfrentarte a un gatogarfio tú solo!
Empiezo a preguntarme de veras qué demonios se supone que es un gatogarfio.
Los chicos (¿las chicas?) empiezan a discutir entre sí, lo que no ayuda nada al dolor de cabeza que cada vez se hace más presente en mi cabeza. Es en ese momento cuando Kero decide entrar por la puerta de la sala, con un gesto que me hace pensar que no está muy cómodo con su nuevo cuerpo. Por alguna razón, ahora su pintauñas es rosa. No lo entiendo. Tampoco entiendo por qué Leiftan tiene el pelo largo y encrespado o por qué yo lo tengo corto a la altura de la mandíbula, pero la verdad es que, siempre y cuando luego vuelva a su largo original (maldita sea, han sido muchos años cuidándolo…), me da igual.
-Miiko… -Kero habla con una vocecilla muy aguda y bastante débil- Hay un montón de gente reunida en la sala de las puertas. Quieren… Respuestas.
-Ya tardaban mucho en venir… -Suspiro- Sólo espero que todo eso no termine con mi cabeza en una pica.
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(De vuelta al presente. Narra Ezarel)
-¿Pero qué narices es un gatogarfio? -Hiiro vuelve a interrumpir mi narración.
Yo me echo hacia atrás en la silla, necesitando un cambio de postura. Hace rato ya que me he rendido en hacer algún avance con la perla de incubosis, y nos hemos acomodado en una esquina de la cantina. Ando un poco temeroso de que alguien nos pueda escuchar hablando de esto, porque aún hay mucha gente que nos guarda rencor por todo el accidente y no me apetece andar encendiendo fuegos.
-No quieres saberlo, créeme -Niego con la cabeza-. Sólo reza porque no te encuentres nunca con uno de esos en tu vida.
-Pero… -Él hace un gesto de duda…- Pero son gatos, ¿o…?
-¿Te interrumpo yo a ti cuando me estás contando tus historias humanas?
-He tenido que explicarte SIETE VECES lo que es un senpai y un kouhai y todavía no te enteras. Sí. Me interrumpes.
-Pero porque eso son términos humanos raros que… Mira, da igual, tú sólo sigue escuchando. Y esta ronda la pagas tú.
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(Flashback. Narra Ewewleïn)
Noto la mirada de Ykhar sobre mí, y yo aparto la mía con un poco de incomodidad. Está estudiando todos mis rasgos con… bastante detalle. No es como si yo no fuera culpable de hacer lo mismo prácticamente cada vez que la veo, pero… pero eso era… Cuando era una chica.
Ezarel, pienso cobrarme esto, que lo sepas.
-Ewe… -Vuelvo a mirar a Ykhar. Aunque su forma masculina ha perdido ciertos… atributos de ella que me encantaban, la verdad es que sigo encontrando adorables sus grandes ojos, su sonrisa sincera y sus orejas- Eres… eres muy guapo.
-¿G-gracias? -No sé ni cómo sentirme con eso…- Tú eres… adorable.
-Supongo que gano más como chica que como chico -Sí. Créeme, sí-, y lo de llevar vestido no ayuda… Pero esta es una experiencia que nunca en la vida va a volver a ocurrir, así que ya que estoy me gustaría aprovecharla.
Ah… Ykhar sigue siendo Ykhar.
-Toc, toc -Veo la cabeza de Nevra asomar por la puerta de la enfermería. Con un gesto, le indico que pase. La he cerrado, porque no deja de llegar gente pidiéndome que arregle su transformación, y es absurdo-. Vengo buscando pétalos de chakraflor. No tienes alguno por ahí, ¿no?
-Hmmm, creo que tengo dos -Me levanto para ir a inspeccionar el armario en el que creo que los tengo. Tuerzo el gesto al ver que sólo hay uno-. Mala suerte. Gèrard ha debido de coger el otro… Dice que hacerse infusiones de chakraflor le ayuda a encontrarse a sí mismo.
-A lo mejor yo debería de probar alguna vez -Comenta Ykhar. No es mala idea, con lo acelerada que va siempre-. Entonces, Nev, ¿Ezarel está intentando hacer un antídoto?
-Sí, pero estamos mendigando los ingredientes, porque cuestan todos un pastizal -Nevra acepta el pétalo que le ofrezco-. ¡Gracias! Con este ya llevamos… Uno.
-Gran progreso -Comento.
No puedo evitar fijarme un poco más en el vampiro. Su actitud coqueta nunca me ha caído demasiado en gracia, más bien todo lo contrario, y… No. Hm, hm. No es para nada mi tipo. Él me examina de forma similar a al que estoy haciendo yo, y parece llegar a la misma conclusión.
-Hmmm, demasiado alto -Le escucho murmurar. Pues precisamente mi altura es mi punto fuerte.
-Ni lo intentes -Le reprendo-. Ni como hombre ni como mujer.
-No eres mi tipo de todas formas -Él se atusa el flequillo. ¿Es cosa mía o tiene el pelo más corto de lo normal? A Ykhar también se le ha puesto corto… A mí no-. ¿Tú que dices, Ykhar?
-Yo ya lo he dicho, como chico Ewe es muy guapo. Yo al menos tendría una cita con él -Tal vez le pida a Ezarel que a mí me deje como estoy… Es broma. No voy a renegar de mi feminidad por algo así.
-¿Quieres que vayamos a tomar algo? -Bromeo, guiñándole un ojo a Ykhar. Ella se ríe- No, pero no es momento de estar mirando el mercado, Nevra. Todo esto es temporal.
-¿Qué se puede perder por echar un ojo? -Él se encoge de hombros- Total, yo ya he perdido uno. Además, estoy encontrando cosas de lo más interesantes. No se lo digáis, pero Miiko como chico… tiene un aire que… No sé qué es lo que es, pero no puedo evitarlo. Pelo negro como el ala de un cuervo, lacio, tan misterioso… Ojos de un color azul tan vibrante… Ahhh… ha cautivado mi corazón.
-Lo que sea -Pongo los ojos en blanco-. Has terminado aquí, ¿no? Deberías seguir buscando chakraflores.
-Sí, sí…
-Ay, pues, ahora que lo pienso -Ykhar hace un gesto mordiéndose el pulgar-. Ewe, tú una vez me regalaste una chakraflor para hacerme infusiones, ¿no? -¡Cierto! Supongo que Gèrard terminó por metérmelo en la cabeza…- Me pareció muy bonita, así que desequé uno de los pétalos y lo tengo en un libro. ¿Sirve igual?
-No lo sé, pero todo es probar -Nevra le dedica una sonrisa-. Vamos a por ese libro.
-Os acompaño -Digo, cuando veo que se van a ir-. Total, tengo la enfermería cerrada.
Y… no me molestaría que Ykhar siguiera apreciando mi perfil un poco más.
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(De vuelta al presente. Narra Ezarel)
-Esto… Lo que has dicho de… d-de que Nevra, eh… Ha dicho que…
Miro a Hiiro alzando una ceja. Oooh… Pelo negro, lacio, ojos azules… Caramba. Parece que Nevra encontró a su alma gemela después de todo.
-Sí, bueno, eso fue lo que me dijo Ewe al menos -Me encojo de hombros-. Yo no estaba delante, ¿sabes? De todas formas, ahora que lo pienso… -Me fijo en sus facciones- La verdad es que Miiko y tú casi que os dais un aire… Hmmm… No, tú tienes cara de pardillo.
