Hey.

Hoi.

Hai.

Hëh.

Holap.

Pues nada que el fic se cancela y tal y-

NOOOOOOOOOOOOOOOOOO.

NONONO.

No, no se cancela, nada se cancela, sigo vivo, milagrosamente sigo vivo, pese a que el universo parece empeñado en lo contrario, y mientras yo viva o no cambie de opinión, ESTE FIC SIGUE ADELANTE.

Sabéis, en plan, el meme ese de que cada vez que un auto de fanfic pasa un tiempo sin publicar y aparece de repente dice cosas como “Holi chiquis perdón que no he estado actualizando últimamente porque mi familia entera ha muerto en un accidente horrible y llevo tres semanas viviendo en la calle ????????”.

Pues jajan’t que no ha sido tanto meme. Desde la última actualización en enero:

-Se murió mi gato
-Entré en depresión (más que antes)
-Acabé hospitalizado
-He pasado meses aislado de la sociedad
-Adopté otro gato
-He vuelto a la sociedad tres (3) semanas
-La primera semana me la pasé con covid
-La segunda semana estuve de vacaciones
-La tercera semana se inundó mi casa
-He perdido mi casa
-Estoy otra vez aislado de la sociedad

Pero ya está, ya está, estoy aquí, estoy bien, estoy VIVO,  yyyyyyy tengo un fic que actualizar y un Hiiro al que atormentar.

En fin. Que está siendo un mal año. Así que me lo he tomado con calmita y he querido tomarme todo el tiempo necesario. Eso han resultado ser como seis meses más de lo que esperaba, pero bueno.

Que estoy aquí. Me ha costado, pero he llegado. Hola.

Siento haberme retrasado un poco.

Vamos a ver esa actualización, que se ha hecho esperar. Pero antes de eso... Dos cosas. La primera:

Recordatorio - En anteriores capítulos de "¿Cada cuánto pasa el bus de las setas?"...

Tras la vuelta de su infructuosa visita a Elsur, la Guardia de Eel se reúne para decidir cuál es su siguiente paso en su lucha con El Titiritero. Jamón, que había permanecido en Elsur para estudiar la biblioteca de la Guardia, vuelve del desierto con dos malas noticias: Los aliados de El Titiritero (Marie Anne, Chloè la bruja y Niels el "amigo" de Gèrard) han volado la biblioteca por los aires y han matado a Ykhar.

Traa un emotivo funeral, Ezarel desvela que en realidad Ayleen sabe más de lo que dice sobre El Titiritero, pero antes de que ella pueda decir nada, la Titiripanda asalta Eel y se produce una pelea entre ambos bandos.

Por una vez no es Hiiro el que acaba en las últimas, sino que, tras la intervención de Andrée, es El Titiritero el que acaba indispuesto, porque se le va completamente la pinza y doscientos años de te trauma se le escapan ups.

Mientras el resto de la Titiripanda le saca del combate, Miiko decide intentar atrapar a Naytili con una granada de fuego blanco, pero al lanzarla, el fuego blanco afecta a Leiftan, desvelando su identidad como daemon. Tras una dramática discusión, Leiftan, Valkyon, Ezarel y Simonn desaparecen del mapa, yéndose al refugio secreto de Valkyon, donde Leift le cuenta toda su historia entre lágrimas.

En Eel, con la tensión por las nubes, Miiko cierra la ciudad y ordena un estado de emergencia, prohibiendo a la gente salir de sus casas. Reunida con Nevra, Erika y Alessa, decreta que Leiftan es una amenaza para Eldarya y debe ser condenado a muerte.

Es entonces cuando la Titiripanda (sin Titiritero, o sea que sólo la panda) vuelve a Eel para un segundo asalto. Mientras que Niels se encarga de distraer a todo el mundo (llorando patéticamente en brazos de Gèrard), Naytili se cuela en la Guardia, donde secuestra a Hiiro (con consentimiento) y a Eweleïn (sin consentimiento, lo cual está feo), llevándoseles a ambos a la casa de El Titiritero, dejando atrás a Niels teniendo un ataque de nervios.

Tiempo después de que esto ocurriera, Leiftan y compañía hacen su retorno triunfal en Eel... Salvo que son recibidos por una muy enfadada Miiko que exige la muerte de Leiftan y de todo el que se ponga de su lado. Tras oírla soltar barbaridades por la boca durante varios minutos, Simonn se da cuenta de que Miiko está siendo en realidad manipulada por Alessa, que tenía un trato con El Titiritero y cuya verdadera intención para venir a Eel era descubrir qué había sido de su padre ausente, Roy.

Con la sangre de dragón de Alessa desvelada, él y Leiftan se enzarzan en una batalla aérea que al final gana Ayleen mandando a Alessa a dormir. Miiko y Leiftan se abrazan y lloran y hacen las paces, todo el mundo le asegura a Leiftan que nadie le va a hacer daño y que le siguen queriendo y todo el mundo es feliz por un momento hasta que se acuerdan de que Ewe y Hiiro han sido secuestrados.

Por alguna razón a Ezarel le crece una neurona y decide que, visto lo visto y cómo está el panorama, es hora de declararle su amor a Erika (sí, sí, ella se quedó alucinando también).

En la otra punta de Eldarya, Eweleïn se despierta con Hiiro y Naytili conspirando juntos para que alguien cure a El Titiritero. Por alguna razón Hiiro parece empeñado en que alguien tiene que ayudarle, y al final Ewe acepta porque la alternativa es convertirse en comida para perro rabioso. El Titiritero está en semejante estado que le es imposible hacer nada por él, así que es hora del plan B: Hiiro.

Usando sus poderes de PROTAGONISTA ABSOLUTO y una cosa llamada “empatía” que en Eel a veces falta, Hiiro consigue hacer que El Titiritero vuelva a sus cabales, al menos lo suficiente como para dejar de gritar y volver a ser persona. Como agradecimiento por ello, y en pos de convertir a Hiiro a su causa contra la Guardia, El Titiritero decide que es hora de revelar su identidad: él es Victor Frankenstein.

Backstory - Lectura recomendada

Imagino que todo el mundo conoce la historia de Frankenstein, el moderno Prometeo, al menos por encima, y quizá alguien lo haya leído en algún momento.

La cosa es, que como es un clásico de la literatura, ha tenido tantas ediciones distintas que lo que una y otra persona pueda leer quizá se diferencia en matices, o quizá de forma muuuuy distinta. No sé quién editó en Wikipedia que Henry era el cónyuge de Victor, juro que eso no lo hice yo, pero esa versión de la historia desde luego yo no me la he leído.

Para hacer una historia hilada, con todo lo que yo necesito para mi Victor Frankenstein, he decidido versionar la historia para que coincida con el fic. Si alguien quiere leer la historia original por su cuenta, bien, la podéis encontrar en cualquier lugar. La edición que yo tengo, y en la que me he basado principalmente para mi versión, es la duodécima edición de Everyman’s Library, con ISBN 978-1-85715-062-9.

Pero ahora... Mi versión. No es que haga falta leérsela, porque básicamente es que Victor crea un bicho y el bicho mata a todos sus seres queridos y sanseacabó, el fic explicará todos los detalles importantes más allá de eso, pero para el que quiera leerse la historia completa...

Frankenstein, el Moderno Prometeo

Nuestro Victor Frankenstein nació en Ginebra, Suiza, en 1771. Hijo de Alphonse Frankenstein y Caroline Beaufort y nacido en una familia de alta clase social y buen dinero, desde pequeño Victor siempre demostró una enorme curiosidad por su entorno y por el porqué de las cosas. Amante del exterior y la naturaleza, siempre adoró dar largos paseos por el campo y las montañas que rodeaban su residencia, amando la sensación del aire fresco de la montaña en sus pulmones, el sol cálido pero nunca agobiante del mediodía, el sonido del viento al pasar entre los picos y los valles. Su lugar favorito para pasar el tiempo siempre fue, sin embargo, el lago cercano a su casa en el que tantas horas pasó durante toda su vida, ya fuera remando entre sus aguas (Victor fue siempre aficionado al remo, la hípica y la esgrima como sus deportes de preferencia), captando la belleza de su paisaje con papel y carboncillo, dedicándose a la lectura con los pies a remojo, echándose largas y apacibles siestas en la orilla o, simplemente, jugando en sus cercanías con sus hermanos y amistades.

De los cuatro hijos de la familia Frankenstein, Victor era el mayor. Con dos de sus hermanos compartía sangre, el mediano Ernest y el pequeño William; mientras que su hermana Elizabeth Lavenza, la segunda mayor, fue adoptada por su madre al descubrir a la niña en la calle, malviviendo con una familia que no podía permitirse alimentar tantas bocas, y quedar cautivada por la inusual belleza de la muchacha incluso en situación de pobreza. Ojos azules, pelo de un rubio claro, piel pálida y mejillas rosadas, el físico de Elizabeth se diferenciaba enormemente del resto de su familia gitana, y más tarde en vida Victor trataría de discernir el porqué de esta peculiaridad genética, todas sus teorías siendo descartadas por Elizabeth con la idea de que “un ángel la pintó de blanco”.

Además de la compañía de sus hermanos, en su infancia Victor contó con la compañía y camaradería de Henry Clerval, hijo de padre militar y madre italiana con el que trabó amistad desde sus primeros años en la escuela. Donde Victor se mostraba fascinado por la fisiología humana, Henry se interesó más por la naturaleza del hombre, y siempre quiso nutrir la suya a través de las artes y las letras, para el mucho desagrado de su padre que fue incapaz de meterle en la cabeza la idea de servir a la milicia como había hecho él. Lo único que llegó a interesar a Henry al respecto fueron las historias que escuchó de soldados británicos amigos de su padre sobre la famosa joya de la corona del Imperio, aquella tierra tan lejana del este que era la India, y de aquí nació una pasión por el orientalismo que desarrolló a lo largo de toda su vida.

De pequeños, Elizabeth, Henry y Victor se mostraron como un trío inseparable, siendo Victor el nexo que unía las personalidades dispares de los otros dos, que se mezclaban tan bien como el agua y el aceite, y cuyas rencillas por la atención de Victor eran más que conocidas entre aquellos cercanos a los niños... Y el único ignorante a ello parecía ser el propio Victor, que simplemente era feliz con la compañía de ambos.

En su afán de curiosidad sobre cómo funcionaba el mundo, un joven, curioso y, según sus maestros, “excelsamente superdotado” Victor descubrió una pasión intensa por la alquimia en su incipiente pubertad, sintiendo una fascinación imparable e inmediata por los textos de figuras como la de Cornelio Agripa, y leyó y releyó todos los textos y documentos que pudo al respecto de estas técnicas alquímicas, esotéricas, casi místicas, de aquellos hombres que pretendían encontrar cosas tan imposibles como la eterna juventud o la inmortalidad.

”Si descubriera algo así”, se decía el joven Victor, ”lo usaría para salvar vidas. Nadie habría de morir por enfermedad, guerra, o hambre. Nadie se vería achacado por la vejez y sus dolencias. Las mujeres siempre permanecerían bellas, los hombres fuertes, los niños llenos de energía. Y yo podría pasar todo el tiempo que quisiera leyendo.”

Y aquello fue lo que prendió la mecha. Pero no fue, ni mucho menos, el detonante.

Dos eventos llevaron a Victor a condenarse a sí mismo a la tragedia. El primero de ellos, el más famoso, ocurrió durante una visita a la casa de campo de unos amigos de la familia. Victor se había mostrado deseoso de poder explorar los alrededores de aquel lugar, pero sus planes se vieron frustrados cuando, el día que le habían prometido poder salir a explorar (atentamente vigilado por Elizabeth para que no se despeñara accidentalmente si quedaba embobado por el paisaje), una furiosa tormenta veraniega decidió presentarse en la puerta. Irritado por perder la oportunidad de explorar y por cómo la humedad ambiente causaba que su pelo se rizase y encrespase (en aquel entonces, cuando en su inocencia puberta Victor creía que su pelo natural podía ser domesticado, ¡ah, necio era, necio te digo!), Victor pasó la tarde entera pegado a una ventana, observando el exterior, cada gota de la torrencial lluvia, con la esperanza de que el cielo se aclarase. Fue así cuando, mientras observaba el exterior, sus ojos se fijaron en un árbol seco, marchito, muerto, en la distancia.

Con una luz intensa seguida del retumbar del trueno, un rayo golpeó aquel árbol, prendiéndole fuego.

Todo el mundo en el interior de la casa se sobresaltó, el aún infante William se echó a llorar con el horrible sonido, los adultos se preocuparon de que el fuego pudiera expandirse, pero la lluvia lo apagó con rapidez y del incidente sólo quedaron los restos carbonizados del árbol.

“Yo no me asusté”, comentó Elizabeth, cuando más tarde Victor le preguntó por el suceso. ”¿Lo hiciste tú? Estabas mirando por la ventana, pero apenas te sobresaltaste cuando el árbol se prendió fuego. ¡Casi parecía que habías sido tú el que había llamado al rayo, con cómo lo mirabas! Sin moverte ni parpadear, y casi que sin respirar. Estuve segura de que habías perdido en sentido con los ojos abiertos, del miedo. Puedes decirme la verdad, ¿eh? No se lo diré a Clerval, si te avergüenza. Sólo le diré que conozco de ti un secreto que él no.”

El segundo evento que condenó a Victor ocurrió apenas un par de años después, cuando una epidemia de escarlatina asoló Europa entera y, sin que pudiera evitarse, también llegó a casa de los Frankenstein.

Fue Victor el que cayó enfermo en un primer momento, y ello dejaría una marca de por vida en su cuerpo, traumatizado por la enfermedad, que más adelante le pasaría factura cuando su propio cuerpo le traicionara relacionando el estrés con la enfermedad y la fiebre. Durante algo más de una semana, Victor cayó presa de una fiebre gravísima que no quiso bajar de los 40º, acompañada de sudores profundos, dolencias en todo músculo en su cuerpo, irritación de la piel en forma del sarpullido tan peculiar de la escarlatina, y una debilidad mental que apenas le permitía mantenerse consciente de la tortura física a la que se veía sumido su cuerpo, y nada más.

Fue su madre quien cuidó de él, decidiéndose dejar el tratamiento del niño todo lo lejos de los sirvientes de la casa que fuera posible, a fin de que estos no contagiaran a los otros niños o expandieran la enfermedad por la ciudad. Durante aquella semana, se mantuvo junto a Victor tratándole con amor y cariño. En los escasos momentos de lucidez del chico, él siempre encontró a su madre a su lado, con una sonrisa encantadora en la cara, pasando la mano por su frente para retirar el cabello humedecido por el sudor que se pegaba a la misma.

Victor logró curarse de la enfermedad. Su madre, no.

Poco después de que el chico se recuperara, fue Caroline la que cayó enferma, sufriendo los mismos síntomas que su hijo. Sin embargo, para ella no hubo remedio, y eso se evidenció suficientemente rápido a través del médico de la familia.

Victor quiso permanecer junto a su madre todo el tiempo posible. Siendo que era el único que había pasado la enfermedad, y para prevenir más contagios, fue el único de la familia al que se le permitió estar junto a ella en sus últimos momentos. De la misma manera que ella le había acompañado durante su enfermedad, él se mantuvo a su lado.

Fue una noche fría en la que Caroline Beaufort murió. A la luz cálida de un candil que teñía su piel de un enfermizo tono amarillento, cubierta en sudores y en una cama que no era la suya, únicamente acompañada por su hijo mayor.

“Ahora he de dejarte, Victor. Siento la muerte, la escucho llamarme. Cuida de tus hermanos, y de tu padre. Dejo esta familia en tus manos. Eres amable, sesudo, dedicado. Sé que grandes cosas aguardan en tu futuro. Oh, cómo desearía poder verlas... Pero eso es, yo me temo, imposible. Victor, hijo mío... ¿No lloras? ¿No derramarás lágrimas por tu madre?”

“No mientras tú aún permanezcas en este mundo. No te dejaré ir con mis lágrimas como último recuerdo, deseo que allá donde vayas sea mi sonrisa lo que te acompañe, en lugar de mi llanto. Tu sonrisa, Madre, me ha dado tantas fuerzas siempre. Permíteme devolver el favor, incluso si sé que es insuficiente para agradecer toda la devoción que has dedicado a esta familia.”

La mujer dejó salir una risa, y en ella se fue su último aliento. Los ojos de Victor permanecieron fijos en los de su madre mientras estos se apagaban, quedándose vacíos y sin vida. Pudo ver el movimiento de su pecho cuando se vació sin aire. Pudo sentir, según su mano se aferraba a la de su madre, cómo el pulso se detenía, y cómo el cuerpo cálido por la fiebre rápidamente, mucho más rápido de lo que él creyera posible, pasaba al frío cadavérico.

Así pasaron una hora, cuarenta y siete minutos y veintitrés segundos.

Hasta que al fin dejó ir la mano de su madre, que cayó muerta, y colocó la misma junto con la otra reposando sobre el vientre de la mujer. Cerró sus ojos y arregló su pelo, concediéndole una última expresión de calma.

“Parece estar en paz.”, pensó.

Y al fin fue a darle a su familia la devastadora noticia.

Fueron estos dos sucesos los que plantaron en Victor la semilla de la locura.

Algunos meses después, Victor partía hacia la Universidad de Ingolstadt, al sur de Alemania y tan lejana de su Ginebra, con la intención de aprender el arte de la Medicina.

“¿Has de irte muy lejos? ¿Cuánto tiempo estarás fuera? ¿Cuándo volverás?” Las preguntas del pequeño William le acosaban. Habiendo perdido recientemente a su madre, el pobre chiquillo temía perder a su hermano también.

“Volveré cuando vuelva, ni antes ni después.” Fue su respuesta, que dejó muy insatisfecho al muchacho. “Pero te enviaré muchas cartas mientras estoy lejos. Te conviene entonces atender a tus lecciones, porque no leeré tu correspondencia si viene con faltas de ortografía.”

“Ni él será capaz de entender la tuya, con los garabatos sin sentido que intentas hacer pasar por letras.” Comentó Elizabeth que, aunque trataba de no aparentarlo, era sin duda de la familia la más devastada al ver a Victor marchar. “Te conviene escribirnos, frecuentemente, si no a diario. Y te conviene también darte prisa en regresar. Cuando lo hagas, quiero que me desposes.”

La proposición de nupcias, lanzada tan casualmente como si fuera algo obvio e ineludible, causó rubor a Victor, extrañamente avergonzado por la idea del matrimonio. Era algo que todo el mundo había comentado ya, y en lo que todo el mundo parecía tener algo que opinar, pues parecía haberse decidido ya, sin consultar al propio Victor, que él había de casarse con Elizabeth.

Parecía lo obvio, la única opción posible para ambos, y sin embargo Victor, que sabía que de acudir al altar lo haría con Elizabeth, no era capaz de hacerse a la idea.

El por qué de ello, Victor lo tenía más que claro, y todo aquel que hubiera prestado atención lo sabría también.

Una vez hubo Victor dicho adiós a su familia, Henry Clerval le aguardaba a las afueras de su residencia, habiendo insistido previamente en acompañarle durante su primera etapa de viaje, antes de que pudiera “irse demasiado lejos”, en sus propias palabras.

“¿Por qué Ingolstadt?” Cuestionó su amigo. “¿Por qué no Viena? ¿Acaso no es su universidad digna de tu presencia? Piensa amigo, Viena, ¡Viena! ¿Dónde sino allí vas a escuchar mejor a Mozart, Sallieri, Vivaldi? ¡En el Kärntnertortheate, en el Burgtheater de Viena! Y no pienses sólo en la música y la ópera, sino en-!”

“Cielos, Henry, juraría que eres tú el que desea ir a Viena, con ese entusiasmo. Aunque lo entiendo, créeme, y adoraría poder visitar Viena y disfrutar de sus óperas, especialmente si es contigo, pero lo que yo busco no se encuentra en Viena.”

“¿Y qué es esto que buscas? ¿No es acaso el conocimiento, que por eso te diriges a estudiar? Eso lo encontrarás, te digo yo, mucho más fácil en Viena.”

“Es cierto que mis ansias de aprender me mueven, pero eso podría yo hacerlo en cualquier lugar del mundo. No, lo que busco, además de perseguir mis estudios, es la soledad, un respiro lejos del ajetreo de una gran ciudad como es Viena.”

“¡No me digas! ¿Te vas porque no eres capaz de soportar más a una cierta mujer, acaso?”

“Si os dejarais de riñas, mi vida sería infinitamente más sencilla... No, Henry. La adoro a ella tanto como te adoro a ti, y adoro a mi familia, abandonarles no me causa placer alguno, te lo garantizo. Pero la soledad que ansío es algo que necesito. Es, en ocasiones, difícil escuchar mis pensamientos cuando hay tanto ruido y distracciones a mi alrededor. Y algunos de mis pensamientos demandan ser escuchados. Hay una pregunta que la humanidad lleva haciéndose desde el principio de los tiempos y yo, amigo mío... Pienso que he encontrado una respuesta.”

La críptica respuesta de Victor no logró calmar las dudas de Henry, pero el amigo no insistió más. Al término del viaje, se despidieron, en un abrazo conmovedor por no atreverse a más ante los ojos ajenos, y a partir de entonces fue que Victor comenzó su camino hacia Ingolstadt y, de esa manera, hacia su propia perdición.

Las expectativas que Victor había tenido para la universidad no fueron para nada cumplidas (cosa que lleva pasando desde los albores de la humanidad hasta tiempos modernos). Cuando acudió a sus profesores para atosigarles a cientos de preguntas que en Ginebra no había tenido oportunidad de preguntar a nadie, se encontró con la burla y el demérito de los académicos. Los nuevos textos académicos y las nuevas prácticas desacreditaban todos aquellos libros de alquimia que Victor tanto había disfrutado en su juventud y hacían reír a sus profesores, que lamentaban que una mente tan brillante se viera desperdiciada en semejantes falacias. A su recomendación, Victor comenzó a leer los textos de autores modernos, en una lista aparentemente infinita de libros que le llevó a una espiral de noches en vela, velas desgastadas, desgaste mental y una mente más inquieta de lo normal.

Su interés por la biología humana se disparó en cuanto su mente comenzó a comprender los textos, y no pasó demasiado tiempo hasta que Victor excediera en sus clases con la suficiente notoriedad como para ser reconocido por los profesores que en un principio se burlaron de él. Pero tan pronto como Victor consiguió las alas de cera que aquellos libros le concedieron, su interés en las lecciones universitarias se volvió nulo.

En su lugar, se volcó por completo a sus proyectos personales. El siguiente paso lógico era, por supuesto, asaltar el cementerio local para saquear sus tumbas.

Si alguien en la ciudad se dio cuenta de la figura que en lo más oscuro de la noche se dedicaba a profanar a los muertos abriendo sus nichos y excavando sus tumbas, desde luego nadie dijo nada.

Poco a poco, a base de prueba y error, consultando frenéticamente sus libros de estudio y sus propios apuntes escritos en noches infinitas de delirio y genialidad, su investigación comenzó a dar fruto. Victor olvidó dormir, olvidó comer, olvidó todo aquello que no fuera su experimento. Era la única causa a la que dedicaba su vida. Su mundo se redujo al pequeño ático y la mesa de operaciones que mantenía en su casa. Olvidado quedó todo aquello más allá de la puerta del laboratorio, incluida la universidad, incluidos la familia y amigos que había dejado atrás, incluidas las nociones de lo que era moral o no y, después de un tiempo, la cordura del propio Victor, que abandonó la habitación por completo.

Hasta que, al fin, lo logró.

Un día, consiguió lo imposible.

Y a la noche siguiente, mientras el primer anuncio de una tormenta tronaba en la distancia, Victor terminaba los últimos detalles de su creación. Con las mejores partes que encontró, tejía el cuerpo del humano perfecto, el hombre ideal.

Un hombre de una altura de ocho pies, doscientos cuarenta centímetros, de proporciones perfectas. Una larga cascada de lustroso pelo negro en su cabeza, un rostro con los más atractivos rasgos que Victor tegió juntos, de labios finos y negros y ojos extrañamente cristalinos con una apariencia acuosa y un brillo inusual. La piel cadavérica, en tono amarillento, se estiraba a lo largo de su cuerpo más de lo que debería, dejando entrever las venas y músculos bajo ella, puestos juntos con hilo para crear la apariencia de un cuerpo humano.

16 de Noviembre de 1792. En una noche de tormenta, donde la lluvia y el trueno se hacían oír en todos los hogares, donde el viento golpeaba con la amenaza de derribar árboles y tejados. En esa noche, Victor Frankenstein terminó de construir a su hombre perfecto.

En esa noche, Victor Frankenstein le dio vida.

Pues si sólo Dios tiene el poder de la creación,
pues si fue Prometeo quién le cedió al hombre el fuego de la vida,
aquel que sea capaz de replicar estos actos,
¿no habrá de ser llamado Dios mismamente?

Con el impacto de un rayo, el primer latido.

Con el resonar del trueno, el segundo.

Con el repiqueteo de la lluvia, músculos que cobran vida. Sangre espesa que comienza a fluir. El pecho que se eleva al tomar su primera bocanada de aire.

Y ojos que se abren.

Ojos brillantes, acuosos.

Ojos que se mueven, con lentitud, en dirección a la otra única persona en la habitación. Su creador.

Ojos que se clavan en los ojos del otro.

Y al verse reflejado en ellos, Victor se dio cuenta del error que había cometido al dotar de vida a aquella criatura.

Esos ojos no eran humanos. Eran los ojos de una bestia. Un monstruo.

Un daemon.

El terror que sintió Victor al ver por primera vez a su criatura no ha vuelto a sentirlo ningún otro ser humano. El horror de la comprensión de hasta dónde le había llevado su hubris, el choque contra el suelo al perder sus alas de cera, el pánico monstruoso que invadió su corazón en aquel mismo instante.

Los recuerdos de Victor sobre aquella noche son borrosos. Después de dotar de vida a aquella criatura, sólo recuerda el pánico que le invadió, y a la evidencia de su laboratorio destrozado toma como muestra de que fue él mismo el que salió huyendo del mismo, yendo a refugiarse en la habitación que no había pisado durante semanas, bajo sábana y manta; quizá con la intención de protegerse, quizá con la intención de que, cuando volviera a abrir los ojos, todo hubiera resultados ser un mal sueño.

Los siguientes días, las siguientes semanas, Victor se vio afectado por un delirio febril que mezclaba el horror de lo sucedido aquella noche con el estrés y el desgaste al que había sometido a su cuerpo durante tanto tiempo. Aquellas secuelas heredadas de su escarlatina hicieron mella en su cuerpo por vez primera, convirtiéndole en poco más que una criatura patética atacada por la fiebre y las alucinaciones. Los días y las noches se entremezclaron. La falta de alimento hizo que sus mejillas se hundieran, sus huesos se vieran más marcados en su piel cada vez más pálida, su pelo cayera con más facilidad cuando en ataques de locura trataba de arrancárselo a tirones. El único sueño que tenía, que no descanso, era cuando su cuerpo llegaba al culmen de la extenuación y cedía a la inconsciencia, un remanso de paz que permitía a su mente quedar en blanco durante algunas pocas y dispersas horas, y no sufrir como hacía cada segundo que pasaba con los ojos abiertos.

Victor hubiera muerto en su habitación completamente solo, enloquecido, sin que nadie volviera a saber de él, si no fuera porque, de forma completamente imprevista, recibió un visitante.

“¡Dios bendito! ¿¡Pero qué te ha ocurrido!? ¡Victor! ¡Victor, me oyes! ¿Qué ha sido de ti? No, no grites. No huyas, ven aquí, conmigo. ¡Estás ardiendo! Por Dios. Necesitas un médico. Quizá un sacerdote. No, no, tranquilo. Tranquilo, estoy aquí, contigo. No pienso abandonarte. Voy a sacarte de esta. Pero respóndeme, por Dios, dime que aún estás ahí, que no es sólo tu cuerpo lo que encuentro sino que tu mente aún lo habita, amigo... Victor. ¿Me oyes, Victor?”

“Hen... ry...”

Tras meses y años de insistencia, Henry Clerval había logrado convencer a su padre de que desistiera en sus intentos de forzarle una carrera en la milicia, y que le permitiera dedicarse al estudio de las letras orientales que él tanto amaba. Más bien, había sido Elizabeth la que había convencido al hombre de que dejara que Henry viajara a Ingolstadt, bajo el pretexto de descubrir qué le habría pasado a Victor, del que hacía más de un año que nadie sabía nada. La correspondencia que Victor había prometido enviar desapareció de un día para otro, y su familia temía que le hubiera pasado lo peor.

Fue por esto que Henry viajó a Ingolstadt, con el corazón en un puño al temer por la vida de su amigo. Lo que encontró, no era ni mucho menos lo que esperaba. El Victor que Henry encontró en Ingolstadt estaba completamente fuera de sí. Afectado por la enfermedad y el cansancio, había entrado en un estado de delirio en el que era casi imposible reconocerle, pues prácticamente parecía estar poseído por algún demonio.

Costó a Henry mucho tiempo conseguir que Victor volviera a un estado de normalidad. Fueron semanas de cuidarle, atendiendo todas sus necesidades para asearle, darle de comer, impedir que se causara daño a sí mismo cuando le daba un brote de locura...

A cada doctor que preguntó, todo lo que supieron decirle es que se trataba de una histeria, que tomara láudano para calmarle y de no pasarse aquello, debía encerrársele en un manicomio. Por supuesto, Henry descartó la idea y atendió a Victor día tras día hasta que, poco a poco, el hombre fue volviendo en sí. Fue en un principio con balbuceos confusos del nombre de su compañero, su mente aún perdida en un lugar muy remoto pero al menos reconociendo al hombre junto a él, y con el paso del tiempo los balbuceos se convirtieron en palabras y después en frases, y Victor dio la apariencia de haber recuperado la cordura, aunque esta hubiera quedado muchos años atrás.

Para cuando consiguió salir de su largo delirio, los recuerdos que tenía de aquella noche habían quedado difuminados por la fiebre y la locura. Dudó de su propio juicio, sobre si aquella criatura a la que había “dado vida” había existido realmente, o si simplemente su mente enferma le había hecho imaginar aquello.

“¿Qué te ha sucedido, Victor? ¿Qué te ha puesto de esta manera? ¿Son tus estudios, que se complican demasiado? ¿La vida lejos de tu querida Ginebra? ¿Qué es?”

“Ni yo lo sé. Quizá haya perdido la cabeza, Henry. Dime, ¿estoy loco?”

“No lo estás, amigo. La que enloquece por saber de ti es tu hermana. Haz el favor de escribir a casa, e inventa alguna patraña de que tus estudios te han mantenido demasiado ocupado para responder. Cualquiera sea la cosa que te haya pasado, mientras me tengas a tu lado, no volverá a ocurrirte.”

La presencia de Henry fue sanadora para Victor. Gracias a él volvió a mantener una rutina y a recuperar su vida. Escribió a casa, y recibió una dura reprimenda de Elizabeth por correspondencia por su falta de correspondencia, pero saber de su familia le hizo bien. Escuchó las historias de Henry en la milicia, de cómo había acabado por resignar para poder perseguir su sueño de explorar las culturas del este, y juntos se alistaron al programa de Lenguas Orientales ofrecido por la universidad.

Pasó así cosa de un año o dos, con Victor decidiendo olvidar los sucesos de aquella noche terrorífica y dedicándose por completo a sus nuevos estudios, y Henry haciendo lo mismo con aún más pasión todavía. Aquellos años fueron quizá los más agradables de la vida de Victor, que disfrutó de un periodo de calma junto a la compañía de Henry y su amistad.

Porque aquellos eran meramente dos amigos conviviendo en la misma vivienda de un único dormitorio, dos varones solteros sin interés ni necesidad de mujer alguna al tenerse el uno al otro en la más pura de las amistades.

La paz y la felicidad de Victor llegaron a su fin cuando un día recibió una carta con noticias nefastas.

Por la mano temblorosa de Elizabeth estaba firmada la carta que informaba a Victor de que su hermano pequeño, William, había fallecido. En una de sus salidas a la montaña, en un despiste de la criada que le vigilaba, alguien había encontrado al pequeño solo y había decidido tomar su vida.

La familia de Victor se encontraba, por supuesto, inconsolable ante dicho suceso. También lo estuvo el propio Victor ante la pérdida de su joven hermano, y se sintió especialmente culpable por haber pasado los últimos años tan ausente en su vida, sabiendo de él nada más que por la correspondencia que se intercambiaba con Elizabeth. Henry urgió a Victor a que regresase a Ginebra para pasar el luto con su familia, y eso fue lo que Victor hizo, volviendo al hogar después de tantos años fuera.

Elizabeth no tardó un minuto en tirarse a sus brazos, y menos aún en romper a llorar por la muerte del niño. Lo que Victor no esperaba fuera que las malas noticias no terminaran allí.

Justine era el nombre de la criada que había estado junto a William en sus últimos momentos. Una joven trabajadora y vivaracha, Victor la recordaba en la casa desde siempre. Su madre la había recibido en la residencia con brazos abiertos y la había tratado como a una hija más, y Justine había crecido junto con los hermanos Frankenstein, estando especialmente unida a Elizabeth y al pequeño William, del que se había convertido en cuidadora principal.

“Dicen que ha sido ella, Victor. ¡Justine! ¡Nuestra Justine! Ella, que no haría daño ni a una mosca, ella que es para mí una hermana tanto como tú lo eres, ¡que ella iba a matar a nuestro William! No, no, yo lo sé imposible. Pero Padre está desolado, y Ernest demasiado enfadado para atender a razón, y a mí nadie me escucha. Victor, por favor, tú eres el mayor, hazles entrar en razón. Es imposible, imposible te digo, que ella hubiera hecho algo tan horrible.”

Un guardapelo que pertenecía a la difunta Caroline había sido hallado entre las pertenencias de Justine. Esto no hubiera sido en sí extraño, pues ambas se adoraban la una a la otra como madre e hija, pero aquel guardapelo era el que Caroline había dejado en herencia a William, como último recuerdo de su madre, y el niño lo llevaba con él siempre a todas partes, y cuidaba de él como su más preciado tesoro... Tal vez, porque lo era.

Con los ruegos de Elizabeth, y dudando él mismo de la culpabilidad de Justine, Victor acudió a los calabozos para entrevistarse con la mujer, que entre lágrimas rogó por su perdón a la vez que por lo más sagrado juraba que ella no había cometido semejante crimen.

“¡Que me parta un rayo si yo hubiera sido, porque no otro castigo merecería! Yo no he sido, mi Señor, no, yo jamás le haría daño a nuestro pequeño William. ¡Por supuesto que no! La Doña Caroline, en paz descanse la pobre mujer, me mandó a cuidar de él, ¡y yo a la Doña no le fallaría nunca! Lo sabe usted, ¿verdad, mi Señor? Que yo no le haría daño al pequeño.”

“Lo sé, Justine, sé que a él le tratas como a tu propia sangre y que jamás le causarías mal a nuestra familia de esta manera. Te lo prometo, que todo lo que esté en mi mano haré para que te saquen de aquí y se disculpen contigo, por ser injustamente encarcelada. Pero cuéntame, mujer, qué fue lo que pasó, qué ocurrió con William.”

“No lo sé, Señor, no lo sé. Él estaba corriendo, como siempre, y la criatura corre siempre que se las mata y a mí me dejó atrás... Y entre que yo le alcanzaba algo horrible le pasó, ¡Señor...! ¡Que Dios se apiade de su pobre alma, el angelito! Oh, Señor, no se imagina usted lo mal que lo pasé cuando le vi al pobre, allí, tirado en la yerba. Con los ojitos azules abiertos aún, tumbadito como si nada, igual de inocente que siempre que cualquiera que le hubiera visto diría que estaba perfestamente, Señor.”

“¿Y cómo murió entonces? El niño estaba sano...”

Justine fue incapaz de responder a aquello, deshecha en llantos. Elizabeth tampoco era capaz de responder a aquella pregunta, con un nudo en la garganta que le impedía hablar. De modo que Victor fue por su propio pie a la morgue en la que se conservaba su hermano, a la espera del funeral que tendría lugar un par de días después.

Elizabeth no quiso acompañarle, así que fue él sólo el que entró en la cámara frigorífica, con la cual ya estaba más que familiarizado, gracias a sus propios experimentos. El tanatopractor consultó el registro con dedos rápidos, pasando entre las decenas de nombres, y apenas unos minutos después Victor tenía en sí el cuerpo de su hermano muerto.

Le contempló en silencio, con el corazón apretado al ver al pobre chiquillo así. Su dulce hermano, con el que había incumplido su promesa de intercambiar correo por más de dos años. En su cuerpo, por más que hubieran intentado conservarlo en el mejor de los estados, se notaba la decadencia de la muerte, con los labios amoratados en contraste con su piel cadavéricamente pálida, sin rastro de las mejillas redondas y sonrojadas que antaño habían iluminado su cara. Se dio cuenta Victor también de lo mucho que había crecido su hermano en su ausencia, donde antes el niño aún conservaba los rasgos más redondos de la niñez, durante aquellos años había comenzado a crecer en dirección a la pubertad, que ya había empezado a moldear su rostro,

Lo que más llamaría la atención de cualquiera que hubiera visto al muchacho, y de esto Víctor no era excepción, era de la marca de la muerte alrededor del cuello del chico.

El signo inconfundible de dos manos cerniéndose sobre la garganta del pobre niño, apretando con tanta fuerza como para dejar prueba de su crimen incluso post-mortem el la forma de una gargantilla de diversos colores morados y negruzcos.

“No fue un trabajo rápido” Comentaba el encargado de la morgue. “La mujer que le mató le asfixió antes de conseguir partirle el cuello, así que el chico tuvo una muerte lenta y terrible. Supongo que la mujer no tendría fuerza suficiente como para hacerlo bien.”

“No es cuestión de fuerza solamente, sino de saber exactamente dónde ha de aplicarse la presión... El cuello es un área especialmente frágil del ser humano, por ello...”

Se interrumpió únicamente al darse cuenta de cómo hablaba de la muerte de su propio hermano. Pasar tanto tiempo entre cadáveres estudiando la muerte desde luego le había insensibilizado ante ella, y el estómago de Victor se retorció con culpa.

A pesar de ello, y aún a sabiendas de que ya se habría ganado más de alguna mirada inquisitiva del otro hombre, pidiendo disculpas a su hermano y a un Dios de cuya piedad no estaba tan seguro como su madre hubiera querido; retirando los inmaculadamente blancos guantes de sus manos indignas, colocó ambas éstas sobre el púrpura mortal que marcaba el pálido cuello de la criatura.

“¿¡Pero qué hace, hombre!?” El sobresalto del asistente no consiguió que retirase las manos, rígidas allí donde estaban, aún sin llegar a tocar piel.

Porque aquello demostraba una verdad obvia.

Las marcas de asfixia, más que evidentes, eran mucho más extensas de lo que pudieran abarcar sus manos, y desde luego más que las de Justine, de manos naturalmente más pequeñas.

Pero, aún más, aquellas marcas, sólo podían haber sido realizadas por unas manos monstruosas.

Victor no musitó palabra al salir de la morgue. No respondió a las preguntas de Elizabeth, y nadie volvió a verle una vez volvieron a la casa y se encerró en su antigua habitación, hasta unos días después cuando los lloros y ruegos y gritos de Justine fueron para siempre silenciados con una soga atada a su cuello.

Elizabeth lloró sobre su pecho cuando ocurrió aquello, lamentando la muerte de la criada casi tanto como la de su propio hermano. El funeral del chiquillo tendría lugar pocos días después, con la tapa del ataúd inusualmente pequeño cerrada para no mostrar el cuerpo tras ella, ni dejar escapar el pungente olor del cuerpo putrefacto.

A pesar de eso, Victor podía olerlo perfectamente. Igual que podía ver el cuerpo de su hermano, con aquella marca mortal en el cuello, y un par de ojos de un color azulado tan glacial como la muerte fijos en él. Ojos inocentes, acusatorios. Ojos que sabían la verdad.

Quién había matado a aquel niño, no había sido otro sino el propio Victor.

Lo había sabido al instante de ver aquellas marcas. Ningún humano podría haber dejado algo así sobre la piel del pobre William, no, la criatura que había asfixiado al niño debía haber sido un monstruo de dimensiones colosales. Uno capaz lo suficientemente inteligente como para saber a quién culpar, y cómo.

Se había convencido a sí mismo de que había sido una ilusión de su mente. Que las largas noches sin descanso, los largos días de trabajo, todo el esfuerzo que había invertido en su idea imposible, habían acabado afectando a su salud, que era la fiebre la que había deformado su cordura y le había jugado una mala pasada con la ilusión de aquel monstruo.

Y una muy pequeña parte de él sabía que lo que había visto aquella noche en su laboratorio, era completamente real.

Victor pasó semanas en silencio, tratando de contener la locura que amenazaba con invadir su mente y tomar control de su cuerpo, una vez más. Apenas comió, apenas durmió, apenas habló con nadie, a pesar de lo mucho que Elizabeth insistió en que compartiera con ella su tormento, su pesadumbre.

“Es similar a cuando le encontré en Ingolstadt” Comentó Henry a la mujer, en una de sus visitas a la casa, frecuentes desde que había vuelto a Ginebra él mismo siguiendo los pasos de su amigo. “En aquel entonces apenas comía y no hablaba. Temí que algo le hubiera ocurrido que hubiera hecho que le perdiéramos para siempre...”

“¿Y cómo le curaste? ¿Qué hiciste para traerle de vuelta?”

“Simplemente le di tiempo, atención y cariño.”

“Te creerás que ese es un consejo útil, Clerval.”

“Te creerás que me importa un comino lo que tú pienses, Lavenza.”

“Frankenstein. Siéntete libre de usar ese apellido para referirte a mí.”

“No hasta que no ponga un anillo en tu mano.”

“No esperarás que lo ponga en la tuya.”

“No. Pero sé que en la tuya tampoco.”

Ignorante a las riñas de ambos, Victor pasaba sus días, en la mayoría, en el lago tras su casa que él tanto amaba. Todas las mañanas, aún temprano y con la salida del sol y la brisa fresca del nuevo día, se subía a su barca, remaba algunos metros hacia el interior de las aguas y se mantenía flotando la deriva. Algunos días trataba de llevar algún libro con él, sólo para terminar descartando la lectura al ser incapaz de concentrarse en sus letras. La mayoría de los días, simplemente se mantenía o bien sentado o recostado en la barca, sin mirar a ningún punto concreto del azul de las aguas. En otras ocasiones, miraba al sol, parte de él esperando que su luz le cegara, con la esperanza de que, quizá si perdiera la visión, terminaría por olvidar el cuerpo de Justine tambaleándose en la nada, el cuello lacerado de su hermano muerto, los ojos amatillos de una horrible criatura. En una ocasión, el cielo se cubrió de nubes y descargó sobre él una torrencial tormenta, y Victor no tomó consciencia de ello hasta que su hermano Ernest no salió a buscarle y le forzó a remar de vuelta a la casa.

Un día, la mirada perdida de Victor se encontró con algo en la distancia.

Al otro lado del lago, donde se expandían las tierras de su familia, una figura le espiaba. No le hubiera concedido importancia alguna de no ser porque había algo en aquella persona que le perturbó nada más poner los ojos en ella.

Una idea terrible cruzó su mente.

Y comenzó a remar en aquella dirección.

En cuanto lo hizo, la figura se alejó, convirtiéndose poco a poco en una sombra más remota hasta que desapareció por completo del campo de visión de Victor. Desesperado por perseguir aquel espejismo, se tiró al agua y nadó a pesar de la pesadez de la ropa, creyéndose más rápido a nado que a remo, y corrió a través del barro de la orilla en persecución de aquella silueta que, hacía tiempo, se había desvanecido en la distancia. Lo único que Victor llegaba a ver en la lejanía eran las extensiones de tierra, pequeñas casas más allá de ellas y, en la lejanía, las picudas montañas alpinas que se elevaban una por encima de la otra hasta la nevada y lejana cúspide del Mont Blanc.

Victor dirigió su vista al suelo, donde su zapato se hundía en el lodo. Junto a su pie vio la huella monstruosa de la criatura que sabía que estaba buscando.

Apenas unas horas después, tras un cambio de muda y habiendo preparado la mochila que solía usar en sus expediciones a la montaña, con todos los aperos necesarios para la escalada, salía Victor por la puerta de su casa con sus hermanos tras él, intentando detenerle.

“¿¡Estás loco!? ¡Cómo te vas a ir, así de repente, cuando llevas días que ni comes ni duermes ni hablas!” Gritaba su hermano, más que confundido por la actitud de Victor.

“Ernest, agarra un caballo y vete a llamar a Clerva, que venga de inmediato.” Decía Elizabeth, a su vez siguiendo a Victor e intentando contenerle al agarrarle por un brazo, forzándole a girarse hacia ella con más facilidad de la que debía haber sido posible. “Victor, no puedes hacerme esto. No puedes hacernos. Esto. Por favor. Por favor, no sé lo que te pasa, pero aquí podemos arreglarlo. Acabas de volver después de años que no sabíamos de ti, ¡no puedes dejarnos de nuevo!”

“Mi querida Elizabeth” Sintiendo la culpa corroerle por dentro, Victor llevó una mano a la mejilla de ella. “, sé que tratas de hacerme bien, y que piensas que entre tus brazos, voy a curarme, pero... Ahora mismo, necesito esto.”

“¿El qué, qué necesitas? ¿Qué es lo que ansías y que yo no puedo darte? ¿Qué es lo que me falta?”

“Nada, no te falta nada, Elizabeth. Soy yo el que ha perdido algo, y ahora he de ir a buscarlo.”

“¿Pero a dónde? Al menos dime, ¡a dónde te vas siquiera!”

“Mont Blanc.”

No era desde luego la primera vez que Victor organizaba una excursión a la montaña alpina. Amante de la naturaleza que siempre había sido, siempre se había mostrado entusiasmado por visitar los montes y montañas que le rodeaban, y en alguna que otra ocasión había tenido la oportunidad de visitar la montaña en cuestión en compañía de Clerval padre e hijo, este último siendo el menos entusiasmado por la escalada. Por su cuenta nunca se había aventurado a una expedición más allá de aquellas montañas que rodeaban su Ginebra, pero en aquel momento la montaña blanquecina le llamaba más que nunca.

La razón, no la compartiría nunca con nadie.

“Déjale irse.” El comentario vino desde la puerta de la vivienda de los Frankenstein, donde Alphonse observaba a su hijo con ojos juiciosos, pero no especialmente contrariados. “Es la primera vez que le apetece hacer algo que no sea tirarse al sol. Da la suerte de que ninguno de mi hijos es tonto, o al menos eso quiero yo creer, y si este decide que se quiere ir a la montaña, que se vaya, con tal de que se acuerde de volver después.”

A pesar de las quejas y rechistes de Elizabeth, dada la bendición del patriarca de la casa, nadie se interponía en el camino de Victor. De modo que de los establos de la casa se procuró una montura y, sin más despedida que una promesa de pronto retorno, allá se fue, levantando el polvo del camino con el galope su fiel yegua Troya.

Con la conquista de la cumbre del Mont Blanc apenas unos años atrás, 1786, y el creciente interés de su compatriota ginebrino De Saussure en la investigación de la montaña, era el momento idóneo para planificar una ascensión al pico.

En teoría.

En la práctica, con la precipitada salida de Victor, su debilitado estado físico del que no se había dado cuenta siquiera, el hecho de que escalar una montaña de 4000m de altitud no es algo que se pueda ni deba hacer sin preparación y que de repente los cielos rompieron a llover a media excursión, fue al poco del caer la noche que Victor tuvo que rendirse en su intrépido viaje y buscar algún lugar en el que resguardarse de la lluvia. Habiendo dejado atrás cualquier tipo de población y con un buen trecho hasta la siguiente, habiendo optado por seguir la ruta de montaña, Victor decidió que su mejor opción era encontrar cobijo bajo cualquier recoveco excavado en la propia ladera de la montaña, y una cuevucha encontró tras un buen rato pasado por agua, en la cual encendió un fuego para calentarse e intentar poner a secar su ropa y preparó sus aperos para la noche, bajo la mirada de reproche de Troya, claramente descontenta por haberse mojado las orejas bajo la lluvia.

Contemplando la danza candente del fuego y todo lo que en su vida le había acabado llevando hasta ese punto concreto en el espacio y en el tiempo, Victor Frankenstein llegó a una conclusión:

“Soy imbécil.”

Y la respuesta, que tenía la aspereza del crepitar del fuego, que sonó tan atronadora como el sonido que acompaña al rayo, fue la risa de aquel que esperaba a Victor.

Haciendo entrar en pánico a Troya, que trató de liberarse de sus riendas atadas; provocando que el pulso de Victor se detuviera a la vez que el vello en su cuerpo se erizara; eclipsando la poca luz que podía entrar por la apertura de la cueva, una figura bloqueaba la entrada. Sus rasgos brutos y mayoritariamente rectilíneos, aquellos que Victor había clasificado como los más hermosos, en una cara tan fría e inexpresiva como aquella noche en la que su cuerpo había cobrado vida.

Por primera vez desde aquella tormenta tanto tiempo atrás, frente a frente se encontraron creador y criatura.

“Eres real.”

“Sí.”

“No eras una pesadilla. Ni una alucinación. Ni un fantasma. Eres real. Yo te creé. Te di vida...”

“Y tan pronto conseguiste dármela, te desinteresaste de ella. Me abandonaste y me arrojaste a la calle.”

“Mi recuerdo de aquella noche es bastante distinto. Entre en pánico, corrí a esconderme y cuando volví en mí mucho tiempo después, tú te habías ido con tus propias piernas.”

“Tú me rechazaste.”

“Ojalá haberlo hecho apenas un minuto antes. Mi hermano aún viviría entonces.”

“Vamos a hablar, padre. Hablemos, y escucha mi historia, y después de eso entenderás que el único culpable de esta tragedia eres tú.

Demasiado agotado como para lanzarse a apuñalar a la criatura, sabiendo que aquello sólo resultaría en su muerte inmediata, Victor no tuvo más opción que sentarse a escuchar la historia de aquella monstruosidad.

Cómo, después de haber escapado del laboratorio de Victor, había vagado sin rumbo por las calles de Ignolstandt hasta que había sido descubierto y exiliado de la ciudad a base de pedradas. Un destino similar le perseguía allá a donde tratase de huir, siendo rechazado por todo humano o animal que se encontraba en su camino, aterrando a toda criatura con su apariencia monstruosa. Sin terminar de entender cómo había cobrado vida, encontrándose de repente en un cuerpo tan grande y aparatoso como aquel, sin un hogar o una familia o ningún recuerdo más allá del de un hombre llamado “Frankenstein”, todo lo que la criatura podía hacer era luchar por su supervivencia mientras trataba de comprender la razón de su existencia, cuando todo el mundo parecía rechazarla de forma tan severa.

Se alejó de las grandes ciudades y las poblaciones en general, trató de esconderse entre los bosques y senderos. Echó a caminar hacia el oeste, quién sabe dónde, simplemente lejos, donde no encontrase gente. Su ruta le llevó con el tiempo a la Selva Negra, donde pudo esconderse entre sus abetos y recoger de la tierra la suficiente comida para sustentarse. Allí le fue bien, oculto seguro y a salvo, pero él aún ansiaba algo más een aquella existencia tan vacía.

Continuando su viaje hacia el oeste, cerca de la frontera con Francia, encontró la criatura una pequeña casita rural en la que habitaba una familia humilde: Un hombre y una mujer, hermanos; su anciano y ciego padre; y la prometida del hombre, una mujer oriental. Oculto en el bosque, sin que los habitantes de la casa se dieran cuenta, la criatura se mantuvo a su lado observándoles durante meses. De ellos, según enseñaban a la oriental a manejarse en su idioma, aprendió la criatura la lengua, y aprendió a leer y a escribir. Aprendió lo que era una familia, y cómo se ayudaban los unos a los otros. Aprendió lo que era ser humano. Y comenzó a ansiar con todas sus fuerzas tener lo que aquella gente tenía.

Comenzó a ayudarles a escondidas, manteniendo siempre la distancia mientras cortaba leños para hacer su invierno menos frío o se aseguraba de que hubiera siempre comida en su cocina. Desde lejos observó a la familia deseando formar parte de ella, poder sentarse a su mesa y comer del mismo pan que ellos.

A fin de cuentas, él también era humano. Tenía que serlo, ¿no? ¿Qué iba a ser, si no? Ahora que había comprendido cómo funcionaban los humanos, ahora que los entendía y que sabía cómo actuar, no debería sufrir el mismo rechazo que había sufrido anteriormente, sin importar qué tan horrenda pudiera ser su apariencia.

De modo que, armándose de valor, finalmente un día decidió llamar a la puerta de la casa, aprovechando una tarde que el anciano estaba solo. El hombre le recibió con amabilidad, y aún más cuando la criatura se desveló como aquel que había pasado todo el invierno ayudando a la familia. La criatura le explicó que había sufrido el exilio en la ciudad, y que añoraba poder tener un lugar al que llamar “hogar”. Rogó al hombre que le aceptase entre ellos, que le incluyese en su familia.

Pero antes de que nada de aquello pudiera ocurrir, los hijos del anciano volvieron a la casa. Y al ver a tal aberrante criatura tratando de engañar a su padre, no lo pensaron un segundo antes de atacarle para echarle de su casa, para salvar a su padre, para proteger su familia.

Una vez más, la criatura se vio obligada a huir y dejar atrás la humanidad. La misma humanidad que no podía verle más que como un monstruo, como un peligro. Huyó al bosque de nuevo, donde se deshizo en lágrimas de rabia y de desesperación pura, al saberse odiado por aquellos que él había aprendido a querer durante aquellos fríos meses de invierno.

El anciano no le había rechazado en un primer momento, porque había sido incapaz de ver su apariencia monstruosa. Habían sido sus hijos, al verle, al creerle un monstruo en vez de humano, los que le habían rechazado. Era por su apariencia que el mundo le rechazaba. Aquello era lo único que no le hacía “ser” humano, su aspecto.

Y sabía perfectamente quién era el culpable de aquello. El mismo creador que había le había rechazado desde el momento de su nacimiento, su “padre” que había huido en pánico en cuanto sus ojos se habían abierto por primera vez. Se puso una meta a sí mismo: Encontrar a su creador, rogar su ayuda, pedirle que le construyera un cuerpo nuevo, o que cambiase el que ya tenía a uno más humano.

Con eso en mente, y sin ninguna pista sobre cómo encontrar a su creador más que el nombre de “Frankenstein”, comenzó su búsqueda.

Y tras varios meses de búsqueda, un día llegó a dar con un niño que jugaba sobre una colina. Apareciendo el chiquillo sin previo aviso y tomándole por sorpresa, la criatura apenas tuvo tiempo de esconderse antes de que el niño le descubriera. De su experiencia con avistamientos anteriores, la reacción usual solía ser que la otra persona se echase a gritar, a llorar, a rezar o cayera en redondo al suelo. Extrañamente, ese no fue el caso con el niño. En esta ocasión, el pequeño se limitó a observar a la criatura con ojos curiosos.

“¿Qué eres?”

“Un hombre.”

“Tienes la piel fea y los ojos raros. Eres muy grande y eres muy feo. ¿Eres un monstruo?”

“No. Soy humano.”

“Mentira. Los humanos no son así. ¿Tienes un nombre?”

“No.”

“¿Tu mamá no te puso uno?”

“Deberías estar aterrado de mí. ¿Por qué no lo estás?”

“A ver, eres feo, pero ya está, no es para tanto. Aunque Elizabeth siempre me dice que no tengo que hablar con extraños, así que quizá no debería hablar contigo. No sé. Oye, ¿por qué no tienes nombre? ¿Quieres saber el mío?”

El niño, inocente él, no parecía tener ningún tipo de odio ni miedo hacia la criatura. Apenas curiosidad. Eso causó impresión en la criatura, que creía que no había humano en todo el planeta que no fuera a odiarle sólo de un vistazo. Quizá, tal vez, los niños eran distintos. Aún incorruptos por el mundo, quizá su visión no estaba empañada por el perjuicio. Quizá...

“¡Me llamo William! ¡William Frankenstein!”

La criatura no fue consciente de cómo sus manos se habían aferrado al cuello del niño hasta que no escuchó el chasquido del hueso al partirse.

Asustado por sus propias acciones, soltó al niño y se alejó de él rápidamente, aunque sus ojos aún observaban el cadáver con completo pánico.

Algo había explotado en su interior al escuchar aquel nombre. “Frankenstein”. Su creador, su padre, aquel que le había dado vida. Y aquel que le había condenado a aquella apariencia monstruosa. Su enfado, repentino e incontrolable, le había hecho actuar antes de que pudiera entender sus propias emociones.

“Una mera coincidencia que resultase que aquel pobre niño de hecho estuviera emparentado contigo. Pero una coincidencia que te ha traído hasta mí, y que ha permitido nuestra reunión.” La criatura hablaba con rostro impasible, completamente ajeno al horror reflejado en la cara de su creador. “Tal vez sea un acto de algún Dios benevolente.”

“¿Dios? ¿De qué Dios me hablas? Una criatura como tú no conoce Dios alguno.”

“Conozco uno al menos, aquel hombre lleno de hybris que trató de proclamarse Dios a sí mismo con el milagro de la creación. ¿Qué se siente al caer el cielo, Ícaro? ¿Cómo soportas el dolor de tus entrañas siendo consumidas por los buitres, falso Prometeo?”

“El único dolor que siento en mis entrañas es el del luto por mi hermano, William, y la inocente Justine que murió ahorcada por tus actos. Acúsame de querer ser un Dios falso, pero al menos yo soy humano. Tú, tú eres meramente un error de una mente enloquecida, por brillante que sea la mente. Tú, eres un asesino. Aberrantes que sean mis actos, que lo son porque a ti te dieron vida, al menos considero preferible darla que quitarla. ¿Te crees en capacidad de cuestionarme cuando son tus[/i] manos las que han acabado con un niño inocente?[/i]”

“Te crees tú capaz de darme lecciones de moral, cuando es tu crueldad la causante de tus propias desgracias. Me diste la vida sólo para abandonarla. Para dejarme perdido en un mundo que sabías que no iba a aceptarme.

>>Pero suficiente. No, padre, no he venido a discutir contigo. Ya he aceptado que este mundo al que me has traído no es para mí, ni yo soy para él. Admito, que soy un monstruo, únicamente en el más humano de los sentidos, pues soy un peligro para ellos cuando al partir el cuello de un niño no siento culpa alguna. Mi deseo de aquel entonces, el de rogar porque hicieras mi apariencia más humana para poder vivir entre los hombres, se esfumó en aquel momento. No, ahora quiero pedir otra cosa de ti. Hazlo, cumple mi petición, y no volverás a saber de mí.

>>Me has dado el milagro de la vida, pero en ello me has condenado a la misma. Si las gentes me rechazan por esta mi apariencia, entonces deseo tener a alguien que no se asuste de ella, alguien con quien compartir el rechazo, y con quién compartir mi vida.

>>Deseo una compañera. Quiero sentir el mismo amor que calienta el pecho de las otras criaturas de este mundo; el mismo que tú sientes, nunca por mí, siempre por tu familia, por tus amigos... Por Elizabeth, por Henry.

>>Crea una mujer con la que yo pueda compartir mi vida. Hazlo, y ella y yo desapareceremos. No necesito nada más, sólo con la compañía de otra criatura me sentiré completo, con saber que no estoy solo en este mundo. No volverás a saber de mí. Podrás fingir que todo esto es una ilusión de tu enloquecida mente, podrás ignorar la idea de mi existencia como llevas haciendo hasta ahora.

>>Pero si no lo haces. Si no lo haces, Victor Frankenstein, me aseguraré que sientas el mismo dolor que yo siento. La misma soledad, la misma desesperación. Haré que la humanidad entera te rechace por los crímenes que has cometido al crearme a mí. Haré que te reconozcan como el monstruo que verdaderamente eres.

>>Y me aseguraré de matar a todos y cada uno de tus seres queridos. El pequeño William fue un accidente. Pero ya no habrá más accidentes en el futuro.

>>¿Me he hecho entender?”

“Quieres... Quieres que castigue a este mundo con una monstruosidad igual que tú.”

“No. Quiero no estar solo en este mundo.

>>Por ello, trae a la vida a mi compañera, para que ella permanezca a mi lado.

>>Mientras que no lo hagas, yo siempre permaneceré junto a ti. A cada paso que des, yo iré detrás. Cada sonrisa que hagas, yo me encargaré de borrarla. En tu noche de bodas, yo estaré contigo, esperando el momento oportuno para arrebatátelo todo. No permitiré que pase un solo día sin que me recuerdes, y recuerdes con ello el mayor de tus errores.

>>Así que, no vuelvas a cometer un error.”

Después de aquel encuentro, Victor volvió a sumirse en uno de sus ataques de delirio. Cómo regresó a su casa, ni él mismo lo sabe, y fue Ernest el que le recogió de su caballo cuando llegó colapsado sobre el mismo a la casa en mitad de la noche del día siguiente. Una semana pasó entre balbuceos indescriptibles, llantos inconsolables y el ocasional grito desgarrador que desvelaba a todo el mundo en la casa al oírlo.

Pero después de esa semana, volvió la lucidez a su cuerpo.

“No sé en qué estaba pensando, queriendo escalar el Mont Blanc por mi cuenta.” Le comentaba a Elizabeth, recostado en su cama aún entre sudores y con un paño húmedo sobre su frente.

“Dudo que estuvieras pensando.”, fue la respuesta. “Victor. No sé qué pasó en Ingolstadt... Pero tengo la sensación de que algo ha cambiado desde tu vuelta. Sé... sé que están siendo tiempos difíciles. Pero, te lo ruego, deja de tratar de lidiar con esto por tu cuenta. Deja que el resto de tu familia comparta también tu dolor. Sanemos todos juntos.”

“Soy yo el que tiene la fiebre, Elizabeth. A pesar de tu enorme altruismo, dudo que seas capaz de descubrir una manera de compartir eso.”

“Tal vez eso no sea capaz de compartirlo. Pero puedo permanecer a tu lado.”

Yo siempre permaneceré junto a ti.

“En la salud y en la enfermedad. En la pobreza y en la riqueza. Para siempre, hasta que la muerte nos separe.”

En tu noche de bodas, yo estaré contigo.

“Victor, por favor. Permíteme estar a tu lado. Hagámoslo. Casémonos, celebremos, riamos, y podremos-”

“¿Puedes por favor mandar llamar a Clerval? Tengo que hablar con él.”

Victor no fue capaz de ver las lágrimas de Elizabeth cuando ella salió de la habitación, demasiado centrado estaba en las ideas de su propia mente, increíblemente lejanas a la mujer que sollozaba.

Lejanas sus ideas, porque lejos era donde él quería estar. Lejos de su familia, todo lo lejos posible para que aquel monstruo no pudiera hacerles daño.

Tras un tiempo, llegó Henry. Y las palabras que Victor pronunció, no podía esperárselas nadie.

“Vayámonos a la India.”

“¿Qué?”

“Primero a Inglaterra. Allí buscaremos un barco a la India. Siempre has querido ir, ¿cierto? Pues vámonos.”

“Victor, cálmate. La fiebre habla por ti. Necesitas recuperarte y volver en ti. Tu familia te necesita, y Elizabeth-”

“Necesito irme de aquí.”

No hubo más discusión al respecto, al menos no con Henry. La familia de Victor se mostró muy en desacuerdo con su repentina propuesta de viaje, especialmente Elizabeth, que una vez más rogó a Victor que no se separase de su lado, que por favor recapacitase y se diera cuenta de qué era lo verdaderamente importante... Luego su ira se volvió contra Clerval, al que culpó de la decisión de Victor, objetando que le había metido ideas raras estando en un momento vulnerable.

Aquella fue la última pelea entre Henry y Elizabeth, pero fue la más brutal de todas ellas. Elizabeth le echó en cara que nunca mirase por el bien de Victor, que siempre le permitiera hacer todas sus locuras e incluso que fuera él el instigante de ellas. A cambio, Henry recriminó la obsesión de Elizabeth con atarse a Victor, con querer siempre retenerle y mantenerle a su lado,

Incapaz de decir nada, Victor sólo observó la pelea, como si los que se gritaban entre sí fueran para él dos completos extraños, y no aquellos por los que su corazón se dividía.

Al final, cualquier súplica de Elizabeth fue inútil, y a la semana siguiente Victor y Henry partían hacia Inglaterra. A pesar de lo extraña y repentina que había sido la petición de Victor, el entusiasmo de Henry por cumplir su viejo sueño de viajar a la India se había disparado, y el hombre apenas  podía mantenerse quieto durante su travesía.

“Cuando desembarquemos”, comentaba Victor, “, dejo en tus manos la tarea de encontrarnos pasaje a la India. Uno de mis viejos profesores de Ingolstadt se retiró a una villa cercana a la zona... Tenía intención de visitarle... Apenas me llevará unos días, a lo sumo.

“¿Eh? Puedo acompañarte, si lo deseas. Quizá no compartamos las mismas pasiones en el ámbito académico, pero cualquier profesor al que tú decidas prestar atención tiene que ser una eminencia... No me perdería una de sus lecciones.”

“Nada de lecciones, apenas será una visita informal... Y, de todas formas, si hubiera de discutir con él sobre cualquiera de sus antiguas lecciones, tú no ibas a enterarte de la misa la media. Tu mente es brillante, amigo mío, pero en otros términos. Ah, pero si deseas oírme hablar de medicina, puedo hacerte una larga explicación sobre los últimos avances en neurología y la disección del cereb-”

“No gracias.”

Asustándole a base de amenazas sobre largas charlas de medicina, Victor consiguió desviar la atención de Henry sobre aquel asunto. Aunque las dudas de su amigo volvieron cuando, una vez desembarcados finalmente en tierras inglesas, Victor insistió que debía ir a visitar a su muy querido profesor.

“Volveré a tu lado en unos días, Henry. Y después partiremos hacia la India. El viaje será largo y en su discurso podremos disfrutar de nuestra compañía mutua. Una vez lleguemos allá, el mundo es nuestro para hacer lo que tú desees.”

“¿Y después? Quién sabe si quizá me enamore de ese lugar y sus gentes, sus tradiciones y costumbres. Quizá quiera quedarme allí por siempre. Pero tú...”

“Pero yo, he de volver. Y en el momento en el que vuelva a Ginebra, pienso al fin poner fin a la larga espera de Elizabeth.”

“Oh.”

“Es el tipo de amor que ella espera de mí. Tu sueño es viajar a la India. El suyo, unirse a mí en matrimonio. No dudes ni por un solo instante que-”

“No lo dudo. No lo dudo, porque estás aquí, conmigo, y sólo tengo que extender mi mano para rozar tu piel. No lo dudo porque conozco el ritmo con el que tu corazón late, y cómo al combinarse con el mío, se crea la melodía perfecta. De igual forma, no dudo que serás un marido estupendo. Para Elizabeth. Pero, ¿es esto lo que realmente deseas, am-, amigo, mi buen amigo? La India es mi fantasía, el matrimonio es la de Elizabeth. ¿Qué hay de ti? Si hablas de sueños, ¿cuál es el tuyo?”

“Mi sueño, Henry, se cumplió en Ingolstadt.”

Desde entonces, vivo en una pesadilla, le faltó por decir, pero aquellas palabras se quedaron encerradas en el silencio, igual que tantas otras que ambos hombres hubieran querido intercambiar. Una despedida y un fuerte, firme, abrazo, y Henry Clerval se alejó en dirección a su muerte.

Victor Frankenstein, por su cuenta, tenía otras cosas por hacer. No visitar a ningún profesor suyo, desde luego, apenas se acordaba de los rostros y nombres de aquellos carcamales que tanto se habían carcajeado a su costa. Victor tenía su propio plan, en un islote no demasiado alejado de la costa, donde antaño habían vivido viejos amigos de su padre. Tras la muerte de prácticamente toda la familia a causa de la enfermedad, la única hija superviviente había abandonado la villa entre lágrimas para ir a casarse con un hombre que pudiera mantener sus extravagantes gustos, y la villa había quedado abandonada y lista para que alguien a quién no le importase viajar en barco frecuentemente la reclamase para sí.

Esa fue la suerte de Victor, que convenció a un pescador de que le acercase al islote a cambio de algunas monedas, y allí se bajó listo para cometer, una vez más, el crimen más nefasto y horrendo que un hombre puede cometer.

La criatura había pedido de él una compañera. Con esa condición, se alejaría de él y de su familia, del resto del mundo. Estaba claro que, de haber una posibilidad de poder deshacerse del daemon, aquella iba a ser la mejor que Frankenstein iba a encontrar. Así que, con su instrumental en mano y recordando muy a su pesar los pasos para realizar la peligrosa operación, se puso manos a la obra.

Después de abrir la puerta de la casa con un ladrillo, claro está.

Y de desenterrar del patio trasero los cuerpos de la fallecida familia. Desafortunadamente, la hija superviviente había sido la menor, la más joven, con apenas unos años más que el propio Victos. Pero tenían otra hija. Y la madre allí descansaba también. Y el servicio de la casa, no tan lejos, aunque en mucho peores condiciones, pero aún pudieran reciclarse partes de ellos para el cuerpo de la segunda criatura.

Camisa remangada, botas llenas de barro y el olor ya más que familiar de la podredumbre en el ambiente, Victor comenzó a trabajar desde el primer minuto, sin permitirse ningún tipo de descanso. Cuanto antes acabase con aquello, antes terminaría la pesadilla.

El cansancio físico, y mental, de aquello, no tardó mucho en pasar factura a Victor, sin embargo. Eso, y el horror que sentía con cada una de sus acciones. Donde con su primera creación la curiosidad científica le había dotado de una fuerza hercúlea para llevar a cabo su trabajo imposible, el terror del conocimiento de lo que estaba por venir hacía que las pocas fuerzas que tenía fueran disminuyendo a cantidades abismales cada vez que su aguja perforaba piel o su escalpelo la cortaba.

El hecho de tener que donar su propia sangre para la nueva criatura, siendo que no podía depender de la morgue de la universidad para ese tipo de recursos, tampoco ayudaba demasiado. No pasaron muchas horas hasta que rompió la fiebre, y desde allí todo fue a peor en lo que Victor realizaba su cirugía.

A pesar de las amenazas del monstruo, una voz en la cabeza de Victor le rogaba que no terminase a aquella criatura. Le decía lo muy peligroso que era aquello, planteaba mil cuestiones en su cabeza.

¿Quedaría el daemon verdaderamente satisfecho por aquello? ¿Cumpliría su promesa de desaparecer para siempre? ¿Mataría a Victor una vez tuviera lo que quería? ¿Exigiría más de él? ¿Le gustaría su compañera, la rechazaría? ¿Su compañera aceptaría vivir con él para siempre? ¿Y si la mujer daemon tenía sus propias intenciones y aspiraciones? ¿Y si no se llevaban bien, y si el monstruo quedaba insatisfecho por ello? ¿Y si, aunque le estaba creando un cuerpo femenino la nueva criatura resultaba ser varón, aceptaría el daemon a la segunda criatura como compañía? ¿Y si directamente esta criatura mataba a Victor? ¿Y si escapaba antes de que pudiera llevarla frente al daemon? ¿Y si llegaba a tierra y encontraba a Henry? ¿Y si mataba a Henry? Es culpa mía que William muriera y voy a causar la muerte de Henry de la misma manera. ¿Y si el monstruo se hacía público, y comenzaba a aterrar a la población? ¿Y qué pasaba en el caso de que ambas criaturas se aceptasen mutuamente, qué las detenía en aterrorizar al mundo entero en unísono? ¿Y si aquellas cosas eran capaces de criar más engendros como los suyos? Todo esto es culpa mía, todo, todo, TODO, TODO. Las criaturas son demasiado imprevisibles, pero quizá pudiera criar a esta por un camino mejor que el que el daemon había decidido llevar. Pero, no, no quería hacer eso, simplemente quería deshacerse del daemon veteveteveteveteveteVETEVETEVETEVETE MUÉRETE ¿Soy yo el que se tiene que morir, es el daemon? Esta cosa no puede vivir no puedo dejarle vivir no puedo permitirlo no puedo dejar que William-, William, lo siento William esto es culpa mía y Justine y todo, todo, por qué, por qué estoy haciendo esto ¿POR QUÉ? Tengo que deshacerme de esta cosa, esta cosa no puede vivir nunca ha estado viva Nunca tendría que haber creado al daemon ¿Por qué se me permitió hacer eso, por qué se me dio este conocimiento? Madre. La criatura no puede vivir ninguna de ellas debe vivir MATA ¿Puede considerarse muerte si nunca ha llegado a estar vivo? ¿Dónde está Henry? ¿Qué pasa si lo hago? Tengo que hacerlo. No puedo dejar que viva. MUÉRETE MUÉRETE MUÉRETE. Tengo que deshacerme del daemon. Esto no está bien. Es culpa mía, esto es culpa mía. ¿Y qué pasa si esta criatura no consiente que haya vendido su compañía al daemon? ¿Y si es sensible e inteligente? No puedo arruinar su vida. Es un monstruo. Ya he arruinado muchas vidas. Justine. Tengo que solucionar esto. No puede vivir. No puedo ceder. Tengo que matar a la criatura.

Antes de que pudiera darse cuenta de que lo estaba haciendo, Victor se encontró apuñalando el cuerpo a medio construir. En un momento de pura desesperación, la mente perdió control del cuerpo y se ensañó con el cadáver, causando una sangría con su propia sangre donada, destrozando carne y hueso según volcaba en aquella criatura todo el horror que le había atormentado desde el momento en el que el daemon había abierto los ojos.

Acabó Victor en el sueño, sollozando sin fuerzas, cubierto de sangre de pies a cabeza y rodeado de entrañas, carne y músculo destrozado. Quisiera o no, jamás podría acabar aquella creación. Nunca podría volver a cometer el mismo crimen que le había puesto en aquella situación. Era simplemente imposible.

Y al entender lo que eso significaba, Victor no pudo más que llorar, arañar su propia piel y abrir en ella caminos de carmesí; golpearse contra las paredes en un intento vano de calmar su mente, destrozar la habitación entera volcando estanterías con una fuerza que ni él mismo se esperaba, arrancando páginas de libros o incluso partiendolos por la mitad, tirando cada pieza de instrumental al sueño sin importarle las esquirlas de cristal, hasta que una le saltó a la mejilla, abriendo un profundo corte, y eso hizo que su ataque de ira remitiese para volver a caer al suelo en un ovillo de llantos y sollozos.

Cuando sea que fuere que Victor volviera en sí, quién sabe si de inmediato, a la hora, o tres días después, al ver el estado de la habitación, todo lo que escapó de sus labios fue un único y triste gemido.

No podría cumplir la petición del daemon. Eso significaba que sus seres queridos iban a pagar el precio.

Empezando por Henry.

Su cuerpo se movió como el de una marioneta, dirigida por hilos invisibles de los que él no tenía ningún control, mientras que recogió como pudo los restos aún salvables de la barbarie que había cometido con aquella mezcolanza de cuerpos, metiéndolos en una saca que llevó consigo mientras salía de la casa.

Debía volver a tierra, de forma inmediata. Debía encontrar a Henry y advertirle del peligro. Incluso si no le creía, incluso si le pensaba loco, incluso si al conocer la verdad le odiaba para siempre, Henry iba a ser la primera víctima, y Victor no podría seguir adelante si se sabía culpable de la muerte de su amigo.

En el mismo muelle en el que había llegado a la isla vete a saber cuánto tiempo atrás (imposible de saber, puesto que había perdido toda percepción del tiempo en cuanto se había centrado en su trabajo), había un pequeño barco de remos. Que, en su momento, Victor había pensado “Ah, sí, este barco de remos y yo contra el universo entero, ¡adoro remar!, será un viaje largo pero podré usarlo para llegar a tierra sin llamar la atención de nadie”. En aquellos momentos, la presencia de la pequeña barca parecía un insulto directo a Victor.

Cargó en la barca el saco, se cargó a sí mismo, y echó a remar en dirección a la tierra que se veía en el horizonte. Vagamente, se veía vagamente en verdad, porque era noche cerrada, más oscura que la boca de un lobo, y caía la lluvia como si los cielos se hubieran echado a llorar por la tragedia que estaba resultando ser la vida de Victor Frankenstein.

Pero eso no importaba, porque él tenía que llegar a tierra y tenía que encontrar a Henry. De modo que echó a remar.

No tardó ni cinco minutos en darse cuenta de que aquello iba a ser poco menos que imposible. Enfrentándose a la lluvia, que comenzaba a convertirse en tempestad, la fuerza con la que él podía llegar a remar no tenía efecto alguno en el rumbo de la embarcación. Arrojó en cuanto se alejó de la costa el saco con el resultado de su nefasto intento de crear una segunda criatura, deshaciéndose de las pruebas o de los restos en caso de que a alguien se le ocurriera intentar replicar sus pasos, confiando en que el fondo marino se encargaría de borrar toda evidencia.

Y al tirar el saco al agua, se dio cuenta de algo preocupante, y era que su barca improvisada estaba haciendo aguas. El grito de frustración que lanzó hubiera podido escucharse bien en la distancia, de no ser por el retumbar de un trueno que lo camufló entre la tormenta.

Rindiéndose en cualquier intento de dirigir el barco, se afanó en tratar de achicar el agua como bien (mal) pudo, pero el vaivén continuo de la barca entre las olas enfurecidas, el peso del diluvio cayendo sobre él, y la extenuación a la que había sometido su cuerpo durante los últimos días hicieron de su tarea algo bastante ineficiente: Ese barco iba a hundirse, hiciera Victor lo que hiciera.

Así que Victor se rindió. Se dejó caer sobre el suelo de la barca, cruzó los brazos y lanzó a los cielos una última mirada de desafío, mientras que el agua comenzaba a subir.

Que cómo fue que volvió a abrir los ojos de nuevo, es un misterio que desafía toda lógica.

El caso es, que lo hizo. Aún empapado con el agua marina y sintiendo la irritación de la arena en el interior de su ropa, aún manchado con las salpicaduras de sangre que el agua no había logrado quitar y oliendo a muerte.

Pero estaba vivo. Y, bajo techo. Reposado sobre una cama incómoda en una habitación incómoda, con la luz de la mañana filtrándose entre los barrotes de la ventana de su celda.

Celda, porque Victor tardó poco en darse cuenta de que estaba encerrado. Y al mirar en todas direcciones, tratando de encontrar una pista sobre qué era lo que había ocurrido, cómo había llegado hasta allí y quién le tenía apresado, encontró que una de las paredes de la habitación eran meramente barrotes, y al otro lado vio que montaban guardia dos alguaciles, uno de ellos vigilando con curiosidad al extraño tipo que habían pescado en la costa.

“¿Dónde estoy? ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué ha sido de mí?”

“Oi ya bastard, what are you mumbling’ ‘bout? Speak loud and do it in the King’s tongue, for God’s sake!”

De alguna forma, había llegado a costas inglesas. Aún bastante desubicado por su situación, trató de hacerse entender con los guardias de forma que uno de sus rangos superiores acudiese a verle, a fin de explicar mejor su situación.

“¿Tu nombre es?”

“Victor Frankenstein, de Ginebra, Sir.”

“Lejos de casa, ¿eh? ¿Qué hace un ginebrino por aquí?”

“Buscaba pasaje para viajar a la India, Sir. Soy estudiante de Lenguas Orientales en Ingolstadt. Quería experimentar la cultura en mis propias carnes.”

“Hm. Bueno, pues por ahora no te vas a ir a la India, ni a ningún otro lugar. Te encontramos en la playa medio muerto y lleno de sangre. ¿Alguna explicación para eso, muchacho?”

“Ninguna que yo pueda darle. Tuve un accidente en altamar, naufragué. En cuanto a la sangre... Será mía, posiblemente.”

“Mira por dónde que lo dudo. Tú vas a acompañarme. No eres el único cuerpo varado en la playa que nos hemos encontrado, y algo me dice, mi viejo instinto de detective, quizá tú sepas algo... ¡Abridle la puerta! Y no os preocupéis que este no se va a ninguna parte... Que casi no se puede tener en pie.”

Siguiendo a aquel hombre, Victor descubrió que no estaba en un calabozo cualquiera, sino que aquel sitio parecía una oficia en condiciones, y había tenido la suerte de haber sido rescatado por las fuerzas del orden. Escuchaba sólo a medias al hombre parlotear para sí sobre quién fuera que fueran a ver, pero a Victor le costaba mantener la concentración. Una fuerte migraña le avisaba de que su cuerpo estaba al borde del colapso, y podía sentir en él todos los síntomas de una de sus infames fiebres, de esas que le mantenían en cama durante días gritándole a la nada y sufriendo delirios.

No se dio cuenta de nada, pues, hasta que no leyó la placa de mármol sobre la puerta de la habitación en la que entraron, donde ponía “Capilla”.

Y allí le encontró. Rizos oscuros enmarcando un rostro sereno de ojos cerrados y una sonrisa leve en la cara como si estuviera en paz, pero que no enseñaba esos tan atractivos hoyuelos en los que Victor se había perdido tantas veces. Su cabeza reposaba en un lecho de flores , algunas de ellas adornando su cabello, el resto de su cuerpo confinado en una caja de madera oscura y restrictiva, ajustada al ancho de sus hombros y al largo de sus piernas.

El recuerdo de la noche anterior apareció en la mente de Victor. La sensación de ahogo producida por, bueno, el estarse ahogando en el agua del mar, el cansancio de sus músculos al intentarse mantener a flote mientras la marea le acercaba la orilla, al fin, después de tanto tiempo varado en el mar. La oscuridad de la tormenta partida por un rayo, el sonido del trueno posterior sacudiendo sus huesos. Arena, al fin, escurridiza y áspera, desesperación mientras sus uñas se hundían en ella, mientras trataba de salir del agua, y una voz.

Una voz distante, tan lejana, y que hubiera sido imposible de escuchar en cualquier otra circunstancia entre lluvia y trueno, pero que él era incapaz de ignorar, porque era la voz que pertenecía a la única persona invadiendo su mente.

El cansancio no era suficiente para poder con él. Tenía que verle, tenía que avisarle, tenía que salvarle, del monstruo, la criatura, el daemon está-

Pasos apresurados en la arena, un golpe cuando sus rodillas impactaron contra el suelo, junto a él, la calidad de unas manos contrastando con el frío del mar y la desdicha, el abrazo amable y familiar, ojos oscuros llenos de preocupación y rizos que se rebelaban incluso ante el peso del agua.

“¡Pensaba que-

desparecido

barco que

¿¡Dónde...!?

¡Dicho nada!

¿Qué ha...?

Victor

... por favor.

¡VICTOR!

... conmigo...”

Al borde de la inconsciencia, con un rayo impactando en la distancia, con una chispa de luz, se encontraron dos pares de ojos. Uno de ellos, se mantuvo en el hombre que tenía en brazos. El otro, se perdió en la distancia, detrás, en aquella figura oscura.

Cerca.

Cada vez más.

Está aquí.

Ha venido.

Y no puedes hacer nada para evitarlo.

“... huye.”

“¿Qué?”

“De... él...”

Y en el momento en el que aquel par de ojos oscuros abandonaron a su amigo, en el momento en el que giró para ver detrás de él, y en el momento en el que el horror pintó su rostro, fue el momento en el que, en aquella playa, Henry Clerval perdió la vida, y con ella, Victor Frankenstein perdió la razón para conservar la suya.

Frente al ataúd de Henry, en un instante mudo, al siguiente gritando como si un buitre devorase sus entrañas, Victor Frankenstein sintió cómo su alma se partía en dos y una mitad se perdía para siempre. Su cordura, la poca que le quedaba, escapó de entre sus dedos cuando él cayó de rodillas sobre el suelo de mármol, y en el golpe de él salieron y por el suelo se desperdigaron todas sus emociones más allá de la ira, la tristeza, la desesperanza; y nunca más volvieron a encontrarse.

En aquella ocasión, el ataque de histeria de Victor alcanzó magnitudes que superaban infinitamente a los ataques que había tenido en el pasado.

Pasó semanas llorando, gritando y perdiendo la cabeza. Sin comer, sin dormir, sin nada más que gritar hasta que perdió la voz y aún así continuó con ello. Al sótano le llevaron, a lo más profundo del calabozo, y allí le encerraron, encadenado a una pared de la que no se movió hasta que, mucho tiempo después, un médico acudió a él para corroborar su muerte. Pero aquel hombre, su cuerpo al menos, no estaba muerto. Su corazón destrozado aún seguía latiendo, cada bombeo siendo una puñalada de dolor en el pecho de su dueño; y su respiración aún dificultada por más razones de las que se pueden nombrar seguía manteniéndole con vida.

Sólo con una sedación potente y diaria lograron que aquel loco descansase al fin, manteniéndole aturdido y atontado para que no pudiera volver a gritar, forzándole a comer y a beber y dejando que su cuerpo tratase de reponerse de la fiebres que nunca le abandonaban.

Un mes pasó hasta que alguien logró arrancar una palabra de los labios del hombre: “Henry”. Y más semanas pasaron hasta que al fin consiguieron, a pesar del dolor, del cansancio y de la droga, arrancarle poco a poco información sobre quién era el muerto, qué relación tenía Victor con él, y dónde estaba su familia para poder informarles de la muerte del muchacho. Victor era la única persona capaz de haber cometido el delito, y su locura hacía dudar a cualquiera de que el hombre hubiera podido haber estado nunca en sus cabales, pero por su reacción, era obvio, a todo aquel que tuviera ojos en la cara y sangre en las venas... Que aquel hombre no había podido ser el que matase a su amigo.

Más tiempo costó hasta que al final lograron arrancar de Victor información útil. Y cuando consiguieron esta, mandaron correo a la casa de los Frankenstein en Ginebra. Y, tan pronto como pudo, en aquella prisión se presentó Alphonse Frankenstein preguntando por su hijo.

Lo que encontró aquel hombre fue realmente la sombra de lo que había sido Victor. Lo que vieron sus ojos fue algo que ningún padre debería ver jamás en un hijo. Pero cuando llegó a él, y le abrazó como no le había abrazado desde la infancia, la mente de Victor se aclaró por primera vez desde la muerte de Henry.