-Eres hilarante.
-Gracias. ¿Puedo seguir?
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(Flashback. Narra Erika)
-¡Ezarel! -Entro en la sala de alquimia casi con urgencia, necesitando VERLO con mis ojos- ¡Ezarel, Ezarel, Ezarel!
-¿¡Qué pasa!? -Él levanta la vista de un libro de recetas bastante gordo para mirarme- ¿Y tú quién…? Oh, Oráculo. Esos ojos. Erika…
-¡Karenn tenía razón, estás más plana que una tabla de planchar!
Parece que mi comentario le ofende más de lo que debería. Le veo armarse de paciencia y tomar aire con muuucha calma. Luego me dirige una de sus peores miradas.
-¿Qué quieres de mí, Erika?
-Ni con estas piensas llamarme Enne, ¿eh? -Me quejo- ¿Ni aunque sea Erik? Yo a ti te puedo llamar Ezzy.
-Ni se te ocurra.
-¿Ezarina?
-Erika, no. Llámame Ezarel.
-¿Qué tal un nombre mejor…? Como… Zacar-
-¡Está bien, te llamo Erik si te hace ilusión, pero deja de darme la lata! -Ezarel resopla- A ver, ¿qué tripa se te ha roto?
-Pues la verdad es que venía a ver si es que de verdad eras simplemente tú pero con las pestañas más largas -... y casi que es verdad. Tiene un poco más de curva y la cara más redondita, pero sigue siendo el mismo Ezarel de siempre-, pero ya que estoy aquí, me ofrezco a ayudarte en lo que necesites.
-Qué amable -Él parpadea exageradamente-. ¿Quieres ayudarme? ¡Desaparece de mi vista! -Jobar… Está más borde hoy que de costumbre.
-¿Qué te pasa, tienes la regla o algo?
-¿Eres consciente de que si a mí se me ocurriera decir algo así en circunstancias normales tú me estarías gritando que si soy un cerdo machista del heteropatriarcado cisgénero omnívoro o no sé qué? -Eeeeh… ¿Yo digo esas cosas? Hago un gesto pensativo- Mira, si quieres ayudarme de verdad, ve a buscar pétalos de chrakraflor. Sé útil.
-¿Y esas cosas cómo son?
Apoyándome en el marco de la puerta, le observo brujuleando por la sala, cogiendo algún puñado de ingredientes de por aquí o una herramienta de por allá o lo que sea. Parece concentrado… A lo mejor sí que debería dejarle solo.
-Ugh -Llega un momento en el que se queda frente a una estantería, mirando fijamente un objeto en concreto, una herramienta con pinta de aparatosa y difícil de usar-. Si ya me costaba antes, ahora ya… Hmm… Erika, ven aquí.
-Erik, habíamos dicho, ¿no? -Él lanza un suspiro exasperado. A pesar de todo, acudo a su lado, y él hace un gesto hacia el artefacto raro.
-Está bien, Erik, coge esa cosa y ponla en la mesa. Pesa lo que no está escrito y estoy seguro de que un joven fuerte y atlético como tú está más capacitado para cogerlo que una señorita frágil y débil como yo.
-Por supuesto -Le dedico una sonrisa. Él pone los ojos en blanco y vuelve a su mesa a hacer cosas de alquimistas.
Yo, muy valiente, voy directamente a coger el cacharro, pero me doy cuenta de mi error al descubrir su verdadero peso. ¡Caramba, sí que pesa esta cosa! ¿De qué está hecho? No voy a quedar mal delante de Ezarel, así que hago de tripas corazón y reúno todo mi valor y mi fuerza para, mal que bien, llevar de forma casi patética el cacharro a su sitio. Ezarel me aplaude de forma muy animada cuando lo hago.
-Muy bien, hombretón. A lo mejor no me vas a ser tan inútil y todo. Quédate por aquí, tal vez necesite otra demostración de virilidad… Agh, empiezo a entender a Eweleïn y su discurso feminista.
Ezarel, en lo que sigue con su receta, de vez en cuando me va mandando que haga cosas por él. No son todo trabajos de fuerza, sino más bien me tiene para echarle un cable. Así, vamos progresando en la elaboración de la receta, codo con codo, sin que él me insulte o se meta con mi manera de hacer las cosas ni una sola vez (nótese el sarcasmo), hasta que llega un momento en el que no podemos avanzar más. Resoplando de muy mala manera, Ezarel se deja caer en una silla.
-¿¡Cuánto tiempo necesita esta gente para conseguirme un cuarto de encanto de málilik!?
-Un… ¿qué? -Él niega con la cabeza.
-No lo entenderías si te lo explicase. Bueno. ¿Te puedo mandar a hacerme un recado? -Yo asiento, siempre dispuesta a ayudar- Necesito que vayas a la ciudad, encuentres a Leiftan y le digas que mueva su divino culo y se dé prisa, que necesito ese encanto y no puedo dejar que se me oxide el zintronnio.
-¿Leiftan? Pero… -Hago memoria- Antes me he encontrado con él. Está con Miiko atendiendo los ciudadanos… No creo que pueda estar buscando encantos o lo que sea ahora mismo.
-¿Qué? -Él vuelve a gruñir- Entonces no hay nadie buscando el encanto… Maldita sea, y tú no tienes ni idea de cómo es un málilik… -Se levanta de la silla- Vale, eh… Quédate vigilando la mezcla, y… No, olvídalo, no tienes ni idea de esto, vamos a buscar a Chrome.
No cuesta mucho encontrarle. Está en su habitación refunfuñando sobre cómo Karenn se ha reído de él por su apariencia, diciendo que estaba muy mona (y lo está, y no sé por qué se enfada).
-Bueno, al menos no estás como Ezarel, que no hay por dónde agarrarla porque no tiene, ¡nada de nada! -Ezarel me fulmina con la mirada cuando hago el comentario.
-Hmm… La verdad es que hasta yo tengo más que tú, y mira que aún estoy en desarrollo -Completa Chrome.
-Es porque soy un ELFO, ¿vale? -Ooooh, alguien se ha enfadado…- Los efectos de la poción son menores en mí, por eso simplemente estoy un poco afeminado y ya está.
-Eso es mentira, he visto a Eweleïn y es todo un hombre hecho y derecho -Me burlo. Le pongo una mano en el hombro-. Pero tranquila, Ezarina… Ya sabes lo que dicen: la curva más bonita de una mujer es su sonrisa.
-Lástima que la tuya de bonita no tenga nada -Chrome remata.
Intuyo que ahora mismo Ez quiere matarnos a los dos, pero no lo hace. Le pide a Chrome que vaya a vigilarle que todo vaya en orden con su poción en la sala de alquimia, y, sobre todo, “¡¡QUE NO SE ME OXIDE EL ZINTRONNIO!!”. Con eso, le veo irse muy decidido hacia la ciudad, y yo le sigo de cerca. No me dice que me aparte, que me vaya a perderme por ahí o que no le siga, así que lo interpreto como una buena señal.
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(De vuelta al presente. Narra Ezarel)
Espero en silencio al comentario obligatorio de Hiiro. Él me mira interrogante, sin embargo, al ver que no sigo hablando.
-Y… ¿por qué has parado? ¿Tengo que meterte una monedita por la nariz para que sigas hablando?