Se aclaró, pero no volvió a ser lo que era, ni nunca volvería a serlo. Alphonse se encargó de llevar a su hijo a casa de nuevo, una vez aclarada la situación con los responsables de su encierro, y durante todo el camino trató de cuidar de él como mejor sabía. Nada de lo que él podía hacer era capaz de devolver una sonrisa al rostro de su hijo, o a causarle mayor reacción que un murmullo o un sollozo. Perdiendo a Henry, Victor parecía haber perdido algo más, algo irreemplazable, y Alphonse no supo cómo consolarle ante ello. Decidió dejarlo, a su llegada a Ginebra, en las manos de Elizabeth.

Las manos que se agarraron al rostro de Victor en cuanto le vieron llegar, para poder mirarle a los ojos llenos nada más que de tristeza, y sólo con eso rompió Elizabeth a llorar con él, por todo lo que se había perdido en aquel viaje. No se lo reprochó, aunque en el fondo quisiera hacerlo, no se atrevió a cuestionar nada sobre la muerte del que durante tantos años había sido amigo, enemigo, confidente, compañía indeseada y tantas cosas más. En aquellos momentos, Victor poco más podía hacer más que dejarse caer en los cuidados y atenciones de Elizabeth.

Se volvieron inseparables, más incluso que como lo habían sido en la infancia. Elizabeth no se retiraba de su lado en ningún momento, y Victor se mostraba visiblemente inquieto en el momento que ella se alejaba. El láudano calmaba su mente, el alcohol relajaba su cuerpo, pero era Elizabeth la única droga que le hacía sentirse aún humano, más que un cascarón vacío hecho de hueso y carne, no tan distinto de aquel monstruo horrible que Victor tanto temía y odiaba.

En este estado entre el delirio y la catatonia, con Elizabeth como el único pilar sosteniendo los cielos para que a Victor no se le viniera el mundo encima y le aplastase, en ese momento, fue cuando aquello inevitable y tantas veces retrasado ocurrió finalmente.

“Victor. Quiero estar a tu lado para siempre. Quiero ayudarte para siempre. Quiero ser todo ello que te dé fuerzas. No pretendo, no se me ocurriría tratar de ocupar su lugar a tu lado. Sé que eso no puedo hacerlo, y no querría. Lo que quiero es poder permanecer junto a ti, dándote fuerzas, hasta que se me acaben las mías, hasta que ya no pueda cuidarte más. Quiero vivir junto a ti, y morir contigo. Todo lo que nos quede de vida. Quiero estar ahí en el momento en el que vuelva tu sonrisa, que sé que volverá. Quiero ser yo quien te dé una nueva alegría, una vida nueva después de todas las que hemos perdido. Victor, quiero, de verdad quiero, hacerte feliz, y ser yo feliz a tu lado. Así que, por favor. Por favor, casémonos, Victor.”

Y al mes siguiente, sonaban campanas de boda. La ceremonia fue pequeña, desde luego no el bullicio con el que Elizabeth había soñado siempre, pero aquello era lo de menos, para ella lo importante era el enlace con el hombre al que había amado desde hacía tanto tiempo. Vestida de blanco, rodeada de sus seres amados, mirando fijamente a los ojos del amor de su vida mientras su mente apenas registraba los votos siendo leídos, aquel fue el mejor último día de la vida de Elizabeth Frankenstein.

Y, a pesar de todo. A pesar de la expresión templada que ocupaba su rostro en todo momento, a pesar de los susurros malintencionados que acompañaron al evento, a pesar de que su mente aún la ocupaba la memoria de otra persona, fue también para Victor una última oportunidad para ser feliz.

Casi parecía que su vida tenía un ápice de normalidad cuando su mano se entrelazaba con la de Elizabeth al intercambiar las alianzas, su pecho se llenaba de vida a cada beso compartido con la que ahora era su mujer, de sus labios escapó la primera carcajada en meses, seca y rasposa en su garganta, al ver a Elizabeth recoger los bajos de su vestido para intentar bailar. Y eso, en retorno, hacía a Elizabeth más feliz que a nadie en el mundo.

Su felicidad, contagiosa, se alimentaba mutuamente. Y, por un instante, apenas por un instante, a Victor se le olvidó completamente la amenaza que ataba una soga alrededor del cuello de Elizabeth.

El recordatorio forzoso vino aquella noche. Mientras que Victor había rechazado la idea de un viaje para su noche de novios, poniendo su mala salud como excusa para ello, sí había accedido (cómo negarse, cuando a Elizabeth parecía a entusiasmarle tanto la idea), a un corto viaje navegando las aguas del Lemán. Apenas serían unos días en los que poder disfrutar de su compañía mutua, disfrutando de las vistas desde el lago, de una comida de fábula y de un momento de calma tras aquellos turbulentos meses. Para Elizabeth, que apenas había salido de Ginebra, la experiencia ya era por sí más que suficiente, pero era la compañía (la de su marido), la que verdaderamente merecía la pena.

“Y aunque llevemos toda la vida juntos, este es un nuevo comienzo.”, decía ella, entrelazando sus dedos con los de él, sintiendo el metal de su alianza contra la piel. “Ahora, ven. Si me lo permites, esta noche deseo disfrutarte.”

“Dame un momento.”, fue su respuesta. “Necesito un... instante de reflexión.”

“Bueno... Reflexiona un rato, si quieres... Me dará tiempo a prepararme un poco. Tenemos tiempo, y quiero que este tiempo sea para ti y para mí. Para nosotros. Sé que... Sé que esto no era lo que tú querías, pero-”

“No, detente. Quería esto, por supuesto que sí. Pero quizá no de esta manera, no... No así. Pero, Elizabeth. No dudes por un sólo instante que todo el amor que has puesto en mí todos estos años, yo te lo devuelvo. Y me haces el hombre más feliz en la tierra al querer, pese a todo, querer pasar el resto de tus días conmigo. Y yo-, yo espero... Yo espero, algún día, de verdad, poder mejorar... Poder ser el hombre que quiero ser para ti.”

“Amor, eres tú. Y eso es todo lo que yo quiero, a ti. Que estés aquí, conmigo, que me ames con el mismo amor que yo tengo por ti, eso lo es todo para mí. Necesitas tiempo para sanar, porque un corazón roto no lo cura más que el tiempo, si eso. Yo deseo estar contigo a cada paso que des, deseo es el pilar en el que te apoyes. Juntos, amor, podremos con todo. Tómate en sanar el tiempo que necesites. Yo siempre, siempre estaré allí por ti.”

“De acuerdo. Un instante, entonces, y a ti me entregaré por completo.”

“Oh, pero no hace falta que te entregues. Sé que ya te tengo en mis manos.”

“¿Es propio que hables así de tu marido?”

“Es nuestra noche de bodas y hoy, Señor Frankenstein, deseo ser impropia.”

“Y sus deseos son órdenes para mí, Señora Frankenstein. Ben, dame un momento que apure mi bebida, e iré tras ti. Y, Elizabeth.

>>Gracias, gracias por amarme.”

Una sonrisa cómplice compartida entre ambos, y una puerta que les separó, entre el dormitorio y la sala de estar de su habitación.

Una copa, que sirvió Víctor, un coñac de olor fuerte y olor similar que Victor quiso usar como valentía, en lo que su pulso se aceleraba, pero no por el deseo sino por el terror.

Una bala, que cargó en el arma que había llevado consigo en su luna de miel, un regalo de su padre (una excentricidad, verdaderamente) cuando había viajado por primera vez a Ingolstadt para mantenerle a salvo, con sus iniciales grabadas a un lado de la empuñadura. Sólo una sería necesaria, esperaba él, porque sabía que de encontrarse con el daemon, su cuerpo se paralizaría y le sería imposible cargar un segundo disparo.

Un grito de terror que rompió la noche, rompió a Victor Frankenstein y rompió la ilusión vana que aquel día había creado de que quizá, tal vez, en algún momento pudiera tener una vida tranquila.

Corrió a la puerta y la abrió de inmediato, el arma que tenía en la mano no encontró objetivo, más que una ventana abierta por donde la brisa hacía mover una cortina que, vagamente, recordaba a un pañuelo agitado en despedida.

En la cama de matrimonio en el centro de la estancia, las sábanas se manchaban de rojo. También su vestido, su piel pálida y sus cabellos rubios esparcidos sobre la almohada. A pesar del grito, uno de puro terror, un grito que sólo podía avecinar la muerte, en su rostro había una expresión calmada, tranquila.

Inerte, y nada que ver con la alegría que aquel rostro había mostrado a lo largo del día, la tan inmensa felicidad que había sentido ella al, por fin, unirse al hombre al que amaba.

El mismo hombre, viudo ahora, que lloraba la muerte de su otro medio corazón, y que perdía toda esperanza de volver a ser, en algún momento, humano.

El personal del barco, alertados por el grito, encontró a Victor y le salvó (o quizá le condenó) de dispararse a sí mismo en la sien con aquel tan inútil arma. Al ver la escena teñida de rojo, el vestido nupcial que había perdido toda su inocencia en un instante, al ver las tripas de la mujer abiertas sobre las sábanas, más de uno se desmayó, más de uno gritó, y uno, uno lloraba como ningún otro hombre ha llorado jamás.

Para Victor Frankenstein, se habían acabado las razones para vivir.

No debía ser el único que se sentía de esa manera. Alphonse, habiendo perdido una hija el mismo día en el que pensó que había recuperado a Victor, no pudo soportar tamaña tragedia, y su corazón, también roto, cedió en cuanto recibió la noticia. El uno junto al otro se enterraron en el mausoleo de la familia, junto a William, junto a Caroline.

Dos hermanos les enterraron. Victor, que se había quedado sin voz para gritar, sin lágrimas para llorar. Ernest, que acababa de perder a toda su familia porque, a sus ojos, el hombre que tenía al lado no podía ser el hermano que un día tuvo.

Victor despachó a todo el personal de la casa. Les dio las gracias por todos los años de servicio, les dijo que cogieran todo lo que quisieran, y que se fueran y se olvidasen de aquella casa y de la familia que le había habitado en su día.

A Ernest, sin consultarle siquiera, le alistó en la milicia, y le entregó una carta con su cuartel de destino tan pronto como pudo.

Ernest no la aceptó. No le dirigió una sola mirada. Sus ojos estaban fijos en los de el extraño que caminaba por los pasillos de su casa, ojos oscuros, hundidos, sin vida alguna, marcados por la falta de sueño y un profundo cansancio, y una profunda tristeza, y una sensación de tragedia y desesperanza que no podía ser natural en un ser humano.

“¿Qué es eso?”

“Vete. Cógelo y vete. Tan lejos como puedas. Aprende a usar un arma, aprende a protegerte. Allí estás seguro. Vete todo lo lejos que puedas de mí, vete a hacer la guerra, que será más segura que la tragedia que te aguarda si te quedas conmigo.”

“Tragedia. No, no, esto no es una tragedia. William, Justine, Clerval, Elizabeth, padre- Qué... ¿Qué les has hecho? ¿Has sido tú, Victor? ¿Les has matado tú?

>>Responde. ¡Responde, maldita sea! ¿¡Qué has hecho con mi hermano!? ¡Qué has hecho con mi familia! ¿Qué demonios puede ser que haya ocurrido, para que haya ocurrido una desgracia tras otra, tras otra, tras otra, ¡y tú las hayas sobrevivido todas!?

>>¿Has hecho un pacto con un diablo? ¿Te has convertido en uno? ¿Eres ahora un demonio, Victor? ¿Qué eres? Porque ya no eres humano. No, en ti no veo ni rastro de humanidad, en ti no queda nada del Victor que yo recuerdo, el Victor al que yo tanto quería. Delante de mí veo una sombra, un espectro, una ilusión hecha de polvo que va a derrumbarse con la primera brisa.

>>Y veo un monstruo, que no siente ni padece.

>>Te he perdido a ti también, ¿verdad? Moriste en Ingolstadt. Quién volvió no era mi hermano, sino un monstruo.

>>No respondes. ¿Por qué no respondes? ¡Niégalo, maldita sea! Dime que estás aquí, que sigues aquí, que estás conmigo. Dime que tengo un hermano. Dime que no estoy solo en este mundo. Te lo ruego. Te lo ruego, Victor. Vuelve a mí.”

“Vete. Y no vuelvas.”

Ernest tuvo que llorar la muerte de su último hermano, según recogía sus pertenencias y se marchaba, para siempre. Según le veía irse, Victor sólo pudo desear que su hermano pudiera llegar a ser feliz algún día. Tener una vida normal. Hacer carrera en la milicia o en cualquier otro sitio. Encontrar amigos que fueran para él la familia que Victor le había arrebatado. Encontrar a alguien a quién amar, para poder algún día formar su propia familia.

Ernest, el último de los Frankenstein. Qué fue de él, Victor jamás lo supo. Y así lo prefería, porque así podía imaginar a su hermano siendo feliz, en algún sitio, lejos de él, sin tener que verse acechado por ningún tipo de monstruo.

A los pocos días de que Ernest se marchara, la casa de los Frankenstein se vio envuelta en un violento incendio que la quemó hasta los cimientos. Otra desgracia para la familia, como si Dios mismo hubiera querido castigarles por, vete a saber por qué.

No se encontró el cuerpo de Victor Frankenstein, pero todo el mundo le dio por muerto. A fin de cuentas, después de perder a toda su familia, qué vida iba a quedarle aquel hombre. Posiblemente hubiera sido él mismo el que había provocado las llamas, en el intento de llevarse consigo cualquier recuerdo de la tragedia que había envuelto a su familia durante tanto tiempo.

Mientras la gente especulaba sobre qué habría podido ocurrirle, Victor se dedicó a cazar al daemon.

Tenía claro que debía acabar con él. Fuera como fuese, incluso si le costaba su propia vida (mejor). El daemon había acabado con todo lo que él amaba. Victor le había dotado de vida... Era su deber arrebatársela.

Escuchando reportes sobre avistamientos, sucesos extraños, siguiendo cualquier pista que pudiera indicarle hacia dónde se dirigía la criatura, Victor comenzó una persecución que le llevó hasta los límites del mundo conocido.

Comenzó huyendo hacia los Alpes, y luego continuó en dirección hacia el este, llegando hasta tierras otomanas. Desde allí subió hacia Rusia, pero no se decidió a cruzar los Urales, sino que cambió el destino en dirección a San Petersburgo, y desde allí exploró escandinavia hasta que se le ocurrió (y, de alguna forma, consiguió) unirse a la exploración polar y marchar hacia el Ártico.

Durante aquel tiempo estuvo poniendo a prueba a Victor de forma continua. No era casualidad que le hubiera arrastrado por los climas más extremos posibles, que le hubiera hecho caminar por las rutas más complicadas y con mayores peligros. El daemon parecía disfrutar de la persecución, de alguna forma retorcida, e incluso dejaba pistas de cuando en cuando para encaminar a Victor a su próximo destino. En ocasiones, Victor juraba haberle escuchado reírse en la distancia, haber escuchado sus burlas en los escasos momentos en los que podía permitirse cerrar los ojos, pensaba verle en las multitudes de las ciudades, sólo para verle desaparecer al instante siguiente.

Que si había perdido la cordura no era la pregunta, la cuestión era hasta qué punto su mente enferma estaba jugando con él. Fuera como fuere, Victor no se rindió en ningún momento, ni con la amenaza del clima, ni de los peligros de los caminos, ni con la idea de tener que pagar por zapatos nuevos cada pocas semanas.

Fue en el Ártico donde la persecución al fin llegó a la inevitable conclusión.

Victor llevaba semanas persiguiendo al daemon a través de la tormenta. La mitad de sus perros habían muerto ya a causa de las condiciones, y a los otros trataba de cuidarlos como mejor podía, pero Victor ya sabía que estaba condenado. No había avistado a la criatura desde hacía días... ¿Días? ¿Semanas? Era difícil de decir, allí. ¿Cuándo era la última vez que había comido, dormido? No podía permitirse descansar, porque cualquier respiro podía ser letal. Hablando de respiros, cada vez se le hacía más difícil respirar. Tras semanas en aquel desierto helado, la idea de haber pillado cualquier enfermedad era una obviedad más que otra cosa, sobre todo teniendo en cuenta que, sinceramente, su salud llevaba años resentida, y sus expediciones no habían hecho más que agravarla con el tiempo.

Victor estaba casi convencido de que iba a encontrar la muerte antes que al daemon. Bienvenida iba a ser ella, si le libraba al fin de aquella tortura autoimpuesta pos su demencia. Estaba tan, tan cansado. Sólo quería poner fin a aquello. No tenía expectativas de conseguir dar con el monstruo después de tanto tiempo. Sólo esperaba a que finalmente su respiración se detuviera para siempre.

Pero lo que ocurrió realmente fue que alguien le encontró a él: el capitán Robert Walton.

Walton era un explorador inglés con el sueño de dirigir una expedición en el Polo Norte, a fin de conquistar sus tierras heladas. Su tripulación, que había compartido su entusiasmo en un primer momento durante la partida, había ido perdiendo motivación poco a poco según el viaje se había hecho cada vez más duro, según aumentaba el frío y disminuían las raciones. Era un secreto a voces que se encontraban al borde del motín, con la idea de hacer volver el navío a Inglaterra como mejor alternativa que, bueno, morir en el hielo.

Durante su travesía, uno de los miembros de su tripulación encontró algo de lo más curioso en el hielo: un loco en un trineo tirado por perros claramente en sus últimas. Al dar voz de ello a su capitán, el buen Walton se interesó por aquel extraño individuo, y decidió invitarle a su navío.

O, más bien, sus hombres le rescataron de entre el hielo cuando Victor apenas mantenía un hilo de vida. No se pudo decir lo mismo de los perros, desgraciadamente. La poca conversación que lograron rescatarle al moribundo Victor fueron algunos balbuceos incomprensibles, antes de que el doctor de a bordo pusiera las manos sobre él y le prescribiera descanso inmediato.

Milagroso era que el frío no se hubiera llevado ni un solo de sus dedos, pero había logrado meterse en sus pulmones, causándole uno de los peores casos de pulmonía que nadie en ese barco había visto.

Días pasaron en los que Victor, de nuevo, se vio envuelto en una potente fiebre. Delirios sobre su viaje asolaban su mente, que se encontraba atrapada en algún rincón lejano, incapaz de comprender nada de lo que ocurriera a su alrededor. Walton encontró peculiar al hombre, y se encargó personalmente de asegurar su recuperación junto al médico, día y noche, escuchando sus extraños balbuceos y preguntándose, cada vez con más curiosidad, qué había llevado a aquel hombre a perderse él solo en la trampa mortal que eran aquellos hielos. Hasta que, aunque nadie esperaba que fuera a hacerlo, el hombre volvió a abrir los ojos de nuevo.

La fiebre aún le mantenía delirante, pero era un progreso. Consiguieron que empezase a comer poco a poco comidas cada vez más contundentes, y Walton incluso consiguió hablar con él.

“Mis hombres le encontraron entre los hielos, al borde de la muerte. No puedo evitar sino preguntar, ¿qué lleva a un hombre a poner su vida en peligro de esa manera?”

“Estoy buscando a una criatura. Huidiza y malintencionada, la persecución me ha traído hasta estas tierras insólitas.”

“¿Hasta aquí...? ¡Imposible!!

“Ya debe darse cuenta, capitán, que yo soy del más inusual de los hombres. Le diré que mi historia es igual de inusual. No me creería usted si se la contara, cuando a veces ni yo me creo ni a mí mismo.”

“Aún a riesgo de parecer impertinente, le ruego, cuénteme el por qué. Sea cual sea la razón que le tiene aquí arriba, en un lugar donde no le espera nada salvo la muerte certera.”

“No, capitán. Hay historias que deben enterrarse con el hombre, secretos que deben esconderse bajo la muerte.”

Aquella respuesta sólo hizo que el interés del capitán incrementase. Permaneció junto a Victor en lo que él se recuperaba, y a base de mantener largas conversaciones durante horas y compartir brandy para calentar el cuerpo y el espíritu, surgió entre los dos hombres la amistad. Victor escuchó sus problemas con el viaje, y le convenció, no sin esfuerzo, de que lo mejor que Walton podía hacer por su tripulación y por él mismo era volver a tierra, para salvarles a todos de una muerte casi segura. Y, a cambio, Walton le convenció de que compartiera con él su historia.

“De acuerdo.” Las palabras de Victor vinieron en compañía de un ruido que pisaba la frontera entre una risa y un ataque de tos. “Le contaré mi historia, Walton, si tanto le interesa. Pero le daré una última advertencia: no es una buena historia.”

Eso desde luego no detuvo a Walton. Escuchó a Frankenstein durante horas compartiendo la razón de su desgracia y desdicha, todos los infortunios que le habían perseguido a lo largo de su vida, y la razón por la que había decidido dar la vuelta y ser él el que persiguiera a la criatura ahora. Le contó cómo le había seguido la pista hasta esas tierras heladas, donde esperaba atraparle de una vez por todas para acabar con él, o esperaba que la muerte fuera a llevársele a él primero. Y Walton escuchó con atención, sin dudar de la historia ni un solo momento, ni en los pasajes más inverosímiles.

Cuando Victor terminó de contar la historia, Walton se encontró profundamente afectado por su relato, y se hizo la promesa a sí mismo de, más adelante, escribir aquellos hechos sobre el papel para que permanecieran guardados y recordados, para que la trágica historia de Frankenstein no quedase olvidada por el tiempo.

Después de contar el relato, la salud de Victor dio un giro a peor. Quizá porque revivir todo aquello le había debilitado, quizá porque al desahogarse se había escapado de su pecho las pocas fuerzas que le quedaban; su neumonía empeoró radicalmente. De forma súbita, repentina, y fatal.

Al día siguiente de dejar su historia en manos del capitán Walton, Victor Frankenstein murió. La causa, una complicada neumonía. El lugar, un navío en el Océano Ártico.

Y en el instante siguiente a que sus ojos se cerrasen para siempre y su alma abandonase su cuerpo en un último suspiro,  la nave recibió a un visitante inesperado.

Con un grito agónico, una criatura de dos metros de alto, piel putrefacta, cabellos negros y ojos amrarillentos se abrió paso en el navío hasta el camarote del capitán, donde encontró el cuerpo de su fallecido padre. Su presencia sembró el pánico en la tripulación, que no entendían qué era aquella criatura, y sólo esperaban de ella la muerte.

El capitán, sin embargo, sabía algo más sobre aquella extraña criatura.

“Le has matado. Has sido tú, por tanto horror que le has causado. Defiendes ser humano, pero tus actos no tienen nada de ello.”

“¿Yo? Es él el culpable de toda su desgracia. Yo no pedí que me diera la vida. Lo único que le pedí fue que me diera a alguien con quién compartirla, y él me lo negó.”

“Y a cambio, tú le arrebataste todo lo que tenía. Le dejaste tan solo y abandonado como tú.”

“Nos teníamos el uno al otro. Lo único que ambos teníamos. Criador y criatura. Pese a todo, no deseaba su muerte. Anhelaba torturar su existencia, pero a la vez... A la vez, siempre quise que él decidiera ser quien me acompañase. Que él fuera no sólo mi creador, sino mi padre, mi guía, mi... Mi amigo.

>>Ahora, sin embargo. Ahora verdaderamente no me queda nada, ni nadie. Nadie en este mundo me aceptará, y sé que no me lo merezco, por haber causado el fin de mi propio padre. Tampoco lo quiero, tampoco lo necesito. Ahora que él está muerto, ya no tiene sentido mi existencia.

>>Es hora de ponerle fin. No me queda nada en este mundo, y la tortura de permanecer completamente solo en él me resulta incluso peor que la idea de la muerte. De modo que este es mi fin, este es nuestro fin, mío y de Frankenstein, y el fin de esta triste historia.”

Y antes de que Walton pudiera intervenir, cogió el monstruo el cuerpo de su creador, y se lo cargó en brazos, y fue hasta la cubierta y desde allí saltó a las aguas.

Y no volvió a surgir, sino que se hundió. Creador y criatura encontraron allí su fin, en aquellas aguas heladas.

O eso es, al menos, lo que cuenta Mary Shelley.

La verdad, desafortunadamente, es otra.

Aquel hombre no encontró respiro en la muerte. Aquel hombre no logró descansar su alma. Aquel hombre, sigue vivo.

Su nombre, quedó olvidado tiempo ha.

Hoy día, se le conoce como El Titiritero.

Capítulo 27.1.-

Victor...

Frankenstein.

Victor Frankenstein.

¿Qué?

Reconozco el nombre, por supuesto que lo hago. Frankenstein es uno de los personajes de ficción más conocidos que hay, y... En séptimo, creo, me hicieron leerme el libro para mi clase de Literatura.

Pero eso es lo que ha sido siempre. Un personaje de ficción, no... No una persona de carne y hueso. Como Peter Pan, como Jack Sparrow, como Luffy..

Después de mi estancia en Eldarya, algo como esto no debería sorprenderme tanto como lo hace. Y, sin embargo, la idea de que... De que el hombre que tengo frente a mí pueda ser Victor Frankenstein, el Victor Frankenstein me resulta todavía más irreal que la existencia de dragones, anémonas gigantes, estrellas con forma humana y gatos bípedos parlantes.

El roce suave de su pulgar acariciando mi labio inferior, con su mano aún sosteniendo mi barbilla, me devuelve a la realidad, a pesar del torbellino en mi mente.

-Imagino que tienes muchas preguntas -Habla. Hasta su voz resulta diferente ahora mismo, como si viniera de otra persona. A lo mejor es que estoy teniendo un derrame cerebral sin darme cuenta-. Pareces sorprendido. ¿Asumo que no esperabas algo así?

No. No, ni en mil años. Nunca hubiera imaginado algo así.

Victor Frankenstein.

Me doy cuenta de que para que entienda lo que estoy pensando tengo que verbalizar mis ideas, y trato de hablar pero mi voz se traba. Él espera con paciencia y con una sonrisa entretenida en el rostro, todavía acariciando mi labio con un movimiento suave, hasta que hablo y fuerzo a que el gesto se interrumpa.

-E... ¿Es de verdad?

Sonaré estúpido, quizá porque soy estúpido y ahora mismo me siento estúpido, pero es la única pregunta que se me ocurre hacer.

Él se ríe.

-Sí -Asiente.

-El... El del libro...

-El mismo.

-Eres... real...

-De carne y hueso. Oh, no esperaba semejante reacción por tu parte, la verdad. Quizá sea porque eres la primera persona que conoce mi nombre a la vez siendo consciente de qué es lo que ello significa... Admito que ni yo mismo sé hasta qué punto ese... Libro, ha tenido influencia en el mundo humano.

-El libro... -Palabras, Hiiro, palabras. Intenta concatenar más de dos seguidas, a ver si puedes- ¿Es verdad? Lo que dice...

-Algunos detalles están embellecidos, y hay otros que han sido cambiados a conveniencia de la autora... Pero a lo que te refieres...

>>Sí. Es real.

>>Hace alrededor de doscientos veinte años... Fui capaz de crear vida.

Hay un brillo perverso en su mirada cuando dice esas palabras. Una sensación de orgullo que rezuma de él. Crear vida... La historia la conoce todo el mundo. Victor Frankenstein, el prototipo de científico loco, demasiado preocupado con la idea de crear vida y jugar a ser dios como para cuestionar la moralidad de sus propias acciones. El ejemplo perfecto de “pensar en cómo debe hacerse, sin pensar primero si debe hacerse”.

En cuanto esa pieza encaja en mi cabeza, todo cobra sentido.

Por supuesto que es él. Victor Frankenstein, el moderno Prometeo. ¿Quién sino alguien como él iba a hacer crecer cultivos en una tierra infértil? El único hombre que conoce el secreto para dotar de vida un cuerpo muerto. Anrie, Anrie es la pura imagen de lo que en el imaginario es el monstruo de Frankenstein, con un cuerpo hecho de partes de lo que parecen ser varias personas distintas. Por supuesto que habla tantos idiomas, porque es un hombre de estudios en la Europa del siglo XVIII, por supuesto que está obsesionado con la alquimia, la ópera y los sombreros de copa.

Aún hay cosas que no entiendo. Pero esto sí lo entiendo.

Y tiene completo sentido.

-Mis notas no se acercaban ni siquiera a la realidad -Confieso, en un murmullo, el pensamiento prácticamente escapando de mi mente sin permiso.

-¿Guardabas notas sobre mi identidad? -Se ríe con eso- Qué adorable. Me siento halagado. ¿A dónde te llevaban tus indicios?

-Colonialismo británico, cerca de la época victoriana -Admito, no sin algo de rabia al saber que todas mis notas no han servido de nada porque nunca se me hubiera ocurrido pensar en un personaje de un libro de supuesta ficción-. Mencionaste la India en algún momento, así que pensé en el Raj Británico, algo de esa época... Algún noble de esa etapa.

-Oh, nada mal -Finge estar impresionado-. Pero me temo que no somos ni mucho menos compatriotas.

-Tu inglés es bastante convincente -Me quejo.

-Viví un tiempo en Inglaterra, a fin de cuentas -Sí, pero eso no hace que desarrolles mágicamente un acento perfecto... Yo a veces aún tengo que repetirme dos veces porque hay gente considera que tengo demasiado acento inglés. Lo siento por no saber pronunciar correctamente siete vocales seguidas con cinco acentos circunflejos-. Era de allí de donde era ella también, ¿cierto? Mary Shelley -Habla dejando ir mi rostro y retrocediendo hasta dar con su escritorio, al que se sube de un salto para quedar sentado sobre él, cruzando sus piernas frente al mueble-. Leí el libro por puro morbo y curiosidad, y ciertamente me pintó en una luz... No muy positiva. No puedo decir que me caiga bien. He escuchado también que era una mujer algo... Peculiar.

Sé poco de esa mujer porque la verdad es que ese estilo de literatura no me ha interesado demasiado... Pero recuerdo haber leído cosas algo... Eh, extrañas sobre ella. En Twitter, así que posiblemente sea todo una exageración, pero...

-¿Así que no la conociste? -Pregunto.

-Oh, no, qué va... -Niega con la cabeza- No había oído hablar de ella, siquiera. Durante su ascenso a la fama yo estaba... Preocupado con otras cuestiones.

... Imagino a qué se refiere.

-Vete a saber cómo llegó a hacerse con la historia -Mientras que su mirada se distancia y se pierde en su propia mente, uno de sus pies se tambalea dando toques en una de las patas del escritorio-. Probablemente a través de la hermana de Robert, o incluso de él mismo... Ah, Robert era el amable capitán del barco que me rescató de morir en el hielo. El verdadero autor del libro, realmente, si fue a través de sus notas que se creó la historia que Shelley decidió publicar. Un buen hombre. Mi corazón se queda tranquilo con la existencia de ese dichoso libro, porque al menos eso significa que logró frenar su expedición a tiempo y llegar a un puerto desde el que mandar correo a su hermana.

-Margaret -Menciono. Él hace un gesto de sorpresa.

-Recuerdas su nombre -Parece genuinamente intrigado por eso.

Estar completamente obsesionado con Persona y ponerse a leer el artículo de la fanwiki de cada uno de los asistentes de la Velvet Room tiene sus recompensas.

-Al final del libro -Decido preguntar por la parte más... contradictoria-, se supone que... Moriste de neumonía.

-Ah, sí... -Alza las cejas como si eso le generase curiosidad- Es un final un poco extraño, ¿cierto? Me recogieron de los hielos y consiguieron devolverme a la salud sólo para que, en el último momento, volviera a enfermar y la mis pulmones acabasen conmigo antes de poder tener una reunión final con... -Se interrumpe, frunciendo los labios en una fina línea que no deja ni rastro de su sonrisa habitual.

-¿La criatura? -Completo.

Ahora que conozco su identidad, su trauma tiene más sentido. La “criatura”... El monstruo de Frankenstein. Existe el debate de si el verdadero monstruo es en realidad Frankenstein, o no, pero lo de tener a un monstruo que sabes que has creado como la “criatura perfecta” detrás de ti matando a todos tus seres queridos...

Por supuesto que nadie iba a soportar algo así.

-Criatura -Repite la palabra con tono meditativo-. Creación. Monstruo. Daemon... -Toma aire de forma honda- Muchas formas de referirse a él. Nunca quise reconocerlo como algo humano. Incluso hoy, cientos de años después, tampoco deseo pensar en él como tal. ¿Mi creación? Quizá. Pero nunca “mi hijo”, como algunos plantean. Mucha gente piensa que el error que cometí fue abandonarle, renegar de él. Incorrecto. Mi verdadero error fue darle vida en primer lugar.

>>Pero, como ya te he dicho, mi maldición es crear yo mismo mi propia desdicha. Con mis propias manos la creé, le di forma y le otorgué vida. Se puede culpar a mi necedad, a mi obsesión, a mi hibris. Pero. Con el poder que tenía en mis manos... ¿cómo no aprovecharlo? Dime, Hiiro, si tú tuvieras ese poder único, algo que se consideraba imposible, y que tú tienes la habilidad de hacer, de romper todos los cánones, de... De cambiar todo lo que se conoce. ¿No lo harías? ¿Qué tipo de poder extraordinario sería ese, si no? ¡Un desperdicio!

>>Tenía que hacerlo. Alguien tenía que hacerlo. Yo fui el primero. Y el único.

>>Y una vez tuve lo que quería, mi interés se desvaneció en el aire y entonces entendí las consecuencias de mis acciones.

>>Pero antes de que pudiera reaccionar, de que pudiera solventarlo, antes de que pudiera hacer nada para evitar que el mal que acababa de crear tuviera oportunidad de entrometerse en lo humano... Tuve uno de mis episodios.

>>Y ya me has visto. No pude hacer nada. Mi propio cuerpo me lo impidió.

>>Pagué duramente por ello.

>>Perdona, no deseo desviarme. Tengo tendencia a desvariar de cuando en cuando al hablar, especialmente ahora que mi cabeza está... En un estado turbulento. Bien. Estamos hablando de “la criatura”. Tenía un nombre, ¿sabes? Se lo puso él mismo, para sentirse... Humano. Decidió llamarse a sí mismo “Adam”.

>>Y luego yo soy el prepotente. Llamarse a sí mismo como el primer hombre en la tierra.

>>A lo que íbamos... Sí, el final de la novela es abrupto y extraño. Y, evidentemente, falso. Sigo vivo. Verás, la realidad es un suceso de lo más curioso.

>>Después de que Robert y su tripulación me recogieran, pasé un tiempo con ellos en lo que recuperaba mi salud. Había pasado vete a saber cuántos meses persiguiendo a la criatura con una furia ciega. Iba a matarle, o a morir en el intento. Parte de mí deseaba que la segunda opción llegase antes que la primera, lo más pronto posible. Me había hecho perseguirle por toda Europa, hasta el dichoso Ártico, donde hacía frío, no se podía dormir, la nieve y el hielo me cegaban y tuve que lidiar con el trauma emocional de ver a mis perros de tiro morir inevitablemente uno tras otro, como si no hubiera tenido suficientes muertes ya en mi vida.

>>Sin dormir, apenas sin comer, incapaz de centrarme en otra cosa más que en la tarea de dar caza a la dichosa criatura. Cuando di con Robert, o más bien cuando él dio conmigo, no estaba simplemente al borde de la muerte, estaba dirigiéndome a ella haciendo volteretas por el aire.

Se me escapa una risa. Cuando eso ocurre él sonríe, y la expresión de su rostro cambia por una ligeramente más optimista.

-El sonido de tu risa es reconfortante. Siéntete libre de reír cuanto quieras, prefiero tomar mis desgracias con un punto de humor si fuera posible... No siempre lo es. He aprendido que a más alcohol se introduce en mi sangre, más divertido me parece todo, pero considero que sería de mala educación ponerme a beber teniendo un invitado como tú.

>>Bien. Además de la congelación, la hambruna, la deshidratación y el estado crítico de mi salud mental, efectivamente había contraído una neumonía, para sorpresa de nadie. Es un verdadero milagro que no me congelase vivo en la estampa helada, siendo honestos.

>>Pero el capitán Walton y su tripulación tuvieron a bien el compartir conmigo sus ya de por sí escasos recursos, y cuidar de mí durante mi neumonía, mi fiebre, uno de mis renovados ataques de histeria, más fiebre, aproximadamente tres catarros y varios episodios de delirios. Debían pensar que era un hombre loco. No les culpo. Muy probablemente lo fuera y a día de hoy debo seguirlo siendo.

>>Me trataron como mejor pudieron, y gracias a eso y a que la muerte aún no ha querido reclamarme sólo para permitir que continúe ahogándome en mi propia desdicha, conseguí recuperar el mínimo de salud para, al menos, volver a ser alguien coherente. Robert y yo conseguimos, sorprendentemente, iniciar una breve amistad durante aquel tiempo, y entre sesiones de delirio, ataques febriles y escasos momentos de lucidez, logré contarle mi desdichada historia. Si me creía loco, si pensaba que le mentía con algún tipo de ficción o si realmente se tomaba en serio las palabras de un hombre delirante y con un pie en la tumba, bien... Eso es algo que queda a su discreción. Pero al final, tanto él como su tripulación hubieron de tomarme en serio cuando... decidió aparecer.

>>De completo imprevisto y sin que nadie fuera capaz de verle llegar. La criatura logró asaltar el barco, provocando el pánico entre los tripulantes, y proclamó que quería verme, que quería comprobar que “aquel maldito que se consideraba su creador” se mantenía aún con vida.

>>Me armé con mi pistola y salí a su encuentro, desoyendo las advertencias de Robert y buscando nada más que atravesar su cráneo con una bala y poner fin a mi extenso periplo. Si después iba a tirarme a las aguas heladas, a recuperar la cordura que él me había robado o a desvanecerme en el aire, me daba igual. Lo único que deseaba era matarle. Acabar yo mismo con la vida que había creado.

>>Se atrancó mi arma. Vaya, hombre. ¿Quién iba a decir que pasar semanas en un páramo helado a temperaturas bajo cero iba a causar que un mecanismo tan delicado se deteriorase?

>>La confrontación, como imaginas, no acabó bien para mí. Decir esto genera sensaciones complicadas en mí, pero mi creación era realmente un portento físico. Ningún hombre corriente podría vencerle en combate, y mucho menos un hombre desaliñado y débil aún recuperándose de una neumonía. No le costó demasiado lanzarse sobre mí con la intención de partir mi cuello, queriendo darme la misma muerte que le había dado a...

>>...

>>... a tantas otras de sus víctimas.

>>Fue sólo gracias a Robert que conseguí salvarle de aquello, pues ingeniosamente y estoy seguro que de alguna manera muy inteligente de la que yo no me di cuenta porque estaba a las puertas de la muerte, logró quitarme a aquella cosa de encima. Traté de escapar de él, de sus enormes manos, de sus ojos amarillentos. En mi estado de debilidad, y con el vaivén del barco, era difícil moverse en la cubierta. El oleaje, hostil como si quisiera contribuir al acto final de mi tragedia, causó que perdiera mi equilibrio y que... Sin remedio, cayera por la borda del barco.

>>Directamente a las aguas heladas del Ártico.

>>Cuando me vi completamente sumergido, rodeado de agua en todas direcciones, sentí... Paz. Por primera vez en muchos, muchos años.

>>Estaba convencido de que aquel iba a ser mi final. Y me sentí tan... Aliviado. Por fin mi martirio llegaría a su fin. Por fin iba a poder reunirme con mis seres queridos. Mis padres, el pequeño William, mi amado Henry y mi amada Elizabeth. Por fin, pensé, mi cuerpo iba a encontrar descanso, y mi alma paz.

>>Me dejé hundir, la presión del agua siendo reconfortante a más me empujaba hacia abajo. La vaga luz que se colaba por la superficie, cada vez más lejana, era la promesa de una despedida hacia algo mejor. Nunca había creído en la existencia de algo como el “más allá”, o el “cielo”, pero sabía que, fuera lo que fuera que me esperase, incluso si no era nada, iba a ser mucho mejor que el infierno que había llevado en vida.

>>Entonces vi la turbulencia de las aguas. El burbujeo que anunciaba la presencia de la figura que se sumergía frente a mí. Ojos amarillos, largo pelo oscuro como la noche, palidez cadavérica en su piel marcada por las cicatrices de las costuras.

>>No podía dejarme morir en paz. Ni siquiera podía permitirme eso, ni en mis últimos momentos iba a librarme del recuerdo de mis errores, de mi tragedia, de mi maldición autoimpuesta.

>>Llené mis pulmones con el agua helada, tratando de acelerar el proceso. Rogando a quien fuera que pudiera escucharme que me dejase ir finalmente. Aterrado por la idea de morir por sus manos.

>>Mi consciencia se desvanecía. Mi visión se volvía borrosa. Mi cuerpo, pesado y cada vez más inerte. Una última sonrisa en mis labios, para al fin recibir el beso tan ansiado de la muerte.

>>Y un brillo azul al que ni siquiera presté atención y al que no le busqué sentido alguno.

Detiene su narración. Con ojos cerrados, como si tratase revivir ese momento, inspira profundamente. Cuando vuelve a abrir los ojos, cuando su mirada se fija en mí, veo en él más humanidad que nunca.

-Lo siguiente que recuerdo es despertar en brazos de una mujer con ojos violetas.

Una mujer de ojos violetas. A la pregunta de mi mente, sus propios ojos me dan la respuesta. El derecho, concretamente.

-Eldarya -Murmuro la palabra, en un volumen que me hace pensar que quizá no sea capaz de oírme-. Apareciste en... Eldarya. ¿Cómo?

-A través de un círculo de hechicería -Es su respuesta, acompañada por el gesto de reposar su barbilla en una de sus manos-. ¿Cómo si no?

-Pero... -Trato de encontrar sentido a su narración- Caíste al agua y, desde allí...

-El Oráculo parece seguir normas ilógicas a la hora de crear sus círculos de hechicería. Normalmente, sólo puedes crear uno en terreno fértil, y que lleve a otra posición donde las setas puedan surgir naturalmente. Pero el Oráculo consigue romper esas normas, cuando le place.

-El Oráculo te trajo a Eldarya -Digiero la nueva información, colocando un dedo pensativo en mi barbilla-.Te quería aquí, y por eso te trajo en el último momento...

-Sorprendente, ¿verdad? -Se ríe sin humor- Que fuera el propio Oráculo el que me trajera aquí... La mente de esa criatura, sus intenciones, su propia naturaleza... Son para mí un misterio. Irrelevantes, en todo caso, para mis intenciones con ella. Pero sí. Me consideraba necesario para el destino de este mundo, y por ello me trajo a él, a la fuerza, incluso si mi deseo había sido la muerte. Y ese no fue el único gesto de su... generosidad. Oh, no.

-¿A qué te refieres?

-Mis ojos -Con su mano libre señala uno de ellos-. Como imaginas, hay algo peculiar con ellos. Ignora la fealdad de mi ojo izquierdo por un instante... Incluso si su color natural hubiera sido violeta, ese hubiera sido un color inusual para un humano, ¿cierto?

-Pero eres humano -De eso no tengo dudas. Si su sangre es compatible con la mía, es porque tiene que serlo.

-Y qué curioso este color inusual. Qué coincidencia, también, que sea el mismo que el de la niña del Oráculo, y el de aquella mujer...

-Stella -Cuando las menciona a ambas, la idea aparece en mi mente-. La mujer que te encontró era Stella... La antepasada de Erika.

-Así es. ¿Sabes lo escalofriante que fue el ver a la chica del Oráculo por primera vez? Cielos, pensé que se me saldría el corazón del pecho. Es un calco idéntico de su bisabuela... Y no sólo en imagen, sino también en personalidad. ¡Ugh! Me corrijo, esta es incluso más insoportable que la anterior...

-Volviendo a los ojos.

-Volviendo a los ojos -Toma mi intento de redirigir la conversación-. Tu Erika, mi Stella y yo mismo tenemos todos algo en común, que da sentido a su inusual color. Teniendo en cuenta mi humanidad, es dudoso que pueda tener algo que ver con algo racial, ¿cierto? De hecho, y para más inri, resulta que mis ojos ni siquiera tenían este color de nacimiento. Ah, no, mis ojos eran marrones, como los del más común de los humanos.

-Tus ojos... Cambiaron de color.

No me suena tan extraño o tan increíble. Los ojos de Nevra cambian de color cuando entra en éxtasis. Los de Leiftan también lo hicieron, más o menos, al transformarse. Y los míos también lo hacen a veces, cuando me tomo alguna perla de transformación... Como las de criónido, que vuelven mi pupila blanca.

Me dedica una sonrisa, una vez más. En esta ocasión, el gesto ha adquirido un tono más mezquino.

-Los ojos violetas -Dice- son la marca del Oráculo. Los que los tenemos... Somos sus elegidos.

-Elegido del Oráculo... -Mis pensamientos no se detienen, escarbando en el fondo de mi mente en busca de ideas, armando teorías, queriendo darle sentido a toda la situación- Y por eso le odias. Algo tuvo que ocurrir... Algo tuvo que hacerte, y te encerraron en la torre, y...

Se ríe de una forma que el sonido es un gargajeo en su garganta, y se baja de la mesa con un salto para caminar hacia mí, colocándome un dedo en la frente cuando termina de hacer el camino.

-No te calientes demasiado la cabecita, Hiiro -Habla con un tono levemente burlón-. Aún hay muchos fragmentos de la historia que no conoces... Admiro tu curiosidad y tu determinación, querido, pero en esta ocasión has de tener paciencia. Todas tus preguntas encontrarán respuesta y todas tus dudas serán aclaradas, a su debido tiempo.

-Enton-

-Chst -Mueve el dedo a mis labios en una forma de silenciarme-. A su debido tiempo. Es decir, otro día. Tendrás que disculparme, pero no me encuentro en el mejor estado... Ni físico ni mental, ahora mismo. El día ha sido demasiado largo y extenuante, y mis males físicos aún me comen por dentro.

-Si hubieras tomado la med-

-Shhhhh -Vuelve a callarme, ahora colocando la mano entera sobre mi boca mientras se inclina hacia mí, encajonándome cuando apoya una rodilla sobre el colchón a mi lado-. No acepto discusiones. Mañana habré de afrontar las consecuencias de lo que sea que haya ocurrido durante mi tiempo indispuesto... Y tendremos que pensar en qué hacer contigo y con esa ilustre doctora... -Retira la mano de mi boca para ahora acariciar una de mis mejillas con el dorso de la misma- Para ti tengo ideas y planes, pero para ella... No.

No sé si es una amenaza. No sé si simplemente es un comentario cualquiera. Ahora mismo me cuesta discernirlo, en parte porque su tono de voz es inusualmente amable y tierno, sincero; al contrario que su gentileza melosa y fingida que usa normalmente. Y la verdad es que entre la proximidad y sus caricias, a mi mente le cuesta centrarse en algo más que la sensación de su tacto y cómo este provoca que la piel en mi nuca se erice.

-No le hagas daño -Susurro. En nuestra cercanía, no hace falta más que eso para escucharse con claridad.

-No tenía pensado hacerlo -Responde, inclinándose un poco más en mi dirección-. No lo haré, siempre que todo vaya bien. Que todo el mundo colabore. No lo tomes como una amenaza... Es apenas una advertencia -Su cabeza se inclina muy levemente a un lado-. Mi intención es convencerte para que te quedes aquí a mi lado, pero no quiero que te sientas coaccionado a ello. Quiero que te sientas cómodo. Todo lo que puedas, al menos, dadas las circunstancias. Y eso también significa... Que puedes, debes, rechazarme en el momento que mis afecciones traspasen tus límites.

Siento algo de calor en mis mejillas cuando dice eso, porque me parece entender segundas intenciones en sus palabras. Es cierto que en encuentros anteriores él puede haberse... Insinuado, pero siempre he pensado que lo hacía como burla, para obtener alguna reacción de mí o simplemente para desestabilizarme... Pero ahora mismo no me cuesta entender que sus intenciones son sinceras. Y eso me causa nervios. Y vergüenza. Y...

-Dos preguntas -Mis palabras quizá cortan la tensión, pero él ni me silencia ni se aparta, aunque en su rostro veo un toque irritado.

-¿No te acabo de decir que esperes a...?

-Pregunta número uno: ¿Puedo llamarte por tu nombre?

Eso le interrumpe, y ahora su mueca cambia a una de sorpresa por un instante, antes de corregirse rápidamente a una expresión pensativa. Se tensa un poco por la pregunta y puedo intuir que le incomoda en cierta medida. Le toma unos instantes hasta que alcanza una respuesta.

-Puedes. Pero... Procura que nadie más lo oiga -Asiento con un gesto breve pero firme-. ¿Dilo?

-Um... Prometo que n-

-No... Mi nombre.

Hay algo de expectación en sus ojos cuando pronuncia esas palabras. Ligeros nervios. Eso hace que me ponga nervioso yo también.

El nombre aparece en mi mente. Es una palabra sencilla, y estoy seguro de haberla pronunciado más veces, porque no es un nombre inusual. Aún así, cuando me preparo para ella, casi siento que pesa en mi boca, que la tengo físicamente en la lengua y en mis labios, y que dejarla salir... Va a hacer que las cosas cambien.

-Victor.

La expresión en su rostro no cambia, pero le escucho tomar aire pesadamente. Me pregunto si, incluso después de tanto tiempo diciendo que su nombre ha sido olvidado, rechazándolo, escondiendo su identidad... Me pregunto si lo echaba de menos, que alguien le llamara por su nombre.

-Suena hasta dulce, saliendo de tus labios... -Se deja caer completamente sobre mí, apoyando la cabeza en mi pecho, y yo tengo que hacer un poco de fuerza con los brazos para evitar que los dos nos escurramos en la cama.- ¿Otra vez? -Pide.

-¿Victor?

-De nuevo.

-Victor...

-Una más.

-¡Victor!

Siento el retumbar de su pecho con una risa leve, sincera y agradable. Es un sonido casi desconocido viniendo de él, pero que por alguna, o varias, razones, hace que mi propio pecho se llene con una sensación cálida y que el calor suba hasta mi rostro. Que una cosa tan sencilla como decir el nombre que ha guardado con tanto recelo durante siglos enteros le haga así de feliz...

-Qué curioso... Pensé que volver a oír a alguien referirse a mí por ese nombre iba aser... doloroso. Pero no lo ha sido, casi que... Ah -Cuando levanta la mirada a mí, la sonrisa en su cara se expande como la mantequilla derretida-. ¿Te has sonrojado? No puede ser... -Comenta, de forma completamente casual y sin parecer en lo más mínimo afectado por la situación, más allá de la euforia que parece haberle causado pronunciar su nombre-. Tan avergonzado por algo tan simple... Gracias, Hiiro. Estás haciendo mucho más por mí de lo que nadie ha hecho en años. Ten cuidado porque a más que hagas eso, más reacio voy a ser a dejarte ir...

Imagino que tampoco tenía intención de hacerlo en primer lugar. Pero eso es algo que ya tenía asumido cuando acepté irme con Naytili: Escapar de aquí va a ser muy, muy complicado. Eso, si es que me apetece escaparme. Todo depende de lo que él me cuente.

-Ahora... ¿cuál era tu segunda pregunta?

Mi segunda... Ah. Se me había olvidado. Y ahora me siento estúpido, porque desde luego esta tiene bastante menos relevancia que la anterior.

-¿S-si estamos en las islas del sur, hay pulpatatas por aquí?

Tengo la sensación de que se me va a caer la cara de vergüenza, pero no puedo evitar la pregunta. Lleva rondándome la mente desde que mencionó nuestra ubicación y, bueno... Tampoco iba a preguntarle eso antes que su nombre.

La cara que me dedica me hace pensar en la del dueño de un gato que lleva diez minutos bufándole a su reflejo. “Gracioso, pero estúpido. Muy estúpido”.

Se ríe, pero no parece estarse riendo de mí exactamente. Se deja caer sobre mí de nuevo, ahora colocando la cabeza en el hueco de mi cuello, y su risa sale algo amortiguada.

-Ay, Hiiro... -Ya, ya, soy ridículo...- Sí, hay pulpatatas, y son encantadores. Hay una colonia de ellos que vive cerca de nuestras playas, estaré encantado de enseñártela si así lo deseas.

Pu... pulpatatas... Finalmente...

-Me, hum... M-me gustaría poder verlos...

Otra risa, de nuevo. Al final voy a acabar por acostumbrarme a ella. Victor se incorpora, ahora levantándose de la cama por completo y dejándome ir, así que yo me levanto también. En sus labios hay una sonrisa escueta, cordial.

-Te los enseñaré, lo antes posible. Vamos a tener, espero, mucho que hablar y discutir, así que aprovechemos el tiempo que tengamos juntos, antes de que se acabe.

>>Como dije antes... Qué menos que disfrutar de mis errores.

>>Pero, por hoy, vámonos a dormir. Estoy verdaderamente cansado. Y es posible que la fiebre esté volviendo a darme. De hecho. De hecho, uh, creo que no tengo fuerzas para incorporarme por mi cuenta, así que si pudieras-

---

A la mañana siguiente, me despierto solo. No tengo ninguna queja al respecto porque la verdad es que no tenía muy claro cómo iba a tratar con El... Con Victor.

Aún me cuesta mucho asumir la información recibida ayer. Me parece un milagro el haber sido capaz de pegar ojo, sinceramente, porque pensé que iba a pasarme toda la noche mirando al techo y uniendo hilos rojos en el corcho de mi cabeza, pero supongo que en algún momento debí ceder a la extenuación del día.

Me incorporo en la cama, con algo de dolor de cabeza, y miro en derredor en busca de alguna pista sobre el paradero de Victor. Todo lo que encuentro que me llama la atención es una silla con un montón de ropa plegada en ella y lo que parece ser una nota...

... tengo un mal presentimiento. ¿Dónde está mi kimono? Ayer acepté el pijama de préstamo que me dio, pero...

“A mi más querido Hiiro,

Discúlpame por abandonarte, pero hay labores que requieren mi inmediata atención... Me he tomado la libertad de añadir tus ropas a la colada, a cambio te ofrezco otras vestimentas que espero sean de tu gusto.

Si deseas tomar un baño, siéntete libre de hacerlo, te dejo las indicaciones para llegar hasta él... Eres libre de usar mis aceites de lavanda si así lo deseas, pero ruego encarecidamente que no uses los productos de cabello de Naytili, bajo amenaza de muerte inmediata si ella llegara a darse cuenta.

Podrás encontrarme en el comedor cuando termines, donde espero que me acompañes en el desayuno.

Saludos afectuosos,
V.”

Lo sabía. Si es que lo sabía. Es que para qué me desvisto yo. En este dichoso mundo todo el mundo parece tener un complot en mi contra para hacerme perder mi ropa. Qué pasa, ¿se divierten forzándome a vestirme de mil maneras distintas? ¿Me tengo que estar cambiando de modelito a cada situación específica depende de en qué lugar esté, eh? ¿Qué soy, un personaje de anime que tiene que ir rotando su modelo de personaje cada X tiempo para poder vender más figuritas en distintos atuendos? Al menos, vaya, la ropa me suele salir gratis, porque si encima tuviera que pagar una cantidad absurda de maana que podría dedicar a cosas mucho más útiles e importantes por ropa que la gente prácticamente fuerza sobre mí sin mi consentimiento o acuerdo, me sentiría no sólo indignado y ridiculizado sino además estafado y vapuleado.

Conteniendo un suspiro frustrado, decido que no vale la idea enfadarse por esto. Pese a que el poco instinto de supervivencia que tengo me está rogando que sea más listo, mi cuerpo pide agua así que no me lo pienso antes de dirigirme a la ducha para poder quitarme el sudor acumulado de ayer y hoy encima.

Al cabo de un rato, consigo llegar hasta el comedor a pesar de la mala caligrafía de Victor. Imagino que tiene sentido que el arquetipo de científico loco tenga una letra casi jeroglífica, pero madre mía...

Al llegar al comedor le veo a él, junto al resto de su grupo. Todo el mundo, perros incluídos... La única persona que me falta es Eweleïn.

-Ah, Hiiro, buenos días -Victor me saluda con una sonrisa en el rostro-. ¿Espero que hayas pasado una noche agradable? No me gustaría que... Anda, mira qué mono con esa ropa que te he dejado... Cuídame bien esa joyería, ¿eh? Tiene valor sentimental -Le lanzo una mirada crítica al brazalete que me he dejado colgando en una muñeca. No es... el tipo de accesorio que yo me pondría, pero he pensado que quizá se ofendiera si no me ponía la ropa que me había dejado.

-Tenemos... gustos distintos, en lo que se refiere a la ropa -Menciono simplemente, como única queja, a pesar de que lo que realmente quiero decir es “Eh, ya sé que tengo nombre de niño huérfano victoriano, pero no hace falta vestirme como uno, ¿sabes?”. Con la boina y todo....

-Eso es una lástima, porque te queda de maravilla -Se levanta de su silla y se acerca a mí para abrochar los botones del chaleco que expresamente había dejado abierto- Hmmm, veo que has decidido usar el producto que te recomendé. Ahora olemos de forma similar... -Es no es para nada siniestro.

-Espero que no se le haya ocurrido usar mi champú -Gruñe Naytili. No, no te preocupes, no he tocado tu bote de champú de caballo... No quiero que se me ponga una cara de caballo como la que tienes tú.

-¿Entonces sí que te has unido a nosotros, Hiiro? -Pregunta Anrie, girándose en la silla y mirándome por encima del respaldo de la misma.

-No... -Yo lanzo una mirada a Victor, cuya respuesta es una escueta sonrisa- No exactamente...

-Hiiro es, por ahora, un invitado especial -Indica, pasando un brazo por mi espalda para empujarme levemente hacia la mesa-. Súper, súper especial. Y por ello quiero que se le trate con el cuidado y el respeto que se merece. Toma asiento, Hiiro, permite que te prepare el desayuno. Dime, ¿cómo tomas el café? -Eh... No suelo tomar café...

-Déjame adivinar, un cortado y un cruasán -La voz de Naytili se burla de mí, y también lo hace su sonrisa. El comentario me sienta como una patada al estómago, porque ese es el desayuno de Nevra... El que se toma todos los días, sin variación alguna.

-Soy más de té -Admito-. Té negro, con una pizca de leche y dos terrones de azúcar...

-Perfecto, en seguida te lo preparo...

Se aleja hacia otra habitación, y cuando me doy cuenta de lo que eso implica al dejarme solo con dos psicópatas, Anrie y dos perros rabiosos (realmente no sé si Naytili va en la categoría “psicópata” o “perro rabioso”), ya es demasiado tarde. La atención de la sala recae en mí, por supuesto. Anrie parece curiosa, Chloé es posible que esté intentando recitar un hechizo en su mente para matarme, y Naytili...

-Te le estás tirando -Acusa, de nuevo, con una sonrisa en la cara. Pocas veces he visto a Naytili tan sonriente y la verdad es que la prefiero sin sonrisa.

-No -Rápidamente niego-. ¿Dónde está Eweleïn? ¿Qué has hecho con ella?

-No te preocupes por la elfita... -Con tono de burla se echa hacia atrás en su silla, y ahora soy yo el que intenta usar poderes mentales para desequilibrarla a ver si se cae y se desnuca- La estoy cuidando muy, muy bien; oh, sí. Es una chica lista... Hemos llegado a un acuerdo sobre cómo, si ella se porta bien, yo también me porto bien. No sabes lo cooperativa que se ha vuelto de repente...

El tono en el que lo dice me hace querer arañar el mantel de la mesa, y apenas contengo el gesto clavando las uñas en la tela. Me siento culpable, porque es cierto que la ayudé al secuestro de Eweleïn... Espero que algún día pueda perdonármelo.

-¿Y cuánto tiempo planeas estar aquí exactamente? -Pregunta la bruja (la de verdad, no Naytili que también es una bruja pero no en el sentido literal de la palabra), mirándose las uñas posiblemente porque tiene el pintauñas descascarillado. Eso no le pasaría si usara productos de marca Rètiere™.

-No creo que eso dependa de mí -Respondo, soltando el mantel y llevándome una mano a la cabeza para rascarme un poco el pelo. Al fin me está creciendo un poco y doy gracias por ello.

-No deberías hacerte siquiera ilusiones sobre poder escapar -Naytili también decide responder. Por la mirada que me dirige, juraría que mi situación le divierte mucho, ahora que he conseguido hacer lo que ella quería y Victor ha vuelto a la normalidad-. Si El Titiritero tiene un juguetito nuevo, no va a querer soltarlo... Y, ¿si lo hace? Si te suelta, la Guardia de Eel va a cortarte el cuello de inmediato. Ah, la cara de desesperanza que puso el Cuervo cuando vio que su noviecito se iba con los “malos”...

-¿Novio...? -La mirada de Chloé se clava en mi y quema.

-Ex-novio -Corrijo, sosteniéndole la mirada-. Nevra está soltero, pero no le interesas.

-Eso es mentira...

-Es verdad.

Me besó antes de que me viniera con vosotros, quiero añadir, pero decido no hacerlo primero porque me siento mal sólo de pensar en ello y segundo porque posiblemente muera de una forma horrible si lo digo.

Aunque parte de mí piensa que quizá valdría la pena. La verdad es que a esta tipa le tengo bastante manía. ¿Me pregunto por qué? ¿Quizá sea lo de haber forzado a Simonn a disolverse bajo la lluvia? ¿Lo de masacrar a un pueblo entero? ¿El hecho de que evidentemente no sabe cómo vestir un kimono? ¿Lo de abusar sexualmente de una persona con dependencia emocional?

-Nevra no está enamorado de ti -Hablo con toda la firmeza que soy capaz, y si está intentando asesinarme con la mirada, yo hago lo mismo-. Deja de hacerte fantasías imposibles y, sobre todo, deja de arrastrarle a ellas. Te odia y te lo mereces, porque eres una-

Mi última palabra queda ahogada cuando Chloé salta de su silla, tirándola al suelo, y se lanza a por mí directamente, olvidándose completamente del hecho de que puede hacer magia para intentar ponerme las manos encima, y yo reacciono incorporándome de un salto también y listo para partirle la cara-

Salvo que antes de que ninguno de los dos pueda hacer eso, Victor aparece en escena, bandeja de té en mano, y el asalto de Chloé se detiene de inmediato.

-Té, tostadas, y una pieza de fruta... La mejor manera de empezar el día, ¿no? -Victor habla como si no se diera cuenta de lo que ha estado a punto de ocurrir, o como si no quisiera dársela.

-Pffft, y yo que pensaba que por una vez iba a pasar algo interesante... -Naytili sigue sonriendo, satisfecha con el espectáculo- Iba a apostar veinte maanas a la bruja...

-Yo creo que Hiiro le puede en combate -Añade Anrie.

-Vamos a tener la mañana en paz, ¿hm? -Victor no mira a nadie mientras coloca todas las cosas en la mesa, frente a la silla en la que estaba yo sentado antes- Aún tengo jaqueca de lo de ayer, procurad no empeorármela... Y tú, Hiiro, a desayunar, que tienes que crecer.

-... Mejor que tengas la boca ocupada, sí... -Chloé me lanza una última mirada furibunda antes de proceder a recoger la silla que había tirado-  Si no quieres que te la parta.

-... bitch.

-¿¡Qué me has llamado!?

-Significa “bruja” en inglés -Improviso, yendo a sentarme cuando Victor me retira la silla-. Gracias...

-Un placer -La voz de Victor es melosa cuando la escucho justo detrás de mí, según me ayuda a arrimar la silla y coloca sus manos en... ¿mis hombros?

Chloé termina por irse porque debe ser que no me soporta (mejor, yo a ella tampoco), lo cual significa una psicópata menos en la sala. Naytili me mira muy atentamente no sé si vigilándome o haciendo qué, lo cual me pone incómodo. La ligera presión de las manos de Victor en mis hombros es también incómoda.

Y el silencio que hay en la sala mientras desayuno, con el sonido de la cubertería siendo lo único que se escucha de cuando en cuando, es todavía más incómodo.

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...

-Um-

-Ah, fantástico, ya has terminado, ¡Marie Anne! Por favor, si fueras tan amable de llevar los platos a la cocina... Luego los lavaré, pero ahora quiero dedicarle toda mi atención a Hiiro.

-¿Eeeeeh, por qué tengo que ser yo? -Ella hace un mohín al escuchar eso- ¿Qué pasa con las marionetas, no funcionan o qué?

-Me temo que por el momento están... Ah, indispuestas -La voz de Victor vacila por un instante al decir eso-. Cuando recupere la salud me encargaré de levantarlas de nuevo...

-Pues a mí me parece que estás bastante sano...

-Y a mí me parece que le estás echando mucho cuento -Naytili al fin se incorpora y hace el camino hacia nosotros-. Aún no hemos hablado sobre lo de ayer.

-Ayer pasaron muchas cosas... -Él intenta salirse por la tangente. No se le está dando muy de disimular ahora mismo, se le ve en la cara que no tiene ninguna gana de tratar con Naytili ahora mismo. Quizá quiera fingir que ya está completamente recuperado de ayer, pero desde luego no lo está ni de lejos- Y le tengo prometida una conversación a...

-Tú querías ver a la elfita, ¿no? -Naytili se dirige a mí ahora- ¿Por qué no te digo dónde está y bajas a decirle hola y nos dejas a nosotros a lo nuestro?

-Naytili... -La palabra viene con un toque de advertencia de los labios de Victor.

-Tú, niña -Le habla a Anrie ahora, con tono brusco-. Llévate a... -Arruga la cara. Vamos, por favor, no me digas que ni siquiera te has aprendido mi nombre...- Llévatele al sótano con la otra.

-No les dejes solos -Antes de que Anrie pueda responder, Victor interviene rápido como una flecha-. Que no conspiren. Un ojo puesto en ellos en todo momento.

Debe ser que, incluso con todo lo que tiene encima, no está tan atontado como para dejar que se le escape ni una. Le miro sin decir nada, simplemente alzando una ceja.

-No me malinterpretes... -En su sonrisa hay una pizca de disculpa- Adoro que estés aquí, Hiiro, y eres mi muy querido invitado, pero... Bueno, ni tú ni yo somos tontos. Ya sabes lo que quiero decir.

Ahá. Que aunque ahora estemos en términos “amigables”, seguimos sin estar del todo en el mismo bando.

-¿Pero entonces qué hago con los platos? -Protesta Anrie.

-No te preocupes, Naytili se ha ofrecido muy amablemente a recogerlos ella misma...

Naytili ladra en respuesta a las palabras de Victor, pero a Anrie le da igual mientras que no lo tenga que recoger ella. Vuelve a dejar los platos en su sitio y me hace un gesto con la cabeza para que la siga, lo cual hago... No sin antes lanzar una última mirada por encima del hombro a los dos que dejamos atrás. Los ojos de Victor no me dejan ir en ningún momento, hasta que al final la distancia (y una pared entremedias) fuerzan a romper el contacto.

Sigo a Anrie a través de los pasillos de la casa, igual que ayer fijándome en la decoración. Victor dijo que estábamos en las Islas del Sur, pero... No hace tanto calor como en Elsur, de hecho ahora mismo hasta hace un fresquito agradable. La casa tiene que estar bien aislada...

-Sigo sin entender por qué El Titiritero y tú sois amigos ahora... -Anrie habla mientras caminamos, posiblemente para romper el silencio más que otra cosa. La miro de reojo, pero la verdad es que me cuesta sostenerle la mirada. Su cuerpo es... Me produce malestar verlo, sobre todo al recordar a la chiquilla que era antes de su mutación- ¡Pero me alegro de que estés a bordo, Hiiro! Aunque es una lástima que no hayas coincidido con Niels...

Niels... Acabo de acordarme, él se quedó en la Guardia. Mejor que eso, se quedó en manos de Gèrard. Estoy seguro de que el criónido sabrá sacarle del paso con la Guardia... Oooooo, a lo mejor de repente a Eel la arrasa una ventisca surgida de la nada y ellos desaparecen del mapa y se van a algún lugar remoto a ser el sueño cottagecore.

-Porr cierto, estamos bajando a su laboratorio ahora.

-¿Al laboratorio de Niels? -Eso me despista un poco. He empezado a seguirla escaleras abajo (unas escaleras distintas a las que usamos ayer para ir al calabozo, lo cual ya me estaba llamando la atención), pero desde luego no tengo ni idea de a dónde me está llevando.

-¡Sip! Se pasa más tiempo allí que en su habitación, y siempre se escuchan como sonidos raros y explosiones, así que tampoco me he acercado mucho... -Hace un gesto pensativo- Pero la doctora quiso quedarse ahí a pasar la noche, así que...

Lo que sea por alejarse de Naytili, supongo. Sigo a Anri hasta una doble puerta de metal que muy obviamente tiene que ser la del laboratorio de Niels, a juzgar por los varios avisos de alto el paso, cuidado, llamar antes de entrar, no introducir sustancias inflamables, lavarse las manos antes de entrar y salir, prohibido animales...Henry tuvo alguna de esas en su habitación un tiempo, hasta que mamá le obligó a quitarla.

En cuanto se abre la puerta, al otro lado se distingue la figura de Eweleïn medio tumbada sobre una mesa en una postura que desde luego no tiene que ser muy cómoda, con todo su pelo (que tiene bastante) desparramado en todas direcciones. El ruido que hace la puerta al abrirse es suficiente como para espabilarla, y se incorpora con un brinco mirando en todas direcciones durante unos instantes, hasta que nos distingue.

-¡Hiiro! -Sale corriendo en mi dirección. Me siento fatal porque posiblemente acabe de pasar la peor noche de su vida, en parte por mi culpa, mientras que yo dormía tranquilamente a pierna suelta, así que en un momento no sé cómo reaccionar, y es por eso que el abrazo me pilla sorprendido y no puedo rechazarlo- ¡Menos mal que estás bien! ¿Te han hecho daño? ¿¡Estás...!?

-Estoy bien, tranquila... -En cuanto digo eso, se separa y empieza a mirarme de arriba a abajo para comprobar que, no sé, no me falte un brazo o algo así- ¿Cómo estás tú? ¿Te han dado de comer?

-Ups... -Anrie pone cara incómoda- Luego, eh, luego te traigo algo... ¿Creo que Niels debería tener comida por aquí...?

Se pone casi que a olfatear el aire mientras rebusca por la habitación, buscando las reservas secretas de Niels. Mejor que centrarme en ella, lo hago en Eweleïn, que aún me mira muy preocupada.

-Estoy bien -Repito, aunque está por llegar el día en el que alguien me crea cuando pronuncio esas palabras-. Juraría que hasta he pasado mejor noche que tú...

-¿Seguro...? -Parece muy dudosa de lo que digo- Naytili me dijo que El Titiritero te había cogido y te había llevado a... No te ha hecho nada, ¿no?


-Eweleïn -Le agarro las muñecas para, de la forma más delicada posible, hacer que me quite las manos de encima-. Ahora mismo, tu situación es peor que la mía. No te preocupes por mí. Me he ganado el favor de El Titiritero, lo que significa que, de momento, estoy a salvo.

-Sí... -Cuando la suelto, ella retrocede un paso, con el ceño algo fruncido- Ayer conseguiste que dejase de gritar. ¿Qué le hiciste?

¿Darle mimitos?

-Simplemente tuve una conversación con él. Logré que mi voz le llegara y él recobró un poco la cordura. Conseguí que se calmara. Ya está. Aún sigue un poco trastocado así que, no te preocupes, todavía tienen necesidad de ti...

-Ya... -Toma aire- Naytili me ha dicho eso también. Que tengo que quedarme aquí y atenderles, o...

Por un instante, vacila. Le tiembla un poco el labio, y parece a punto de echarse a llorar. Mi corazón se encoge, la pobre lo tiene que estar pasando fatal ahora mismo y la verdad es que no tengo ni idea de cómo poder hacerla sentir mejor, además de prometerla que no le va a pasar nada...

-Tienes que ver algo.

Sin esperar a mi respuesta, ahora es ella la que me coge a mí por una muñeca y tira de mí en dirección a la puerta. Antie se queja y en seguida viene tras nosotros gritando que no podemos hacer eso, pero Eweleïn la ignora y echa a andar por el pasillo en dirección a otra de las puertas, una que no parece tan firme como la del laboratorio de Niels, , pero...

-¡N-no podéis entrar ahí sin permiso! -Protesta Anrie.

-Naytili me ha dado permiso -Responde Eweleïn, agarrando el picaporte-. Niels ya no está aquí, así que es mi paciente.

Cuando abre la puerta, primero siento la adrenalina recorrer mis venas por la sorpresa, luego una punzada de felicidad, y luego el corazón se me rompe un poquito más.

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(Narra Erika)

Pensé que despertarme y encontrarme cara a cara con Leiftan y sentir sus abdominales contra mi cuerpo era lo mejor que me podía pasar en la vida.

Eso lo pongo en duda ahora, cuando al abrir los ojos me encuentro cómodamente apoyada en los pectorales de Ezarel.

Esto no tendría que tener ningún sentido. ¿Cómo puede ser? ¡Ez no hace ningún tipo de entrenamiento! De hecho, ¿le ha visto alguien hacer ejercicio alguna vez en su vida? Cómo puede- ¡¡Por qué....!!

Y, sin embargo. Acabo de encontrar mi lugar favorito en el mundo.

Especialmente, cuando le siento acariciar mi pelo, sus dedos entrelazándose con los mechones de una manera afectuosa y delicada, placentera y, lo mejor de todo, sin tirones...

El sonido satisfecho que se escapa de mi garganta es minúsculo... Pero es suficiente. En cuanto Ez se da cuenta de que estoy despierta, rápidamente se acaban los mimos y las caricias, y si no me tira de la cama del empujón que me da, es de puro milagro.

-A-a-anda, ya estás despierta, miiiiiira quié bien -Sale de mi cama con un salto sin darme tiempo a que me queje por sus malos tratos-. Ya iba siendo hora.

-¿Llevas mucho rato despierto acariciándome el pelo y siendo tierno? -Pregunto, muy ilusionada por la forma en la que se le sube el color a la cara según hablo.

-N-no, um... Tenemos un día muy largo por delante. Hale, arriba.

-Vaaale...

Decido no tentar a mi suerte y no chincharle demasiado. Lo primero del día es ponerle comida a Vero para que no me coma los pies, lo segundo es empezar a prepararme para el día... Mientras que, entre que me visto y me peino y me arreglo, me voy de todo lo que pasó ayer. Fue un día movidito... Y hoy tiene pinta de que va a serlo también.

Pienso en Leift, sobre todo. Aunque ayer terminamos el día... De forma un poco incómoda, hoy pienso asaltarle con todos los mimitos que ayer se quedaron sin darse, y todo el cariño que pueda ofrecerle. Después de todo lo que pasó ayer, hoy va a tener prohibido sentirse mal, hombre.

También pienso en Ewe y en Hiiro. Me pregunto si estarán... Bien. Algo me hace pensar que lo de que Ezarel haya querido pasar la noche conmigo quizá tenga algo que ver con el secuestro de Ewe también. Tiene que estar preocupadísimo por ella...

... aunque ahora mismo parezca más preocupado por la colección de maquillaje encima de mi cómoda.

-¿... ocurre algo? -Pregunto, al ver la mirada crítica que le está lanzando a las pocas cosas que tengo.

-Oh, no. Nada. Nada, de nada. Simplemente... -Coge mi pintalabios y me lo enseña como si fuera el arma de un crimen- ¿Qué se supone que es esto?

-¿Pintalabios?

-Gloss, para empezar, que no es lo mismo. Además en roll-on, ugh, ¿qué tienes, cinco años? Esto es simplemente aceite con purpurina, vamos, por el Oráculo... -Pe... pero huele bien...- ¡Y el resto! ¿Esto es lo que te pones en la cara todos los días? Si vas a usar este tipo de exfoliante, es más sencillo si directamente coges papel de lija y te lo pasas por la cara.

-Si lo que quieres es que le compre mis productos de belleza a tu familia, lo llevas claro -Protesto-. ¡Cuestan un pastizal!

-Si no te gastaras tanto dinero en ropa...

-Si ni ti guistisis tinti diniri blablablá, ¡ya vale! -Me acerco para ir a recuperar mi gloss, pero él levanta el brazo para dejarlo fuera de mi alcance- ¡Oye!

-No pienso dejar que te pongas esto encima. Uh-uh. Voy a quemarlo todo.

-¡Pues me lo pagas tú!

-Pues te lo pago yo, ya ves tú qué problema... -Se guarda el bote en un bolsillo de su pantalón, y luego continúa examinando con ojo crítico mi colección- Hm... No, no, no... A ver, ven aquí.

Quiero protestar y decirle que se deje de historias y que deje mis productos asequibles en paz, que para lo poco que me pongo no me voy a gastar tanto dinero (aunque, voy a reconocer, la crema hidratante que uso sí que es Rètiere porque cuando estuve en su casa la probé y fue una maravilla me deja la piel súper suave y me hace sentirme una elfa elegante); pero toda queja en mi cabeza queda interrumpida por un gritillo tonto cuando me agarra por la barbilla para hacerme levantar la cabeza y se pone a estudiar mi cara.

-Hm... Hablaremos de tus ojos en algún momento porque están pidiendo ayuda a gritos, necesitas aprender a usar maquillaje de verdad y no el kit de jugar a maquillarse...

-¡Oye!

-Pero tienes buena idea con el gloss, un mate no te sentaría también si no es un color más fuerte... A fin de cuentas, hm... Hmmm, hm, hm... Vale -Me suelta ya y empieza a irse hacia la puerta- Nos vemos en el desayuno, no te pongas nada de esto encima si quieres que vuelva a dirigirte la palabra de nuevo.

Una vez más, no me da tiempo a responderle, y escucho el sonido de la puerta cerrarse.

...

¡PERO BUENO! ¿¡Qué es esto!? Novio tóxico que me dice cómo tengo que maquillarme, ¡ugh! ¿¡Qué le pasa!? Con lo que a mí me gusta mi gloss con olor a fresa... ¡Que, por cierto, se lo ha llevado! ¡Me voy a chivar a Miiko!

Protesto para mí por la actitud de Ezarel y repito sus palabras con voz de pito mientras me hago mi trenza habitual frente al espejo... Y después hago caso a mi novio tóxico y me voy a la cantina a buscar algo de desayuno y a alguien al que poder quejarme de todo lo que ha pasado.

La cosa es, que nada más entro al comedor, me encuentro a Leiftan apoyado contra una pared y cruzado de brazos, en postura de chico malo, y... ¡Anda!

-¿Y esa ropa? -Se me ocurre decir, lo primero de todo, porque soy, como ya se sabe, tonta de remate- Es raro no verte de blanco...

-Um... -Evidentemente, le pilla por sorpresa que eso sea lo primero que le digo- Me, eh... ¿Me sentía mal vistiendo de blanco, por alguna razón? Como si no fuera... Adecuado. No sé, um... Eh... ¿B-buenos días?

-Buenos días, Leift -Procuro cambiar el tono un poco y ahorrarme los comentarios sobre su vestimenta (abdominales, ABDOMINALES, ABDOMINALES)-. Um... ¿qué tal noche has pasado?

-No he pegado ojo... -Lo admite con una sonrisa incómoda- Muchas cosas en las que pensar, supongo. He estado tres veces a punto de bajar a la prisión a intentar hablar con Alessa, pero a cada vez que lo hacía Simonn me decía “¿Estás seguro?”, así muy serio... Y yo me daba la vuelta -Vaya...

-Tendrás oportunidad para aclarar las cosas con él, seguro -Me acerco un poco más para, de forma tentativa, intentar cogerle de la mano. Él acepta el gesto y, bueno, nos ponemos a hacer manitas-. Ayer el ambiente estaba aún un poco... caldeado.

-¿Lo dices porque se transformó en una bola de fuego?

-Eeeeeeeh... No sólo por eso -Tuerzo un poco la boca-. Quería decir...

-Lo sé. Um... -Por un momento, sus palabras vacilan y mira a un lado, pero luego consigue sostenerme la mirada- Lo siento si ayer... Bueno, lo siento. Ayer fue todo muy raro, y sé que anoche no terminamos de la mejor manera, y-

-Leift -Ahora coge su mano entre las dos mías-. No te disculpes por eso. Si necesitabas estar a solas, no pasa nada. Es verdad que yo... Tenía ganas de hablar contigo, sí, pero la prioridad ahora mismo eres tú. Yo, quiero...

Recuerdo el discursito que me soltó Ezarel anoche. Hacer que se sienta querido... Bueno... Sólo tengo que actuar como lo hago normalmente entonces, ¿no?

-Quiero que seas feliz, Leift -Continuo, sacando mi mejor sonrisa-. Ayer fue un día terrible para todo el mundo, sobre todo para ti. No quiero que lo pases mal, así que aquí me tienes para lo que necesites. Por supuesto que tengo curiosidad, por supuesto que quiero saber cada cosa sobre ti... Pero no voy a forzarte a contarme nada que te haga sentirte mal, Leift. Y que sepas que... te quiero a ti. Por todo lo que hemos pasado juntos, por todo lo que has hecho por mí desde el primer día, porque eres la persona más tierna que conozco, por miiiiiil millones de cosas más, y que nada va a cambiar eso, ¿vale?

No responde por unos segundos. Simplemente se me queda mirando, y yo me pierdo en sus ojos porque en ellos veo tanto... Tanto amor, tanto cariño. Sólo con esa mirada, se me acelera el pulso y noto un mariposeo en mi estómago, electricidad en todo mi cuerpo.

Este es mi Leift.

Daemon o no, a mí me da igual. Yo le quiero. Nos ha costado mucho llegar hasta este punto, donde los dos podemos disfrutar de esta relación y ser felices...

-No más secretos -Le digo lo mismo que le dije ayer a Ez-. Conmigo no tienes nada que esconder, Leift. Te quiero.

Por un segundo, casi pienso que se va a echar a llorar. Que el amor que hay en sus ojos va a escaparse en lágrimas tan dulces como el almíbar.

En su lugar, y aunque por un instante se le escapa un sollozo, lo que tengo es que me agarra por el rostro a dos manos y me atrae hacia él para darme el mejor beso que he recibido en mi vida.

Besar a Leift no es nuevo. Pero este beso, de alguna manera, se siente distinto. Leiftan parece más cercano a mí que nunca, siento su cuerpo y la calidez que este emana de una manera especialmente intensa. Y el beso, en el equilibrio perfecto entre lo tierno y lo pasional, es profundo y a la vez saciante. Por un momento, aquí, con él, todo está bien, estamos a salvo, estamos seguros. Y estamos juntos, que es lo más importante.

-Te quiero muchísimo... -Esas palabras pronuncia, una vez me deja ir, cuando quedamos frente con frente. Yo me río un poco, como una adolescente tontuna descubriendo el primer amor.

-Y yo a ti, Leift.

Juraría que va a ir a besarme de nuevo, pero un carraspeo bastante poco discreto llama nuestra atención. Al girarme, veo a Ezarel, ya del todo vestido y arreglado y cruzado de brazos con una ceja alzada.

-¿Tanto besuqueo ya de buena mañana? -Dice, pero no con queja sino con burla- Si tenéis hambre Karuto está ahí a dos metros, no hace falta que os comáis el uno al otro...

-Ezarel... -Leift pronuncia su nombre como si, por cualquier razón, no se esperase que fuera a aparecer, como si el elfo no viviera aquí también.

-Leiftan -Y él devuelve el nombre con cortesía. Hablando de devolver...

-¡Devuélveme mi pintalabios! -Protesto, separándome un poco de Leiftan mientras le pongo al elfo mala cara.

-No, se lo he dado a Taenmil para que lo tire al mar -Capaz es...-. Atenta.

De un bolsillo saca, lo que parece ser... Otra barra de labios, pero esta seguro que Rètiere. Mira que es pesado. Pongo los ojos en blanco, viéndome venir el paripé.

-Ni siquiera es el mismo tono -Me quejo, al ver el color cuando lo destapa.

-No, pero este te va a quedar mejor -Ya...-. Combina perfectamente con tu tono de piel, tu pelo y tus ojos, es duradero para todas tus aventuras, resistente al agua para la próxima vez que vayas a ahogarte en alguna playa remota; y, sí, es gloss -Alzo una ceja, poco impresionada, mientras él hace un espectáculo de ponerse él mismo el pintalabios. Mira, al menos el aplicador es con almohadilla, que no es de barra... No me gustan las barras porque siempre se derriten o se rompen. Y, vale, el color es bonito. Un tono brillante y luminoso entre el rojo y el rosa...-. ¿Y lo mejor de todo?

>>Sabe a fresa.

Al instante después, me agarra por los hombre y casi que me arrastra fuera del alcance de Leiftan para- Oh, sí que sabe a fre-¿¡SAAAAAAHHHHH!?

Me quedo completamente de piedra cuando Ezarel, por iniciativa propia, en mitad de la cantina con vete a saber cuánta gente aquí dentro, me planta un beso que no tiene absolutamente nada que envidiarle al que acabo de compartir con Leiftan, robándome la respiración por completo y haciendo que las mariposas que ya tenía de antes de repente estallen en un montón de fuegos artificiales.

Para cuando me suelta, yo no sé si estoy a punto de caerme al suelo o salir volando.

Le miro sin decir nada, simplemente boquiabierta, porque es que no se me ocurre nada que decir.

Y por cómo me devuelve la mirada, con la cabeza alta y una sonrisita cubierta de gloss rojizo, juraría que él está bastante satisfecho por haberme dejado sin palabras.

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA SOY LA CHICA MÁS FELIZ DEL MUNDO QUÉ ESTÁ PASANDO NO LO SÉ PERO EZAREL EZAREL EZAREL ACABA DE BESARME, ¡¡¡EZAREL ACABA DE BESARME!!! EZAREL EZAREL EZAREL EZAREL, ¡¡EZARELLLLLLLL!!

DIOS. MÍO.

JESUCRISTOBENDITODEDIOS.

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.

-ª

Ese es el único sonido que escapa de mi boca. Al instante siguiente, siento como todo el calor se me sube a las mejillas y me noto a punto de explotar, y quiero gritar pero sé que Karuto me va a echar de la cantina si lo hago así que simplemente sigo mirándole como una completa idiota.

-¿Qué, te gusta? -Pregunta- Todo tuyo, si lo quieres.

-¿P-puedo tener una muestra yo también? -Cuando miro a Leiftan por el rabillo del ojo, le veo en un estado catatónico bastante similar al mío, y el hecho de que parezca tan emocionado por esto me hace TODAVÍA MÁS FELIZ.

-Nope -Cuando Leiftan gimotea en respuesta a eso, Ezarel pone los ojos en blanco y se acerca a él casi que parece que a regañadientes para plantarle un beso en la mejilla. Eso a mí me hace soltar un gritito y sentir emociones nuevas-. Hale, ahí tienes. No esperes más si no hay tarta de miel de por medio. Y tú -Se vuelve hacia mí y me tiende el pintalabios-. No esperes nada por mi parte si vas usando pintalabios barato. Usa ese si quieres que te bese, ¿entendido?

-Y- ah, hhh, kk- aaaaaa- -Estoy demasiado cortocircuitada como para poder dar respuesta, así que simplemente acepto el objeto y lo examino atentamente, leyendo el código de la etiqueta-. #1004, “Limonada de fresa”... Ah, ¡me encanta la limonada de fresa!

-A-a mí también, es mi bebida... -Leiftan mira a Ezarel muy fijamente- favorita... Ezarel, ¿has...? ¿Has creado y comercializado un tono de pintalabios pensando expresamente en Erika?

-¿Qué? -Eso hace que ahora Ezarel sea el sorprendido- N-no, quizá, tal vez, puede, no sé, ¿¡qué más da!?

-¿Cuánto tiempo llevas pensando en besar a Erika?

-¡C-cállate!

Ahora es el turno de Ez de ponerse completamente rojo, un color mucho más intenso que el del pintalabios. A mí se me va a salir el corazón del pecho, pero eso no importa, vamos, si me muero ahora, muero feliz.

-Llevo... -Habla haciendo un sonido que casi parece un gruñido- L-llevo desde Feng Huang trabajando en ello, yo... E-estaba buscando el momento perfecto, p-pero no llegaba y, quién sabe si va a llegar o no y de todas formas soy un perfeccionista así que mi percepción de “perfecto” no encaja con la de mucha otra gente, y, eh, a-aaaah...

-No, pero eso no responde a mi pregunta -Leiftan niega con la cabeza-. La pregunta es que cuánto tiempo llevas queriendo besarla.

Olvídalo, va a ser Ezarel el que se muera antes a este paso, no puede ser bueno lo que sea que Leift está haciendo con su presión sanguínea porque ese nivel de rojo no puede ser normal...

-N---... nngh.... N... -Se ha roto, el elfo se ha roto definitivamente...- ¡C-cállate! N-no tengo por qué soportaros, me voy a des- -Cuando intenta dar un paso, se tropieza con sus propios pies y está a punto de caerse al suelo... Debe haberse quedado sin gracia élfica- ¡A DESAYUNAR! L-lejos de vosotros, con...

Seguimos la línea de su mirada hacia la mesa de los Líderes de Guardia, donde Nevra y Valkyon le están esperando mirando en nuestra dirección. La sonrisa que tiene Nevra en la cara es siniestra, y también lo es cuando Valkyon aparta una silla y da unos toquecitos en su asiento, invitando a Ezarel a sentarse.

-S-sabes qué, cr-creo que hoy me voy a saltar el d-desayuno...

Y con eso dicho se da media vuelta y sale huyendo de la cantina a una velocidad que no es del todo “corriendo”, pero que desde luego no tiene ninguna calma en su paso. No pasan ni tres segundos hasta que no se ven a Nevra y Valkyon saliendo detrás de él con la misma prisa o quizá incluso más, y dos segundos después escucho varios tipos de gritos.

Me quedo bastante pasmada con eso, la verdad.

Y entonces escucho la risa de Leiftan.

Cuando le miro, le veo doblado de la risa, con los brazos cruzados sobre sus abdominales según su abdomen de hincha con cada carcajada, y las mejillas tan sonrojadas como las mías mitad por la vergüenza, mitad por algo más.

Eso me hace sonreír. Creo que no le había visto reírse así nunca.

Ayo! ????

Ves, casi en horario, si es que soy un máquina HUAH HUAH. Tenía planeado actualizar la semana pasada, pero se me fue el santo al cielo, y este fin de semana había splatfest y... Ejem.

Que estoy aquí que es lo que cuenta, let's fucking go, we’re so back, etc; esas cosas que dicen los jóvenes.

Oye una cosa, ¿cómo es esto de que se ha terminado Eldarya? ¿Y AHORA YO QUÉ HAGO CON MI FANFIC? Si tengo material como para otros diez años... Mientras que no tiren la página, debería poder seguir publicando como de normal, así que a ver si al menos consigo terminar la primera parte del fic que ya va siendo hora...

Maera

¡Holip! Cuándo tiempo, me alegro de leerte (? Yyyy parece que te ha hecho ilusión la vuelta del fic así que me alegro de eso también :D Créeme a mí también me ha hecho feliz volver a las andadas T^T

Encajar a Tripleté con Frankenstein posiblemente cueste un rato, no te preocupes, tómatelo con calma en estos tiempos difíciles (? Joe las Monster High qué recuerdos,  antes las coleccionaba y tengo a todas las originales pero luego empezaron a sacar demasiadas para mí :( (Btw siempre he dicho que Karenn se parece demasiado a Draculaura[/i]). Es completa coincidencia que Henry y Henry se llamasen igual, lo juro. Me puse a dar volteretas cuando me di cuenta de ello, igual que lo de que Victor llame a su criatura “daemon”. Persona es una saga de videojuegos que a Hiiro le gusta mucho y a mí también, y hay una serie de personajes nombrados a partir de gente cercana a Victor Frankenstein (?

Los pulpatatas aparecerán para traerle a Hiiro un poco de luz en su miserable vida, promesa. ¿Lleva Hiiro toda la ropa puesta? Buena pregunta... La Titiripanda como la familia en la que cada vez que se reunen a cenar hay que llamar a la policía, los bomberos y varias ambulancias, sí son. Ewe es el +1 de Naytili que NO quiere estar ahí pero que va a la cena porque no le apetece cocinar esa noche.

Ya verás el día que Erika se dé cuenta de su poder de protagonista de otome, ese día sí que nos vamos a reír. Leift no se viste de blanco porque se me había ocurrido hacerle un rediseño de personaje para demostrar su desarrollo personal, quizá algún día de estos (? El pintalabios imagino que será similar a este color, más o menos (? Un día de estoy me voy a poner a hacer una lista de productos de maquillaje usados por los personajes del fic, ya verás.

Pues a partir de ahora más actualizaciones, espero (??

Mi demoño felino se llama Ashe, NO por la Ashe del LoL, sino por otro personaje de videojuego que también domina el arco y también tiene el pelo blanco (?

Capítulo 27.2.-

(Narra Nevra)

Estaba bastante dispuesto a pasarme el día entero deprimido llorando por las esquinas y siendo siniestro, la verdad, pero todo ha cambiado de repente cuando he visto a Ezarel comerle la boca a Erika en mitad de la cafetería como primera cosa en la mañana.

-”sABe a FResA! -Me burlo de él poniendo voz tonta mientras repito sus palabras a Erika. Él no puede huir porque entre Valkyon y yo le hemos rodeado y encajonado en mitad de la sala de las puertas cuando planeaba irse a esconderse del mundo.

-CállateCállateCállate-

-Ha sido muy romántico -Valkyon, que por una vez parece dispuesto a seguirme el juego, habla con un tono que podría parecer sincero de no ser por el brillo malicioso de su mirada-. Enternecedor, Ezarel. ¿Lo habías estado practicando?

-Oooooh, ¿lo tienes escrito como si fuera una obra de teatro? “Tragicomedia del elfo narcisista, ACTO I, Cantina, EZAREL aparece por la derecha y se acerca a...”

-¡VALE YA! ¡Esto es bullying! ¡Grrr!

Me hace gracia su reacción, pero es verdad que igual nos estamos pasando un poco y tiene pinta de que se va a poner a mordernos, así que mejor dejarle en paz.

-Vale, vale -Retrocedo un paso, poniendo las manos en alto-. No queremos que te chives a Miiko

-Eso, que luego nos castiga sin recreo...

-Pesados...

Por el color de sus mejillas me imagino que es que le da vergüencita todo esto, pero se va a tener que aguantar con el tormento. Es lo que le pasa por hacer las cosas tan públicas. Que, por un lado, bien por él y por Erika, oye. Y, por otro, estoy plenamente convencido de que todo esto tiene parte de su numerito de bufón de la Guardia, que lo ha hecho para subirle la moral a Erika, a Leiftan y a todo el mundo después de lo de ayer... Lo cual me preocupa porque posiblemente él deba estar agonizando por dentro con Eweleïn ida, igual que estoy yo.

-Hablando de Miiko -Me apiado de él-. ¿Se sabe algo de ella? Después de lo de ayer, tiene que andarse subiendo por las paredes.

-Cuando salía al entrenamiento de la mañana Simonn ha venido a buscarme -Valkyon responde-. Me ha dicho que desayunásemos con calma y que luego fuéramos a reunirnos con ella a la sala del Cristal.

-A la cantina yo no vuelvo a entrar ni de coña -Protesta Ezarel.

-¿Queréis desayunar en alguna de las cafeterías de la plaza? -Propongo- Por probar algo nuevo. Y podemos tener una minireunión extraoficial de Líderes de Guardia para que me contéis a ver qué narices estuvisteis haciendo ayer cuando os fuisteis a paseo.

-Y tú nos cuentas a nosotros qué fue lo que pasó en Eel -Asiento con lo que dice Ezarel-. Vale. Trato hecho. Pero invitas tú.

¿Qué? Oh, no, no. Las cafeterías por aquí son carísimas...

La factura termina siendo para mí el equivalente de que me claven una estaca en el pecho, pero bueno, Valkyon parecía feliz y Ezarel no ha hecho muchos ascos, así que supongo que ha valido la pena. Por mi parte... El café, fenomenal, especialmente porque los cafés de Karuto son bastante deficientes porque los hace a toda prisa, pero los cruasanes de la cantina son mejores porque la bollería la suele preparar Erika... Para una vez, vale, pero al final donde mejor se está es en nuestra cantina (ahora sólo espero que Karuto no nos prohiba la entrada acusándonos de alta traición por haber comido en otro sitio).

Cuando volvemos a la Guardia y entramos en la sala del Cristal, nos quedamos los tres boquiabiertos cuando nos encontramos con que Miiko ha hecho reformas: Ahora hay una mesa en mitad de la habitación, rodeada de sillas que aún están colocando entre ella y Simonn.

-Ya era hora -Se queja al vernos entrar. Se ha recogido el pelo, lo cual debe significar que la situación es más seria de lo que nos pensábamos-. He dicho que “desayunarais con calma”, no que os fuerais a por café a Elsur -Vale, pero el café de Elsur es muy bueno, que conste-. Ezarel, ¿dónde te has dejado a tus dos lovignis?

-Yo qué sé. Seguirán en la cantina dándose el desayuno el uno al otro o algo así.

-Bueno, pues ve a por ellos.

-No.

-¿Cómo que no? -Le lanza una mirada llega de indignación, y por un segundo Ezarel se lo piensa y todo. No sé qué le pasará hoy a Miiko, pero está imperativa y eso a mí me gusta bastante la verdad.

-Voy yo -Termina por decir Valkyon, visto lo visto.

-Gracias, Valkyon... -Le lanza una mala mirada a Ezarel- Coged una silla. La que os dé la gana, por el momento, ya tendréis sitios oficiales más adelante.

-¿A qué vienen las reformas? -Hago la pregunta mientras voy a sentarme a uno de los extremos de la mesa, uno que me deje tener visible la puerta por si toca salir corriendo (como normalmente suele pasar aquí)- ¿Te ha dado por el interiorismo?

-No. Ahora os cuento, cuando llegue el resto.

“El resto” llega y cada uno toma asiento más o menos donde le apetece, salvo Miiko que se queda presidiendo la mesa y Simonn que se coloca a su lado inmediatamente. Leiftan y Erika parecen también sorprendidos por el cambio en la decoración, pero no comentan nada y, quitando los saludos y buenos días, hay silencio casi absoluto en la sala.

El aire es bastante pesado de repente. Hay una sensación de solemnidad que no suele sentirse en esta Guardia, y no tengo muy claro qué pensar de ella. Una vez todo el mundo está sentado, Miiko empieza a hablar.

-Bien... Primero de todo, quiero disculparme por todas las cosas que pasaron ayer. Varias de las cosas que pasaron, ocurrieron por mi incompetencia, o por mi inacción. Sucesos recientes me han hecho pensar que quizá no estaba capacitada para dirigir la Guardia. Mi paranoia ha hecho que cometa errores terribles que podrían habernos salido muy caros. Tengo que aprender a confiar más, tanto en mí misma, como en vosotros. No puedo permitir que algo como lo de ayer se vuelva a repetir y que, por culpa de mi insensatez, ponga en peligro a un miembro de la Guardia de esa manera. De ahora en adelante, quiero prometeros que no voy a vacilar de la misma manera. No voy a cometer el mismo error de nuevo. Voy a ser la Líder que necesitáis, y voy a encargarme de cuidar de ella, y de todos vosotros, mis guardianes, como es mi deber.

Las palabras, de nuevo, nos soprenden bastante a todos. ¿De dónde ha salido todo esto? No se me escapa que Miiko le lanza a Simonn una mirada por el rabillo del ojo y hay entre ellos un intercambio mudo en el que Simonn asiente, quizá a forma de apoyo.

-Con eso dicho, la primera medida a tomar -Miiko retoma la palabra-. Va a ser declarar estado de guerra en Eel, con efecto inmediato.

-¿De guerra? -Eso hace saltar a Leiftan, que parece más sorprendido que nadie.

-Contra El Titiritero y sus aliados. Hasta ahora se nos han escapado de entre las manos una y otra vez, y hemos permitido que se cuelen en nuestra casa y que nos comieran por dentro como una plaga de termitas. Eso se acabó -Con firmeza, su índice golpea la mesa a cada palabra que pronuncia-. Vamos a encontrarlos, vamos a atraparlos y vamos a hacer que respondan ante la justicia. Cuento con todos vosotros para poder llevar eso a cabo.

-Por supuesto, Miiko -Erika, que ni siquiera es de este mundo, es la primera en asentir-. Ya han hecho suficiente... Ahora nos toca a nosotros.

-Hm -Sus colas ondean levemente en tono aprobatorio-. Bien. Las consecuencias de declarar la guerra son bastante más profundas que simplemente lanzar un mensaje y ya. Hay muchas medidas que tendremos que tomar más adelante. Algunas de ellas, ya las he discutido con Simonn, pero las discutiremos entre todos más adelante para que todos nosotros podamos aportar nuestro punto de vista.

>>Por el momento, y antes de nada, nuestra prioridad es encontrar y rescatar a los dos cautivos tomados por el bando de El Titiritero. No tenemos ni idea de a dónde han podido llevárseles, pero tenemos a dos personas que pueden darnos información al respecto.

-Niels y Alessa -Pronuncio, casi como un pensamiento en voz alta-. ¿Cómo han pasado la noche?

-Niels está considerablemente mejor -Explica Simonn-. Gèrard ha conseguido calmarle un poco... Aunque sigue de los nervios, como es comprensible. Alessa ha dado un giro de 180º y ahora está tan calmado que cuesta pensar que fuera la misma persona que ayer andaba gritando y lanzando fuego por todas partes.

-Se le da muy bien fingir, por lo que hemos visto -Ezarel habla con un gruñido.

-Ya, pues yo le calé desde el primer día... -Se frota la nariz un segundo antes de seguir-. Ejem. Habría que interrogarles a ambos, en su debido momento.

-Personalmente, yo preferiría empezar con Niels -Indica Miiko-. Pienso que es el que más información debe tener, y el que más dispuesto puede estar a compartirla, si somos amables... Además, ahora mismo no me apetece ver a Alessa ni en pintura. Pero lo dejo a votación.

-A mí me gustaría hablar con Alessa -Leiftan es el primero en pronunciarse-. Pero tampoco tengo muy claro si es buena idea...

-Yo voto por Alessa también, entonces -Erika va detrás de su muy querido novio1.

-A mí me parece que el phy puede ser más útil, y tampoco le quiero ver la cara al otro payaso -Y novio2 tiene que ir a la contra, como siempre.

-Alessa -Valkyon se encoge de hombros cuando Leiftan le dirige una mirada interrogante.

-Yo digo que Niels. Lo que significa...

Todas las miradas se fijan en mí tras las palabras de Simonn. ¿Qué? Vaya por dios, me toca a mí hacer el desempate... Aunque  yo tengo bastante claro a cuál de los dos interrogar, aunque sólo sea por mi experiencia en la Sombra.

-Niels -Digo, y Miiko parece satisfecha-. Va a ser mucho más fácil negociar información con él que con Alessa, sobre todo si el muñeco de nieve quiere ponerse de nuestra parte.

Y se va a poner, quiera o no.  Ya me encargaré yo de ello.

-Niels entonces -Miiko asiente-. ¿Simonn?

-Te acompaño -Cuando el comesueños hace el gesto de incorporarse, yo le imito, y tiene la cortesía de esperarme en la puerta a pesar de que él podría salir volando hacia la prisión y llegar allí en un pestañeo.

Nadie me dice nada porque quiera ir con él, así que yo aprovecho la bajada por las escaleras para maruje-, eh, inquirir, sobre lo que está pasando.

-Miiko está muy... ¿seria? -Pregunto.

-Se ha pasado media noche llorando y con ataques de ansiedad -Lo dice así, tal cual, sin azúcares añadidos-. Lo de ayer la dejó hecha polvo. La otra media noche nos la hemos pasado hablando sobre cómo arreglar todo esto, y cómo... Hacer las cosas mejor. La grité, me gritó, nos gritamos mutuamente, se echó a llorar más rato y luego ya sí que se puso a escucharme y hemos llegado a un punto medio.

-¿Con eso te refieres...?

-Que tiene que aprender cuáles son sus responsabilidades y cuáles no -Frunce el ceño-. Que por supuesto que la gente tiene secretos, y que algunos está bien que se queden como secretos. Que para eso estoy y-, estamos tú y yo como los encargados de inteligencia -Buena salvada, ¿eh?

-Inteligencia, si entre tú y yo tenemos media neurona quizá y a mí sólo me toca usarla los jueves que caen en día impar.

-Ya, pero somos la segunda y tercera mejores marujas de Eel.

-La primera es Karenn.

-Por supuesto que es Karenn. Bueno. Que si se le viene alguna otra paranoia estúpida a la cabeza, que me lo dice a mí y yo lo investigo, pero que en su entorno cercano tiene que tener fe ciega, porque si no confía en nosotros, ¿en quién si no? Fue una conversación muy larga y muy pesada, pero. Bueno. Espero haber conseguido hacerla entender algo, aunque ya me cuesta creérmelo con esa cocorota que tiene, que tiene que tener como cinco centímetros de hueso en el cráneo de lo cabezota que es la tía.

Se me escapa media risa con ese comentario. Simonn puede negármelo hasta la muerte, pero cada vez la verdad es más obvia para mí: Estos dos están liados, y juraría que a Simonn le gusta Miiko más de lo que él mismo se piensa.

Llegamos hasta el piso en el que tenemos encerrados a esta gente, y al entrar nos encontramos algo... De lo más peculiar. Ayleen debe haberse quedado haciendo guardia por la noche, porque es la única que está aquí (¿No es eso peligroso? ¿No estaba gravemente herida después del encontronazo con la Titiripeña?), y ahora mismo se encuentra jugando a las cartas con Alessa y el muñeco de nieve, mientras que el phy está apoyado espalda contra espalda con el criónido, mirando al techo. Es verdad que está bastante más tranquilo que ayer, en el sentido de que por lo menos ahora no está llorando a lágrima viva, pero por la cara que tiene juraría que debe estar muerto por dentro.

-Nevita, Simoncín, ¡hola! -Ayleen nos saluda muy alegremente cuando nos acercamos. Ahora que me fijo, tienen las cartas... ¿del revés...? Están jugando con el reverso, mientras que la verdadera cara de la carta la tienen mirando a sus oponentes.

-¿A qué... andáis jugando? -Se me ocurre preguntar, porque la curiosidad me puede, a pesar de que yo estaba dispuesto a hacer de “poli malo”.

-Póker, ¿no es obvio? -La voz de Alessa me responde. Pues no, no es obvio...- Ayleen es una tramposa, yo puedo leer mentes y Gèrard tiene hiperpercepción, así que hemos cambiado un poco las reglas para hacerlo más... interesante.

-Y aún así, yo sigo ganando -Ayleen luce una sonrisa de oreja a oreja-. No he perdido un juego de cartas en la vida. Otro de los motivos por los cuales Ezarel me odia...

Así que la historia es que no saben qué cartas están jugando ellos mismos... Eso suena peligroso, pero supongo que tiene más sentido teniendo en cuenta la reunión de raritos que tenemos aquí.

-Perdón por cortaros la fiesta, pero están empezando a moverse cosas por ahí arriba -Simonn señala al techo-. Nos gustaría hablar con Niels, si está dispuesto a colaborar.

Hay un instante de silencio vacío. El phy no dice nada, y el muñeco de nieve levanta la mirada de sus cartas después de unos segundos.

-¿Niels?

-T-tampoco e-es que tenga op-opción de n-negarme... -Es sólo después de que el criónido hable que el otro responde.

-A más colaborativo te muestres, menos problemas habrá -Comento-. Aún no tenemos muy clara tu situación, así que si yo fuera tú intentaría portarme bien para ver si así ganamos un poco de simpatía, ¿sí?

Por un lado, el tipo en sí me da bastante pena, sobre todo después de ver la crisis nerviosa por la que pasó ayer. Por otro, ha estado aliado con El Titiritero bastante tiempo, ha invadido la Guardia en tres ocasiones, ha volado una biblioteca por los aires con un arma increíblemente peligrosa y, ah, que casi se me olvida, el hijo de puta ha matado a Ykhar. Así que aunque me dé pena, no voy a protestar mucho cuando Miiko le vaya a meter en chirona.

Pero eso puede quedarse de lado, al menos por ahora, porque lo importante en estos momentos es que nos sople dónde está El Titiritero.

Me acerco a la puerta de su celda para ir a abrirla, pero al darme cuenta de que no tengo la llave (duh), me giro hacia Simonn para pedírsela... Aunque ni siquiera me da tiempo, porque con un crujido y con el chirrido del metal, la cerradura revienta desde dentro y la puerta se abre ella solita... O, más bien, a efecto del criónido, que todavía tiene la mano con la que ha congelado la cerradura extendida, y a mí me mira con una media sonrisa cargada de significado.

-¿Podemos por favor tener la fiesta en paz? -Pide Simonn, con un suspiro exasperado que se parece mucho a los de Miiko.

-Oye, ¿y a mí cuándo me toca el turno? -Alessa habla desde la celda de al lado, echándose sobre los barrotes para poder vernos mejor... Imagino. Debe ser que tenía un par de gafas de repuesto, porque las lleva puestas ahora mismo y es imposible ver sus ojos detrás de ellas. Es un poco raro pensar que todo este tiempo ha estado fingiendo la ceguera, la verdad- Yo también quiero hablar con Miiko...

-Tú cállate la boca si no quieres que te la calle yo -Simonn le responde de forma bastante... Hostil. Por la forma en la que le mira, me recuerda un poco al Simonn que conocí durante nuestro primer encuentro, cuando aún era un enemigo.

-Oooooh, qué miedo me das -Alesa sólo sonríe-. Si quisiera podría salir de aquí y hacerte polvo de un soplido, Simonn, y lo sabes.

-Estarías muerto antes de poder intentarlo siquiera -Contesto yo, sin quitarle el ojo de encima a la parejita según salen de su celda-. Pórtate bien, Alessa, y espera tu turno. Tú también tienes muchas explicaciones que dar, y ahora mismo nadie está contento contigo. Ayleen, ¿confío en que puedes seguir vigilándole hasta que decidamos qué queremos hacer con él?

-Por supuesto, Nevrita -Ayleen sonríe abiertamente-. Jugar a las cartas entre dos es bastante aburrido, pero seguro que podemos buscarnos alguna otra forma de la que entretenernos. Oh, oh, ¿quieres que te cuente una historia? Tengo una muy buena sobre un par de licántropos que...

Alessa simplemente gruñe y se deja caer al suelo mientras Ayleen se echa a hablar. Por nuestra parte, Simonn y yo echamos a andar en dirección hacia las escaleras de nuevo, llevándonos con nosotros al phy y al criónido. El primero va a arrastrando los pies según camina, y su amiguito le agarra por los hombros no sé si para guiarle y que no se choque contra una pared, o si a forma de darle ánimo.

Tropecientos millones de escaleras después, volvemos a la sala del Cristal donde parece que han debido de aburrirse sin nosotros, porque la conversación está muerta y Ezarel tiene cara de molusco. En cuanto entramos en la habitación, sin embargo, toda la atención se centra en nosotros y todo el mundo se estira un poco en su silla.

-Muchas gracias, chicos -Comenta Miiko-. Niels, si fueras tan amable de tomar asiento.

Simonn se acerca a la silla que hay en el sitio exactamente opuesto a Miiko y la retira, invitando a Niels a sentarse en ella. El chico hace eso mismo, y aunque aún tiene esa cara de muerto, parece que el Gran Cristal ha despertado su interés, porque allí se dirige su mirada según hace el camino y se sienta. En cuanto apoya el culo, el criónido va tras él y, ni corto ni perezoso, se sienta sobre el phy, a pesar de que hay una silla perfectamente libre a su lado. Pues vale... Yo vuelvo a mi silla y decido estarme calladito y esperar a ver cuándo puedo usar mi as bajo la manga.

-Gèrard, ¿puedo ofrecerte un helado a cambio de que por favor te sientes en otra silla como una persona normal? -Pregunta Miiko, encontrándose con una negativa como respuesta- ¿Un helado muy grande?

-¿Banana split?

-Si eso hace que te cambies de sitio, sí -El criónido se lo piensa unos segundos, hasta que toma su decisión y, finalmente, se levanta del phy para ir a sentarse en la silla de al lado-. Gracias. Simonn, por favor, si puedes ir a por ese helado... -Por un momento parece que Simonn va a protestar, pero acaba obedeciendo y desaparece- Vale, ahora podemos empezar a- ¡Por el amor de...!

Se interrumpe cuando ve que, aunque se haya cambiado de asiento, Gèrard ahora ha subido los pies a los muslos del phy y está tumbado en su silla como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo y tuviera el reposapiés más cómodo posible. Lo que es peor, en una de sus manos hace girar la pareja de esposas que hace medio minuto estaban alrededor de las muñecas del phy, que todo lo que hace ante este espectáculo es tomar aire de forma casi temblorosa.

Creo que es la forma que el muñeco de nieve tiene de decir “aquí mando yo”. Se equivoca, y mucho, si piensa que puede chulear a la Guardia de esa manera.

-Estaríamos en pleno derecho de poder atacaros ahora mismo, ¿sabes? -Dice Ezarel, mirando a copito de nieve muy fijamente- Acabas de liberar a un criminal muy peligroso.

-N-n-no q-qu, n-no quiero e-escaparme -Niels habla dirigiendo su mirada a la mesa ahora, y agarrando el reposabrazos de su silla con tanta fuerza que posiblemente vaya a dejar la marca de sus uñas clavada-. N-no... quiero p-problemas... Y-y-yo...

-Vamos a calmarnos y relajarnos todos -Miiko le corta-. Ahora mismo, en este instante, estamos abiertos al diálogo. Contigo -Intenta mirarle a los ojos, pero el phy rehuye de su mirada-. Ayer pasaron muchas cosas, pocas de ellas positivas para nosotros, pero entre nuestras ganancias creo que podemos contar con el hecho de que te... Entregaras. Incluso si eso no es exactamente lo que pasó. Pero vamos a decir que es lo que hiciste, que te entregaste a nosotros y que nos diste información sobre la invasión en curso. Eso es bueno, para nosotros, y para ti. A más cosas nos digas, mejor va a ir para todos nosotros. A más que tú, o que Gèrard, intentéis poner trabas en todo este proceso, más se van a complicar las cosas... Y para ti, las cosas ya están bastante complicadas, juraría. Eres el preso escapado de Khär-Zhell, ¿cierto? -Niels asiente levemente- De su nivel más profundo, además. Ahí es donde va lo peor de lo peor. La gente que no se puede reformar, la gente que simplemente tiene que desaparecer del mapa y pagar por sus crímenes... Durante el resto de su vida, hasta que se mueran. Tu escape, ayudado por El Titiritero, es un insulto directo a la Guardia y un peligro para la seguridad de todo Eldarya. Y en el tiempo que has pasado libre, he de decir, no te has quedado corto en hazañas para formar tu reputación de criminal peligroso. El mero hecho de que te aliases con Él, el hecho de que has entrado en la Guardia en repetidas ocasiones, agrediendo a nuestro personal en varias de ellas y amenazando con hacer volar el edificio por los aires en otra... Y, ah, que no se me olvide, sí que has hecho volar un edificio por los aires. Uno que era propiedad de la Guardia. Más claro el agua, Niels: Eres un peligro. Lo que has hecho hasta ahora no tiene perdón alguno.

Un silencio sepulcral se instala en la sala con las palabras de Miiko. Las acusaciones caen pesadas sobre Niels, que se encoge un poco más a cada palabra que ella pronuncia. Menos mal que ha dicho que íbamos a relajarnos, caramba.

-Así que -Con ambas manos apoyadas en la mesa, Miiko se inclina en dirección hacia Niels-. Si lo que quieres es ahorrarte problemas, y lo que quieres es tener una oportunidad para limpiar tu nombre, Niels, es hora de empezar a hablar y colaborar. ¿Entendido?

El phy asiente de forma escueta y forzada, claramente consumido por los nervios. La respuesta es suficiente para Miiko, que vuelve a ponerse recta.

-Bien. Lo primero es lo primero: ¿Sabes dónde está El Titiritero ahora mismo? ¿A dónde se llevó Naytili a sus rehenes?

-N-n-no, n-no lo sé e-exacamen, exa-, exact... -Suelta aire casi que en un sollozo, y cuando hace eso el muñeco de nieve se endereza para quitarle los pies de encima y a cambio coloca una mano comprensiva en su hombro- No-lo-sé... De forma e... exacta. N... No s-sé c-cómo funcionan los c-círculos. E-El, El Titit-, El Tiritit, eh-

-No te fuerces, tranquilo -Leiftan habla con tono amable, y casi que quiero darle las gracias porque está siendo doloroso de ver cómo se pelea con sus propias palabras-. Es una situación seria, pero queremos escucharte. Tómate el tiempo que necesites para hablar.

Intercambia una mirada con Miiko, que no dice nada al respecto más que apretar los labios por unos segundos. Niels toma aire con fuerza varias veces, y su muñeco de nieve le susurra algunas cosas con las que él asiente.

-E-El Titiritero no... N-no nos dejaba saber d-dónde, dónde estábamos e-exactamente. S-sé q-que está, estábamos en u-una isl, isla... D-del sur.

-Las islas del sur -Leiftan medita la nueva información.

-No me digas que todo este tiempo el tipo ha estado viviendo en un paraíso tropical -Protesta Ezarel.

-D... decía q-que cuando se pa, se p-, se pasase el i-invierno, v-volveríamos a-, a su otra c-casa. T-tampoco sé dónde está e-eso...

-Imagino que no tienes por ahí en un bolsillo una semilla de la que usáis para los círculos de hechicería, ¿a que no? -Se me ocurre preguntar. Él niega con la cabeza-. Así que, no tendrías modo de volver a casa por tu cuenta...

-Imagino que El Titiritero debe tener sus círculos de hechicería muy controlados -Leift interviene de nuevo-. Sobre todo los que llevan directamente a su casa... ¿No hay nada más que puedas decirnos sobre esa isla? Lo que sea. El color de la arena, algo sobre la flora y fauna, cualquier anomalía climática...

-Hay m... Muchos plupat... pulpatas... No, pul-pa-ta-tas...

-Haru se lo tiene que estar pasando de fábula.

-Ezarel -Erika le arrea un codazo cuando dice su nombre en tono de reproche, y yo le lanzo una puñalada con mi mirada.

-Un bañito en las aguas cálidas de una isla tropical rodeado de pulpatatas cantarines, vamos, no me digáis como si no suena como sus vacaciones ideales -Pone los ojos en blanco, ignorando las agresiones contra su persona-. A ver, sácanos de dudas, sobre el humano tontito, ¿está con vosotros o qué?

-¿H-humano...?

-Hiiro -Clarifica copito de nieve. Al otro parece costarle un rato acordarse de quién estamos hablando.

-Ah -Frunce el ceño durante un momento-. N-no. N-Naytili q-quería llevarles a él y a, a la doctora... -Hace una mueca triste, mirando al criónido- L-lo siento...

-Pero no habíais tenido contacto previo con él, ¿no? -Me meto antes de que se pongan a perderse el uno en la mirada del otro o lo que sea- Hiiro no era aliado vuestro antes de que nada de esto ocurriera, ni ha trabajado con vosotros en ningún momento.

-¿N-no? A-al m-menos que yo s-sepa... -Se lo piensa un segundo- E-El T... Tirit... El... P-por qué tiene qu-que tener un nombre tan... E, El Ti-ti-ri-te-ro, m-me dijo que h-habíamos hecho un a-aliado... N-no, “cómplice”, fue la... La palabra que usó. Un c-cómplice, recienminen, recie... h-hace poco.

-Podría estar hablando de Alessa -Valkyon se adelanta a que yo pueda decir lo mismo-. Sabemos con certeza que ellos dos sí que estaban aliados -Eso es, eso es...

-Pero evidentemente El Titirichuflas no tiene por qué compartirlo todo con sus compinches -Ezarel, te voy a acabar apuñalando de verdad-. A lo mejor también tenía sus asuntos con el humano y no lo sabía nadie. Yo no descartaría nada.

-¿Qué más nos puedes decir sobre El Titiritero? -Miiko interviene antes de que me pueda poner a chillarle al elfo- Cualquier información sobre él es útil. Sobre cómo llegar hasta él, sobre sus poderes, sobre su propia identidad...

-N... n-no nos c-contaba nada -Niega con la cabeza, una vez más-. S-sobre t-todo sobre s-sí mismo. N-nadie habla de... D-de lo que nos ha ll-llevado a... -Su cara cambia, de repente, a una mueca de completa tristeza- Esto. E-este tipo de... vida.

-¿No sabéis nada los unos de los otros? -Miiko parece no creerle, por la cara que pone- ¿Por qué te ayudó a escapar El Titiritero entonces?

-N-n... No lo sé -Parece tan confundido como el resto de nosotros al respecto-. T-tampoco s-sé c-cómo me en, entro... enc... encontró. Cr... ¿creo que b-buscaba g-gente? En Ká...Kh... Ghhh... N-no puedo.

-¿En Khär-Zell? -Ayuda Leiftan, y el phy asiente- Tiene sentido que, si te vas a poner a buscar gente que se quiera aliar contigo para destruir la Guardia... Te vayas a buscarla allí.

-¿Y por qué te metieron allí? -Erika decide ser la que haga la pregunta del millón- Gèrard dice que te metieron injustamente y que eres inocente, pero tampoco sabemos de qué te acusaron.

Aunque sea la pregunta del millón, o quizá precisamente porque lo es, nadie quería decirla en voz alta. El resultado de formular esa pregunta es que la cara de Niels vuelve a cambiar a esa expresión medio muerta que tenía antes, dejándole cabizbajo y ahora ya directamente enmudecido, como si no es que no quisiera, si no que no pudiera hablar, directamente.

Pero, ah, se acerca el momento para jugar mi as en la manga, ahora que Erika ha puesto las cartas sobre la mesa.

-Creo que esa es una pregunta que nos hacemos todos -Comento-. Incluso tu querido amigo criónido, ¿no?

Si fuera capaz de sentir frío, quizá la mirada heladora que me dirige el susodicho criónido me pusiera incómodo. En su lugar, simplemente le devuelvo otra similar.

-Ni siquiera se lo has contado a él -Continúo-. Tiene que ser algo serio. Pero yo me acuerdo de lo que dijo el criónido la última vez que le preguntamos al respecto... ¿Algo de que habías cometido un genocidio de algún tipo?

Con mis palabras, el phy se encoge en su asiento. Siento que varias miradas me juzgan, pero no me molesta demasiado ahora mismo.

-No es mera curiosidad -Aún sigo, recostándome en mi silla de forma que pueda darme todo el aire de confianza posible-. Si supiéramos qué fue lo que pasó contigo realmente, a lo mejor nuestra postura cambiaba. O a lo mejor era tu querido “Gèri” el que cambiaba su-

-¿Qué te crees qu-

-Mira qué bien, ya que estás de pie -Bajo otras circunstancias celebraría que haya sido capaz de cabrear al muñeco de nieve lo suficiente como para hacer que articule una frase completa, pero aprovecho la inercia que llevo para cortarle en cuanto se incorpora con toda la intención de ir a pegarme un puñetazo-, ¿por qué no vas a buscar ese archivo súper confidencial que tienes sobre el arresto de Niels, hm?

Abre los ojos con mucha sorpresa cuando digo eso, y se le escapa de la garganta un sonido raro de criónido. Miiko me va a echar una bronca tremenda por ocultarle estas cosas, y Leiftan me va a echar otra por robar documentación en cuanto descubra que fui yo el que sacó el archivo a escondidas de la biblioteca del desierto...

-¿Cómo....? -En su sorpresa, al criónido no se le ocurre ni disimular.

-Soy el Líder de la Sombra -Respondo-. ¿Cómo no iba a enterarme?

-Nevra, ¿de qué estás hablando? -El tono de Miiko exige una explicación, así que yo retiro momentáneamente mi mirada del criónido para posarla sobre ella.

-En la biblioteca del desierto -Hablo-, aunque no encontramos nada sobre El Titiritero, sí que encontré información sobre el phy. Una carpeta dedicada exclusivamente a los detalles de su arresto. Hiiro la quería así que la birlé para él.

-Pero Hiiro me pidió a mí que... -Valkyon interrumpe su frase a medias cuando se da cuenta de que estaba a punto de soltar un secreto- Eh...

-¿Y para qué quería Hiiro esta carpeta? -Miiko decide ignorarlo.

-Para dársela al criónido, por supuesto -Con una mano, gesticulo en su dirección-. Él es el más interesado en descubrir lo que fuera que pasó con el phy, a fin de cuentas -Vuelvo a mirarle a él ahora-. ¿Por qué no compartes con nosotros lo que sea que encontraras? ¿O hay algo que tienes que esconder?

Hay una parte sadística de mí que está muy contenta de jugar a ser el poli malo, especialmente cuando veo al criónido apretando los puños de esa manera y con la cara completamente roja de rabia.

-Gèrard -La voz de Miiko ahora suena como la de una madre que acaba de escuchar a su hijo adolescente pegando un portazo-. Trae esa carpeta.

El muñeco de nieve suelta un gruñido y me lanza una última mirada asesina antes de darse la vuelta para caminar hacia la puerta de la habitación. En cuanto se aleja un poco, sin embargo, el phy de repente pega un brinco en su sitio y se gira para mirarle con... puro pánico.

-N-no te...

Copito de nieve se detiene de inmediato. Los dos intercambian una mirada larga, y en el criónido desaparece todo rastro de enfado, apareciendo ahora en su cara la clara marca del conflicto interno.

-Oh, por favor, va a tardar medio minuto -Ezarel se queja con tono exasperado-. Puedes estarte sin él un rato. Sólo uno de nosotros muerde -Le lanzo una mirada, pero él me ignora.

-Momento -El criónido susurra la palabra-. Vuelvo contigo.

Se va después de decir eso, y el phy cambia toda su expresión corporal, y... De repente, me recuerda a un cachorro abandonado y ahora me siento mal.

-Siempre puedes contarnos tú mismo qué fue lo que pasó, ¿sabes? -Miiko se dirige a él, pero el phy no parece ni escucharla- Como te he dicho antes, a más colabores...

-P... por qué iba a colaborar c-con... ¿con la Guardia de Eel? N... N-nunca sirve de nada.

Consigue levantar la cabeza, y su mirada se enfrenta a al de Miiko. Ojos intensos de phy que parecen haber recobrado algo de su fuego interno, aunque sea por un instante.

-T... Tienes r-razón cuando antes has dicho que n-no me he e-entregado. N-no a la Guardia. Y-ya hice eso u-una vez. Salió mal. Y-yo no... N-no quiero hacer cosas m-malas. P... Pero no q-, no, no quiero estar encerrado. E-El Titiritero... Sois tan m-malos como él.

-¿¡Disculpa? -Miiko directamente se queda boquiabierta, y no es la única porque juraría que lo que acaba de decir nos acaba de sentar a todos como una patada en el estómago.

-M... Me has oído -Aunque sigue hecho un manojo de nervios, parece haber recuperado algo de confianza con la ausencia del criónido-. H... Hacéis l-lo que sea por vuestra ambición. P-para controlar Eldarya, c-como quiere hacer Él. L-la diferencia e-es que vosotros tenéis eso -Levanta un brazo para señalar el Gran Cristal-. Y-y como os da la r-razón, pensáis que p-podéis hacer lo que queráis. S-siempre hacéis lo que es “justo”, p-pero eso es sólo por-, porque vosotros d-decidís lo que es la “justicia”.

>>E-el resto de Eldarya, t-tenemos que vivir con ello. N-ni siquiera sabéis qué fue lo que “hice”. P-pero me queréis e-encerrado igualmente.

-Pues dínoslo entonces -Ezarel, cruzado de brazos, lanza una mirada fulminante hacia el phy-. Antes de que vuelva tu muy querido criónido, dinos qué es lo que hiciste. ¿Por qué te encerraron?

Los ojos del phy nos estudian a todos por unos instantes. La retícula en sus ojos se mueve, analizando cada detalle en nuestros rostros y cuerpos. Me pregunto qué es lo que verá él, además de un montón de gente enfadada.

Finalmente, su mirada no se fija en nadie en concreto, sino en el centro de la mesa. Aún así, por la intensidad de sus ojos, sé decir que ahora mismo su mente está centrada por primera vez desde que tuvo su crisis nerviosa.

-No os di lo que queríais. Por eso me encerrastéis.

Es en ese momento que el criónido vuelve, a la carrera, con la carpeta que tiene el expediente de Niels en la mano. Sin decir nada, la tira sobre la mesa, y el sobre se desliza por la superficie de madera pulida para acabar exactamente justo frente a Miiko, que lo detiene colocando una mano sobre él.

-Buena suerte -El criónido escupe esas palabras, más que decirlas. No toma asiento, sino que se queda de pie junto a Niels, que ahora mira a Miiko y al sobre que esconde tantos de sus secretos.

Sin perder ni un minuto más, Miiko abre el sobre para poder examinar los papeles de su interior. Intento estirar el cuello en su dirección para intentar mirar qué es lo que dicen los papeles, pero no termino de ver nada, entre otras cosas porque eso de tener sólo un ojo la verdad es que minimiza mi rango de visión bastante.

Lo único que puedo ver es que el ceño de Miiko se frunce. Comienza a pasar papeles, uno detrás de otro, y la expresión de su cara sólo empeora.

-¿Qué es esto? -Termina por decir, girando uno de los papeles para poder enseñárnoslo a todos.

El documento está completamente cubierto de rayas negras que censuran prácticamente todo. Y no es una censura normal, oh, no, automáticamente sé que es magia y que va a ser muy difícil deshacerse de esa censura.

-¿Pero qué...? -Ezarel agarra una de las hojas y la eleva como para intentar verla a trasluz, arrugando la cara cuando debe darse cuenta de que ni siquiera sus ojos de elfo son capaces de atravesar la oscuridad de la censura.

-Está censurado con magia... -Leiftan coge otra de las páginas, una que directamente tiene todas las líneas ocultas, y la mira con ojos entrecerrados- Magia... Muy poderosa -Frunce el ceño-. No... No sé si yo puedo deshacer este encantamiento.

-¿Ni siquiera con magia de daemon súper poderosa? -Erika le mira con cara de duda. Veo al criónido levantar un poco las cejas cuando escucha eso... Ya, se supone que lo de Leiftan todavía es secreto para el público general hasta que se nos ocurra exactamente cómo tratar con este asunto sin que todo el mundo entre en pánico.

-La cosa es que es... -Coge otra de las páginas, examinándola también- Magia muy... ¿antigua? Como, tiene una base muy fuerte. No es que sea imposible deshacer el hechizo, pero puede llevar bastante tiempo y recursos...

-¿Se podría leer con ojos de doble lectura? -Propongo. Leift hace una mueca, pensándoselo- Claro que la única persona con doble lectura de la Guardia...

-Ykhar -Valkyon termina la frase por mí, frunciendo el ceño.

-Harim también tiene doble lectura -Comenta Ezarel, rindiéndose y dejando su hoja sobre la mesa.

-Sí, claro, vamos a decirle al extranjero que resulta que es la mano derecha delle Sulta de Elsur que nos lea un documento súper secreto de la Guardia... -Miiko suspira con fuerza.

Me muerdo la lengua porque hay una parte de mí que quiere decirle a Miiko “te lo dije, te dije que tendríamos que tener a más gente con doble lectura”, pero quizá no sea sensible decir eso después de lo que hemos perdido.

Si hubiera tenido dos ojos (de nuevo, maldigo las limitaciones de estar tuerto), posiblemente hace años que me hubiera puesto doble lectura en los ojos yo mismo para poder fisgonear entre los documentos secretos de la Guardia sin problemas. Tendría sentido que el líder de la Sombra pudiera ver a través de textos mágicos para saber qué es real y qué no, ¿verdad? He intentado convencer a Miiko en varias ocasiones de que alguien más debería tenerlo, pero siempre se ha quejado de que el procedimiento para darle a alguien ese hechizo es demasiado caro y que con Ykhar ya era suficiente.  Es su forma de racanear... Por lo que tengo entendido, cuando Ykhar vino a la Guardia, ya tenía la doble lectura hecha de antes, lo cual no termino de comprender porque siempre he escuchado que venía de familia... Muy humilde, por decirlo amablemente.

Simonn aparece por la puerta con el helado para el criónido, que al ver las tres bolas de helado cambia la expresión de su rostro ligeramente por un instante, pero luego se acuerda de que está enfadado y vuelve a poner cara seria.

-Simonn, ¿no te puedes comer esto? -Pregunta Miiko, sin mirarle.

-Espero que te refieras al helado y no a esos papeles que tienes en las manos -Simonn frunce el ceño-. Soy comesueños, no un cognófago, Miiko. Pregúntale a mi primo Stan, quizá él puede ayudarte.

-¿Ese es el primo al que te comiste? -Cuestiona Erika. Anda que no hace tiempo de eso...

-¿Y qué se supone que es esto? -Se acerca a Miiko para coger el abandonado sobre, y al girarlo ve el código escrito en él- “L252-2012”... Ah, el expediente de Niels.

-¿Sabías que Gèrard tenía escondido esto y no se lo has dicho a nadie? -Miiko parece a punto de morderle la cara cuando dice eso.

-Nevra lo sabía -Señala en mi dirección, y yo siento la puñalada de su traición-. Él es mi Líder de Guardia y lo estaba manteniendo en secreto, así que yo quise hacer lo mismo como buen empleado.

-Podemos echarnos las culpas por eso más tarde -Intento barrer debajo de la alfombra para eludir responsabilidades, como buen jefe que soy; y en su lugar miro al criónido, que le está lanzando miraditas al helado pero no se atreve a comérselo, supongo que porque quiere mantener un ápice de seriedad. Se le va a derretir-. Imagino que tú tampoco has podio leer nada, ¿no?

-Partes -Niega con la cabeza.

-Hay partes sin tachar -Miiko estudia el documento atentamente, intentando leer entre el mar de líneas negras-. Por ejemplo... La parte en la que Niels confiesa hab-

-Imposible -El muñeco de nieve la corta a mitad de frase-. Día de crimen...

-Seis de mayo del 2012 -Miiko arquea una ceja.

-Niels conmigo.

-¿Te acuerdas de dónde estabais ambos aquel día exacto? -No disimulo el escepticismo de mi voz. Ni se molesta en responderme.

-Así que estabas con el phy el día del crimen -Comenta Ezarel-. ¿Que es...?

-La destrucción completa de Gruthemberg -Miiko lee directamente del documento-. Una villa phy de la cual Niels aparentemente es nativo. La villa entera se vino abajo a causa de una serie de derrumbamientos inducidos por [censurado], acabando con la mayoría de los habitantes en el proceso. Los escasos supervivientes fueron masacrados durante su intento de huida, presentando varias [censurado] y posteriormente fueron [censurado]. De todo esto, Niels admitió culpa el día [censurado], [censurado] presente, en [censurado].

-No me puedo creer que [censurado] realmente [censurado] aquellos pobres [censurado] -Ezarel se burla, ganándose un codazo esta vez de Leiftan-. ¡[censurado]!

-Según esto, admitiste la culpa, Niels -Simonn coge el papel de las manos de Miiko para enseñárselo al phy, señalando exactamente la parte en la que sea que lo dice-. Pero Gèrard insiste en que eres inocente, y tú mismo pareces decir lo mismo. ¿Así que?

Gèrard busca a Niels con los ojos, pero no le encuentra. La mirada del phy está fija en un punto de la mesa, e incluso desde aquí puedo escuchar los engranajes girando en su cabeza.

-Niels -Leiftan habla con voz amable... Lo cual no es novedad. Así es su voz. Salvo cuando es un daemon siniestro, si mal no recuerdo los eventos de ayer-. ¿Pudiera ser que... alguien te presionó para admitir culpabilidad?

En cuanto pronuncia esas palabras, la mirada del phy se enfoca rápidamente, y levanta la cabeza hacia Leiftan.

Huh. Tiene pinta de que alguien ha dado en el clavo.

-El... -Parece que va a decir algo, pero en el último segundo duda.

-Sea lo que sea que pasó -Sabiéndose con su atención, Leiftan procura hablar de forma calmada, pero firme. Ahora empiezo a pensar que quizá lo de ser daemon tenga un poco que ver con cómo a veces sus palabras tienen tanto efecto en los demás. El Oráculo sabe que yo no me libro de usar mis encantos vampíricos de cuando en cuando...-, necesitamos que nos lo cuentes, Niels. Tanto secretismo con respecto a tu situación... Definitivamente, alguien tiene algo que ocultar. La Guardia, posiblemente. ¿Qué fue lo que pasó, Niels? Y por qué no... ¿por qué no quieres hablar de ello?

El phy va a volver a hablar, pero en lugar de palabras, de sus labios escapa algo bastante parecido a un sollozo. Puedo sentir cómo el pulso del criónido se dispara al escuchar eso, y por un instante pienso que va a empezar a liarse a puñetazos con todos nosotros aquí y ahora, pero a pesar de eso, él mantiene la apariencia de calma, aún ignorando el helado que ya empieza a perder solidez.

-Ah... -Una vez más, Niels hace el intento de hablar.

>>Mmh...

>>Yo...

>>...

>>Gèri.

Su mirada ahora pasa a Miiko. Puedo ver que se está esforzando en mantener una apariencia de neutralidad, pero es más que obvio... El nerviosismo. La derrota. Y el miedo.

-Os... hablaré de ello. Pero no con Gèri delante.

-¿¡...!? -El muñeco de nieve hace un sonido extraño, a medias entre la ofensa y la sorpresa.

-Valkyon, ¿serías tan amable de escoltar a Gèrard hasta la cantina? -Pide Miiko- Seguramente allí disfrute su helado mucho mejor que aquí.

-¡No! -El criónido protesta, el grito escuchándose por encima de la silla de Valkyon raspando el suelo cuando él se incorpora- ¡Niels...!

El phy... No responde. Le ignora, directamente, o intenta hacerlo al menos porque cuando suelta aire un temblor delata su inquietud.

Valkyon agarra al criónido y se lo echa al hombro sin ningún esfuerzo, cogiendo el ignorado helado con su mano libre, y los dos desaparecen por la puerta y por el pasillo únicamente con sonidos que recuerdan al hielo resquebrajado como rastro de su ausencia.

La habitación se queda en completo silencio. Los hombros del phy se hunden un poco.

Valkyon vuelve al cabo de unos minutos, quitándose escarcha de los brazos, y vuelve a sentarse como si no hubiera pasado nada.

-Le he dejado a cargo de Karuto -Dice-. Eso debería ser seguro de que no va a escaparse de la cantina.

-Bien -Miiko asiente-. Entonces, ¿Nie-

-No le hagáis daño. Por favor, por favor, no le hagáis daño -A Miiko no le da tiempo a terminar la frase antes de que el phy interrumpa-. Gèri no tiene nada que ver con esto. Todo de lo que tiene culpa fue de haber estado conmigo cuando ocurrió... Todo. Así que, por favor...

-Para el carro -Ezarel interviene-. Aunque te creas que somos una panda de brutos sin escrúpulos, Gèrard sigue siendo un miembro de la Guardia. No le vamos a hacer nada sólo por ponerse de tu lado. A menos que sea él el que se ponga violento primero, claro.

-Sé que hay alguien en la Guardia detrás de él -Parece que ha conseguido controlar su tartamudeo, y ahora mismo su voz suena bastante más segura que antes-. Me... Fue lo que me dijeron. Que mientras yo estuviese encerrado, iban a mantener un ojo sobre él. Que si me oponía a... a la Guardia, que Gèri... Que le...

-¿Cómo? -Miiko abre los ojos con sorpresa- ¿Alguien detrás de...? Puedo asegurarte que no hay nadie así. Te doy mi palabra, Niels -Frunce el ceño-. No le haríamos daño a Gèrard. Nadie va a hacerle daño, de ninguna manera, y si alguien lo intenta, va a tener que pasar por mí primero, ¿vale? -El phy asiente, pero no parece del todo convencido- ¿Quién te dijo algo así? La Guardia no hace esas cosas.

-¿Ha sido Naytili? -Su cara es la única que aparece en mi mente. Cuando le arrestaron, Naytili debía ser la líder de la Sombra... No me sorprendería si ella hiciera algo así.

-¿Nayti...? No -Niega-. Fue e... el hombre que... Me arrestó -Debe recordar algo... malo, porque hace una mueca-. Al principio, yo no... No quería colaborar. Así que me... Me dijo que si no lo hacía, tendrían que detener a Gèri también. Como “cómplice”.

-Así no es como se hacen las cosas en mi Guardia -Miiko parece cabreada de repente con la noción de que haya alguien por ahí amenazando civiles. No la culpo.

-No... no sé si sigue trabajando en la Guardia -Vuelve hacer una mueca, y se mueve en su sitio con nervios-. Hace mucho tiempo... Años, tal vez, que no le veo. Solía... Visitarme, de cuando en cuanto, para preguntarme si... -Se corta a sí mismo de forma súbita- Para pedirme cosas imposibles. Era un señor mayor así que posiblemente ya se haya jubilado... Nunca me quiso decir su nombre. P-pero se lo escuché a los secuaces que iban con él. S-se llamaba “Kaze”. Ese fue el hombre que arruinó mi vida.

Estoy bastante seguro de que el tiempo acaba de detenerse en esta habitación.

No se escucha nada, ni una respiración ni un latido.

De la sorpresa, me llevo una mano a la boca no sé si para no echarme a gritar o para morderme y comprobar que no estoy alucinando lo que acabo de escuchar. No hago ninguna de las dos cosas, porque se me agarrotan los músculos de todas maneras.

Busco con la mirada a alguien que me confirme que efectivamente acabamos de escuchar ese nombre, y en la cara de los demás leo que tienen que estar todos tan sorprendidos como yo. Veo a Miiko y Leiftan girarse el uno hacia el otro a la vez con la misma expresión incrédula en la cara, y no tengo muy claro si tienen una conversación telepática o si simplemente es que tienen la misma pregunta y se la leen el uno al otro en la cara.

-¿... qué pasa? -El silencio parece enervar a Niels- ¿Q-qué he dicho?

-Estás completamente seguro de que esta persona se llamaba “Kaze”, ¿verdad? -Pregunta Simonn, algo menos sorprendido que el resto debe ser que porque no le conoció en persona. Erika también parece tan confundida como Niels, la verdad.

-¿S-sí?

Otros segundos de silencio incrédulo, otra mirada telepática entre Leiftan y Miiko.

-Niels, no... -Ahora habla Leiftan, también con nervios en su voz- Imagino que no sabes quién es Kaze, ¿verdad?

-Um... -La pregunta sólo le confunde- Acabo de decirlo. El hombre que me arrestó. ¿Q-qué pasa con él?

-Kaze -Miiko pronuncia la palabra con mucho cuidado, como si fuera la primera vez que lo hace-, era el antiguo Líder de la Guardia de Eel.

Con la revelación, ahora es Niels el que se queda sorprendido. No tengo muy claro si los phy sudan o no, pero sé que si yo fuera él, ahora mismo estaría sudando a mares.

-¿Me estás diciendo que Kaze personalmente fue a arrestar a este tipo? -Incluso Ezarel tiene la decencia de no soltar ninguna de sus payasadas ahora mismo- ¿¡Cuándo!? ¡Si no salía de Eel nunca para nada!

-B-bueno, él no... -Niels le corta antes de que se pueda poner a gritar- No fue que se... se presentara físicamente a ser el que me pusiera las esposas. Fueron sus secuaces. Pero cuando me metieron en chirona, fue él el que se hizo cargo de mí. Y-, y fue él el que... -Su cara se arruga una vez más- Lo hizo todo.

-¿A qué te refieres con “todo”? -Ahora soy yo el que pregunta.

Va a echarse a hablar, pero en el último momento vacila. Hace un par de intentos más, antes de rendirse consigo mismo y simplemente negar con la cabeza.

-Dos cosas -Leiftan habla llevándose una mano a la barbilla en tono pensativo-. La primera, si Kaze está involucrado en esto de alguna manera... Entonces tiene sentido que la magia que tiene ese documento sea... La que es -Los bastonazos que arreaba Kaze no eran moco de corko, pero él siempre fue un hombre de magia... Y magia muy poderosa, por lo que tengo entendido. Una vez pilló un resfriado y cada vez que estornudaba habían explosiones de maana tremendas en el CG-. La segunda, y visto lo visto... Niels, ¿es posible que... no es que no quieras hablar de ello, sino que no puedas?

-¿Cómo? -Miiko le mira con sorpresa.

-Kaze puede haberle hechizado para hacerle incapaz de hablar de... Lo que sea que pasó -Él continúa la explicación-. Con cualquier otra persona, sería imposible, pero no con Kaze. Aunque se especializase en magia elemental y arcana, es conocido que a Kaze también le gustaban otras... áreas grises de la magia, digamos.

-Antes de ser Líder de Guardia, Kaze fue Líder de la Sombra también -Comento. No me he estudiado a todos los Líderes de la Sombra, pero al menos algunos de los que me preceden...-. Posiblemente conociera más de alguna triquiñuela.

-Exacto -Leift asiente, y me siento validado por ello, como cuando respondía bien en el instituto-. Así que un hechizo así no sería difícil de hacer... Y, lo que es peor, es posible que ni siquiera te hayas dado cuenta de ello, Niels -El phy parece completamente desprevenido con este giro de trama-. Inténtalo, con todas tus fuerzas. Dinos lo que pasó. Grítalo si hace falta.

Lo divertido que sería que Leiftan se acabase de inventar esta patraña para hacerle luz de gas al phy y que de repente nos gritase a todo volumen todo lo que pasó... Pero no, sé que si Leift ha dicho esto, debe ser que de verdad piensa que es una posibilidad.

Niels se toma unos segundos, pensándoselo, quizá valorando si esto es algún tipo de engaño, pero al final parece decidirse, y coge aire...

Y tenemos como dos minutos seguidos de gruñidos, balbuceos y sonidos extraños en los que no consigue decirnos nada.

-N-n-no pued... N-no puedo -Al final, se rinde-. N-no soy yo, lo prumet, pro, eh, lo pro-me-to.

-Está bien -Leiftan le dedica una sonrisa-. Gracias por intentarlo... ¿Miiko? ¿Lo has sentido, en el maana?

-Si no lo hubieras dicho, ni me hubiera dado cuenta, pero... -Apoya la barbilla en una mano, mirando fijamente al phy con toda la atención del mundo puesta- Es verdad. Hay algo que no le está dejando hablar.

-Y-yo n... No... sabía que...

Se lleva ambas manos a la cabeza, hundiendo los dedos en su pelo pelirrojo. Esta última revelación parece haberle trastocado bastante... Enterarse de repente que resulta que un especialista en magia arcana te ha hechizado para que no puedas defender tu inocencia sobre un crimen que, presuntamente, nunca cometió, tiene que ser bastante... Fuerte.

La parte de mi cerebro obsesionada con un cierto humano me recuerda a una situación similar con él, y con las memorias de Kazorami que, aparentemente, alguien muy poderoso se aseguró de dejar bien selladas en algún lugar de su mente. Nunca terminamos de descifrar aquello... ¿Hmmm...?

-N... ¿No podéis decirle q-que me lo quite? -Levanta la mirada a Leiftan- Y-ya no es el Líder de la Guardia, ¿no? A-así que ya no debería...

-Kaze lleva muchos años muerto.

Valkyon es el que decide darle las malas noticias al phy, sin miramientos, y a él le caen como una jarra de agua fría. Solloza, y ahora se lleva las manos a la cara para hundirse en ellas.

-¿Leift? -Miiko se refiere al loria... No, al daemon- ¿Puedes deshacer este encantamiento?

-Igual que con la censura, Miiko -Con cara de pena, niega con la cabeza-. Tiempo, que no tenemos; y recursos, que van a ser difíciles de conseguir... -Suspira- En este caso, ni siquiera sabría por dónde empezar.

-Yyyyy, no me apuñaléis por esto, peeeero... -La manera en la que digo esas palabras consigue captar la atención de más o menos todo el mundo. Digo eso porque Erika parece haber desconectado completamente y está mirando a una esquina de la habitación, esa que tiene la telaraña que no terminamos de quitar porque Simonn le grita a Miiko que “él no está para esas cosas” y Miiko le responde que “puedes flotar, te va a costar medio minuto, hazlo y punto”, y al final nadie la limpia- ¿Alessa? Es un mentalista, así que a lo mejor puede... -Con un dedo, me doy un par de toques en la cabeza para ilustrar lo que quiero decir.

-Ni de coña vamos a ponernos a colaborar con ese tiparraco ahora mismo -Ezarel es el que me responde-. ¿No viste cómo se puso ayer o qué? Le pedimos un favor y a lo mejor a cambio nos pide que Lefitan se abra las venas, y como es tonto a lo mejor él va y lo hace.

-No voy a ofenderme sólo porque sé que esas cosas las dices porque en el fondo te preocupas por mí -Los labios de Leiftan se estiran en una pequeña sonrisa, lo que hace al elfo poner los ojos en blanco-. Coincido en que ahora mismo no creo que sea buena idea para nosotros tener que pedirle ayuda a Alessa para nada, especialmente porque parece... Inestable.

-Esto es lo que me pasa por intentar hacer las cosas bien y conseguirle un psicólogo a la Guardia -Miiko mira al Cristal como si el Oráculo estuviera dentro señalándola y riéndose.

-Hurr durr, me llamo Miiko y contrato al primer tío que se pasa por Eel a pesar de que es increíblemente sospechoso que la solución a todos nuestros problemas acabe de aparecer por la puerta, durr hurr -Y el Oráculo quizá no, pero Simonn se burla de ella y a cambio se lleva un manotazo que no consigue quitarle la sonrisa de la cara. Oh, estos dos están súper liados y Miiko 100% también le pega en la cama.

-El resumen es que estamos jodidos de una forma u otra -Ezarel habla frunciendo el ceño-. ¿Sabes qué? Que no me sorprende que el viejo verde ese se dedicase a hacer cosas moralmente cuestionables a las espaldas de la Guardia.

-¿Estás hablando de Kaze? -Valkyon le mira con sorpresa- ¿Por qué dices...?

-¡Porque es el tío que dejó que la Guardia se fuera a la mierda! -Suelta un bufido indignado- Dejó que Naytili se quedase y no hizo nada cuando se puso a matar gente; miró hacia otro lado cuando la gente de Ayleen se dedicaba al narcotráfico; y no hizo nada por Obsidiana cuando tenían sus propios problemas, ni hizo nada por nadie, nunca.

-Eso no es verdad del todo -Miiko protesta. Sé que le tenía en bastante alta estima... Pero Ezarel tiene un poco de razón-. No te voy a negar que quizá no fuera el mejor de los... Modelos -Resopla-, pero de ahí a acusarle de algunas cosas...

-Kaze tenía sus momentos, de todo tipo -Leiftan se lo piensa-. Sinceramente, yo siempre pensé que... Había algo que me estaba ocultando. Pero no tengo muy claro el qué. Y tenemos que admitir que la Guardia ha hecho cosas muy cuestionables en el pasado... Con Kaze al mando, lo que... Le hace el máximo responsable de lo que hiciera en la Guardia.

-¡Pero Kaze no...!

-Y el responsable, personalmente, de andarse con tanto secretismo sobre lo que sea que ocurrió con este chaval -Ezarel gesticula hacia Niels-. Tienes que admitir que esto empieza a oler mal, Miiko.

Ella sólo gruñe y musita algo que no sé si le da la razón a Ezarel o maldice toda su familia.

-¡Aquí, aquí! -Erika vuelve de la esquina de la telaraña y levanta una mano. Miiko hace una mueca, pero con un gesto le da permiso para hablar- Niels no puede hablar de esta cosa, y el documento está censurado. Pero se me ocurre una idea para descubrir lo que pasó.

-Adelante, Erika... -El escepticismo en la voz de Miiko es palpable.

-¡Podemos hacerle a Niels el ritual ese raro que le hicisteis a Hiiro para averiguar lo de Henry! Aunque no pueda hablar de ello, no es que no pueda pensar en ello, así que si nos metemos en su cabeza deberíamos poder ver qué es lo que pasó, ¿no?

... Guau.

A punto estoy de ponerme a aplaudir, pero quizá eso fuera exagerado. Ya es suficiente con cómo la está mirando Leiftan, como si el mismísimo Oráculo hubiera aparecido de repente y lo tuviera delante.

-Eso es... -Miiko consigue sobreponerse a la sorpresa para hablar- Es... ¿una buena idea?

-¿A que sí? -Y Erika no podría estar más orgullosa de sí misma. Di que sí, te lo mereces.

-Un momento -Simonn es el único en objetar-. Aquello lo hicimos, que no deberíamos haberlo hecho, sólo bajo el consentimiento explícito de Hiiro, que de todas formas tampoco quería que se lo hiciéramos y le presionasteis a acceder -Puedo ver cómo a Valkyon se le hunden los hombros... Es cierto que él fue el principal opositor a Hiiro cuando ocurrió todo aquello-. Así que antes de hacernos ideas, vamos a pensarnos bien si queremos hacer otra vez algo así, y si tenemos el consentimiento de la persona cuyos traumas queréis explorar, ¿vale?

-Simonn- -Miiko parece ir a echarle un rapapolvo, pero antes de que pueda, Niels y su ansiedad la interrumpen.

-¿D-de qué estás habl, hm, hablando? -Pregunta, claramente nervioso- ¿Q-que rit., ritual?

-Oh, no es nada, simplemente es una vivisección cerebral en la cual a través de la acupuntura se estimulan distintas partes del cerebro de la víctima para despertar recuerdos latentes en-

-Se llama Janus-Geb -Leiftan habla cuando Valkyon le tapa la boca a Ezarel, viendo cómo el phy se ha puesto bastante pálido de repente-. Se trata de un ritual en el cual tres personas entran en la mente de una cuarta y exploran sus recuerdos para obtener algún tipo de información. Antaño se usaba para sacar información durante interrogatorios, pero es una práctica que... En muchas ocasiones, hace que la persona que se ve forzada a recordar lo pase... mal. Hoy día no es considerada ética por los estándares de la Guardia, así que ya no se usa... Pero hemos tenido que usarla en el pasado, para un caso muy particular.

-Está todo en el Manual de la Sombra -Asiento-. Si hiciéramos eso contigo, podríamos ver qué es exactamente lo que ocurrió en primera persona. Y -Se me ocurre otra idea-, quizá podamos ver a través de tus ojos la guarida de El Titiritero, y tal vez eso nos dé una pista sobre su ubicación.

-Bien visto -Miiko me felicita. ¿Ves? Si es que al final lo de tener dos ojos está sobrevalorado-. ¿Y bien, Niels?

-E... e-espera un m-momento, t-todo esto es muy...

-Puedes decir que no -Le recuerda Simonn.

-Pero si dices que sí todo será más f-Mffggm, ¡MHHMHM!í -Añade Ezarel, usando toda su fuerza para apartar la mano de Valkyon de su boca, pero tampoco le dura mucho.

Como es comprensible, a Niels le cuesta un poco decidir si nos va a dar su consentimiento o si vamos a tener que presionarle para que nos lo dé a la fuerza. Se lo piensa unos segundos, haciendo ejercicios de respiración que no sé si le están sirviendo de mucho y dejando aún más marcas de uñas en los brazos de su silla cuando se pone a arañarlos.

-Y... S-si tres personas se meten en mi cabeza... -Aún parece dudar- ¿Q-quién?

-Lo ideal sería que Simonn fuera una de ellas, porque hay alguien que tiene que hacer de guía y él es el más indicado para ello... Además de que ya tiene experiencia -Simonn asiente, como para confirmar lo que dice Miiko-. Las otras dos personas, que son las que verdaderamente experimentan tus recuerdos... Es mejor que las elijas tú. Alguien con quién te sientas cómodo.

-No me siento cómodo con nadie de esta habitación -Admite, para sorpresa de nadie.

-¿Quizá te gustaría que Gèrard participase? -Pregunta Leiftan- Sé que no querías que escuchase esto, pero... Le haría bien descubrir por sus propios medios lo que pasó contigo, Niels. Y si te tienes que poner en manos de alguien, ¿no es él la persona idónea?

-Eso era más bien... -Resopla- No... No quería que Gèri se enterase de que... -Duda un poco de sus palabras- Da igual... Gèri, entonces... Y la otra persona... -Se lo piensa, mirando alrededor- Como que me da lo mismo... Mientras que no sea el elfo. N-ni una chica.

-¿Por qué no? -Erika pone cara de sorpresa.

-Porque me cae mal y es estúpido.

-... que por qué no puede ser una chica.

-A-ah. N-no sé, es... -Se lo piensa- R-raro -¿Sabes qué? En parte, lo entiendo.

-Quizá Nevra o Valkyon sean buenas opciones -Propone Miiko-. Fueron los que hicieron Janus-Geb la otra vez, así que ya tienen más experiencia...

-N-no tengo ni idea de cómo os llamáis ninguno, la verdad... -Aaaaa lo mejor teníamos que haber empezado con las presentaciones, sí- Salvo... Nevra... -Me lanza una mirada- H-he oído hablar de ti más de lo que me gustaría.

-¿Y eso?

-Gèri. Naytili -Ah... Sí, has oído más de lo que me gustaría a mí también, entonces-. Y Chloé -Mucho más de lo que me gustaría-. No habla de otra cosa más que de ti, la verdad...

-No quiero saber nada de eso. Por favor -Él asiente.

-Pues hale, decidido -Miiko se pone de pie de repente-. Gèrard y Nevra.

-¿C-cómo que decidido? -Niels pone cara de pánico- Y-yo no he...

-¿No? -Inclina la cabeza hacia un lado, haciendo que su coleta siga el movimiento- Ahora mismo, es la única forma que tenemos de obtener respuestas. También te digo, tu situación ahora mismo no es, ni mucho menos, la prioridad. La prioridad es encontrar dónde tiene El Titiritero a nuestros compañeros. Hacerte Janus-Geb puede ayudar, vagamente, pero en realidad lo que deberíamos hacer es centrar nuestro tiempo y atención en otras tareas. Así que, Niels -La mirada que le dirige, extremadamente intensa, me pone nervioso hasta a mí-. Si no quieres someterte a la prueba, me temo que vas a tener que esperar bastante tiempo hasta que volvamos a ti para aclarar tu situación de una vez por todas. Y, recuerda lo que te he dicho al principio. Si colaboras, todo irá bien. Así que...

Juraría, juraría, que el chico está a punto de echarse a llorar.

-V... -Su labio tiembla por un segundo- Vale... P-pero-

-Ezarel, Leiftan, os quiero ya preparando el ritual. Valkyon, ve a recoger a Gèrard y ponle al día. Simonn, Nevra; conmigo, quiero tener claro qué es lo que estamos buscando. Erika: Ojos sobre Niels en todo momento, ni parpadees; que no haga nada raro.

-Se me van a secar los ojos -Protesta Erika.

-P... ¿¡P-puedo d-decir algo, antes de nada!? -Viendo que todo el mundo empieza a moverse, Niels también se incorpora, dándole un golpe a la mesa con las manos del que él mismo se asusta, como si no se esperase el ruido- S-sobre... El desierto.

-¿El desierto? -Eso tiene el interés de Miiko, que arquea una ceja y agacha una oreja de forma curiosa... Huh, nunca me había fijado en lo móviles que son sus orejas.

-P... p-pensaba q-que me ibais a preguntar sobre eso...

-Tenemos tantas cosas que preguntarte, en general -Le respondo, pensando en al menos seis o siete otras cosas que tenemos que discutir con él.

-S... s-si de verdad me vais a d-dar la oportunidad de defenderme... -Vuelve a sentarse en su silla- E-entonces también tenéis que saber lo que pasó allí.

-¿Además de que volaste la biblioteca por los aires y que mataste a Ykhar? -Acusa Ezarel- Por favor, ilústranos.

-E... es sobre eso... -Por unos instantes duda de sus palabras- L-la blibio... bilbo... El sitio esa -Sacude la cabeza como para sacarse la palabra de la mente-. M-me dijeron q-que tenía que reventarla p-porque tenía infromación... -Suelta aire, casi parece que cansado de sí mismo- Importante. Sobre... Él. N-no sabíamos que iba a haber nadie. Y y... Yo no...

Sus palabras se cortan, de nuevo, y la expresión de su cara cambia a una... Bastante conflictiva. Veo el arrepentimiento, y veo la pena. Quiera o no, no puedo resistirme a apiadarme un poco de él. Más que nada, el chico parece ser víctima de unas circunstancias horribles... Y yo también he hecho daño, mucho daño, y muchas cosas crueles, a gente que no se lo merecía sólo porque Naytili me lo mandó en su día.

-N-no quería hacerle daño a nadie. L-lo prometo. Pero... éramos ellos o nosotros.

Y eso... Eso es comprensible, también. Mal que nos pese a todos.

-Lo hecho, hecho está -Eso dice Miiko, sus palabras cargadas de un tono severo-. Independientemente de lo que pasara con Kaze, vas a tener que...

-P-pero Ykhar -La interrumpe-. Yo...

-Intencionalmente o no, Niels, la-

-N-no.

La segunda interrupción sí que consigue que Miiko preste atención.

-E-esa es la cosa -El labio de Niels tiembla, por un segundo-. N-no la maté. Chloé lo intentó, pero no... N-no lo consiguió. L-le rogué a Chloé la curase, que le perdonase la vida. Y nos la llevamos, de vuelta a la casa de El Tiriti- El Tri-, E-El, ¡UGH!

Con frustración, se golpea a sí mismo, un puñetazo en el muslo que debe de doler. Por un momento cierra los ojos, y toma aire. Luego cuando sus párpados se abren de nuevo, el objetivo de sus ojos se centra fijamente en Miiko.

-Sigue viva. El Titiritero me dejó mantenerla con vida a cambio de... Algo. Quedarme en Eel, traicionarle, significa que esa condición ya no puede cumplirse. Así que...

-¿Ykhar está viva?

Esa es la única pregunta que importa, y la voz de Miiko lo deja claro.

Niels, con completa seguridad por primera vez desde que empezó la conversación, asiente.

---

(Narra Hiiro)

Mis ojos atónitos siguen clavados en Ykhar por lo que parece ser una eternidad.

Es... es ella. Está aquí. Y está... Viva. M-más o menos. Está respirando, al menos...

Pero desde luego no está consciente. Su respiración es muy pesada, su pecho subiendo y bajando con una calma tensa, y además de ello nada indica que pudiera seguir con vida. Está extremadamente pálida, salvo en esos lugares de su piel donde una herida aún curándose, un moratón extenso o la marca ya imborrable de una quemadura la atormentan. Alguien le ha cortado el pelo, su larga melena anaranjada ahora bastante más corta apenas por la altura de su barbilla, con un corte que desde luego no buscaba la estética sino la creatividad. Está vestida no exactamente con harapos, pero casi, pocos pedazos de tela cubriendo las zonas más, ah, privadas, de su anatomía, mientras que el resto de su cuerpo queda expuesto. En uno de sus brazos, una vía la conecta a algún tipo de suero. Y, sus piernas...

...

-Ykhar... -Acercándome a ella, a la camilla en la que está tumbada, murmuro su nombre.

Es... es descorazonador, verla así. Un vendaje  grueso cubre sus piernas a partir de donde se ha realizado la amputación, algo más abajo de la rodilla. En otras partes de su cuerpo hay también otros vendajes y apósitos varios, cubriendo las que entiendo que serán las heridas más feas y con mayor riesgo de infección.

-Naytili me ha dicho -La voz de Eweleïn me sobresalta, porque por un momento me había olvidado de ella y de... Todo, la verdad- que si intentamos jugársela, si nos portamos mal, o si simplemente la irritamos más de la cuenta... Que será ella quién lo pague.

-¿Por qué...? -Me giro hacia ella, y veo su mirada puesta en la brownie con infinita pena- ¿Por qué está Ykhar...?

-Niels -Es lo que me responde, mientras se acerca a Ykhar-. O eso me dijo Naytili. Se la trajo del desierto y dijo que se responsabilizaría de cuidarla, o algo así. Tampoco me ha contado los detalles.

-Es cierto -Ahora se escucha la vocecilla de Anrie, que habla desde la puerta de la habitación, asomando la cabeza pero sin atreverse a entrar del todo-. Um, yo estaba allí. Fui yo la que se dio cuenta de que seguía viva... Eh, creo que no podéis estar aquí dentro. A Niels no le gustaba que...

-Niels ya no está aquí -Le recuerda Eweleïn, una vez más-. Y, como he dicho, ahora es mi paciente. Naytili me ha dado permiso para atenderla.

-Hm... -Aún no parece convencida del todo.

-¿Puedes contarnos qué pasó con ella, Anrie? -Pregunto.

-Es “Marie-Anne”... -Protesta un poco, pero al final termina por entrar a la habitación, aunque no se acerca a Ykhar- Cuando estábamos en el desierto ese, nos peleamos con ella. Niels la hizo explotar o algo y luego se echó a llorar, y como no podía matarla, Chloé la remató. O eso pensábamos, porque cuando estábamos por irnos, me di cuenta de que seguía respirando y se lo dije a Niels -Sobrevivió a todo eso... Bienvenida al club de “me han atravesado el pecho pero sigo vivo”, Ykhar, espero que a ti te vaya mejor que a mí-. Él le... le pidió a Chloé que la curase -Frunce los labios-. Y ella fue cruel porque le hizo arrodillarse en la arena y besarle los pies, a pesar de que era ella la que le debía un favor a Niels, pero bueno -Cada vez Bitch me cae peor, de verdad. Sí, a partir de ahora la voy a llamar así, ya me he decidido-. Pero bueno. La curó y nos la trajimos, y luego lo difícil fue que Niels convenciera a El Titiritero de que le dejase quedársela. No sé exactamente qué le prometió a cambio pero, bueno -Se encoge de hombros-. Aquí está. Desde entonces Niels ha estado trabajando en ella. Estaba haciéndole un par de piernas nuevas en su laboratorio, o algo así.

-Las he visto antes -Confirma Eweleïn-. Son prótesis, pero no son... -Frunce el ceño- Como nada que haya visto antes.

-¿Qué tan avanzadas están ese tipo de cosas en Eldarya? -Pregunto. Con la medicina de aquí, nunca se sabe, porque lo mismo tienes una planta mágica que sólo crece una vez al año que te hace recuperarte de cualquier enfermedad que, mala suerte, te ha picado un mosquito así que te tenemos que cortar la pierna y aquí tienes una pata de palo, yarr.

-Esa es una pregunta demasiado complicada como para responderla ahora mismo -Eweleïn suena casi irritada dándome esa respuesta-. Porque depende de tu raza, de tu afinidad al maana, y de si vives en un pueblo minero al límite de los reinos élficos o si eres un elfo pijo de Lund’Mulhingar -Ya... algo me quiere decir que la gente de Lund’Mulhignar tiene una mejor sanidad que en el pueblo de Eweleïn, a pesar de que ellos sean más vulnerables-. Pero hazte una idea, con Nevra, de que... Para lo suyo, por ejemplo, no ha habido solución.

Llevo desde ayer intentando no pensar en Nevra, por favor Eweleïn no me hagas pensar en Nevra.

-Pero Anrie, por ejemplo -Ignoro la cara que me pone al usar el mote otra vez-. Su cuerpo está hecho con... partes de otros faéricos, ¿no?

-¡Eso fue lo que dijo Niels! -Al verse incluida en la conversación responde con entusiasmo- Que si El Titiritero había hecho esto conmigo, podía hacer lo mismo con la coneja. Pero El Titiritero le dijo que no, que si ella quería su ayuda, que iba a tener que pedírsela y hacer un trato con él. Que si Niels quería curarla, tenía que responsabilizarse él.

-El tipo puede hacer crecer cultivos en tierra infértil, puede combinar la anatomía de varias especies como si nada... -Eweleïn suspira- ¿Qué más puede hacer este hombre?

Coser un cuerpo de dos metros y darle vida, por lo que tengo entendido.

Le doy una vuelta a esto en mi cabeza. No cuesta hacerse a la idea de que lo que sea que le hizo a Anrie tiene que haber seguido un procedimiento similar a cuando creó a su... Criatura. Con eso dicho, para él darle a Ykhar unas piernas nuevas iba a ser literalmente coser y cantar...

Pero estamos hablando de El Titiritero, no El Curandero, y para él estas cosas tienen un precio siempre.

-¿Hay algo que podamos hacer por ella? -Pregunto.

-Cuidar de ella y asegurarnos de que nadie le hace daño -Dice eso pasando una mano por la cara de Ykhar en una caricia-. Ahora mismo, está estable. El suero la mantiene sedada, que quizá sea lo mejor por ahora... Sus heridas, puedo atenderlas. No sé lo que tenía pensado Niels para sus piernas pero yo no- -Suspira- No sé si puedo ayudar con eso.

-¿Has dicho que las prótesis estaban en su laboratorio? -Me dirijo a Anrie, que asiente- Podemos echar un ojo...

Camino hacia la puerta de la habitación, pero cuando voy a salir, alguien más entra, pegándome un susto. Victor, que alza las cejas cuando me ve retroceder con un respingo.

-¿Te he asustado? Disculpa... -En la sonrisa acaramelada que me dedica no hay tanto disculpa como burla-  Y yo que pensaba darte una sorpresa. Pero veo que ya has encontrado a la invitada especial de Niels... Aún tengo que pensar qué vamos a hacer con ella, ahora que Niels, parece ser, ha decidido abandonarnos.

Entra en la habitación, haciéndome retroceder a mí algunos pasos para colocarme junto a Eweleïn frente a la camilla de Ykhar. Puedo ver cómo el cuerpo de la elfa se tensa con los nervios y, posiblemente el miedo, de encontrarse cara a cara con un Titiritero en plenas facultades.

-Y tú debes ser la Doctora Eweleïn... -Sus ojos desiguales la observan por unos segundos- Naytili parece tenerte en alta estima... Curioso. Pensé que sólo se estimaba a sí misma. Bien, Doctora, es un placer conocerte. Por lo que tengo entendido, este no es nuestro primer encuentro, pero tendrás que disculparme por cómo he actuado en... Ocasiones anteriores. Debo parecer un anfitrión terrible...

Eweleïn no responde, probablemente demasiado nerviosa como para hacerlo. Esto no es algo con lo que me sienta completamente cómodo, pero decido dejar mis problemas con el contacto físico a un lado por unos instantes y mi mano busca la suya para poder darle algún tipo de confort. En cuanto lo hago, ella se agarra a mí con un apretón que, la verdad, me hace un poco de daño.

-Titiritero -Finalmente consigue sacar fuerzas para hablar-. Anfitrión serías si me hubieras invitado, pero no ha sido el caso. Me han secuestrado.

-Mis condolencias -Se lleva una mano al pecho en un gesto de fingida pena-. Pero me temo que no podemos devolverte a Eel sin más. Me pregunto, oh, me pregunto, cómo vamos a solucionar este problema... Ah, bueno. Hasta que me decida, puedes quedarte por aquí, supongo. Te buscaremos una cama. O puedes dormir aquí, si lo prefieres... -Su mirada cambia al cuerpo inconsciente de Ykhar- Estoy seguro de que tu amiga apreciará la compañía. Y hablando de compañía, Hiiro -Me dedica una sonrisa-. Estoy deseando poder disfrutar de la tuya. Me temo que habré de robártelo, Doctora... Tenemos asuntos pendientes sobre los que conversar, ¿no es así?

Lo es.

Aunque desde luego no me hace ninguna gracia tener que dejar a Eweleïn sola, y menos aún a Ykhar, la promesa de poder tener al fin respuestas sobre la intriga que es este hombre es, evidentemente, algo que no puedo rechazar.

Suelto la mano de Eweleïn, y en la mirada de reojo que me lanza me parece ver una pizca de acusación, pero lo ignoro para acudir junto a El Titiritero, que no tarda un segundo en pasar un brazo por mis hombros.

-Perfecto. Marie-Anne, asegúrate que nuestra invitada está cómoda en todo momento, ¿de acuerdo? -Anrie asiente- Perfecto. En ese caso, nosotros vamos a...

-Espera -Eweleïn le interrumpe-. Quiera o no, porque soy estúpida, no puedo ignorar todo lo que te ha pasado. Naytili me ha traído aquí para tratarte así que eso es lo que voy a hacer. Necesito hacerte un chequeo.

-Vaya -Las cejas de Victor se alzan con sorpresa-. Aprecio la preocupación, Doctora, pero ahora mismo me encuentro perfectam-

-Eso lo decidiré yo -Eweleïn frunce el ceño-. Si me habéis secuestrado, pues al menos dejadme hacer para lo que me habéis traído. Así que, dime dónde puedo hacerte un examen y vamos a hacértelo, ¿entendido?

-... qué carácter -Ya. Con Eweleïn la resistencia es inútil-. Pero si vas a hacerme un examen de sangre, tengo que informarte de que no estoy en ayunas, desgraciadamente. Muy bien, ven conmigo entonces, a mi laboratorio.

¿Cuántos laboratorios necesita esta gente? En vez de hacer la pregunta en voz alta, guardo silencio y dejo que ambos salgan de la habitación para dirigirse a otra un poco más allá, quedándome en esta con Anrie e Ykhar.