-Pero qué gracioso -Le pongo mala cara-. No, esperaba que fueras a decir algo sobre… El asunto de mis medidas -Él me mira como si fuera idiota.
-No. Tengo mejores cosas en las que pensar que en tu talla de sujetador, especialmente cuando no necesitas llevar uno -Ya… supongo-. ¿Por qué parece que te molesta tanto el tema?
-No me molesta -Frunzo el ceño-, me molesta que los demás me mencionen.
Eso es. ¿Qué más da si en mi forma femenina tengo más o menos pecho? Eso no le importa ni le influye a nadie. Ni siquiera a mí me importa. No significa nada. Sí. Eso es.
-Bueno, y, ¿vas a mantener un hilo coherente o vas a volver a saltar en tu narración?
-¿Ahora vas a cuestionar mi estilo narrativo? -Él se encoge de hombros- Vale, vale… Pues… volvamos a tu novio, que seguro que eso te gusta.
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(Flashback. Narra Nevra)
-Pues hemos tenido suerte -Comenta Eweleïn cuando salimos de la casa de Gèrard-. Con esa ya van tres.
-Casi la mitad -Añade Ykhar. Supongo que ella es de las que ven el vaso medio lleno.
-No se os ocurre otra persona que pueda tener de estas cosas, ¿no? -Ambas se lo piensan, después, niegan con la cabeza- Vale… Supongo entonces que nos toca acudir a los purrekos.
Me pregunto si ellos habrán cambiado también. Supongo que sí, porque esta cosa no parece distinguir entre razas. ¿Y los familiares? ¿Habrán cambiado? ¿Será ahora Shaïtan una Shaïtana? Hay preguntas que no tienen respuesta…
-Oye, Ewe, si un hombre ahora, siendo mujer, se quedase embarazada y luego volviera a su forma masculina, ¿qué pasaría con el bebé? -... Como esa. Daría dinero por saber qué se le pasa por la cabeza a Ykhar a veces.
-Eh… -Eweleïn parece dudosa- Pues, la verdad… No lo tengo muy claro. Una vez que su cuerpo cambiase al femenino, perdería tanto el útero como sus óvulos, incluído el fecundado, así que supongo que…
Desconecto de la charla de ginecología. No estoy seguro de querer saber nada del asunto. … Pero, ¿y si encuentro un chico guapo que se deja seducir y…? No, no. Nada de relaciones hasta que todo esto no termine, Nevra. Prométetelo a ti mismo. Eso es. ¿Pero…?
-Y, y, y, un hombre que se haya transformado, aunque ya haya mantenido relaciones antes, ahora mismo, ¿tiene himen?
-Supongo que sí… Biológicamente hablando, no debería por qué no tenerlo…
Decidido, nada de nada hasta que esto no se acabe.
Cuando llegamos a la plaza del mercado, nos encontramos con que sólo Purriry tiene abierta su tienda. Al entrar, vemos que los tres purrekos están ahí, sin embargo. Purriry se baja del mostrador en cuanto nos ve entrar por la puerta.
-Oh, queridos, lo siento, pero estamos cerrados ahora mismo… ¡Oh, pero, Ykhar! ¡Tu atuendo!
-E-es que sólo tengo vestidos… -La brownie parece nerviosa de repente- Y supongo que no me vas a prestar un pantalón…
-No, no, ¡es magnífico! ¡Me ha dado una grandiosa idea! -Sus ojos refulgen como las joyas que adornan su cuello- ¡Rompamos los estereotipos de género! ¿Quién dijo que los hombres no pueden llevar falda? Lo pondré de moda en todo Eel, y luego…
-Riry, sinceramente, no le veo mucho negocio a tu proyecto con todo lo que está pasando -Purroy maúlla de forma lánguida-. La gente pensará que te estás burlando de ellos… Bueno, Guardia de Eel, ¿qué estáis haciendo para arreglar esto? Necesito reabrir mi tienda lo antes posible.
-Tenemos a nuestro mejor alquimista trabajando sin descanso para solucionarlo -Respondo yo, y no es mentira, no del todo-, pero necesitamos algunos ingredientes, y…
-Ah, supongo que por eso me habéis comprado toda mi agua de la verdad esta mañana… -Se levanta de la caja sobre la que estaba sentado y se dirige a nosotros, con más interés- Bueno, te escucho, ¿qué necesitáis?
-Cuatro pétalos de chakraflor -Responde Eweleïn por mí. Purroy niega con la cabeza.
-Eso es caro, muy caro…
-¡Pero es una emergencia! -Protesta Ykhar- ¿No puedes hacernos una rebaja? ¿Un pago a plazos? ¡El destino de Eel está en tus patas…!
-L-l-lo siento, Ykhar… -Purreru habla desde un rincón- Pero tenemos unas normas de c-comercio bastante estrictas. Habría que preguntarle a Purral…
-¿Y dónde está purral? -Pregunto yo. Purriry hace un gesto exasperado.
-Llorando en la trastienda. Voy a recogerle…
¿Llorando? ¿Purral? ¿Estamos hablando del mismo purreko? Purriry se dirige a la trastienda, pues. Tarda un rato, así que yo le echo un ojo a su colección. Oye, pues… A lo mejor ese vestido me quedaba bien… Hmmm… A ver el precio… Huy, pero, qué caro. ¿Las prendas de chicas cuestan así de caras? A ver en la sección de rebajas… ¡Oh, pero…! ¡Este chal es completamente marav-
-¿Qué estás haciendo?
-¡Nada! -Rápidamente dejo caer la prenda de nuevo al montón de ropa en la que estaba, y me giro hacia Eweleïn, que me mira con escepticismo- ¡Nada de nada! ¿Qué hay de Purral?
-¡Se ha enganchado con las uñas al suelo! -Purriry grita desde la trastienda- ¡Purroy, échame una pata!
Purroy rápidamente corre a ayudarla, y escucho muchos bufidos y maullidos agresivos desde la trastienda un rato, hasta que al final los dos salen con Purral a rastras, y… Los tres nos quedamos mudos de estupor.
-¡Adelante! -Dice- ¡Reíros! ¡Sí, sí, miradme! ¡No sólo he perdido toda mi virilidad, sino también mi pelaje! ¡Ahora son un triste y patético sphynx!
-Pero… ¿¡pero por qué ha cambiado también tu raza!? -Ykhar parece horrorizada- ¿Qué clase de lógica sigue eso…?
-¡No lo sé! -Purral parece desesperado- ¡Mi pelaje, mi precioso pelaje…!
-Será dramático… -Purriry pone los ojos en blanco.
Purral bufa, y si tuviera pelaje creo que se le encresparía. Pega un salto hasta el mostrador, y luego otro hacia mí y de repente le tengo agarrándose con las uñas a mi ropa, con sus zarpas amenazando de forma peligrosa mi único ojo sano.
-Escúchame bien, vampirito -Dice, en tono amenazante-. Quiero mi pelaje de vuelta YA. Tú y tus amiguitos de la Guardia vais a hacer lo imposible para que todo vuelva a la normalidad, o si no te juro por mis garras que el próximo accesorio que comprarás en esta tienda será un bastón de guía.
-Oye, que yo también quiero volver a ser un tío -Me quejo, agarrándole el cuello para alejarle de mí, con lo que me gano que me suelte un zarpazo que casi me araña-. La Guardia está trabajando en ello, pero necesitamos algunos ingredientes, y son demasiado caros para nosotros. Si vosotros fuerais tan amables de hacernos una rebaja, o…
-¡Purroy, dales los ingredientes! -Purral se zafa de mi agarre y mira a su compañero, que parece un poco perdido.
-Pero nuestras leyes de comercio…
-¡Mi pelaje es mucho más importante que esas estúpidas leyes! ¡Los ingredientes! ¡YA!
Apurado por los bufidos del otro, Purroy corre a su tienda, diciéndonos que esperemos un momento. Cuando lo vuelve, lo hace con tres pétalos de chakraflor en sus patas, y yo los recojo, pero pongo mala cara.
-Nos falta uno -Indico.
-Ya, y a mí me faltan siete -Se queja él-. Tenía diez en el almacén, pero alguien ha metido mano… ¡Maldita sea, me he quedado sin reservas!
-¿Alguien te ha robado exactamente siete pétalos de chakraflor? -Ewe hace un gesto pensativo- Qué… raro. Es una coincidencia muy oportuna…
-Un desastre para mi negocio, eso es lo que es -Purroy se sigue quejando-. Pero, en fin, siempre es mejor que tener la tienda cerrada… Os falta uno, ¿no? A lo mejor el bugbear aquel tiene alguno… Es él el que me vende a mí los pétalos.
-Un bugbear… -Ykhar se lo piensa- Ah, te refieres a Cryllis… No sé si andará en la ciudad.
-Recemos porque así sea -Me guardo las hojas y me encamino hacia la puerta-. Gracias, chicos. Nos aseguraremos de que todo vuelva a la normalidad lo antes posible.
-¡Más os vale! -Bufa Purral, escupiendo saliva de forma bastante arisca.
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(De vuelta al presente. Narra Ezarel)
-¿Cryllis? ¿Un bugbear? ¿Qué…?
-¿No le conoces? -Alzo una ceja, y Hiiro niega con la cabeza- Pues deberías. Es un hombre muy sabio, y siempre tiene algo que decir a quién quiera escucharle. Además, vende talismanes y pociones a buen precio.
-Ah… Pues le pediré a Nevra que nos presente, o algo…
-Sí, sí -Yo me estiro en la silla. ¿Cuánto tiempo llevamos ya aquí? Empiezo a aburrirme, pero a él no parecen molestale mis bostezos ocasionales. De hecho, diría que está bastante metido en la historia…-. El caso, fueron a buscar a Cryillis, y, por supuesto, él tenía el pétalo que nos faltaba. En cuanto a cómo Erika y yo nos hicimos con el encanto de málilik…
-¡Un momento! -Él me interrumpe. Ugh- ¿Qué pasa con los pétalos robados? ¿Quién los robó?
-A día de hoy, todavía no se sabe, pero, sinceramente, no me importa un bledo. ¿Puedo seguir? -Hiiro aún parece estarle dando vueltas al asunto, pero se encoge de hombros- Gracias. Erika y yo emprendimos nuestra búsqueda del málilik por la ciudad, y…
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(Flashback. Narra Kero)
-¡Keeeeeeroooooo! ¡Me encanta tu pintauñas!
Sé que no lo dice a malas, pero el comentario de Erika me echa un poco para atrás. Intento que no se me note demasiado en la cara.
-Um… no es realmente pintauñas, es un pigmento natural que… -Por la cara que me pone, no le debe de interesar mucho- No importa. Aunque no sé por qué se ha puesto rosa… Bueno, eh… ¿y qué hacéis aquí? Tenía entendido que Ezarel estaba a cargo de la poción.
Que Erika esté rondando a Ezarel no es algo inusual (y, de hecho, me da algo de envidia, ya me gustaría a mí tener una chica tan encantadora desviviendose por estar conmigo), pero que él haya salido de la sala de alquimia precisamente en un momento tan crítico como este…
-He venido a buscar personalmente el cuarto de encanto de málilik -Decreta él, cruzándose de brazos-, ya que Leiftan me ha dejado colgado en el asunto, y empieza a oxidárseme el zintronnio.
-Ah, eh… -Por el tono de su voz, lo que más le molesta es lo del zintronnio- Pues… Miiko le pidió a Leiftan que le ayudase a lidiar con la multitud, porque a él se le da mejor la gente, y… Yo estaba un poco en medio de todo el mogollón, así que me pidió que si podía ir a buscarlo yo.
-¿Y por qué no lo tengo ya en mis manos? -Vale… Ahora parece que lo que más le molesta es mi existencia.
-Ha sido difícil encontrar a la málilik, porque no reside aquí, sino que está visitando a un amigo -Intento excusarme como puedo-. Pero ya sé dónde está. Iba a buscarla ahora mismo.
-¡Voy contigo! -Erika se ofrece voluntaria con una gran sonrisa- Así Ezarel puede volver a su laboratorio y dejar de preocuparse por su metal oxidado.
-¡Ni de broma! Ya que he venido hasta aquí, no me vuelvo sin mi encanto. Si quieres algo bien hecho, hazlo tú mismo. ¡Kero, llévanos a la málilik!
Me gustaría decirle que no es mi superior y no puede darme órdenes, y menos de esa manera, pero… Ya he tenido un día lo suficientemente complicado. No quiero más problemas, y menos con la única persona que me puede devolver a la normalidad.
Con eso, nos dirigimos a la casa en la que se supone que deberíamos encontrar el málilik. Es una casa muy… mona, toda pintada de rosa, con un jardín muy bonito y bien cuidado en el que algunos pimpel retozan y comen hierba alegremente y una puerta redontida que tiene una señal llena de purpurina dándonos la bienvenida.
-Qué cuqui -Comenta Eika-. Un poco My Little Pony, para mí, pero… qué cuqui.
-¿Mai litel qué? -Pregunto, un poco desconcertado. Ella va a dar una explicación, pero Ezarel la interrumpe caminando a zancadas hacia la puerta.
-Me da igual, a nadie le importa, necesito ese encanto, ¡así que venga! -Llega hasta la casa y aporrea la puerta con el ariete- ¡Guardia de Eel, abran la puerta, es una emergencia!
Esperamos unos instantes, Ezarel dando golpecitos con el pie en el suelo de tal forma que me recuerda a Ykhar, y Erika mirando a los pimpel con cara de querer acariciarlos. Tras un ratito, la puerta se abre.
Frente a nosotros, agachado porque no cabe en el marco de la puerta, se encuentra un gigante de dos metros, una pura masa de músculo, con una cara de mal humor que indica que no le apetecía ser molestado en lo absoluto y que no tiene tiempo para nosotros.
-¿Qué queréis? -Gruñe más que dice, con un imponente vozarrón.
-... -Ezarel le sostiene la mirada unos instantes al propietario de la casa. Luego retrocede tres pasos, me coge de un brazo y me empuja contra el desconocido- Adelante, Kero, dile para qué hemos venido.
-¿Y-y-y-yo? -Casi me muerdo la lengua al hablar- P-pero…
Él simplemente me sonríe, con esa sonrisa afilada suya que tiene el sutil mensaje de “Hazlo, o te prometo que te arrepentirás”.