Mi atención viaja inevitablemente a la coneja, y a ella vuelvo a acercarme para echarle otro largo vistazo.

-La doctora es peleona, ¿eh? -Anrie habla por el fondo- Cuando nos pegamos en la isla esa me sacudió alguna que otra buena torta... ¿Eso no va en contra del código de la medicina?

-Imagino que pelear por tu vida es la excepción a lo de “no causarle daño” a nadie -No quiero que suene como una acusación, pero posiblemente suene como una-. Tengo que pedirte un favor.

-Posiblemente no pueda cumplirlo -Cuando me giro hacia ella, veo que me mira con el ceño fruncido-. No te entiendo. ¿Estás con nosotros, o estás en contra? ¿No odias a la Guardia?

-Mis amigos están en la Guardia -Le recuerdo-. A ellos no les odio. La Guardia ha hecho cosas malas, sí... Pero los que estáis aquí habéis hecho cosas malas también -La miro directamente a los ojos. La desigualdad en ambos, como las distintas partes de su cuerpo, es... da un poco de grima, la verdad-. Tú mataste a aquella elfa, y luego intentaste culpar a Ezarel por ello.

-... Hmph -Hace una mueca-. No me caen muy bien los elfos, la verdad.

-No te culpo... Pero, sabes que no... -Me pienso cómo decir esto- Sabes que no todo es culpa de los elfos, ¿verdad?

-¿Qué insinuas?

-Cam...

-No te metas en eso -Me corta rápidamente-. Lo que sea que quieras, dilo, y dilo ya.

Evidentemente, le duele pensar en su hermano. Empatizo con ella, y la compadezco, así que... Mejor dejarlo estar. Además, si le meto un dedo en el ojo desde luego no va a querer hacerme ningún favor.

-Por favor, cuida... Cuida de Eweleïn. Y de Ykhar -Hablo tras unos segundos de consideración-. Simplemente, no... No quiero que Naytili les haga daño. Por favor. Ninguna de ellas puede defenderse, y ahora mismo sólo son... Víctimas.

-Ya... -Parece ir a cruzarse de brazos, pero tampoco consigue hacerlo del todo. La expresión de su cara se relaja un poco- A mí tampoco me gusta cuando Naytili es... cruel. El Titiritero es amable con todo el mundo menos con la Guardia, y Chloé... Niels decía que está “enferma”. Pero Naytili es... -Un segundo de validación- Mala.

-Yo voy a intentar ayudar a El Titiritero -Me acerco a ella-. Quiero ayudarle, a pesar de que haya hecho cosas malas, porque él también se merece alguien que intente comprenderle. A cambio, yo te pido que ayudes a mis amigas. Y así... Tú y yo nos ayudamos mutuamente. ¿Te parece?

No responde, pero tampoco parece opuesta a lo que le digo. Por eso, extiendo una mano en su dirección, pero en vez de ofrecerle la mano entera, lo que le ofrezco es simplemente un meñique.

-¿Te acuerdas de esto? -Pregunto. Se lo piensa unos instantes, mirando el dedo con curiosidad.

-Una promesa de meñique... Si no la cumples, tienes que cortarte el dedo -Asiento-. Hm... Bueno, yo... Lo intento, ¿vale? Tampoco es que disfrute cuando Naytili le hace daño a los demás...

Entrelaza su meñique con el mío, cerrando la promesa. En comparación con el dedo tierno y pequeño con el que hice la promesa la última vez, este es... Bastante más siniestro. Tiene la textura rígida y áspera que se esperaría de su piel de... harpía, supongo, y la uña extremadamente larga y afilada me preocupa un poco porque pienso que me va a hacer un corte.

Pero aunque la apariencia haya cambiado, y a pesar de todo, el gesto me trae un poco de confort al pensar que parte de Anrie tiene que seguir ahí dentro.

Después de eso, hay unos minutos de silencio bastante incómodos en los que ninguno tiene nada que hacer pero tampoco decimos nada primero porque iba a arruinar la emotividad del momento y después porque es incómodo empezar una conversación de la nada cuando tampoco hay nada que decir, así que esperamos en silencio a que la puerta por la que han desaparecido Eweleïn y Victor se abra de nuevo.

-Y dentro de ocho horas, te tomas otra -Está diciendo ella. El otro tiene cara de que no se esperaba que se fuera a tomar tan en serio su tarea como médico-. Si notas cualquier síntoma febril, vienes a mí inmediatamente. Lo ideal sería reposo completo, pero en cualquier caso tienes prohibido actividades físicas intensas y-

-De acuerdo, Doctora, muchas gracias -La interrumpe antes de que pueda ir a más y me busca con la mirada antes de venir para casi que esconderse detrás de mí-. Intentaré cumplirlo, pero no todo es tan sencillo...

-Vigila que no se pase, y si le ves que tiene cualquier signo de fiebre, me le traes -Me lo dice con tono severo de médico, antes de fruncir el ceño-. Claro que tú también eres de los que les gusta esconderse del médico.

-Quizá sea por haberme pasado los tres últimos años de mi vida acosado por médicos constantemente -Protesto.

-Si colaborases, todo sería más... -Se interrumpe con un suspiro- Lo que sea. ¿Dónde puedo ponerme a trabajar en... lo que hemos dicho?

-Siéntete libre de usar mi laboratorio -Victor gesticula hacia la puerta aún abierta-. Sólo... No te recomiendo tocar mis muestras, ni nada que no sepas lo que es. Si tienes dudas, pregunta. Y si necesitas algo, pídeselo a Naytili... Va a ser para ella a fin de cuentas -Musita eso último, pero a mí no se me escapa, y me hago una nota mental de preguntarle a alguien por ello más tarde-. ¿Contenta ya, Doctora? No me gustaría hacer esperar más tiempo al pobre Hiiro...

-... Cuidado.

No sé si se lo dice a él con respecto a su salud, o si me lo dice a mí con respecto a... a él, bueno.

Con esa última advertencia, Victor se lo toma como que finalmente le han dado el alta y tarda bastante poco en volver a rodearme con un brazo (esta vez, por la cintura) y arrastrarme en dirección a las escaleras que salen del sótano, y después, por un pasillo bastante largo en dirección a la que recuerdo que es la puerta principal de la mansión.

Al salir afuera, me quedo momentáneamente cegado por la luz, dado el cambio en iluminación. El sol brilla con mucha fuerza y mucha mala leche aquí... Casi diría que es peor que Elsur, si no fuera porque aquí al menos hay vegetación para hacer sombra... Aunque lo malo es la humedad.

-Este no es clima para andar con camisa -Me quejo.

-Oh, bueno, siéntete libre de desvestirte si eso es lo que quieres -Su voz claramente se burla de mí-. Que nadie te lo impida.

Me muerdo la lengua para no responder a eso y me dejo guiar a través del sendero que sale de la casa. No tengo que preguntar a dónde vamos, porque un golpe de viento repentino me da la respuesta de inmediato: El olor salado del mar es obvio.

Ante la perspectiva del mar, de repente me cuesta bastante menos caminar, y mis pasos son más ágiles en lo que seguimos el camino hacia la playa. Tengo que contenerme, casi, para no salir corriendo a la arena en cuanto la veo, porque todos mis males se curan en cuanto veo la belleza natural que tengo delante.

Esto tiene que ser algún tipo de paraíso. Aguas mansas de un color azul radiante lamen con olas juguetonas el blanco azucarado de la arena. El viento es lo único que perturba el paisaje con el movimiento del mar y de la escasa flora que crece entre las rocas que decoran la playa, o más allá tierra adentro. El agua, la arena, ambas están limpísimas de forma que no he visto nunca; ya me había impresionado que en Eel apenas hubiera polución, pero esto es otra historia, aquí ni siquiera hay algas en la orilla, todo lo que adorna la arena es alguna piedrecilla brillante o una concha de cuando en cuando.

Pero es, de verdad, es el agua lo que más llama mi atención. En el horizonte se ven otros islotes no muy lejanos al mismo en el que estamos nosotros, debe ser un archipiélago plagado de islas pequeñas, y no puedo ni imaginarme lo divertido que tiene que ser jugar a nadar entre las islas. El agua, qué buena pinta tiene el agua, no he visto un color así en la vida, sacado del panfleto de una agencia de viajes. No imaginaba que de verdad el agua pudiera verse así, pero aquí está, y todo lo que quiero es descalzarme de inmediato, llenarme los pies de arena y lanzarme a las aguas y hundirme en ellas, dejarme dominar por el mar y dejar que la marea me arrastre a donde quiera llevarme.

-¿Qué te ocurre? -La voz de Victor, intercalada por una pequeña risa, me saca de mi estupor- Cielos, miras al mar como el hombre enamorado al ver a su amante por primera vez en años.

-Es... -Intento buscar las palabras, me cuesta encontrarlas- Este sitio parece... Sacado de un sueño. Me siento como si... -Me doy cuenta de que me palpita el pecho casi de verdad como si estuviera enamorado del mar- No lo sé, como si hubiera encontrado mi lugar en el mundo, o algo así.

-En un mundo que no es el tuyo... Curioso.

Quizá. Tengo la sensación de haber sentido algo similar antes, en Kazorami. Recuerdo sus calles adornadas con canales de aguas cristalinas, sus fuentes, y esa sensación de... Paz.

A lo mejor es que simplemente soy un rarito obsesionado con el agua. Chico sardina, etcétera.

-Y eso que ni siquiera has conocido a los pulpatatas...

-P-pulpatatas... -Mi corazón da un brinco ante la mención de los familiares, y mi balbuceo ayuda a que las comisuras de sus labios se estiren un poco más.

-Suelen aparecer más tarde para tomar el sol -Amablemente me empuja por la espalda en dirección a la arena, invitándome a caminar de nuevo-. Podrás disfrutar de su compañía entonces... Y del mar, si deseas darte un baño... Hm, no sé si tendremos un bañador de tu talla, pero por lo que recuerdo, la falta de traje de baño no te ha impedido meterte al agua en ocasiones anteriores -Intento que la vergüenza no se me note en la cara, pero es tarea difícil-. Pero, bien, antes de que te entregues a estas actividades recreativas, juraría que tenemos alguna que otra conversación pendiente.

-Tengo... Muchas preguntas -Céntrate, Hiiro, céntrate, no pienses en la buena pinta que tiene al agua...

-Por supuesto. Y yo trataré de darles respuesta como mejor pueda.

... Hm.

-Empezaremos por el principio, entonces.

Echa a caminar por la orilla, siguiendo la línea de la playa. Yo voy tras él, desatendiendo al agua para centrar en él toda mi atención.

-En mi forcejeo con el daemon, caí al mar, viéndome sumergido en las heladores aguas del ártico en lo que debería haber sido una sentencia mortal. Pero según me hundía entre la oscuridad del océano, según caía en lo que yo pensaba que iba a ser, al fin, la tranquilidad de la muerte, aquel resplandor azul apareció desde el fondo marino...

>>Y cuando abrí los ojos...

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(Hace doscientos años, en la Guardia de Eel...)

(Narra Stella)

¿Está... abriendo los ojos?

¡Finalmente!

Spoilers del capítulo

Sí, Ykhar sigue viva.

SE ME DA FATAL MATAR GENTE. NO QUIERO MATAR A NADIE NUNCA.

Pero la he dejado viva porque aún tengo planes para ella, para Ewe y para Niels. Ya veremos qué es lo que pasa con toda esta gente.

Also low-key shippeo a Niels con Ykhar aunque sólo sea por la imagen mental de Gèrard y Ewe llorando juntos por sus crushes mientras comen helado directamente de la tarrina, beben margaritas y ven Mamma Mia! en bucle (técnica definitiva de Gèrard para sobrellevar una mala ruptura).

Voy a llorar, no me puedo creer que realmente he llegado así de tarde.

Prire, muchas gracias

Por dónde empiezo, que ya demasiada vergüenza me da salir de las sombras donde tan cómodamente andaba.

Ha sido una aventura impresionante leer este fic. Tengo realmente pocas palabras para poder describir adecuadamente la cantidad de emociones que me ha generado ir leyendo desde el primer capítulo, la forma en que las palabras me hicieron sumergirme dentro de la historia, cuánto me encariñé con los personajes que formaban parte, y cómo aprecié los detalles que se agregaron a quienes ya conocíamos en la historia.

Es completamente innegable cuánto me gustaría haber conocido más sobre Leiftan y el mundo propio que creaste para los aengels y los dragones, cuánto habría querido que se ahondara un poco más en el Titiritero, cuánto habría amado ver a Henry en un capítulo más y seguir apreciando lo tierno que puede ser Hiiro, y en general seguir leyendo al resto de personajes desarrollados de la manera fantástica en que lo lograste.

Y también es completamente innegable el trabajo, el cariño, el esfuerzo, el tiempo y el mimo que se plasmó en el fic. Me llevó un buen tiempo poder ponerme al día con el fic para poder comentar, así que solo puedo imaginar la tarea titánica que fue escribirlo de una manera tan atrapante; llenando a los personajes de vida, creando escenarios que solo podían maravillar más con cada momento que se sumara a la lectura, buscando la forma de incorporar ideas geniales, creativas, sorprendentes, y hacer de todo eso un viaje fabuloso.

Menos mal que esto lo estoy escribiendo desde mi celular, porque si tuviera que hablarlo se acabaría al momento del nudo tremendo que tengo en la garganta. Esta historia me ha acompañado por bastante tiempo, aunque probablemente sea mucho menos que el que tengan otros lectores del fic, ya que llegué bastante tarde. Pero ha sido algo que me emocionaba siempre, avanzar en los capítulos en los ratos libres que me encontraba, gritar, reírme y llorar junto a los personajes, dejarme imaginar un Eldarya mucho más amplio del que alguna vez pensé, y en general disfrutar de una experiencia tan maravillosa. Eso, y mucho más, son cosas por las que debo agradecerte Pri, y que jamás agradeceré lo suficiente.

Cuánto siento no haber comentado anteriormente por tardar tanto en ponerme al corriente. Pero al menos quiero hacerlo una vez, dar las gracias. Ha sido fantástico, como entrar a un sueño que ha sido creado con mimo ya por otra persona y simplemente disfrutar el viaje, y ahora, recordarlo con todo el cariño.

Pri, gracias por habernos dado la oportunidad de entrar en un mundo así, de hacernos vivir una historia en ojos de un protagonista (o varios, que los cambios de pov fueron de mis cosas favoritas) que nos presentaba un mundo inspirador, fantástico, y con compañeros que solo podían mejorar el show. Gracias por los momentos, las lágrimas, las sonrisas, los enfados (sí titiripanda, les tengo amor y no diría odio pero sí un poquito de coraje), simplemente gracias por compartirnos un pedazito tan maravilloso.

Y si en algún momento futuro esta historia volviera a abrir una puerta, o una ventanita, aparte de llorar y llenar de mocos alguna camiseta cercana, me encantaría poder saberlo para reencontrarme con este fic tan bonito. Bueno, ahora sí.

¿Cómo era lo de los abrazos virtuales?
Que si pudiera dar uno real lo haría en este momento. Pri, espero que todo vaya mejorando poquito a poco, y que aquellas cositas especiales y agradables que desees sean tuyas. Y me gustaría decir también que no seguiré luciérnagas, libélulas y cosas, pero si me encuentro con alguna lo primero que voy a hacer es buscar ese círculo de setas.

Gracias una vez más por esta maravillosa historia, y por el tiempo y esfuerzo que hay detrás, se te quiere un montón, y a los protas también. Eso sí, yo me despido, pero de acá no me van a hacer irme. Ahora sí ya, que necesito ir a buscar pañuelos para llorar a gusto. ¡Chauchiii!

PD. Ay, que a ver si alcanzo a pedir algo del menú de setas. Que si no, me la pasaré lamentándome lo más grande hasta la siguiente estación del bus (o más) por haberme perdido de algo del contenido del fic.

Última modificación realizada por Laeiyu (El 28-02-2024 à 05h24)

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No existen las coincidencias, solo existe lo inevitable.

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Es posible que tenga una enfermedad mental grave y que esté completamente demente.

¡El post anterior! ¡Qué! ¿¡De qué me estás hablando!? ¡Oh, de cuando posteé en noviembre del año pasado, ya, pffht, claro!

¿Se cancela el fic? ¿Me despido de la gente? ¡Qué dices! A-ahahah, yo no haría algo así NUNCA, soy una persona con una mente perfectamente estable que JAMÁS tomaría decisiones súbitas en base a cómo se siente en un instante completo y luego se arrepiente profundamente de-

Vamos a hablar en plata.

Ha sido un año terrible para mí. Creo que ya lo he expresado muchas veces. Durante el último año he estado intentando recoger los pedacitos rotos de mi mente esparcidos por un trauma previo, sólo para caer en un trauma aún peor.

Aún estoy superando el trauma de febrero. No quiero hablar del trauma de marzo.

En fin. Ha sido duro y mi mente no ha estado del todo para escribir, entre unas cosas y otras. La fábrica de ideas no se ha detenido nunca, eso sí, ha sido más bien la falta de voluntad para sentar el culo en una silla y... Hacerlo, transformar las palabras de mi mente en texto.

Por eso pausé el fic. Para darme un tiempo de reposo, no sentirme mal conmigo mismo y luego despausarlo cuando estuviera mejor.

NEWSFLASH: No estaba mejor cuando lo despausé. Evidenciado por el hecho de que tiré los dos capítulos que tenía hechos y luego me eché a llorar y no volví a aparecer.

Y entonces viene la culpa, y las dudas, y las ansiedades y blablabla. Y llega un momento en el que quiero escribir con todas mis ganas pero estoy aterrado por la idea de hacerlo porque llevo tanto tiempo sin hacerlo que no sé si merece la pena y llevo ya muchos años escribiendo este fic y-

Crisis de fe, ruptura de mi mente, vamos a cerrar el fic porque va a ser lo mejor para mi salud mental.

Verdaderamente pensé que eso me iba a traer paz de mente.

JAJAJAJAJAJAJAAJAJA n̸̞͉͎͆͠i̵͓̟͚̓̒͊ d̵̠͎͙̈́̈́͛e̸̦͖̦̽̈́ c̸̞͓͖̔́͐o̸͍͇͉͊̒̾ñ̵͉̞͓̓̒͐a̵̺͔͛̿͝  vivo completamente atormentado por los demonios de mi propia mente y nunca seré libre y llevo dos semanas de "okey se acabó el fic vamos a seguir adelante con la vida" y NO PUEDO, NO PUEDO AAAAAAAAAAAAAA

Llevo desde entonces cada día pensando en todas las ideas que no voy a poder escribir nunca. "Jajaja sí estoy deseando escribir la escena en la que Henry y Valk se encuentran con ******* y- oop eso no va a pasar nunca", o "Me pregunto cómo irá a funcionar la relación entre Hiiro y [CENSURADO]", o "Jeje al fin voy a poder escribir la relación entre Niels y Gérard que llevo tanto tiempo queriend-NO NO PUEDO ESTÁN MUERTOS YO LES HE MATADO AAAAAAAA".

Ni una sola ducha pacífica he podido tener, ni un sólo paseo calmado.

Hey, al menos aún tengo mis hobbies, como por ejemplo, este juego súper chulo, Persona3 (a Hiiro le gustaba persona!), que va de un adolescente de 16-17 años con depresión y un flequillo emo que tiene una relación intensa con la muerte y/o un chico rarito con bufanda. Eso seguro que hace que me olvide 100% del fic. Ah por cierto el actor de voz de Akihiko sería la voz que le pondría a Aless-AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!!!

Me pongo a escuchar música y de alguna forma acabo en las playlists que hice para el fic. Escucho una (1) sola canción en francés y estoy de repente pensando en el fic a pesar de que la canción NO TIENE ABSOLUTAMENTE NADA QUE VER CON EL-

Anoche soñé con el fic.

Anoche soñé que venía al hilo, borraba mi último post, me hacía gaslighting a mí mismo y seguía como si nada con la historia.

El sueño me hizo revisar el hilo. Oh. Wao. Un comentario. Wao. Gracias. Wao. (Estoy llorando)

Me han entrado zoomies mentales y ansiedad de escritor e hiperfijación todo de una. Eso es buenas noticias porque significa que me voy a poner a escribir como un maníaco. Eso son MALAS noticias porque no tengo fic que escribir porque se ha acabado y lo he cerrado y es una decisión definitiva por el bien de mi salud mental.

Por cierto, ¿qué día es hoy?

Oh.

Oh, es- ¿es 29 de febrero? Ese día que sólo ocurre cada cuatro años. Haha. Qué casualidad.

Es el cumpleaños de Simonn.

(Aquí es cuando Pri empieza a chillar y a escalar una verja de construcción de camino al trabajo y se convierte en una leyenda urbana)

Okey, vamos a hacer esto (heh), si de alguna manera para hoy (cumpleaños de Simonn) consigues tener terminado el capítulo que llevas intentando escribir desde noviembre (imposible lol), estás legalmente obligado a continuar el fic. HA.

Capítulo 27.3.-

(Hace doscientos años, en la Guardia de Eel...)

(Narra Stella)

No tardo un instante en abalanzarme sobre el muy misterioso ocupante de nuestra enfermería. Han pasado semanas desde su precipitada llegada a Eel, semanas en las que ha permanecido inconsciente, revolviéndose en sueños plagados por lo que asumo que serán terrores febriles. Es quizá un milagro que haya sobrevivido. Pensé que los humanos eran más frágiles... ¡Debe ser que no!

-¿Puedes oírme? -En seguida me coloco sobre él, inclinándome frente a su cara, intentando ver algún signo de lucidez en los ojos. Es difícil de decir, pues aún los plaga la fiebre y los nubla la inconsciencia... Está más muerto que vivo, el pobre. Pero eso no va a detenerme. Un buen estímulo es lo que le hace falta- ¡Eo!

El impacto de mi palma contra su mejilla hace que salten chispas en el contacto de piel con piel, y su cuerpo entero reacciona como si acabase de recibir una descarga eléctrica... Antes de caer inerte en la cama de nuevo.

Ooops... No le he matado, ¿no? Espero que no, Setsu puede llegar a matarme a mí si resulta que su paciente se despierta justo cuando no está y yo cojo y le mato de una torta. Al final va a ser que los humanos sí que son frágiles... Ah, no, pero son débiles al maana, ¿no? Pues a lo mejor ha sido eso...

-¡Haaaaah!

Me sobresalto cuando el hombre se incorpora de nuevo, tomando una gran bocanada de aire cuando lo hace y llevándose una mano al pecho, sobre su corazón. ¡Vive! ¡Está vivo! ¡Albricias!

Con más energía de la que esperaba de alguien que lleva dormido tanto tiempo (¿O quizá no, porque si yo me tirase dos semanas de siesta sé que me despertaría a rebosar de energía?), empieza a mirar en todas direcciones, muy posiblemente tratando de descubrir dónde está. Cuando me ve a mí, se detiene al instante y sus ojos se reflejan en los míos. Mismo color, misma obligación y mismo destino... Aunque él aún no lo sepa.

-¡Hola! -Saludo.

La respuesta son una serie de gritos y vociferaciones en una lengua que no entiendo pero que suena de todo menos amable. No tengo muy claro si me está insultando o no.

-¡Hola! -Pruebo de nuevo, gritando por encima de sus gritos, lo que le silencia. Vaaamos a ver si podemos entendernos...- Túuuu... -Le señalo- ¿Bieeeen? -Pulgares hacia arriba. Me mira con completa incomprensión. Venga, vamos, no debería haber diferencia apreciable entre mi apariencia y la de una mujer humana, ¿no? No soy tan rara, ¿verdad?- Túuuuu, ¿bien? ¿Estar bien?

-¿Quién eres? ¿Dónde estoy?

-Anda, si hablas francés... Y yo aquí haciendo el tonto.

-¿Q-qué est-

-Con calma, ¿vale? -Coloco una mano sobre la que tiene libre para tratar de transmitirle confianza- Estabas en estado crítico cuando te encontramos... Llevas un tiempo recuperándote, pero posiblemente aún sigas enfermo. Hay un doctor cuidando de ti, pero justo le has pillado en su descanso... -Para uno que se toma al día, ya es casualidad- Te lo explicaremos todo con calma a su debido momento, porque hay... Mucho... -Procuro no reirme- Que explicar. De primeras, dime, ¿cómo te encuentras? ¿Necesitas algo? Oh, un vaso de agua, tal vez.

Sin esperar respuesta, empiezo a servir un vaso de la jarra que hemos dejado junto a su camilla. Él parece aún, como es comprensible, bastante confundido, pero no pone ninguna objeción cuando agarro su mano para ponerla alrededor del vaso y obligarle a sujetarlo.

Me mira por un instante, y luego al vaso. Al final, da un sorbo tentativo y dudoso.

-¿Mejor? -Pregunto.

-No lo sé...

-Tómate tu tiempo -Le dedico una sonrisa paciente-. Entretanto, presentaciones. Mi nombre es Stella. ¿El tuyo?

-V... Victor.

-¡Nombre de vencedor! -Asiento, satisfecha- Muy bien, Victor. Tengo muuuchas cosas que decirte que te van a sorprender mucho, así que necesito que permanezcas, sobre todo, calmado, y...

-N... Necesito saber dónde estoy, y dónde está... -Sigue mirando en todas direcciones, como si buscase algo con la mirada- T... Tiene que estar...

-Hemos guardado todas tus pertenencias, no te preocupes -Estiro una mano a su barbilla para girarle hacia mí-. Atento a mí, ¿vale? Necesito que me escuches. “Dónde” estás es algo muy importante. Vamos a empezar porque estás muy, muy lejos de cualquier sitio que conozcas. Estás en un lugar llamado Eldarya...

-¿Hendaya?

-Eldarya -Repito. Pone cara de desconocimiento-. Eldarya es un...

En ese preciso instante, la puerta se abre y aparece Setsuna bostezando, con su taza y su tetera una en cada mano... Y siete colas detrás de él. Yap. Perfecto, esto no va a hacer en absoluto que entre en pánico...

-Ah, ¿está despierto? -Cuando se da cuenta de que el paciente que lleva semanas inconsciente se ha incorporado, interrumpe el bostezo y deja sus útiles de té sobre un escritorio antes de acercarse a nosotros- Ya era hora, necesito esta camilla para más gente, a ver...

Se acerca a nosotros con toda la parsimonia del mundo, colocándose sobre la nariz las gafas que tenía colgando del cuello, y prácticamente me aparta a manotazos para poder acceder mejor al humano...

Que le mira con ojos muy abiertos, pero permanece completamente inmóvil. Ni siquiera cuando Setsuna comienza el examen médico reacciona, sino que se deja hacer con completa pasividad, únicamente mirando a la cara del kitsune de una forma que me hace pensar que no cree lo que ven sus ojos. Pues se lo está tomando... ¿bien?

Hasta que alarga una mano para agarrar una de sus orejas peludas. Ahí vamos...

-¡Pero bueno! -En seguida, Setsuna reacciona echándose hacia atrás con violencia, lanzando un siseo de amenaza- ¿¡Qué te crees que haces!? ¡Maleducado!

-Tú también me estabas tocando a mí...

-Hm, supongo que eso es justo...

-¿Y ya está? -Al final, casi que soy yo la más sorprendida. Miro al humano completamente incrédula con su falta de... Incredulidad- No vas a... ¿Ponerte a gritar, ni nada?

-Me duele la garganta...

-Déjame ver -De algún bolsillo Setsu saca uno de los palitroques esos de aplastar lenguas para poder examinar la garganta del humano, que se deja hacer tranquilamente-. Sí, la inflamación aún prevalece... Ahora que estás en pie, será más sencillo poder ofrecerte un remedio... Y tal vez, algo para el aliento.

-Estás viendo un hombre-zorro de siete colas -Sigo hablando completamente pasmada. Cuando Setsu se gira para alcanzar uno de sus botes de hierbas, las colas golpean al humano en la cara. No parece molestarle mucho, pero cuando va a apartarlas se queda con una en las manos y empieza a jugar con ella-. ¿No tienes nada que decir al respecto?

-La situación es que hay un hombre-zorro -Habla prestándole más atención a la cola mullidita que a sus propias palabras. Me da envidia porque a mí nunca me deja acariciarle las colas a pesar de que son tan suavecitas y blanditas...-. O lo que aparenta ser uno. Las orejas son reales. Las colas, parece que también. Conclusión: no es un juego de mi mente, hay verdaderamente un hombre-zorro entre nosotros. Ponerme a gritar no hará que deje de haberlo.

-Y yo te agradezco que no grites, pero no recuerdo haberte dado permiso para tocar mis colas -Setsu vuelve a girarse, ahora con el vaso de té que iba a tomarse en las manos, y sobre él espolvorea las hierbas molidas que ha cogido-. Menuda falta de respeto... ¡Maldiciones sobre ti, cien años por cada una de mis colas! Ten, bébete esto.

-Ni el más brujo de los brujos -Hace un sonido similar a una carcajada ronca- puede convertir el pan en pan... Salud.

Y sin decir nada más, echa a beber de la poción misteriosa ofrecida por el hombre-zorro misterioso.

Halaa....

Pues...

Jo, la verdad es que eso es un poco aburrido. No sé, esperaba una reacción más entretenida a todo el asunto...

-¿Eres un brujo? -Cuestiono, cuando sus labios se alejan del borde de la taza- ¿Es eso? No, pero si vienes del mundo humano debes ser “mago” más bien, ¿no?

-No hay trazas de maana en su cuerpo, quitando el toque particular del Oráculo -Objeta Setsuna-. Imposible que sea nada más que humano.

-No me consideraría humano -El hombre habla mirando su té, como si intentase leer algo en él-. Ya no. Poco queda de mi humanidad.

-Pero vienes del mundo humano -A los pies de su cama, me inclino hacia delante, y mis manos se hunden en el colchón a ambos lados de sus piernas extendidas-. ¿O no?

Eso le causa un momento de pausa. Levanta la mirada del té, y ahora en sus ojos sí que hay un aire inquisitivo, de nuevo.

-¿Mundo humano?

-Mundo humano -Repito-. La “Tierra”. Ahora mismo estás en Eldarya. Otro mundo completamente distinto.

-Eso no... No entiendo a lo que te refieres.

-¿O sea que no tienes ni idea de nada? Y estás así, tan tranquilo -Él se encoge de hombros-. ¿De verdad que no se te hace raro lo del hombre-zorro?

-Hoy día, me lo creo todo... He escuchado rumores de licantropía, y me los creo. ¿Por qué no habría de existir también un... vulpantopo?

-El término correcto es “kitsune”, muchas gracias -Setsu se sube las gafas, no del todo ofendido pero parece que descontento ante su ignorancia humana-. Quizá haya recibido una contusión en algún momento y debería examinarle la cabeza... O a lo mejor simplemente es que es cortito y ya.

-No sé yo, no sé yo... -Vuelvo a recoger mis brazos y me llevo una mano a la cara, con ganas de empezar a morderme las uñas- A ver... Dime, ¿qué es lo último que recuerdas, antes de despertarte aquí? ¿Te suena ver algún círculo de setas y un montón de luciérnagas?

-No -Arquea una ceja en un gesto ligeramente exagerado-. Estaba en un barco. En el ártico. Setas; quizá algún hongo crecido por la humedad, pero luciérnagas... Dudo mucho que esos insectos pudieran sobrevivir aquellas temperaturas. De todas formas, lo último que recuerdo fue... -Al pensárselo, frunce el ceño- Recuerdo haber caído en el agua, con... Disculpa, ¿no había nadie más conmigo? Ninguna otra... ¿criatura?

-No, sólo apareciste tú -Niego-. Sí es verdad que estabas empapado, pero... -Medito la nueva información- Un círculo de hechicería, ¿en el agua?

-¿Por qué no? Lo ha creado el Oráculo, a fin de cuentas -Apunta Setsu-. Quién dice que tenga que guiarse por las mismas normas que el resto de nosotros -Supongo...

-Así que, si lo he entendido bien... -El humano... Victor ha dicho, ¿verdad?, se lo piensa por unos instantes- Caí al agua y un “Oráculo” de algún tipo me ha traído aquí... ¿cierto?

-A través de un “círculo de hechicería”, sí -Asiento-. ¿Seguro que estás bien? No es todo esto muy, uh, ¿no te resulta difícil de aceptar?

-Sí.

-Ah.

-Pero si la realidad es esa, entonces es la que es -Parece... resignado, más bien-. De nada me sirve negarla. Lo importante es, ¿estás completamente segura de que nadie más vino conmigo?

-No que sepamos... Al menos, nadie vio nada. ¿Por qué, echas en falta a alguien?

No responde, guarda silencio. Intercambio una mirada con Setsuna, pidiéndole con los ojos que por favor sí le revise la cabeza, y él continúa el examen médico del humano, que se deja hacer sin quejas ni pegas.

Qué tipo más... Peculiar. La facilidad con la que lo ha aceptado todo parece más bien... Resignación, o incluso apatía. No parece estar en el mejor de los estados físicos, desde luego, y hay algo en sus ojos que... Como que le falta algo. Algún tipo de luz, de... Vida.

Me pregunto qué le ocurriría antes de venir a nosotros...

-Ya que no parece que te vayas a caer en redondo, va siendo hora de que vayas desocupando mi consulta -Setsu habla después de darle otro repaso al humano-. Fus, fus. Vuelve mañana para que pueda darte otra dosis de medicina.

-¿Seguro que está en condiciones? -Pregunto, algo dudosa.

-En lo relativo al pensamiento; la certeza es la mezcla de la soberbia con la inmadurez. Lo único que ha de ser cierto es el hecho de que es todo incierto: es sólo en cabeza pequeña donde no cabe la duda.

-¿O sea que?

-O sea que yo que sé, si se encuentra mal que vuelva, pero yo le veo bien fresco.

Respuesta fiable de nuestro siempre confiable Líder de Absenta... En fin.

-Pues entonces, vente conmigo -Me acerco una vez más al lado de la cama, ofreciendo mi mano al humano-. Hay alguien que posiblemente quiera verte... Es quién te ha traído a este mundo.

No parece hacerle... Especial ilusión, la verdad. Simplemente toma mi mano, otra vez con ese aire resignado que parece rodear su persona constantemente, y haciendo algo de esfuerzo se levanta de la cama. Se tambalea un poco cuando sus pies tocan el suelo, con piernas claramente debilitadas después de tanto tiempo tumbado, y yo le ofrezco  mi hombro para apoyarse si así lo desea.

-¿Qué son exactamente estas... vestimentas?

-Pues la primera túnica que hemos encontrado... Tu ropa no estaba, uh, en condiciones. Ya encontraremos algo mejor más tarde, y de paso te... Adecentamos un poco.

No quiero juzgarle demasiado, pero incluso antes de que apareciera por aquí estaba bastante... Dejado. Pelo rebelde lleno de nudos y porquerías, que claramente nadie había cuidado en mucho tiempo; una barba desaliñada que alguien ha tenido la amabilidad de recortar un poco durante su inconsciencia; un rostro demacrado por el cansancio y el hambre con labios cortados y ensangrentados; dedos igualmente pelados con uñas asquerosamente roñosas, y... Buah, olía fatal, la verdad. Setsu nos forzó a darle un baño porque se negó a atenderle sin que estuviera “moderadamente aseado”.

He pensado que quizá sería un “humano salvaje”, si es que ese tipo de humanos existe, vete a saber, pero me ha sorprendido que al hablar por él parece bastante... Educado. Qué misterio de hombre... Uno que estoy deseando resolver.

Le llevo conmigo fuera de la enfermería y, antes de nada, le dejo asomarse al balcón que da a la sala de las puertas, para que pueda echar un vistazo a... Al jaleo general de la Guardia.

Observo atentamente la expresión de su rostro según se va percatando de los distintos rasgos, para él fantásticos, de cada uno de nuestros habitantes. Sus ojos se mueven por toda la habitación como si no supieran exactamente a dónde mirar. En mi cabeza celebro escuetamente al sentirme reivindicada.

-Qué, ¿impresionado ya?

Mi voz le sobresalta, como si se hubiera olvidado completamente de mi presencia a pesar de que aún le tengo agarrado para que no se caiga. Me mira por un instante, luego vuelve a mirar a las distintas gentes que pasean por la sala.

-Esto es un poco... Más de lo que pensaba. Hm.

-¿De verdad que no te vas a poner a gritar con asombro y pánico según todas las convenciones de lo que creías que era la realidad se desmoronan a tu alrededor en pos de abrirle las puertas a un mundo de fantasía mucho más extraordinario que tus más disparatados sueños? -Cuestiono, apoyándome sobre la barandilla según le miro.

-Hm. No, no realmente. ¿Ibas a llevarme a ver a alguien?

Boo. Mi gozo en un pozo. Un humano que nos cae en los últimos veteasabercuántos años y no parece hacerle ni el mínimo de ilusión nada de lo que Eldarya puede ofrecerle. Quizá por eso le haya traído el Oráculo, vete a saber... Como sea, hablando del Oráculo; es hora de que estos dos se encuentren. Quizá eso le devuelva la sangre a las venas a este tipo.

Con cuidado de que no se me rompa le guío escaleras abajo, y luego a través de la sala de las puertas. Al vernos, muchos de los habitantes del CG nos lanzan más de alguna mirada, algunos incluso parándose para poder observar mejor al desconocido. Escucho los cuchicheos, las palabras “humano”, “Tierra”, “elegido”, “greñoso”... Pobre hombre. No le quiero meter prisa, pero tampoco me apetece montar una escena en mitad del CG ahora mismo, así que le meto un poquito más de prisa para terminar de hacer el camino hasta la sala del Cristal.

Es el Cristal lo primero que parece realmente llamarle la atención (además de las colas mulliditas de Setsu, supongo) desde que abrió los ojos, y a él se acerca con pasos inciertos cuando le dejo suelto. La enorme piedra se alza con todo su esplendor en el centro de la habitación hasta el techo, empequeñeciendo a los que lo observamos. Una obra de arte creada de puro maana que nos espeja en cientos de reflejos azulados y deformados con cada uno de sus muchos laterales.

-Este es el que llamamos el Gran Cristal -Explico-. Es... para ponerlo en términos simples, es la piedra que mantiene el orden en nuestro mundo, Eldarya -Repito el nombre por si ya se ha olvidado de él.

-¿A qué te refieres con eso?

-¿Cómo que a qué...?

-¿Que mantiene el orden, en qué sentido?

-En el sentido de que, um... -Pues sabes qué, que nunca me había puesto a cuestionarlo, yo sólo sé que si la piedra se rompe estamos todos muertos- Ejem, esas son cuestiones que resolveremos con el tiempo, no te preocupes...

Lucieeeeeen... LUCIEEEEEEEEN... Ven aquí que necesito a alguien que sepa de lo que esté hablando.

Si alguien sabe algo sobre el Cristal, ese tiene que ser Lucien. Quiero decir, estuvo allí cuando se formó, cuando los dragones se sacrificaron para crearlo y dar origen a este nuevo mundo y blablablá. Así que él sabrá responder a esa pregunta mejor que yo...

Yo tampoco soy nativa de este mundo, a fin de cuentas. Supongo que es difícil indicar exactamente “de dónde” soy nativa, y, cierto, llevo aquí mucho más tiempo que la gran mayoría de las criaturas que habitan este mundo, pero... Desde que tengo uso de razón, o desde que recuerdo tenerla, la Guardia de Eel y el Cristal ya estaban instaurados, y yo... Bueno, no es que tomase las riendas, exactamente, pero desde entonces me he convertido en la figura principal de la Guardia, supongo, pero eso es sólo por Lucien.

No recuerdo mucho de mis tiempos... Allá arriba. Recuerdo el viaje, tan largo, casi eterno, recuerdo tener que... Venir, a por él. Venir, por él. Recuerdo llegar, y necesitarle a él, necesitarle en mis brazos para amarle y adorarle. A él... a Luci... a Lucien. La necesidad desesperada de estar junto a él es lo primero que recuerdo, cuando mi cuerpo tomó su forma actual; y el amor profundo que sentí, y llevo sintiendo desde entonces, al encontrarle...

Ah, que me desvío, vaya. El Cristal, el Oráculo. Eso es lo que importa ahora, no mis ñoñerías de amantes eternos destinados el uno al otro desde el inicio de los tiempos.

-Y el Oráculo vive dentro del Cristal... ¿...supongo...? -¿Vive ahí dentro? ¿De dónde sale cuando se manifiesta? ¿Importa realmente?- No suele... salir muy a menudo, pero lo hizo a tu llegada. ¡Ha sido un acontecimiento importante! Dos por uno: ha aparecido un humano, y resulta que es elegido del Oráculo.

-Um... -Por la cara que me pone, acabo de perderle del todo.

-Irá teniendo sentido con el tiempo, tranquilo -En la sonrisa que le dedico trato de pintar una disculpa. Me acerco al Cristal y en él vuelco mi atención ahora, tratando de buscar entre sus cientos de reflejos la figura del Oráculo-. Oh, Oráculo... hete aquí tu elegido, el humano que le has regalado a Eldarya. Cuáles son tus intenciones para con él, son aún inciertas, pero no se duda de que este hombre, contando con tus bendiciones, será responsable de dar forma al destino de nuestro mundo...

Espero unos instantes, en postura de oración, un poco dubitativa sobre exactamente cómo va esta vaina. El Oráculo aparece cuando le da la gana, así que realmente nunca le he “invocado”, pero... Bueno, yo también soy su elegida, así que tendría sentido que me hiciera caso, ¿no?

Quitando en un instante de mi mente toda duda, en la superficie firme y lisa del Cristal aparece una ondulación. La piedra cobra un brillo casi cegador, y yo inclino la cabeza con respeto a la figura que de ella surge, el ya conocido y familiar cuerpo del Oráculo. Como siempre que estoy en su presencia, las pulsaciones de mi corazón se aceleran, y una sonrisa se esparce por mis labios al sentir la calidez de su presencia. Es una calidez distinta la que habita en mi interior, la de una estrella, es más... Es mucho más amable. Como el mejor de los abrazos.

Levanto los ojos a ella tras unos instantes, y con una gracia infinita el Oráculo desciende del Cristal hacia nosotros. A mi lado, veo a Victor acercarse a ella, y... Oh, ahora sus ojos sí que brillan. Esa fascinación y ese entusiasmo que yo estaba echando en falta han aparecido al fin. Toda la ilusión de conocer la magia por primera vez, de que existe un mundo tan extraño y fascinante como es Eldarya... ese es el reflejo que veo en sus ojos cuando se posan en el Oráculo, que le devuelve una mirada del mismo color.

Y el Oráculo sonríe al verle.

Extiende un brazo en dirección al humano que, demasiado sorprendido, no reacciona de ninguna forma cuando la mano irisada del Oráculo se posa en su mejilla con una caricia de infinita ternura.

-Victor...

El nombre, pronunciado en esa voz susurrante y por una vez libre de angustia, tiene una musicalidad que nadie más podría darle. La palabra suena tan llena de cariño y orgullo, que yo misma me derrito al escucharla.

-Né, vojos wu wagox fo pywo...

-Tú, capaz de domar la vida... -Traduzco al instante, ya familiarizada con esa extraña lengua que ella habla.

-Né mulóm uf mofpowal wu umnu gehwa yhxúlnyf.

-Tú serás el salvador de este mundo infértil.

-Né ham fytulolóm wu fo gofwyvyáh keu onolguhno o umnu gehwa geulna, i muló jal ny keu umnoló vagjfuna.

-Tú nos liberarás de la maldición que atormenta nuestro mundo muerto, y será por ti que estará completo.

-Umnu um ne wumnyha, fo losáh jal fo keu nu bu nloýwa o hamanlam.

-Este es tu destino, la razón por la que te he traído a nosotros.

-Uh nem goham wuca uf wumnyho wu Eldarya, gy ufuzywa. Mofpo o umnu gehwa.

-En tus manos dejo el destino de Eldarya, mi elegido. Salva a este mundo.

Terminada su última palabra, sus labios esbozan la más noble de las sonrisas, dirigida a él directamente. Su mirada se posa en mí apenas un segundo, con un agradecimiento implícito por la traducción, y yo inclino mi cabeza en respeto hacia ella cuando lo hace. La mano que tenía puesta en la mejilla del humano se separa de él, deslizándose por su piel, cuando el Oráculo comienza a retroceder hacia el Cristal, poco a poco deshaciéndose en el mismo brillo que la ha hecho aparecer, su presencia desvaneciéndose de este mundo una vez más.

-Espera... -Antes de que se vaya del todo, Victor intenta detenerla- ¡Espera, qué...!

Pero el Oráculo desaparece, ignorando la necesidad en su voz, y Victor se queda hablando a la nada, con una mano extendida en dirección al Cristal, que aún titila por unos instantes con ese brillo irisado tan particular antes de apagarse por completo.

-Suele hacer eso -Intento que mis palabras le traigan consuelo-. Aparece y desaparece según le apetece... No siempre responde cuando le llamo -Y eso es... Frustrante, a ratos, pero bueno-. Es difícil saber exactamente cómo “funciona” el Oráculo... Pero posiblemente vuelvas a verle, no te preocupes.

>>A fin de cuentas, eres uno de sus elegidos...

-Elegido... -Repite la palabra, como si acabase de escucharla por primera vez- Yo... Esto es demasiado. ¿Elegido, qué...? Se suponía que... Se suponía que iba a morirme...

-Pero no lo has hecho -Avanzo un par de pasos en su dirección-. Gracias al Oráculo, que te ha salvado. Y ahora... Ahora, tienes la oportunidad de servir a un propósito mayor que tu propia vida.

-Eso no es lo que yo quería... -Arruga el rostro, de una forma que me hace pensar que debe tener una buena jaqueca ahora mismo.

-Ten paciencia -De nuevo trato de usar mi tono más amable-. Ahora mismo, todo es abrumador, pero... A su tiempo, todo tendrá más sentido...

Balbucea por algunos instantes, finalmente habiendo salido de la niebla del estupor entumecido en la que ha parecido estar desde su despertar, y se tropieza con sus palabras en un intento de ir a decir algo, pero todo se detiene cuando una tercera persona entra en la habitación.

Me giro para recibir a Lucien, dedicándole una sonrisa cuando le veo, y él me la devuelve antes de dirigir su mirada a nuestro invitado de honor.

-Ah, veo que al fin ha despertado.

-¡Así es! -Voy a colocarme junto a él, dirigiéndome a Victor con la mirada- Victor, este es Lucien, mi otra mitad y, en lo concerniente a los asuntos de la Guardia, mi mano derecha.

-¿La... Guardia, qué...?

-La Guardia de... Ah, no te he hablado de eso, ¿no?

-Stella, ¿le has traído directamente al Cristal sin ponerle en situación primero? -En el tono de Lucien hay algo de reproche... Jo...

-Es que, es que... Quería que conociera al Oráculo... ¡Ha estado aquí hace nada!

-Qué voy a hacer contigo... -Finge exasperación, llevándose una mano a la frente- Victor, ¿cierto? Encantado de conocerte. Lo siento si el entusiasmo de Stella te ha puesto en una situación difícil... Veamos si podemos solucionar eso. Dime, ¿qué es lo que has entendido hasta ahora de la situación en la que estás?

-Que estoy en un sitio... ¿Distinto a donde estaba antes...? Que hay hombres zorro y otras cosas pululando por ahí... Y qué hay un Cristal flotante de algún tipo en el que vive una mujer que aparentemente quiere algo de mí.

-No es una mala base. Veamos. Ahora mismo, este edificio físico en el que te encuentras, es el edificio de la Guardia de Eel, la organización que Stella y yo lideramos...

-Que Stella lidera -Corrijo.

-... Y que se vendría abajo si yo no estuviera aquí para ayudar... -Bueno... tal vez...- La Guardia de Eel actúa como una fuerza del orden, no necesariamente policial o militar, en distintos puntos de nuestro mundo, y este es su Cuartel General, o “CG” para abreviar. En su interior se encuentra el Gran Cristal -Gesticula hacia el mismo con una mano-, del que estoy seguro de que Stella ya te ha debido hablar, pero ya profundizaremos sobre ello en otro momento. Lo importante ahora mismo es situarte. Dicho eso, lo que imagino que te importa a ti: Este es un lugar seguro, a salvo de conflictos, y tendrás techo, cama y alimento mientras permanezcas con nosotros. Nada excesivamente lujoso o abundante, pero no pasarás hambre.

-¿...gracias? -Parece escéptico cuando dice la palabra- No puedo evitar sentir que se me ha traído aquí en contra de mi voluntad...

-Bueno, es mejor que ahogarse en el mar, ¿no?

Es un poco perturbador el silencio que viene detrás de mi pregunta. No es como si no supiera qué responderme, sino que el silencio parece ser su propia respuesta en sí.

-Ejem... -Lucien se aclara la garganta- Me encantaría poder decir que serías libre de irte en cuanto asegurásemos tu buena salud, pero me temo que no es así de sencillo. Devolverte a tu mundo es... No es algo que podamos hacer con facilidad, digamos. Y, por encima de eso... Si el Oráculo te ha traído a nosotros, es porque tienes una función que desempeñar. Bajo esas circunstancias, dejarte ir sería...

-¡Ah, Lucien! El Oráculo, ¿no quieres saber lo que ha dicho? -Le interrumpo, y él se corta también- Ha dicho que Victor sería el “salvador de este mundo infértil”, y que sería él el que le devolviera la vida...

-¿Eso ha dicho? -El interés de Lucien se acentúa de repente, y me mira a mí por un instante como para corroborar que no le estoy mintiendo, y luego de vuelta a Victor con una nueva visión en sus ojos- Si ha dicho eso, eso significa que tú...

-Dudo mucho... que yo pueda ser salvador de nada. A-al contrario, todo lo que yo toco se...

-No, no -Lucien niega con un gesto de su mano-. La palabra del Oráculo es absoluta. Si el Oráculo lo ha dicho así, entonces tú... eres exactamente lo que este mundo necesita.

Porque si este hombre puede hacer eso...

Si él puede coger nuestra tierra muerta, infértil, y dotarla de vida... Si fuera capaz de hacer que crecieran los cultivos, que pudiéramos mantener pasto para el ganado, que generásemos alimento...

Entonces este mundo sanaría. Finalmente.

Se acabaría la hambruna, el dolor. Se acabaría el rencor, la guerra silenciosa contra los humanos que sentenciaron a este mundo y sus criaturas, el odio. Finalmente seríamos capaces de vivir en paz, sin tener que preocuparnos por nuestra completa extinción al más mínimo error.

Y luego... Prosperidad para nuestro mundo, al fin. Desarrollo, avance. No más vivir en la sombra humana. Seguridad. Felicidad.

El hombre que salvará a Eldarya... Está ante nosotros.

~*~*~

Victor se habitúa a la vida en Eldarya de forma sorprendentemente fácil. Los primeros días desde luego fueron los más difíciles, entre sus problemas de salud y su actitud taciturna, pero todo dio la vuelta drásticamente cuando él y Setsu encajaron de repente, para sorpresa de todo el mundo. No es que Setsu sea el antipático que tanta gente le dice ser, pero desde luego tampoco es la persona con las mejores... habilidades sociales. Pero parece ser que él y Victor comparten intereses e inquietudes científicas de carácter similar, y eso fue suficiente para hacer que Victor de repente tuviera interés en nuestro mundo... Y en cómo funciona absolutamente todo.

Desde la medicina, a la magia, al sistema de alcantarillado. Todo. No se le acaban las preguntas. Y a mí me encantaría poder respondérselas, pero, vaya, no tengo ni idea de por qué algunas cosas funcionan como funcionan... Me contento con saber que lo hacen. ¿Es mi visión sobre el mundo demasiado simplista? Quizá. Pero yo también tengo mis propias preocupaciones, y conocer el mapa de alcantarillas de Eel no me va a ayudar a solucionarlas, así que...

-Que tenga interés es bueno -Comentó Lucien, cuando estábamos hablando sobre el repentino cambio de actitud en nuestro peculiar humano-. Y si sus dudas resultan ser de naturaleza alquímica, mejor... Sobre todo si de repente se le pone empezar a buscar aplicaciones agrarias para nuestras pócimas y conjuros.

-¿Deberíamos darle permiso para usar el laboratorio, entonces? -Pregunté yo- A mí me parece, uh, un poco pronto para que ande tocándolo todo... Especialmente sin supervisión... Y tampoco podemos pedirle a Setsu que haga de niñera, bastante tiene ya con su trabajo en la enfermería y todas sus demás tareas... Además de que me va a morder si se lo propongo.

-Bueno, se me ocurre una forma en la cual Victor podría usar el laboratorio con legítimo derecho, y que le daría acceso a todos nuestros materiales y recursos de alquimia sin problema alguno... A cambio de su colaboración plena con los intereses de la Guardia, eso es.

Fue entonces cuando me di cuenta de que durante toda la conversación Lucien había estado jugando en sus dedos con un broche de Absenta.

Dos meses después de su precipitada llegada a Eel y su inclusión en la Guardia, Victor nos sigue sorprendiendo con lo rápido que se adapta a todo.

-Siempre me interesó la alquimia desde niño, a fin de cuentas -Me comenta, mientras le veo volcar una única gota de un líquido verdoso que mantiene en una pipeta en un matraz con otra solución. No tengo ni idea de lo que está haciendo y soy la persona menos cualificada para supervisarle, pero aunque sea quiero andarle vigilando para evitar que si hace una mezcla tóxica se ahogue en su propio gas venenoso.

-Huh. Pensé que los humanos habían dejado la alquimia atrás...

-Y así es, en realidad. Mis profesores de la universidad se burlaron abiertamente de mí cuando expresé mi interés por la alquimia en su día...

-Universidad -Esa palabra llama mi atención. Conozco el concepto, aunque sólo sea por lo mucho que gruñe Lucien porque a ver por qué los elfos ricos son los únicos con derecho a una educación superior... Pues porque son elfos ricos, amor, a ver qué te esperas, ¿que compartan con los demás? Así no es como la gente se hace rica-. ¿Entonces eras un académico?

-Supongo.

-¿Supones?

-Es complicado.

Qué tipo de respuesta es esa...

-Con esto debería valer -Recuperando su mezcla, se incorpora de su posición agachada en la mesa, examinando el vial a contraluz imagino que para verificar sus contenidos-. Ahora, la prueba.

Antes de que pueda darme cuenta de que quiere tirarse la poción sobre sí mismo o antes de que pueda gritarle que no lo haga y quitarle el vial de un manotazo como si fuera un niño pequeño, él ya se la ha echado por encima de la cabeza. Todo lo que puedo hacer es chillar con horror cuando le veo hacerlo.

-¿¡Pero qué haces!? -Le grito, aterrada ante las consecuencias de lo que sea que haya hecho.

-Probar la mezcla -Me responde con completa calma, dejando el vial de cristal a un lado en la mesa para poder masajearse la cabeza con ambas manos como si se estuviera echando champú o algo-. Habrá que asegurarse de que funciona...

-¿Y la pruebas sobre tí mismo? -La seguridad de su voz hace que se pase mi primer estado de pánico, pero aún así no puedo evitar algo de miedo...- ¿Y, y qué pasa si te ha salido mal, o...? ¿Qué se supone que es, de todas formas?

Aunque abre la boca para contestar, la respuesta viene de forma más rápida cuando de forma súbita empieza a crecerle el pelo a una velocidad que da miedo, creándole una melenaza bastante impresionante... No puedo más que exclamar con sorpresa al verlo, mientras que su pelo crece hasta que algunos mechones llegan a dispersarse por el suelo, y Victor queda prácticamente cubierto por su propia melena.

-¡Cielo santo, pareces un kawao-kao-kao!

-... No tengo ni idea de lo que significa eso -Me responde detrás de la mata de pelo. Con una mano aparta una cortina para más o menos poder ver su cara, que no parece especialmente sorprendida por el resultado-. Crecepelo. Eso era la poción.

-Imagino... -Me llevo una mano a la mejilla, observando el resultado- Bueno, pues... Enhorabuena. Diría que ha sido un éxito...

-Supongo que sí. Ahora sólo necesito unas tijeras para arreglar esto...

-Vamos a mi habitación, anda... Yo te lo arreglo.

Estoy acostumbrada a hacerle de peluquera a Lucien, y también fui yo quien le arregló los pelos la última vez, así que me considero lo suficientemente cualificada como para poder lidiar con... Esto. Es un poco lioso recogerle el pelo para que pueda caminar sin pisárselo, y de camino a la habitación tenemos que hacer frente a algunos cuchicheos y risas, pero no están hechas con malicia y a Victor no parece molestarle, así que a mí tampoco. Sí que está bastante gracioso así... Especialmente teniendo en cuenta que su pelo es bastante... Vaya, rebelde. Algunos de esos rizos desafían a la gravedad y la lógica...

-Hale, toma asiento -Indico, señalando al taburete frente a mi tocador una vez llegamos a mi cuarto, mientras empiezo a buscar mis aparejos de peluquería-. Y, dime, ¿hay alguna razón en específico para que hayas decidido hacer esto, oooo simplemente es que te apetecía cambiar de estilo?

-Práctica, práctica y más práctica -Es su respuesta, por debajo de una capa de pelo que no sé cómo no se le está metiendo en la boca-. Tengo que practicar con recetas básicas antes de poder meterme de lleno en la enjundia de la alquimia. Esta receta es tan buena como cualquier otra.

-Supongo... -Al fin armada con las tijeras, me coloco tras él para ponerme a trabajar- Bueno, está bien que cojas práctica y te familiarices con ello. Con la magia es igual, tienes que empezar a hacer cosas pequeñitas, antes de poder ponerte a hacer hechizos y rituales. Hablando de ello, aunque me has preguntado por la magia, no pareces haberte interesado por ella, al contrario que con la alquimia...

-Estoy bastante seguro de que no poseo las habilidades necesarias para ello...

-Es cierto que algunos tipos de magias son innatas, pero otras tantas se pueden aprender y estudiar...

-Hm. Quizá, pero no me interesa demasiado por el momento. La alquimia de este mundo parece tener ya de por sí un componente mágico... Imagino que no deben ser tan extrañas la una de la otra, la magia y la ciencia, en algunos aspectos. Yo siempre he querido pensar que la magia es simplemente aquellos fenómenos para los que la ciencia aún no tiene respuesta... Tal vez Eldarya haya cambiado mi perspectiva sobre eso. De cualquier forma, juraría que mi objetivo tiene más que ver con la ciencia que con la magia.

-¿Tu “objetivo”? -Me pilla desprevenida, sin saber a lo que se refiere.

-Crear tierra fértil para los cultivos, ¿no?

Ah.

No pensé que se estuviera refiriendo a ello... Por un instante mis tijeras se detienen a medio corte, mientras yo me quedo colgada en su respuesta.

Lucien le dio la explicación, larga y tendida, sobre los problemas que tiene este mundo al respecto. Le contó la historia del Sacrificio Azul, y las consecuencias de la traición de los daemon que él tanto detesta; la creación de Eldarya y el problema de nuestra tierra, infértil para los cultivos humanos. Le hablamos de cómo, según las palabras que el Oráculo murmuró en su presencia, él había sido su elegido para abarcar este problema, para darnos la solución que sería la salvación de este mundo.

No pensé que la lección hubiera calado en él, sinceramente. En parte, porque sería lógico para él decir “Y a mí qué” ante un grito de auxilio tan grande de un lugar que apenas conoce; y en parte también porque acababa de despertarse de un largo periodo de inconsciencia y parecía al borde del colapso en lo que Lucien le contaba la historia, así que no esperaba que se estuviera enterando de nada..

Pero no, parece ser que... Parece ser que sí se quedó con ello, con la tragedia que asola este mundo, y la importancia de su papel a la hora de subsanarla.

-¿Ya tienes eso en mente? -Consiguiendo retomar las riendas de mí misma, vuelvo a mi tarea de recortar su pelo, ocultando cualquier duda o temor en mi voz cuando lo hago- Quería darte un tiempo para que te habituaras a Eldarya antes de volver a hablarte sobre eso pero, vaya...

-Para eso me ha traído el Oráculo, ¿no?

-Eso es cierto... Más te vale aplicarte, entonces.

Lo digo en tono jocoso, mientras continúo con mi trabajo metódico. Sí que me ha sorprendido... No esperaba que fuera a involucrarse en nuestra causa de forma tan inmediata. Entre las múltiples discusiones que he tenido con Lucien sobre él, uno de los temas más importantes era... Cómo íbamos a convencerle de hacer esto. Es algo bastante grande, más que una única persona, y poner esta carga sobre sus hombros, teniendo en cuenta que es alguien que viene de otro mundo, parece injusto... Nadie le reprocharía si se negase a hacerlo, quiero decir.

Pero parece haber aceptado su destino con sorprendente facilidad, y aunque eso me descoloca un poco... Bueno, pues como que tampoco voy a quejarme, ¿eh?

-He hablado con Setsuna al respecto -Indica-. Ha prometido darme un seminario completo sobre este tema, los últimos avances y prácticas y teorías...

-Setsu es una eminencia, tanto aquí en la Guardia como en el Reino del Norte -Sonrío un poco al decir eso. Fue un buen fichaje conseguirle para la Guardia, hehe... Aunque fue Lucien el que le reclutó, ganándole a una partida de shōgi...-. No encontrarás mejor profesor. Ah, pero otros miembros de la Guardia también pueden ayudarte, claro...

-Lo tengo en cuenta. Muchas gracias, Stella.

Levanto la mirada para buscar sus ojos en el reflejo de mi tocador, y una parte de mí se sobresalta cuando nuestras miradas coinciden. Ojos de un mismo color, unidos por el Oráculo... Los suyos tienen una intensidad que hace que en mi estómago se genere una sensación de vacío extraña, como cuando al volar caigo de una gran altura. Aún así, me cuesta romper el contacto durante unos instantes que se alargan quizá más de lo sería apropiado. Cuando finalmente lo consigo, vuelvo a mi tarea con las tijeras, dando los retoques finales al corte.

-Y listo. ¿Qué te parece así? Es un poco más largo que antes, pero...

Se pasa una mano por el pelo, causando que algunos pelillos cortos que se habían quedado atascados entre las ondas y los rizos caigan al suelo. Examina su reflejo con cara seria, y yo hago lo mismo, dándome cuenta por primera vez ahora que está un poco menos psicótico y malnutrido de que en realidad es un hombre bastante atractivo... No más que Lucien, luz de mi vida, por supuesto.

-Ninguna queja. De nuevo, gracias, Stella.

-De nada, hombre. Pero la próxima vez que vayas a probar una poción, quizá piensate por un segundo los efectos inmediatos antes de tirártela por encima... Ahora, corre y ve a por una escoba, que yo no voy a ser la que recoja todo este montón de pelo.

~*~*~

Y apenas medio año después de su llegada, Victor puede parecer, a ojos de cualquiera que no tenga conocimiento de sus peculiares orígenes, faérico como cualquiera de nosotros.

A la sombra de una de las pérgolas de los jardines del CG, olvidado el libro que tenía entre manos, le veo desde la distancia mientras narra y gesticula en su pequeña representación teatral, completamente rodeado de niños del CG que escuchan sus historias con tremendo interés. Alguna vez he estado presente en sus pequeños espectáculos, que no tengo del todo muy claro cómo empezaron, y cada vez que he estado presente no he podido sino quedar atrapada en la narrativa como los propios niños... ¡Y no soy la única! Sé que otros adultos, padres de las criaturas o viandantes curiosos ante el espectáculo, también se han quedado a escuchar más de una vez, y han terminado en la misma ilusión que atrapa a los niños.

Es... Enternecedor, en un sentido que no esperaba de Victor. Cuando llegó, su presencia me hacía sentir melancolía y pérdida, como si hubiera alguna parte de él completamente muerta e incapaz de recuperarse, pero ahora... Ahora, su presencia llena de vida el CG.

No me refiero exactamente a sus avances con respecto a su misión de crear tierra fértil, que también (por lo que escucho poniendo la oreja de cuando en cuando y lo que me cuentan él y Setsu, parece ser que Victor ha conseguido dominar la alquimia de forma sorprendentemente rápida, y parece más que dispuesto a investigar métodos teluroalquímicos para ayudarnos), sino a cómo todo el mundo parece haber caído fascinado ante el extranjero... Y yo me incluyo, ¡no!, me nombro la primera interesada.

-Veo que la lectura está yendo bien, ¿no?

Me sobresalto al escuchar la voz, e involuntariamente me llevo una mano al pecho en caso de que mi corazón intente escaparse de ahí (lo cual podría generar una supernova y destruir Eldarya entera, y eso no queremos que ocurra). Levanto la cabeza para encontrarme con los luminosos ojos de Lucien, y en seguida se pasan mis males y en mi rostro aparece una sonrisa.

-Difícil leer con semejantes distracciones -Me justifico-. ¡Me da envidia! A mí también me gustaría escuchar las historias humanas que cuenta Victor...

-¿Quién te detiene? Hasta donde yo sé, es audiencia abierta a todo el que quiera escuchar.

-Es que... Bueno... s-son historias para niños, y... M-me da un poco de vergüenza estar allí todos los días...

Lucien se ríe de mí, pero no se lo tengo en cuenta. Rodea el banco para poder venir a sentarse junto a mí, pasando un brazo por encima de mis hombros, y yo dejo a un lado descartado el libro que estaba leyendo... O que estaba fingiendo leer, más bien. El teatrillo de Victor es mil veces más interesante.

-Parece haberse ganado a todos los niños del CG de una sentada -Comenta Lucien-. Su teatro de marionetas es de lo más popular... Se está haciendo famoso, los niños del CG empiezan a referirse a él como “El Titiritero”.

-¿Qué diferencia hay entre una marioneta y un títere? -Cuestiono, mis ojos puestos en el pequeño muñeco de felpa que Victor maneja con una mano, acompañando a sus narraciones e interviniendo de cuando en cuando con pullas y comentarios que, aunque cortan un poco la historia, generan sonoras carcajadas entre los niños- Pensé que eran cosas distintas...

-Tampoco lo tengo muy claro, pero imagino que son sinónimos...

Hm...

Mi mirada sigue atenta al círculo de niños congregados en torno a “El Titiritero”. Se lo pasan bien, y el propio Victor parece disfrutar de lo lindo con la narración...

El tiempo pasa tranquilo, y yo me acurruco junto a Lucien mientras ambos observamos desde la lejanía, rodeados de un silencio reconfortante. Con el cielo despejado, el calor del verano aún no ha entrado de lleno, pero la brisa que se levanta es aún de agradecer, trayendo consigo un frescor que acaricia mi piel de forma cándida, haciéndome aún más consciente de aquellos lugares en los que mi cuerpo se pega al calor del cuerpo de Lucien.

En esta escena estival, tranquila, a la sombra, en el lugar más cómodo que se me puede ocurrir (junto a él), escuchando la risa de los niños en la distancia, se me escapa la pregunta que sé que no debo hacer.

-Lucien, ¿no te gustaría tener hijos?

Sé que no debo, sé que no debo. Sé que todas las veces anteriores en las que lo he insinuado, lo he preguntado, lo he propuesto; han acabado mal.

Pero no puedo evitarlo, mi corazón apretándose con angustia en mi pecho cuando sé la respuesta, que tanta ruptura me trae.

-Stella... -Su respuesta es un suspiro exasperado, cansado de repetirme las mismas razones una y otra vez. El cuerpo pegado al mío sigue siendo cálido, pero los músculos se tensan, y aunque no veo su rostro conozco exactamente la expresión que tiene, que tantas veces he visto ya- Sabes que no puede ser.

Una vez más, como todas, como siempre, mi corazón se rompe con su respuesta.

Me armo de valor para girarme a él, para mirarme a la cara, donde además de la frustración y cansancio nacidos de mi insistencia, hay un toque de tristeza inevitable.

-No tiene por qué salir mal -Es más un ruego, el sonido de mi voz-. Tú y yo podemos... Nos aseguraríamos de que...

-No puedo asumir ese riesgo. No puedo permitir que ni uno sólo de ellos vuelva a nacer.

El calor desaparece, no encuentro más que frío helador. La dureza de su voz es contundente y final. Me rompe, me destroza el corazón.

-No es “uno de ellos”. Sería como tú-

-No es posible.

-¿¡Por qué no!? Si tú... Si tú saliste “bien”, entonces también podemos criar a un ae-

-No es no, Stella -Su ceño se frunce, y ahora ya no queda tristeza, sólo enfado-. Yo soy la excepción. Cualquiera de las otras alimañas... No se merecen el regalo de la vida. No les daré esa posibilidad.

Un nudo en mi garganta, lágrimas que amenazan con derramarse, cuando le escucho hablar así del fruto de nuestras vidas combinadas.

-Ni siquiera lo sabes -Acuso-. Que sería como tú. S-soy una estrella, no hay precedentes conmigo. No sabemos qué es lo que crecería en mi vientre. Puede ser una posibilidad mínima, y tú-

-No voy a dejarte dar a luz a un daemon y arruinar este mundo.

La frialdad, la ira de su voz, me paralizan. La intensidad de sus ojos verdes, siempre tan luminosos, pero ahora la luz no resulta tan reconfortante, sino que es más... Una amenaza.

-No tienes ni idea de los horrores que eso conllevaría. Todos los sacrificios que se hicieron en su día, arruinados completamente. La vida de una sola de esas alimañas corrompería este mundo por completo. No, Stella, eso no es algo que yo vaya a dejar que ocurra. No me preguntes más, porque la respuesta es no, siempre será no, y no va a cambiar por nada que hagas o digas.

-¿Por qué tienes que ser tan cruel? -Me separo de él, porque no quiero tocarle, y me llevo una mano a los ojos para poder secar cualquier tentación de lágrima- No quieres hacerme madre, de acuerdo. ¿Pero hace falta pisotear así mis sueños e ilusiones? ¿Hace falta ser tan tajante y crudo con aquello que a mí me ilusiona? Incluso si es imposible, incluso si es un riesgo que no podamos permitirnos asumir, ¿por qué no puedes simplemente permitir vivir de mi ilusión y mi deseo?

Exhala una bocanada de aire, y de nuevo la expresión en su rostro se relaja. El arrepentimiento parece cruzar sus ojos, y cuando sus hombros caen por un instante antes de levantarse de nuevo cuando uno de sus brazos se alarga hacia mí, para colocar su mano en mi cuello y atraerme ligeramente hacia él, mi corazón gana peso y se hunde en mi pecho.

-No quiero darte ideas imposibles. No quiero causarte sufrimiento, ni causárselo a este mundo. Y, será egoísta, pero yo tampoco quiero sufrir con una idea que me causa tanta repulsión. Stella, sabes que te amo con devoción completa, que mi alma es tuya y está en tus manos, de aquí hasta que se extinga la última luz del vasto universo, pero esto es algo a lo que sólo puedo decir que no. Porque esto es algo más importante que tú, y que yo, y que todos los seres de este mundo. Te amo, pero esto es imposible. Y me rompe decirte que no y apenarte, pero no puedo darte otra respuesta.

Ugh... Mi propia frustración y enfado parecen de repente infantiles y egoístas, con el tono de su voz y la intensidad con la que me mira.

Como siempre, me siento mal por habérselo propuesto siquiera. Porque sé que es algo que él no quiere, y que le causa malestar sólo la idea. Su desprecio hacia los daemon... La idea de que de nosotros pueda nacer uno, debe atormentarle de formas en las que yo soy incapaz de imaginar. Quizá por eso aún tengo ese sueño, de que algún día me diga que sí.

Suspiro, sin respuesta. Su rostro se acerca al mío y deja un beso en mi frente, mientras que su mano libre busca una de las mías para entrelazar nuestros dedos.

-Lo siento, por no poder darte lo que tanto deseas.

Y, al final, todo acaba así, como siempre.

Escucho a los niños romper a reír de nuevo, mientras que yo cierro los ojos y suspiro.

~*~*~

Setsuna dijo que volvería una vez acabada la campaña en el Reino del Norte. Cuánto tiempo iba a ser eso, cuánto se tarda en apagar las llamas del conflicto civil entre los kitsunes que durante tantas generaciones ya lleva desgarrándoles por dentro, era difícil de medir.

-No vamos a dejarte ir sólo -Dije de inmediato, con completa seguridad en mi voz-. Enviaremos tropas de la Guardia a Jade, y...

-No -A pesar de mi confianza, la respuesta de Setsu fue tajante-. El clan de Hiemiya cuenta con el apoyo de Feng-Huang y la Dama Fénix personalmente. La intervención de tropas de la Guardia podría causar una fractura en nuestras relaciones diplomáticas -Y, con el tono que usó, no había hueco para réplicas-. Este es un conflicto interno de Jade, la Guardia no debe intervenir. Por ello, me presentaré en el Reino del Norte únicamente como vasallo de Mizutani, sin afiliación a la Guardia. A vista de ello, anuncio mi retirada permanente como miembro de la Guardia de Eel y Líder de la Guardia Absenta.

-¿¡Qué!? -Eso me hizo chillar e incluso sorprendió a Lucien, con toda la calma que tiene él siempre.

-¿Renuncias a tu puesto como Líder de Guardia? -Repitió, tan incrédulo como yo.

-Así es -Y Setsu simplemente asintió, de su bolsillo sacando su broche de la Guardia Dorada y arrojándolo en nuestra dirección, con Lucien cogiéndolo al vuelo-. De forma temporal, eso sí. M intención es, una vez pongamos fin al conflicto y se estabilice la situación en Jade, volver a la Guardia y retomar mi posición... Si se me está permitido, claro.

-P-por supuesto que sí -No dudé un instante en asentir-. Pero entonces... ¿Qué va a pasar con la Guardia?

-Sobre eso. He decidido nombrar a Victor como mi reemplazo -Victor... Ninguna sorpresa, en retrospecto, pero aún así el nombre me hizo abrir los ojos, algo desprevenida-. Ya lo he hablado con él y ha aceptado mi petición.

-Estás... ¿seguro de ello? -Por el tono de su voz, Lucien fue el único inseguro al respecto- Se ha adaptado bien, pero Victor es...

-Es más que capaz para cubrir mi puesto. Ha demostrado tener altas capacidades para la alquimia y, siendo honestos, es mejor para el papel de Líder que yo. En el año que lleva con nosotros ha sabido ganarse su lugar como un miembro imprescindible de la Guardia. No se me ocurre otra persona mejor a la que asignarle una responsabilidad como esta.

-Si estás completamente seguro...

-Si esa es tu voluntad, así sea -Intervine yo, medio interrumpiendo a Lucien-. Aún no me sienta bien la idea de dejarte ir sólo. Al menos, permite que mandemos a un pequeño grupo de la Sombra para acompañarte en tu camino a Jade, sólo para asegurarnos de que es seguro.

-De acuerdo -Setsuna asintió de forma solemne-. Bien entonces, empezaré a prepararme para el viaje. Es un largo camino hasta el Reino del Norte.

-Ten... -Las palabras se atragantaron en mi voz, ligeramente entrecortadas por la angustia- Ten mucho cuidado, Setsu. Por favor.

-Lo tendré, Stella -En un gesto inusual para él, en sus labios apareció una sonrisa, dejando entrever ligeramente esos afilados colmillos de kitsune-. Pero no has de temer. Hiemiya amenaza con quemar nuestro imperio y reducirnos a cenizas, pero eso es porque desconocen el poder de Mizutani. El agua es mutable y su ciclo eterno, al contrario de las llamas destructivas que tan fácilmente se apagan con nuestra perseverancia continua. Es Mizutani el clan legítimo que reinará sobre el Reino del Norte por muchas generaciones venideras, y honrado me veo de poder ayudar, como siempre, a mi clan a grabar su nombre en la historia de Jade.

Varios meses hace ya de eso y de nuestra última conversación con Setsuna en la sala del Cristal, y hoy sobre Eel cae una lluvia pesada y melancólica, como tantos días lleva cayendo.

Es simbólico, por supuesto. La postura oficial de la Guardia sobre el conflicto en Jade es otra muy distinta a la que refleja esta lluvia, enemiga del fuego de Hiemiya que logró abrirse paso hasta la capital del Norte y reducir el palacio a cenizas. Como bien dijo Setsuna, una ruptura con Feng-Huang y la Fénix no nos traería más que problemas, y no necesitamos que nadie vuelva a cuestionar nuestra legitimidad como protectores del Cristal otra vez. Feng-Huang ya ha hecho tentativas con querer reclamarlo para sí en el pasado, objetando que es la responsabilidad de los fenghuang, la única raza de la triada que sobrevivió al Sacrifico Azul, el guardar el Cristal para protegerlo.

La presencia de Lucien aún nos da más legitimidad que a ellos, con eso de ser el último aengel, que se alió con los dragones para ayudar a crear este mundo, que de hecho estaba presente cuando se realizó el Sacrificio...

Pero aún con todo y con eso, y a pesar de que la Guardia se creó expresamente para proteger el Cristal, nadie nos quita que de repente los fenghuang y los Hiemiya se hayan quedado con ansias de conquista y quieran venir a por nosotros para reclamar el Cristal, o lo que sea. Así que mejor estarse tranquilos y no “agitar la colmena”, como dice Lucien.

A pesar de que, cuando miro por la ventana de la sala del Cristal, lo único que veo es la lluvia que cae poderosa sobre Eel, recuerdo de Mizutani... y de Setsu.

Qué ha sido exactamente de él, no lo sabemos. Sabemos que al tomar el palacio los Hiemiya acabaron con toda la familia real, pero Setsu pertenece a una rama menor del clan, lo cual podría haberle salvado de la matanza... Pero la guerra ha sido brutal, especialmente para el bando de Mizutani. Y no hemos recibido ninguna noticia de él desde que partió a Jade. Así que, sólo podemos ponernos en lo peor.

Y asumir lo peor.

Suspiro, viendo a mi reflejo translúcido en la ventana hacer lo mismo. Hace demasiado frío en esta habitación tan grande y vacía, y el ambiente lluvioso sólo ayuda a esa sensación, además de aportar melancolía a mi luto.

Decido darme la vuelta y salir de la habitación, queriendo buscar algo que caliente mi cuerpo. Lucien es la mejor opción, pero la segunda que se me ocurre es alguna bebida caliente en la cantina.

De camino a la cantina, me encuentro con algo que por un instante hace que se me olviden mis males, y es un Victor completamente calado de pies a cabeza, paseándose por la sala de las puertas con la cara de un hombre muerto. Casi me recuerda a la primera vez que le vi, igual de mojado tirado en el jardín del CG rodeado de un círculo de setas.

-¡Oh, no! -Exclamo, al verle, y sobre todo al ver el sendero mojado que va dejando tras de sí...- ¿¡Pero qué te ha pasado!?

-He tenido que salir a buscar hierba del mediodía -Responde-. En la lluvia. En mitad de la llanura de Eel, donde no hay ningún lugar para cubrirse.

-Ay, no... Al menos dime que has encontrado la hierba.

La expresión de su rostro lo dice todo. Sintiendo pena por él, me acerco y levanto las manos para llevarlas a su pecho, permitiendo que se iluminen con una luz cálida y que un conjuro seque sus ropas y caliente su cuerpo.

-Bendita sea la magia...

-No tendrías que haber salido sin algo que te protegiera de la lluvia -Le reprocho.

-He sido incapaz de encontrar un sólo paraguas en todo Eel. ¿Cómo es posible?

-Pues porque aquí no llueve nunca... -Pero al menos una gabardina, hombre. Aunque tampoco sé si tenemos muchas de esas... En Eel siempre hace buen tiempo. Es artificial, es un conjuro... Es un poco triste, en realidad, que el buen clima no sea más que una ilusión. Eso hace que la lluvia, también artificial por mi propia cabezonería de querer, al menos, hacer un tributo personal por los caídos Mizutani; choque más y sea más intensa- Imagino que mañana querrás salir de nuevo a por la planta. Avísame, me aseguraré de poner un hechizo sobre ti para que no te mojes.

-¿Cuánto durará la lluvia?

La pregunta me pilla desprevenida. Cuánto... Soy yo la que la controla, así que depende de mí.

-No lo sé -Confieso.

Hay un instante de silencio. Un poco incómodo. Mi hechizo termina de secar su ropa, y siento que la piel bajo su camisa ha recuperado algo de calor. Es casi reconfortante, y me pregunto si un abrazo haría que su cuerpo se calentase un poco más rápido, porque yo también apreciaría...

-Iba de camino a la cantina -Interrumpo el hechizo, alejándome de él un paso y cerrando mis manos en puños cuando las alejo de él-. Quería tomar algo... Caliente, cálido, no sé. Reconfortante. Quizá te viniera bien a ti también. Te habré secado, pero te vendrá bien algo similar para entrar en calor.

-Supongo -Noto el peso de su mirada sobre mí. Por alguna razón, me da miedo corresponderla. En su lugar, miro al suelo-. Vayamos a la cantina, entonces. Déjame invitarte, como agradecimiento por haberme secado.

No es todavía la hora de comer, así que no hay mucha gente en la cantina, pero con el menú de hoy empezando a prepararse, la sala huele que alimenta. Hace que me entre hambre y que, cuando Victor vuelve a aparecer con dos tazas humeantes, me parezcan insuficiente.

-Cuando has dicho “algo caliente”, he querido interpretar que te referías a eso y no a una botella de aguardiente -Comenta, tomando asiento frente a mí-. ¿Me equivoco?

-¿Recuerdas haberme visto beber en alguna ocasión? -Pregunto, tomando mi taza entre ambas manos y acercándomela a la boca. Uff, quizá demasiado caliente... Soplito, soplito...

-Para todo hay una primera vez.

Un instante de silencio, mientras yo trato de enfriar la superficie de mi bebida y él ignora la suya, mirando por la ventana. Se oye el tajín de los cocineros por el fondo, y alguna conversación tranquila en alguna de las otras mesas, más alejadas. No me había dado cuenta, pero he ido a elegir una mesa algo... remota.

-Con esta lluvia, los niños no pueden salir a jugar -Comenta. No lo dice con tono de reproche, pero presiento que hay una segunda intención en sus palabras-. Deben estarse subiendo por las paredes... Quizá pueda organizar una de mis narraciones aquí dentro. En la biblioteca, por ejemplo.

-Si me estás pidiendo permiso, no lo necesitas -Respondo-. Sería bueno si lo hicieras. A los niños les gustan tus historias.

-Y a ti también.

Es cierto, pero me da algo de reparo admitirlo en voz alta. Ya he recibido más de alguna pulla de gente diciéndome que sus cuentos me entretienen tanto como a los niños... No va a malas, pero me hacen sentirme algo avergonzada sobre ello.

-¿Sabes por qué me gusta tanto hacerlo? Pasar tiempo con los niños.

No entiendo del todo a qué viene esto, pero levanto la mirada a él. Sus ojos siguen fijos en la ventana y la lluvia al otro lado, pero... La línea de su mirada se pierde en el horizonte. Posiblemente, esté en otro lugar muy, muy lejano a esta cantina. Otro mundo.

-Soy el mayor de cuatro hermanos.

Ah.

Nunca habla de sí mismo. De su vida en la tierra. Y nunca nadie ha preguntado por ella.

-El más pequeño de mis hermanos. Abandoné la casa para ir a estudiar cuando él aún era muy pequeño. No sabía leer y escribir aún, prometí contarle todo tipo de historias sobre mi tiempo fuera de casa. Cuando volví a la casa, fue para atender su funeral.

Oh no. Eso me hace llevarme una mano a los labios, casi para contener un “lo siento” que se me quiere escapar y que, tengo la sensación, no sería bien recibido, por alguna razón.

En su lugar no digo nada, y espero a que Victor mueva sus ojos de la ventana, tome la taza que le estaba esperando en la mesa y beba de ella un sorbo que sé que le ha quemado la lengua y los labios. Me mira a mí, después de eso.

-Imagino que no estás acostumbrada al luto.

El comentario me hace cerrar con más fuerza mis manos en torno a la taza. A pesar de su calidez, y el de la bebida, siento frío por dentro.

-Es la Guardia de Eel -Respondo vagamente-. Gente viene y va. Llevo muchos años al mando. He perdido gente, de muchas maneras distintas. No es el luto, ni es la pérdida lo que hace que se encoja mi corazón. A fin de cuentas, los entiendo como algo natural, un proceso por el que pasa todo ser vivo. Lo que me atormenta es... el conflicto.

Con mi confesión, escapa un suspiro. Me cuesta enormemente sostenerle la mirada, pero el genuino interés que veo en sus ojos levanta un poco el peso de mis hombros.

-¿Por qué han de luchar dos familias hasta tal punto de destrucción y muerte? ¿Por qué se empeñan en señalar sus diferencias, cuando son mucho más obvias las similitudes que les hacen iguales? Cosas como la “legitimidad” de un trono, soy incapaz de entender. Un trono es sólo un asiento; un palacio es un edificio; una corona, meramente un sombrero. ¿Por qué pelear, en vez de ayudarse? ¿Por qué no celebrar como hermanos? Es lo que soy incapaz de entender, y lo que me atormenta de continuo. Que no podamos ayudarnos, que debamos estar siempre en conflicto, los unos con los otros. No recuerdo mucho de mis días en el cielo, pero recuerdo la sensación de paz y tranquilidad. El cosmos, perfectamente ordenado. Independientemente del motivo, del principio o el fin, todo tiene su lugar, y todo es perfecto tal y como es. Pero aquí, donde existe la carne que se abre y la sangre que se vierte, es más frecuente el desorden y el desequilibrio, ¡y se causan por el interés propio... de aquellos que más se beneficiarían de verlo todo ordenado! ¿Por qué, por qué? No lo entiendo y lo detesto. Me rompe, y me hace sentirme tan... Débil. Por presenciar el caos, y no ser capaz de poner orden.

Mi voz refleja sólo parte de la desesperación que siento. En mi pecho, mi corazón se encoge, apretado por el peso de mi tristeza. A pesar de todo, le aguanto la mirada a Victor.

No puedo leer nada en sus ojos. No sé cómo interpreta mis palabras, qué efecto le causan. A pesar de que siempre me es fácil empatizar con los demás, leer a las personas, él es siempre tan difícil, y en ocasiones como esta, completamente imposible.

-¿Piensas que eso me hace débil, como Líder de la Guardia de Eel? -Pregunto, con ligera ansiedad. Lo que opine de mí me resulta de gran importancia, me doy cuenta.

-Quizá. Pero prefiero tener como Líder a alguien que sufre con el caos y el conflicto; en lugar de a alguien que lo disfruta.

Hay un agradecimiento mudo en la mirada que le dirijo. Él toma otro sorbo de su bebida, como si esta fuera una conversación completamente ordinaria, a pesar de lo vulnerable que me siento en estos instantes.

-Eso no significa que debas, o puedas, permanecer ciega para siempre al conflicto, y nunca interponerte -Escucho sus palabras con atención-. A veces, por desgracia, el conflicto es necesario, como un medio de cambio. En el orden, nada se mueve. Nada ni nadie avanza, nunca; si todo permanece en su lugar, será para siempre estático. El conflicto trae cambio y progreso.

-El conflicto, tal vez. Pero no la violencia. Si todo se pudiera resolver con palabras, en vez de con sangre...

Suspiro. Es una visión idealista e imposible, lo sé. También soy consciente de que mi filosofía pacifista es en ocasiones contraria a los intereses de la Guardia. Se me da mal tomar decisiones difíciles, sobre todo cuando estas involucran herir a alguien. No me gusta hacer sufrir.

-Simplemente no lo entiendo -Me repito una vez más-. Tal vez no esté en mi naturaleza. O tal vez es algo demasiado complejo para una cabeza tan simple como la mía.

Se ríe con eso. No me causa ofensa.

-Todo es aprender. Aunque sea algo que detestes, el conflicto es tan inevitable como lo es la muerte o el luto de los que hablábamos antes. Para perseverar, hay que saber superar el conflicto. Si un enemigo viene a las puertas de Eel y las palabras no le persuaden, ¿le entregarías la ciudad?

-No... Por supuesto que no -Incluso si el pensamiento me causa amargura-. Inevitable, dices... No creo que sea lo mismo. La ley natural, aquella de la muerte, es igual para todos de modo intrínseco. La ley positiva que es creada por nosotros... Es evitable si nunca fuera creada. Si no fuera necesaria.

-Pero es necesaria, y por ello inevitable. No puedes no creer en ella. No puedes no creer en el conflicto o el desorden. Existen, puedes oponerte a ellos... Ah, ¿pero no es eso el conflicto en sí?

-Tal vez... Pero no crearé una guerra para decir “no a la guerra”. Aagh -Me echo hacia atrás en la silla-. No, se acabó. No quiero entrar en debates y enjundias filosóficas contigo. Si quieres hacer eso, habla con Lucien.

-Me temo que Lucien no está muy dispuesto a la conversación últimamente.

-¿Cómo es eso? -Eso llama mi atención... Para mí Lucien siempre tiene tiempo, así que no me había dado cuenta de nada similar. Por el bien de mi mente, descarto toda la conversación previa, prefiriendo centrarme en Lucien.

-Diría que... -Casi hay un esbozo de sonrisa en sus labios cuando mira el líquido en el interior de su taza- Está molesto conmigo, en base a... Sucesos recientes.

-¿Molesto? -Eso me sorprende... Que yo sepa, quitando el tema de los daemon, para los que Lucien sólo tiene desprecio; no es incapaz de tener un sólo sentimiento maligno en su corazón por nadie más- No puede ser. ¿Qué has podido hacer para molestarle?

De nuevo, parece que va a sonreír, pero no termina de hacerlo. En su lugar, nuestras miradas se cruzan de nuevo y hay un instante de silencio.

-Hm. Buena pregunta.

Lo esquivo de la respuesta sólo me genera más curiosidad. Le acoso y bombardeo a preguntas, pero él consigue ser escurridizo y elusivo, dejándome con nada más que un misterio sin resolver.

Cuando más tarde le pregunto a Lucien al respecto, la respuesta también me deja descolocada.

-Victor habla demasiado. No deberías hacer caso a todo lo que dice.

Y, con la irritación del tono de su voz traicionando el significado de esas palabras, Lucien me crea otro conflicto que soy incapaz de entender.

Al menos, al día siguiente, decido que he tenido suficiente de la lluvia. Con cielos despejados, los niños pueden salir de nuevo a jugar.

~*~*~

Me despierto, como tantos otros días, con la caricia de los labios de Lucien en mi cuello. Es la mejor sensación del mundo. Tan plácida y reconfortante. No hay mejor lugar en todo el universo que entre sus brazos. Encajamos el uno en el otro, perfectamente. Almas gemelas.

-... Venga, Stella... hay que levantarse.

No no no no no no no déjame dormir déjame en la cama quiero estar en tus brazos para siempre noooooooooooooooo ¡¡AHHH!!

-Lucieeeen... -Protesto cuando me quita las sábanas de encima, estirando un brazo para recuperarlas- Déjame dormir...

-De eso nada, señorita... Un nuevo día nos espera.

-Hmggmgmm...

Le cuesta algo más convencerme de que sí, hay que levantarse, hay que empezar un nuevo día; no, no nos podemos quedar en la cama acurrucados para siempre; la Guardia nos necesita o no sé qué tonterías que son infinitamente menos importantes que acurrucarme con Lucien en la cama.

-Sabes que porque un día nos tomemos el día libre tampoco va a pasar nada, ¿no? Protesto, aún bostezando mientras me hago la trenza frente al espejo. Se me escapa un mechón. Aghh... A empezar otra vez...

-Si te dejo tomarte un día libre, quién sabe de cuántos más me convencerás -Se burla, viniendo a mi auxilio para ayudarme a trenzar mi pelo. Él ya se ha hecho su propia trenza, que es considerablemente más larga que la mía... No sé en qué momento empezamos a ir a juego, pero siempre me ha gustado-. Venga. Todas las mañanas te quejas, pero al final acabas cumpliendo. Piensa en algo positivo que tengas pensado hacer hoy.

-Volverme a dormir...

-... otra cosa.

-Hmmmm, Victor me dijo que tenía planeado otra sesión de cuentacuentos con los niños... Estaba pensando ir a echar un vistazo a las nuevas historietas de El Titiritero...

-Hm. Quizá vaya contigo.

-¿Sí? -Eso hace que me despierte del todo, en seguida llenándome de ilusión- Qué bien. Yaaaay. Puedo escuchar los cuentos de Victor estando con Luci...

-Últimamente pasáis mucho tiempo juntos, ¿no?

-¿Lo normal? ¿Qué pasa, estás celoso?

Sus manos dejan de atender mi pelo. En el reflejo del espejo, me doy cuenta de que está... ¿ligeramente sonrojado?

-¡Estás celoso! -Me repito, ahora sonriendo.

-No... -Mentiras, ¡todo mentiras! Lucien, se te da faltar mentir- Sé que no tengo motivos para estarlo... Sería estúpido estar celoso de alguien como él...

-¿Hmmmm? -Nada de lo que diga va a quitarme la sonrisa de la cara, ni a él el color de las mejillas, parece- Si tú lo dices... Pero sabes que tú eres mi favorito, ¿verdad?

-... favorito implica que hay más de uno en la lista...

Me río de nuevo de sus celos. Una vez termina con mi trenza, no soy capaz de contenerme para levantarme, girarle e inmediatamente darle un buen besote. Eso parece contentarle un poco, aunque aún se le nota avergonzado al respecto. Hmmm, no conocía yo esta faceta suya... Hehe...

Decidida a pasar todo el día dándole la vara con ello, ambos salimos de la habitación para ir hacia la cantina y nos encontramos a Victor tirado en el suelo delante de mi puerta qué narices??? ¿Qué hace aquí?

-¡Víctor! -Algo sobresaltada por su presencia, y sobre todo por su postura agachada en el suelo, contra la pared, me temo que algo horrible haya pasado y en seguida me agacho a su lado, poniendo una mano en su hombro y zarandeándole- ¡Víctor!

La respuesta viene de forma inmediata cuando, con una sacudida, abre los ojos y levanta la cabeza de forma tan violenta que se da un golpe contra la pared, inmediatamente soltando un quejido de dolor.

-¿E-estás bien?

-Estoy... -Por un momento parece desorientado, pero luego sus ojos se abren completamente y la expresión de su rostro cambia al instante- ¡Bien! ¡Estoy perfectamente! ¡Est- Stella, ayer, yo, ah! Ya era tarde pero quería venir a contártelo así que vine pero estaba la puerta cerrada, y era tarde, y como no quería molestarte dije “bueno pues tendrá que esperar a mañana”, pero YO no podía esperar a mañana, y sabía que no iba a pegar ojo en toda la noche, así que pensé en esperar delante de tu puerta para poder decírtelo a primera hora de la mañana... ¡Pero he debido quedarme dormido esperando! ¡Y ahora me duele todo el cuerpo!

-V-vale, vale, más despacio -Está, um... Un poco exaltado, lo cual me preocupa ligeramente, y además le hace un poco más difícil de entender. Detrás de mí, escucho a Lucien resoplar-. A ver, ¿qué es lo que querías...?

En lugar de responder o decirme nada, extiende los brazos y siento algo duro chocar con mi pecho.

Bajo la vista inmediatamente para ver el objeto al que ha dormido abrazado, y que ahora extiende hacia mí. Me descoloca un poco, porque no lo entiendo.

Un... ¿tiesto?

-Em... -Miro el tiesto. Hay una plantita creciendo entre la tierra- ¿Y esto es?

Vuelvo a mirarle a la cara.

Mis ojos conectan con los suyos y lo entiendo.

Veo la sonrisa, ligeramente maníaca, y lo entiendo.

Antes de que pueda decirme nada, lo entiendo.

-Es un árbol de cerezo.

>>Stella, lo he conseguido.

>>He conseguido hacer crecer un árbol humano.

Hay unos instantes en los que no respondo, asimilándolo.

Escucho un pitido en algún sitio. Me siento débil por unos segundos, como si fuera a perder el conocimiento.

Mis piernas ceden, caigo de culo al suelo, apenas una escasa distancia, pero yo tiendo como hubiera vuelto a precipitarme desde los cielos, una vez más.

Mis ojos se fijan en el pequeño brote verde que veo frente a mí, surgiendo de la tierra encapsulada en el tiesto.

No es... No es nada.

Es una plantita recién nacida, diminuta y frágil.

Es...

Es...

No me doy cuenta de que estoy llorando hasta que no cojo la maceta con ambas manos y la abrazo, mis lágrimas regando el brote. Lo miro como si fuera la cosa más maravillosa que jamás he visto. Lo miro como si fuera el hijo que nunca tendré. Lo miro como si fuera toda la esperanza de este mundo.

Porque lo es.

Soy incapaz de pronunciar palabra, y simplemente lloro, y lloro. Siento los brazos de Lucien rodeándome, siento su beso en mi mejilla, y le siento llorando a él también junto a mí mientras también se maravilla con la vida que crece entre la tierra.

-¿Es de verdad? -Se me ocurre preguntar, lo primero, cuando al fin recupero la voz. No porque dude de Victor, sino porque dudo de mí misma, de que esto sea algo que realmente esté pasando, y que no sea un sueño, una alucinación, una mentira- ¿Es de verdad, Víctor?

-La tierra es de los jardines del CG -Dice. Es una de las pocas expresiones en las que puedo por completo leer su cara, y veo una enorme satisfacción y un tremendo orgullo-. La semilla, de cereza humana. Fuimos de picnic no hace mucho, ¿recuerdas? Me dijiste que te gustaban las cerezas. Porque eran “divertidas”.

>>No sé si sobrevivirá. No sé si crecerá para ser un árbol, o si dará fruto o será infértil.

>>Pero es una planta humana creciendo en tierra de Eldarya.

>>Nuestros mundos, juntos. Han dado vida.

No hay palabras para expresar nada de lo que ocurre a continuación. Es para mí algo demasiado vano y fugaz. Sólo soy capaz de sentir emociones, cada cuál más intensa que la anterior.

Mientras lloro, mientras le agradezco, mientras abrazo a esa planta. Mientras Lucien y yo intentamos entender qué significa esto. Mientras Victor nos habla de sus dudas, y de sus certezas. Mientras decidimos qué vamos a hacer, cómo vamos a hacerlo.

Una reunión de emergencia para los miembros de la Guardia Brillante es llamada de inmediato. La sala del Cristal explota en júbilo con el anuncio. Más gente llora, se abraza y celebra, tengo que convencer a los otros dos líderes de que dejen a Victor en el suelo cuando le aúpan en brazos y le arrojan al aire ignorando sus gritos de pánico.

Todo el día se pasa rodeando a la planta, nadie quiere dejarla sola, en caso de que se desvanezca y desaparezca, que muera, que explote, que traiga consigo un cataclismo.

El Oráculo aparece.

Lloro una vez más al verla, y ella no llora, pero por una vez en su rostro no hay angustia, sino calma y serenidad, y su voz sale emocionada y contenta.

No sé si es irrespetuoso, pero la abrazo, y cuando lo hago vuelvo a sentirme una con el cosmos, por primera vez en mucho tiempo.

Todas las felicitaciones van, por supuesto, a Víctor.

Por haber conseguido el milagro. Por cumplir su misión. Por... por salvar a este mundo.

La fiesta se agua cuando tenemos que pensar en el lado lógico de las cosas, y es que no tenemos garantía alguna de que verdaderamente este cerezo vaya a crecer bien, o vaya a dar fruto.

A pesar de que yo quiero salir al CG a gritarle a todo el mundo que estamos salvados y que este mundo tiene futuro, soy forzada en contra de mi autoridad como Líder de la Guardia a mantener el secreto, por ahora. Hay que darle un tiempo al cerezo para que crezca, para que nos aseguremos que todo sale bien. Victor lo mantendrá en observación, por ahora. De mientras, intentará replicar el proceso con otras plantas.

-Otras que crezcan y den fruto más rápido, a ser posible -Comenta-. Un cerezo tarda bastantes años en madurar. Quizá debería haber empezado por algo más fácil... Pero quería que el primer resultado fuera... Simbólico, de alguna manera. Bueno. Puedo intentar hacer crecer otra cosa, ver si da resultado. Si da fruto, si el fruto es comestible, si es nutritivo, si las plantas pueden seguir un ciclo de reproducción natural. Bastantes cosas. Este es sólo el primer paso.

-Pero el más importante -Intervengo yo, frotándome los ojos que los tengo irritados de todo lo que llevo llorando todo el día.

-Destinaremos todos los recursos necesarios a esto -Coincide Lucien-. Esta debe ser la máxima prioridad de la Guardia a partir de ahora -Asiento, completamente de acuerdo-. Bien, siguiente punto... Victor, ¿cómo lo has hecho?

Todos los ojos de la habitación pasan a Victor, que pone cara de sorpresa.

-¿Huh?

-Que creciera. ¿Cómo lo has hecho? -Lucien repite la pregunta.

-Aún... no tengo perfectamente definido el método -Hay algo en esa respuesta... No sé lo que es, pero Victor no suena del todo... convencido-. Tendría que replicarlo más veces para poder darte una metodología exacta. En otras especies. Con otras condiciones.

-¿No puedes explicarme...?

-Hagamos caso a Victor -Sintiendo algo de hostilidad de parte de Lucien, lo cual me sorprende, decido intervenir-. Vamos a ver cómo progresa todo. Quizá haya sido un milagroso golpe de suerte... Tenemos que asegurarnos de que esto es algo definitivo.

-Está bien... -Al oír la firmeza de mis palabras, Lucien se contenta. Eso es, buen chico- De acuerdo, entonces deberíamos a empezar a...

~*~*~

Setsuna

Tengo en mi cabeza de repente organizada la historia entera del Reino del Norte y las peleas de los clanes kitsune. La familia Hiemiya es la de Miiko, que son los que reinan actualmente en el Reino del Norte. Pasaron a cuchillo a los Mizutani, los supervivientes fueron "exiliados" al norte del norte del Norte, a Genkaku (lo que con el tiempo se convertiría en la familia de Koori, porque en este fic tenemos conexiones a New Era a pesar de que rechazo radicalmente el canon de New Era).

Por cierto la persona que le puso el nombre al Reino del Norte y a Elsur es la misma.

Prinn, te lo juro, tenía una biblia preparada, estaba tratando de terminar todos los dibujos que tenía incompletos para despedir el fanfic, andaba tratando de asimilarlo y dejar ir un fanfic que ya voy para 6 años siguiendo. Hoy entré y vi la actualización y quedé cómo (?), sorprendida, impacta y obviamente feliz. Obviamente la decisión de terminar del fanfic era tu decisión y entendía las razones detrás, pero te mentiría si te digo que no estaba siendo difícil.

Primero voy a dejar algunas cosas que hice

creo que olvide cómo se comenta un capitulo, de pronto anda muuuy random

No me he releido lo ultimo asi que ando un poco desconectada, así que  si digo cosas que no tienen sentido sorryyy

Amo al Victor, pero odio al Titi, es que no se me olvida que eres un loco genocida, pero eres kinda cute, me lo imagino con su acento chulo, hablando como caballero del siglo XIX, ay no sé, si es mi tipo, solo que era el villano, pero en el flashback es como inofensivo (mas o menos)

Stella es literalmente cómo Erika (o más bien al reves creo)
O sea que Stella creía en lo de los dragones y que Lucien, estaba cuando pasó, ay cada vez mas dudas para mi pobre cabeza

Hiiro y Victor se parecen, ellos no querían vivir y fueron arrancados de su mundo por un bien mayor según el Oráculo, son curiosos y les gusta aprender del mundo, será eso lo que el Titi ve en Hiiro...  Y es de la misma guardía que Hiiro STOP  u//-//u, porque me parece tan lindo eso ????

el crecepelo?, el que usó ezarel????
???'???????

Noooo le está leyendo a niños, mi debilidad aaaaaaaaaaaaaaa, sueltame ser malvado, no me enamoraré de ti

arece haberse ganado a todos los niños del CG de una sentada -Comenta Lucien-. Su teatro de marionetas es de lo más popular... Se está haciendo famoso, los niños del CG empiezan a referirse a él como “El Titiritero”.

Morí de ternuraaa -????????

Nooo Lucien te odio vete a la v, se nota que Stella es una dulzura y tú no sabes nada de los Daemon

AMo aprender historia de Eldarya, amo tu worldbuilding en serio

Miiko debe ser Hiemiya no? Por eso son aliados con Feng Huang

Es mi parecer o a Stella le está moviendo el piso Victor ????

que hizo Victor mmmmmm

ay el arbol de cerezo, no se porque me dio como ganas de llorar, como melancolia no se jhajajaj


AAAAA, noo que va a pasar, Lucien me da muuuuuy malas vibras jajajaja
QUE LINDO ES SETSU


Entonces nos vemos y besos!

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Última modificación realizada por Laeiyu (El 02-03-2024 à 17h02)

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No existen las coincidencias, solo existe lo inevitable.

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Holi holi. ¿Qué tal andamios?

Fíjate que sí he conseguido cumplir mi objetivo autoimpuesto de publicar en una semana. A ver si seguimos así...

Para los que cuestionen mi salud mental: ¡Estoy mejor! Estoy mejor... que la semana pasada al menos. Si este fic es mi imperio romano, lo que me pasó la semana pasada fue la invasión de Roma y la caída de Constantinopla todo a la vez. Pero, eh, ¿qué tipo de artista eres si no tienes al menos una crisis psicótica en relación a tus creaciones de cuando en cuando? Heheh.

En fin, desvaríos de mi dañada mente a parte, vamos a ver esos comentarios chulescos que hay por ahí (?

Isis

Heyyyyy!! Holaa!! Cuánto tiempo (? uwu me alegra verte por aquí, la verdad es que pensé que había perdido hace tiempo (? Ya ves que no que al final el fic no se cancela porque estoy enfermo ment-eeeh, porque a mí también me estaba costando decirle adiós (?

Primero de todo las cosas lindas (? SON MUY LINDAS. Algún día haremos un otome BL con Hiiro de protagonista y te contrataré para hacer los sprites (? Also siempre me gustan mucho los diseños de ropa que haces porque yo pongo 0 detalles en la ropa (quizá porque no sé dibujar así que no voy más del color básico xd) y me gusta ver cómo los detallas. Also also, el próximo traje orientalizado de Hiiro va a llevar hakama 100% Also also also Henry mirando los pectorales de Valkyon es canon y es la razón de que sólo se entere de la mitad de las cosas que se dicen.

Me gusta pensar que el mundo real es para los personajes del fic algo así como el eldritch en el sentido de que a más que eres consciente de ello, más te horrorizas de su existencia (? Tengo sólo dos (2) personajes conscientes de su existencia como personajes de ficción y en el fic sólo hay uno de ellos, Rosiflondio my beloved, pero a veces algún personaje sin querer rompe la cuarta pared y cobra consciencia por un instante (?)

Ahora yendo al comentario (? Normal que no te acuerdes de nada, se me pasó hacer un "en anteriores capítulos", menos mal que entramos directamente en flashback T.T El Titiritero es un villano, pero Victor es un protagonista de horror que ha sobrevivido a su novela y ahora tiene que sobrevivir al trauma (? Si me lo preguntas, yo creo que hay más paralelismo entre Ezarel y Victor que con Hiiro (?) Pero los tres son un poco científicos locos, cada uno a su manera (Victor no es el que peor está de la cabeza de todos ellos). Me alegro de que te guste el wordlbuilding porque va a venir mucho en los próximos capítulos y por cierto ahora que me acuerdo TENGO UN MAPA, HICE UN MAPA DE ELDARYA PORQUE SÉ QUE PREGUNTASTE POR ÉL, lo tengo hecho a lápiz en una libreta porque lo hice en al trabajo aburrido pero algún día lo pasaré a digital para hacerlo mejor, pero hay mapa!! Miiko es Hiemiya, yep, su abuelo fue el que dirigió la campaña contra Mizutani y la relación con los fenhuang viene de entonces :3

Laeiyu

Escribiendo ahora tu nombre me he dado cuenta de que es casi Aeiou, huh (?

Por el nivel de mayúsculas voy a deducir que te entusiasma el retorno del fic (?) Efectivamente todo ha sido un error del espacio-tiempo. Kevin se dio cuenta de que iba a delatar su identidad como El Titiritero / Victor Frankenstein e intentó silenciarme, pero no ha podido y me alzo victorioso (?)

Lucien se parece a Leiftan pero la clave es que él no va enseñando los abdominales!! Ha perdido el 98% de su poder con eso (? Titirivictor está de chill porque después de haberse pateado media Europa buscando a su bicho tiene la psique rota en pedacitos y sus emociones están de vacaciones indefinidamente, pero las colas blanditas de zorro tienen que ser toqueteadas (?

Por favor no te duermas leyendo el capítulo, si estás cansada vete a dormir que descansar bien es importante (? Pasan cosas y Lucien es estúpido, ¡pero todo va bien! Todo va a ir 100% bien ahora que tenemos el cerezo, no va a ocurrir ninguna tragedia ni nada, por supuesto. Setsuna, uhm... Tengo la sensación de que no le vamos a ver, huh...

El fin parece que sigue en pie (por ahora) así que va a haber mucho tiempo para emocionarse y llorar y tirarme tomates y llorar aún más y gritar en mayúsculas, no te preocupes (?

Maera

Hola hola :D Ya viste que no, no hay mensaje ni nada, qué va, eso fue una alucinación colectiva o algo (¿ Será cosa de los microplásticos

No tengo ni idea de cómo grita Olivia Rodrigo porque sólo he escuchado una canción suya (good 4 u que está en la lista no oficial de Nevra intentando superar la ruptura con Hiiro), pero voy a imaginar que es algo bueno (?

Pondré un recordatorio de lo que pasó en capítulos anteriores cuando volvamos al presente, promesa (? Stella y Erika comparten una neurona hereditaria o algo así. "Vulpantopo" es una errata, quería escribir "vulpántropo", en el mismo estilo que licántropo = onvrelobo, vulpántropo = onvrezorro (?) Setsuna es también mi nuevo personaje favorito, literalmente iba a ser enfermero random #1 y acabó con backstory y arte oficial, no sé qué me pasa con los enfermeros que no puedo dejarles quietos, Gèrard me hizo lo mismo. El tema de ser Absenta supongo que es porque su personalidad e intereses se alinean más con los de esa Guardia, así que supongo que tiene sentido que los tres acabasen ahí (?

Es muy gracioso que jures por Satanás, pero no te voy a decir por qué (?

Capítulo 27.4

No fue un milagroso golpe de suerte. Victor realmente ha conseguido hacer cultivos.

Admirando el modesto arbolito que crece en el recién renovado rincón de los jardines del CG, no puedo sino maravillarme una vez más por todo lo que ha pasado en el último año.

Las pruebas de Victor salieron positivas, y el cerezo empezó a crecer sin ningún problema. En pocos meses anunciamos al resto del CG que Victor había logrado dar con la receta que nos permitiría crecer cultivos, y las noticias no habrían podido ser mejores para nadie. Incluso aunque quisimos mantenerlo dentro de Eel, en todos los lugares de Eldarya han oído ya hablar de nuestro hacedor de milagros y su magia agrícola, y todos los días recibimos cartas y cartas de gente preguntando que si es real, que cómo funciona, que cuándo empezaremos a crecer cultivos, que por qué no estamos alimentando ya a todas las bocas de Eldarya y que estamos rompiendo el equilibrio de este mundo y por nuestra culpa Eldarya perecerá a manos de nuestro fraudulento extranjero. Esas últimas van todas siempre directas a la basura.

El cerezo ha sido el “símbolo” del increíble milagro (por eso lo hemos plantado en mitad de los jardines, para que todo el mundo lo vea y se maraville), pero no ha sido la única muestra de las habilidades de Victor. Hemos probado con otros tipos de vegetales, y todos ellos han conseguido echar raíz gracias a la magia de Victor. Algunos tardan más, otros menos, pero Victor dice que todos ellos siguen los estándares normales para vegetación terrestre.

Ahora, la gran pregunta: ¿Son funcionales como cultivos?

-Nada mejor que una prueba genuina para ello -Fue el comentario de Lucien, con una sonrisa en el rostro-. Tengo una propuesta sobre cómo podemos experimentar con ello.

Memoria. Una isla irónicamente olvidada por la Guardia (menos por Lucien y su memoria prodigiosa) que tiene unas condiciones climáticas y geológicas extremadamente similares a las del mundo humano. Allí es donde se hacían los experimentos con cultivos antaño, debido a estas similitudes, pero tras tantos intentos fallidos, bueno... La isla quedó un poco abandonada.

Hasta que llegamos nosotros para cultivar de nuevo, claro está. Siguiendo las instrucciones de Victor al dedillo (es bastante particular y maniático con todo esto, y se niega a decirnos exactamente su receta, lo que hace que Lucien se ponga de los nervios), cultivamos los campos y sembramos grano a lo largo y ancho de Memoria en suelo, según Victor, completamente fértil.

A finales de verano se produjo la recogida del trigo.

Hemos hecho pan.

Pan cultivado en la tierra de Eldarya.

Es la comida más deliciosa que he probado en mi vida.

Y es nutritiva. Funciona. Tenemos cultivos. Podemos alimentarnos. No vamos a tener que depender del mundo humano nunca más.

Me quedo corta diciendo que estas son las mejores noticias que jamás recibiré en mi vida.

He llorado de alegría tantas veces en estos últimos meses. Aún sigo temiendo que todo esto sea un sueño del que vaya a despertarme en cualquier momento. Pero todos los días abro los ojos y es real. Está pasando.

Eldarya prospera, al fin.

Dedico otra sonrisa al pequeño cerezo, que aún se esfuerza en crecer. Vamos, tienes que llegar a ser grande y fuerte. Eres el símbolo de la esperanza de este mundo.

Aliso mi vestido cuando me incorporo, y hago el camino de vuelta al interior de la torre del CG. Últimamente los días son pacíficos y no hay mucho que hacer, en lo que aún probamos y experimentamos con distintas plantas e ideas de cultivo, lo que afortunadamente me deja tiempo para ser genuinamente feliz como nunca antes he sido. Estoy pensando en empezar a aficionarme a la pastelería. ¿No sería genial poder cocinar todo tipo de bollos y tartas hechos con productos de Eldarya? Hehehehe... Quizá sueño demasiado a lo grande. Quiero decir, tenemos los cultivos, y eso soluciona el problema agrario, pero... ¿Qué hay del ganado? Con el pasto, podemos traer especies animales del mundo humano, pero traer siete vacas no nos va a solucionar nada si no tenemos un plan ganadero que permita la reproducción y distribución del ganado...

Mis ensoñaciones y proyectos de futuro se detienen cuando a lo lejos veo dos figuras muy familiares. ¿¡Victor y Lucien!? ¿¡Juntos!? ¿¡Hablando!? ¡Eso es algo inusual!

Ooooooo, bueno, quizá no tanto teniendo en cuenta lo que pasó... Hhehehe... Sé que no debería, pero no puedo evitar poner la oreja en la conversación, sintiendo que se me acelera un poco el pulso al pensar de lo que puedan estar hablando.

-... cedido por capricho suyo, por hacerla feliz. No pienses que... Que esto vaya a ser algo común. ¡O-o que vaya a volver a repetirse! -¿Qué? No me digas eso, Luci... Que tú también te lo pasaste bien...

-Lo dices como si tú no lo hubieras disfrutado tampoco -¡Eso, eso, díselo, Vic!-. Pero me queda claro que no te gusta compartir... ¿Me pregunto por qué será? ¿Es puramente por posesividad, o es que te hace sentir inseguro que Stella demuestre afecto hacia otra persona?

¡Córcholis! Casi se me desencaja la mandíbula al escuchar eso, y aún desde la distancia y estando medioescondida detrás de un seto (me estoy ganando miradas raras, lo sé) veo a Lucien poniéndose colorado.

-Tranquilo, no hace falta que respondas, no vaya a ser que te dé una embolia. No pretendo meterme en vuestra relación. Sé que ahí no tengo cabida. Lo que tenéis vosotros es... Distinto. Mucho mayor que un simple humano como yo.

-¿Qué pretendes entonces?

-No pretendo nada. Quería hacer algo que pensé que podría ser bueno para todos, lo ofrecí, y vosotros aceptasteis. Ya está. No tiene que sentar precedente. Sé que no me soportas, así que de ti no espero nada... Pero también sabes que Stella y yo tenemos una... Conexión. De nuevo, no como la vuestra. No voy a entrometerme en eso.

-¿Niegas quererla para ti?

-... Para empezar, en mi cabeza no cabe la idea de que alguien sea “para mí”. Simple y llanamente. Segundo: Sí. Lo niego porque, de nuevo, eso es algo que sé que no va a pasar. Vosotros sois... almas gemelas, o lo que sea, y yo ahí no pinto nada. Además de que yo...

-¿Tú?

-... cualquier relación similar que yo haya podido tener a la que tenéis vosotros... La perdí hace tiempo. Dudo poder querer a nadie de la misma manera a la que quise... en el pasado.

-En el mundo humano, tú...

-Estuve... casado.

-¿¡Qué-

-¿¡QUÉ!?

El grito que pego desvela completamente mi escondite, y ambos se sobresaltan, pero realmente me importa poco después de esta revelación. La conversación estaba siendo ya bastante intensa para mi pobre corazoncito (creado a base de gas y polvo cósmico, de nuevo, capaz de explotar en una supernova súperletal), pero eso ha sido ya la guinda del pastel.

-¿Escuchando conversaciones ajenas, Stella? -Me reprocha Victor, ajustando el sombrero en su cabeza. Últimamente le ha dado por ponérselos y juro que cada vez le veo con uno distinto- Eso no está muy bien, ¿no?

-S-si no queréis ser escuchados, entonces no os pongáis a hablar en un sitio público -Mi defensa es pobre, pero aún así lo intento-. Um... Lo siento, eh... Pasaba por aquí y no he podido resistirme a poner la oreja.

-Muy, muy mal -Victor suelta aire-. Bueno, creo que eso da la conversación por terminada, así que voy a irme antes de que esto se vuelva más incómodo... Mi público me espera.

-Ooooh, otra actuación de “El Titiritero”...

-Tienes prohibido ir por ser una chica mala que escucha conversaciones ajenas -La vida es injusta...-. Además, algo me dice que quizá vosotros dos debáis tener una conversación a poder ser un poco más privada. Sobre, por ejemplo, las cosas con las que estamos cómodos haciendo y dónde están nuestros límites -Le dirige una mirada de soslayo a Lucien, que agacha su sonrojada cabeza como un familiar avergonzado-. O no. Vosotros veréis. En cualquier caso, sabéis dónde encontrarme.

Se despide con una reverencia algo teatral y desaparece en dirección al quiosco central, dejándome a solas con Lucien.

Tenemos unos segundos de silencio para asimilarlo. Después, dirijo mi atención a Lucien, que no parece saber a dónde mirar.

-¿Hay... algo que quieras decirme? -Pregunto.

-U-um... -Parece que sólo con eso ya se pone nervioso- S-siento que hayas tenido que escuchar todo eso. Simplemente quería hablar con Victor sobre... Anoche...

-¿Fue una mala idea? -Es verdad que fui yo la que insistió... Me sentiría fatal si le he forzado a hacer algo que no quería...- A lo mejor teníamos que haberlo hablado mejor antes.

-No... te preocupes por eso ahora. Um, ya ha ocurrido. Y nadie se ha muerto -Aún estás a tiempo si se te sigue poniendo la cara así de colorada, amor...-. Pero quizá uh... No me sienta cómodo con este tipo de... Quiero decir, um... S-sabes que te soy devoto completamente a ti...

-Y yo a ti -Aseguro-. A pesar de... todo lo demás. Sabes que eres el único para mí.

Eso parece traerle algo de alivio, porque de sus labios escapa un suspiro tembloroso. Me acerco a él y extiendo una mano para pasarla por su pelo, en un intento de caricia.

-Lo siento si he hecho las cosas mal -Hablo en tono suave... Y sincero, porque es verdad-. No quiero que pienses que yo no-

Mi voz se entrecorta, con un grito, cuando siento el suelo temblar bajo mis pies.

Antes de que pueda reaccionar los brazos de Lucien me rodean y me veo elevada en el aire, apenas a unos centímetros del suelo, desde donde puedo ver cómo todo se... agita...

-¿¡Un terremoto!? -Chillo.

-Calma -La voz dulce de Lucien me serena-. No es muy intenso, apenas...

-¡El cerezo!

Mis ojos se clavan en los suyos, y veo el reflejo de mi propia urgencia. Inmediatamente, con un batir de alas que deja tras de sí un par de plumas perfectamente blancas, nos movemos por el aire en dirección al cerezo, junto al que me arrodillo en cuanto tocamos tierra, el temblor ya pasado.

No parece... No sé, que se haya partido por la mitad ni que nada horrible le haya ocurrido. El macetero está bien, no se ha resquebrajado, y la tierra tampoco parece afectada...

-No debería haberle ocurrido nada malo -Dice Lucien, con una mano colocada sobre mi hombro-. Las raíces es lo único que pueden haber...

-¿D-debería usar magia para curarlo, por si acaso?

-Usar maana podría interrumpir el tratamiento de Victor -Frunce el ceño-. Creo. Si supiera exactamente cómo funciona...

-Victor -Me acuerdo de él de repente-. Tenemos que traerle, que se asegure de que el árbol está bien...

-Estará en el quiosco central, con los niños.

¡Oh, los niños! ¡Oh, el CG! ¡Se me había olvidado absolutamente todo! He entrado en pánico por un momento con el temblor... En realidad parece que no ha sido para tanto, pero una no pude evitar asustarse con estas cosas. De todas formas, hay que aseguraerse de que todo está en orden y que no se nos ha roto nada, como el Crist-¡OH, EL CRISTAL!

-Lucien, ve a la sala del Cristal y asegúrate de que está todo en orden -Sé que quiere quedarse conmigo, pero mii tono no admite réplica, y en un parpadeo él ha salido zumbando por el aire en dirección al cristal.

En lo que a mí respecta yo echo a correr hacia el quiosco, en busca de Victor.

Escucho los gritos antes de llegar, y sé que algo horrible ha pasado.

Un cúmulo de gente rodea el quiosco. Escucho gritos de horror y todo tipo de exclamaciones. Mi corazón da un vuelco, y el pánico se apodera de mí.

-¡Apartad! -Grito, abriéndome paso entre la gente, que al reconocerme me deja pasar sin problemas.

Victor está en el suelo. En sus brazos, una mujer sollozante, inconsolable. De entre las ruinas del quiosco surge un líquido rojizo, que se derrama por el borde y cae al suelo. El tejado se ha derrumbado por completo, colapsando en un montón de debris de la que sobresalen las extremidades de algunos de los niñ-

Estoy en el suelo antes de darme cuenta. Alguien ha intentado sujetarme y lo ha conseguido por poco, pero me tiemblan las piernas y no puedo ponerme en pie. Mi mirada se cruza con la de Victor, también el suelo sujetando a la mujer sollozante.

Sus ojos son los de un hombre muerto, los mismos que vi cuando llegó a Eldarya.

-Victor -Hablo con voz temblorosa. Me deshago de la persona que me sujetaba, me acerco a Victor sin verdaderamente enterarme de lo que estoy haciendo-. Qué ha pasado. Qué.

-Estaba yendo a... -Habla sin mirarme. Sus ojos están... Lejos, muy lejos- Me estaban esperando, y... el suelo ha... El... techo de repente... Y...

No entiendo la siguiente palabra que dice. La que viene a continuación, tampoco. Echa a hablar, demasiado rápido, en un idioma que no entiendo, y las palabras salen de sus labios de forma cada vez más deformada, hasta que dejan de tener ningún tipo de sentido y se convierten sólo en gritos y sollozos cuando él también se echa a llorar.

Oh, no... oh, no, no, no, no...

-El... -Mi voz suena débil. Me dirijo a la multitud presente, que observa el espectáculo con el mismo horror que yo siento. En primera fila veo una niña. Oh. Oh, qué bien... ella se ha salvado- El... quiosco, tenemos que... Los escombros. Puede que hayan...

Me siento completamente disociada de mi propio cuerpo mientras ayudo a retirar escombro. Llega un momento en el que no puedo soportarlo, directamente, y tengo que dejar de intentar desenterrar cadáveres y separarme del gentío para tomar aire, poniéndome después a la tarea de intentar acordonar la zona para que nadie venga a ver qué es lo que ha pasado, a la tarea de intentar consolar a la gente que gime y llora, y a los que vienen a gritarme por mi incompetencia y por haber permitido una tragedia así.

No entiendo nada de lo que ha pasado hasta unas horas después cuando, en la tranquilidad de la habitación de Lucien, donde los únicos gritos y llantos que escucho son aquellos que hacen eco en mi mente, él me explica qué es lo que ha ocurrido.

-El quiosco era una de las partes más antiguas del CG -Me dice-. Aunque el terremoto no ha sido grave, la estructura estaba debilitada, y... Se ha venido abajo.

-Por... ¿por qué? ¿Q-qué es lo que ha causado el temblor?

Ante eso, se me queda mirando como si no comprendiera la pregunta. Estoy sentada al borde de su cama, y él coloca las manos en mis hombros y se agacha ligeramente para ponerse a mi altura y mirarme directamente a los ojos.

-Los seísmos ocurren, Stella. No son culpa de nadie. Simplemente ha sido un... accidente.

Accidente. Huh.

La palabra no encaja con la descripción de lo que he visto. ¿Cómo puede ser eso un... accidente? Un accidente es cuando tiras una taza y te mojas la ropa, cuando te tropiezas  y te das un golpe contra el suelo. Un accidente no es...

-Cu... ¿cuántas víctimas han...?

-Algunos de ellos eran... demasiado pequeños -Su cara se llena de tristeza al decirlo, y a mí se me hunde el corazón en el pecho-. Hemos conseguido rescatar a dos de los niños. Uno de ellos sigue inconsciente, pero el otro está... Bien, dentro de lo que cabe, y podrá irse a pasar la noche a casa.

-Víctimas. He preguntado por ellas.

Un suspiro largo.

-Hemos contado ocho niños que han perdido la vida en el derrumbamiento. Algunos de ellos, directamente por la caída de la estructura, otros no consiguieron ser rescatados a tiempo y cedieron a la asfixia...

Oh, no, no, no, no, no. Ocho niños, ocho niños. No, no...

Me llevo las manos a la cara y sollozo de nuevo, pero no me quedan lágrimas a estas alturas. El toque de Lucien en mis hombros se convierte en un abrazo cuando se coloca de rodillas frente a mí.

-Está bien, Stella -Escucho su voz calmada junto a mi oído, siento sus manos acariciando mi pelo-. Ha sido un accidente. Un accidente trágico, pero... Son... Cosas que ocurren.

-Los ciudadanos del CG son mi responsabilidad... Es... es culpa mía que...

-Esa no es una visión realista, Stella. No puedes... No puedes cuidar cada detalle y cada...

-Soy la Líder de la Guardia de Eel. Se supone que tengo que proteger a esta gente. Accidente o no, yo soy la responsable. Y les he fallado, a ellos y a sus familias...

Lucien no responde a ello, simplemente continúa consolándome.

Como no me puedo quedar escondida todo el día, en algún momento tengo que salir de la habitación. Afortunadamente, los daños al CG han sido mínimos: Alguna grieta aquí y allá, varios botes y tarros de la sala de alquimia que se han caído al suelo, una de las estanterías de la biblioteca se ha venido abajo y ahora hay que ordenarla... Pero el Cristal está a salvo. Los experimentos de cultivos están a salvo. El cerezo está a salvo.

La única verdadera tragedia... accidente... ha sido el derrumbamiento del quiosco central.

Parte de la tarde la paso con las familias de los niños, disculpándome a cada vez que puedo. Algunas de las familias son inconsolables así que lloro con ellas; otras prefieren gritarme y culparme, pero al final acaban llorando también.

Lo que más me perturba es una mujer que, con el anuncio de la muerte de su hijo, la única familia que le quedaba, me mira con ojos vacíos y en un tono de voz perfectamente neutro, dice:

-Quizá así sea mejor.

No sé cómo responder a eso, así que no lo hago.

Acabo completamente cansada al final del día, una vez he terminado de lidiar con las familias y he conseguido organizarlo todo para mañana poder organizar los ritos funerarios de... las víctimas.

Necesito un baño largo y caliente, así que espanto a Lucien cuando propone acompañarme, porque me apetece estar sola esta noche, y paso quizá demasiado tiempo a remojo en una de las bañeras de la Guardia, saltándome completamente el protocolo que establece que cada persona sólo tiene un tiempo determinado en cada bañera. Mi piel acaba rojiza por el calor del agua y arrugada por la humedad, y estudio mis dedos apasados con intensidad.

Arrugas. No envejezco, así que jamás las tendré.

La vida de una mujer normal, jamás la tendré.

Pasaré el resto de mi existencia, casi eterna que es esta, observando tragedias como la de hoy, incapaz de hacer nada para solventarlas, porque... Los accidentes ocurren.

Supongo.

No me seco el pelo realmente, a pesar de que mañana me arrepentiré cuando lo tenga encrespado y salvaje, y directamente me encamino a mi habitación lista para meterme en la cama y caer rendida. Estoy demasiado cansada para nada más.

Me detengo a pocos pasos de mi habitación cuando me encuentro a otra figura en el pasillo. En la lúgubre oscuridad de la noche, me sobresalta por un instante, y me cuesta reconocerle, pero es cuando veo ojos idénticos a los míos que identifico a Victor en la figura.

Ninguno de nosotros dice nada, sólo nos observamos en silencio.

Llevo sin verle desde... Que ocurrió todo. Lucien mencionó algo de que Victor había tenido una “crisis” y necesitaba reposo en la enfermería, y no se me ha vuelto a ocurrir visitarle o preguntar por él siquiera... Me siento algo culpable ahora. Sé que Victor adora a los niños y hacer su rutina como El Titiritero. Haber estado presente cuando ocurría todo ha tenido que ser... Devastador.

No se me ocurre qué decir. Parece que a él tampoco, durante unos instantes de silencio tenso.

-Acabo de visitar la morgue -Menciona.

Cuando respiro, el aire parece diez mil veces más denso de lo que debería.

-No deberías.

-No pueden negarme la entrada. Soy el Líder de Absenta.

-Victor...

-Conozco todos sus nombres. Algunos han sido difíciles de reconocer, pero sé quiénes son.

-Victor.

Me acerco a él, coloco una mano en su brazo. De alguna forma el tacto me resulta... Frío.

No sé exactamente lo que es, pero siento que ahora mismo a Victor le falta algo. De nuevo, es... Como la primera vez que llegó a Eldarya, cuando parecía tan... Ni muerto ni vivo. Al borde de la muerte, sí, pero como la hubiera trascendido de alguna forma, como si ni la vida ni la muerte tuvieran relevancia alguna y ambas fueran igual de molestas, apenas una inconveniencia.

Me hace sentirme... Mal.

-Después de perder a Setsuna. ¿Recuerdas que hiciste llover?

Lo recuerdo, por supuesto, a pesar de que ha pasado un tiempo desde entonces. Recuerdo también nuestra conversación en la cantina, donde admití una de mis peores debilidades, y donde él me habló... De su hermano pequeño.

-¿Podrías darme una tormenta? Sólo por esta noche.

No lo entiendo. Le miro con confusión, pero su rostro es inescrutable. Algo en su casa me molesta, me incomoda, la oscuridad de sus ojos oprime mi pecho.

-Por favor.

-Si eso te ayuda de alguna manera... -No puedo decirle que no. Por supuesto que no puedo decile que no.

-Gracias.

Me concentro por un momento en la magia en mi interior, mis poderes cósmicos. Conjurar una tormenta es algo que no he hecho nunca, pero que sé que no me supone ninguna dificultad. La magia surge en mi pecho, con un resplandor de luz momentáneo que nos ilumina a ambos. La dejo ir, el conjuro dispersándose.

Pasan unos instantes, y luego se escucha el repiqueteo de la lluvia incipiente y el tronar del cielo en la distancia.

-Gracias -Repite.

Siento que su brazo se retira de mi toque, su ausencia golpeándome de inmediato, y al ver que hace el gesto de querer desaparecer en el pasillo, yéndose lejos de mí, la angustia de nuevo me reconcome.

-No -Aunque de espaldas a mí, él se detiene, habiéndome oído a pesar de mi voz en un susurro-. No deberías.

No hay respuesta.

-Quédate aquí. Pasa la noche conmigo.

Un instante de silencio.

-A Lucien no le gustará que hayas dicho eso.

Habla aún sin dirigirse a mí, sus palabras hiriéndome con el rechazo, y también con una sensación de culpabilidad. Le dije a Lucien que quería pasar la noche sola.

Y sin embargo.

-No tiene por qué saberlo.

Sé lo catastrófico de mis palabras en cuanto las murmuro.

El silencio es pesado y sólo se interrumpe con un trueno en la distancia.

-Ya lo sabe. Nos está escuchando ahora mismo. Es tu ángel de la guardia, ¿no? Nunca ha pasado un momento en el que no te tenga puesto el ojo encima.

Sus palabras me dejan fría y me hacen palidecer. Lanzo una mirada rápida a la puerta contigua a la de mi habitación, la de Lucien.

De alguna forma, puedo sentirle justo detrás de la puerta, atento a cada palabra que sale de mis labios.

-¿Sabías esto? Los daemon asociados con el color verde son aquellos influenciados por el pecado de la Envidia.

Puedo sentir los ojos de Lucien, de un color verde intenso y radiante.

Antes de que pueda recobrar mi compostura, Victor ya se ha ido, dejándome en lo que debería ser a solas en el pasillo. Y, sin embargo, junto a mí siento una presencia invisible.

Entro en mi habitación, sin decir nada.

Cuando me voy a dormir, por primera vez desde que tengo uso de razón, decido dejar sobre mi mesilla el llamador de ángeles que llevo siempre colgado al cuello.

Y aún así, no puedo quitarme de encima la sensación de estar siendo observada.

~*~*~

No hay forma de describir el terror que siento cuando, al abrir los ojos a la mañana siguiente, soy capaz de sentir el peso del llamador de ángeles en mi cuello.

El pánico paraliza mi cuerpo completamente durante unos segundos.

Me cuesta respirar cuando me incorporo, y vagamente soy consciente de que es posible que esté teniendo un ataque de pánico.

No sé por qué esto me asusta tanto de repente. Por qué me resulta tan aterradora la idea de... Lucien.

Mi alma gemela. Me quiere. Me ama. Es mi amor prometido desde tiempo inmemorial, desde que aparecí en el cielo por vez primera. Mi Luci...

Luci.

Luci.

Luci.

...

Lleva siglos muerto.

Lucien no es- Él no es mi...

En pánico me levanto de la cama con un salto, me acerco a la puerta y la abro, para ir inmediatamente a-

Lucien me espera detrás de la puerta.

Sus ojos verdes y radiantes están fijos en mí.

Me sonríe.

Una mano tapa mi boca para que no pueda gritar, la otra lleva dos dedos a mi sien.

Tomo aire y me siento mucho más calmada, el peso del llamador de ángeles siendo reconfortante de nuevo sobre mi piel, y la presencia de Luci cálida como siempre, llena de amor hacia mí, y eso es todo lo que necesito.

-Buenos días -Saluda, yendo a sustituir la mano en mi boca por sus labios.

Hay algo húmedo en mis mejillas.

-No te preocupes -Lucien me abraza, el gesto teniendo en mi cuerpo el mismo efecto que la anestesia, trayéndome una calma tan necesaria y benigna-. No llores. Te quiero. Estoy contigo. Estaré contigo para siempre. Soy tu alma gemela. Nada podrá separarnos, nunca, de aquí a que acabe la historia.

Por supuesto. Por supuesto. Lucien es mi alma gemela. Y me quiere. Y yo le quiero a él, con toda mi alma. Por eso vine a este mundo, por él.

Un nuevo beso renueva mi amor, me hincha el pecho con infinita ternura y me hace reír de puro éxtasis.

-Mucho mejor -Lucien junta nuestras frentes-. ¿Te encuentras mejor?

-Sí -Admito, bastante más tranquila después del pánico de esta mañana-. Sí... Gracias.

-Por supuesto -Una de sus manos acaricia mi mejilla, secando mi última lágrima-. Por ti haría lo que fuera, Stella. Siempre.

Sí. Por supuesto.

Quedamos unos instantes en silencio, simplemente disfrutando el uno del otro. Tomo aire, llenándome de su presencia. Mi corazón vuelve a latir a un ritmo normal... Bueno, quizá un poco más acelerado, teniéndole tan cerca de mí...

Y entonces recuerdo algo horrible.

-Los niños... -Me separo un poco, y aunque él me lo permite, sus manos quedan en mis caderas-. El... El funeral, tenemos que...

-Sobre eso... -La expresión de su cara cambia a una llena de... Conflicto- No... Podemos hacer un funeral.

-¿P... por qué no?

-Los niños se han levantado.

No lo entiendo, ni cuando Lucien me lleva frente a ellos, a la sala del Cristal. Ni cuando veo a los ochos niños frente a mí, algunos de ellos bostezando como si tuvieran sueño, otros jugando con los hilos de sus vestimentas dañadas, otros palpando las nuevas cicatrices que les cubren, allá donde su piel se abrió para romper músculo y hueso.

Hay ocho niños delante de mí.

Ocho niños que anoche estaban... Muertos.

Les miro completamente incrédula.

-Esta mañana los he encontrado en... la habitación donde los habíamos dejado -La empleada de la morgue, también presente, habla con un toque de delicadeza, pero evidentemente tan confundida como el resto-. No... no sé qué ha pasado. No lo entiendo.

-Están... -Me faltan palabras. Me acerco a uno de los niños, el más pequeño, que me mira con curiosidad. Cuando coloco una mano en su mejilla, sobre una cicatriz que adorna la piel, le encuentro... Perfectamente cálido. Como cualquier otro niño normal y corriente.

-¿Por qué todo el mundo está tan raro? -Pregunta el niño, evidentemente extrañado con mi actitud- ¿Nos hemos metido en un lío? J-juro que yo no quería meterme donde no debía... No sé por qué estaba en la Guardia... Debería estar en casa...

-Um... -No sé cómo responder a eso y, desprevenida, retiro la mano con miedo a que de repente el niño vaya a... colapsar- ¿Te encuentras... bien?

-Sí... -Frunce el ceño- Bueno. Estoy cansado. Tengo sueño.

-¡Yo también! -Otro de los niños habla- Aunque nos acabamos de levantar. Pero tengo mucho sueño. ¿Qué ha pasado?

Otros niños repiten la misma pregunta. Parecen... Completamente desconocedores de lo que ocurrió ayer.

Yo me veo más confundida por momentos.

Esto no... Esto no debería estar pasando.

-V-vale, vale, uno a uno -Intento tranquilizarles cuando se pone a parlotear-. ¿Alguno de vosotros sabe decirme lo que ha pasado?

La mayoría de ellos se encogen de hombros. Escucho algunas negativas murmuradas. Una chica levanta la mano, así que me dirijo a ella.

-Nos hemos despertado en la Guardia esta mañana -Dice-. Pero no sé por qué.

-¿Qué recuerdas antes de eso? -Cuestiona Lucien, unos pasos por detrás de mí, mirando a los niños casi con... sospecha.

-Estaba... No sé -Se encoge de hombros-. Recuerdo haber desayunado en casa y haber salido, y luego estaba en los jardines jugando, y luego íbamos a ver la función de El Titiritero, pero... No me acuerdo de más.

O sea que no recuerdan nada de... Eso es bueno.

-¡Yo recuerdo lo mismo! -Otro de los niños más jóvenes levanta la mano para decir eso- ¡Pero recuerdo a El Titiritero yendo a recogerme!

-¿A recogerte? -Pregunto.

-Ah, ¡yo también me acuerdo! -Habla una niña- Dijo que me iba a llevar a casa. Pero cuando me he despertado no estaba en casa, sino en esa sala tan fría de antes...

Los niños comentan entre sí, la mayoría de años recordando algo similar, este “Titiritero” dándoles la mano para llevarles de vuelta a casa...

-¿Victor...? -Murmuro el nombre con algo de duda. ¿Tiene Victor algo que ver con... esto?

-Ve a buscarle inmediatamente -Lucien se dirige a la chica de la morgue, que parece ligeramente sobresaltada ante la severidad de su voz-. Ya.

La chica sale de la habitación, dejándonos a solas con los niños. Sin saber exactamente qué decir o qué hacer, me giro hacia Lucien, esperando de él algún tipo de guía o consejo.

Su cara está tan... seria.

Victor aparece pasados algunos minutos. Me doy cuenta en seguida de que hay algo... Extraño en él. Lo primero de todo es que se le ve un poco... Desaliñado. Victor cuida mucho su imagen, pero ahora mismo parece que se ha conformado simplemente con levantarse de la cama y ponerse encima cualquier tipo de ropa. Por otro lado, en su cara veo los signos del cansancio, como si hubiera pasado toda la noche sin dormir... En un primer momento pienso que tal vez se deba a los sucesos de ayer, que hayan estado atormentándole toda la noche.

Entra en la habitación casi con parsimonia.

No parece sorprendido por ver a los niños en pie.

-¿Queríais verme? -Pregunta, inclinando ligeramente la cabeza a un lado de forma inquisitiva.

Voy a ir a hacer la pregunta que ronda mi cabeza, pero Lucien se me adelanta, dando unos pasos en dirección a Victor mientras alza la voz... Un poco más de lo que a mí me gustaría.

-¿Qué significa esto? -Es lo que dice, con un brazo gesticulando en dirección a los niños- ¿Qué has hecho?

Victor no responde de forma inmediata. Mira más allá de Lucien, a los niños. Luego me mira a mí, y mi corazón da un vuelco cuando sus ojos se cruzan con los mío. Les falta algo. A sus ojos les falta algo...

-No veo cuál es el problema -Habla con voz calmada, contrario al tono de Lucien. Eso sólo parece hacer que el otro se altere aún más.

-Victor, ¿qué les has hecho a esos niños? -Vuelve a preguntar- Estaban muertos.

-¿Estaban qué? -Una niña hace la pregunta, una nota de pánico en su voz.

-Lucien -Murmuro su nombre con reproche, acercándome a él y queriendo poner una mano en su brazo con actitud tranquilizante. No parece hacer mucho efecto, así que en su lugar miro a Victor con ruego en mi mirada-. Victor, tú... ¿has...? ¿Qué has hecho...?

Unos segundos de silencio. Victor desvía su mirada al suelo, como si fuera incapaz de sostenerme la mirada.

-Les he curado.

Lucien se deshace de mí, casi empujándome, y va directo a Victor, cogiéndole por el cuello de su camisa de forma alarmantemente agresiva, estampándole contra la pared de forma que a mí me hace soltar una exclamación de sorpresa y a Victor un gruñido de dolor.

-¿¡Qué les has hecho a esos niños!? -Grita, con un tono que no he oído nunca saliendo de Lucien.

-¡Te lo acabo de decir! -Victor alza la voz también, pero no se resiste ante la hostilidad de Lucien- Les he curado. ¡Les he traído de vuelta! Ahora están bien.

-¿Qué quieres decir con que les has- ¡VICTOR! No puedes hacer eso, ¿sabes acaso con lo que estás-

-Lucien, ¡cálmate! -Intento interponerme, acercándome a ellos para tratar de hacer que Lucien suelte a Victor, pero es inútil, Lucien es... demasiado fuerte para mí- ¡No hace falta ponerse así, sólo estaba intentando hacer algo bueno!

-La necromancia es magia prohibida -Lucien me ignora, no prestándome atención alguna con sus ojos aún fijos en Victor-. ¿Sabes lo que puede decir de la Guardia de Eel que el Líder de la Guardia Absenta practique esas magias?

-No ha sido necromancia. Sabes perfectamente que yo no sé nada de magia. He usado la ciencia. Les he curado.

-¿Curado? Has ROTO la ley natural universal de la muerte, ¿quién te crees que eres para-

-Me habéis traído a este mundo para crear vida, ¿de qué forma es esto diferente a lo que llevo haciendo todo este tiempo?

La pregunta claramente afecta a Lucien. Veo los músculos de sus brazos tensarse y las venas en sus manos hincharse, y repite el movimiento de estampar a Victor contra la pared y-

-¡YA ESTÁ BIEN!

De mi cuerpo sale una explosión de magia que empuja a Lucien lejos de Victor, obligándole a soltarle de forma que su cuerpo cae al suelo. Lucien en seguida me mira con una expresión que expresa traición, mientras que yo me agacho junto a Victor, que se frota el cuello con aire adolorido.

-Lucien, ya está bien -Repito, mirándole-. No puedes perder así los papeles. Victor estaba... intentando hacer algo bueno.

-¡Ha roto la norma básica de todas las criaturas vivas! Cuando alguien se muere, se muere. Se acabó. No se le puede traer de vuelta. La necromancia está prohibida por algo, Stella, ¡me dan igual sus intenciones! Hay reglas que NO se rompen, y esta es la que NO debe romperse NUNCA, bajo ningún concepto, porque hacerlo implica romper el equilibrio de la vida y la muerte. ¿No te das cuenta de lo que este hombre ha hecho?

-Ha intentado salvar la vida de unos niños inocentes -Respondo-. ¿Qué tiene eso d-

-¡No son vidas a salvar, Stella! ¡Ellos ya estaban MUERTOS! Traerles de vuelta es antinatural, es un crimen, es-

Se interrumpe cuando escuchamos un sonido... Extraño, y triste. Uno de los niños, aún presentes en la sala, se echa a llorar. Sus llantos hacen eco en la habitación, y a mí me rompen el alma.

En la mirada que le dirijo a Lucien no hay más que reproche. ¿Por qué? ¿Por qué has de ser así de cruel? Quizá, quizá lo que ha hecho Victor esté prohibido, y, sí, es... cuestionable quizá, interrumpir el ciclo de la vida y la muerte de esa manera.

Pero... Pero su intención no era más que buena, y no... No podemos enfadarnos por eso, por querer...

Lucien vuelve a avanzar en dirección a Victor. Inmediatamente me interpongo entre ellos, colocándome frente a Victor, y mi mirada desafía a la de Lucien.

-Stella, no te entrometas -Avisa. A mí me suena casi a una amenaza-. Por favor.

-No voy a dejar que le hieras -Aviso yo también-. El conflicto y la violencia sólo pueden traernos mal, Lucien. Sé inteligente.

-Sélo tú, Stella. Lo que este hombre ha cometido es un pecado imperdonable.

-Ya está el aengel hablando de pecados -Victor se queja por detrás, y aunque acabo de decir “no” a la violencia, me apetece pegarle una patada por añadir leña al fuego-. Sermoneas más de lo que practicas, no recuerdo haberte visto ayudar al prójimo tanto como debieras.

-No sabes de lo que hablas, humano -En la cara de Lucien aparece una severidad que raramente veo-. Como siempre, os puede la arrogancia...

-Y a ti la envidia.

El cuerpo entero de Lucien se tensa al escuchar la palabra.

-Parad esto, los dos -Intervengo de nuevo-. Discutir no nos va a llevar a ningún lado. Lucien, entiendo-, entiendo lo que dices. La... La muerte no debería hacer excepciones. Por nadie -De reojo miro al grupo de niños, que tienen la atención puesta en nosotros. Hay uno que sigue llorando a lágrima viva, y una de las chicas más mayores intenta consolarle, aunque por la cara que tienen todos, ninguno debe estar exactamente contento por la situación-. Pero ahora ya no podemos hacer nada al respecto, y gritarnos los unos a los otros no va a causar ningún bien. La... la necromancia está prohibida por muchas razones, pero en este caso... Ha tenido un resultado positivo, para remediar una tragedia, así que tal vez podamos...

-No.

La voz de Lucien es tajante. Le miro con tremenda pena, que sus ojos no me devuelven.

-No hay excepciones. Esos niños murieron ayer, y deben permanecer muertos. Así es como funcionan las cosas. Tú y yo, Stella, tenemos el deber de asegurarnos que el mundo funciona tal y como debe. Y aquellos que rompan su delicado equilibrio...

Me siento palidecer al entender el sentido de sus palabras. No puedes pretender que... Entiendo que quiera castigar a Victor, porque... porque comprendo los peligros de la nicromancia, y estoy de acuerdo en que no debe permitirse y Victor, aunque tuviera buenas intenciones, ha roto una regla importante.

Pero los niños que ha traído de vuelta... Lucien de verdad no puede estar pensando en...

-Lucien, por favor -Ahora en mi voz hay súplica-. Colabora conmigo. Ha sido una tragedia, ha estado mal, pero ahora no podemos-

-¿Por qué no me haces caso, Stella? -Eso es lo único que le causa lástima- ¿Por qué has de ponerte de su lado?

-No me estoy poniendo del lado de nadie, pero no puedo dejar q-

-Deberías ponerte de mi lado. Estamos juntos en esto, para liderar este mundo por el que tanto se ha sacrificado, ¿no? Usa la cabeza para darte cuenta del horror de las acciones de este... humano.

No entiendo... Por qué Lucien parece tan... Agresivo con este asunto. Y habla de “horror”, pero esos niños, ¡perderles es lo verdaderamente horrible! Su retorno es...

La duda entra en mi pecho, vista la convicción de Lucien. ¿Estoy yo equivocada, pensando en que la vuelta de los niños es una resolución positiva? ¿Es mi parte emocional la que me hace ignorar el peligro detrás de las prácticas de Victor?

-De acuerdo -Lucien relaja un poco su postura para a continuación cruzarse de brazos-. Si no vas a atenderme a mí, entonces tal vez podamos cuestionar al Oráculo sobre esto.

¿Eh?

La mención al Oráculo me pilla completamente desprevenida.

Se eriza el pelo de mi nuca cuando el maana en el aire se agita y multiplica, el anuncio de algo tan familiar y normalmente reconfortante, pero que en estos momentos me... Asusta.

El Gran Cristal comienza a brillar, su superficie titila y se ondea, su interior se nubla para dar forma a la figura que surge de la gema, lentamente. El Oráculo aparece frente a nosotros, sus ojos iridiscentes fijos en Victor desde el primer momento.

Los niños lanzan exclamaciones al verse junto al Oráculo, un evento tan extraordinario para ellos que incluso se sobrepone a la discusión a gritos que acaban de escuchar, y el niño que estaba llorando calma levemente sus sollozos, convirtiendo el llanto en hipos confusos según sus ojos enlagrimados se posan en la figura del Oráculo.

A mí se me corta la respiración, y temo que mi pecho vaya a explotar en una supernova. Ha... ¿Ha aparecido cuando Lucien le ha llamado? Pensé que... Pensé que yo era la única que podía llamarle. ¿O nos ha estado observando todo este tiempo, y es ahora cuando ha decidido intevenir?

-El Oráculo... -Mis labios musitan las palabras, aún estando incrédula ante su aparición.

-Victor... -Su voz suena... extrañamente fría ahora mismo- Bom nlohmzluwywa fam fýgynum wu fo pywo...

-Victor... -Inmediatamente me pongo a traducir- Has transgredido los límites de la vi-

-Puedo entenderle -Victor me corta, poniéndose en al fin y también dirigiendo su atención al Oráculo-. ¿Vienes a condenar mis acciones, Oráculo? Me extrañaría, teniendo en cuenta que la razón por la que me trajiste a este mundo, por la que me arrancaste de las manos de mi propia muerte, fue con la intención de que trajera vida a este mundo.

El Oráculo guarda silencio por unos momentos. La expresión de su cara tiene un toque de tristeza, pero es más bien... Decepción. Como si pareciera verdaderamente afectada por el hecho de que Victor haya querido usar sus habilidades para ayudar a estos niños...

-Mi elegido, es la tierra de Eldarya la que has de proveer de vida -Su tono de voz me incomoda, porque siento que es mi responsabilidad personal hacer que no se sienta decepcionada-. Lo que acabas de hacer es muy distinto a la misión que te encomendé...

-Y el Oráculo me da la razón -Lucien, por su parte, parece más que contento con la postura del Oráculo, incluso un poco orgulloso-. Esto que acaba de ocurrir en nuestra Guardia es un crimen.

-¿De modo que el Oráculo está a favor de dejar a estos niños morir?

-Mi elegido... Tú que tienes el don de la vida, aún tienes que aprender sus conse-

-Ahórrate la lírica y dime qué es lo que quieres decirme, Oráculo.

-No uses ese tono de voz con el Oráculo -Por reflejo me dirijo a Victor, molesta por la insolencia de su voz, pero al ver la mirada que me dirige a mí, como si ahora yo le hubiera decepcionado a él, me hace sentirme culpable...

El Oráculo... ¿suspira? Es un gesto posiblemente innecesario, porque hasta donde yo entiendo, el Oráculo no necesita respirar.

-La muerte no es nuestro dominio, mi elegido. No somos quién para tomar la decisión sobre quién vive o muere. Alterar los resultados de su caprichoso destino es algo que va más allá de nosotros, es algo que está prohibido y que no debe intentarse. Y, sin embargo, tú has transgredido esta línea...

-Por supuesto que la he transgredido -La voz de Victor de plaga de enfado, al igual que su rostro-. ¿No es eso lo que me hace especial? ¿No es eso lo que me hace “tu elegido”? Y, sin embargo, ahora me rechazas por la misma razón por la que me elegiste en un primer lugar.

-Nadie te ha pedido que desafíes a la muerte -Acusa Lucien-. Esa es una decisión que tomaste por tu cuenta, ajena a los deseos del Oráculo o de tu función en este mundo. Función que, te recuerdo, ya has cumplido.

-¿De forma que ya no soy necesario?

-Eso no es lo que... -Me aterra que piense eso, y quiero intervenir, pero la voz de Lucien por encima de la mía interrumpe mi argumento.

-Dejaste de serlo cuando diste con la receta que nos permitirá salvar este mundo. Dánosla, para poder darte una muerte rápida y dejar atrás este estúpido conflicto creado únicamente por tu hibris.

Las intenciones de Lucien quedan claras con el tono frío y firme de su voz.

Es tan frío, helador, que por un instante me congela. Cuando vuelvo a mí, soy consciente de tres cosas apenas: El gesto irritado de Lucien, el desdén y rechazo del Oráculo y.... La risa de Victor.

Lentamente me giro a mirarle de nuevo. La risa que surge de su pecho es... Genuina. Y está plagada de dolor, también auténtico. Se ríe con todo su cuerpo, tambaleándose levemente con cada carcajada, de una forma tan ruidosa que hace eco en las paredes de la habitación y llena por completo la sala.

-¡Por supuesto! ¡Por supuesto que esto tiene que ser así! ¡Dios me libre de querer tentar a mi propio destino! ¡Dios me prohiba hacer algo bueno con este conocimiento maldito que poseo!

-No has de pronunciar Su nombre en vano -Lucien murmura esas palabras, con una sonrisa que nunca le he visto hacer antes, tan... retorcida.

-Hablas de vano como si esto no fueran más que banalidades, cuando todo esto no es más que para satisfacer tu propia vanidad... -Victor continúa riéndose- Forzado a vivir en contra de mi voluntad, con una tarea imposible para un mundo completamente irrelevante para mí... ¡Pensé que esta maldición que tantos años de tormento me lleva al fin tendría un uso, algo positivo! Que toda la miseria, todo el horror, que experimenté en mi anterior vida iba a servir para crear aquí algo positivo. ¡Pero no! No, oh, no, OH-, ¡NO! Imposible. Todo lo que mis manos tocan queda corrupto para siempre. ¿Es ese mi destino? Todo mi esfuerzo y sacrificio se desvanecen en el momento que me atrevo a demostrar el más mínimo atisbo de ambición.

>>Tan sólo quería restaurar aquello que accidentalmente se había roto. Quería prevenir una tragedia para que nadie deba sufrir de la misma forma en la que yo tantas veces he hecho. Quería conservar la felicidad que me es tan esquiva y que estar en este mundo me ha dado. ¿Es eso un crimen, es eso el pecado tan horrible del que se me acusa?

-Por más que hables e intentes justificarte, tus crímenes no son menos pesados -Lucien le responde-. Aquel que comete un crimen ha de pagar las consecuencias. Tú no estás exento de ello, no importan tus méritos.

-Pero eso no lo decides tú, Lucien. Porque tú no eres el Líder de la Guardia de Eel.

La mirada de Victor recae sobre mí.

He escuchado todo su discurso aún casi sin atreverme a respirar, y cuando los ojos violetas se posan en los míos, no sé qué hacer.

La forma en la que me mira deja clara que soy su última esperanza. Hay tantas cosas detrás de esos ojos. Tantas, que se entremezclan entre sí y, una vez más, como siempre, me es imposible leer cuáles deben ser sus verdaderas emociones, qué es lo que siente en este instante en el que se vuelve hacia mí para pedir ayuda.

Pero sé que en esos ojos falta algo.

Lo mismo que faltaba ayer cuando le encontré por la noche. Lo mismo que ha faltado hoy cuando ha visto a los niños por vez primera, en pie y a salvo.

-Stella -Pronuncia mi nombre con una intensidad con la que no ha sido pronunciado nunca, ni siquiera por Lucien-. Tú eres la que tiene la última palabra. Tú eres la Líder de la Guardia, la elegida del Oráculo, como yo lo soy también. Tú serás quien me condene o quien me salve. ¿Es esto un crimen, Stella, lo que he hecho hoy aquí? Tratar de salvar la vida de estos niños, ¿es eso un delito?

“Por supuesto que no”, es lo que quiero decir.

Pero mis labios no se mueven. Siento las miradas de el Oráculo y Lucien sobre mí, junto con la de Victor.

La duda vuelve a mi pecho de nuevo. ¿Es algo tan malo, lo que ha ocurrido? El sentido común quiere decirme que no. ¡No, por supuesto que no! Recuerdo el horror que sentí al descubrir la escena en el quiosco. Me he manchado con la sangre de estos niños, he llorado con sus familias, cada fibra de mi ser ha lamentado su muerte.

Pero mi corazón está en conflicto cuando siento la presión de Lucien y el Oráculo. Ellos, ambos dos, son infinitamente más sabios que yo, y condenan sus acciones. ¿No debiera yo hacer lo mismo? La necromancia está mal. Intervenir en el ciclo de la vida y de la muerte está mal. Tal como ha dicho el Oráculo, ese no es... No es nuestro dominio. Deberían ser los shinigami los que juzguen a Victor, ya que son ellos los encargados de lidiar con los que tratan de evadir a la muerte...

Pero no están aquí, presentes con nosotros. Soy yo la que tiene la última palabra, en estos instantes.

Soy incapaz de pronunciarme.

Odio esta situación, y me duele el no poder decir nada, pero no me sale la voz; mis pulmones no se llenan con aire. Todo lo que puedo hacer es mirar a Victor, tratando de buscar palabras que no encuentro.

Salvar a los niños no es algo malo.

Pero sí lo es la necromancia.

Victor no sabía lo que estaba haciendo.

Pero las reglas deben aplicarse igual para todos.

Aquellos que cometan actos de necromancia han de recibir una sentencia final, por atreverse a ir contra la muerte misma.

Pero Victor ha traído vida a este mundo, ha traído tanto bien y es... ¡es injusto ponerse en su contra de esta manera!

Mi corazón dividido se agita y se derrama en mil lágrimas al verme en esta situación, en este momento, incapaz de defender a Victor, porque le sé culpable de un crimen que yo no quiero castigar. Pero mis emociones no deberían ponerse en medio de mi juicio, de eso soy consciente. ¡Y sin embargo, si embargo...!

No puedo decir nada.

Así que no digo nada.

Y enmudezco.

La pizca de fe que había visto en los ojos de Victor se desvanece, poco a poco, hasta que dejo de ver su luz.

Sus hombros se hunden con pesadez, su postura se encoge.

Quiero abrazarle.

Lucien pasa un brazo sobre mis hombros, su rostro acercándose al mío para poder murmurar en mi oído.

-Está bien, Stella. No pasa nada. Es duro.

-No para ti, evidentemente -Victor habla con acusación en su voz-. No es la primera vez que condenas a alguien a la muerte por tu propio interés, a fin de cuentas.

-Vigila tu soberbia, humano. Puedo hacer de tu muerte algo rápido, o puedes seguir insultándome.

-¿Qué pasó con el resto de daemon, Lucien? Si nunca se sacrificaron, ¿dónde están? ¿Por qué eres el último que queda? ¿Qué les hiciste?

El cuerpo de Lucien se tensa apenas un instante, al momento se relaja. Yo le miro con confusión, no entendiendo del todo las palabras de Victor, pero me encuentro cara a cara con el rostro de Lucien, que me dedica una sonrisa tranquila.

-No te preocupes por eso, Stella. No hace falta que digas ni hagas nada. Tú y yo lideramos mano con mano, mi voluntad es la tuya, y viceversa. Tu corazón es sensible y este hombre ha conseguido encandilarte, y por ello siento lástima por el dolor que todo esto te causa, mi amor. Pero conmigo a tu lado, no has de temer, por un sólo instante. Yo sé lo que hay que hacer. Y lo haré, por ti, por mí y por Eldarya.

Yo... No... No quiero hacerle daño a Victor, pero... Lucien y el Oráculo... ¿Es... verdaderamente bueno para Eldarya si...?

-Tengo una última propuesta, mi elegido -El Oráculo vuelve a hablar, tras un tiempo de silencio-. Has luchado por la vida de este mundo, y eso te tengo en deuda. Has cumplido tu deber para con nosotros, salvo por una condición: Aún tienes que compartir con este mundo la receta de la vida. Dánosla, como debes hacer. Y con esas condiciones, te devolveré al mundo humano, lejos de este mundo contra el que has pecado.

-Así que tengo a elegir entre muerte y exilio -De sus boca se escapa otra carcajada-. Y la condición de ambos es que entregue primero el secreto por el que tan desesperados estáis... Bueno es saber que el Oráculo que vela este mundo tiene siempre sus intereses como primera prioridad, sin importarle qué ocurra después con sus “elegidos”.

Sus ojos me miran, lanzándome una mirada desafiante, como cuestionando si me atrevo a decir algo al respecto, pero yo sigo sin decir nada.

-Muy bien. En ese caso -Se pasa una mano por el pelo, que parece incluso más rebelde que de costumbre, para echárselo hacia atrás-. Me temo que no podemos llegar a un acuerdo. El secreto de la vida es algo que no estoy dispuesto a compartir.

-Tendremos que encontrar la forma de sonsacártelo, entonces -El tono de Lucien de nuevo suena a amenaza.

Victor no responde a eso.

En su lugar, se da la vuelta y echa a correr fuera de la habitación.

Siento a Lucien a punto de ir tras él, y mi cuerpo actúa antes que mi mente y me agarro a él para impedirle el movimiento. Me mira con sorpresa, como si no esperase esa reacción.

-Stella...

-Déjale irse... -Ruego- No... No quiero hacerle daño, Lucien. Lo que ha hecho está mal, pero...

-Eres tan amable, mi amor -Con un suspiro, coloca una mano sobre mi cabeza, en una caricia-, incluso cuando ello va en contra de tu bienestar. Stella, no podemos permitir que ese hombre se vaya. Le necesitamos, para saber cómo seguir produciendo cultivos. Por el bien de Eldarya.

-Pero entonces simplemente le estaremos usando -Me siento al borde de las lágrimas cuando miro a Lucien-. V-vamos a... Quieres matarle.

-Es el precio a pagar por sus crímenes -A pesar de lo macabro de las palabras, su mano acaricia mi rostro con infinita ternura-. Hablando de lo cual.

Gira la cabeza, y yo sigo la línea de su mirada.

Los niños.

-No-

-No pasa nada, Stella -Continúa acariciándome. Quiero separarme de él e interponerme entre él y los niños, pero ahora es él el que me impide el movimiento pasando su brazo libre alrededor de mi cintura-. Estoy devolviendo las cosas a cómo deberían ser. Los niños murieron ayer. No debes sentir pena... Simplemente cierra los ojos.

-Lucien, por favor, no, ¡no!

-Cierra los ojos...

Sus propios ojos comienzan a iluminarse con un resplandor dorado casi cegador, y aunque quiero negarme a ello, no puedo hacer nada cuando coloca su mano frente a mis ojos, protegiéndome de la luz que radia de él...

Escucho el principio de un coro de gritos que se desvanece de inmediato.

Cuando Lucien destapa mi cara y me deja ir, la habitación aún parece excesivamente iluminada, todo tan resplandeciente y brillante que me hace daño a la vista.

No hay ni rastro de los niños. No ha quedado nada de ellos.

-Que sus almas descansen en paz eterna -Es lo único que Lucien tiene que decir, mientras yo caigo al suelo, mis piernas habiéndose rendido en su intento de mantenerme de pie-. Como debiera haber sido. Todo esto pudiera haberse evitado tan fácilmente... Es una verdadera lástima.

Desde el suelo, ahora sí que llorando, completamente destrozada por todo lo ocurrido, miro a Lucien. El Oráculo se ha desvanecido en algún momento, dejándonos a solas. Completamente a solas.

-¿Por... qué...? -Me atrevo a preguntar. A pesar de que ni siquiera quiero oír la respuesta.

-Así es como tienen que ser las cosas, amor -Es su respuesta, con una sonrisa tan afable y dulce que me aterra-. Lo siento, porque sé que duele. Pero en ocasiones hay que hacer sacrificios, o hacer cosas que... verdaderamente no queremos hacer. Es por el bien de Eldarya, recuérdalo siempre. Aférrate a ello cuando te sientas perdida... Y aférrate a mí, que soy tu luz al igual que tú eres la mía, y recuerda que, pase lo que pase, estaremos siempre juntos, y que yo jamás abandonaré tu lado.

Yo... eso no me trae... Ningún consuelo.

-Ha debido ser extenuante para ti, todo esto -Niega con la cabeza-. Descansa, mi amor. No te preocupes, Victor no puede escapar de mí. Siempre pensé que podría querer escapar la Guardia, de modo que tengo preparadas una serie de contramedidas, por si acaso... A fin de cuentas, no podemos dejarle ir todavía. Aún le necesitamos... -Mete la mano en el interior de su única, sacando algo que parece un reloj de bolsillo, ¿o algo similar...? Cuando lo abre, surge una luz dorada en forma de flecha, que no parece saber exactamente a dónde señalar y da vueltas en todas direcciones, más bien como una brújula escacharrada...- Oh. Oh, cielos. No, eso no es bueno... Parece ser que he subestimado al humano. No importa, aún es imposible que escape. Tengo a mi disposición a la Guardia de Eel al completo, a fin de cuentas. Descansa, querida, mientras me hago con nuestro escapado amigo.

>>Y no te preocupes por nada. Sólo... Déjamelo todo a mí.

~*~*~

Lucien fue incapaz de dar con Victor tras su huida. Nadie apostaba a que pudiera ser tan escurridizo como acabó siendo pero, de algún modo, logró darle esquinazo a la Guardia de Eel.

Su habitación estaba desordenada, con pintas de que había rebuscado entre sus pertenencias antes de irse, y su rawist familiar tampoco estaba presente en el establo de la Guardia. Los guardias de la Gran Puerta recuerdan haberle visto irse, y hasta que Lucien no se lo ordenó, no fueron tras él, pero ya era demasiado tarde.

A pesar de que Lucien persiguió a Victor con todas sus habilidades físicas y mágicas, fue incapaz de dar con él. Todo lo que encontró fue un círculo de hechicería en mitad del bosque, aún titilante con magia recién usada.

-¡Es imposible que haya usado un círculo de hechicería! -Gritaba horas después, más al aire que a nadie, cuando repasábamos la situación en mi habitación, él paseando de un lado a otro con aire nervioso y yo en la cama, tumbada, como había permanecido el resto del día sin ninguna gana de unirme a la persecución o hacer nada al respecto- Eso es... ¡Es magia muy antigua, descartada mucho tiempo atrás!

-Parece que estaba preparado en caso de que alguien intentase ir tras él... -Mis palabras, aún cargadas de pena.

-Obviamente le he subestimado... Ha debido de meter sus narices en lugares donde no debería.

-Es el Líder de Absenta. Por supuesto que va a-

-Era el Líder de Absenta. De hoy en adelante, la Guardia ya no puede guardar relación con ese hombre.

-¡Es el hombre que ha permitido que crezcamos cultivos! ¿¡Cómo vamos a desvincularnos de él así!? Quizá... Quizá haya alguna forma de arreglar las cosas aún, Lucien...

-Lo único que necesitamos es que nos dé la receta. El resto vendrá después, tu perdón si quieres concedérselo, pero aún así, tras lo que ha hecho, no podemos admitirle en la Guardia de nuevo.

La historia de cómo Victor había usado la necromancia para revivir a los niños fallecidos, rompiendo un tabú importante a espaldas de la Guardia, y cómo nosotros completamente denunciamos sus acciones, y que por ello se ha dado a la fuga... Los niños, lamentablemente, habían perdido la vida de nuevo y sus cuerpos habían sido terriblemente mutilados por Victor en su intento de necromancia, lo cual hacía imposible que los padres pudieran volver a ver a sus hijos una última vez...

Salvo que eso es mentira, porque de los niños no queda nada porque Lucien los... volatilizó.

Y yo no pude hacer nada para evitarlo.

No hice absolutamente nada. No pude proteger a los niños de su muerte, no pude hacer nada para evitar la sentencia de Lucien, y... Y tampoco pude hacer nada por Victor.

Bueno. Miento.

Lo que sí que pude hacer fue no decirle a Lucien que conozco una forma para reabrir los círculos de hechicería que aún tienen magia.

Guardarme mis palabras de la misma forma en la que me las había guardado a la hora de defender a Victor. No decir nada. Eso es todo lo que puedo hacer.

Las semanas siguientes son un caos. Lucien se vuelca por completo en la búsqueda de Victor, y a mí el mero pensamiento de todo lo que ocurrió me pone enferma, de modo que paso bastante tiempo en reposo en mi propia habitación.

Haciendo nada.

Para cuando finalmente conseguí salir del pozo depresivo en el que yo misma me había tirado de cabeza, tampoco había mucho que yo pudiera hacer.

La búsqueda de Victor continuó durante meses, años.

Nada.

Ni un rumor, ni un susurro; era como si Victor se hubiera desvanecido completamente de la faz de Eldarya. Llegué a invocar al Oráculo para preguntarle si había devuelto a Victor al mundo humano por algún milagro, apiadándose de él.

-Victor sigue en Eldarya -Fue su respuesta-. Me aparecí frente a él, tras su huida, para convencerle de que hiciera lo correcto, pero se volvió contra mí. Temo que el vínculo que nos unía se haya roto. No pierdo la fe en él, en que haga lo correcto cuando llegue el momento. Pero ahora mismo, supone un peligro para Eldarya.

Sin noticias de Victor.

Durante dos años.

Es después de eso cuando empiezan los rumores.

Sobre un “hacedor de milagros” que conecta con los reinos élficos y les ayuda en su expansión y conquista, según los rumores, con... Cultivos humanos.

Sobre un hombre que circula por los bajos fondos de las ciudades, ofreciendo favores y tratos, a cambio de dinero y poder y... comida.

Sobre una figura que habla de venganza contra la Guardia, corrupta, y contra el Oráculo, desleal. Que dice que piensa salvar a Eldarya por sus propios medios, sin necesidad de l farsa que es el Oráculo.

Que va a tomar la Guardia de Eel y el Gran Cristal a la fuerza.

Al principio sólo son rumores que a mí me parecen absurdos y a Lucien le ponen de los nervios, y hacemos lo mejor posible por investigar su fuente, mientras que aseguramos a todo el mundo que es imposible que algo así ocurra, que alguien está conspirando contra nosotros y que, como todos sabemos, el Cristal es lo que mantiene Eldarya en pie, y sería estúpido oponerse a él, o al Oráculo que lo protege, o a la Guardia que lo custodia.

Hasta que nos enteramos que esta figura que conspira se hace llamar a sí mismo “El Titiritero”.

-Es Victor -Digo de inmediato, sin necesidad de más pruebas-. Así es como la llamaban los niños del refugio...

-Bien -Lucien, frente a mí en la sala del Cristal mientras discutimos este asunto, asiente-. Eso tiene sentido. Ahora lo que necesitamos es descubrir dónde se esconde. Podremos atraparle, obligarle a decirnos cómo hacer crecer los cultivos, y después...

Lo deja en el aire, a pesar de que ambos sabemos lo que quiere decir.

He tenido que hacerme a la idea, con todo el tiempo que ha pasado, del peligro que verdaderamente Victor representa para nosotros. Su mote de “El Titiritero” no viene por nada, nuestras fuentes nos informan de que Victor va siempre rodeado por un séquito de lo que él dice que son “marionetas”... Y que claramente son almas resurrectas.

Como tanta gente antes de él, ha caído en la tentación de la necromancia.

Siento que es culpa mía, por fallarle cuando le falle. Si no hubiera tenido que huir, si no se hubiera visto perseguido... Estos sentimientos de rencor y venganza no hubieran sido necesarios, ni tampoco su necesidad de crear un ejército de no-muertos. Salvar a aquellos niños... Lo hizo con buena intención, a pesar de usar los métodos incorrectos.