Trago saliva y miro a la criatura que tenemos delante de nosotros. Es… es más alto y más fornido que Jamón, y mira que él… No tengo muy clara su raza, no hay nada en él que me pueda dar una pista. Sus ojos inyectados en sangre se clavan en mi alma como dos afiladas lanzas, y yo me estremezco. Vamos, Kero… No puede ser para tanto… Alguien que vive en una casa así no puede ser mala persona… ¿verdad? Seguro que en el fondo es una señorita encantadora, y, y, y…
Noto sus ojos recorrerme de arriba a abajo, y me siento desnudo ante su mirada, completamente desprotegido. Entonces, él sonríe.
-Me gusta tu pintauñas, lover.
Lo… ¿lo qué? ¿Qué significa eso?
-Ay, pero qué tontito soy, por supuesto que sé por lo que habéis venido -La… criatura se ríe como si fuera una adolescente pavilla-. Habéis venido por mis famosas galletas, ¿nooooooo? ¡Pasad, pasad!
Lo siguiente que sé es que estamos los tres en la casa del tipo, que no deja de parlotear sobre lo contento que está de tener visita y de lo mucho que le gustan los lovers, que no tengo ni idea de lo que son, y no sé qué historias más…
-Huele… huele bien -Comenta Erika.
-¡Gracias, lover! -El dueño de la casa parece contento por la apreciación- Son las galletas, que se están haciendo. Ya veréis, ¡estarán de-li-cio-sas!
-No tengo tiempo para esto -Ezael, con el ceño fruncido y recuperando su carácter, se levanta del cómodo sofá (rosa) en el que estaba sentado-. Escucha, eh… como te llames.
-Me llamo Rosiflondio, lover -Se presenta.
-Me da igual -Qué tacto tiene este hombre…-. Sabemos que hay un málilik viviendo aquí ahora mismo. Necesitamos que nos de un cuarto de encanto para hacer una poción que solucione todo este embrollo, y lo necesitamos ya.
-Huy, qué urgente suena eso -Rosiflondio, aparentemente sin mucha urgencia, se deja caer en el sofá a mi lado, y no se corta un pelo en pasar un brazo sobre mis hombros. Completamente aterrado, le dirijo a Erika una mirada de pánico, pero ella está apreciando un cuadro de la pared que parece estar hecho a base de macarrones y purpurina-. ¿Qué ha pasado? Yo es que estoy aquí, solito, y no me entero de nada, sabes…
-... -Ezarel toma aire- ¿No has notado… un cierto cambio físico en tu apariencia?
-¿Hm? -Rosiflondio se examina un poco por encima- Pues… ¡Huy! ¿¡Pero cuánto ha pasado esto!? ¡Mírame, si estoy hecho todo músculos, ay, ay, ay! Qué cosas. ¿Qué ha pasado?
-... -Estoy viendo la paciencia del elfo agotarse por momentos…- ¿No has notado un cambio más sustancial? Más… Más… ¡Por el amor al Oráculo, eres un hombre!
-Claro, lover, y siempre lo he sido -Rosiflondio se ríe. Espera… ¿qué?
-¡Es verdad! -Erika pega un brinco de repente- ¡Tú eres el chico ese rarito que siempre está arreglando las flores en los jardines! ¡Halaaaaaa! ¿¡Pero por qué simplemente eres tú pero en versión halterofilia!? -Rosiflondio se ríe. Ezarel se acaricia la barbilla, pensativo.
-A lo mejor la poción tiene efectos distintos en... ¡Da igual, no importa! -Vuelve a recuperar su tono violento, y se dirige a Rosiflondio- Necesitamos ese encanto, ¿dónde está la málilik?
-¿Malca? Huy, pues… -De repente, deja escapar un sonido de sorpresa- ¡Oh, no! ¡Malca se iba esta mañana! Posiblemente ya esté de vuelta…
-¡Maldita sea! -Por un momento pienso que Ezarel va a pegarle una patada a la mesa, pero no lo hace- Daré la voz de alarma para que alguien vaya a buscarla. ¡Necesitamos a esa málilik cueste lo que cueste!
-¡No hay tiempo para voces de alarma! ¡Lover! -Y me coge por los hombros para girarme hacia él, lo que me pone bastante nervioso.
-¿Y-yo? -Me tiembla la voz como pocas veces lo ha hecho.
-¡Tienes que ir a por ella! ¡Si te das prisa tal vez la alcances antes de que se vaya!
-Pero…
-¡Nada de peros, lover! ¡Ven, te dejaré mi patinete!
Su… su qué.
Rosiflondio me pone en pie sin ningún esfuerzo y empieza a empujarme hacia la puerta que da al patio trasero de su casa. Allí, apoyado contra una pared, hay una especie de… tabla con dos ruedas y manillar (por supuesto, rosa). ¿Es… esto a lo que se refiere? Erika parece muy entusiasmada al ver el objeto, y eso no hace que yo me sienta mejor.
-¡Qué chulo! -Exclama- Oye, Rosi, ¿no puedo ir yo en vez de Kero?
-No, lover -Rosiflondio rebusca en un baúl que tiene no muy alejado y del que no deja de sacar herramientas de jardinería en distintos tonos de rosa-, mi patinete es tan delicado como los sentimientos de una chica enamorada, sólo una grácil mariposilla puede conducirlo, y, en este caso, tiene que ser ella…
-¡Soy un “ÉL”! -Protesto, aunque ahora mismo es un poco inútil teniendo en cuenta mi apariencia- Y, y, y, ¿¡por qué tengo que ser yo!? ¡¡Ezarel también puede hacerlo!!
-Pero tú pareces más divertido, lover… -Rosiflondio termina por encontrar lo que estaba buscando: un casco (rosa) que en seguida corre a intentar ponerme- ¡Ay, no puedo con el cuerno! ¿Te lo puedes quitar un segundo, lover?
-¡No, no puedo, es un cuerno, no es de quita y pon!
-¡Pues sin casco! -Erika nos urge- ¡Vamos, Kero, tienes que darte prisa! ¡El destino de Eel recae en tus manos!
-Pero… pero…
-Kero.
La voz de Ezarel, completamente fría y sin emoción, me llama desde el marco de la puerta que lleva de nuevo a la casa. En la penumbra, sus ojos me lanzan una mirada que se hará presente en mis pesadillas durante mucho tiempo.
-Móntate. En esa cosa. Y tráeme. El encanto.
… No tengo las agallas para negarme…
Con los gritos de ánimo de Erika y Rosiflondio y la mirada de Ezarel aún perforándome la nuca, emprendo el camino hacia la Gran Puerta, montado sobre el patinete, que aparentemente se empuja con la pierna.
Es el trayecto más aterrador de mi vida. Los transeúntes se apartan a mi paso, completamente aterrados ante la idea de que pueda atropellarles, y yo voy gritando disculpas a diestro y siniestro, también asustado de llevarme a alguien por delante.
Esto va a acabar en desastre. Ya te digo que si voy a acabar en desastre. Ay, ay, ay…
SOCORRO QUE ME MATO.
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(De vuelta al presente. Narra Ezarel)
-Vale, se acabó.
Hiiro se para en mitad de la calle, obligando a que me detenga yo también. Hemos terminado por dejar la cantina porque me apetecía estirar las piernas, y ahora damos vueltas sin propósito por las calles, yo contando la historia y él escuchando… Y ahora le ha dado por pararse.