Pero esto es algo muy distinto.

Este suele ser el objetivo de la necromancia, a fin de cuentas, y siento que he sido yo la que le ha empujado a esto, no habiéndole defendido en su día.

Es muy tarde ya para este tipo de pensamientos. Para lo que debí haber hecho, para cómo debí haber afrontado la situación. Eso es algo que ya no puedo corregir. Y las consecuencias, aunque horribles, son las que son. Ahora el problema es... Cómo lidiar con la amenaza que Victor ha resultado ser.

Pasa medio año todavía hasta el enfrentamiento con Victor. Durante este medio año hemos intentado por todos los medios posibles encontrar la respuesta a su metodología, a cómo es capaz de amasar una cantidad de almas tan poderosa. No parece ser un necromante al uso... Su ejército no está hecho de cadáveres, sino de estas “marionetas”. En algún momento se plantea la posibilidad de que verdaderamente no sea necromancia, sino que haya encontrado una forma de crear un ejército de golems de alguna forma, pero descartamos la idea porque en los rumores que escuchamos sobre él siempre menciona cómo su ejército está formado, efectivamente, por almas... Lo cual es muy confuso para mí.

Lo que empezaron como rumores y susurros acaban convirtiéndose en amenazas y ataques directos a la Guardia, cuando Victor deja de molestarse en ocultar su identidad. Tras la muerte súbita de su majestad Elfonso de Lund’Mulhingar, que en correspondencia uno de los consejeros de su corte confiesa que fue a manos del “hacedor de milagros” en un acto de traición cuando solicita ayuda de la Guardia para templar las revueltas de Lund’Mulhingar (ayuda que niego de inmediato porque igual que nos dijeron que no nos entrometiéramos en su conquista no nos vamos a entrometer en esto, ¡buena suerte con los drow!), las acciones de El Titiritero se vuelven cada vez más peligrosas y públicas, y poco tiempo después nos llega la noticia de que planea un ataque a gran escala en Eel.

-No podemos permitir eso -Digo, reunida con Lucien y el resto de miembros de la Guardia Brillante-. Traer la pelea a Eel puede ser devastador para la gente del refugio, y... Un peligro para el Cristal y para el Oráculo.

-También hay que tener en cuenta, que en Eel somos más fuertes -Comenta Lucien-. Es aquí donde tenemos nuestro ejército y reservas... Defender la ciudad no es algo imposible. No sería la primera vez de Eel siendo sitiada.

-Pero en este caso, el sitio lo realiza un ejército de no-muertos -Le recuerdo-. Que no se cansan ni necesitan provisiones, al contrario que nosotros. Pueden mantener la pelea todo el día, nosotros no...

-Y como son un ejército de no-muertos, se desvanecerán en el momento en el que venzamos a su líder. No tienen moral que mermar, pero al mismo tiempo no tienen motivación más que servir a su amo. Una palabra suya, y se acabó el ejército entero. Estamos luchando contra un ejército de una sola persona. Y él solo no puede con nosotros.

Al final, no terminamos de decidir cómo queremos lidiar con Victor y su ejército porque se presentan en Eel antes de que nos dé tiempo a hacerlo.

Rápidamente activamos todos los protocolos de guerra, aunque tememos que vayan a llegar con retraso. La aparición de El Titiritero es demasiado repentina como para poderlo hacer todo con orden y calma, y eso hace que más de uno pierda los nervios. Por mi parte, yo me preparo para la batalla, me guste o no, porque... A pesar de lo mucho que amarga mi corazón pensar en cómo todo esto ha sido mi culpa por fallar a Victor, y de que lo que más me gustaría sería poder hacerle entrar en razón... No puedo arriesgarme a permitir que la gente del refugio salga herida.

De modo que desempolvo mi armadura y lanza, me armo con ellas y me reúno con Lucien frente a la puerta del refugio, para recibir noticias sorprendentes de uno de nuestros mensajeros.

-El, uh, ¿general? enemigo quiere hablar contigo, Stella.

-¿Cómo? -Eso me pilla un poco por sorpresa.

-Ha detenido a su ejército a las puertas y ha pedido tener una conversación contigo, dice que...

-Nos negamos en redondo -Lucien responde al instante, lo que me hace lanzarle una mirada molesta.

-Eso no lo decides tú -Y él parece hasta sorprendido cuando digo eso-. ¿Qué más ha dicho?

-Que quería tener un cara a cara antes de la batalla, y que quizá, um... se pudiera llegar a un acuerdo...

-No negociamos con cirmina-

-Está bien -Asiento, cortando a Lucien. La mirada que me dirige es casi herida-. Le debemos al menos la cortesía de escucharle...

-No le debemos ninguna cortesía a alguien que ha venido a nuestras puertas con un ejército.

-Sí se la debemos al hombre que trató de salvar este mundo y cuya recompensa fue el rechazo y la deshonra.

Lucien me mira atónito. El mensajero parece bastante nervioso por estar en medio de nuestro conflicto, pero mis órdenes van por encima de las de Lucien, le guste o no a él, así que.

-Um... Iré a informarle...

Rápidamente se aleja, dejándome a solas con Lucien, que aún me mira con pasmo.

-Stella, sabes perfectamente que es un truco para...

-A lo mejor no lo es -Le miro con indignación-. A lo mejor todo esto podría haberse solucionado mucho antes con el diálogo y la comprensión. Y quizá aún no es demasiado tarde...

-Stella... -Suspira mi nombre, llevándose una mano a la frente- Tus intenciones son buenas y tu corazón es puro, pero...

-Durante todos estos años me ha estado comiendo por dentro el silencio que guardé aquel día, Lucien. Esta es mi responsabilidad, por no saber actuar entonces. Voy a hablar con Victor, y voy a hacer todo lo posible por hacerle ver la razón. Y si deja atrás sus armas, vamos a perdonarle y vamos a intentar crear un futuro para Eldarya con él. ¿Entendido?

A pesar de la pregunta, no le doy tiempo a responder, sino que voy detrás del mensajero. Cuando Lucien intenta seguirme le grito que no lo haga, que esto es entre Victor y yo. Aunque claramente se opone a ello, permanece atrás, dejándome la libertad de ir a hablar con Victor.

Me encuentro con él a las puertas de Eel. El mensajero se retira en cuanto yo me acerco, dejándome a solas con Victor... Y el ejército de marionetas que aguardan tras la Gran Puerta. Claro que yo también tengo un ejército completo detrás de mí.

Verle después de tanto tiempo genera en mí todo tipo de emociones, pero todas ellas se acallan al ver su rostro y darme cuenta de lo mucho que ha cambiado.

Parece tan... Feliz.

Y eso me perturba profundamente.

Porque no debería estar feliz, ¿verdad? Y, sin embargo, ahora mismo está mucho más alegre de lo que le he visto nunca. Una sonrisa plena adorna su cara, llenándola de luz. En uno de sus ojos hay vida, hay ímpetu, hay deseo; hay propósito. El otro ojo...

Me sorprende, casi tanto como su felicidad aparente, ver la parte mutilada de su cara. Cicatrices mal curadas cruzan el lado izquierdo, sobre su ojo, que es... Negro, completamente negro, sin brillo.

La marca del Oráculo... No puedo evitar preguntarme si no se habrá hecho eso a sí mismo de alguna manera, aunque... Por la marca de las heridas, lo dudo. ¿Qué es lo que le ha ocurrido en este tiempo...?

Quizá no haya sido sólo a culpa de mis actos que él haya acabado así, me planteo por vez primera. Es obvio que algo ha ocurrido para cambiarle tanto...

-Stella -Me saluda. Incluso su voz parede distinta, y oír mi nombre se me hace agradable-. Veo que vienes preparada para la batalla.

-No necesariamente -Trato de sonar... Tranquila, aunque temo que mis nervios me traicionen. Esto no va a ser fácil-. Lo creas o no, es... Es bueno verte, Vic-

-Oh; no, no, no -Me interrumpe al instante-. Ni se te ocurra. Ahora mismo, no soy más que El Titiritero.

-Así te llamaban los niños del refugio... -En mi voz hay un leve reproche, pero a él no parece importarle, e inclina la cabeza a un lado- El mismo refugio que hoy vienes a amenazar con tus tropas. No quiero pelear, pero... Tampoco puedo dejar que le hagas daño a la gente de Eel.

-Oh, créeme, hay poca gente en Eel a la que verdaderamente yo mismo quiera hacer daño... -Pero la hay. En sus palabras queda implícito- De hecho, confiaba en que tú seas inteligente y em ayudes a evitar el conflicto que tanto odias.

>>Stella, ¿qué te parece si hacemos un trato?

¿Trato? En su sonrisa no hay más que buenas intenciones, y eso me descoloca completamente. Quiere hacer un trato... Con su ejército a mis puertas, la idea de un trato suena ridícula. Pero si hay forma de evitar derramar sangre...

-Te escucho.

-Suelta tus armas. Detén a tus fuerzas. Entrégame al Oráculo. Y no será necesaria la batalla. Lucien y tú podréis vivir felizmente donde sea que queráis, en cualquier lugar de este mundo que esté fuera de mi vista. Incluso os puedo llevar al mundo humano, para que podáis dejar todo este mundo atrás.

>>No pretendo destruir este mundo, ni pretendo herirlo. Al contrario. Pero con vosotros en mi camino, mi objetivo es imposible. Así que sólo te pido que te quites de en medio.

Suelto aire, con el corazón roto.

-Lo que me pides es imposible.

Es la única respuesta que puedo darle. Le miro a los ojos, ignorando la sensación de grima que me causa el que tiene oscurecido. Él me devuelve la mirada, firme y tranquila. Evidentemente esperaba esta respuesta. Una parte desesperada de mí quiere pensar que, incluso sabiendo que iba a negarle, él desea con todas sus fuerzas que me rinda para no tener que recurrir a la violencia.

Es la misma parte desesperada que desea que él se rinda para no tener que recurrir a la violencia.

-Una lástima entonces. Me temo que no queda otra más q-

El cielo se nubla por un instante, y él se interrumpe. Ambos miramos hacia arriba, y casi no me da tiempo a ver la figura alada de Lucien sobre a nosotros antes de que él ataque, en un gesto lanzando algo hacia Victor que no termino de llegar a ver y que casi me hace gritar pensando en lo que pueda pasarle...

Pero Victor simplemente levanta una mano y los tres proyectiles de Lucien, tres plumas perfectamente blancas y perfectamente letales, se detienen en el aire, interrumpidas por... Nada. Simplemente quedan suspendidas sobre nosotros, hasta que Victor relaja la mano y las plumas caen al suelo completamente inofensivas ahora.

-Estás interrumpiendo una conversación privada, Lucien -Victor se dirige a él y ahora en su sonrisa no veo miel, sino veneno puro.

-Se acabaron las negociaciones -Responde Lucien-. Es hora de poner fin a esto, y si no vas a rendirte; será tu sangre derramada y tu cuerpo hecho cenizas quienes lo hagan.

-Qué violento, para ser un aengel...

-Para alimañas como tú no hay perdón ni piedad...

Victor se ríe. No tiene nada de gracioso.

Quiero rogarles que no hagan esto. Que detengamos todo este asunto, que por favor, por favor busquemos otro método.

Pero por una vez, tengo que ser realista.

La última vez, que permanecí pasiva y dejé que las cosas ocurrieran sin intervenir, todo acabó mal, y ha desembocado en esto.

Si no hago nada ahora mismo, Eel va a sufrir las consecuencias. Por mucho que deteste pelear contra Victor... Tampoco puedo dejar que él hiera a mi gente.

Lo que tengo que hacer, ahora mismo, es luchar. Luchar para acabar este conflicto. Y luchar para pararle los pies a Victor antes de que Lucien pueda hacerlo.

Es así como empieza la batalla.

El número de marionetas que Victor controla es realmente impresionante, una verdadera armada que se interna en Eel y contra la que nuestra armada tiene que poner todo su empeño en repeler. Pero quitando el número, las marionetas no tienen ni punto de comparación con la formación militar de nuestras tropas.

Victor es el mayor problema. Ha parecido desarrollar poderes de alguna forma... Poderes que no reconozco, magia de ataque extraña que causa cortes en mi piel cuando menos me lo espero, que fuerza mis músculos a moverse de forma contraria a lo que mi mente les dice... Como si mi cuerpo fuera otra más de sus marionetas. Eso sumado a sus propias habilidades con la espada le hacen un combatiente... Más que formidable. Sobre todo teniendo en cuenta que, bueno, nunca he sido especialmente habilidosa en el campo de batalla.

En el término de lo físico, nos quedamos cortos. De modo que la solución viene rápida a nuestras mentes: la forma de derrotarle es con magia.

El problema viene que tanto mi magia como la de Lucien son... Poderosas. Y peligrosas. En el fragor de la batalla, tener un accidente mágico podría ser fatal. Pero es lo único que nos queda.

Invoco los poderes del cosmos para ayudarme. A un gesto de mi mano, Victor se levanta inmediatamente en el aire, la pérdida de equilibrio sobresaltándole al instante. Lucien aprovecha el segundo de despiste para desde el aire lanzar un conjuro, haciendo que el cuerpo de Victor se vea apresado por varias cadenas doradas... En cuanto está atrapado yo revierto la gravedad, ahora haciéndole caer a plomo al suelo de nuevo, y el cuerpo de Victor choca contra el suelo de forma violenta, hundiéndose en la tierra. Escucho el crujir de sus huesos, que me escalofría.

Lucien se coloca frente a él, extiende sus brazos y un cúmulo de luz dorada aparece frente a sus manos...

-¡Espera! -Le grito, temiéndome que vaya a pasarse de la raya- ¡L-le necesitamos vivo, recuerda!

Es posiblemente la única razón por la que Lucien se haya estado conteniendo hasta ahora, el hecho de que aún hay respuestas que necesitamos por parte de Victor. Si no fuera por eso, me temo que hace tiempo que...

En lugar de usar la magia, entonces, Lucien desciende sobre él. Ahora mismo, es una de esas escasas ocasiones en las cuales puedo ver su transformación completa... Tres pares de alas adornan su espalda, magníficas como siempre, los numerosos pares de ojos que surgen entre las plumas todos fijos en Victor. Sobre la cabeza de Lucien una aureola radia luz dorada angelical con una intensidad que quiere hacer arder mi piel; la misma luz que ilumina su cuerpo al completo y convierte sus ojos en dos orbes de luz dorada.

Verle así, en toda su gloria, siempre ha inspirado en mí un profundo respeto. Su belleza angelical me roba la respiración y capta toda mi atención. Me vuelve débil y me atonta, incluso en mitad del combate, porque es para mí imposible no centrar mi mirada en el poderoso serafín frente a mí.

Me distrae lo suficiente como para que, cuando vuelvo en mí, es para ver a ese mismo serafín sobre Victor, golpeándole con sus puños una y otra y otra y otra vez, ya pasado el punto de la inconsciencia, y...

-¡Lucien! -Rápidamente corro en su dirección, pero no parece oírme- ¡Lucien, ya está! ¡Se acabó!

Cuando me acerco lo suficiente, todos los ojos de sus alas se mueven hacia mí a la vez, haciendo que me quede paralizada donde estoy por un instante, muy incómoda ante el peso de sus miradas. Aún con eso, Lucien parece completamente centrado en Victor, así que me repongo y continúo avanzando hacia él, agarrando uno de sus brazos antes de que pueda arremeter de nuevo contra el inconsciente Victor.

-¡Ya está! -Le grito- Está inconsciente, Lucien. Ya vale.

El contacto con la piel de Lucien me abrasa de una forma en la que no pensé que fuera posible. Otras veces que se ha transformado siempre me ha pedido que guarde distancia... Empiezo a entender por qué.

Al menos, con eso consigo que Lucien salga del trance en el que estaba y que finalmente se detenga. Ojos dorados, los suyos esta vez, se fijan en mí, y al reconocerme su cara cambia a una mueca de sorpresa. De inmediato su transformación se deshace, dejándole sólo con un único par de alas a su espalda, pero el calor terrible de su presencia desaparece y también la incómoda sensación de tantos y tantos ojos.

-¡S-Stella, no...! ¡N-no puedes acercarte tanto cuando estoy...! -Olvidándose completamente de Victor, me agarra por los hombros para separarme de él, pero se arrepiente del gesto al instante y me suelta cso como si temiera que el tacto fuera a quemarme...- No deberías haber...

-Bueno pues entonces no te pongas a brillar tanto y a ignorarme -Me quejo, pero eso es lo de menos, y ahora miro a Victor...

Sólo para encontrarme con una de las cosas más horribles que he visto nunca. La consecuencia de la paliza de Lucien es... Un rostro completamente mutilado, hundido sobre sí mismo, hueso roto y astillado, tanta sangre... Me hace dudar de si está vivo siquiera.

Le grito a Lucien que se retire de inmediato, y él me hace caso yo creo que más bien porque la autoridad de mi voz le pilla por sorpresa. En seguida invoco mi magia curativa, aplicándola sobre Victor, y respiro con alivio al ver que funciona... Eso significa que no es demasiado tarde...

-¿Q-qué haces? -Lucien parece confundido.

-¡No podemos dejarle morir! -Exclamo- Lucien, te has... pasado de la raya. Mucho.

-Lo siento... -Parece entristecido... No sé si lo siente de verdad, pero al menos mi reproche parece afectarle.

Con mis curas, consigo restaurar a Victor a un estado más... decente. No termino de curar todas las heridas del combate, porque son demasiadas y traerle del borde de la muerte ya extrae de mí una buena dosis de maana; y mi magia tampoco va a restaurar la sangre perdida... Pero algo es algo...

De lo que me doy cuenta es de que esa cicatriz tan horrenda en su rostro, y su ojo ennegrecido, no parecen afectados en absoluto por mis curas.

Al final, consigo estabilizarle, pero sigue inconsciente.

Me permito, al fin, tomar aire. Ya está. Se acabó. Hemos derrotado a Victor...

... o eso me gustaría decir, pero aún escucho el caos de la batalla en el CG. Miro a Lucien con confusión, pero él parece más concentrado en Victor que otra cosa.

-¿Por qué no se han deshecho las marionetas? -Pregunto, y es sólo entonces cuando él también lo cuestiona- El hechizo debería haberse...

-Aún no sabemos exactamente cómo funciona su magia -Es la respuesta-. Tiene pinta de ser... Algo que no hemos visto nunca antes. En cualquier caso, nuestra prioridad ahora mismo es asegurarnos de que no sea capaz de causar más daños, incluso cuando se despierte.

-Sí...

Lucien agarra a Victor sin demasiado cuidado. Las cadenas doradas vuelven a rodear su cuerpo, atrapándole incluso en su inconsciencia. Ignoro la sensación de pesadez en mi pecho, al menos por ahora. La batalla aún ruge. No puedo permitirme distracciones.

~*~*~

La verdadera batalla no es la que tuvimos en el CG, enfrentándonos a la horda de marionetas de Victor. Eso, hasta cierto punto, fue lo “fácil”. Una vez caído Victor, con Lucien y yo misma uniéndonos a la batalla, nos fue mucho más fácil mermar las tropas enemigas.

Descubrimos que, además de marionetas, Victor había conseguido reclutar a su causa algunas personas, y eso fue... Un golpe un poco duro de encajar. Porque eran personas yendo directamente en contra de la Guardia de Eel, gente que nos quiere ver caer. Más gente a la que he fallado, de alguna manera u otra. Humanos enfurecidos contra los faéricos y su gobierno sobre Eldarya. Elfos, sobre todo drows, de los territorios conquistados por Lund’Mulhingar. Kitsunes que portan el emblema de Mizutani en su armadura.

Gente que Victor ha conseguido convencer para que se unieran a su causa. Algo me hace pensar que no le costó demasiado conseguir sus alianzas.

Al final, personas y marionetas terminaron por caer, de una forma u otra. Las personas, racionales que al ver que la suya era ya una guerra perdida, terminaron por rendirse ante nosotros. Las dichosas marionetas tardaron un poco más. No era especialmente difícil batirse contra ellas, porque desde luego no estaban preparadas para la lucha contra un ejército entrenado (aunque me cueste pensarlo como tal, supongo que la Guardia es un ejército...), pero eran tantas... Y con energía aparentemente ilimitada.

La única forma de derrotarlas fue, efectivamente, convenciendo a Victor de que las dejase ir. Y no fue fácil.

Cuando Victor despertó, lo hizo dentro de una prisión mágica creada de una combinación de mi magia y la de Lucien... Lo cual hace que sea prácticamente imposible de romper. Fue Lucien el que estaba con él, montando guardia, y cuando yo llegué a la prisión me les encontré intentando asesinarse el uno al otro con la mirada.

-Tienes que dejar ir las marionetas -Fue lo primero que dije, de inmediato-. Has perdido. Se acabó. Tus aliados ya se han rendido, sólo quedan las marionetas que siguen luchando una batalla perdida, y todo lo que consiguen es romper la ciudad y aterrorizar a los habitantes que, te recuerdo, son refugiados que han tenido que huir de otras guerras y horrores en el pasado. Detén esto de inmediato.

-¿O qué vas a hacer? -La respuesta vino de inmediato- ¿Matarme? Hasta donde yo recuerdo, no podéis permitiros eso, ¿o habéis conseguido ya hacer crecer cultivos por vuestra cuenta? Dímelo para poder daros la enhorabuena si ocupa.

-No te pases de listo, Victor -Turno de Lucien para hablar, apoyado sobre la pared rosácea y semitranslúcida-. Parece que no entiendes la situación en la que estás. Ahora mismo eres un prisionero de la Guardia de Eel. No vas a salir de aquí hasta que no nos des lo que queremos. Hay muchos métodos para hacerte hablar, y, teniendo en cuenta que no pareces asustado de la muerte, quizá tenga que buscar algo peor con lo que amenazarte. Créeme. Hay opciones.

-Puedes hacer lo que quieras, Lucien. No voy a deciros nada -Soltó una carcajada-. No llegáis a entender siquiera el peso de lo que decís.

-Esto no es motivo de risa -Intervine yo-. Esto es... ¡Esto es ridículo! -Frustrada, enfadada, tan cansada por todo, lancé mi lanza a cualquier esquina de la habitación, sin importarme a dónde cayera- Victor, por favor. Esto no tenía que haber acabado así, y no tiene por qué salir mal. Te necesitamos, y lo sabes, y podemos colaborar juntos, pero n-

-Esto ha acabado así porque vosotros lo habéis querido, porque en el momento en el que usé mis habilidades para algo que a vosotros no os convenía decidisteis que mi vida era una inconveniencia en medio del camino de vuestros intereses. El puto Oráculo en persona se presentó para condenar mis acciones, que ella celebró cuando me trajo a este mundo. Su elegido, ¿sabes por qué soy su elegido? Por mi poder sobre la vida. Y cuando uso ese poder para algo que no le gusta, ah, ¡nu-uh! Se acabó, se acabó. Y sin embargo aquí tienes al único “superviviente” de la matanza de los daemons, que nadie se cuestiona qué hace aquí; y aquí estás tú, supremamente inútil e ignorante, dirigiendo esta Guardia sin voluntad propia, porque eres tan ridículamente imbécil que no te das cuenta de que tú no has hecho ni una sola elección por tu cuenta desde que pisaste este mundo por primera vez, estrella.

>>El Oráculo le quiere a él porque es un fánatico de lo “puro” y lo “divino”, y a ti porque eres una muñequita fácil de manipular. A mí me repudió por ir en contra de su plan perfecto. Si realmente te interesara el bien de este mundo, si de verdad te importase algo más que lamerle las botas al Oráculo que dicta tu vida entera; entonces te hubieras puesto de mi lado, y no estarías aquí y ahora intentando predicar sobre cómo ser más “colaborativos”, porque fuisteis VOSOTROS los que me-

-Silencio ya.

Con la palabra de Lucien, se cortó la voz de Victor. No su discurso, porque incluso enmudecido, incluso a sabiendas de que no podíamos escucharle, continuó hablando durante aún mucho tiempo, diciendo vete a saber qué tipo de cosas que sólo puedo imaginarme lo que fueran, e interrumpiéndose ocasionalmente con lo que parecían ser ataques de risa histérica.

Evidentemente Victor no estaba ni mucho menos en sus cabales.

Lo que dijo... Me afectó, lo admito, y me dolió. Ya había sido consciente de mi inactividad, y me he sentido culpable por ella desde el primer momento. Pero oír sus acusaciones, y el dolor y la ira en su voz... Fue duro.

Días pasaron sin que supiéramos cómo lidiar con Victor, días de defender el CG de una hora de marionetas cada vez más inútil pero siempre igual de molesta. Intentamos deshacer el hechizo con todas nuestras fuerzas, sin encontrar solución alguna, hasta que al final se nos ocurrió la idea más estúpida posible.

-Si le mandamos al quinto pino quizá le saquemos del radio del conjuro y se le caigan las marionetas.

La persona que dijo eso tiene asegurado un puesto en la Guardia Brillante si lo quiere.

Efectivamente, cuando trasladamos a Victor (maniatado, sellado con varios tipos de magia distinta, con Lucien respirándole en el cuello en todo el momento) a la prisión de Sinistorre, las marionetas se cayeron todas al suelo y dejaron de dar la lata. Un día de celebración en Eel, con la dura batalla al fin terminada. Nuestra Líder de la Sombra le propone matrimonio a la Líder de Obsidiana y deciden que van a retirarse de la Guardia después de la ceremonia. Me alegro tanto por ellas, pero les ruego que por favor esperen a que se tranquilice la situación antes de hacer eso.

En Sinistorre, buscamos la mejor forma de contener a Victor. De la misma forma que él no puede dirigir a sus marionetas en Eel desde aquí, nosotros no vamos a poder mantener un control completo sobre él estando en Eel...

Y, la verdad, nos hace falta.

Han habido varios intentos de escape desde que le trajimos a Sinistorre, a cuál más peligroso. En cuanto Lucien y yo nos despistamos apenas un segundo, él consigue deshacerse del resto de guardias. Varios de ellos han muerto ya. En una ocasión logró dominar de alguna forma a una de nuestras armaduras decorativas.

-¿Por qué tenemos armaduras decorativas?

-Uhhh... La estética de mazmorra medieval hace que la moral de los guardias aumente... Son muy chulas.

Quedan prohibidas terminantemente las armaduras decorativas, por decreto de Lucien. Victor queda encerrado en confinamiento, lejos de cualquier otro de los reclusos, porque también se las apaña para matar a uno de ellos en un momento para causar una distracción e intentar escapar; y en otro momento intenta iniciar una rebelión entre los presos. Incluso intenta negociar con la torre en sí, pero gracias a todo lo sagrado, las torres mágicas animadas no tienen demasiada ambición, así que negociar con ellas es complicado.

En la enésima vez que Victor intenta escaparse, Lucien le caza a la salida de la torre y la tumba al suelo de un puñetazo.

-No sé por qué lo sigue intentando -Comenta, mientras le arrastra por el suelo en dirección a otra celda de contención distinta a la que se ha escapado-. No está en un estado físico para escaparse... Es inútil que lo intente.

Es verdad. Le hemos pegado sellos mágicos por todos lados en un intento de anular sus poderes (lo cual no ha parecido funcionar para nada), y hemos llegado al punto en el que hemos mermado su consumo de agua y comida para que pierda energía, en un intento de que al menos se esté quieto de una vez.

Pero nada parece funcionar con él.

En uno de mis turnos de guardia (Lucien y yo tenemos que estar vigilándole continuamente para evitar que haga de las suyas), apoyada contra la puerta de su celda, el suspiro que lanzo debe ser tan notorio que hasta él se da cuenta al otro lado.

-¿Cansada, Stella? -Se burla. Puedo imaginar la sonrisa en su rostro- Deberías irte a dormir.

-¿Y entonces quién se va a quedar aquí para hacerte compañía? -Trato de sonar tranquila, a pesar de lo muy irritada que estoy con él- No queremos que te sientas solo.

-En algún momento bajaréis la guardia, y entonces...

Contengo el urge de suspirar de nuevo, llevándome las manos a la cara. Soy capaz de notar físicamente el cansancio que hay en ella sólo por el tacto. Llevamos una semana y pico así, y la actitud de Victor no tiene pinta de ir a mejorar.

-Sigo sin entender por qué haces todo esto -Confieso.

-Sí, ya hemos hablado de cómo eres incapaz de comprender la idea de “conflicto”... Pero, vamos, no eres tan estúpida, ¿verdad? Incluso tú puedes entender las emociones que impulsan mi campaña contra el Oráculo.

-¿Es la venganza algo por lo que merece vivir, para ti? Ahora mismo, ¿qué te mantiene en pie salvo tu ira y tu rencor? Los comprendo, los entiendo, y me apiado de ti por haber llegado a este punto en tu vida. De verdad, ojalá... Ojalá no hubiera pasado nada de esto nunca.

-Concuerdo.

>>Ojalá me hubiera muerto antes de llegar a este mundo.

Por un instante, en sus palabras me parece sentir al antiguo Victor. Antes de que se convirtiera en esta fachada enloquecida de “El Titiritero”. Siento parte de una melancolía y una tristeza que nunca entendí, pero que siempre supe que no tenía consuelo.

-¿... es eso lo que quieres? -Pregunto, en un momento de debilidad.

No me importa condenar a este mundo entero. No me importa desobedecer al Oráculo, por una vez. Ya vendrá otra persona. Ahora que sabemos que es posible, me contento con eso.

Pero si puedo traer paz a Victor...

-No. No, ahora no puedo permitirme algo tan sencillo como la muerte -Y una parte de mí se siente aliviada con eso-. Siendo sinceros, ni siquiera sé si esa es una posibilidad para mí ahora. He trascendido la vida y la muerte. Ambas son completamente irrelevantes para mí.

-¿Qué quieres decir con eso?

-¿Por qué debería explicártelo? Lo único que gano es que, una vez más, volváis a condenarme por algo que ni siquiera comprendéis.

-Ese es el problema. Intento comprenderte.

-Bueno, pues comprende esto: Jamás vais a obtener de mí lo que queréis, porque el conocimiento que poseo es algo que nadie más puede conocer. Perdéis el tiempo intentando contenerme. En algún momento, escaparé y reclamaré aquello que deseo. Podéis intentar lo que queráis, todo será inútil al final. Incluso si me matáis, volveré a este mundo y lo haré todo de nuevo una y otra vez hasta destruir a ese dichoso Oráculo que firmó su propia sentencia en el momento en el que me abandonó. Este es un juego que es imposible que yo pierda, incluso si tardo una eternidad en ganarlo.

A pesar de la imposibilidad de sus palabras, me lo creo. Me creo que verdaderamente esté dispuesto a pasar una eternidad persiguiendo este plan imposible. Me creo que pretenda desafiar a la muerte misma, porque ya le he visto hacerlo en más de una ocasión.

Y tomo una decisión.

-No.

-¿No?

-No escaparás. No atormentarás nunca más a nadie. Si esa es tu convicción, si verdaderamente crees que ese es el único camino que queda, entonces te pararé los pies.

>>No te permitiré la muerte, ni tampoco la vida. Permanecerás preso de tu ira y tu locura desde aquí hasta que el universo se consuma.

>>Si esa es la apuesta que estás dispuesto a hacer, Victor... Me aseguraré de que este juego que aseguras eres incapaz de perder... También seas incapaz de ganar.

Hay un instante de silencio. En él, siento todo el cosmos pulsar con el latido de mi corazón.

-Te he dicho que ese ya no es mi nombre. Yo sólo soy El Titiritero. Con eso dicho...

>>Trato hecho.

Me pongo en pie, y una de mis manos disuelve la puerta que me separa de El Titiritero en un instante. Me le encuentro tras ella, sonriente, pese a la ferocidad de la expresión que sé que visto ahora mismo. El Universo entero está a mí favor ahora mismo, y al Universo le duele como a mí cuando araño la piel de mis brazos, mis uñas levantando carne y piel y haciendo brotar el carmesí de mi sangre, a borbotones, el líquido casi en ebullición cuando sale de mí y se esparce por el suelo. Mis manos se colocan entonces sobre los hombros de El Titiritero y su expresión cambia al instante.

Porque al fin toma consciencia.

De los poderes a los que acaba de invocar oponiéndose a mí.

Empujo, con fuerza universal, y él se hunde en la piedra bajo nuestros pies, su cuerpo deshecho contra la roca de la torre, que crece para unirse a él. Mis ojos se fijan en los suyos, y por una vez no tienen el tono violeta del oráculo, sino que en ellos se acuestan infinitas galaxias. En ellos está el principio y el fin, lo está todo contenido, y sé que sólo con la idea de la Infinidad su cuerpo pierde toda resistencia, su mente se pliega bajo el pánico que impone el Universo.

La vida y la muerte que él controla no son nada para el Universo y la Infinidad.

Mi sangre chorrea y nos rodea, mis manos se imprimen en su piel con el calor que expele mi cuerpo ahora mismo, el vapor de mi sangre se vuelve polvo estelar que inunda la sala.

Alquimia.

Altero sustancia y materia cambiando todas las leyes lógicas, porque mi voluntad es la misma del Universo que define todas las cosas.

Le escucho gritar en pánico, terror, y horror; y ello me inspira para seguir adelante con mi resolución, porque él es también parte del todo, y su cuerpo acepta mi voluntad y se doblega, dándome el poder necesario para desafiar la realidad misma.

Altero todo el universo en sólo un segundo.

Y luego le dejo ir. Mi cuerpo brilla con su luz estelar, no tan radiante como la de Lucien, pero no menos poderosa. Mi sangre se asienta sobre la roca a nuestro alrededor, dibujando en el suelo lo que podría ser un mapa estelar, un círculo alquímico o algo que nadie más que yo pudiera comprender.

En su centro, El Titiritero queda anclado y sellado.

Para siempre.

Mi cuerpo vibra con el poder del cosmos. Me siento agotada, por un instante, pero más poderosa que nunca. No puedo evitar mirarle con pena, cuando le veo hundido en la roca, su carne mezclada con la piedra, convirtiéndole en una verdadera abominación.

Ignoro sus gritos y maldiciones. Ignoro sus llantos, sus súplicas y sus ruegos.

Así lo has querido tú.

-Adiós, Titiritero -La potencia del cosmos aún reverbera en mi voz cuando hablo-. Sufre, durante una eternidad.

Me doy la vuelta, y le dejo atrás una vez más.

Suelto aire, lentamente.

Cuando vuelvo a tomarlo, todo mi cuerpo duele. Como si mis pulmones se llenasen con cristal puro, perforándome desde el interior. Noto de inmediato la energía queriendo escapar de mi cuerpo, no de mis heridas; ya cicatrizadas y exhaustas, sino de mi propia alma, de mi propio ser.

Intuía que esto iba a ser así, pero... Vaya... Es más desagradable de lo que esperaba.

Me cuesta caminar, cada paso que doy ayudando a mi agotamiento y a mi dolor. Pero camino, porque escucho los pasos de Lucien corriendo hacia mí.

Le veo aparecer desde el hueco de unas escaleras, al otro extremo del pasillo. En cuanto me ve, su cara cambia a una expresión de horror, y me dejo caer porque sé que al hacerlo, acabo entre sus brazos.

-Stella, qué... ¿q-qué pasado? ¿Qué te ha hecho, qué...?

-Luci...

Examino su rostro, tan preocupado sobre mí.

Por un instante, una terrible sensación de pérdida me invade. Luego, se desvanece el último hilo de mi conexión momentánea del Universo, y una vez más olvido a la primera luz del firmamento.

-Ya está -Digo simplemente-. No podrá escapar nunca más.

-¿Le has...?

-No. Sería inútil intentar acabar con su vida. Le he anclado a este mundo para siempre.

-¿¡Por qué has-

-A esta torre. A este momento y este lugar. Jamás podrá escapar. Este es su lugar en el universo a partir de ahora.

-No entiendo lo que...

-Atiende, Lucien, porque tengo poco tiempo para hablarte.

-¿Qué?

Y esa pregunta sale en un sollozo, un gemido, el sonido del dolor más puro. Trato de sonar todo lo calmada que puedo, pero mi voz tiembla a causa del esfuerzo.

-Calma, amor. No es tan horrible como piensas. He expuesto a este mundo mi naturaleza como estrella, le he hecho consciente de mi poder... Y ahora quiere más. El maana es veneno para mí ahora. Estar en este mundo me... Drena. Y tengo energía casi ilimitada, porque soy una estrella... Pero eso es casi. Y es... -Suelto aire- Difícil estar aquí. Tn... agotador...

-P-puedo compartir mi magia contigo...

-No tienes la magia suficiente para soportarme, me temo... -Le dedico una sonrisa triste- Lo siento. Sé que te prometí que estaríamos juntos hasta el fin del universo, pero...

-¿A-a dónde tienes que ir? ¿Regresarás al cielo?

-No... Estaba pensando... -Y ahora mi sonrisa es un poco más... alegre- En visitar el mundo humano. No está tan lejos, ¿no? Quizá así podamos vernos de cuando en cuando...

-I-Iré contigo, entonces.

-No. Este mundo te necesita, Lucien. He lidiado con El Titiritero, por ahora, pero aún hay asuntos pendientes aquí que yo no voy a poder atender. Tenemos que descubrir su secreto. Quiero que de eso te encargues tú. Este mundo por el que tanto se ha sacrificado, y que tanto tiempo hemos cuidado juntos... Quiero pedirte que cuides de él, en mi ausencia. ¿No harás eso por mí?

-N-no puedo, sin ti... Preferiría destruir este mundo y crear otro nuevo sólo para ti, antes de dejarte ir...

Cruel... Por qué has de ser tan cruel, Lucien...

-No te atrevas a decir esas cosas -Ahora le reprocho-. Este es nuestro mundo. Por favor, cuida de mí. Quizá algún día sea capaz de volver. Quizá tú puedas venir conmigo, una vez este mundo se salve. Pero ahora mismo tú eres el único que puede traer esperanza a este mundo, así que... Por favor. Te lo ruego.

Me apena tanto verle llorar. Tanto, tantísimo. Levanto una mano en dirección a su rostro, por secar sus lágrimas. Mis músculos se quejan con un dolor imposible, cada fibra de mi ser atormentada a cada movimiento.

Él me abraza con fuerza.

~*~*~

Así, tengo que despedirme de Eldarya.

Es algo súbito, apenas hay tiempo. No puedo despedirme prácticamente de nadie. No me da tiempo a consultar con el Oráculo si esta es la decisión correcta, o si aprueba mis acciones con El Titiritero. El tiempo que paso entre los brazos de Lucien es breve, la despedida es insuficiente.

Pero tengo que irme.

Al mundo humano.

Aparezco en mitad de un campo vacío, donde nadie puede verme. Es de noche, pero el cielo está nublado, y no puedo ver a mis hermanas en el firmamento.

Mi cuerpo en seguida deja de doler, respirar se vuelve algo sencillo de nuevo. Pero sigo cansada, y es un desafío no colapsar en el mismo círculo de setas que tengo que dejar atrás, junto a un mundo tan distinto a este.

Cuando llego al mundo humano me siento, por primera vez en mi vida, sola.

Decido explorar esa emoción.

Cuando llego a las ciudades humanas, me siento tan distinta a ellos, a pesar de que no somos tan dispares. Soy capaz de mezclarme entre ellos, pero incluso con nuestras similitudes, soy una extraña. Sé que ellos también lo perciben, así que paso mucho tiempo deambulando entre varios sitios muy distintos, con humanos tan dispares.

Aprendo mucho de ellos. Aprendo que... Este mundo no es exactamente como yo pensaba. Los humanos tienen sus propios problemas. Enfermedades, hambrunas, guerras. Huh. No sé por qué pensaba que poder cultivar y criar ganado solucionaría los problemas de hambre, pero hay tanta gente que... No puede acceder a la comida. Es tan triste, y me rompe el corazón.

Todos tenemos nuestras desgracias, parece ser.

Pero incluso en los lugares más fríos y oscuros existe también la luz. Es esto en lo que encuentro las mayores similitudes con los faéricos: resiliencia.

Incluso en el hambre, la creatividad humana prospera. Incluso cuando todo parece perdidos, ellos ponen esfuerzo para luchar por un futuro mejor, por ellos y sus familias. Veo pueblos levantarse contra autoridades opresivas, pidiendo libertad y derechos, veo un continente entero reinventarse. Veo el arte florecer, en cada esquina y cada rincón, de las formas más simples y más complicadas. Veo a los humanos celebrar la vida, veo amor y ternura y pasión y tristeza y desolación y esperanza e ímpetu y...

No puedo evitar enamorarme de la humanidad.

Consigo adaptarme a ellos, y vivir como una más. Jamás seremos iguales, lo sé y lo tengo en cuenta, pero hay algo fascinante para mi vida eterna en ver las suyas florecer y marchitarse. Les veo cometer los mismos errores (¡y aprendo un refrán, que “el hombre es el único animal capaz de tropezarse con la misma piedra”!), y levantarse una y otra vez. Progreso y prosperidad, me temo que a veces a costa de cosas horribles, pero a la vez no puedo evitar admirar la creatividad humana, que a veces parece ir mucho más allá de la alquimia y de la magia.

El horror de la inventiva humana llega a su cúspide con la guerra.

No es que sea ajena a la guerra, por supuesto, pero las guerras humanas son mucho más... Letales. Su poder destructivo es abrumador, y no tienen magia con la que protegerse o con la que curar sus heridas. Muchos hombres pierden la vida inútilmente en la que llaman la guerra de trincheras. Pasan meses y meses asentados en el mismo lugar, sin moverse, sólo para acabar muriendo inútilmente.

A la trinchera de Verdún la llaman “la picadora de carne”. Es allí donde me destinan, y el horror que veo en el campamento médico es indescriptible. Puedo sentir la muerte según paseo entre las “camillas” (o cualquier superficie en la que podamos tirar a un soldado herido o cadáver que aún nadie se ha dado cuenta de que está muerto), y me siento desbordada intentando atender a los gritos y peticiones.

Podría usar la magia para levantar a estos hombres, curarles de inmediato. Pero entonces tendría tantas preguntas por responder... Si es que me dejasen explicarme, claro. Nadie hace caso a las auxiliares. No sé si porque somos auxiliares...

O porque somos mujeres.

-¡Stella!

Siempre hay una excepción a la regla.

Me giro, con cuidado de que no se me caigan de las manos ninguna de las toallas relativamente limpias que tengo encima. La voz grave y ronca que me llama es inconfundible, y una de las pocas que no me molesta cuando grita mi nombre (entre otras cosas porque es de los pocos que se ha molestado en aprendérselo), así que atiendo de inmediato.

-Dr. Beltran -Respondo, cuando llega hasta mí con algunos de sus asistentes más cercanos... Todos hombres, cómo no. A pesar de que soy consciente de que ha pedido varias veces que me hagan enfermera para poder ponerme a su lado.

-Tú, coge eso y llévalo a su sitio -Instruye a uno de los hombres a su lado, al que bajo ninguna otra circunstancia se le ocurriría hacer un trabajo tan “básico”, pero que obedece de inmediato-. Stella, conmigo.

-Doctor, para este caso necesitamos a alguien más...

-La necesito a ella y a nadie más, así que tú vete a ser útil, que seguro que hay algo que puedas estar haciendo más que cuestionar mis decisiones.

El otro médico directamente se evapora. Yo contengo la sonrisa poco profesional que quiere aparecer en mis labios al verme reivindicada.

-Tenemos una cirugía urgente -Me va explicando el Doctor, mientras yo le sigo sin falta, mis pasos acompasándose a la velocidad de los suyos-. Su arma tuvo un defecto y la explosión le... Bah, no sé para qué te explico nada si al final da igual.

-Para ser enfermera tendré que saber lo que estoy tratando, ¿o no? -La puerta del “quirófano”, una tienda más apartada de los demás que tiene unas condiciones un poco más limpias que el resto del hospital de campaña, se cierra detrás de nosotros por uno de los soldados que quedan al otro lado, dejándonos al Doctor y a mí a solas con un soldado más muerto que vivo.

-Si tuviera tiempo para enseñarte medicina, lo haría con mucho gusto, para alguien competente que hay en este infierno de campamento. Pero por ahora necesito que hagas de tu magia.

No necesita más que decírmelo. En un instante, con mis manos puestas sobre el moribundo soldado, un crío que no debería estar matándose a tiros en una trinchera, las heridas comienzan a desvanecerse, las quemaduras retroceden dejando piel perfecta tras de sí, los huesos vuelven a su sitio con una serie de chasquidos...

A veces, cuando de verdad no me queda otra, cuando temo que vayamos a perder una vida si no lo hago, sí me permito el uso de la magia, a pesar de los peligros que trae consigo. El Doctor se dio cuenta, en algún momento, de que los pacientes que yo trataba tenían una recuperación “milagrosa”... Se interesó por mí de inmediato empezó a hacer un seguimiento de mis habilidades, y en algún momento que me estaba mirando entré en pánico y usé magia sin querer y...

Por un momento pensé que iba a haber matado al hombre de un infarto. Pero después del susto y de que se tomase el resto del día libre porque el estrés del campamento había conseguido tumbarle al suelo, oops, definitivamente nada mágico ha ocurrido aquí; me llamó a su oficina para decirme:

-No tengo ni la más mínima idea de cómo haces esos milagros, pero son milagros lo que necesitamos aquí. Sigue haciéndolos, y dime qué tengo que hacer para asegurarme de que puedas seguir haciéndolos.

Ahora, en los casos más críticos, simplemente me llama y yo sé que tengo que obrar de mis “milagros”. Poder usar mi magia sin miedo, poder salvar vidas con ella, me alivia tanto. Saber que contribuyo de alguna manera. Que hago las cosas bien.

-Eres un regalo de los cielos -El Doctor habla cuando termino con el paciente, que cae en una inconsciencia tranquila. Casi me apetece reírme.

-Si usted supiera, Doctor -Digo simplemente.

-Algún día espero saberlo -Menciona, quitándose su gorra para secarse el sudor de la frente-. ¿Qué precio hay que pagar para conocer tus secretos?

-Me temo que no es algo tan sencillo -Y me apena decirlo. Tengo la sensación de que si pudiera concederle el don de la magia a este hombre, se dedicaría a ir por entre las camillas lanzando rayos de luz curativa a todo el que viera, olvidándose completamente de la discreción. La imagen mental que me hago es un poco graciosa-. Por eso necesitamos la medicina, y médicos como usted.

-Al cuerno con la medicina, si mis manos pudieran curar a la gente... -Una vez más me le imagino lanzando ondas de curación en todas direcciones, incluso a la gente sana. “¡¡MEJORA TU POSTURA!!”, gritaría al joven encorvado. “¡¡BEBE MÁS AGUA!!”, al que inocentemente quiere disfrutar de su cerveza. “¡¡RECUERDA HACER CHEQUEOS MÉDICOS RUTINARIOS!!”, al octogenario con bastón.

-Sus manos curan a la gente -Le recuerdo, y él extiende en mi dirección una toalla limpia con la que limpiar mis manos ensangrentadas-. Sólo es que lo hacen de manera distinta.

Sus manos arropan las mías con la toalla. Las frota, limpiándolas por mí.

-Cuando termine esta dichosa guerra -Dice-, tú me vas a contar tus secretos. Y yo te ayudaré a estudiar medicina para poder hacerte una enfermera de pleno derecho de una maldita vez.

Cuando termina la dichosa guerra, nos casamos.

Nos mudamos al sur de Francia. Es una casa grande, en el campo, con mucho terreno para nosotros. Plantamos trigo.

La guerra nos ha dejado lo suficientemente marcados a ambos, así que el respiro se agradece. Él se convierte en un médico de pueblo, visitando a los vecinos para asegurarse de que todo el mundo tiene su chequeo médico rutinario. Yo le hago de enfermera a veces, y en ocasiones uso mi “toque personal” con algunos de sus paciente más desafortunados, pero no todo es algo que yo pueda curar, y eso es algo que él comprende rápido.

Hace preguntas. No muchas, nunca demasiado invasivas. Entiende que no soy capaz de explicarle todo. Siempre me escucha. No le digo que soy una estrella, porque eso no tiene sentido para él. Sí que le hablo de Eldarya, se la menciono.

Es la primera vez en mucho tiempo que verdaderamente pienso en Eldarya, cuando lo hago. Reflexiono sobre lo que he dejado atrás.

Pienso en Lucien cuando guardo mi llamador de ángeles en un cajón. No sé cómo se sentiría si conociera a Étienne. Si se enfadaría conmigo por traicionarle, si sentiría envidia, si se entristecería con un corazón roto, o si se alegraría por mí.

Lo que sí sé es que, aunque quiero a Lucien, muchísimo, y es mi alma gemela...

Es mucho más fácil querer a Étienne. No hay complicaciones. Es amor puro y sincero. Llena mi corazón por completo, y no puedo pedir nada más.

Bueno. Sí hay algo que puedo pedirle.

Tenemos una hija.

Ambos estábamos... Preocupados. Por si mi naturaleza iba a causar que... Que ella fuera distinta, de alguna manera. Pero no lo es. Tiene los ojos de su padre.

Siento paz, siento amor y siento felicidad pasar los días con ellos. Finalmente consigo empezar mi hobbie de repostería, y Étienne en seguida gana peso con ello. Le incordio diciendo que no sigue las mismas directrices que le da a sus pacientes, y él me manda callar y me culpa a mí y a mis habilidades culinarias. Victoria se ríe de nosotros y pide otro pedazo de tarta.

Pasan los años. Temo que con la pubertad, poderes extraños vayan a surgir en Victoria, pero eso no ocurre. Parece algo decepcionada al respecto. Nunca le he ocultado mi naturaleza mágica, y siempre he intentado explicarle todo lo que he podido. Siento algo de ansiedad con el paso de los años y, un día cercano a su decimoctavo cumpleaños, le pido que me acompañe al campo y me escuche atentamente.

-Existe otro mundo lejano al nuestro -Le digo. Ella atiende-. Se llama “Eldarya”. Has de evitarlo a toda costa. En él habita un hombre que no puede ponerte las manos encima, nunca, por el bien de todos. Su nombre es...

>>El Titiritero.

Pasan los años. Los viajes médicos de Étienne  son cada vez menos frecuentes. Acaba teniendo mucho tiempo libre en sus manos, así que le digo que se busque alguna afición mejor que comer tarta. Resulta, tiene buen ojo para la pintura. Le gusta pintar paisajes, sobre todo. Le incordio durante mucho tiempo para que me retrate, y él se niega mil veces antes de ceder.

Cuando veo mi retrato, una realidad muy dura me golpea.

La piel de Étienne se arruga, su pelo se vuelve cano (le sienta bien), su vista empeora.

Yo sigo igual que siempre.

Rompo a llorar cuando me doy cuenta de que mis días tan felices en algún momento llegarán a su fin. Él me consuela.

-Prefiero una corta vida contigo -Me dice, acariciando mi rostro húmedo con manos ásperas y arrugadas-, a una eternidad sin ti.

Es una frase ridícula que sólo me hace llorar más. Le quiero, le quiero tanto.

Cuido de él hasta el último día. Paso todo el tiempo posible con él hasta el último día. Le quiero hasta el último día.

Llega el último día.

Soy inconsolable. No sólo por su pérdida, sino por el peso de la eternidad que de repente siento sobre mí. Victoria llora conmigo. Es tan mayor. Ni rastro de la niña que corría conmigo por los campos con espigas en el pelo y mejillas sonrojadas. Algún día la perderé a ella también.

Tomo una decisión.

-¿Me perdonarás? -Le pregunto, entre aún más lágrimas, mientras ella me abraza- ¿Si te abandono? ¿Si te hago perder a tu padre y a tu madre?

-Estaré bien -Me dice-. Jamás podré perderos. Vivís conmigo, porque vosotros me habéis enseñado a vivir. Ve con él. Sé que te está esperando.

Reflexiono sobre algo tan curioso como es la vida.

¿Para qué vivir, si no es para morir? ¿Qué sentido tiene una vida eterna, donde nada tiene fin y donde nada cambia nunca? Es mejor vivir, ¿cierto? ¡Vivir de verdad! Sentir el paso de cada día. Crecer con el universo, en lugar de perderse en su vasta infinidad. Cuando ves el fin es sólo cuando puedes mirar hacia atrás, ver todo lo que has progresado... Y ver lo que dejas. Yo dejo atrás una hija. Una vida. Y ella dejará atrás otra vida, que dejará otra vida...

Intento imaginarme a la joven que vivirá tanto tiempo después. ¿Cómo será, y qué tipo de vida llevará? Será tan distinta a la mía. Vivirá experiencias que yo jamás he tenido, al igual que yo he vivido cosas que ella jamás hará... Para lo bueno y para lo malo.

Sí. Es por la muerte por lo que merece la pena la vida.

Esa resolución es lo que hace que, en mis últimos momentos, deje atrás el arrepentimiento de mi vida. Todo lo que he hecho lo he hecho para llegar aquí. Y lo he hecho para proteger la vida y la muerte, y su ritmo cíclico.

Mi vida se apaga, la vida de una estrella.

Soy feliz.

Anotaciones sobre el capítulo, contiene spoilers

Prirenna: Nooo, no me gusta matar niños, odio que Eldarya haya matado a Mery noooo no os lo perdonaré nunca

Also Prirenna: ¿Quieres verme matar ocho niños? ¿Quieres verlo otra vez?

No estoy orgulloso conmigo mismo a haber tenido que recurrir a eso, pero es que los niños son algo que impactan mucho tanto a Victor como a Stella, mientras que a Lucien se la soplan soberanamente. He meditado poner un aviso de contenido a inicios del capítulo porque sé que para mucha gente no es agradable la violencia contra menores, pero al final no lo he hecho porque no suelo poner ese tipo de avisos para otorgarle más impacto a la historia. El infanticidio posiblemente no vaya a ser algo ni mucho menos recurrente en el fic, pero si alguien piensa que debe ser algo que lleve aviso de contenido, que me lo diga de inmediato :(

Por otro lado, y dejando eso atrás.

Stella. Llevo mucho tiempo queriendo escribir sobre ella, especialmente la última parte de su vida, donde simplemente es feliz. Es un personaje con emociones complicadas sobre sí misma. Es única en su especie, e incluso dentro de Eldarya es una extraña entre los faéricos. Su vida se asienta en dos pilares fundamentales: Servir al Oráculo y Lucien. Por supuesto que Victor resquebraja todo esto. Quería hacer que su personaje fuera bastante más... Hmmm, como un mártir, que se sacrificara más. Pero al final me gusta cómo ha salido. Al final simplemente acaba cansada de tener que tomar decisiones difíciles (o de que otras personas las tomen por su cuenta, si leemos entre líneas) y encuentra la felicidad dejándolo todo atrás y siendo independiente, tomando sus propias decisiones y creando un camino nuevo camino con una persona que verdaderamente la admira y la respeta.

Hablando de lo cual, Lucien. Lucien es el verdadero villano del fic. Eso es todo lo que tengo que decir sobre él.

Ah, y, bueno, que es una redflag con patas abusando emocionalmente de su pareja. Hay muchos Luciens por el mundo así que por favor tened mucho cuidado con ellos.

Lucien

Lo que decía, red flag con patas.

Holis, acá se borró algo que había escrito que ni idea que era así que lo he editado

divagando

El hakama es muy bacano  y se que le gustaría al Hiiro porque es un nerd y le combina con su katana

Obvio Ezarel se parece a Victor, claro está en medio de Stella y Lucien, solo que no sé, Leiftan es distinto a Lucien, más que todo respecto a Ezarel| Victor respectivamente, que solo no encaja. Ayyy quiero ver el mapa, ojalá pronto, si te queda más fácil hacerlo en una app te recomiendo Inkarnate, la versión gratis es suficiente para hacer un mapa más o menos.

Cómo que lo que pasó :0, cómo así, cogier0n?? jsjsjs

Y además lo propuso el Titi, que pervertido eres (aunque seguro no cogieron y Prinn está jugando conmigo y mi pobre corazón shippero)

Ay no te sonrojes Lucien que te pareces mucho a mi Leiftan y me das ternura

Maldito kiosco

-¿Sabías esto? Los daemon asociados con el color verde son aquellos influenciados por el pecado de la Envidia.

Puedo sentir los ojos de Lucien, de un color verde intenso y radiante.

....

Mi alma gemela. Me quiere. Me ama. Es mi amor prometido desde tiempo inmemorial, desde que aparecí en el cielo por vez primera. Mi Luci...

Luci.

Luci.

Luci.

...

Lleva siglos muerto.

Lucien no es- Él no es mi...

En pánico me levanto de la cama con un salto, me acerco a la puerta y la abro, para ir inmediatamente a-

Lucien me espera detrás de la puerta.

Sus ojos verdes y radiantes están fijos en mí.

Me sonríe.

aaaaaAaAaaaaAAA

Queeee cómo así?????????????? Quien es wtffff, ya es una reencarnación? No entiendo nada ayudaaaa


Que hizo Victor? Por qué revivió a los niños, no se supone que eos es lo que NO hay que hacer

Noo Lucien vete a la verga, te odio, no vas a matar niños aaaaaa

Yo también odiaría al oráculo la verdad, me caes re maaal vieja pendeja

Leiftan no mataría niños inocentes ????????????????????????????

Eres muy pro Victor, un genio incomprendido, entiendo porque odias a la guardia y al oráculo, perdonáme por todas las veces que te odie por eso, PEEEROOO no perdono al Titi, ha hecho un montón de cosas horribles

AY que estrés todo

Pobre Stella, Lucien te está manipulando de alguna forma, no te sientas tan culpable

O sea que el nombre original de Gloria es Sinistorre

Por eso necesitaba a Erika, la sangre de Stella lo selló y la sangre de Erika podía liberarlo, entonces la cagó el Oráculo trayendo a Erika a Eldarya???

Por lo qué alcanzo a entender Erika es parte humana, por eso no es tan rotisima como su abue?

que cuqui es el Dr Beltra, Etienne Beltran mmmm y Victoria???? amiga, le pusiste el nombre de tu ex (?)

Que lindo que encontró el amor y una vida nueva en la tierra, me parece muy lindo el final de Stella y se lo merecía

JAJAJAJAJ me he cagado de risa con el dibujo de Lucien

Última modificación realizada por Isis (El 09-03-2024 à 04h40)

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Hola, hola~ ¿Qué tal estamos? Espero que bien o, al menos, que no muy mal (?

Dije que la actualización iba a salir ayer, pero entre unas cosas y otras me distraje y... En fin. Actualizo hoy, que es un día completamente normal cuya fecha no es para nada significativa.

Comentarios :3

Isis

Holiwi (? Tengo planes diabólicos para la apariencia de Hiiro en el futuro próximo, pero cuando volvamos al estilo japonés le toca hakama (?

Lucien y Leift son completamente distintos con cómo tratan a sus parejas, ya vemos que Lucien es... Tóxico no, lo siguiente xd El mapa vendrá algún día porque es posible que tenga relevancia pronto, pero posiblemente lo haga a mano que es como he hecho mapas en el pasado uwu

Lucien es la segunda encarnación, no es el original (?

Victor es, bueno, ya sabes. Le gusta darle vida a cosas que se supone que no debieran tenerlo, como, niños muertos por ejemplo. A Lucien le pasa lo contrario (?) Leiftan no mataría niños inocentes, pero Leiftan no es Lucien x) Y a la vez sí lo es... Hm...

Erika tiene la sangre de estrella muy diluida, y además no tiene ni idea de lo que significa ser una estrella, por eso la diferencia entre ella y Stella es... Abismal (?

El Dr. Beltran muy simpático y su nombre busqué "nombre francés" y se me pareció a Gardienne (? Victoria... Digamos que Stella tenía sus arrepentimientos (?

Maera

Espero que esos exámenes te fueran bien y que hayas tenido festivos relajantes para olvidarte de ellos x)

Victor no diciendo nada de la receta es porque es conocimiento maldito etc es un dramas este hombre (? A Pri no le pasa nada con las triejas u.u De hecho dudo mucho que esto se pueda clasificar como "trieja", es más bien una noche loca (?) Pero personalmente creo que es interesante escribir sobre varios tipos de relaciones y parejas, porque le da más vida a todo (?

Unas anotaciones sobre Lucien, en base a lo que has dicho:

-Lucien no le tiene miedo a nadie ni a nada, salvo a la idea de perder a Stella :)
-Lucien no es un arcángel, sino un serafín, véase: Wikipedia (?)
-Lucien no es el lucero. No del todo

:)

La verdad pensé en escribir también a las líderes de la Sombra y Obsidiana igual que hice con Setsu, pero al final no me entraron (? Sólo hace falta saber que después de toda la movida, tuvieron bodorrio, se retiraron de la Guardia y fueron felices y comieron perdices (?

Shin... Su papel quedará claro más adelante, pero mientras ocurrió todo esto, era aún un chavalín de entre 12~14 años, así que realmente tampoco influyó mucho... ¿O sí?

Capítulo 27.5.-

(De vuelta al presente...

Narra Hiiro. ¡Hola, Hiiro! Cuánto tiempo)

La brisa marina sopla con calma, trayendo consigo un muy necesitado frescor. La temperatura no ha hecho más que subir en las últimas horas, con el sol pegando de lleno según nos acercamos al mediodía.

Hemos encontrado cobijo en la sombra de la vegetación cercana a la orilla. No es exactamente abundante, y sigue haciendo un calor horrible, y entre unas cosas y otras es difícil no ponerse a sudar. Me sobran capas de ropa, y a Victor debe de pasarle algo similar, porque a lo largo de su narrativa ha ido decidiendo que por mucho que valore su apariencia titiritérica, el calor es demasiado para todo el atuendo y ha acabado, como yo, remangando tanto su camisa como sus pantalones, descartando calzado y accesorios (el sombrero reposa en la arena, no muy lejos, y me hace pensar en cómo un sombrero de copa es posiblemente el peor accesorio que pueda llevar alguien a la playa). Incluso se ha atrevido a desabotonar parte de la camisa, acto para el cual yo tengo más complejos que valor.

Ahora mismo imagino que debemos pintar una escena bastante ordinaria. Dos hombres disfrutando de un día en la playa, conversando a la sombra. Me dan ganas de cerrar los ojos e imaginar que ese es el caso.

Pero resulta que la historia que acabo de escuchar de Victor no tiene nada de ordinaria. Al contrario. He prestado atención a cada palabra de su narración, sin interrumpir en ningún momento, para escucharle hablar de su tiempo en la Guardia de Eel. Oirle hablar de Stella y de Lucien. Del Oráculo, cuya mención hace que mi mano izquierda comience a arder con un dolor abrasador, y tengo que cerrar la mano y ponerla sobre mi regazo para evitar que la arena entre en mi herida abierta.

-Lo que pasó después de que Stella me anclara a la torre es... difuso, en mi mente. Sé que tuve otro de mis episodios, que vete a saber cuánto tiempo duraría, y vagamente recuerdo a Lucien acudiendo a visitarme (o, más bien, a gritarme y maldecirme de mil formas distintas) en alguna otra ocasión. Para cuando finalmente se me pasó, la situación en la torre había cambiado significativamente.

>>No podía moverme de donde estaba. Cada vez que lo intentaba, un dolor horrible me atormentaba, como si mi cuerpo estuviera al límite de partirse por la mitad. No podía sentir nada por debajo de mi cintura, y sin embargo todo dolía tanto. Mi cuerpo dejó de tener sentido para mí. Sentí que había dejado de ser mío, que lo que Stella me había hecho me había robado el último resquicio de humanidad que me quedaba, y que mi existencia se limitaba ahora a la de un montón de carne malforme y atormentada, pegada al suelo de piedra de mi prisión eterna. En doscientos años que pasé en aquel lugar, esa sensación no desapareció nunca.

>>Lucien volvió a mí después de un tiempo. Conmigo, la máscara que usaba frente al resto del mundo no era ni siquiera un recuerdo. Cada una de las palabras dirigidas hacia mí era veneno puro. Mucho tiempo pasé víctima de sus más horrendos castigos y torturas, sin ningún fin en concreto. Ni siquiera parecía interesado en sacar de mí el secreto de la vida, sino que simplemente desquitaba contra mí su odio y su rencor.

>>Aprendí que Stella había tenido que abandonar Eldarya, y abandonarle a él, tras atarme a la torre. Los poderes que había usado habían causado que Eldarya empezase a drenar el maana de ella, y permanecer en este mundo hubiera supuesto para ella una tortura similar a la mía, terminada en su muerte pasado el suficiente tiempo. Así que, terminado su trabajo conmigo, simplemente lo dejó todo atrás y se fue, dejándome en aquel estado para que me pudriera entre las paredes de la prisión durante el resto de sus días.

>>Y dejando a Lucien atrás, por supuesto.

>>Eso era lo único que me alegraba de todo el asunto, sólo por ver cómo su mundo entero se venía abajo en ausencia de su querida, incluso si eso se traducía en más de su odio dirigido hacia mi persona. Era claro para mí que el amor que le profesaba a Stella era completamente falso. La quería como un objeto al que rendirle devoción, no como a una persona. Cualquiera con ojos en la cara debería haberse dado cuenta de ello, y sin embargo esa mujer estúpida jamás fue capaz de verlo...

>>Pero, en fin, suficiente de Stella. Fue Lucien quien la tomó contra mí, una vez ella se fue. Diría que perdió completamente la cabeza en su ausencia, pero eso implicaría que alguna vez la tuvo sobre los hombros. Decidió por su cuenta que de repente mi existencia era algo que no podía saberse para la población general... Vació la torre por completo, dejándome como su único prisionero, y censuró toda la información que había sobre mí, bien borrándola o bien mandándola a un sitio tan remoto como es el Archivo del Sol. Renovó la Guardia de Eel para que se convirtiese en la Guardia que conoces hoy día, con sangre nueva para sustituir a los antiguos Líderes y una nueva directiva, de forma que con el tiempo cualquier recuerdo de mi presencia en Eel quedase olvidada o se diluyese entre lo mítico y lo real. Nunca fue capaz de deshacerse de la leyenda que decía que algún día El Titiritero arrasaría Eel con su ejército de marionetas... Pero la gente no tenía muy claro quién era este Titiritero exactamente.

>>Fuera como fuese, me borró del mapa en todos los aspectos menos el físico, aunque mi físico estaba, bien, bastante restringido en esa maldita torre. Sus visitas empezaron a hacerse cada vez más infrecuentes y tengo que reconocer que en un momento hasta temí que fuera a olvidarse de mí y me dejase completamente solo en aquella torre durante el resto de mis días. Pero, no, de cuando en cuando aún me visitaba en sus días de asueto, y manteníamos tan divertidas conversaciones sobre cómo iba a desgarrar cada fibra de mi piel sólo para sanarme de nuevo después de haber vertido el más siniestro ácido en cada una de mis heridas, ¡ah, tan romántico ese Lucien! Pero nunca obtuvo de mí el secreto que tanto ansiaba, la receta que él esperaba que fuera a sanar este mundo y completar su objetivo... para poder ir a contárselo todo a su amada Stella que estaba demasiado ocupada siendo feliz con otro hombre, si nuestra querida Erika es prueba de ello.

>>La cosa es que, entre sus intermitentes visitas, yo también tenía que buscar alguna forma de no morir de aburrimiento. Poco a poco comencé a controlar mejor mi nuevo... Estado. Cierto, no podía moverme de la torre, pero si bien recuerdas, aquella torre estaba... viva. Con mi cuerpo unido su estructura, empezamos a influenciarnos mutuamente en algunos aspectos y, bien, no pasó mucho tiempo hasta que conseguí que la torre reaccionase a mi voluntad, y dentro de sus paredes era capaz de moverme de acá para allá... Gran progreso.

>>Entre eso y mis hilos conseguí crear un gólem, que me sirvió como primera marioneta, y conseguí hacerle deambular de aquí para allá, nunca demasiado lejos de la torre, me temo, pero poco a poco fui amasando recursos, lo que me permitió hacerme con más marionetas, que animé con almas más poderosas... Y esta lección creo que ya te la sabes: A más poderosa el alma, más cosas puede hacer una marioneta. Oh, no te equivoques, Ashkore era la joya de la corona, sí, encontrar su alma fue lo que finalmente me permitió lanzar un ataque directo contra Eel... Pero antes de él vinieron otros candidatos. Y el trabajo principal de esas almas siempre fue buscar una forma de sacarme de aquella dichosa torre, objetivo que como te imaginas no llegué a cumplir; pero en lo que buscaban esta información, encontraron un libro de lo más curioso que aseguraba que podía lanzar un hechizo capaz asolar una ciudad entera desde la comodidad de mi casa. Podría haberlo lanzado en Eel y haber destruido el Cristal y haber causado el colapso total de Eldarya, pero eso no era exactamente lo que yo quería, así que en su lugar lo lancé contra el Archivo del Sol.

>>El objetivo de ello era destruir la poca información que quedaba sobre mí y sobre mis... Habilidades. Además de incordiar a Lucien. Fíjate que eso le incordió tanto que decidió ponerse en mitad del conjuro hipermegaletal capaz de arrasar ciudades para que, en lugar de destruir el Archivo, le destruyera a él. No era exactamente mi objetivo, pero fue de esa manera que maté a Lucien, o él se dejó matar. Y la última persona que se acordaba de mí y que conocía qué tipo de información guardaba el Archivo murió, y con ello...

>>Me quedé, ahora sí, verdaderamente solo. Durante doscientos años. Doscientos años de soledad, de sufrimiento y de dolor. Había días en los que no tenía ánimos para hacer nada y los permanecía contemplando la misma pared. En otras ocasiones, de mejor humor, me dedicaba a la jardinería en el terreno tras la torre. Otros días intentaba arrancarme el pelo de la cabeza y maldecía el nombre de Stella una y mil veces y tenía distintos episodios de histeria que acababan o bien en un mar de lágrimas, o abusando de alguna sustancia, o ambas a la vez. Quise tomar mi propia vida tantas veces, y estuve a punto de hacerlo en múltiples ocasiones... Pero nunca lo hice.

>>Porque aún tenía la esperanza de poder salir de esa situación. Que podría escapar de la torre, y sin Stella y Lucien, podría tomar Eel  y completar mis planes. Sólo tenía que esperar. Y esperé, y esperé y esperé y me desesperé infinitamente mientras esperaba.

>>Hasta que, después de tanto y tantísimo tiempo, pasaron una serie de cosas.

>>La primera fue la visita inesperada de una mujer de lo más siniestra en mi torre. Después de doscientos años sin contacto humano, puedes imaginarte la euforia que sentí en aquel momento. La única vez que alguien se ha alegrado de ver a Naytili, realmente. Venía buscándome a mí, expresamente, lo que me levantó muchas dudas. ¿Cómo me había encontrado, cómo sabía de mi existencia? Resulta que aquella mujer había sido la Líder de la Guardia Sombra, ahora exiliada después de que un “patético despojo de murciélago y la cohorte de payasos y bufones que componen la Guardia” la echasen a patadas de Eel. Y la torre en la que yo estaba encerrado había sido antaño un edificio de la Guardia Sombra...  De alguna manera había conseguido recuperar esa información y llegar hasta mí. Lo que ella ofrecía era una alianza. Y yo no iba a negarme a un trato así.

>>Lo segundo que ocurrió, un tiempo después de que yo hiciera mi pacto con Naytili, fue que logré dar con un alma... Muy peculiar. Era un alma humana, pero la energía que poseía era absurdamente alta... Fue de pura suerte que di con ella. Pero en cuanto mis manos la atraparon, Ashkore cobró vida.

>>Con Ashkore y Naytili, la situación cambió drásticamente. De pronto tenía dos agentes sobre el terreno, uno de ellos bajo mi control absoluto y la otra un poco más independiente, pero pude empezar, poco a poco, a construir el plan para acabar con la Guardia y tomar Eel de una vez por todas. Comenzaron los ataques contra Eel, las incursiones de Ashkore, y al cabo del tiempo logré...

>>La explosión del Gran Cristal.

>>Reconozco que subestimé las consecuencias de aquello. Romper el Gran Cristal tuvo efectos en Eldarya... No deseados para mis ambiciones. Por otro lado, gracias a eso conseguimos los fragmentos de Cristal con los que estoy seguro de que ya estás familiarizado. Naytili pidió hacerse cargo de ellos. Creo que ya conoces esta información, pero al igual que vuestro compañero con el pelo a dos colores, Naytili tiene sangre... daemónica. Parece ser que eso le concede habilidades para corromper los fragmentos de Cristal... De lo más curioso, ¿no? He de decir que me parece un tema fascinante que adoraría estudiar, especialmente teniendo un ejemplo de corrupción delante de mis propios ojos...

>>Pero me desvío, disculpa. Dejé a Naytili a cargo de los cristales, entre otras cosas porque estaba bastante frustrado con el resultado de la explosión. No sólo había tenido consecuencias imprevistas sino que además no había logrado darme lo que quería: El Oráculo. Esperaba que volando el pedrolo por los aires se dignara a aparecer, pero no. Debe ser que a menos que seas una muchachita de ojos violetas con el cerebro del tamaño de un cacahuete raído no aparece. Te has reído.

-N-no.

-Sí lo has hecho. Volviendo a mis desventuras. Estaba al límite de directamente hacer reventar al Cristal ahora sí de forma definitiva, porque ya no se me ocurrían más medios de poder invocar al dichoso Oráculo desde mi torre, cuando entonces ocurrió el último tercer milagro:

>>Apareció Erika. Descendiente de Stella, portadora de su sangre. La clave para poder liberarme de aquella torre.

>>En todos mis años de encierro, no dejé de buscar un método para escapar de allí, pero la magia que Stella había usado en mí era tan extraña que no existía libro para librarme de ella. Naytili había intentado usar sus poderes oscuros, pero ni siquiera eso había dado resultado. La única idea que se me ocurría era encontrar la maldita piedra filosofal, pero vete a saber dónde está eso si es que existe... Lo más “similar” a ello es la sangre de phy...

>>Ahá. Sangre. La sangre es uno de los ingredientes más poderosos de la alquimia. El círculo mágico que Stella había hecho para atraparme estaba hecho de su propia sangre. Quizá, tal vez, con sangre similar a la suya, podría revertir el hechizo...

>>Así que mi prioridad cambió de inmediato. Necesitaba a esa chica, de la forma más inmediata posible. Necesitaba a su sangre y la necesitaba a ella, porque quizá pudiera hacer aparecer al Oráculo si la usaba como moneda de cambio en algún sentido. Intenté ganar su confianza, ¿sabes? La ayudé a salir de la prisión, le di un fragmento de Cristal, mandé a Ashkore a seducirla; podía haber sido violento y sin embargo fui amable, mientras que la Guardia no dejaba de darle problemas entre colchones ausentes, desconfianzas y prejuicios.

>>Y la muy estúpida todavía siguió poniéndose de parte de la Guardia en cada ocasión, una tras otra, sin importarle nada más que el dichoso Oráculo y el elfo peliazul de las narices que, maldita sea su estampa, arruinó por completo toda esperanza de seducción y/o persuasión y tiró por los suelos todo mi duro trabajo. Entre eso y que Ashkore no dejaba de ir a pegarse con el Obsidiana desobedeciendo mis órdenes explícitas, que es lo malo que tiene una marioneta con un alma tan fuerte, que a veces te desobedecen porque tienen demasiada voluntad propia, no hubo modo de secuestrar a la chica.

>>La cuarta cosa que pasó fue que un año después, el Oráculo volvió a abrir un círculo de hechicería, y trajo a otro humano.

>>Creo que conoces la historia desde entonces.

Hm.

Guardo silencio, meditando la nueva información. No sé si será por el calor pero siento que me arde la cabeza y que me va a estallar en cualquier momento. Ojalá hubiera tenido a mano una libreta para anotar las cosas.

Tomo aire, llenándome los pulmones de la brisa marina, que tiene un efecto calmante casi instantáneo.

Miro a Victor. A lo largo de la narración he ido alternando entre mirarle a él, al mar y a la arena, pero he permanecido siempre atento. Él tampoco tenía los ojos puestos en mí, en su lugar observando el mar en la distancia, pero cuando siente mi mirada también se gira.

-Colorín, colorado... El cuento se ha acabado. ¿Te ha gustado la historia?

-No.

-A mí tampoco.

Comprensible.

Me tomo un instante para pensar en las siguientes palabras que quiero decir.

-Lo siento -Finalmente hablo-. Por que tuvieras que pasar por todo eso.

-No puedes disculparte por algo que no es tu culpa.

-No. Me gustaría decir que empatizo con ello, pero sé que es imposible llegar a entender una fracción del dolor de todo lo que te ha pasado... A lo largo de toda tu vida. Tampoco creo que pueda ofrecerte consuelo de ninguna manera.

Con todo lo que me ha contado, y las emociones que la historia ha despertado en mí, ahora mismo es imposible no ponerse de su lado. Incluso con todo lo malo que ha hecho, en mi cabeza no cabe otra cosa más que ofrecer soporte a su campaña contra el Oráculo, porque... ¿Cómo se atreve?

El Oráculo... Hace lo que le da la gana con la gente, y ni siquiera parece hacerlo por el bien de Eldarya. ¿Qué bien le iba a traer a este mundo el que se volviera en contra de la única persona que pudiera fertilizar la tierra? Evidentemente, ninguno. Pero tanto ella como Stella traicionaron la confianza de Victor cuando lo que hizo fue... ¿Realmente fue tan malo?

Por un lado. Lo entiendo. Entiendo que la muerte es lo que es, lo que conecta a todos los seres vivos, y que debería ser la misma sentencia definitiva para todo el mundo... Pero por supuesto que entiendo también querer salvar la vida de alguien, y eso no debería ser castigado de la manera que se hizo con Victor. Casi me atrevo a decir que Lucien y el Oráculo estaban conspirando en su contra, de alguna manera.

-No te preocupes... No te he contado nada de esto porque quiera que me consueles -Victor vuelve a hablar-. Al menos, confío, eso te ha dado un poco más de perspectiva en mis... motivaciones.

Sí. Eso... Lo ha conseguido. Casi, casi puede llegar a convencerme de que me ponga de su lado. Pero hay algo que me falta.

-Aún tengo algunas preguntas...

-Por supuesto -Se ríe levemente-. Contigo las preguntas nunca se acaban, ¿eh? No puedo culparte por ello. Pero, tendrás que disculparme, es hasta aquí hasta donde me siento cómodo compartiendo por el momento. No es... sencillo, rememorar todo esto.

Hm. No voy a presionarle, porque no es eso lo que quiero... Pero no se me escapa que hay una parte de la narración que se ha saldado muy posiblemente a propósito.

Qué pasó después de que abandonara Eel. A dónde fue, qué hizo. Cómo consiguió sus poderes. Y... qué ocurrió con su ojo.

En el corcho mental que tengo, el hilo rojo indica una conexión bastante clara.

-¿Y estarías dispuesto a hablar de cosas que no son tu oscuro pasado? -Pregunto, sin embargo. Él alza una ceja en gesto interrogante- Por ejemplo, um... Lucien.

-Sobre Lucien... -Se lo piensa por un instante- No tengo nada bueno que decir. Stella era una inepta cuya incompetencia es culpable de casi todos sus crímenes, pero Lucien es otro cantar. Si no hubiera sido por él... Quizá la historia hubiera sido distinta.

-Parecía bastante... Extremista -Por decirlo de alguna manera-. Pero... ¿Lucien era un aengel? Y sus similitudes con Leiftan, que es un... daemon -La palabra sale un poco rara de mis labios, quizá porque aún me cuesta conciliar esas dos ideas-. ¿Sabes algo de eso?

-Sé bastante poco, la verdad -Admite-. Durante mi tiempo en la Guardia, movido por la curiosidad en un principio y después por pura rabia que le tenía, quise investigar sobre aengels y daemons... Y ya por aquel entonces la información que había era poca, y después de todo lo que ocurrió estoy seguro de que Lucien se encargó de eliminar toda evidencia posible. La principal conclusión que saqué de mi investigación fue que no había una verdadera diferencia entre aengels y daemons. La gente usaba términos distintos para ellos según les venía en gana, o según les percibía, tengo la sensación. Si estaban teniendo un día malo, eran daemons, pero si hacían algo positivo, eran aengels. Y, sin embargo, Lucien estaba empeñado en hacer una separación entre los daemons “los otros”, y él, el aengel.

Recuerdo la conversación que mantuve ayer con Nevra, sobre cómo en Eldarya los daemon siempre se han visto con una luz negativa... Cada vez lo veo más claro, que alguien (quizá el mismo Lucien) se encargó de esta fuera la percepción de los daemon... Aunque no entiendo el próposito, si...

-... se supone que están extintos... -Termino mis pensamientos en voz alta.

-Ahí está lo bueno -Victor hace una media sonrisa-. Esto es algo que jamás hubiera podido descubrir por mi cuenta, así que tengo que darle las gracias al bueno de Leiftan por esta información... Ni los daemon ni los dragones están extintos. Simplemente no están... Aquí.

-¿Aquí?

-En Eldarya -Se lleva una mano a la barbilla-. O eso es lo que me ha parecido entender. Después de la creación de Eldarya, los dragones encarcelaron a los daemon en un lugar llamado “Infierno”... Que es de donde viene nuestro amigo Leiftan.

-Infierno... -Medito la información. Algunas cosas tienen más sentido, entonces. Por ejemplo, Valkyon... Se supone que tiene mi edad, y su padre era un dragón, así que hace veinte años tuvo que haber dragones en algún sitio. Y él y Henry encontraron en Kemekemo los restos de dos dragones que obviamente tenían que haber llegado allí después de la creación de Eldarya. Sí, que los dragones no estuvieran realmente extintos es algo sobre lo que ya teníamos pistas, pero los daemon...- ¿Y qué hay de Naytili? Según lo que nos contó Khash, ella nació en la Ciudad de Oro.

-La situación de Naytili es otra distinta... Tiene sangre de daemon, pero no es daemon como tal. Algún abuelo o bisabuelo suyo debió haberlo sido, tal vez... -Se encoge de hombros- Poco importa, realmente. Ya has debido ver que en Eldarya el estigma es suficiente como para que eso ya la condene.

-Seguro que es por eso y no por su personalidad encantadora.

-Seguramente -Se ríe, antes de incorporarse limpiándose la poca arena que ha acabado en sus pantalones-. Bien, por muchas preguntas que sé que tienes, si nos pusiéramos a contestarlas todas no nos moveríamos de aquí nunca... -Voy a ir a decir algo, pero habla antes de que pueda hacerlo, extendiendo una mano en mi dirección- Ven conmigo. Demos un paseo por la playa... A estas horas es muy probable que nos encontremos con los pulpatatas en la orilla.

Al escuchar la palabra “pulpatatas”, mi corazón da un vuelco y todo lo que no tenga que ver con familiares gelatinosos cantarines desaparece de mi cabeza. Me regaño a mí mismo por caer en la distracción absurda como al niño que le ponen la tele para que se quede quieto, y quiero protestar y obligarle a responder más de mis preguntas... Pero al final no digo nada, porque, siendo sinceros, hoy ya he sacado bastante información de él, y quizá debería digerirla antes de seguir preguntando cosas.

Acepto su mano para incorporarme, y ambos comenzamos a caminar a lo largo de la playa.

Los pulpatatas están tomando el sol en una formación rocosa al lado de la orilla. Algunos retozan en la arena, otros en el borde del mar jugando con las olas que vienen, otros entonan melodías cortas mientras aprovechan el calorcito y otros dormitan sobre la roca, incluso sus ronquidos siendo melodiosos de alguna manera.

Son todos distintos, con diferentes tamaños y colores y tonos de voz, pero hay algo que todos tienen en común: son adorables.

Victor se acerca a uno de ellos, que al reconocerle hace un sonido alegre, y él se acuclilla para poder acariciar a la criatura, que recibe el gesto con cariño. Otros pulpatatas se interesan en él y también se acercan, contentos.

-Ven, acércate -Me indica-. Son mansos incluso con extraños. La sensación del tacto es un poco... Extraña, eso sí.

¿Es esto adecuado? ¿Está bien que ose acariciar a estas magníficas criaturas, un mero mortal como yo? ¿No estoy infringiendo alguna ley divina?

Haciendo de tripas corazón, yo también me agacho sobre la arena para acariciar a uno de ellos, uno que me estaba mirando con curiosidad, intrigado por la cara nueva posiblemente. A pesar del calor del sol y de todo, está... Está fresquito... La textura es gelatinosa y pegajosa, pero agradable... Está tan blandito... Quiero darle un abrazo....

Tacho un ítem de mi bucket list mientras me afano en acariciar a todos los pulpatatas que puedo. Son demasiados y me faltan manos. Hay una ocasión en la cual uno de los pulpatatas me acaricia a mí con uno de los tentáculos, devolviéndome el favor.

-Miaaa, miaa... -Me dice, y no puedo sino estar de acuerdo.

-Son criaturas fascinantes, a mi parecer -Dice Victor-. E increíblemente inteligentes. Les encanta la música... Si canturreas algo, en seguida se unen a ti, e incluso les he visto haciendo su propio coro por su cuenta... Ah, pero imagino que eso ya lo sabías.

-Siempre he querido escuchar un coro de pulpatatas -Admito. Me fijo en algo de repente, viendo un pulpatata de tono purpúreo en la distancia-. ¿Ese pulpatata tiene un sombrero de copa en la cabeza?

-... Les gusta mucho la imitación -Eso parece... avergonzarle, de cierto modo-. Si cantas con ellos, aprenderán la melodía al cabo de un tiempo, y... Parece ser que si se encariñan de una persona, intentarán copiar su apariencia. Marie-Anne ha bautizado a ese como el... Um... -Le cuesta unos segundos- El “Pulpatiti”.

Se ha... ¿puesto rojo?

Decido dejar pasar su vergüenza, en su lugar centrando mi atención en los pulpatatas. Pasamos el rato con ellos, y yo me entretengo tarareando cancioncillas tontas, y a veces las repiten y otras veces se unen. Al final consigo que se aprendan el jingle de Junes, que comparten entre ellos con entusiasmo. Me pregunto hasta qué punto será posible enseñarles música... ¿Sería capaz de enseñarle Rap God a un pulpatata...? ¿... Pulpanem...? Hmmm...

-¿Qué murmuras? -La voz de Victor me sobresalta.

-Um... nada importante... -Carraspeo.

-Si tú lo dices... -Su voz se burla un poco de mí- Ah, esto ya lo mencioné antes pero, dime, ¿tienes interés alguno por entrar en el agua?

-Ummm... -Me lo pienso, ignorando a la parte de mi cabeza que quiere ponerse a dar saltos y vueltas en el sitio como un perro sobreexcitado al que le han dicho la palabra “paseo”- Siendo sinceros, me encantaría disfrutar del agua, pero no sé hasta qué punto es... Apropiado. No estoy aquí de vacaciones exactamente.

-En lo que a mí concierte, para mí este es mi primer día “de vacaciones” en doscientos años... -Hace un gesto pensativo- Miento. Tratamos de tener un día de playa hace un tiempo, pero me acabó comiendo un blobbiatán, así que no sé si cuenta...

-Te, um... ¿Qué?

-Oh, es una historia muy larga. Pero no te preocupes, las aguas son seguras, es sólo... Fue todo culpa de Naytili por ser una persona desagradable -No, ¿Naytili siendo desagradable... cómo es eso posible? Si es un encanto de persona-. Dejando eso a un lado, sé que la situación es aún... Complicada, para todas las partes involucradas, pero no puedo evitar querer tener un día de respiro contigo aquí, antes de que todo se complique más todavía. Y eso implica que quizá quiera consentirte un poco. Quiero que mientras estés conmigo te sientas a gusto y relajado...

La principal sospecha que se me venga a la mente es que obviamente lo que quiere es que baje la guardia para camelarme con pulpatatas y playas paradisíacas. Otra parte de mí medita sobre lo que ha dicho de este siendo su único día de vacaciones, y pienso en su historia y en que es muy probable que durante todo este tiempo no haya podido tener un sólo día en el que su existencia no esté atada a aquella de El Titiritero. Incluso cuando consiguiera escapar de la torre, desde entonces ha tenido que estar siempre maquinando y actuando en contra de la Guardia, dedicándose a planes malvados y vete a saber qué otros asuntos turbios.

Es difícil, según le miro a la cara, si lo que veo es la fachada de tranquilidad de alguien que quiere aprovecharse de mí; o si hay una parte de él a la que le gustaría poder olvidarse de todo y pasar aunque fuera un único día de descanso jugando con los pulpatatas y las olas del mar.

Se me ocurre una de las ideas más peligrosas que he tenido en mucho tiempo.

-Estaría dispuesto a hacer un trato con eso, ¿sabes?

La sorpresa pinta su rostro, apenas por un instante antes de enmascararse de nuevo.

-¿Qué quieres decir? -Y su interés, sin embargo, es genuino.

-Pasar el día con los pulpatatas, o en la playa. O haciendo cualquier cosa, realmente... -Mirando al horizonte, con la brisa marina golpeando mi cara, mis dedos trazan dibujos sin sentido sobre la arena mientras hablo- Te daría toda la tranquilidad que quisieras. Todos los días de tu vida. Si lo dejases todo atrás. Si te olvidases de la Guardia, y de El Titiritero. Con mucho gusto pasaría el resto de mi vida contigo de esta manera si, a cambio, prometieras ser una persona en lugar de un enemigo.

Parezco haberle dejado sin palabras, al menos durante unos instantes. Disfruto del silencio en lo que dura, antes de volver a orientar mi mirada a él cuando le escucho reírse, de una forma bastante poco creíble.

-¿Es esto una proposición, Hiiro? -Pregunta, casi en tono de burla, evidentemente no tomándome en serio.

-Lo es.

Yo lo aseguro de la forma más firme que puedo.

Porque es verdad. Incluso si sé que a largo plazo no iba a ser lo más beneficioso para mí, porque estaría dejando atrás bastantes cosas que quiero hacer conmigo mismo y con mi vida, estoy dispuesto a hacer ese sacrificio con tal de alejarle de cuales quieran que sean sus ambiciones.

No hay forma de que yo pueda derrotar a El Titiritero, salvo de esta manera. Prometiéndole algo que quizá no sea ahora mismo su objetivo pero que, intuyo, es algo que quiere incluso con más fuerza. La promesa de una vida normal y tranquila en la cual no tenga que ser un villano, donde pueda olvidarse de todo lo que ha ocurrido y todo lo que ha hecho ocurrir. ¿Es la mejor de las soluciones? No, desde luego que no, porque eso no va a borrar el sufrimiento que ha causado ni los crímenes que ha cometido. Pero es la solución más fácil, la que yo puedo ofrecer.

Killing him with kindness.

Hay un momento en el que su rostro se deconstruye en una mezcla de duda e incredulidad, realmente no creyéndose mis palabras. Quizá, más que nada, no creyendo que eso pueda ser una opción para él, dejar su villanía atrás. No sé si en los últimos doscientos años se ha planteado la idea de ser normal de esta forma. Quizá lo haya hecho, pero no haya tenido los medios para convertirlo en una realidad, bien porque estaba anclado a su torre, bien porque no ha tenido motivos para quererlo, o bien porque El Titiritero no conoce paz.

Pero aquí y ahora yo hago mi propuesta, un trato que con suerte podría ser el último para Él, y podría darnos a ambos la tranquilidad y el respiro que queremos y necesitamos.

Le veo genuinamente afectado por la proposición, y soy incapaz de imaginar qué debe estarse pasando por su mente ahora mismo. Todo lo que puedo hacer es esperar, aún acuclillado sobre la arena, ahora con mis brazos rodeando mis rodillas.

Al final la respuesta que tengo es otra risa, igual de falsa que la anterior, pero con un pánico palpable en ella.

-Lo lamento, pero no puedo aceptar una oferta así -Dice, negando con la cabeza-. He llegado demasiado lejos como para dar media vuelta ahora. Nada ni nadie puede detenerme a estas alturas.

>>Por muy tentadora que sea la idea.

Tomo aire y lo suelto en un suspiro. Supongo que era lo esperable.

-He pasado demasiado tiempo odiando a la Guardia y planeando mi venganza. He sacrificado tanto por ello. Mi humanidad, mi cordura, cualquier ápice de decencia, doscientos años en una torre remota. No podría justificar nada de ello si me rindiera ahora. La paz que una vida tranquila pueda traerme no es capaz de complacerme. Todo lo que quiero es llevar a cabo mi plan y destruir a la Guardia de Eel. Sólo eso hará que todo por lo que he pasado no haya sido en vano. Lo siento, por decepcionarte.

No es decepción lo que siento... No del todo. Es pena, quizá, pero más por él que por mí. Tristeza de saber que no puede ser mi amabilidad quién lo salve, y la idea de que quizá para él no haya salvación alguna. Que está dispuesto a seguir adelante con sus planes cueste lo que cueste, no porque no tenga nada que perder, sino porque no tiene nada que ganar en cualquier otra situación que no sea una victoria absoluta sobre la Guardia.

-Stella me dijo que tenía nombre de vencedor -Continúa hablando-. Una de las primeras cosas que me dijo, realmente. Y una de las últimas cosas que me dijo fue cómo ella no me permitiría ganar este “juego” entre nosotros, cómo aunque yo nunca pierda ella tampoco me permitiría la victoria.

>>Stella está muerta y yo sigo aquí. No hay nadie que pueda interponerse en mis planes. Voy a ganar. Contra ella, contra el Oráculo, contra el destino maldito que me atormenta desde el momento en el que vi un rayo golpear un árbol y comprendí algo que nadie más puede entender. Es imposible que yo pierda.

>>Pero si perdiera.

>>Si por alguna razón perdiera.

>>Si por algún motivo perdiera, y la Guardia se alzase sobre mí, y yo quedase a su merced de nuevo.

>>Tengo un favor que pedirte.

>>No es un trato. No es una demanda. Es sólo un favor, que te pido yo, Victor. Es un favor con el que no tienes que comprometerte y no tienes que aceptar. Es un favor que nunca vas a tener que cumplir, porque nunca va a ocurrir que yo pierda.

>>Pero si ocurriera.

Sus ojos se clavan en los míos.

El Titiritero deja de existir, y la humanidad de Victor me golpea, su desesperación y su miedo, el horror de alguien que lleva sobreviviendo a tantos años de tormento y tortura, de alguien que se ha rendido en encontrar la felicidad, el alivio o la paz.

-Mátame. Por favor, mátame. No dejes que me atrapen de nuevo.

La emoción se desborda de sus ojos en forma de lágrimas. Me pongo en pie, aún sosteniendo su mirada con la mía, y me acerco a él. No tengo seguridad en mí mismo cuando levanto un brazo para pasarlo sobre sus hombros. Se deja caer sobre mí, y en un instante le tengo, por segunda vez en las últimas veinticuatro horas, llorando sobre mi hombro.

---

-¿Ya de vuelta, tan pronto? Pensé que estabais teniendo una cita romántica en la playa. Ah, dejadme adivinar, ¿habéis venido a por una cestita de picnic para poder disfrutar de vuestro día de ocio, ignorando los problemas que tenemos por culpa de que alguien no sabe mantener sus emociones bajo control?

Naytili nos recibe con su habitual dulzura una vez volvemos a la casa. Hemos esperado un rato a que a Victor se le volviera a pasar la cara de llorera, y gracias a los pulpatatas que han intentado consolarle con caricias pegajosas y cancioncillas. Victor parece no tener demasiadas ganas de responder, así que decido hacerlo yo mismo.

-Sabes qué, Naytili. Quizá debería prepararte a ti una cesta de picnic, por lo amable que eres. Dime, ¿cuál es tu comida favorita? Me encargaré de ponerle mucho amor -Con mis palabras, hace el sonido ronco de una risa exhalada-. Voy en serio.

-¿Oh? En ese caso, por qué no vas a prepararme un...

-Hiiro no va a cocinar nada para nadie -Victor la interrumpe rápidamente, colocando una mano sobre mi cabeza cuando lo hace, tiene pinta más que nada para mantenerme donde estoy y que no se me ocurra salir corriendo a la cocina-. Naytili, vete a paseo. Puedes darme un día para descansar y atender a nuestro invitado con todos los honores que se merece, ¿o no?

-Normalmente me la soplaría bastante cómo decides pasar el día -Naytili resopla-. Pero no cuando la situación es la que es.

-Es la tercera vez que tenemos esta conversación hoy -Victor suspira, llevándose una mano a la frente-. No tengo nada más que añadir. Cuando recobre fuerzas nos encargaremos de los asuntos pendientes. Hoy, estoy de baja. Deja de incordiarme. ¿No te quejabas de que necesitabas tiempo para conjurarte un perro nuevo? Ya sabes con qué entretenerte.

-Sí, quizá debería hacer eso... Visto que tú tienes una nueva mascota, empiezas a darme envidia.

En lo que ha durado la conversación, Victor me ha ido empujando poco a poco hacia el interior de la casa, e ignora la última réplica mientras desaparecemos de la habitación en dirección a uno de los pasillos.

-Y yo que quería hacer algo bueno por Naytili -Me quejo, la ironía bastante presente en mi voz.

-Ah, Hiiro, Hiiro, Hiiro... No te permitiré destruir esta casa sólo por hacerle pasar un mal rato a Naytili -Tch... Esperaba que no supiera lo de la maldición...-. Hubiera sido gracioso ver el pánico en su cara, he de admitir.

-Tengo la sensación de que ninguno de vosotros soporta a Naytili...

-No creo que haya nadie en este extenso mundo al que Naytili le resulte lo más mínimamente agradable.

-... ¿por qué aliarse con ella, entonces?

-¿No es esa una buena pregunta? -Llegamos al pie de las escaleras. Con un brazo me indica que avance y eso hago, aunque no tengo ni idea de a dónde me quiere llevar exactamente- Aunque sea fastidiosa y mezquina, sus habilidades aún nos son útiles y necesarias... Hay cosas que ella sabe que ninguno más conoce, y algunas de sus habilidades únicas son muy... útiles. Pero por encima de todo eso está meramente el hecho de que, una vez yo hago un trato con alguien, no lo rompo. A menos que la otra persona lo rompa primero, claro está... Como fue el caso de tu buen amigo comesueños.

Simonn... Imagino que no estaría muy contento si se enterase de que de alguna manera he ayudado a El Titiritero. Y con razón. Sé que se arrepiente profundamente de haber hecho un trato con él en su día...

Acabamos de vuelta en la habitación de Victor, donde él deja abandonado su sombrero sobre la mesa y se relaja tumbándose perezosamente sobre la cama. Parece estar... cansado. Más de lo que debería para el corto trayecto de aquí a la playa. Debe ser que, aunque no se note demasiado en su apariencia, todo lo ocurrido sí ha debido afectarle de forma física. Pasarse un día entero gritando debe cansar mucho... Y, ahora que lo pienso, es un milagro que aún conserve las cuerdas vocales. Se le oye un poco ronco, pero desde luego no al nivel que debería estarlo para lo mucho que gritó ayer.

-¿Puedo hace-

-rme una pregunta? -Levanta la cabeza para mirarme- Cómo no, Hiiro. Para eso estamos -No se me escapa el recochineo en su voz.  Al menos esta vez no es una pregunta sobre sus muchos y muy importantes secretos o sobre la oscura historia de la Guardia ni nada así... Pero no deja de ser menos importante.

-¿Qué ha sido de mi ropa?

Unos segundos de silencio que pesan más que cualquier respuesta.

-¿Qué ha sido de mi ropa, Vict-

-Estaba sucia -La respuesta me corta, según él se incorpora levemente con los brazos-. La he mandado a lavar.

-¿Y cuánto va a tardar en lavarse?

-Ah, buena pregunta. Normalmente las marionetas se encargan de las tareas domésticas, pero... Bueno, no tenemos marionetas -Haciendo algo de fuerza, se levanta con un brinco y un “¡Hop!” murmurado, antes de acercarse a mí-. De todas formas, no sé què queja tienes con tus ropas de préstamo. Recuerdo que esto era lo que vestían los muchachos de tu edad en el mundo humano... -Si te refieres a niños huérfanos de época victoriana que se ganan la vida limpiando chimeneas, sí, por supuesto.

-La moda ha evolucionado bastante desde entonces -Indico-. Y, como ya he indicado, no me gusta especialmente vestir camisas en ambientes cálidos y húmedos. Ni zapatos de este estilo, especialmente para ir a la playa. Dicho lo cual, suso mucho que mis geta también necesitaran lavado. Y, por encima de todo ello -Frunzo el ceño-. Me parece imposible que no exista un sólo hechizo o preparación alquímica de colada instantánea.

-Ahora que lo dices -Hace el gesto de pensárselo, pero no tengo muy claro que lo haga con sinceridad-. Sería extraño, ¿no?

-Si se puede hacer un crecepelo, se puede hacer algo para limpiar ropa automáticamente. ¡O al menos secarla, que es lo que más tarda!

-Hablando de crecepelo -No, no me cambies de tema, ni se te ocurr-, creo haberte escuchado decir que echabas de menos tu flequillo, ¿no es así? -Coloca una mano en mi cabeza, más o menos acariciando mi pelo- Podemos intentar arreglar eso, si quieres.

Mi flequillo... La idea de su retorno me llena de ilusión por un instante, pero me fuerzo a poner los pies en la tierra de nuevo, perfectamente consciente de su maniobra de distracción con respecto al tema de mi ropa... Es cierto que lo echo de menos, y el pelo tan corto me pone algo incómodo, pero va creciendo poco a poco y tampoco es que lo tuviera tan largo así que no iba a tardar mucho en...

Hm. Pero el crecepelo es... Una poción alquímica...

-Quizá... -Musito la palabra, varias ideas cruzando mi mente en un instante- Um, ¿es muy difícil...?

-¿Nadie te ha enseñado la receta? Es una de las primeras cosas de alquimia que se enseñan, o al menos en mis tiempos.

-Ezarel es... -Busco las palabras exactas- Otro tipo de profesor. La primera receta de alquimia que aprendí bajo su tutela fue medicina para anémonas gigantes...

-Poliónmonas, quieres decir... -Sandy, me pregunto cómo estás... hace tiempo que no la veo, desde nuestra última visita al lago...- Bien, ven conmigo. Vamos a ver qué es lo que podemos hacer.

Le sigo, otra vez escaleras abajo (madre mía lo difícil que es moverse por esta casa con las dichosas escaleritas...) hasta que acabamos en el nivel subterráneo de nuevo. Identifico la puerta del laboratorio de Niels al final del pasillo e imagino a Ewe al otro lado, con Ykhar, y posiblemente siendo vigilada por Anrie o alguno de los perros de Naytili. Nos dirigimos al que distingo que es el laboratorio de Victor, y al entrar echo un vistazo alrededor.

Está... bastante más organizado que el laboratorio de Niels, y la diferencia entre los campos en los que ambos trabajan se hace notable al instante. Este me recuerda más a la sala de alquimia de Eel, con estantes llenos de tarros con ingredientes... ¿C-catalogados? N-no puede ser, ¿está aquí todo bien organizado y las cosas tienen su nombre puesto de tal forma que no tengas que recurrir a libros de alquimia o elfos con el ego subido para saber si esa es la planta que necesitas o no? No me digas... ¡Qué eficiencia! ¡Está pensado de forma lógica y no sólo para atender a las excentricidades de un único elfo! ¡Hahá!

-No entiendo qué significa esa cara que estás haciendo.

-N-nada, nada... -Intento sonreír, a pesar del dolor.

Le atiendo a medias mientras hace la fórmula del crecepelo, mientras mis ojos examinan cada rincón de la habitación. Gracias a lo ordenado que está todo, no me cuesta encontrar lo que estoy buscando... Hiedras, sedimentos... Sí, en una isla como esta deberían encontrarse todos los recursos necesarios...

... para una poción de sironomagia.

Erika se podría a llorar sólo de escuchar esa palabra, pero ahora mismo es de las pocas vías de escape que se me ocurre. La mejor opción, por supuesto, sería encontrar las semillas de los círculos de hechicería y hacer uno de vuelta a Eel, pero aunque he estado mirando en todas las habitaciones, no he descubierto dónde pueden estar... Y algo me hace pensar que El Titiritero va a tenerlas bien escondidas. Sobre todo de mí.

Si lograse hacer una poción de sironomagia... O si Eweleïn pudiera hacerla, que seguro que también, quizá esa sea otra alternativa para el escape. Y tenemos todos los ingredientes necesarios, salvo la esencia de algún faérico con afinidad al agua... Por suerte para nosotros, Anrie es parte sirena, como ya quedó muy establecido en el horrible juicio de Lund’Mulhingar. Quizá pueda convencerla de que me dé algunas escamas. Si consiguiera hacer esa poción, Eweleïn y quizá Ykhar pudieran tomarla... Porque Ykhar ahora mismo... Bueno. No puede moverse por su cuenta. Pero si tuviera una cola de sirena... Podrían escapar así.

Hacer la poción, en sí, no creo que sea difícil... Si consigo distraer a El Titiritero, y a lo mejor aprovechándonos un poco de la inocencia de Anrie, podríamos...

-Et voilà! -La exclamación de Victor hace que vuelva a centrarme en él- Una poción crecepelo. Atento, va a picar un poco, pero no tarda mucho...

Se acerca a mí y sin darme tiempo a reccionar me tira el contenido del matraz sobre la cabeza, antes de empezar a esparcirlo y restregarlo por mi cabeza como si fuera champú. El tacto es extrañamente agradable... Hmm, da gustito... Sé normal, Hiiro, sé normal... ¡Ah, pica, pica, pica!

Victor se ríe de la cara que debo hacer, y cuando me llevo una mano a la cabeza para rascarme me atrapa por la muñeca.

-Nope. Espera a que haga efecto.

Es... extraño, porque además del picor en la cabeza, no hay ninguna otra sensación, pero rápidamente noto cómo mi pelo crece, acariciándome la nuca primero antes de cubrirla por completo, y mi visión se ve obstruida por los mechones de pelo que caen por delante de mi cara... Madre mía, sí que se da prisa...

Al final Victor me suelta, y aunque aún me pica un poco hago el esfuerzo de no rascarme, en su lugar examinando la longitud de mi pelo... Huh, la verdad es que es menos de lo que pensaba, teniendo en cuenta cómo lo describió él, pero aún así es una longitud que se me hace bastante incómoda... Debo parecerme a Sadako ahora mismo...

-Y ahí está -Victor me aparta el pelo de la cara, más o menos peinándome un poco-. Un poco más largo de lo intencionado, pero eso lo solucionamos con unas tijeras. A menos que quieras dejártelo así de largo... Yo diría que te queda bien. Tienes un pelo precioso... -Dice eso mientras que con una mano coge un mechón, el pelo deslizándose entre sus dedos con un movimiento fluido- Sé de más de una en esta casa que te tendría envidia.

-¿Naytili, con su champú de caballo? -Me burlo. Él se ríe.

-Quizá. Pero sobre todo Chloé, siempre se queja de que el pelo no se le queda como a ella le gustaría... -Anoto otro punto a mi favor en el marcador imaginario de mi cabeza. Tal vez sólo por eso merezca la pena dejármelo largo un tiempo, aunque sólo sea para lucir cabellera frente a ella.

-¿Puedes cortármelo tú? -Pregunto, sin embargo, y casi me arrepiento al ver cómo su cara cambia.

-... se me da muy bien cortar partes del cuerpo para unirlas a otras -Dice-. Pero cortar pelo. Um. Desde un punto de vista estético, yo no soy el más indicado para...

-¿Anrie...? -Él niega con la cabeza.

-No puede sujetar unas tijeras con las manos como las tiene -Recuerdos de Henry llorando cada vez que en preescolar le decían que tenía que usar tijeras no para zurdos vienen a mi cabeza de repente-. Entiendo que no quieras ponerte en manos de Chloé o Naytili... Bueno, tienes a la Doct-

-NO -Rápidamente le corto-. No. Eweleïn no... No se le dan bien este tipo de tareas.

Ella es la culpable de mi fatídico corte en primer lugar... Fue Gèrard el que tuvo que rematarme y dejarme casi calvo para que al menos pareciera una persona decente. No quiero volver a ponerme en las manos de esa elfa en la vida...

-Bueno, yo puedo intentarlo, si quieres -Propone-. No te doy ninguna garantía, eso sí. Pero te lo puedo recortar al menos un poco.

-Sabes qué...  Quizá me quede con el pelo largo un tiempo -Contengo un suspiro-. Hasta que me encuentre con alguien que sepa lo que se hace con unas tijeras...

-Haces bien -Parece que mi dilema le divierte-. En mi opinión, al menos. Ya lo he dicho, pero me gusta bastante...

En esta ocasión, hace girar uno de los mechones en su dedo, como un tirabuzón. Soy de repente un poco más consciente de nuestra cercanía, y eso me hace considerar un par de cosas, especialmente con sus ojos fijos en mí, incluso cuando yo aparto la mirada sintiéndome... Culpable. No tengo muy claro por qué. O por quién. Si por mí, por él, o por otra persona que no está en esta habitación y en la que no quiero pensar.

-Te lo he dicho antes, pero si mis avanzadas te incomodan...

-No es eso... exactamente -Completo su frase a medias, reuniendo valor para volver a mirarle. Aún me cuesta hacer la separación entre El Titiritero y Victor en mi cabeza. El hombre que tengo delante realmente es una mezcla de ambas personas, quiero pensar, pero en sus rasgos veo más del hombre que llora a lágrima viva que de la persona que tantas veces ha amenazado con herirme a mí y a mis seres queridos-. Nunca se me han dado bien... Estas situaciones.

-Me he dado cuenta. La ignorancia y vergüenza que tienes ante el flirteo son la misma razón por las cuales es divertido hacerlo. No tienes que corresponderme, pero es divertido provocarte. Entre tú y yo, llevo haciéndolo bastantes meses. Es extraño que no te hayas dado cuenta hasta ahora.

-La dualidad de tener a la persona que intentó arrancarte el corazón del pecho pidiéndote un baile. Tendrás que disculparme.

-Mea culpa -Una sonrisa baila en sus labios con la palabra-. Pero como ya he dicho, siéntete libre de rechazarme. A menos que no sea eso lo que quieras... Porque hasta ahora no lo has hecho, ¿no?

-... No -Admito. Eso hace que él se acerque un poco más, inclinándose sobre mí. Me arden las mejillas-. Tal vez no quiera rechazarte. A fin de cuentas, estoy aquí ahora mismo porque he decidido venir a ti, porque quería saber más de ti y conocerte.

-Hmmm... -Casi noto el zumbido del murmullo en mi piel.

-Es difícil separar el atractivo que siento por ti como incógnita y el atractivo que tienes como persona. Ahora que ya sé más de ti, y empiezan las respuestas, sólo queda saber si me atraes como persona o no. Y, quiero decir, eres... Atractivo.

-¿Lo soy? -La ironía tiñe su voz- No será por mi cara.

-En parte... -Eso hace que él frunza el ceño- Q-quiero decir, um... No es solamente eso, pero, uh, ayuda bastante que sea-

-¿Realmente te parece que tengo una cara atractiva?

La pregunta me pilla tan de sorpresa como parece pillarle a él. Eso me hace dudar de mi respuesta. ¿S-sí? No sé. Me siento muy estúpido en esta conversación y muy fuera de lugar, por alguna razón.

-¿...Sí? -Titubeo un poco.

No entiendo por qué eso parece afectarle tanto como le afecta, pero incluso con la duda de mi voz, parece tomarse eso como un cumplido inesperado. Por unos instantes no parece saber cómo reaccionar, y desde luego yo tampoco, de forma que aguardo en un silencio lleno de tensión e incertidumbre.

-... Vaya -Al fin reacciona-. Disculpa mi lapsus, pero no estoy acostumbrado a ese tipo de cumplidos... No con esta cara que tengo, desde luego -Lleva el índice de su mano libre hacia su ojo ennegrecido, dando un par de toques en la piel, imagino que señalando tanto el ojo como la cicatriz. Huh. Extrañamente no he tenido eso en cuenta al considerar el atractivo de su cara. Hace tiempo eso me producía... Rechazo, pero ahora es simplemente una parte más de él a la que ya me he habituado y, supongo, he empezado a apreciar de alguna manera-. Realmente, estoy desacostumbrado a la intimidad. Es quizá eso lo que busco contigo, y hasta ahora tengo la sensación de haberlo encontrado...

>>Ya he mencionado esto, pero no me creo capaz de amar. No a estas alturas, no habiendo perdido tanto, no con mi corazón tantas veces roto, no sin temor a que amar a alguien haga que me lo arrebaten de las manos.

>>Pero la intimidad, el cariño... Eso es algo que tanto ansío. Claramente no por encima de mis ambiciones, y por ello he rechazado tu propuesta en la playa. Pero después de doscientos años... Y más tiempo aún, después de tanto sin verdaderamente poder sentirme cercano a alguien... Pasa factura. Y quizá me he encariñado de ti, tal vez más de lo que debería. Pero, a fecha de hoy, tú eres la única persona que me ha demostrado nada parecido al cariño... Aunque sólo sea interesándote por mí, escuchando... Así que discúlpame si me veo equivocado pensando... Que puedo pedir más de ti.

Su mano baja ahora hasta la mía, tentativa cuando sus dedos rozan los míos y un poco más firme cuando ante la falta de rechazo, los entrelaza. La otra mano deja ir el tirabuzón de mi pelo para pasar un mechón detrás de mi oreja, quedándose apoyada en la curva de mi mejilla después de hacerlo.

-Prueba a pedirlo, si es lo que quieres -Respondo-. Si seré capaz de dártelo o no, es algo que aún no conozco. Pero, como ya hemos establecido, hasta el momento no te he rechazado. ¿O no?

Porque es verdad que no he rechazado sus avanzadas... Ni le he rechazado a él, a Victor. Sé que aún no tengo todas las piezas del puzle. Sé que aún hay una oscuridad que no he visto. Y soy consciente de las maldades que ha hecho este hombre, del daño que ha provocado en su camino de venganza.

Y sin embargo. Al verle tan cerca no puedo sino pensar en el hombre que ha llorado en mi hombro. En la expresión apenada de su rostro cuando contaba su historia. En el terror y el miedo que vi en sus ojos cuando su mente se rompió en Eel, al recordar su historia.

Delante de mí no veo sino a Victor, la víctima, y pienso en que me gustaría ayudarle. Me gustaría sanarle. Ya se lo he ofrecido y me ha rechazado. La oferta sigue en pie, por mi parte. Y aunque no la tome. Aunque no la tome, quiero ofrecerle algún confort a su alma rota. Que incluso con todo lo que está pasando, tenga ese cariño que tanto parece anhelar.

Si soy la única persona en Eldarya que puede dárselo, no voy a negarme.

Entre otras cosas, porque yo mismo quiero hacerlo.

Aprieto los dedos que se entrelazan en los míos, inclino mi rostro hacia la mano que se apoya en él, dejando así que acaricie mi mejilla. Con esos pequeños gestos me entrego a él, por un instante, y él acerca sus labios a mi mejilla. De allí se mueven a mi pómulo, donde deja un segundo beso. Otro en el puente de mi nariz, y otro en la punta. Finalmente, con su pulgar traza la línea de mis labios, en un arco tentativo, y sus ojos se fijan en los míos como una última pregunta ante la que no tengo que asentir, y acepto el beso.

Me ha besado anteriormente, ayer, en dos ocasiones. En ambas, él no parecía plenamente consciente de lo que hacía, y el gesto posiblemente fuera una manifestación de ese ansia de intimidad que ahora ha mencionado. A fin de cuentas, estaba en un estado tan vulnerable.

En esta ocasión, está en plenas facultades. Al igual que yo. Y, sin embargo, el beso no es tan intenso como lo hubiera esperado, es apenas una caricia de sus labios contra los míos. Es algo tan... En apariencia inocente, cuando detrás de ese roce hay tanta historia y tanto significado.

Escucho un sonido extraño, una especie de exclamación. Victor se separa de mí, y ambos nos giramos en dirección al sonido, para descubrir a Chloé en la puerta del laboratorio, con las mejillas rojas y mirándonos fijamente... O, más bien, mirándome a mí.

-¡Perdón! -Grita- ¡Lo siento!

-¿Qué ocurre, Chloé? -Pregunta Victor, dejándome ir casi por completo, aún manteniendo mi mano entre la suya. No se me escapa que hay un toque de irritación en su voz.

-Erm, no quería interrumpir...

-¿Qué ocurre, Chloé? -La molestia es más evidente la segunda vez que hace la pregunta.

-Um, Naytili está haciendo no-sé-qué ritual o algo y me ha pedido... O más bien me ha gritado... Que le lleve algún ingrediente...

-¿De mi laboratorio? ¿Naytili te ha pedido a ti un favor?

-Parecía tener las manos ocupadas -Chloé se encoge de hombros, en un gesto nervioso. Algo debe molestar a Victor, que frunce el ceño. Se cruza de brazos, en ese gesto dejando ir mi mano finalmente-. N-no lo sé, yo sólo quiero obedecer... ¿P-puedo coger las cenizas de hombremuerto y una piedra de acrialita?

-No toques el acrialita con las manos desnudas -Victor suspira, resignado, y se gira en dirección a una estantería para recoger un tarro con varias piedras amarillentas en su interior. En cuanto se da la vuelta Chloé empieza a lanzarme puñales con la mirada. Indignado y con pocas ganas de que esta tía me juzgue, le hago una peineta, con lo que ella lanza un sonido de ofensa-. ¿Sí?

-N-no, nada...

Victor maquina un rato con su tarro de rocas, entre lo que Chloé y yo intercambiamos malas miradas, hasta que él vuelve con un contenedor más pequeño en la mano, rodeado con un trapo y con una de las piedras dentro.

-No dejes que tu piel toque el cristal -Advierte Victor, haciéndole entrega del objeto con mucho cuidado-. No tenéis permiso para entrar en mi laboratorio sin mi autorización. Y creo recordar que estás en tu horario de estudio, así que vuelve a tus libros inmediatamente.

-E-es que uno de los perros ha empezado a gruñir fuera de mi cuarto, y...

-Si Naytili tiene algún problema, que me lo diga a mí directamente.

-Um, aún necesito las cenizas...

Victor lanza un suspiro en el que van varios años de vida.

Al final Chloé termina por irse, casi sin dejar de mirarme un solo instante, pero nos deja en paz. Es sólo entonces cuando, con un suspiro un poco más corto que hace que sus hombros se hundan, Victor se vuelve hacia mí.

-Disculpa por eso -Dice, ofreciéndome una sonrisa con sus palabras.

-¿Todo bien? -Pregunto.

-Hm. Buena pregunta... -Por un momento se frota la barbilla, pero luego debe decidir que lo que sea que le molesta no merece la pena- Disculpa de nuevo. Con lo interesante que era la conversación que estábamos teniendo... -Sus labios fuerzan una sonrisa que no parece del todo alegre, quizá por la interrupción- ¿Cómo podría compensártelo? Vayamos a mi habitación, quizá pueda... Hm, no. Demasiado pronto para eso -Sé normal, Hiiro, sé normal, no le dejes ganar, no te sonrojes...-. Bueno... Se acerca la hora de comer. Quizá debería preparar algo, si quieres puedes hacerme de asistente en la co... Si quieres puedes quedarte a mirar.

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Sándwiches para comer, que quizá no sea lo mejor pero es lo más conveniente para todo el mundo, visto que cada cuál está en una punta distinta de la mansión haciendo lo suyo. Con los sándwiches sí que puedo ayudar, aunque Victor no me crea, pero lo demuestro concentrándome muy fuerte para poner una loncha de salmón ahumado encima de una hoja de lechuga. Me da un par de toques en la cabeza y me da las gracias por ayudarle, pero no me deja hacer más.

La comida normalmente la preparan las marionetas, parece ser, que más que parte de un ejército inmortal parece ser el servicio de la casa. Normalmente cuando alguien tiene hambre simplemente le dice a una marioneta que prepare la comida y ya... Me doy cuenta rápidamente de que no parece faltarles ni comida ni recursos.

-Casi todo lo conseguimos a través del contrabando y el mercado negro -Responde Victor cuando le pregunto-. Yo ofrezco productos agrarios, que se venden siempre por buen precio, así que el dinero no es un problema, y a cambio obtenemos otros alimentos que yo no puedo hacer surgir, ingredientes alquímicos, objetos de valor y... Otras cosas.

-¿Otras cosas? -La entonación con la que lo dice llama mi atención, incluso si el hecho de que lo ha dejado así de vago debería disuadirme de preguntar.

-Hmm. Veamos... ¿Sabes lo que es un panmórfico?

-Sí. Hay una en la Guardia.

Caih, de la Guardia Obsidiana. Me le han presentado más de una vez porque a cada rato tiene una apariencia distinta y sólo se sabe que es ella por las botas que lleva. Por lo que me contó Nevra, los panmórficos son como... Slimes, pero si estuvieran hechos de arcilla. Y, bueno, mucho más inteligentes. Al mojarse, pueden cambiar la forma de su cuerpo para cambiarlo a voluntad...

-Hoy día es ilegal, pero antaño era muy común comprar y vender materia de panmórfico -Explica-. Tenía muchos usos porque es fácil de moldear, pero cuando se endurece aguanta bastante sin romperse, y es un material muy ligero... Había gente que incluso tenía granjas de panmórficos dedicado a eso. Con el tiempo se acabó ilegalizando porque las condiciones en las cuales se obtenía el material eran... Cuestionables. Pero depende de dónde busques, puedes encontrarlo. Y, resulta, ese material -Se gira en mi dirección con una enorme sonrisa en los labios, dulce y melosa- es perfecto para construir marionetas.

La revelación me impacta lo suficiente como para trastabillar en el sitio y estar a punto de caerme al suelo, bandeja de sándwiches incluida, pero consigo retomar el equilibrio a tiempo. Marionetas... Como Henry. Así que de eso están hechas...

Reconozco que, en lo personal, nunca me han llamado demasiado la atención las marionetas en sí, sino más bien las habilidades de El Titiritero para dominarlas. Pero sé que Ezarel y sobre todo Valkyon tenían interés en ellas... Valkyon incluso se llevó una a la Guardia una vez.

-Ah, dime, ¿conoces la historia de la “Lágrima del Dragón”? -La voz de Victor me saca de mis pensamientos.

-Me suena de algo... -Lágrimas de vampiro las conozco, pero...

-Es uno de los primeros golpes que Ashkore le dio a la Guardia -Parece orgulloso cuando lo dice-. Era una piedra mágica de gran valor que tenían cogiendo polvo en la armería, presuntamente una “sobra” del Sacrificio Azul, nacida de las lágrimas de los dragones sacrificados o algo así... Aunque la piedra era más bien rojiza. Bueno, Ashkore se la birló a la Guardia y ahora la tiene algún elfo rico coleccionista de piedras preciosas por ahí, a cambio de mi pequeño ejército de marionetas.

El matrimonio Aënwer cruza mi mente por un instante, pero lo descarto rápidamente. Dudo que fueran a gastarse el dinero en algo así...

Al llevarle sus sándwiches a Anrie y Ewe, que siguen con Ykhar en el laboratorio de Niels, la elfa me lanza muchas miradas extrañadas. Yo simplemente me encojo de hombros.

-Por qué... tu pelo... No, espera, no has tocado esto, ¿verdad? -Habla señalando a los sándwiches.

-Sólo los que tienen el pan tostado -Comento, aunque es mentira. Ella pone cara de duda-. No te preocupes mucho por eso y aprovecha para comer.

-Vale... -Ella aún no parece convencida, pero no añade nada más, y simplemente me mira con preocupación cuando vuelvo a abandonar la sala siguiendo a Victor.

Naytili es la última en nuestra lista de sándwiches, y cuando llegamos a la puerta de la que debe ser su habitación vemos a sus dos perros custodiándola, ignorando el humo negro que sale por debajo de la puerta.

-Quizá sea mejor dejarla estar -Propone Victor.

No puedo estar más que de acuerdo, así que nos retiramos, y me siento un poco mal cuando el Perro Negro ve los sándwiches alejarse y gimotea, así que me acerco a dejarle uno. El fenrisulfr me gruñe cuando lo hago y finge que el sándwich no le interesa, mientras que el otro parece contento con la comida.

Lo que sea que debe hacer Naytili le lleva la mayor parte de la tarde, y en algún momento la casa entera se pone a temblar como si hubiera un terremoto, antes de que se escuche una explosión fortísima viniendo de los pisos de arriba. Interrumpe el té que estábamos disfrutando, pero a Victor no parece molestarle mucho, porque sigue sorbiendo de su taza incluso son los temblores.

-Cosas de Naytili -Dice, ante la pregunta muda que le dirijo, mientras se encoge de hombros-. Le pregunté una vez y no quiso darme respuesta así que no he vuelto a hacerlo. Invocar a sus perros no es algo que pueda hacer fácilmente... Y parece ser que tampoco puede controlar muchos de ellos a la vez, por eso sólo tiene dos.

-¿Dos? -Cuestiono- ¿El fenrisulfr no cuenta?

-Oh no, ese es su familiar, parece ser. Me resulta muy extraña la relación que esos dos tienen... -Vagamente recuerdo a Khash mencionando que el fenrisulfr había sido un regalo suyo para Naytili...- Los otros son... -Se lo piensa- No lo tengo muy claro. No son verdaderamente Perros Negros, en sí. Al principio pensé que serían algo similar a mis marionetas, cuando la vi invocar a uno por primera vez, pero tampoco es eso... Porque parece crearlos de la nada, sin necesidad de un cuerpo previo, puramente con materiales alquímicos y la que imagino será magia negra de daemon.

-No parecen ser corpóreos en el mismo sentido que otras criaturas -Añado, recordando ocasiones anteriores en las que me he atrevido a acariciar a Shaïtan-. Como si su cuerpo estuviera hecho de humo, o sombras... -Recuerdo también cuando Alessa, um... licuó a uno de los Perros Negros...

-Exacto -Él me da la razón, asintiendo-. De ahí que mi pensamiento sea que más que un animal, sea alguna construcción alquímica...

Nos quedamos un rato teorizando sobre los perros de Naytili, y sumo la nueva información recolectada a mi cabeza. Naytili les dota de vida de alguna manera, y les somete a su mando a través de lo que, según dijo Nevra, era un collar de pinchos que se clavaba en su piel... Una vez Nevra le quitó ese collar a Shaïtan, el perro dejó de hacerle caso a Naytili y se volvió en su contra... Pero el fenrisulfr parece hacerle caso por voluntad propia, huh...

Al final, echando una peste ácida tremenda, Naytili abandona su habitación con un Perro Negro nuevo, que parece igual de fiero que los otros que le he visto. Aparece fugazmente por la cocina para saquearla y llevarse un montón de comida de vuelta a su habitación, gruñiendo algo de que nadie la moleste durante el resto del día e ignorando las quejas de Victor sobre si le ha llenado la casa entera del olor a azufre. Naytili le ignora. No se me pasan las marcas de extenuación física que veo en ella durante el poco rato que la veo... Sea lo que sea que haga, parece tener un fuerte efecto en ella.

Naytili y El Titiritero están debilitados, Niels les ha abandonado... Ahora sería el momento perfecto para golpear... Si sólo pudiera quedarme a solas en la cocina un rato...

-¿No querrás acompañarme de nuevo a un paseo por la playa, Hiiro? -Pregunta Victor, extendiendo una mano en mi dirección- La vista del atardecer es espectacular.

Cómo no, acepto su mano.

En la playa nos sentamos en la arena, ahora completamente a solas sin pulpatatas a la vista, y entre los dos contemplamos la puesta de sol. Es, efectivamente, espectacular.

Según el sol desciende y el cielo cambia de color, también lo hace el agua que lo refleja. La temperatura baja considerablemente en comparación con el mediodía, con lo que no queda ni rastro del calor agobiante de la mañana... Al contrario, incluso tengo algo de fresco. En algún momento Victor pasa un brazo por mis hombros, imagino que mitad para ofrecerme su calor y mitad simplemente para tenerme cerca, y ayuda un poco... Pero sigue haciendo frío, no nos vamos a mentir.

-Quizá debería haber preparado una cesta de picnic, como sugirió Naytili, para poder ofrecerte una cena romántica en la playa.

-El romance muere en cuanto empiezas a encontrarte arena por todas partes -Objeto-. Disfrutar de las vistas ya es suficiente, en mi opinión.

-En ese caso, mejor así. Podré impresionarte con una cena mejor cuando volvamos a la casa. Ah, sí, tengo un vino que estaba esperando una ocasión como esta...

-Dices que no crees posible amar, y sin embargo pareces ser un romántico -Digo, cambiando un poco mi postura para no estar tan apoyado en él, aún sintiendo el movimiento de su cuerpo cuando se ríe.

-Eso es algo que no puedo evitar... Pero, pensándolo bien, ya te he llevado a bailar, a la ópera, te he invitado a la cena romántica a la luz de la luna... Empiezo a quedarme sin ideas originales con las que cortejarte. ¿Cómo lo hacen los jóvenes de tu época? Imagino que mis planes son para ti algo... Anticuados.

-No realmente -Me lo pienso. Tampoco es que haya tenido... Muchas citas. Pienso en Nevra, con quién en realidad no creo haber tenido nada que se pueda considerar “cita”, y después pienso en Kevin, en quién llevo tiempo no queriendo pensar tampoco-. Quizá, ya no se lleve la ópera, sino el cine. Es similar, salvo que en vez de una actuación en vivo, son imágenes en movimiento grabadas de antemano...  Pero la experiencia es similar. Y, bueno... Los bailes son un poco distintos ahora también.

-Ya veo. Entonces no me he quedado demasiado lejos en mis intentos de seducción, espero.

-Para serte sincero, es difícil sentirse seducido por una persona que te inspira nada más que terror -O eso quiero decirme a mí mismo, a pesar de que, tengo que reconocer, la atracción al peligro es... Algo que existe en mi interior, desde luego, visto el historial que llevo-. Pero eso ha cambiado.

-Me alegra escuchar eso... -Una sonrisa aparece en sus labios, cuya cercanía aprecio cuando cambia su mirada del atardecer en el horizonte a mí- Pero, bien, esa conversación ya la hemos tenido, ¿no es así? Y hemos sacado en claro... Que no tenías pensado rechazarme.

-... así es -Siento algo de vergüenza cuando lo dice así, teniendo en cuenta lo intensa que es su mirada.

-Bien -Se mueve de nuevo para posar sus labios en mi frente por un instante-. Pero aún me quedan modales y sentido común. Cenemos, antes de nada, y déjame abrir esa botella de vino. Después... Veamos lo que ocurre.

... Veremos.

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Vete a saber lo que pasó esa noche, pero se han desbloqueado las setas "Old fashioned". ¡Qué cosas!

Extra del capítulo

Cuando Hiiro pasó su primera noche con Nevra, hice un añadido con el PoV del vampiro. Para esta ocasión, resulta que Victor también tiene un PoV extra que se sale de la narrativa.

(Narra Victor)

Es extraño, despertarse al lado de alguien después de tanto tiempo haciéndolo en soledad. Incluso me asusta cuando, al abrir los ojos huyendo de los terrores nocturnos que han decidido atormentarme hoy, encuentro un cuerpo junto al mío.

Casi está a punto de tirarme de la cama el sobresalto, y por reflejo estoy también a punto de atacarle para asfixiarle con mis hilos o cercenar en su cabeza, antes de que un dolor punzante en mi pecho me recuerde que las secuelas de mi “ataque” aún continúan... Y luego, al reconocer al joven que duerme a mi lado sin que le afecten mis aspavientos, consigo calmarme de nuevo.

La primera vez es la que más me asusta, realmente. El resto de veces que me despierto a lo largo de la noche, demasiado numerosas para contarlas, son algo más calmadas, y al final se me acaba haciendo reconfortante su presencia, casi como una entidad protectora que asegura que ya he escapado del mundo de las pesadillas, que estando él aquí no pueden perseguirme.

Ponerme en manos de Hiiro como medio de protección es posiblemente una idea horrible. El chaval es famoso por estar al borde de la muerte constantemente... Claro que, también tiene mérito que a pesar de acercarse tanto a ella no haya caído en sus garras.

Aún con todo, vulnerable como me siento en mitad de la noche, y sin más protección alguna que la suya, todo lo que se me ocurre es acurrucarme a su lado. Mi cabeza en su pecho, donde puedo escuchar el latido sereno de su corazón. El sonido me trae calma de alguna manera. El contacto con su cuerpo es reconfortarme. Cierro los ojos y trato de dormir, una vez más.

Cuando vuelvo a despertar, de nuevo huyendo de la criatura que me persigue en tinieblas, la luz del amanecer se cuela por las ventanas de la habitación. Me siento más cansado que si no hubiera dormido nada, y puedo predecir el dolor de cabeza que me va a acompañar durante el día, pero a pesar de ello sé que no voy a poder volver a pegar ojo (y parte de mí no quiere hacerlo, para no volver a tener esos sueños tan horribles), de forma que me incorporo en la cama, bien dispuesto a abandonarla.

Dudo por un instante, al ver a mi compañero de cama. Me da la espalda ahora mismo, huyendo de los rayos del sol que iluminan y dan brillo a su ahora más larga cabellera azabache. No soy capaz de resistirme y paso una mano por su pelo, dejando que se escurra entre mis dedos. Tan suave. Realmente le queda mejor así... Aunque eso posiblemente sólo sea mi preferencia. Sonrío al pensar cómo, a pesar de que he dicho que quería consentirle, es más bien él el que me está consintiendo a mí, atendiendo a todos mis caprichos, incluso con su pelo y su vestimenta, aunque...

Echo una ojeada al brazalete que ahora reposa en la mesilla, pero que durante todo el día de ayer estuvo vistiendo tan obedientemente. Decirle que tenía valor simbólico para mí fue suficiente para que no lo cuestionara. Incluso con toda su perspicacia con la que a veces me sorprende, hay otras cosas para las que es tan... Inocente, o necio. ¿No reconoces las gemas azules de la pulsera, Hiiro? ¿No hierve tu sangre sólo con verlas? Oh, bueno. Mejor para mí, si permaneces ajeno a mis conspiraciones.

Me incorporo, algo apenado al tener que dejar ir del todo a mi compañero, al que la falta de mi presencia no parece molestarle. Es hasta impresionante que en toda la noche no le hayan despertado mis giros y vueltas y despertares súbitos y exclamaciones de terror entrecortadas. Quizá debiera preocuparme por su bienestar... O tal vez es sólo un sueño profundo. Sea como sea, mejor para él; y mejor para mí porque conociéndole hubiera tratado de consolarme en mitad de la noche, y eso es algo que no puedo permitir. No sé si mi corazón podría con ello.

Mi corazón, que ya se ha visto tentado por él y por la propuesta que hizo ayer. Darme una vida tranquila a cambio de dejar atrás mis ambiciones... Ah. Si tan sólo fuera posible, y si el mundo fuera de color de rosa.

... Siempre me quedará la duda. De si sería posible. De si aceptar una felicidad tan simple pudiera ser la salvación que necesito, mejor que este camino de rencor y venganza que estoy tan decidido a hacer, a cualquier precio... Incluso a costa de yo mismo.

Reflexiono sobre ello, mientras me visto para prepararme para el día; y cuando llego frente al espejo que cuelga de la pared y estudio al hombre que me devuelve la mirada, pienso en lo que he dejado atrás, y en si podría recuperarse.

Me cuesta tanto reconocer al hombre que hay ante mí, El Titiritero. Es un completo extraño que sigue cada movimiento que hago, que imita la expresión en mi rostro. No soy capaz de identificarme con él. A veces siento que es otra persona distinta, y que este cuerpo que habito verdaderamente no es mío. Por eso me sobresalta tanto, en ocasiones, ver su reflejo, y por eso odio tanto hacerlo, porque no quiero asimilar que esa persona verdaderamente sea...

Mi rostro ha cambiado tanto. Los más evidentes son los cambios físicos: Mis ojos son completamente distintos, perdiendo todo rastro humano para convertirse en la evidencia de qué tanto me ha tocado Eldarya. El favor del Oráculo en uno de ellos; en el otro, el poder que robé en mi ansia de venganza.  La cicatriz que cruza mi ojo ennegrecido arde al recordar el momento en el que se hizo, las uñas clavadas en mi piel rasgando y llevándose consigo algo que también he dejado atrás. Curiosamente no recuerdo haber sentido dolor en aquel momento. No recuerdo sentir nada. Sólo recuerdo la pesadez de mi resolución: tener que acabar con él, con ellos, rápido, rápido...

No lo suficientemente rápido o no estaríamos aquí.

Como sea, mis ojos cambiados y mi rostro marcado deberían ser evidencia suficiente de mi falta de humanidad. En qué momento me convertí en un monstruo, me pregunto. ¿Será, según dicen algunos, en el instante en el que di vida a aquella aberrante creación? ¿Será cuando llegué a Eldarya, dejando atrás mi vida humana? ¿Será cuando obtuve mis poderes, ganando las habilidades de algo más allá de lo humano o lo faérico? ¿En qué momento murió Victor, cuándo nació El Titiritero?

La pregunta quizá sea si es cierto que Victor Frankenstein murió.

Me giro hacia Hiiro, aunque por el rabillo del ojo aún veo mi perfil en el espejo, la parte deformada por la cicatriz.

Dijo que era “atractivo”. ¿Cómo puede ser eso, cuando soy un monstruo? ¿Cómo pudiera nadie sentir nada por una criatura tal y como soy yo? No debería ser posible, y sin embargo. ¡Sin embargo! Él no mentía.

Así que me pregunto si será que él es capaz de ver a Victor. Si, el hecho de que le vea, es signo de que Victor no está muerto. O quizá, si ha muerto, que Hiiro es capaz de revivirle. Sería irónico, cuando aquello que mató a Victor fue precisamente la capacidad de otorgar vida.

Sea como sea, tengo clara una cosa. La única forma en la que Victor pudiera realmente haber vivido, sería si yo hubiera aceptado su propuesta de una vida tranquila.

Pero no lo he hecho.

Así que, me giro una vez más hacia el espejo, y examino mi reflejo.

Soy yo, soy yo. El Titiritero, soy yo.

Hiiro Allen no pudo salvar a Victor.

Veremos si es capaz de matar a El Titiritero.

No alcanzo a comentar,  solo dire que gracias por bajarme de la nube en la que el titi se estaba reformando y recordarme porque es el villano y que HIIRO ES DEMASIADO PODEROSO CON EL CABELLO LARGO

pruebas

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Heeeeeyo, hallo!

¿Cómo andamios? Espero que bien (? Yo estoy bien, si alguien se lo pregunta (? No sé qué puñetas le pasa a mi teclado que ha decidido que quiere jorobarme todas las mayúsculas, así que si veis mayúsculas o minúsculas extrañas, que sepáis que es eso.

La idea era haber publicado la semana anterior, pero el capítulo se ha... Alargado más de lo planeado. ¿Es eso bueno o malo? No lo sé. (? Anyways, vamos a ver comentarios (?

Maera

Holi, holi~ Bonito cosplay de Akire (?

Fue un día perfectamente normal y corriente para actualizar, por supuesto. ¿Que no cuela, dices? ¿Hm? ¿No cuela el qué? Yo jamás jugaría trastadas en en el fic, por supuesto que no (?

Hiiro en la playa teniendo citas románticas con El Titiritero, todo normal. Pulpatatas lindos para amenizar la velada. Y Hiiro haciendo propuestas intensas para darle emoción a su vida, es que tiene poca.

Dices que si Hiiro iba a ronronear con el crecepelo y 100% me planteé seriamente poner un ronroneo mental o algo similar, pero luego decidí que eso no tenía sentido... Pero sí, Hiiro ronronea a veces, debe ser. No lo sé. Hiiro es muy gato coded (?

Victor es 100% una figura paterna para Chloé y Anrie, así que ahora el debate está en si Hiiro va a divorciarse de Simonn y pedir custodia compartida para Yurio y Onha, o si lo va a dejar todo atrás y ser un infiel...

Broma, ¿qué broma? No hay ninguna broma (?

Isis

AaaaAAA Hola hola hola (? Bien dicho, no perdamos de vista el hecho de que Tripleté es el malo (?

Aaaaaa Hiiro con el pelo largo súper lindo y majestuoso (? También con sus ropas titiritéricas, todo caballeroso (? Muchas gracias por semejante arte T^T

En anteriores episodios de "¿Cada cuánto pasa el bus de las setas brillantes? La historia de cómo aparecí en un mundo mágico porque me tropecé con mis propios pies y me caí en un círculo de setas dejando un sugus atrás"...

Tras el rapto de Eweleïn ¿y Hiiro?, Leiftan, Ezarel, Valkyon y Simonn, volvieron a la Guardia después de haber huido al revelarse la identidad de daemon de Leiftan. Al confrontar a Miiko, se descubrió que Alessa la había estado manipulando con la intención de ejecutar a Leiftan. En una confrontación entre Alessa y Leiftan se descubrió que Alessa es un dragón y *gasp*, ¡el hijo perdido de Roy!

Después de que Ayleen le mandara a dormir, le tiraron a las celdas del sótano, donde también tenían encerrados a Gèrard y Niels, después de que este último desertara de la titiritropa al tener un ataque de pánico. Al día siguiente, y buscando respuestas sobre la ubicación de El Titiritero, la Guardia interrogó a Niels, y en ello descubrió que en algún momento alguien (presuntamente Kaze, el anterior Líder de la Guardia previo a Miiko) había colocado sobre él un hechizo que le prohibía hablar de los sucesos que le hicieron acabar en Khär-Zhell.

Sorprendentente para todo el mundo, Erika tuvo la idea de hacer sobre Niels el ritual de Janus-Geb, que permite entrar en las memorias de otra persona, para averiguar qué es lo que había pasado. A pesar de que todo el mundo sabe que es un método poco ético, se decidió poner la idea en marcha, y los elegidos para internarse en la mente de Niels fueron...

Gèrard y Nevra.

Capítulo 27.6.-

(Narra Nevra)

Quizá deberíamos hacer caso a Simonn un poco más a menudo, porque ahora que lo pienso, quizá esto no sea una buena idea.

Es demasiado tarde para arrepentirse, sea como sea, porque ya estamos dentro de la mente de Niels.

Cuando le hicimos el ritual de Janus-Greb a Hiiro, su mente era un jardín que se fue marchitando a cada vez... No esperaba que la mente de Niels fuera igual, pero de alguna manera me sorprende que estemos en alguna especie de... ¿biblioteca?

Imagino que se puede llamar así. Hay estanterías llenas de libros que se estiran hacia arriba mucho más allá de hasta donde llega la vista, quizá hacia la infinidad, pero eso no es suficiente; los libros y papeles se desparraman en todas direcciones, con torres de libros aquí y allá, algunos encajados en las estanterías sobre las filas de libros, hay papeles flotando por el aire en todas partes que parece que caen desde los estantes más altos... El suelo está cubierto de ellos, todo tipo de papeluchos con palabras ilegibles y dibujos extraños en ellas, o bolas de papel y hasta algún que otro avioncito, vaya... Y debajo de los papeles y libros desorganizados veo una moqueta de un color verde feísimo, que es el mayor indicativo que tengo de que esto es una biblioteca.

-A ver... -La voz de Simonn suena desde alguna dirección indefinida, haciendo que preste atención en lugar de estar miroteando los alrededores- Dadme un segundo que me acuerde de cómo funciona todo esto y ahora empiezo a guiaros...

-Sin problemas -Respondo.

Lanzo una mirada a mi... (suspiro infinitamente largo) compañero de misión, que está mucho más interesado en lo que nos rodea que yo.

Gèrard examina los alrededores, imagino que curioso por conocer lo que habita en el interior de la cabeza de su pesudonovio. Otra de las razones por las cuales quizá esto haya sido una mala idea, es porque quizá no seamos la mejor combinación... Pero aquí estamos. No sé qué cursillo rápido de cinco minutos le habrá dado Valkyon sobre todo esto, pero entre lo bien que se explica el uno y que el otro suele hacer lo que le da la gana, no sé cómo va a terminar esto...

Le veo coger uno de los libros e ir a abrirlo, y eso me hace reaccionar y acercarme a él.

-Eh, eh, eh; no toques nada, no sabemos lo q- -Me interrumpe cerrando el libro y ofreciéndomelo. Algo confundido, lo cojo, lo que ocupa mis manos y libera las suyas para coger otro libro- ¿¡Quieres estarte quieto!?

No me responde, sino que sigue hurgando entre los libros, encasquetándome cada uno de ellos cuando termina, haciendo que mi torre de libros e irritación vayan en aumento. Como parece tan, taaaan interesado, echo una ojeada por encima de su hombro para ver qué es lo que pone en los libros... ¡Y no hay nada! Hay como, dos o tres palabras escritas al principio y el resto del libro está todo en blanco... Menudo gasto de papel...

-Vaaaaale, vale, ya estamos -Simonn vuelve a hablar.

-¿Qué son todos estos libros? -Pregunto, mientras el muñeco de nieve coloca el último de los libros en mis brazos.

-Eeeeeh pos no lo s-

-Ideas -Copito le interrumpe.

-¿De Niels? -Gèrard asiente con la pregunta de Simonn- Tipo, ¿sus invenciones? -Vuelve a asentir.

-¿Tantas de ellas? -Eso me extraña.

-Pero los libros están vacíos -Señala Simonn-. Así que posiblemente sean todas las cosas que se le vienen a la cabeza, pero que nunca desarrolla...

Aún así, ¿tantas de ellas...? Bah, lo que sea, no hemos venido aquí para eso.

-¿A dónde tenemos que ir, Simonn? -Digo, con la intención de encaminarnos en alguna dirección. Visto que los libros están esparcidos por ahí sin orden ni concierto, dejo los que tengo en las manos en un montón en el suelo.

-Podéis echar a andar entre las estanterías, ahora os voy guiando...

Eso hacemos, caminando entre los montones de libros bajo sus instrucciones. Nos hace dar giros entre los pasillos de las estanterías, izquierda aquí y derecha allá hasta que después de un rato, cuando ya voy a quejarme de que todas las estanterías parecen iguales y que si esto tiene fin, las estanterías dan paso a una habitación circular en cuyo centro hay una escalera de caracol que desciende a... Vete a saber dónde.

-Por ahí es -Indica Simonn-. Hacia el interior de la mente de Niels. Todo esto es sólo la superficie, parece ser. Sólo sus ideas superficiales... -Que síiiiii, que es muy listoooo, vale...- Ooop, un segundo -Detiene al muñeco de nieve cuando iba a empezar a bajar el primer escalón-. Técnicamente esto es una puerta. Así que, técnicamente, al pasar por ella, vais a tener que ver un fragmento de la vida de Niels.

Hm. Para ser completamente sincero, ahora mismo tengo más prisa que curiosidad, así que no sé si nos conviene entretenernos viendo las memorias del phy. Una mirada al criónido me hace saber que él piensa exactamente lo contrario, y que está dispuesto a tirarse de cabeza a cualquier información que pueda encontrar...

-Simonn, ¿no hay otra ruta? -Pregunto, no queriendo lidiar con esto.

-Eeeeeh, es bastante difícil navegar por aquí, pero yo diría que no, y si la hay posiblemente os toque caminar un rato... -Aggggh...- No parece ser una memoria, muy... uh, pesada. Os diría que simplemente la cruzarais y ya...

El criónido asiente y echa a andar por las escaleras antes de que yo pueda quejarme y, como tampoco quiero separarme de él y causarle más problemas a Simonn, no me queda otra más que seguirle.

Al bajar por las escaleras, en vez de encontrar más escaleras... De repente estamos en un terreno plano, y el último paso que doy sobre un escalón fantasma que ya no existe está a punto de hacer que me caiga al suelo de no ser porque el muñeco de nieve me pone una mano en el pecho para equilibrarme.

... Menudo ridículo. ¿Es así como se siente Hiiro todo el rato?

Voy a ir a darle las gracias, pero no me da tiempo porque a los dos nos sobresaltan los gritos y chillidos que se escuchan de repente. En seguida nos giramos en dirección al ruido, donde un montón de personas se aglomeran y están chillando... Todas tienen el pelo de un color rojo intenso y, al examinar los alrededores y ver que estamos en el interior de una caverna, rápidamente deduzco que debemos estar en la villa phy de la que venga Niels.

-Menudo escándalo... -Comento.

Copito de nieve no dice nada, sino que se dirige al grupo de personas directamente. Le sigo un instante después, perdiendo sólo un par de segundos en examinar un poco más del entorno, porque nunca he estado antes en una villa phy y es... Un poco distinto a lo que me imaginaba. La caverna, abierta en una piedra que no reconozco pero que tiene un tono granate que me recuerda un poco a la sangre (y eso me llama demasiado la atención y me ha distraerme) es bastante amplia y sobre todo alta, el techo muchos metros por encima de nuestras cabezas. Por todas partes se elevan edificios altos con cubiertas de varios tipos de metales y multitud de chimeneas y tuberías que van directas al techo, al suelo o a otros de los edificios que los rodean... La arquitectura es bastante inusual para mí también, porque todo parece tan... Geométrico, perfectamente medido y proporcionado. No me cabe duda de que si traigo una regla y un nivel, no voy a encontrar nada que esté un sólo ángulo o milímetro desviado. Es un poco claustrofóbico todo, a decir verdad; quizá por la ausencia de techo y luz natural (la poca iluminación que hay son materiales fluorescentes en algunos edificios y en los lados de las calles), o quizá porque está todo un poco apelotonado entre sí. Lo más interesante por ver es el enorme reloj mecánico construido en el techo de la caverna, que va contando incluso los segundos... Guau... Tenemos que conseguir un reloj para la guardia, parece súper útil eso de saber qué hora del día es...


Aaaa, no, Nevra, concéntrate, no te pongas a mirar relojes y mariposas, a ver, dónde está el phy y a dónde se ha ido el criónido...

Por suerte Gèrard es fácil de avistar porque destaca bastante entre la multitud de phys. Me le encuentro mirando la escena que discurre en mitad del círculo. Hay una serie de phy gritando y discutiendo... Una mujer en el suelo llorando con un niño en brazos, la ropa de ella manchada de sangre mientras abraza al niño. Otro niño, que está siendo gritado por una mujer que ha perdido completamente los papeles y tiene la cara roja de rabia. Varios otros phy gritándole a un hombre que tiene una cara de cansancio profundo y no parece tener fuerzas para responder a los gritos y acusaciones.

-¿Niels es...?

-El niño al que le están gritando -Simonn responde a mi pregunta. Imagino que el criónido ya le había reconocido antes porque le estaba mirando a él-. Parece que ha habido un... Accidente.

-¿¡Cómo has podido!? -La mujer frente a Niels no deja de gritarle- ¡Estás loco! ¡Estás completamente enfermo!

-P-p-pero e-está, estábamos... j-jugando c-como si, como siempre... -El Niels infantil parece... abrumado por los gritos, más que otra cosa. Me fijo que él también tiene una salpicadura de sangre en la cara, pero algo me dice que no es suya. Por cierto, sangre de phy. Estoy salivando y eso es siniestro incluso para mí- ¿Q-q-q-qué he hech, qué he, qu-qué h-

-¡Deja ya de tartamudear! ¡ME ESTÁS PONIENDO DE LOS NERVIOS!

-N-n-no s-sé... ¡N-no entiendo por, por qué estás t-tan en, enf, enfadadada! ¡C-cuando el o, el otro d-día Caleb mató a, a-, al chestok m-me, me dijiste que, que no- no pasaba nada! H-he hecho un, un, a-arma que es m-mejor y m-más po, potente q-q-q-q-que la suya, ¿n-no es eso a, algo bue-

La mujer abofetea a Niels, que se calla al instante. El resto de adultos que gritan por el fondo no prestan atención a la escena, ni siquiera cuando la mujer continúa golpeando al niño de forma... Yo diría que desproporcionada. Obviamente aquí ha ocurrido una tragedia. Y obviamente el responsable de ella es Niels. Pero ni esa es la forma de solucionarlo, ni... Ni es adecuado. Más bien parece que esté desquitando su rabia con el niño, más que otra cosa...

Al final, cansado de que le griten, el otro hombre que estaba soportando el rapapolvo se gira en dirección a la mujer y el joven Niels, que ahora mismo está tirado en el suelo hecho una bola sobre sí mismo, cubriéndose la cara con las manos y sacudiéndose de cuando en cuando con un sollozo.

-El niño tiene que irse -Dice el hombre a la mujer, con tono exasperado más que nada-. Ya está bien. Que se vaya del poblado. No puedo más con él.

-Pues lago -Responde ella-. Ya estoy harta yo también. Para el bien que nos hace. ¡Eh! -Chasquea los dedos un par de veces, pero al no tener reacción por parte de Niels, le agarra de un brazo y tira de él para levantarle. El niño ha dejado de responder, y ahora mismo sólo puede llorar y murmurar una retahíla de “lo siento”s que... Me recuerdan un poco al estado en el que le vimos ayer, cuando se rindió delante de Gèrard y se echó a llorar- ¡Venga! ¡Andando!

Diría que tira de él, pero más que otra cosa le arrastra por la calle, levantando polvo rojo a su paso y tirando de la camiseta del niño de forma que se da de sí. El grupo de adultos que observaban la escena murmuran entre sí y se apartan para dejarla pasar. Algunos la siguen, entre ellos el hombre que asumo que será el padre de Niels (igual que asumo que ella es su madre, y cuando digo “padre” y “madre” lo digo realmente por decir algo porque, vaya), mientras ella desfila al niño por la calle, ignorando lo mucho que él llora y chilla.

El criónido les sigue también, sin decir una sola palabra. Incluso con lo poco expresivo que es, no me cuesta leer lo que debe estar sintiendo. Ceño claramente fruncido, postura rígida, puños cerrados con fuerza. Huelo en él una pizca de sangre, pero no sé si viene de los puños cerrados o del interior de su boca por morderse el carrillo.

No voy a hacer ningún comentario y, a pesar de que no quiero ver esto, yo también sigo a los phy.

La entrada a la villa es una enorme puerta metálica con un mecanismo de apertura tan complejo que tardan varios minutos en abrirla. Ni siquiera las arcas de Eel tienen esta seguridad... Aunque quizá eso es más porque nosotros nos fiamos más de la magia que de la tecnología. Aún así, es una puerta bastante imponente, claramente pensada con la intención de que ningún extraño consiga entrar nunca a la villa. Siglos de ser cazados, esclavizados y convertidos en mercancía han debido de volverles hostiles al resto de razas faéricas, vete a saber por qué.

La puerta se abre y Niels es inmediatamente arrojado fuera. En cuanto el niño está fuera, el hombre vuelve a iniciar el proceso de cerrado, que la puerta cumple lentamente.

-L-l-lo, lo sie- lo sie- lo sien- lo...

Es todo lo que Niels puede decir, aún encogido en el suelo, mientras la puerta se cierra lenta, lentamente. La mujer no deja de mirarle por la abertura hasta el último momento.

La puerta se cierra, a cal y canto.

Nuestra perspectiva cambia cuando lo hace. Aún estábamos dentro de la aldea, pero al cerrarse la puerta aparecemos fuera, junto a Niels, que sigue llorando y disculpándose ahora con nadie.

Gèrard se agacha junto al niño. Intenta poner una mano sobre él, pero su mano le atraviesa. No puede hacer nada salvo mirar, y me acuerdo de repente de que la razón de que los criónidos sean tan inexpresivos se supone que es porque para ellos es mucho más fácil leer emociones y empatizar con otros.

-Es mejor para todos que te vayas de la aldea.

La voz me sobresalta.

¿Qué es...? Es la voz de esa mujer, de nuevo. Me giro en todas direcciones, pero no soy capaz de verla... Y no puede venir de detrás de la puerta. Es demasiado ancha como para permitir un sonido así de claro.

-No le haces bien a nadie.

-Es por eso que todo el mundo te odia.

-Estás enfermo.

Más voces. La voz de la mujer es la principal, pero hay más... Más mujeres, hombres y niños, sus voces se sobreponen en distintos mensajes de carácter similar...

-¿Simonn? -Pregunto, algo preocupado de oír tantas voces pero sin ver una fuente concreta de ellas.

-Es la memoria de Niels -Aclara-. Es lo que él está escuchando.

-¿Pero de dónde vie-

-De ninguna parte. Las está escuchando.

¿En su cabeza? Miro al niño que tiembla en el suelo, claramente aterrorizado por todo lo que acaba de ocurrirle. Con un grito, se incorpora de repente y se abalanza contra la puerta, golpeándola con ambos puños.

-¡P-por f... p-p-por, por, p-por favor, l-l-, l-lo sie, lo siento...! -Grita, por encima de las voces- ¡N-no volv...! ¡N-n-no volvré... no volv...! ¡P-por f...1 ¡L-lo sien-! ¡M-ma-, ma, m-mm, p-porf-, l-l-l-lo, los-s-s-s-...!

Ni siquiera puede formar una frase completa.

Las voces continúan.

-Lo has estropeado todo de nuevo, como siempre.

-Es lo que te mereces.

-Lo has hecho todo mal.

-Nadie podrá quererte nunca.

-Mentira... -Dejo de mirar al desesperado Niels para en su lugar mirar al criónido. Tiene lágrimas en los ojos, pero parece estarse conteniendo para no llorar- Es mentira...

-Lo siento... -Simonn habla con una voz que me hace pensar que él también tiene un nudo en la garganta- No puedo quitar esas... Voces. Van de mano del recuerdo.

-¿Son pensamientos propios de Niels? -Pregunto- O son, eh... -No quiero usar la palabra “psicofonía” porque por alguna razón me duele la cabeza cada vez que pienso en ella- Que Niels escucha voces en su cabeza. Porque si oye voces, bueno...

-No sabría decírtelo...

Niels continúa un rato gritando en la puerta, hasta que se cansa y se deja caer al suelo. Allí permanece un tiempo, acurrucado sobre sí mismo. Después, se incorpora para quedarse sentado sobre la piedra de la caverna, espalda apoyada aún en la puerta, y de un bolsillo saca una libreta con pinta de tener bastante uso y un lápiz que iba encajado en el muelle de la misma. Aún con algunos espasmos a causa de los sollozos, empieza a pasar páginas. Me coloco de tal forma que puedo ver lo que está anotando, en caso de que sea algún plan de aniquilación de aldeas y venganza sangrienta (de lo cual ahora mismo no puedo culparle).

En su lugar lo que veo, escrita en una letra claramente infantil, con caligrafía tambaleante y, ehm, no del todo correcta, es una serie de “REGLAS” (o eso dice la portada, aunque la E tiene demasiados palitos y más bien parece un peine).

”Sólo madre puede gritar en casa. No gritarle a madre. No gritar.”
”Estar en casa antes de las ocho. No salir después. No salir antes de la hora del colegio (por la mañana)”
“Cepillarse los dientes. Está bien no cepillarse los dientes. Está bien que madre y padre no se cepillen los dientes a veces, pero yo los tengo que cepillar siempre. Caleb no se cepilla los dientes? ←- Preguntar-  Cepillarse los dientes SIEMPRE porque madre lo dice”

Hasta ahí, todo normal.

”No tirar piedras a la gente si hacen ruido porque soy un niño horrible.”
“Las explosiones dentro de casa están mal, soy un peligro y hago las cosas mal.”
“Coger cosas de los demás sin pagar está mal y madre me castiga.”
“No responder cuando madre me castiga porque soy un niñato (responder = incierto? responder preguntas (SÍ) responder acusaciones (NO) Mejor no hablar)”
“No poner nerviosa a madre”
“No tartamudear porque pone nerviosa a madre (IMPORTANTE)”
“No tartamudear porque no es normal”
“No tartamudear”
“NO TARTAMUDEAR”
“CALLARME CALLAME A MADRE NO LE GUSTA OÍRME HABLAR A MADRE NO LE GUSTO MADRE NO QUIERE OÍRME PORQUE LE PONGO NERVIOSA NO TARTAMUDEAR”
“No perforarse con un lápiz porque madre dice que es raro”
“No ser raro”
“No estar enfermo (Ser? enfermo? Diferencia? Enfermedad física ---> Síntomas físicos (fiebre, duele tripa, quedarse en cama) Enfermedad (otra) ---> No le gusta a madre (yo))”
“No hacer que otras personas me odien (Solución = ???? Incierta, no preguntar a madre porque es raro)”

He visto cosas bastante horribles durante el tiempo que he estado en la Guardia, pero hay algo en este cuaderno, escrito por un niño que ni siquiera sabe escribir bien del todo, que me perturba bastante. Sobre todo cuando, según van pasando las páginas, la escritura se vuelve más... Desorganizada. Las líneas son más gruesas y oscuras, claramente escritas con más... rabia, diría. Hay partes incluso en las que el papel se ha rasgado de la fuerza con la que ha tenido que escribir. Las palabras se agolpan en las páginas de forma constrictiva, los márgenes se llenan de anotaciones señalando cuando una conducta es “rara” o se merece un “castigo”. Empiezo a fijarme en que en los brazos pálidos de Niels hay marcas de golpes y moratones que quizá no sean de lo que acaba de ocurrir.

Al fin, Niels llega a la última página donde hay algo escrito.

”Puedo usar armas para golpear (Caleb = puede ---> Caleb = no es raro, hace cosas bien ----> Yo = puedo (disparar ---> caza)”

Cogiendo el lápiz con el puño, Niels tacha la línea completamente, repetidas veces, garabateando por encima hasta que lo que hay debajo queda ilegible. Después, con una mano que tiembla, empieza a escribir.

”Usar armas para golpear a gente está mal. Herir a gente está mal. Matar a gente está mal. Estoy enfermo y todo el mundo me odia. Lo siento. Lo siento. Lo siento. Lo siento. LO SIENTO. LO SIENTO. LO SIENTO. LO SIENTO. LO SIENTO. LO SIENTO. LO SIENTO. LO SIENTO. LO SIENTO. LO SIENTO. LO SIENTO. LO SIENTO. LO SIENTO. LO SIENTO.

Mi visión se emborrona, todo lo que veo desaparece por un instante como un parpadeo, y de repente ya no veo a Niels ni la enorme puerta, y ya no estoy en una caverna.

Estamos imagino que de vuelta en la mente de Niels. Detrás de mí, hacia el techo, se levanta la escalera de caracol por la que acabamos de descender. Ya no estamos en una biblioteca, sino en un espacio mucho más despejado y organizado. La moqueta del suelo es considerablemente menos fea, ahora un tono gris oscuro simple pero más elegante, lo que me hace sentirme aliviado. De la sala circular en la que estamos surgen distintos pasillos, todos ellos con una chapa de metal sobre el arco que lleva a ellos que da una explicación, imagino, de lo que hay al otro lado. Hay un sofá de cuero que parece algo incómodo colocado a un lateral, y sobre él está Gèrard, a pesar de que antes estaba en el suelo de la caverna junto a Niels. Parece sobresaltado por el cambio de escena.

-Hemos salido del recuerdo -Le aclaro, y mi voz parece pillarle por sorpresa. Aún tiene los ojos húmedos cuando me mira-. Hemos pasado a la siguiente etapa.

-¿Niels bien? -Pregunta.

-No noto nada extraño en él ahora mismo -Responde Simonn-. Está hecho una bola de nervios, pero no parece que ese recuerdo le haya afectado especialmente.

-Esa es la aldea que presuntamente destruyó, ¿verdad? -Digo. Por un momento me parece que el criónido se indigna porque me atreva a cuestionar la inocencia de su pichoncito, pero no dice nada- La misma de la que le echaron... ¿Tan pequeño?

-Aparentemente. Me parece un poco milagroso que sobreviviera por su cuenta siendo tan pequeño, pero no hay muchos más recuerdos asociados directamente a Grutemburgo...

-Gruthemberg -Corrige el criónido. ¿No son lo mismo?

-Eh, eso, perdón. Bueno, no hay muchos recuerdos, o al menos yo no los siento, así que es muy posible que nunca volviera a la aldea. Lo cual es normal. Yo desde luego no querría volver, visto lo visto.

-¿Tú no sabías nada de esto? -Me dirijo a copito de nieve, que niega con la cabeza. Parece haberse acomodado en el sofá... Juraría que era negro, ¿pero ahora es blanco?

-Niels privado -Se lo piensa-. Dijo echado aldea y él “superado”.

Imagino que, en retrospectiva y con los años, en algún momento simplemente decidiría que quizá alejarse de ese sitio fuera lo mejor para él. Aún me queda una duda, sin embargo.

-El niño con el que Niels había tenido este “accidente”... -Mi pregunta no va dirigida a nadie en concreto, sino que la lanzo más bien al aire para teorizar- Había bastante sangre, pero...

-Es difícil decir si murió en aquel momento o no, porque no está registrado en la memoria de Niels -Ahá...-. Lo que habéis visto es lo que hay. No sé si nos ayudaría de algo volver atrás, pero tampoco sé si podemos. Por el momento, nos conviene explorar un poco... Tenemos que avanzar más hasta dar con el recuerdo que buscamos

-¿Dónde estamos ahora exactamente? -Vuelvo a mirar alrededor, examinando la sala de nuevo- Me hace pensar en... ¿Una especie de museo? -Señalo a uno de los arcos y la placa de metal que tiene encima, donde se lee “Orfebrería”- Y cada uno de esos arcos lleva a una exhibición distinta.

-Puede ser. Ninguno de ellos parecen ser puertas, así que de momento creo que podéis elegir la que más rabia os dé. O, bueno, ¿alguna preferencia, Gèrard? A lo mejor a ti se te ocurre por dónde encaminarnos.

El muñeco de nieve se pone en pie, y echa un vistazo a los distintos pasillos que nos rodean. Yo hago lo mismo, leyendo las placas que los describen. “Orfebrería”, “Gremio CyC”, “Zodiaco”, “Caravana”, “Boloñesa”-

-¿”Boloñesa”? -Lo leo en voz alta, algo incrédulo.

-¡Niels obsesionado! -Parece que he tocado un tema sensible, a juzgar por el grito que pega copito- Moja macarrón seco en boloñesa y come.

El cuaderno de antes ya me había perturbado, pero esta nueva información lo hace más todavía.

-... mejor no vamos por el pasillo de la boloñesa -Propongo.

-Ahí -El criónido señala en dirección a un pasillo. Leo la inscripción, “Estudios técnicos”.

-Cuando le detuvieron, estaba aún estudiando en la universidad -Comenta Simonn-. Tiene sentido ir por ahí. Pues hale, adelante.

Hacia ahí echamos a andar, con Gèrard primero, cómo no. Tras caminar un poco me doy cuenta de que mi intuición era acertada, las salas subsecuentes parecen ser las exhibiciones de un museo... Salvo que esta, siendo la que es, está llena de apuntes de ingeniería y trabajos de clase. Algunos de ellos tienen pinta de ser demasiado complicados para lo que pedía el trabajo, y todos ellos tienen buena nota... Al menos los trabajos prácticos. Parece que a Niels no se le da muy bien escribir ensayos, huh...

A lo largo de la habitación veo que hay arcos que llevan a otras salas, como la de “Zodiaco” o la de “Boloñesa”, a la cual no quiero entrar bajo ningún concepto... Pero me asomo a la del zodiaco, y veo algunas piezas familiares. La cola de escorpión que he visto a Niels usar más veces es fácil de reconocer, igual que el guante ese azul que sé que el muñeco de nieve usa a veces para potenciar su magia de hielo... ¿Qué signo del zodiaco que supone que simboliza eso exactamente...?

Hablando del monigote níveo, le escucho lanzar una exclamación así que me vuelvo a él a ver si es que ha descubierto algo, para encontrármele mirando una de las piezas de la exhibición que es... Um... cuestionable... Está al lado de la puerta a “Boloñesa”... Y es un cuadro hecho de lo que parecen ser un montón de macarrones puestos juntos con pegamento... Leo la tarjetita junto al cuadro.

”Autorretrato de última hora”
Schëe, G y Expósito, N. (2011)
Macarrón sobre lienzo.

No soy un crítico de arte ni un académico, y sé que se supone que el arte es una experiencia subjetiva, pero madre mía del amor hermoso, menudo pedazo de mie-

Me asfixio cuando el criónido agarra mi bufanda y empieza a tirar de ella. En un primer momento pienso que es que me ha leído la mente, pero luego me doy cuenta de que está intentando arrastrarme en una dirección así que le sigo antes de que consiga ahorcarme, no sin antes quejarme por su metodología.

-Servía con que me dieras un toque en el brazo -Protesto.

-Perdón -Su disculpa no parece para nada sincera. Nos lleva frente a una puerta en la pared que había ignorado, quizá porque estaba más bien escondida al fondo de la sala en un recobeco del que ni siquiera me había dado cuenta. Parece bastante fuera de lugar con el resto de la exhibición... Es una puerta de madera de un blanco sucio que parece algo descascarillada y desmejorada, como si se hubiera llevado más de un golpe. Unos números de metal la adornan: “2113”...-. Aquí.

-¿A dónde lleva esto? -Pregunto, más bien a Simonn.

-Uuuuhh... Memorias de todo tipo -Ah, sí, información muy útil-. Ostras, cómo no había visto yo esto... No, sí, hay... ¿Hay muchas cosas ahí detrás? El resto de memorias parecen no estar demasiado detalladas porque, bueno, es imposible acordarse de lo que pasa todos los días en todo momento, pero detrás de esa puerta hay... ¿Eh, uh? ¿Q-qué es...? ¿Qué significa esto, cómo que “NONONONONO, NO, ESTO NO EXISTE, NO, OLVIDAR, OLVIDAR, NO”...?

-Adentro -Eso es todo el incentivo que necesita el muñeco de nieve, que gira el picaporte y se mete dentro, arrastrándome consigo al tirar de mi bufanda.

Aparecemos al otro lado de la puerta, en una habitación... Bastante pequeña, y llena de cosas por todas partes, lo que hace que parezca aún más apretada. Miro en todas direcciones, examinando la colección de objetos que hay por todas partes... Parece estar dividida en dos mitades. Una de ellas tiene todo tipo de papeles pegados por la pared y tropecientos libros en las estanterías y el escritorio, con una mesa de dibujo apretada contra una pared, entrando justita. La otra está un poco más ordenada, y hay menos libros pero más objetos personales... Me llama la atención especialmente el corcho de la pared, donde hay varios panfletos y papeles, pero sobre todo...

-¡El calendario de la Guardia! -Exclamo, reconodiéndolo en seguida- Es la edición de 2012, la primera en la que yo entré... Qué recuerdos... -Me acerco para pasar las hojas del calendario. Es extraño cómo podemos interactuar con unos objetos y con otros no, pero ignoro esa discrepancia para llegar hasta el mes de octubre. Mírame. Ahí estoy. Menudo pibonazo. Está mal que yo lo diga, pero es que estoy tremendo. Qué bien me sienta tener dos ojos... Buah, estoy más bueno que el arroz con leche.

-¿2012? -Simonn hace la pregunta- Ese fue el mismo año que arrestaron a Niels... En mayo, creo recordar. Y sin embargo, según el registro de la memoria, aún estamos en noviembre del año anterior...

-Bueno, lo lógico es comprarse el calendario un poco antes para poder empezar a usarlo desde enero -Decido que he tenido suficiente de mirarme a mí mismo y dejo ir el calendario, que vuelve al mes de febrero, que desde luego alguien ha tenido que dejar a propósito, y a mí se me escapa una sonrisa al ver al representante del mes...-. Ahahá, aquí alguien es fan de Lance... ¿El calendario es de Niels?

-Eeeh...

Antes de que Simonn pueda responderme, la puerta se abre, y por ella entran dos personas. El primero en entrar es Niels, que ha crecido bastante desde la última vez que le vimos... Ha pasado ya la pubertad y tiene pinta de haberle sentado bien. Detrás de él, acompañándole, viene...

Oh. Oh, guau. Menuda belleza... Detrás de él viene una chica guapísima, y por un momento me quedo tonto mirándola... Especialmente a la cascada de pelo rubio que pide mi atención a gritos porque, vaya, Niels, me tenías que haber dicho que conocías a Rapunzel...

-Caramba... -Se me escapa la exclamación- Menuda preciosidad, quién iba a decir que Niels...

Espera un momento, ahora que me dijo mejor. Esta chica... la piel pálida... el color de pelo... Ojos azules de pupila blanca.

Lentamente me giro hacia el muñeco de nieve, que a su vez evita mi mirada. Vuelvo a mirar a la chica. Luego le miro a él otra vez.

-¡No! -Horrorizado y maravillado a partes iguales, como si acabase de descubrir una verdad inaceptable del universo, no puedo evitar el grito- ¿¡Ese pibonazo eres tú!?

-¡No “pibonazo”, tú siniestro! -Se queja, claramente indignado, y me doy cuenta de que tiene la cara roja- ¡Deja mirarme!

-Perdón, perdón -Aparto la mirada del pasado Gèrard, a pesar de que el talle bajo de los pantalones me pide lo contrario-. ¿Entonces el calendario es tuyo...?

-¡No asunto tuyo!