-Ya me parecía raro que Purral se hubiera convertido en un sphynx, pero esto del tal Rosiflondio es demasiado -Dice, cruzándose de brazos-. No te creo. Te lo estás inventando.
-Humano estúpido… -Yo resoplo.
Lo único que hago es señalar una casa no muy lejana a su espalda. Él se gira a mirar, y allí ve una casita rosa, brillante y con un jardín precioso en el que un tío con pintas raras danza, canta y se ríe entre las flores. A día de hoy no tengo claro exactamente qué es Rosiflondio, pero procuro mantenerme alejado de él.
Hiiro observa la casa y el patinete que reposa junto a la puerta, y luego vuelve a girarse hacia mí.
-Lo siento por dudar de tus palabras. Continúa, por favor -Yo pongo los ojos en blanco.
-Así aprenderás. Bien, Erika y yo mandamos a Kero en una misión peligrosa y posiblemente sin retorno, mientras que nos quedamos saboreando las galletas de Rosiflondio, que, de hecho, eran bastante decentes. Mientras tanto, el grupo de Nevra…
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(Flashback. Narra Ykhar)
Los tres observamos la mancha borrosa y gritona que pasa por la calle a toda velocidad en dirección a la Gran Puerta. Nos quedamos unos segundos en silencio, atónitos, hasta que se me ocurre abrir la boca.
-¿Eso que acaba de pasar no era Kero? -Pregunto.
-Nope.
-Para nada.
-Imaginas cosas, Ykhar.
-Vamos a buscar a Cryllis.
Pero… Pero se parecía mucho a Kero. Tenía el cuerno y todo… Voy a protestar, pero Ewe me pone una mano en el hombro y niega con la cabeza, como pidiéndome que lo deje estar. Pero… Kero parecía en peligro…
Nevra y Ewe parecen preferir ignorar lo que acabamos de ver, y empezamos de nuevo la búsqueda de Cryllis. Algunas personas aseguran haber visto un bugbear en la ciudad hace no mucho, y la verdad es que creo que es el único que puede haber por aquí, pero eso no asegura que siga en Eel. Me preguntan que si yo sé algo, porque supuestamente en administración tenemos que llevar un registro de estas cosas, pero estoy tan ocupada con organizar los informes de las misiones que normalmente no tengo tiempo para eso.
-¡Lo siento! -Me disculpo- Me gustaría ser más útil…
-No pasa nada -Ewe me dedica una sonrisa muy brillante. Como chico es súper guapo… O-o sea, que como chica también, pero no es lo mismo, quiero decir-. Tal vez los guardias de la Gran Puerta puedan decirnos si le han visto.
-Gran idea -Secunda Nevra. Vamos para allá.
Y hacia allí se dirigen nuestros pasos. Yo, incapaz de centrarme en una sola actividad, me dedico a observar a la gente que pasa por la calle. Muchas caras las conozco, pero han cambiado, y me resulta… fascinante. Como ya le he dicho a Ewe antes, me parece una experiencia bastante interesante el cambio de sexo. Me pregunto qué otras diferencias, además de las evidentemente físicas, habrá en mí, y cómo podría afectar a la sociedad que esto se mantuviera por un largo espacio de tiempo…
¿Terminaría por resignarse la gente, y al cabo de un tiempo se volvería a la normalidad? ¿Cundiría el caos y todo abocaría a la caída de la Guardia y de la sociedad tal y como la conocemos? Se puede prever una importante caída en las tasas de natalidad, pero, ¿hasta qué punto? ¿Sería una brecha tan grande que llevase a un problema demográfico? ¿Estaría la gente dispuesta a hacer el sacrificio de mantener relaciones con alguien de un sexo que no le atrae con tal de aumentar la población? Hmmm, en mi caso, no sé si sería capaz de hacerlo, el pensamiento me azora… Tal vez con alguien de confianza, como Ewe o algo así… Ah, pero Ewe es un chico también ahora… Entonces… ¿con Kero? ¡Noooo, qué incómodo! Además, ¿te imaginas que nuestros hijos salen con cuerno y con orejas de conejo? ¡Quedaría rarísimo! Pues, pues pues, hmmmmm… ¡Tal vez con Valkyon! ¡O con Leift! Leift es muy guapa.
-¿Por qué tengo la sensación de que estás pensando en cosas raras? -Esucho la voz de Ewe devolverme a la realidad. Me ha pillado. La miro con una mueca de disculpa.
-Estaba pensando en con qué chico-chica del cuartel me acostaría en pos de aumentar la población. Por el momento, va ganando Leift.
-¿Oh? -Mi dilema parece interesarle- Buena elección. Hmm… Supongo que mi elección obvia sería Ezarel. No sólo somos cercanos, sino que coincidimos en raza.
-Y, además, casi que su apariencia no ha cambiado -Asiento-. ¡Es una buena elección también! Pero es muy ir a lo seguro, venga, ¡dame algo más jugoso!
-Ah, pues… -La veo titubear- No… no sé. Quiero decir, si fuera por razones reproductivas, Ez es la elección ideal, así que…
-Hmmm… Supongo que tienes razón.
-No estoy escuchando nada, no estoy escuchando nada… -Adelantado unos pasos, Nevra canturrea para sí.
Llegamos a la Gran Puerta, y allí nos encontramos a las dos guardias que la custodian intercambiando opiniones de manera muy acalorada.
-¡Te estoy diciendo que he visto a un unicornio montado en un patinete rosa pasar a toda velocidad!
-¡Y yo te he dicho que yo no he visto nada y que dejes de darle a la bebida! ¡Piensa en tu mujer, maldita sea!
-¿Estarán hablando de Ke-
-No, Ykhar -Nevra me interrumpe-, no hablan de nadie…
Nos acercamos a las guardias, Nevra listo para interrumpir en la pelea si hace falta, pero antes de que podamos llegar a hacer nada, alguien disuade a ambas de seguir peleándose. Los tres nos quedamos a cuadros al ver la escena.
Una impresionante melena de color escarlata que ondea al viento con elegancia, derrochando pasión; unos ojos azules, brillantes como dos estrellas, que me roban el alma según los miro; esas piernas largas con unos andares decididos, feroces, seductores; ese cuerpo bronceado y trabajado, lleno de cicatrices que moldean su piel, la ropa que no enseña ni mucho ni poco, sino lo suficiente...
-No pelear -Dice, con una voz firme, autoritaria y segura que hace que algo se estremezca dentro de mí-. A Jamona no le gustan peleas entre compañeras.
-S-sí, jefe… -Jamón, ahora Jamona, expulsa aire por su nariz porcina- ¡J-jefa!
-Bien -Jamona sonríe-. Cambio de turno. Jamona se queda.
Las otras dos guardias se escabullen en seguida, y nosotros tres nos quedamos mirando como pasmarotes a la potente hembra en la que se ha convertido Jamón.
-¡Jamón! -No puedo evitarlo, me lanzo a por él- ¡Estás súper guapa! ¡Y tu pelo! ¡Es geniaaaaaaal, tan brillante, y, y…!
-No ser Jamón -Protesta-. Jamona.
-¡Pues Jamona! -La rodeo para colocarme a su espalda y empezar a jugar con su pelo- Es precioso…
-¿Jamoma es una chica guapa? -Pregunta, aparentemente dudosa.
-Una chica muy guapa -Nevra y Ewe se acercan también-. Estás… eres… Guau.
-¿Qué tipo de champú usas? -Ewe también inspecciona el pelo de Jamón- Porque tu pelo es asombroso… Llevo años intentando conseguir este brillo.
-¡Jamona no se lava el pelo! -Responde, muy orgullosa. Ewe y yo le soltamos el pelo inmediatamente y retrocedemos unos pasos- ¿Por qué no estar Nevra haciendo poción con Ezarel?
-Hmmm, estoy en ello -Nevra se intenta atusar el flequillo, pero con el pelo más corto, no puede, y hace un pequeño gesto de decepción al darse cuenta-. Estamos buscando a Cryllis para que nos preste un ingrediente, pero no sabemos si está en la ciudad. ¿Tú lo sabes, Jamón… a?
-¡Jamona haber visto a Cryllis antes! -Poder ayudarnos parece hacerle feliz, a juzgar por su tono de voz- En parque de la fuente, lavando cosas. Jamona no entender qué dice, pero parece muy sabia.
-Gracias, Jamona, nos salvas el día -Ewe le dedica una sonrisa, y por un segundo me parece que Jamona se sonroja.
-¡A Jamona le gusta ayudar! ¡Suerte con poción!
Nos despedimos de Jamona, que parece muy satisfecha con su trabajo, y empezamos el camino hacia donde nos ha dicho. De camino, Nevra todavía no parece ser capaz de superar lo que nuestros ojos acaban de ver.
-Increíble -Dice-. In-cre-íble. ¡Yo que me creía alguien por aceptar este cuerpo y viene Jamona a ponerme las cosas claras! ¡Ahora sé lo que significa de verdad ser una mujer!
-Si te digo la verdad, ha hecho que hasta yo me replantee mi propia feminidad -Ewe parece pensativa-. Este encuentro me ha… hecho darme cuenta de muchas cosas.
No sé qué punto filosófico le están buscando exactamente a nuestro encuentro con Jamona, pero la verdad es que yo sigo completamente fascinada por esa esplendorosa melena. Me pregunto qué tendré que hacer para tener el pelo así… ¡Porque no pienso dejar de lavármelo, que quede claro!
Cuando nos encontramos con Cryillis, casi tengo miedo de que haya ocurrido como con Jamona y se haya vuelto una femme fatale, pero la única diferencia física apreciable bajo todo ese pelaje es que tiene algo menos de masa muscular.
-Me preguntaba cuánto tardaríais en venir a pedirme consejo sobre la situación -Y la voz, la voz también le ha cambiado, aunque menudo susto si no lo hubiera hecho.
-Lo siento, siempre te estamos incordiando con estas cosas… -Nevra tuerce el gesto- Necesitamos siete pétalos de chakraflor para hacer la poción que nos devuelva a la normalidad, y tenemos seis… Nos preguntábamos si no tendrías uno por ahí.
-Pues sí, y, de hecho, tenéis suerte, es el último que me queda -Le vemos rebuscar en su zurrón, y al poco saca el pétalo para ofrecérselo a Nevra-. ¿Hay algo más en lo que pueda asistiros?
-Supongo que no tendrás un bigote de gatogarfio… -Cryllis se piensa la pregunta de Nevra.
-Pues sí, pero el que tengo es el primero de la derecha, y si mal no recuerdo, no es ese el que necesitáis.
-Pues no… -Nevra suspira- Supongo que tendremos que confiar en que esa bestia no despiece a Valkyon -Y, pese a todo, sonríe de forma encantadora-. ¡Gracias, Cryllis! Nos salvas de una buena.
-Es un placer para mí ayudar a la Guardia -Asegura él.
Le dejamos tranquilo, porque estaba trabajando en algún tipo de talismán y no queremos molestarle, y cuando ya nos hemos alejado lo suficiente, hacemos recuento de pétalos.
-¡... seis y siete! -Al terminar, a Nevra se le escapa una gran sonrisa- ¡Lo hemos conseguido, chicas! ¡Buen trabajo!
Parece querer ir a lanzarse sobre Ewe para darle un abrazo, pero ella le elude y en su lugar choca cinco conmigo. ¡Pobrecillo! Pero yo choco con Ewe igual, lo que deja a Nevra solo.
-Será mejor que volvamos con Ezarel -Propone Ewe-. Conociéndole, debe de estarse subiendo por las paredes.
-O eso o haciendo explotar cosas -Secundo.
-O personas -Añade Nevra-. Voy a llevarle esto… Vosotras podéis hacer lo que queráis. ¡Gracias por la ayuda! Hubiera sido muy aburrido hacer esto yo solo.
De esa forma se despide, y le vemos irse de camino al cuartel. Ewe y yo nos quedamos solas, pues, y yo la miro de forma interrogante. No hay muchos días que tenga “de descanso”, a causa de la enfermería, así que a lo mejor hoy que puede escaquearse le apetece dedicar el tiempo a vaguear un poco, o a lo mejor le interesa la poción y quiere que vayamos a ver cómo Ezarel la hace.
-¿Te acuerdas de lo que te he dicho antes, en la enfermería? -Pregunta, y yo intento hacer memoria- Podemos ir a tomar algo antes de volver a cambiar de cuerpo, si quieres.
Ewe me guiña un ojo, y yo me siento un poco confundida ante el gesto.
Hmmm… Es de verdad muy guapo… Si tuviera algo más de músculo, sería completamente mi tipo, y, además, es Ewe… ¡No, pero precisamente porque es Ewe! ¡No hagas cosas raras, Ykhar, no le des más material para picarte!
-¡Me encantaría! -Termino por decir.
Y, con esas, nos encaminamos hacia la cantina.
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(De vuelta al presente. Narra Ezarel)
-Así que la única forma que Eweleïn ha tenido de arrancarle a Ykhar algo parecido a una cita fue convirtiéndose en hombre. Y, además, Ykhar era un hombre también -Hago una pausa para saborear el significativo silencio-. Es bastante triste, si lo piensas bien.
-No te imaginas hasta qué punto -Hiiro hace una mueca-. Una vez, alguien muy estúpido me dijo que… Para aprender a hablar con los chicos, lo mejor era que practicase vistiéndome de chica, y…
-No me interesa -Le corto-. En lo más mínimo.
Abro la puerta a la sala de alquimia y los dos pasamos al interior. Vaticinando el final de la historia, he redirigido hasta aquí nuestros pasos. A ver si termina rápido esto ya y podemos ponernos con la poción, que se va acercando la hora de comer…
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(Flashback. Sigue narrando Ezarel porque es omnipresente y atemporal)
-¡Ayyyyyyyyyyy! -Kero gimotea cuando Erika limpia su herida, y yo pongo los ojos en blanco.
-Vamos, por el Oráculo, que no es para tanto… -Me quejo.
-¡Lo dices porque no has sido tú el que se ha comido medio bosque en ese estúpido patinete rosa! ¡Y luego el málilik me ha sacudido porque pensaba que era un tío raro! ¿¡Por qué estas cosas me pasan siempre a mí!?
-Porque los astros te odian -Le responde Nevra, muy sonriente, observando las curas de Erika no muy de lejos-. Di que al menos has conseguido el encanto, hombre.
“Y ha sido más eficaz que tú”, me gustaría decirle, según muelo los siete pétalos de chakraflor que me ha traído, pero no me apetece pelearme con él ahora. Sólo quiero terminar con esto de una vez, por favor…
Añado los pétalos machacados a la mezcla, le echo el preparado de encanto diluido en agua de la verdad y espero a que empiece a cambiar de color antes de echarle el zintronnio, que si no se me ha oxidado ha sido de puro milagro.
-Y con esto, ya sólo queda esperar a Valkyon -Suspiro-. Si es que consigue salir del combate contra esa bestia con vida.
-¿Pero tan terribles son los gatogarfios? -Ay, Erika, no sabes lo que dices…- ¿Cómo es un gatogarfio, por cierto? No me hago una idea…
-Ahora que lo dices, yo tampoco sé cómo son -Kero frunce el ceño.
-No hagáis preguntas -Nevra responde por mí-. En serio, no las hagáis.
Esperamos durante un buen rato. Luego seguimos esperando. Esperamos un rato más, y luego Nevra se aburre, colocamos algunos cacharros en el suelo y nos dedicamos a encestar bolas de papel en los objetos, yo por supuesto con una puntería impecable. Cuando Erika rompe uno de mis cuencos, le grito que no vuelva a hacer eso, recojo los cacharros y se acaba la diversión.
Luego, esperamos.
-Taaaaaaaaaal vez deberíamos de ir a ver si ese bicho le ha descuartizado -Propone Nevra-. Empiezo a preocuparme ligeramente -Yo guardo silencio, y él insiste-. Ezarel, en serio, podría estar en peligro.
Chasqueo la lengua de forma desagradable. No quiero decirle que lleva razón, pero lleva razón. Ha sido una insensatez por su parte el irse él solo a por el bigote, y…
Y, entonces, la puerta se abre y Valkyon entra por ella.
Está lleno de barro, heridas y sangre reseca, sus movimientos son pesados y muy lentos, está hecho un verdadero asquito y además por su cara diría que está de un humor de Perros Negros. Creo que nunca le he visto poner esa cara de asco…
-Sólo he conseguido medio -Dice, mostrando al general el medio bigote de gatogarfio-. Espero que sirva.
-Mientras sea el tercero de la izquierda, sí, sirve -Rápidamente se lo quito de las manos.
En cuanto lo hago, Valkyon colapsa y se cae al suelo de bruces, lo que hace que pegue un brinco y suelte un gritillo que si me ha salido tan agudo es porque soy una mujer.
-¿Pero qué narices te ha pasado? -Pregunta Nevra, tan atónito como el resto al ver a Valkyon así de… roto- ¿Has…?
-No quiero hablar de ello -Responde él, hablando contra el suelo, sin querer darse la vuelta siquiera.
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(De vuelta al presente. Narra Ezarel todavía porque es un pesao)
-Y, con todos los ingredientes al fin en sus manos, el grandioso Ezarel hizo la poción para devolver a todo el mundo a la normalidad, justo a tiempo para evitar que la barricada que Miiko y Leiftan habían hecho en la sala del Cristal cayera y una multitud enfurecida se hiciera un abrigo de piel con las colas de Miiko. ¡Fin! Espero mi ronda de aplausos.
Hiiro da una palmada. Parece pensativo, o eso me dice el cómo mira a un punto del infinito como si este contuviera todos los secretos del universo.
-Ha sido… Una historia -Comenta. Yo asiento-. Una historia muy larga.
-Y muy divertida -Ya, yo me parto de risa cada vez que lo recuerdo…-. Como consejo, no te sugiero que saques este tema a relucir en ningún momento. La gente todavía está un poco escocida… Sobre todo Valkyon.
-Ya… ¿y no me vas a contar cómo consiguió el bigote de gatogarfio? Con el resto has sido bastante explícito.
-La cosa es que nadie sabe qué pasó, sólo Valkyon. Pasó varias semanas resentido, y a veces se ponía a gruñir por lo bajo cosas sin sentido y… -Frunzo el ceño- La verdad es que fue muy raro todo. Pero no le culpo, una experiencia con un gatogarfio es algo que no le deseo ni a mi peor enemigo, y él lo ha tenido que pasar dos veces…
-¿¡Pero qué es exactamente un gatogarfio!?
-¡Ay, deja ya de hacer preguntas, pesado! -Con un gesto, le indico que se vaya a hacer puñetas- Ya te he contado la historia, así que estate contento. Y mueve el culo, que esa poción de incubosis no se va a hacer sola.
-Pero… -Él hace una mueca- Aún hay muchas cosas de la historia que no…
Le lanzo una mirada lo suficientemente elocuente como para que sepa que habrá serias consecuencias si no se pone a trabajar de inmediato.
No le queda otra más que ponerse manos a la obra, y, con ello, yo también me pongo al lío.
Recupero el frasco de la poción de cambio de sexo y cojo una jeringa de mi montón de herramientas. Con pulso de cirujano saco una muestra pequeñíiiiisima del líquido, bien conocedor de los efectos que puede tener la exposición del mismo al ambiente. En cuanto termino mis asuntos con la poción, rápidamente la guardo de nuevo bajo siete llaves, con mucho cuidado de que no ocurra ninguna desgracia. Una vez oculto, recupero mi jeringa, y me acerco a Hiiro para añadir la poción a la mezcla.
-A ver, Haru -Le digo-. Aparta, que voy a echar esto.
-Sí…
El tío es tan torpe que, al ir a apartarse, se tropieza con sus propios pies, se va un poco hacia la izquierda y se pincha el brazo con la jeringa que yo tenía en ristre.
Los ojos de ambos viajan a la zona de la colisión, donde la jenriga aún sigue clavada en su piel.
-Ezarel, ¿qué tenía esa jeringa? -Pregunta, levantando la mirada para fijarla en mis ojos.
-... Estoy seguro de que estarás muy mona -Es la única respuesta que le doy.
-¡EZAREL! -Se aparta con un brinco, alejándose de mí, y yo dejo la jeringa en la mesa por precaución- ¿¡SE PUEDE SABER QUIÉN ES EL IMBÉCIL QUE VA POR AHÍ CON UNA JERINGA EN PUNTA!?
-¡OH, PERDONA! -Le respondo con la misma cantidad de decibelios- ¡PERO YA HAY QUE SER IDIOTA PARA NO VER QUE TENGO UNA JERINGA EN LAS MANOS, Y, ADEMÁS, PINCHARSE CON ELLA!
-¡ERES UN DESGRACIADO!
-¡Y TÚ ERES UNA DESGRACIA!
-¡CRETINO!
-¡INEPTO!
-¡TABLA DE PLANCHAR!
No me esperaba ese insulto, y no sé exactamente si sentirme ofendido o no. En lo que dudo, empiezo a ver los efectos de la transformación en Hiiro. Su figura cambia, su pelo se alarga, su pecho se abulta, sus facciones se transforman, y, cuando termina…
No puedo sino mirarla con fascinación.
Observo a la belleza exótica que hay frente a mí. Sus rasgos tienen una belleza inusual, misteriosa, sutil, pero hay algo en ellos que cautiva. Sus ojos, su mirada penetrante, sus largas pestañas, parecen querer capturar mi alma. Su pelo negro y brillante cae en cascada hasta la mitad de su espalda, donde se corta de forma perfecta, como si alguien lo hubiera medido con una regla. El kimono, antes de su talla, ahora le está algo grand