-Sólo es curiosidad. Por si querías un autógrafo...

Hace un sonido que hasta me hace un poco de gracia, y me siento satisfecho por haber conseguido sacarle de sus casillas. Pero, caramba... Hum... Supongo que es monillo de cara... Quizá si se pusiera ropa como la que lleva aquí, en vez del uniforme de enfermería... Porque por lo que veo aquí tiene... Um, una buena figura. Hmm...

-¿Podemos centrarnos, por favor? -Escucho exasperación en la voz de Simonn cuando nos llama la atención- Es un poco raro que Gèrard esté presente en la memoria, pero a lo mejor esto facilita las cosas. ¿Gèrard, sabes en qué recuerdo estamos?

El criónido asiente. Le dirige una mirada al pasado Niels, que se sienta en la cama del lado desorganizado de la habitación, y una sonrisa ilumina la cara del criónido cuando, imagino, él mismo recuerda lo que estamos viendo ahora mismo.

-Cumpleaños Niels -Responde.

El Gèrard del pasado se coloca delante de Niels en la cama, de rodillas, y por un momento tengo miedo de estar a punto de ver algo que no debería salir del ámbito privado.

-Cierra ojos -Le dice a su amigo. El otro obedece, y después de asegurarse de que de verdad no está mirando haciendo aspavientos delante de su cara, Gèrard se incorpora de nuevo.

-¿No has tenido ya suficiente arrastrándome por media ciudad? -Niels protesta, aunque algo en su voz me hace pensar que en realidad no le molesta tanto- Vas a hacer que se me suba a la cabeza.

-Merecido -Objeta el criónido.

Se acerca a una cómoda en el lado opuesto de la habitación, y del cajón de abajo saca una tarta pequeñita, cuyo envoltorio está un poco escarchado... Imagino que para conservarla ha tenido que improvisar un frigorífico en su propio armario. De otro cajón saca también unas cuantas velas, y se entretiene en pincharlas sobre el bizcocho antes de volver delante de Niels, una vez más poniéndose de rodillas frente a él en el suelo. Le lanzo una mirada de reojo al criónido real, que observa la escena muy atentamente. Hmm... Te juzgo, criónido... Te juzgo.

-Abre -Pide.

Cuando Niels abre los ojos, se encuentra a su criónido sujetando una tarta de cumpleaños. Se le escapa un sonido similar a una carcajada, y se le ponen las mejillas rojas.

-¡De verdad tenías una tarta! Sabes que no hacía falta...

-¡Enciende velas! -El phy lleva un dedo a cada una de las velas, que en contacto con la yema se prenden, encendiéndose.

-¿Tienes pensado cantarme el cumpleaños feliz? -El criónido hace una mueca con esa pregunta- Ah, no, lo siento, lo decía por meterme contigo... No te voy a hacer cantar.

Copito de nieve pone cara de pensárselo. Después de unos instantes, cuando Niels parece que va a ir a disculparse de nuevo, empieza a tararear el cumpleaños feliz. En el silencio de la habitación, es un sonido suave y hasta un poco incómodo, pero el phy escucha atentamente el canturreo, claramente conmovido, hasta que Gèrard termina la canción, y sólo entonces sopla las velas.

-¡Yaaaay! -El criónido vuelve a sonreírle- ¡Felicidades!

-Gracias, gracias... -Niels le quita la tarta de las manos, dejándola sobre el escritorio al lado de la cama- Espero que tengas tenedores también. Aunque, una tarta helada...

-¿Problema?

-N-no, no... En absoluto...

Entre los dos empiezan a comerse la tarta, aunque juraría que el criónido la disfruta más que el otro. De cuando en cuando Niels hace comentarios escuetos sobre alguna u otra cosa y el muñeco de nieve responde con monosílabos. En algún momento lanza la idea de que a lo mejor entre los dos se pueden ingeniar alguna manera de hacer un frigorífico para la habitación, para que el criónido se pueda guardar todos sus helados sin problema, y con eso ya se pone a hablar solo.

Gèrard parece contento sólo escuchándole, pero en algún momento se levanta de la cama y vuelve a la cómoda de antes, donde rebusca hasta dar con un paquete envuelto en papel de regalo. El phy está demasiado en su mundo como para enterarse hasta que su amigo no vuelve a sentarse, casi brincando en la cama cuando lo hace, y le deja el regalo directamente sobre el regazo.

-¡Regalo cumpleaños! -Dice, con alegría en su voz.

-¿¡Para mí!? -La cara del criónido le da una respuesta muda, “¿Para quién si no?”- Pero... Oye, de verdad me vas a hacer sentir mal, cuántas cosas has-

-¡Ábrelo!

Ante la insistencia de copito de nieve, no le queda otra. Se deshace del envoltorio en seguida, desenvolviendo una especie de cinturón-riñonera con una cantidad EXAGERADA de bolsillos. En seguida sé que si Hiiro o Ezarel la vieran se pondrían a salivar.

-Quejabas de no bolsillos... ¡Toma bolsillos!

-Ah... -Niels examina el accesorio, contando la escandalosa cantidad de bolsillos y admirando el material del cinturón, que incluso desde aquí sé decir que es bastante bueno. Si no le hace barbaridades, le puede durar muchos años...- ¡Muchísimas gracias, Gèri!

Dejando el regalo olvidado, más casi que tirándolo por ahí sin importarle dónde caiga, se gira a su amigo para rodearle con un abrazo. El criónido pone cara de pánico por un momento y la cara se le pone roja al instante, pero no duda en responder al gesto. Es un buen abrazo, uno de esos que te arreglan la espalda, y sin embargo... Se alarga y se alarga. Bastante más de lo que es adecuado en un abrazo entre amigos.

De nuevo, lanzo una mirada al criónido a mi lado, juzgándole en silencio.

Y me doy cuenta de que la expresión que tiene en la cara es la misma que la que tiene el otro criónido, cabeza apoyada en el hombro de Niels de forma que el phy no puede llegar a leer su cara.

Reconozco la expresión porque la he visto en mi propia cara muchas veces en estos últimos meses.

Tanto amor, tanto cariño. Tan enorme que no cabe en el pecho, tanto que duele contenerlo todo. Duele, porque no puede dejarse ir. Porque no puede expresarse de la manera en la que nos gustaría. Porque es un amor sólo para nosotros, porque la otra persona, no...

-Gracias -Niels habla, aún abrazo a Gèrard. Ahora mismo nos da la espalda así que, aunque puedo ver la cara del criónido, no puedo ver la suya-. No te merezco. No merezco nada de esto.

-Sí mereces -Gèrard toma aire, y me parece intuir algo de... cansancio. Como si esto fuera algo que ya ha tenido que decirle muchas veces-. Mereces cosas buenas.

-Incluso si eso fuera cierto, nunca tan buenas como tú. Eres... Eres la única persona que ha celebrado un cumpleaños conmigo. Eres demasiado bueno para mí.

La cara del criónido se llena de angustia. El abrazo se vuelve un poco más fuerte.

-Soy tu amigo. Lo hago porque te quiero.

Ah. Una frase completa.

-¿Es verdad?

-Sí.

-¿Es de verdad?

-Sí.

-...

-¿No crees?

-No puedo creerte. ¿Por qué ibas a quererme? Soy una persona horrible. Todo el mundo te lo dice. No sé por qué pierdes el tiempo conmigo. No sé por qué haces cosas buenas por mí. Soy horrible por hacerte hacer estas cosas. No deberías gastar tu tiempo o tu dinero en cosas para mí. Lo siento. Lo siento. Lo siento. Lo siento. Lo siento. Lo siento. Lo siento. Lo siento. Lo siento. Lo siento. Lo sien-

-Te quiero. Es de verdad.

Gèrard está llorando. El del recuerdo, al menos... Aunque el otro tampoco parece muy lejos de las lágrimas. Niels le abraza con fuerza, quizá demasiada. Como si tuviera miedo de que Gèrard fuera a desaparecer o a escaparse si no le tiene bien agarrado.

Y, entonces, se escuchan toques en la puerta.

-¡Gèraaaaaaaaard! Gèeeerard, ¿estás ahí? ¡Abreee!

La expresión del criónido cambia al segundo, perdiendo todo rastro de emoción, las lágrimas desaparecen, sus labios se tensan y leer su cara es completamente imposible. Niels le suelta.

Sin que ninguno de los dos diga nada, el criónido se levanta de la cama y se acerca a la puerta. Niels mira en dirección opuesta, volviendo a atender el pedazo de tarta que había dejado descartado a un lado, pero claramente tiene una oreja puesta en la conversación.

Al otro lado de la puerta aparece un licántropo al que sólo puedo describir como “chuloplaya”, porque es la única palabra que se me viene a la mente, y esto lo digo habiendo sido acusado de ser uno muchas veces.

-Hey -Así saluda cuando el muñeco de nieve le abre, apoyándose en el marco de la puerta en una pose que acentúe más sus músculos. No tengo todo el contexto, pero entiendo que su falta de camiseta es deliberada-. No he sabido de ti en todo el día. ¿Dónde has estado?

-Ocupado -Es la respuesta del criónido, y cualquiera con dos dedos de frente sabría leer entre líneas y entendería que eso significa “No tengo tiempo para ti”-. Cumpleaños Niels.

-Ah. Eh. ¡Felicidades, tío! -Grita eso, lanzándole una mirada al phy por encima del hombro de Gèrard. No obtiene respuesta, lo que le hace lanzar un gruñido resignado- Lo que sea... Rufus se ha tenido que ir a su casa porque su madre ha tenido un accidente o lo que sea, así que eso significa que tengo la habitación para mí hasta... Cuando vuelva -Extiende una mano hacia el pelo del criónido, empezando a jugar con un mechón (parte de mí le tiene envidia, menuda melena, yo también quiero tocarla)-. Así que, puedes venir a-

-Hoy no -La respuesta es firme, y viene acompañada de un manotazo que hace que el otro suelte el pelo-. Cumpleaños Niels.

-Idiota patético... -El Gèrard del presente murmura esas palabras, lanzándole cuchillos con la mirada al chuloplaya. Huh.

-Puedes venir más tarde, ¿no? No te va a echar de menos durante la noche, ¿o no? -Frunce el ceño- ¿O no, Gèrard?

Hay unos segundos de silencio tenso en los que imagino que el muñeco de nieve debe estarse planteando si merece la pena mandarle a la mierda y pillarle los dedos con la puerta al cerrar.

-Ey, no me importa si quieres irte. Yo me quedo contento con la tarta.

La respuesta viene de Niels. Lo dice en un tono neutro, incluso algo alegre, y tengo la sensación de que eso... Hiere al criónido, de una manera. Cuando se gira a mirar al phy, se le encuentra con una sonrisa en la cara y un tenedor que aún tiene un trozo de tarta pinchado.

-Ya has pasado mucho tiempo conmigo hoy -Dice, con el mismo tono-. Y no te tienes que quedar conmigo.

-Pe-

-Es tu novio, ¿no? Deberías irte con él.

Las palabras tienen un peso que hace que el ambiente en la habitación se tense más todavía. Gèrard mira al phy muy fijamente por unos instantes, y el otro le sostiene la mirada como si sus palabras no tuvieran importancia, masticando su trozo de tarta.

Al final, Gèrard suelta aire.

-Vale.

-Eeeeeeso decía yo -La mano del chuloplaya se coloca ahora tras la nuca de Gèrard, sujetándole de una forma más bien... Posesiva-. Disfruta de tu tarta, colega. Yo me llevo el premio gordo...

-Baboso -A mi lado, el muñeco de nieve casi escupe la palabra.

-Jaja. Sí -Niels asiente de forma muy poco convincente-. Fuera de mi habitación.

Imagino que se lo dice al chulplaya, pero las palabras posiblemente afecten a Gèrard también. Aún con la mano en la nuca, el tipo arrastra al criónido fuera de la habitación, sin que nadie más diga nada, y el sonido de la puerta al cerrarse parece mucho más ruidoso de lo que debería ser.

Niels suelta aire de inmediato en cuanto se van.

Deja la tarta sobre el escritorio, olvidándose de ella, y se pone en pie para pasearse por la habitación de un lado a otro.

-Por qué tengo que ser tan raro -Dice, en un susurro, claramente hablando para sí mismo-. Por qué no puedo ser normal... Por qué, por qué, por qué... Con lo bueno que es Gèri...

-No te mereces que te quiera.

Una vez más, una voz invisible habla. De inmediato reconozco la voz del criónido, y... Es tan raro escucharle hacer la frase completa, que me produce incluso más mal rollo que lo que sería normal. No debo ser el único, porque Gèrard se lleva una mano a la boca con un golpe audible, como si temiera que las palabras hubieran salido de él.

-Es todo mentira. Sabes que te odio.

-Todo el mundo te odia.

-Y es culpa tuya.

-Porque eres una persona horrible.

Niels ni siquiera reacciona a las voces. Toma aire un par de veces, y después rebusca en sus bolsillos para sacar lo que reconozco como un paquete de cigarrillos. Se acerca a la ventana de la habitación con la intención de ir a encender uno, pero en el último momento sus ojos se fijan en la fila de plantas que adornan la ventana en el otro lado de la habitación.

Con un gesto resignado, se da la vuelta para encaminarse hacia la puerta de la habitación, cigarro en mano.

El recuerdo termina en el momento en el que él sale de la habitación, y nosotros nos vamos también en consecuencia de ello, volviendo al museo.

Busco al muñeco de nieve con la mirada. Le tengo al lado, y parece estar hundido sobre sí mismo... Me da algo de pena, a pesar de que no quiero que este tipo me dé pena porque me cae mal y ojalá se le pegue la lengua a un polo de hielo un día de estos.

-No es culpa tuya -Se me escapa. Eso parece sorprenderle, por la mirada que me dirige-. No eras tú.

-Yo dejé Niels -Objeta.

-¿Querías de verdad irte con el chuloplaya ese? -Niega con la cabeza inmediatamente- Me parecía. Y sin embargo...

-Niels... Quiero mucho -Ya, no me digas-. A veces, duele -Se lleva una mano al pecho. Sé exactamente la sensación a la que se refiere-. Deshacerse dolor...

Deja la frase en el aire, lo cual me frustra un poco porque no sé si termino de entender lo que quiero decir. Pero imagino que su forma de “deshacerse del dolor” quizá sea... Similar a la mía.

... No me gusta encontrar similitudes con el cubito de hielo. Brr. Lo que sea. Siguiente.

-Bueno, ¿y dónde estamos aho... ra...?

Se me queda la boca abierta al ver la habitación en la que estamos. Pero qué... Qué...

Menuda pesadilla de lugar.

La habitación entera, en todas las paredes, está cubierta por todos lados, en todos los tamaños, en mil ángulos distintos... De retratos de Gèrard.

¿¡Qué demonios es esto!? ¡Socorro! ¡Que alguien me saque de aquí! ¡Hay demasiados criónidos! S-siento que me están mirando... ¡Da mucho mal rollo!

Infinidad de cuadros que retratan al muñeco de nieve nos rodean en una nueva habitación de la exhibición cuya temática está clara. Gèrard tomando el sol con ojos cerrados y expresión calmada, Gèrard construyendo un muñeco de nieve con dedos enrojecidos a causa de la ausencia de guantes, Gèrard quizá un poco borrachín con mejillas sonrojadas y una copa en la mano, Gèrard en bañador posando de una manera claramente provocativa...

Hay por lo menos cuarenta segundos de completo silencio contemplativo mientras tomamos consciencia de lo que nos rodea.

Después de eso, la risa atronadora de Simonn rompe el silencio por completo.

El muñeco de nieve lanza un chillido agudo que perfora mis tímpanos y empieza a hacer sonidos extraños, con la cara completamente roja.

Yo, por mi parte, me doy por vencido.

-Nooo-ho-ho, necesito sentarme cinco minutos... -Digo, efectivamente sentándome en el suelo, dando las gracias de que la moqueta no tenga la cara del criónido como estampado.

-¡Buenas noticias, Gèrard! -Se burla Simonn- Niels tiene toda una sección de su mente dedicada a ti. Eso tiene que significar algo, ¿no?

-¡Siguiente puerta! -Chilla el criónido- ¡Rápido!

-Sí, sí... Bueno, todos los cuadros aquí son puertas. Cada uno de ellos lleva a un recuerdo distinto que está relacionado contigo, así que mira a ver si encuentras alguno cercano a-

Simonn no ha llegado ni a mitad de la frase cuando el criónido ya tiene un brazo metido hasta el codo en uno de los cuadros. No sé si ha intentado pegarle un puñetazo o qué ha hecho, pero la pintura del cuadro parece actuar más bien como un líquido espeso, y al entrar en contacto con él...

... nos lleva de vuelta a la habitación de antes.

Parece haber pasado un poco de tiempo desde el recuerdo anterior. Algunas cosas han cambiado, como por ejemplo el incremento de plantas de interior... Y el calendario, que ahora está en el mes de marzo, donde la imagen de Ayleen semidesnuda ha sido censurada con un papel clavado convenientemente justo encima de ella.

Hay dos figuras en la habitación. Gèrard y Niels, que están sentados en el suelo, la espalda apoyada en la que asumo que es la cama de Gèrard... El criónido tiene el pelo corto en este recuerdo, lo cual es algo bueno para mí y malo para el universo, y parece estar... Llorando a lágrima viva. Oh. Niels tiene un brazo pasado sobre sus hombros. A un lado hay una tarrina de helado a medio terminar...

-¡IIIHHHHHHHHHHHHH! -El muñeco de nieve de verdad vuelve a lanzar otro chillido supersónico que causa que mi cerebro de murciélago se desoriente, POR EL ORÁCULO DEJA DE CHILLAR- ¡Atrás! ¡Volver!

-Eeeehm, me temo que eso no es posible... -Simonn le responde- Hay, uh... ¿Hay algo malo en este recuerdo...?

Claramente algo que el criónido no quiere que veamos, por la cara que está poniendo. Pues haber elegido otro recuerdo distinto, majo, qué quieres que te diga... No lo pagues con mis tímpanos...

-¡Estúpido! -Grita el muñeco de nieve del recuerdo, alargando una mano hacia la tarrina de helado. El phy le arrea un manotazo para evitar que consiga agarrarla.

-Suficiente helado por hoy, que luego te quejas de que te duele la garganta -El criónido se queja con un sonido-. Es estúpido, y es terrible, pero ahogarse en lágrimas y helado no va a sacarte de esto.

-No salida...

-Aún así... -El phy hace una mueca- N-no me gusta verte llorar, a-así que...

Toques en la puerta. Más bien, la puerta está siendo violentamente aporreada. Niels pone una cara claramente molesta, y el criónido aprovecha la distracción para volver a hacerse con la tarrina de helado. El phy se levanta y se dirige a la puerta, que abre con más brusquedad de la necesaria. Al otro lado hay un tipo sin camiseta que inmediatamente categorizo como chuloplaya #2... Uno distinto al del recuerdo anterior. Le lanzo una mirada del reojo al muñeco de nieve, juzgándole a pesar de que soy consciente de la hipocresía de ello. Al menos yo tengo buen gusto, él tiene pinta de que va buscando a los tíos más tóxicos posible...

-Fuera inmediatamente -Ladra Niels, en cuanto ve al otro. El tipo abre la boca para hablar, pero el phy se le adelanta-. ¡LARGO!

-Eeeeey, calma, calma, no hace f-

-¿Calma? ¿CALMA? ¿Sabes lo que has hecho, pedazo de imbécil? Te mereces que te arranque la piel a tiras y la ponga a secar al sol.

-¡Woha...! Calma ese tonito, ¿eh? Si te enfada haberte enterado de que tu amigo es una zorrita, mala suerte. Habértele follado antes de que se te rompiera la ilusión -Pero qué... No tengo muy claro el contexto de la situación, pero sólo la forma de la que habla y las palabras que dice son suficientes para cabrearme a mí también- ¡Gèrard! ¡Gèeeerard, sé que estás ahí, venga, vamos a hablar!

Con la mirada que le está dirigiendo Niels, por un segundo pienso que va a cumplir su amenaza de arrancarle la piel de un momento a otro, pero antes de que pueda hacerlo Gèrard aparece junto a Niels en la puerta. Se ha secado las lágrimas, y no hay rastro de la tarrina de helado por ninguna parte.

-Vete -Le dice al chuloplaya.

-Vaaaaamos, Gèrard, sólo quiero hablar un ratillo, ¿eh? -Este tipo no tiene ningún instinto de supervivencia. Puedo ver en los ojos de Niels que está imaginando cómo arrancarle los intestinos- Sin el perro guardián contigo si fuera posible, ¿eh? Vamos a dar un paseo por el campus, podemos-

-Ni se te ocurra -Niels le corta-. Último aviso: vete de aquí.

-¡Grrrruau, guau! -Ese es... Un ladrido muy convincente-. Chitón, phy. La cosa no va contigo. Vuelve con tus maquinitas y déjame hablar con mi novio en paz.

-¡Ya no es tu-

-Gèrard -Chuloplaya ignora a Niels-. Lo que he hecho está mal. Lo sé. Y lo sieeeento, pero tienes que entender que estaba muy enfadado, y realmente no es algo que quisiera hacer. Pero sabes que estás haciendo una montaña de un grano de arena. Estás cosas vienen y van, ya lo sabes, la gente se va a olvidar de todo dentro de una semana. Y todo el mundo sabía ya lo fácil que es hacer que te abras de piernas, así que tampoco hemos descubierto un mundo nuevo, ¿no?

Premio a la mejor disculpa-no-disculpa del año. Estoy bastante seguro de que estamos a punto de ver una ejecución pública...

-No disculpas -Dice el criónido, y parece hasta cierto punto... dolido-. ¿Por qué esto? ¿Quieres humillarme? ¿Más?

-Bueno, ese era uno de los puntos de la lista, así que imagino que debe estarte-

A pesar de que se veía venir, y a pesar de que llevo fantaseando con ello todo este rato, aún me sorprende cuando Niels le casca al chuloplaya semejante derechazo que escucho su nariz romperse en el acto.

El chuloplaya se cae al suelo en mitad del pasillo, haciendo que los distintos universitarios que escuchaban la discusión lancen distintas exclamaciones. Algunos se carcajean y otros incluso animan a Niels a que le pegue una paliza, pero en general el acto de violencia parece... No muy bien recibido.

-Le ha pegado de verdad...

-¡Cuidado con ese, que es un peligro...!

-Se le ha ido la pinza al fin, va a hacer explotar el campus...

-Debe de haberse enfadado por lo de Gèrard...

Niels parece arrepentirse al segundo del puñetazo, a pesar de que no debería hacerlo. Aún así, pone cara de angustia y mira su puño como si no se creyera lo que acaba de pasar. Luego mira al chuloplaya, que empieza a levantase del suelo con una mano en la cara.

-¿¡Pero qué haces, pirado!? ¿¡Cuál es tu puto problema!? -Avanza un paso en dirección a Niels, que a la vez retrocede con cara de pánico.

-N-n-n-n-no, y-y-yo...

El olor de la sangre me llama la atención antes de verla escapar de la nariz del chuloplaya, a pesar de que él se cubre con una mano. La sangre es demasiada como para esconderla y chorrea por su barbilla hasta gotear en el suelo...

Un estruendo tremendo me sobresalta cuando el Gèrard del recuerdo se cae al suelo el redondo. Está incluso más pálido de lo que ya es, lo cual le da un aire enfermizo que por un momento hasta me preocupa y todo...

-¿Pero qué...? -Murmuro la pregunta, sin entender por qué de repente se ha desmayado.

-No gusta sangre -El criónido de verdad me responde, dos pasos detrás de mí. Está mirando hacia una esquina de la habitación, claramente evitando mirar la escena-. En pasado desmayaba al verla.

Qué... Ah. Ah, me suena haber escuchado eso en algún momento, ahora que lo pienso... Eweleïn se quejaba de ello a Ezarel, que se quejaba a nosotros a su vez. No imaginaba que fuera hasta este punto, vaya...

-G-Gèri... -Niels en seguida centra la atención en su amigo, olvidándose del otro.

-Aahhh, me cago en... Mira lo que has hecho ahora, pirado -El chuloplaya aparta a Niels de un empujón para acercarse al inconsciente criónido, dándole un par de palmadas en la cara con la mano ensangrentado-. Eh. ¡Eh! No, pues nada... -Con un resoplido, pasa los brazos por debajo del criónido para levantarle del suelo y cargar con él.

-¿Q-q-qué ha, haces c-c-

-”Q-q-q-q-q-q-q-” cállate la boca, pesado -El chuloplaya le lanza a Niels una mirada llena de... desprecio-. Menudo inútil. Me le llevo a la enfermería, y de paso a ver si me arreglan la nariz a mí también, después de que me la hayas partido. No te creas que te vas a ir de rositas...

-P-p-pero G, Gèri...

-”P-p-p-p-p-p-” pero qué, si no puedes ni terminar la frase -De la que pasa junto a Niels para ir hacia la puerta, vuelve a empujarle, ahora con un hombro porque tiene las manos ocupadas. Le sigue sangrando la nariz y ahora le está manchando la ropa a Gèrard....-. Eres patético. Si de verdad quieres hacerle un favor a “Gèri”, sal de su vida. No necesita a un rarito como tú, y la única razón de que aún te soporte es porque le das pena. Entérate ya de una vez.

Con esas palabras, chuloplaya se va, dejando a Niels a solas en la habitación. Durante unos instantes el phy se queda congelado en el sitio, hasta que empieza a escuchar los cuchicheos del pasillo, y entonces ya reacciona para ir a cerrar la puerta con un golpe.

Empieza a pasearse por la habitación de un lado para otro, murmurando mil palabras por segundo que no tienen significado alguno, por mucho que intento poner la oreja. El criónido le mira con pena, desde un lado de la habitación.

-Mentira -Dice, aunque el phy no pueda oirle-. Es mentira.

Las voces vuelven. Algunas de ellas repiten las palabras del chuloplaya. Otras, la voz de Gèrard, dice palabras similares, sobre si nunca le ha querido, sobre si Niels es un estorbo, sobre si nadie va a poder quererle nunca.

-No hay nada bueno sobre ti, ¿por qué iba a quererte nadie a su lado?

-Eres patético. Una persona horrible. Sólo sirves para herir a los demás.

-Gèri nunca te ha querido. Te odia, como todos los demás.

... Sheeeeesh. Me da pena, y a la vez es muy siniestro.

Después de unos minutos en los que temo por la presión sanguínea del phy, coge y se sienta en su escritorio, retirando con un brazo todos los papeles y libros que tenía, haciendo que caiga al suelo con estrépito. Abre uno de los cajones del escritorio, de donde saca una libreta raída que me es vagamente familiar... Ah, sí. Su libro de “REGLAS” (salvo que la E tiene demasiados palitos y parece un peine).

Han habido muchas más anotaciones desde la última vez que apareció la libreta, porque está bastante más rellena. Las últimas páginas tienen anotaciones... Bastante curiosas.

”No fumar dentro de la habitación porque a Gèri no le gusta (plantas)”
”No dejar que Gèri coma demasiado helado (dolor de estómago, garganta irritada)”
“No sangrar delante de Gèri (MUY MALO)”
“Gèri es mi amigo (no odia? quiere?) ←- ?????????????”
“??????????????????????? Gèri?????????????”
“Investigar Gèri (criatura extraña)”
“No llamar a Gèri “criatura extraña” (interno)”
“No llamar a Gèri otra cosa que no sea “Gèri” (otras personas no pueden, yo tengo permiso ←- algo bueno?)”
“No acostarse con Gèri (Gèri sólo se acuesta con gente que no le gusta ←-- ????) (sólo por si acaso) (Gèri no querría acostarse conmigo) (Niels eres siniestro y rarito y te mereces despeñarte por un acantilado)”
“No tener pensamientos lascivos sobre Gèri (Varios acantilados sucesivos)”
“Gèri es mi amigo, no ser rarito con Gèri.”
“Tener en cuenta el bienestar de Gèri en la toma de decisiones futuras”
“NO. TOCAR. A GÈRI. DE FORMA. INADECUADA. (Seminario sobre comportamiento sexual)”

... Niels. Niels, amigo, date cuenta.

Miro por el rabillo del ojo al criónido, que parece más interesado en examinar el interior del cajón de Niels que la libreta de las reglas. Yaaaaa...

Niels coge un lápiz y empieza a escribir sobre su libreta. Lo que tenía escrito hasta ahora tenía una letra normal, quitando algunos subrayados un poco más efusivos de lo normal, pero ahora escribe... Como si estuviera poseído, casi, con fuerza y con rabia. Y lo que escribe...

”Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere.”

... me sorprende un poco.

Es una lucha interna, me doy cuenta, según a más veces que escribe esa frase, las voces... Las voces disminuyen. Se centra únicamente en escribir, en repetirse a sí mismo que es cierto que Gèri le quiere. Y da resultado, porque las voces se disipan y enmudecen y, por una vez, Niels gana la batalla.

Cuando se cansa de escribir, y parece verdaderamente cansado en un sentido físico, se deja caer sobre el escritorio, manchándose la mejilla con el grafito del lápiz. Tira por ahí la herramienta, que cae al suelo con el tintineo de la madera. Y Niels simplemente cierra los ojos, y... No sabría decir exactamente si se queda dormido o no.

-Carta -La voz del criónido me sobresalta. Me giro hacia él, le veo señalando el interior del cajón el que tanto interés le estaba poniendo-. Dentro.

-¿No estabas prestado atención? -Le pregunto, un poco sorprendido teniendo en cuenta lo que acabamos de ver, pero yo también examino el cajón. Hay una carta, efectivamente, una hoja de papel que...

-También -Admite-. Pero esto importante.

Por supuesto que es importante, y lo entiendo en el momento en el que veo el sello al final de la carta y la firma. Rápidamente agarro el papel y lo leo en voz alta, en caso de que Simonn pueda no estarlo viendo.

“A la atención del phy llamado Niels,

Saludos,

Le escribimos desde Eel para comunicar nuestro interés en su trayectoria profesional. Habladurías de sus excelentes dotes mecánicas y su creatividad inventiva han llegado hasta nuestros oídos por la recomendación de varias fuentes, entre ellas el Maestro de Ingenieros del Gremio de Chatarreros y Cerrajeros.

Nos ponemos en contacto con vd. para ofrecerle la oportunidad de un contrato con la Guardia de Eel, que busca nuevos talentos con los que mejorar su armamento. En los tiempos que corren, con el peligro acechando a cada esquina, queremos asegurar que la Guardia de Eel cuenta con los recursos necesarios para sobrepasar a cualquier enemigo que pueda poner en peligro la seguridad del Gran Cristal y de todo Eldarya.

La oportunidad que ofrecemos es única en la vida: de aceptarla, no tendrá que preocuparse de nuevo por cuestiones materiales como la comida, el refugio o el dinero. La Guardia de Eel pondrá a su disposición todos los recursos necesarios para que vd. pueda dedicarse a su investigación. Fuera esta exitosa, podría llegar a ampliarse a escalas mayores, quién sabe, llegando a niveles de tecnología humana.

Más detalles sobre esta operación serán explicados con detenimiento una vez acepte vd. nuestra propuesta, que estamos seguros le será de lo más atractiva. Incluimos con esta carta un sobre con los detalles postales necesarios para que nos haga llegar su respuesta de la forma más inmediata posible.

Esperamos con ansia su respuesta, por un futuro mejor.

Fdo.: Yoniku Kaze, Líder de la Guardia Brillante de la Guardia de Eel.”

Me quedo helado.

Esta no es la caligrafía de Kaze, así que alguien ha debido escribir esta carta por él, pero sé que esa es su firma... La he falsificado muchas veces, la tengo grabada en la memoria. Por un segundo hasta pienso que esto es una falsificación que yo mismo haya hecho, pero ese documento no me suena... Ni tampoco el cuadro temporal, Naytili no empezó a mandarme ese tipo de tareas hasta más adelante. Sólo se me ocurre una persona que haya podido hacer esto, pero en ese caso no sería una falsificación, porque hasta donde yo sé, trabajaba bajo la orden directa de Kaze, así que... ¿Es auténtico...?

-La Guardia de Eel se puso en contacto con Niels -Termino por decir, tras unos segundos de silencio contemplativo-. Querían... Reclutarle.

-Niels dijo que la Guardia de Eel le había detenido por “no darles lo que querían”... Imagino que eso significa que les rechazó -Teoriza Simonn-. Aunque eso parece demasiado... Exagerado, para encerrarle en el último nivel de Khär-Zell. Gèrard, ¿a ti no te comentó nada de esto? -El criónido niega con la cabeza.

-Estamos en marzo, lo que significa que queda poco para que detengan a Niels... -Me lo pienso- Debió hacer algo que enfadase a la Guardia... Y aún queda la pregunta de qué pasó con la villa de Niels, si es verdad que alguien la hizo volar por los aires....

-Mega Cañón Detonador Cañero De La Leche 300 2.0.... -El criónido murmura algo extraño.

-Ehm... ¿el qué, perdona? -Me refiero a él, lanzándole una mirada extrañada.

-Arma de Niels -Explica-. Nosotros probar, poco antes. Pequeño... accidente...

-¿Estabas probando armas potencialmente peligrosas en mitad del campus? -Cuestiona Simonn, con una voz que claramente juzga al muñeco de nieve y a su amigo.

-Después accidente, requisado -Continúa-. No volver ver. Niels enfadado.

-Un arma peligrosa desaparecida... -Me lo pienso- ¿Alguien pudo usarla para incriminar a Niels de alguna manera?

Me siento un poco tonto cuando termino la frase, porque el “alguien” en esta situación pdoría ser bastante obvio, teniendo en cuenta que tengo una carta de reclutamiento de la Guardia de Eel en las manos. Es cierto que durante esta época la Guardia no era... Del todo limpia, pero...

Voy a decir algo más, pero soy interrumpido de repente.

La puerta de la habitación se abre de un porrazo, que asusta al phy de forma que pega un brinco en su silla y se cae al suelo con ella, mientras que en la puerta un ya recuperado criónido lanza un grito a pleno pulmón en un tono de alegría claramente forzado:

-¡¡FRESCO COMO LECHUGA!!

Y, con eso, el recuerdo se acaba.

Una vez más, volvemos a la siniestra habitación cubierta de retratos del criónido, lo que me desorienta unos segundos por el cambio de ambiente... Y luego me hace tener escalofríos. Brrr. Demasiados criónidos.

-Tenemos que salir de esta sala -Decreto, por el bien de la misión y por mi propia integridad-. Simonn, te lo ruego...

-V-vale, déjame mirar... Um... -Se lo piensa por unos segundos- Sabes qué, no sé si va a sacaros de ahí o no, pero hay algo que... Me ha llamado la atención antes. Este, ahora os guío.

Seguimos las instrucciones de Simonn, que nos guía a través de este infierno repleto de muñecos de nieve. El criónido parece un poco más a gusto que yo con esta habitación, ya pasada su vergüenza inicial, pero aún así también tiene pinta de querer irse lo antes posible.

Llegamos a donde nos estaba llevando Simonn, después de una caminada exageradamente larga (Niels, amigo, tu sección del cerebro dedicada a Gèrard es quizá más extensa de lo que se consideraría sano). A mí también me intriga cuando lo veo, porque es una pieza de la exhibición un poco... distinta a las demás.

Entre otras cosas, porque no está exhibida. Parece ser una pieza importante, porque tiene una pared dedicada sólo para ella, y a sus alrededores tiene varias luces apuntando en dirección a donde debería estar el cuadro, pero en frente del mismo hay una cortina negra que impide ver lo que hay detrás. Un cordel acordona el acceso a la pieza, y delante hay una señal que pone “¡Lo sentimos, esta pieza de la exhibición no está disponible!”, con el dibujo de un monigote negro con una señal de prohibido por encima.

Intercambio una mirada con el criónido. Él tampoco parece tener ni idea de de qué va esto.

-No puedo acceder directamente, pero tengo la sensación de que hay algo importante ahí detrás -Dice Simonn-. Nevra, ¿te acuerdas de que había varias memorias de Hiiro que necesitaban varias palabras clave para entrar? Pues aquí parece ser lo mismo... Hay algo aquí que Niels no quiere que nadie vea... O que no quiere recordar.

-¿Cuántas palabras necesita? -Pregunto.

-Sólo una... Pero no tengo idea de q-

-Gèri.

Lo digo sin dudar. El criónido lanza un sonido indignado. La señal de prohibido el paso desaparece inmediatamente y la zona acordonada se abre, dejándonos pasar al otro lado sin problemas.

-... Ahora me siento estúpido -No te preocupes, Simonn. Todos tenemos nuestros momentos-. Pues, um... Se ha desbloqueado.

Me acerco a la cortina negra. Parece que el criónido va a protestar, pero no le hago ni caso y con un gesto del brazo la descorro, dejando expuesto lo que hay al otro lad-

M-madre mía... Qué...

-¿Pero qué llevas puesto...?

La versión de Gèrard de este cuadro es... Definitivamente distinta a las demás. La forma en la que el cuadro está enmarcado, la composición y demás, da una idea un poco distinta, también, porque este cuadro tiene una energía un poco... eh... Salida.

La mirada que el criónido le dirige a la audiencia (presuntamente Niels) debajo de una capa de lápiz de ojos y rímel (si es que esas son sus pestañas naturales) tiene un carácter seductor, y la postura de su cuerpo evoca sensualidad y atrevimiento, claramente tentando a la persona que le observa. El conjunto que lleva expone bastante de su cuerpo, dejando poco a la imaginación, pero los detalles hacen a uno querer más todavía... La gargantilla alrededor de su cuello, que invita a hundir los colmillos en él; las medias de rejilla que aprietan la piel pálida de sus muslos de una forma que sólo me hace querer poner las manos en ellos; la escandalosa tira de su ropa interior que se ve por encima del borde de algo que dudosamente puede calificarse con los pantalones, porque entre lo diminuto de la prenda y la forma en la que se ajusta a su cuerpo para acentuar la redondez perfecta de su...

...

...

...

Desvío la mirada, avergonzado y decepcionado de mí mismo. Vamos a decir que simplemente estabas haciendo un análisis del cuadro. Como en el instituto. Eso es. Panofsky ha invadido mi cuerpo. Nadie es un pervertido por admirar a Venus o a David. El arte está para ser apreciado y yo sólamente estaba haciendo observaciones sobre su iconografía. Eso es. Eres normal, Nevra. Eres normal. Y tienes sentimientos normales hacia esta representación concreta del muñeco de nieve insoportable que, puede ser que resulte que tenga una buena figura y sea monillo de cara pero, recuerda; es insoportable.

Me llevo una mano a la cara, muy cansado de repente.

-Um -Simonn parece algo dubitativo de repente-. Perdón. Culpa mía. De verdad pensé que había algo importante ahí detrás.

-Nada importante -Escucho la voz de copito de nieve-. Buscar otra cosa.

Me aparto la mano sólo lo suficiente como para poder mirar al muñeco de nieve a los ojos. Él me devuelve la mirada. Completamente inexpresivo, sin traicionar ningún pensamiento.

Aún así, por primera vez en mi vida soy capaz de leer a un criónido.

Meto la mano de lleno en el cuadro, ante el grito de horror del criónido, que perfora mis tímpanos una vez más.

La escena, por una vez, no es la habitación de antes. Es de noche, y estamos en el exterior, junto a un edificio en el que se escucha el sonido de música amortiguada. Algún tipo de fiesta, tal vez. No tengo muy claro dónde estamos exactamente, pero al ver al tipo de gente que se acerca al edificio, juventudes también vestidas de corto, gritando tonterías y con varias botellas a medio beber en las manos, comprendo que no debemos estar muy lejos del campus de la universidad a la que fueron nuestros dos protagonistas.

-No sé si esto es buena idea... -La voz de Niels, que aparece junto al artístico Gèrard caminando detrás de nosotros, en dirección al edificio con la música. Por una vez parece haber hecho el esfuerzo de vestirse, aún casual pero algo mejor que la colección de camisas aburridas que le he visto hasta ahora en todos los recuerdos. Sí, tío, esa chaqueta te queda bien. Enhorabuena por aprender lo que son los “accesorios”.

-¡Sólo una vez! -Le va diciendo su compañero criónido, prácticamente pegándole tirones del brazo para forzarle a andar- ¡Tú promesa!

-Sí, pero... No sé yo...

El muñeco de nieve le arrastra hasta el edificio, y luego le empuja dentro, ante la mirada entretenida de varios otros estudiantes, que cuchichean entre sí y se ríen un poco, lo que parece poner nervioso a Niels. El interior del edificio hace ver que es una especie de gimnasio interior, lo que me hace deducir que debemos estar en el campus, y quizá esto sea... ¿Algún fiestorro de fin de trimestre, o algo así? O incluso de fin de año... ¿Significa eso que estamos ya en mayo?

-¿Dónde estamos? -Le pregunto al criónido, que no deja de mirarse a sí mismo en el recuerdo, con una expresión que me hace pensar que debe estar sintiendo algo de vergüenza ajena. Al ver que le hablo, me mira a mí con la intención de una puñalada obvia en su mirada.

-Fiesta pre-examen -Dice. No me digas, ¿hacen la fiesta antes de los exámenes? ¿Esta gente no estudia o qué?-. Casi mayo -Eso significa...-. ¡Recuerdo no importante!

-¿Seguro? -Decido tentar a mi suerte, dedicándole la sonrisa más fea que puedo- A Niels parecía importarle mucho -Toda la respuesta que tengo es un sonido a medias gruñido y chillido-.Te queda bien el negro y el cuero, por cierto -Me burlo.

Si las miradas mataran...

Pero decido ignorarle y centrar mi atención en el recuerdo, viendo a Niels y a Gèrard llegar a la fiesta, ahora con el criónido entrecruzando un brazo con el de Niels. Al verle aparecer, varias personas saludan al muñeco de nieve, y él responde los saludos encantado... Verle con el phy hace que se levanten algunos murmullos chismosos.

El ambiente en el interior del edificio no está mal, y sé que de haber estado yo aquí hubiera disfrutado del ambiente. De acuerdo con varios carteles en las paredes, la música viene por cortesía de alguien llamado “Pulpa DJ”, que vete a saber qué significa, pero no está mal, y varias personas disfrutan de ella en la pista de baile. El concreto el criónido parece listo para lanzarse a bailar, pero al phy no le convence el plan y acaban los dos junto a la mesa de la comida, donde el phy empieza a llegarse la boca con todo lo que encuentra. Ahá, ahá. Ya veo.

-¿Bebes? -El muñeco de nieve le tienta extendiendo un vaso en su dirección.

-Umm, no sé... -El phy acepta el vaso, pero no parece convencido de la bebida, mientras que su amigo empieza a beber del suyo sin reparo alguno- Tiene un olor un poco...

-¡Gèrard! -Alguien llama a copito de nieve, que se gira en dirección a un trío de chicas que parecen muy entusiasmadas por verle- ¿¡Pero qué llevas puesto!? ¡Ven aquí...!

-Vuelvo -Le dice al phy, antes de escurrirse entre la gente para acercarse a las chicas, que le reciben con exclamaciones entusiasmadas.

-Pues, um... vale...

Y el phy se queda... más solo que la una. Le lanzo una miradita al muñeco de nieve de verdad, que hace una mueca.

-Ya sé...

-Hmmmmhá -Me acerco a la mesa de la comida para olfatear algunos de los vasos... Buaj. Está fuertote, ¿eh?-. ¿Qué es esto, matarratas?

El criónido se encoge de hombros. Ahora me molesta un poco no saberlo... En todo mi tiempo de coctelero nunca he olido nada así... Eso no puede tener una distribución legal...

Dejando a un lado mis problemas con la lejía alcoholizada, este recuerdo es... Un poco más triste de lo que yo esperaba. Niels se queda esperando, vaso en mano y comiendo canapés y guarrerías fritas, y Gèrard parece tomarse su tiempo en volver.

Lo hace, pero parece estar ya en su segundo vaso de líquido misterioso y está un poco más desinhibido que el otro. Niels da pequeños sorbos de su bebida de cuando en cuando, mientras su amigo intenta convencerle de ir a bailar, socializar o cualquier otra cosa que no sea quedarse pegado a los canapés.

-Puedes ir tú si quieres -Termina por decir el phy-. No quiero arruinarte la diversión.

-¡No arruinas! -Asegura el otro- ¡Pero más divertido contigo!

Es un tira y afloja que al final tengo la sensación que ninguno de los dos gana, incluso cuando Niels consigue convencer al muñeco de nieve de que si quiere salir a bailar puede hacerlo sin preocuparse por él. A la pista de baile se encamina el criónido, dejando atrás al phy, que parece sorprendido cuando va a dar otro trago de su bebida y no encuentra nada.

La situación se vuelve entonces incluso más incómoda. Entre el barullo y el gentío, copito de nieve se pierde de vista rápidamente, lo que deja a Niels a la deriva por su cuenta, agarrando un segundo vaso de la enigmática sustancia alcohólica. Sin nada que hacer, claramente incómodo y fuera de lugar, y sin que nadie se le quiera acercar, el phy se queda completamente aislado, su única compañía siendo los canapés y el alcohol. Del criónido ni rastro.

Hasta un buen rato después, cuando la multitud se parte un poco, dejado entrever la pista de baile, y los ojos de Niels inmediatamente localizan al criónido, que efectivamente está bailando...

... con chuloplaya #2. Auch.

Le vuelvo a lanzar una mirada juzgadora a Gèrard. Él vuelve a encogerse de hombros.

La escena claramente no le sienta bien al phy. Termina su vaso en tres tragos y coge otro, sin apartar la mirada del criónido ni por un sólo segundo. En la pista de baile, copito de nieve le ríe las gracias al chuloplaya, que no tiene vergüenza en mirotearle y agarrarse a donde el otro le deja, que parece ser que es todas partes. A Niels claramente se le llevan los diablos viendo eso. La bebida que tiene en las manos no le dura mucho, y... Vale, no sé qué es esa cosa, pero sé que este tipo está bebiendo demasiado de ella y demasiado deprisa.

Quizá por el alcohol, por el calor de la sala, por lo que está viendo; o una mezcla de todo ello, a Niels se le empieza a poner la cara roja. No despega los ojos de Gèrard ni por un instante, el objetivo que hay en ellos empequeñecido en su iris y plenamente fijo en el criónido según él baila de forma claramente provocativa con un tipo al que claramente le apetece ser provocado.

Algo huele mal, algo humea, y de repente Niels deja ir el vaso que estaba estrangulando más que aprendo y que estaba a medio derretir entre sus dedos.

-¡Mierda...! -Se queja, habiendo vertido la mitad del contenido en su pantalón- ¡Mierda, mierda, mierda...! ¡Agh!

Se lleva una mano a la cabeza y pone cara de mareo. El alcohol... No ha debido sentarle bien. Va a apoyarse en la mesa para estabilizarse, pero se escurre con el mantel y está a punto de tirarlo todo al suelo. Alguna gente a su alrededor le ve y se ríe.

-Patético.

-¿Qué hace aquí?

-Está arruinándolo todo.

-Como siempre...

Es difícil decir qué es real y qué son las voces de su cabeza. Como sea, todo es demasiado para él. Cogiendo fuerzas, se incorpora y echa a andar hacia la salida, empujando a todo el que se cruza en su camino, lo cual levanta bastantes quejas, pero él las ignora todas.

Toma una bocanada de aire cuando al fin consigue salir del gimnasio, y al segundo se arrepiente y pone cara de mareo. Continúa caminando lejos del edificio, pero sus ojos buscan algún rincón en el que apoyarse o dejarse caer. Otro edificio no muy lejano, quizá algún almacén o similar, es su objetivo. Lo suficientemente lejos del gimnasio, semiescondido entre las sombras por la pobre iluminación del campus y con una fresca pared de ladrillo contra la que poder apoyarse.

-Mierda -Vuelve a decir, cuando su espalda da contra el ladrillo. Mete una mano en el bolsillo para sacar la cajetilla de tabaco, se le caen la mitad de los cigarros cuando va a coger uno-. Mierda...

Ahora mismo me da... Verdadera pena, mientras le veo completamente solo luchando por conseguir apuntar un dedo en la dirección correcta para encender el cigarrillo. Gèrard, el real, no el que se ha quedado en el gimnasio bailando con un chuloplaya, se coloca a su lado en la pared.

-Siento -Le dice, aunque no pueda oírle-. Estúpido.

-Muy estúpido -Completo.

-Tú calla -Me lanza puñales con la mirada-. Igual que yo.

-Yo nunca he-

-No le hablaste durante semanas, imbécil.

La frase completa me corta.

... Hm.

No digo nada más, él tampoco. Le veo mirando en dirección al gimnasio, por donde ha venido Niels, y decido hacer lo mismo. Así es como veo al otro Gèrard acercarse, sin que Niels se de cuenta ni siquiera cuando le tiene al lado.

-Ido.

Con esa palabra al fin se da cuenta, y pega un respingo plagado de miedo, del que luego debe arrepentirse por la cara que pone. Mira al criónido incrédulo, como no entendiendo qué hace aquí, hasta que tras unos segundos las neuronas que no han perecido en el alcohol le dan la idea de responder.

-No pinto nada allí -Es la respuesta que da-. Pero tú deberías volver. Creo que te están esperando... -Hay acusación en sus ojos cuando mira al criónido- ¿Vas a volver con él, después de lo que te hizo?

-No.

-¿Entonces por qué...?

Gèrard se encoge de hombros.

-¿Celoso?

Niels parece confundido por la pregunta. Después de unos instantes de silencio, el criónido la repite, por si no la hubiera oído.

-¿Celoso?

-No... -Se lleva una mano a la cabeza, pasándosela por el pelo y casi dándose tirones- No. ¿O si? ¡No lo sé! ¡No lo sé, no lo sé, sólo sé que no es justo!

-¿Justo?

-¡No es justo porque tú n-, ¡No puedes estar conmigo! Pero dices que me quieres, y todo el mundo puede tenerte, ¡y yo no! Y sé que no puedo tenerte, y no quiero tenerte, porque no te merezco, no merezco cosas buenas, pero tú-, yo-, ¡No lo sé! ¿Por qué? ¿Por qué dices que me quieres, y luego te vas con todos ellos?

-Tú distinto -El criónido murmura las palabras, con mejillas enrojecidas-. Quiero de verdad. ¿Tú no... quieres?

-C-claro que sí -Titubea por un instante-. C-claro que te quiero. P-pero no entiendo... Po... Por qué...

Se quedan mirándose el uno al otro durante un instante, largo.

Gèrard extiende una mano hacia los labios de Niels, de donde le roba el cigarrillo. Se lo lleva a los labios propios, dando una calada y soltando una nube de humo entre ambos. Después, mientras Niels aún tiene los labios entreabiertos, se agacha sobre él y...

ERROR.

¿Q-qué....?

ERROR. ERROR. ERROR. ERROR.
ERROR.ERROR.ERROR.ERROR. ERROR. ERROR.
ERROR. ERROR.

El alto sonido de una alarma suena desde algún lugar, el recuerdo se desmorona de repente, todo volviéndose completamente negro, con ese horrible sonido... ¡Madre mía, mi cabeza!

Me llevo las manos a las orejas para taparme los oídos antes de que el ruido me reviente los tímpanos.

-¡Simonn! -Grito, mi voz ahogada por el sonido- ¡Simonn, qué está pasando! ¡Sácanos de aquí!

Me parece escuchar la voz del comesueños entre el ruido, pero soy incapaz de entender lo que sea que esté diciendo. Sólo puedo escuchar la palabra “ERROR.” repetida constantemente, con un volumen que hace que todo retumbe y se agite...

Una mano da un toque en mi hombro. Me giro en esa dirección y veo al criónido, que usa la misma mano para señalar en una dirección, donde hay una puerta de luz brillante. Sin esperar a mi reacción, me agarra de un brazo y tira de mí, arrastrándome hacia allí.

Suelto aire con alivio cuando cruzamos al otro lado y el ruido se detiene. La puerta desaparece detrás de nosotros, esfumándose en el aire. Me quedo tirado en el suelo durante unos instantes, aún con las manos en las orejas, hasta que veo al criónido por encima de mí, gesticulando con las manos. Lentamente dejo ir mi cabeza... Es un poco preocupante el pitido que aún siento en los oídos.

-¿Oyes? -Escucho la voz del criónido, aunque parece algo... Difusa... Aún así, le oigo, así que asiento.

-Um, creo que... -Mi voz también suena muy extraña, como si estuviera debajo del agua- No... Oigo... ¿raro...?

-Bufanda -Dice, llevándose una mano al cuello.

Me confunde, hasta que veo que estira una mano hacia mi propia bufanda y la agarra. Me apetece protestar por un segundo, pero luego decido que no estoy en situación para ello así que simplemente le dejo hacer, mientras más o menos la pliega y luego con cuidado me levanta la cabeza para dejarla apoyada sobre la bufanda.

-Quieto -Habla de nuevo, extendiendo dos manos en mi dirección, como para acentuar la palabra.

Cuando voy a asentir me siento mareado, así que meramente obedezco, y me quedo quieto... El pitido en mis oídos no se detiene y la sensación de mareo tampoco... No me siento nada bien... De hecho estoy un poco abrumado, como...

El criónido vuelve a hacer gestos frente a mí. Interpreto el gesto que hace, como... ¿Que imite su respiración...? Eso es lo que hace Hiiro cuando se pone nervioso, ¿no...? No lo sé, no lo entiendo del todo, pero soy lo suficientemente consciente como para saber que algo anda mal, así que simplemente obedezco, y tampoco protesto cuando me coloca una mano en la frente...

Poco a poco esa sensación de abrume se pasa, igual que el mareo... El zumbido en mis oídos aún persiste un rato más, y por alguna razón noto como... ¿algo húmedo en una de mis orejas, qué...? Definitivamente, algo ha ido mal.

Al fin, cuando siento que he vuelto a mí y el mundo deja de dar vueltas y todo tiene un poco más de sentido y el pitido en mis oídos se difumina, suelto todo el aire antes de hablar.

-Ya estoy bien...

-Bosteza -Pide el criónido. ¿Qué...? Le obedezco y siento un “pup” en una de mis orejas. Eso no es normal-. ¿Bien? -Oh, pero de repente le escucho de manera más clara...

-¿Sí? Creo. No lo sé. ¿Qué ha pasado?

-Casi desmayas -Indica. ¿Desmayarme...?-. Si desmayas, acaba Janus-Greb.

-¿Casi me desmayo? ¿Por qué...?

-¿Mareo, pitido en oído? -Asiento- Tímpano perforado por ruido.

Ah. Ostras. O sea que al final sí que me he reventado un tímpano... ¿En serio? Me llevo una mano a la oreja donde he tenido la sensación extraña, y compruebo que queda un poco de residuo de sangre y algún tipo de mucosa....

-No... No sabía que podíamos hacernos daño estando aquí dentro -Digo, algo atónito.

-Yo tampoco -La voz de Simonn se escucha desde los cielos-. ¿Te encuentras mejor, Nevra? Podemos parar si piensas que estáis en peligro...

-Um, ¿tiene esto repercusiones en nuestros cuerpos reales...? -Ya estoy tuerto, no me quiero quedar medio sordo también...

-No, tranquilo. Bueno, os habéis caído al suelo, pero Valkyon os ha vuelto a levantar -Mira qué bien...

Suelto aire. Pues vaya... Al final resulta que sí que ha sido un recuerdo inútil. Quizá, tal vez. Me he roto un tímpano y me he quedado sin saber si estos dos al final se liaron o no. La curiosidad mató al maüllix...

-¿A ti no te ha afectado el ruido? -Le pregunto al muñeco de nieve.

-Vampiro sensible -Ah. Supongo...-. Suerte cura rápido.

Suerte. Sí. Hm.

-Gracias...

Se encoge de hombros.

.......................................................

Ok.

-Y, ¿estamos en...? -Miro alrededor, al fin dándome cuenta de que estamos... En la habitación de Niels y Gèrard, otra vez- Oh.

-Ha habido un momento de pánico -Explica Simonn-. Mientras estabais en el otro recuerdo, he encontrado otro recuerdo muy fuerte unos cuantos días más adelante, y tenía pensado guiaros allí después, pero cuando se ha ido todo al carajo he tenido que improvisar...  Os he metido directamente en el siguiente recuerdo.

-Oh. Y... ¿en qué recuerdo estamos?

-Seis de mayo -Indica el criónido-. Arresto de Niels.

Oh. Oh. Oh.

En una esquina de la habitación, Niels está inclinado sobre su mesa de diseño, garabateando algo con un lápiz. Copito de nieve está tirado en su cama en su lado de la habitación, claramente disfrutando del sueño. Ninguno de ellos tiene ni idea de lo que se avecina...

-De acuerdo, si ya estamos, entonces... -Simonn vuelve a hablar- Pongo en marcha el recuerdo.

Con esas palabras, todo se pone en movimiento. El dormido criónido respira de forma pesada, el lápiz de Niels hace ruido cuando se desliza sobre el papel, el árbol junto a la ventana se agita levemente según sopla el viento.

Unos minutos de paz, y entonces...

Toques en la puerta.

Niels chasquea la lengua con disgusto, pero deja el lápiz a un lado y se acerca a la puerta para abrirla. Al otro lado, tres personas. Una de ellas, una mujer de pelo oscuro y piel pálida que se adelanta a los otros dos, se anuncia enseñando un broche de la Guardia Sombra. Huh.

-Guardia de Eel -Dice-. Estamos hablando con el phy llamado Niels, ¿verdad?

-¿Sí...? -Niels parece confundido- ¿P-por qué, qué pasa?

-Niels, estás detenido en nombre de la Guardia de Eel; cualquier acto de violencia que cometas durante el arresto será penalizado por la Guardia y podrá ser motivo para justificar una respuesta física; la Guardia de Eel pide tu colaboración incondicional durante el arresto, por favor sigue las instrucciones de los miembros de la Guardia para la seguridad de todos los involucrados.

-¿Qué? ¿Q-q-q- ¡EY!

Antes de que Niels pueda reponerse de la sorpresa, otro de los miembros de la Guardia extiende un brazo para agarrarle de un hombro con la intención de sacarle de la habitación. No lo consigue porque, en el momento en el que lo intenta, Gèrard aparece de la nada todavía en pijama, agarra el brazo del tipo de la Guardia y se lo congela.

Oof... No la idea más inteligente.

Ante el primer signo de hostilidad, los miembros de la Guardia cambian de actitud inmediatamente. No es que antes estuvieran relajados, pero ahora se muestran listos para la confrontación. La mujer que ha hablado antes murmura unas palabras tocando la espalda de su compañero del brazo congelado, que se recupera de la congelación al instante y se lanza sobre el criónido sin esperar un segundo. Esta vez, el muñeco de nieve no puede defenderse a tiempo y acaba en el suelo con el otro tipo inmovilizándole al agarrarle por ambos brazos y cruzárselos a la espalda.

-¿Q-q-que e, q-que está pa-, pasando? -Niels claramente se pone nervioso con la pelea, y no se resiste cuando el otro hombre de la Guardia le agarra a él con brusquedad y hace lo mismo que con Gèrard, cruzándole los brazos a la espalda- ¡Gèri!

-Gèrard Schëe, se ruega que mantengas una actitud calmada; actos de violencia contra la Guardia de Eel pueden ser motivo para justificar una confrontación física y un posterior arresto dependiendo de la gravedad de tus actos -La mujer habla en tono monótono. Con un gesto de la cabeza indica al compañero que tiene a Niels que empiece a andar, y eso es lo que hace el otro.

-¡U-un momento! -A pesar de todo, Niels aún intenta resistirse un poco- N-no entiendo qu, qué está p-pasando... ¿Q-qué he hecho? ¿De qué se me acusa?

-Niels, eres el sospechoso principal en la investigación sobre el genocidio de Gruthemberg.

-¿¡QUÉ!? ¿¡G-Gruthemberg...!? ¡P-pero si me echaron hace...! ¡U-un momento, y-yo no he hecho nada! ¿¡Qué ha pasado en Gruthemberg!?

-Por favor, guarda silencio y limítate a colaborar con el arresto... -Al escuchar los chillidos de protesta de Gèrard, que intenta deshacerse del tipo que tiene encima sin mucho éxito, el rostro de la mujer se arruga levemente, rompiendo por primera vez la expresión de indiferencia pétrea- Gèrard Schëe, se ruega que guardes silencio y no interfieras, o se asumirá que has participado en este acto delictivo como cómplice...

-¡Gèri no tiene nada que ver con esto! -Niels grita de inmediato- ¡P-por favor, no le...!

-A menos te resistas, antes terminaremos con esto. Adelante.

El hombre que estaba sujetando a Niels de nuevo vuelve a tirar de él para arrastrarle fuera de la habitación. En el suelo, el muñeco de nieve se queja y protesta y llama el nombre del phy, que pone cara de duda.

-S-sigo sin entender q... Q-que está pasando, p-pero... P-por favor, n-no le ha, hagáis d-daño a Gèri... -La mujer hace un gesto en dirección al pasillo- S-sí, voy... G-Gèri, no te preocupes, ¿vale? N-no te preocupes... No he hecho nada malo, así que...

-Eso lo decidirá la Guardia -La mujer le corta-. Se acabó el espectáculo -Chasquea los dedos, y lanza una mirada heladora alrededor, causando que los varios estudiantes que habían abierto sus respectivas puertas para mirotear se escondan rápidamente-. Vamos.

A Niels no le queda otra más que dejarse empujar por el pasillo, y eso es lo que hace, con la mujer siguiéndoles de cerca a él y a su, um, a falta de mejores palabras, raptor. Nosotros les seguimos también, entre otras cosas porque según Niels se aleja la escena nos fuerza a ir hacia él, aunque el criónido se lanza un último vistazo a él mismo antes de hacerlo. Su yo el recuerdo no deja de chillar, hasta que se escucha un golpe y el ruido se corta en seco.

Eso hace que Niels se detenga y mire atrás, pero la mujer fuerza su cara hacia el frente al agarrarle por la barbilla y moverle.

-Continúa caminando, si no quieres que vaya a peor para él -Le dice.

Niels obedece. Le sacan así de la que asumo debe ser la residencia de estudiantes en la que vivían, entre los murmullos de varios estudiantes del campus que le ven desfilar siendo detenido. Se distinguen varias caras en las ventanas de la residencia, que observan la escena, y puedo imaginarme que también la comentan posiblemente con más malicia de la necesaria. No tiene pinta de que Niels fuera nunca muy querido por sus compañeros, salvo la excepción obvia.

Pensé que iban a sacarle del campus, así que me sorprende que en lugar de hacer eso, buscan el lugar más recóndito posible, un edificio solitario que pone “AULARIO IV”, y le llevan detrás del mismo. Parte de mí espera que directamente vayan a ejecutarle, aunque sé que eso es imposible,

-De rodillas en el suelo, manos a la espalda -Indica la mujer, mientras que el hombre fuerza a Niels al suelo de un empujón antes de soltarle y volver a caminar en dirección a la residencia. Niels parece demasiado asustado como protestar así que obedece, adoptando la postura, y la mujer le recompensa con unas palmaditas en la cabeza-. Buen chico.

-¿Q-qué v-vais a hacer con G-Gèri...?

-Eso depende de ti, Niels -Es la respuesta, pronunciada con una frialdad heladora-. Si colaboras con nosotros, nada malo tiene que pasarle, ¿de acuerdo? Bien, esto te va a doler un poco, pero va a ser sólo un momentito.

El rostro de la mujer se transfigura, perdiendo sus rasgos para convertirse en... Nada más que oscuridad y sombras...

Oh. Ya sé quién eres.

Lleva una mano, ahora convertida en tinieblas, al rostro de Niels. La mano le atraviesa completamente, cruzando su cabeza. Un último latido y todo se vuelve completamente negro para Niels, y también para nosotros.

Escucho al muñeco de nieve lanzar una exclamación con eso y mirar alrededor, quizá esperando que vuelva a pasar algo como lo de antes, pero no ocurre nada.

-¿Qué pasado? -Pregunta. Ahora que estamos llegando a esta parte de los recuerdos de Niels parece un poco más inquieto.

-No lo tengo muy claro... -Simonn también parece confundido.

-Ese era Kage -Anuncio-. El familiar de Kaze.

-¿¡Su familiar!?

-Es... -Me lo pienso un segundo- Es algo que siempre ha sido muy complicado. No todo el mundo sabe de elle. Quizá Miiko o Leiftan sí, pero dudo que nadie más. Yo sé de elle sólo porque Naytili me lo contó.

-Pero eso era una persona, no un familiar.

-No, es un familiar -Niego con la cabeza-. Simplemente es... Distinto. Se supone que no debería hablar de ello.

Hasta dónde yo sé, respondía sólo a Kaze, y eso era lo que le daba tanta rabia a Naytili, porque a veces se metía en sus asuntos a causa de ello. De forma indirecta siempre... Es difícil decir si en algún momento le he visto o no, porque, bueno, cambia de forma muy fácilmente, o se vuelve une con las sombras, o desaparece, o... Bueno, que es difícil pillarle, y aunque la vieras a plena luz del día, sería difícil de identificar. Naytili tenía sus teorías al respecto: Que si era una creación de Kaze, que si tan sólo era un hechizo, que si le había otorgado sapiencia de alguna manera... Qué es Kage es un misterio tan hondo como su propia existencia. Uno del que nunca vamos a tener respuestas porque, bueno, con la muerte de su maestro, Kage desapareció y no se ha vuelto a saber nada de elle, si es que no murió junto a Kaze.

La cosa es... Que si Kage fue quién se encargó del arresto de Niels... Dos cosas:

1.- Kaze indudablemente es el responsable de ello.
2.- Kaze no quería que nadie se enterase.

Ni siquiera Naytili, líder de la Sombra que no hubiera tenido problemas en hacer “desaparecer” a nadie; ni siquiera Miiko, su mano derecha y discípula; y sobre todo no Leiftan, el compás moral de la Guardia en aquel entonces (y hoy día también aunque haya resultado ser un daemon, vaya).

Poco a poco, la luz vuelve al recuerdo. La escena ha cambiado completamente. Ya no estamos en el campus universitario, sino en una habitación cerrada un poco... Pequeña, casi claustrofóbica de alguna manera. No hay ventanas de ningún tipo, la única luz es una vela en un candelabro en la pared. Una única puerta de metal con pinta de consistente, el color gris a juego con la pared y el suelo de piedra. Todo parece tan... basto. Sin ningún tipo de comodidad.

Desde luego no para Niels, que se despierta atado a una silla que desde luego no tiene ninguna pinta de ser cómoda. Alguien le ha quitado tanto su cinturón como sus gafas, lo que me parece un poco feo porque en el momento en el que haya algo de luz se va a quedar ciego. Lo más perturbador posiblemente sean sus manos esposadas, pero no de cualquier manera. Los grilletes que tiene no se aferran únicamente a sus muñecas, sino que se extienden por sus dedos con una serie de anillos unidor por metal rígido de tal manera que los dedos queden extendidos, no dando oportunidad a que pueda calentar el metal de ninguna manera con sus habilidades de phy. Puedo imaginarme que un par de horas con eso puesto haría que a cualquiera se le entumecieran las manos.

Niels está solo en la habitación, pero imagino que no va a pasar mucho hasta que deje de estarlo, dado que frente a él hay una mesa y una silla vacía al otro lado de la misma. Tiene mucha cara de mareo cuando abre los ojos y mira alrededor, claramente confundido con su situación actual.

-Q-qué... -Examina la habitación, y según se va dando cuenta de lo que le rodea, su cara va cobrando más pánico- ¿D-dónde...?

La puerta se abre, y él grita por el susto que le pega el ruido. Al otro lado aparece exactamente la persona que estaba esperando ver.

Tal y como le recuerdo, Kaze. Un gnomo de ya avanzada edad, el rostro y las manos cubiertos de arrugas y manchas a causa de ello. Es incluso más bajo que la mayoría de los gnomos, siempre lo fue, y la postura encorvada a causa de su avanzada edad le hace parecer incluso más pequeño. La gasa de sus túnicas verdes se arrastra por el suelo tras él según camina, sus pasos no haciendo ningún ruido, y a cada paso ondea su larga barba perfectamente cuidada y la melena de pelo completamente blanco que cae tras él, ambas siempre movidas por un viento místico y misterioso que siempre parece rodearle. El bastón que lleva en una mano le dobla en altura, quizá hasta le triplica, y cualquiera que diga que es demasiado para él es porque no le ha visto dar bastonazos. Un sólo toque de ese bastón en el suelo es capaz de hacer que toda la ciudad de Eel guarde silencio, un giro del mismo puede causar un huracán, y un bastonazo directo a la cabeza duele que te cagas, lo sé por experiencia.

A pesar de lo frágil que parece y de la parsimonia con la que se mueve, se sube a la silla de un único salto, pero no se apoya en ella, sino que se mantiene flotando en el aire por encima de la madera, sus piernas cruzadas como si efectivamente estuviera sentado en el aire. Ojos del color y la dureza del jade se fijan en Niels, que mira al anciano con miedo, y no le culpo.

-Mi nombre es Kaze -Se anuncia-. Soy el Líder de la Guardia Brillante de la Guardia de Eel.

No dice nada más, dejando que en la habitación se extienda un atronador silencio. Deja que Niels tartamudee un rato y se tropiece con sus propias palabras, claramente poniéndose más nervioso con cada intento fallido, hasta que al fin consigue decir algo.

-¿D... D... D-Dón... Dónd, de e-está... G-Gèri?

Esa es la primera pregunta que se le ocurre hacer.

Lo admito, estoy un poco impresionado. Le lanzo una mirada al criónido. Se ha colocado justo detrás de Niels, quizá para no verle la cara, y mira a Kaze con intención asesina.

-A salvo -Kaze le responde con voz calmada-. Por ahora. Todo depende de la conversación que vamos a tener a continuación, Niels. Lo sé, lo sé; la situación no parece muy buena para ti ahora mismo. Estás asustado, lo entiendo. Y esta es una forma poco ortodoxa para la Guardia de Eel de hacer las cosas, pero no me has dejado mucha más opción... Imagino que recuerdas nuestros intercambios por correspondencia, ¿verdad?

-Q... Qué...

-Aquí -Una figura oscura aparece de la nada junto a Niels, lo que les sobresalta tanto a él como al criónido.

Kage, de nuevo, en esta ocasión en una apariencia un poco más siniestra que la anterior... Tiene aspecto humanoide, pero en lugar de carne parece estar heche de... tinta, casi, como si su cuerpo fuera líquido. Deja sobre la mesa, frente a Niels, algunos documentos... Uno de ellos lo reconozco como la carta que leímos, el otro...

-La carta de respuesta -Digo, echándole una ojeada-. No vimos ese recuerdo...

“A la Guardia de Eel,

Agradezco la propuesta y reconozco el valor de la misma. Sintiéndolo mucho, mi talento y mis inventos no están, ni estarán en ningún tiempo futuro, al servicio de otras personas.

Eso incluye el plano que fue robado de mi escritorio unos días atrás.

Saludos,

No vuelvan a escribirme.”

Oh, guau. Es... una carta bastante...     Directa. Sobre todo teniendo en cuenta la implicación que tiene. ¿Alguien robó el plano de uno de sus inventos...? Y piensa que es la Guardia de Eel, huh. Visto lo visto... A lo mejor.

Evidentemente, a Kaze no ha debido gustarle la respuesta... aunque no sé si eso justifica lo de secuestrarle y encarcelarle.

-Tendrás que disculparme -Kaze vuelve a hablar, sin hacer mucho caso a la sorpresa de la cara de Niels-. Esa no era la respuesta que estaba esperando de ti, exactamente. Así que he creído necesario tener una conversación cara a cara, a fin de que podamos llegar a una mejor resolución de nuestro acuerdo.

-N... -Niels parece partido entre el terror y la confusión- N-no en... Entiendo q... Q... -Se interrumpe un segundo para tomar aire- P-por qué... Todo esto. M-mi respuesta está clara. Y n-no la v-voy a  cambiar. S-sea lo que sea q-que... ¿¡S-se puede saber dónde estamos!?

-En la prisión marina de Khär-zell -Kaze responde con voz calmada-. Ahora mismo, estás bajo arresto a manos de la Guardia de Eel.

-¿P-por rechazar la oferta de trabajo?

-Por supuesto que no -Ahora contesta Kage, siendo siniestre detrás de Niels cuando le coloca las manos en los hombros. Gèrard intenta empujarle y pegarle puñetazos, pero no consigue más que boxear en el aire. Si hubieras acertado esa patada a la rabadilla le hubieras tirado al suelo, seguro-. Por lo ocurrido en Grutaburgo, está claro.

-¿Gr...? AaaAaaAghh... -Hace un sonido de grima cuando Kage apoya su peso en él. Su cuerpo parece tener esa consistencia semilíquida que imagino que no debe ser nada agradable- ¿Q-qué ha... p-pasado? Y-yo no... Ya no vivo ahí...

-Por supuesto que no -Cuando se hace a un lado, de su “cabeza” se desprende una catarata de líquido negruzco que podría hacerse pasar por pelo-. Nadie vive allí ahora. No después de lo ocurrido, desde luego.

-Se refiere a la explosión -Kaze retoma la palabra-. La puerta de la villa voló por los aires. La cueva se derrumbó. Aquellos phy que no murieron aplastados perecieron a manos de un atacante misterioso, del que no tenemos rastro alguno más que una única pieza de evidencia que dejó atrás.

-El mismo arma con el que se abrió la puerta... Un cañón tecnomágico... Cuya descripción coincide, por cierto, con aquella reportada en el incidente de hace unos meses, donde tú y ese criónido... Gèri, ¿cierto? Donde Gèri y tú tuvisteis un “accidente” haciendo pruebas con el cañón... ¿Y dices que has perdido los planos? Caramba, qué oportuno.

-N-no... No los he perdido, me... ¡me los robaron! ¡Los habéis robado vosotros! -Ahora más enfadado, hace un gesto brusco en su silla para quitarse a Kage de encima, consiguiendo que el familiar se desencarame de él y retroceda a una esquina de la habitación, desapareciendo lentamente mientras lo hace.

-Esa es una acusación muy seria, Niels -Kaze niega con la cabeza-. Acusar a la Guardia de Eel de semejante delito... Pero imagino que tendrás pruebas de ello, ¿no? No te atreverías a decir algo así si no contaras con la evidencia para respaldar tu acusación...

-B-bueno... P-pruebas... -Vuelve a ponerse nervioso de nuevo- N-no...

-¿No las tienes? En ese caso, y si tan seguro estás de que estos planos te fueron robados... -Kaze se frota la barbilla con aire pensativo- Quizá deberíamos abrir una investigación al respecto. Este podría ser un asunto muy serio... Aunque, bien, sólo se me viene un sospechoso a la cabeza. Alguien con fácil acceso a los planos, que conoce el poder destructivo de ese cañón... Tiene que ser “Gèri”, ¿verdad?

-¿Qué? -La voz de Niels suena como un chirrido, casi como la voz de su amigo criónido- ¡G-Gèri nunca...!

-Pero es la única otra persona posible -Kaze asiente-. Sí. Deberíamos arrestarle a él también, por supuesto...

-¡No! ¡G-Gèri no ha h-hecho nada! ¿¡Por qué iba a hacer a-algo así!?

-Por venganza -La respuesta de Kaze es simple-. Porque sabe que esa gente te hizo daño, y quiere vengarse en tu nombre. A fin de cuentas...

-Gèri te quiere -Kage vuelve a aparecer, en esta ocasión desde debajo de la mesa y entre las piernas de Niels, con una apariencia algo más animalística que antes... Aunque no parece ningún animal concreto. Se incorpora, yendo a sentarse en la mesa frente a Niels, aún en una posición incómodamente cercana al phy-. Lo pone aquí, a fin de cuentas, escrito de tu puño y letra -Con un gesto de la mano produce el cuaderno de “REGLAS” (con una E que tiene demasiados palitos y más bien parece un peine) de Niels, que empieza a leer-. “Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere. Gèri me quiere”... Guau. Un poco obsesivo, ¿no? Sabes, hay un término para la gente como tú -Se inclina un poco en dirección a Niels-. Gente que es incapaz de percibir y adaptarse a las normas sociales, que carece de empatía necesaria para entender sentimientos y que, en resumen, les importa una mierda todo lo que no sea ellos mismos... Psi-có-pa-ta. Repite conmigo. Pe, ese, i, ce...

-Suficiente -Con el tono firme de Kaze, el familiar se deshace y desaparece, dejando tras de sí la libreta, abierta por una de las páginas que hemos visto al principio, en la cual Niels tuvo que apuntar que matar a la gente está mal...-. Tenemos razones suficientes como para sospechar de ti... Pero, si insistes en que eres inocente, entonces debes saber que el siguiente en nuestra lista de sospechosos es “Gèri”. El pobre, viene de una infancia tan violenta. Todo su clan masacrado a manos de los bárbaros... Quizá pensó que era piedad, de algún modo, hacerte pasar a ti por lo mismo.

-Hombre horrible... -Gèrard murmura esas palabras, mirando fijamente a Kaze con una intensidad que asusta. Sus nudillos están blancos de lo mucho que aprieta los puños...

Y, viendo esto, no puedo sino estar de acuerdo. Este Kaze que tengo delante... Es abismalmente distinto del Kaze que yo conocí. A veces era siniestro y severo, pero... Pero esto es, a falta de una palabra mejor, completamente inhumano. Sacado del mismo libro de estudios que usaba Naytili... Y yo mismo, en un cierto punto de mi vida.

-Bien -Kaze da una palmada-. Asunto solucionado. Tendrás que perdonarnos por este error, Niels. No te preocupes, de aquí a poco podrás volver a tu vida normal y olvidar que todo esto ha pasado. Una pena por Géri, pero...

-¡N-no! -Niels le corta- ¡Gèri no ha hecho nada tampoco! ¡É-él nunca haría algo así...! -Kaze lanza un suspiro fingido.

-Dices que tú no lo has hecho... Acusas a la Guardia, pero no tienes pruebas... Y objetas que el otro único sospechoso también es inocente. ¿Qué pretendes, Niels?

-N-no perten, pret, pretrend... N-nada.

-Sólo han podido ser dos personas -Kage vuelve a aparecer, ahora tras Kaze, paseándose a un lado y otro de la habitación con aire pensativo-. O tú, o Gèri. Si de verdad insistes que tú no has sido...

En la cara de Niels hay mil emociones distintas. Miedo y nervios, pero también enfado y frustración. Tartamudea un poco, intentando encontrar alguna respuesta, pero después de un tiempo se rinde y simplemente suspira, hundiéndose un poco en su silla cuando lo hace.

-Qué queréis de mí...

-Está en las cartas, hombre -Kage se tumba sobre la mesa, con un dedo dando dos toques sobre el papel en cuestión-. Tu talento sería increíblemente beneficioso para la Guardia.

-Los ejércitos de otras facciones de Eldarya son cada vez más poderosos, más disciplinados, están mejor armados... -Kaze se atusa su larga barba- La Guardia de Eel necesita algo que nos dé una ventaja, en caso de que fuera a estallar un conflicto. Si volvieran las ansias conquistadoras de los reinos élficos, si Elsur cumpliera sus amenazas de hostilidad contra nosotros... Necesitamos algo que nos coloque en primera posición. La ingeniería phy es algo que nadie tiene, pues no le pertenece a nadie, ocultos como estáis en vuestras cuevas...

-... cuando no os vuelan las puertas por los aires...

-De tenerla, podríamos obtener esa ventaja... O empezar a conseguirla. Con tu talento, Niels, podemos hacer grandes cosas. Y, si accedieras a colaborar con nosotros en este asunto... Bien, digamos que podríamos reevaluar tu situación. Los beneficios de tenerte trabajando para la Guardia podrían sobreponerse a los daños causados... Sería más rentable tenerte fuera de prisión que dentro.

... Hmphf. Ya veo.

Con esto, está bastante claro todo lo que pasó. Kaze... ¿Por qué? ¿A qué viene esto? Un interés por mejorar el ejército de Eel... ¿Por qué, y por qué de repente? No le veo el sentido... Tampoco puedo recordar ningún evento catastrófico que hubiera podido llevar a Kaze a tener estos miedos. Por aquel entonces yo no llevaba ni un año en la Guardia, y casi todo lo que hice en aquel tiempo era ayudar a Ezarel con la investigación de Absenta, así que tampoco tengo muy claro qué sería lo que pasaba en las “altas esferas”... Pero no recuerdo un pánico así en ningún momento.

Niels observa a Kaze atentamente, posiblemente muy consciente de lo que verdaderamente está poniendo sobre la mesa. Su libertad, a cambio de...

-... Y-ya veo -Eso dice, en una voz... rendida-. N-no queda otra, entonces... ¿P-puedo al menos mandar una última carta antes de entrar en prisión? No quiero que Gèri se preocupe por mí...

La frente de Kaze se frunce muy levemente, acentuando sus arrugas.

-Creo que no has entendido la...

-No tienes por qué ir a prisión -Kage se adelanta-. No te preocupes, colaborando con nosotros no tienes que temer a-

-Pero no voy a colaborar con vosotros. L-lo dije en la carta. Mi talento no... N-no está al servicio de nadie.

Un tenso silencio se instala en la habitación. Kaze no se esperaba esa respuesta, desde luego. Por un instante no parece saber qué hacer, pillado desprevenido.

-¿Te rehúsas a nuestra propuesta? -Vuelve a preguntar, como si necesitara que se lo clarifiquen una vez más.

-Completa y plenamente -La voz de Niels gana confianza de repente-. Me da igual que seais la Guardia de Eel o... quién sea. No quiero trabajar para nadie. N-no quiero que... Que mis inventos se usen para hacerle daño a la gente...

-¿Eres estúpido? -Kage se burla de él- Tus inventos son armas. Las armas se usan en la batalla... ¿Para qué esperas que las use la gente si no? ¿Qué otro propósito pueden tener?

Niels guarda silencio con eso. A estas alturas, no voy a pretender comprenderle... Es claro que la mente de Niels es... distinta a la norma, aunque no sé si en el mismo sentido en el que ha querido señalar antes Kage. Para cualquiera sería obvio que si creas un arma, es para usarla para herir a alguien, pero...

No hay respuesta por parte del phy, de modo que Kaze suspira antes de hablar de nuevo.

-Niels, estoy intentando colaborar contigo -Dice-. Lo que tenemos en tu contra es suficiente para mantenerte encerrado de por vida. No volverás a ver la luz del sol, a sentir el viento en la cara. Tu vida entera se reducirá a cuatro paredes. Nunca volverás a ver a Gèri. Pasarán los años y su vida seguirá adelante, sin ti, hasta que se olvide completamente de tu existencia.

-Pues anda que no estaba equivocado -Simonn habla desde los cielos-. Le tienes aquí mismo viéndote hacer el ridículo...

Miro al criónido de nuevo. Sigue junto a Niels, intentando asesinar a Kaze con la mirada. Huh. Kaze claramente le estaba subestimando, como es evidente. Se metió en la Guardia de Eel para encontrar a su amigo y, aunque ha sido más bien gracias a la suerte (buena o mala, no se sabe), al final ha dado con él, y... Está haciendo lo imposible por salvarle. Me voy a tragar mi orgullo y voy a admitir que todo lo que está haciendo es... Merecedor de halago.

-Pues mejor para él -Esa es la respuesta de Niels-. Posiblemente lleve una mejor vida sin que yo esté en ella... -Suspira, en tono cansado- Aunque sí me gustaría... Poder mandarle una última carta...

-Imposible -Kaze niega con la cabeza-. No podemos permitir que conspires con otras personas fuera de la prisión... No aquí, en Khär-Zhell. Muy bien -Sacude la cabeza, haciendo ondear su pelo-. Si esto es lo que quieres... Entonces, cuando probemos que has sido tú el responsable del ataque a Gruthemberg podremos encarcelarte.

-Pensé que ya lo teníais claro...

-Oh, no. Todavía quedan dudas sobre si es posible que “Gèri” haya sido responsable del ataque. Ahora que lo pienso -Se frota la barbilla-. Kage, quizá sería prudente traerle a él también a...

-Fui yo. Yo organicé el ataque a Gruthemberg. Soy el único culpable y responsable.

Niels...

En cuanto se menciona a Gèrard, su actitud vuelve a cambiar. Kaze le mira alzando una ceja, con expresión satisfecha.

-Eso es una confesión -Dice-. Lo que significa... Que podemos declararte culpable.

-... porque lo soy -Murmura las palabras más que decirlas, pero aún son audibles-. Así que perseguir a Gèri no va a llevaros a ningún lado. Yo soy el responsable, así que...

-Para ser tan inteligente, mira que no eres listo... -Kage se burla de él- Bueno, ya cambiarás de idea... Me pregunto cuánto tardarás en romperte... Hmmm, una semana, o menos...

-Toma nota de su confesión -Instruye Kaze-. Y prepara el equipamiento para sacar su sangre una vez termine con la maldición prohibitiva.

-¿S-sangre...? -La expresión facial de Niels cambia a una más preocupada.

-Ooooh, van a ser unos días largos para ti... -Kage agarra el cuaderno de “REGLAS” y las dos cartas sobre la mesa, guardándose estas en un bolsillo, y el cuaderno...- Hmm, ¿imagino que ya no necesitas esto, verdad? -Se lo lleva a... donde debería tener la cara, y el cuaderno desaparece en la oscuridad- Hmmmm...

-Haz tu trabajo... -Con un resoplido de Kaze, Kage desaparece de nuevo. Kaze salta sobre el tablero de la mesa, remangándose mientras se acerca a Niels- La Guardia de Eel siempre está necesitada de materiales -Informa-. Y la sangre de phy es valiosa. Nunca es suficiente, ni aún con toda la recolectada en Gruthemberg. Espero que no te moleste que hagamos uso de la tuya mientras estás aquí. Si te molesta mucho, bueno... Mi oferta estará siempre abierta, Niels.

>>Sólo tienes que aceptar. En el momento que lo hagas... Serás libre.

Kaze coloca dos dedos sobre la frente de Niels. Bajo ellos, se forma un círculo de magia... De color nergo. ¿Eso significa...?

No puedo continuar ese pensamiento, porque el recuerdo termina súbitamente en ese momento. La habitación desaparece, Kaze y Niels también, y aparecemos en...

Otra de las habitaciones de la exhibición de antes, salvo que... No hay nada expuesto. Todo está... Completamente vacío, hasta el punto que es triste, después de todo lo que hemos visto antes. Esto debe representar su tiempo en Khär-Zhell... Una habitación enorme, pero... Completamente vacía.

Me llevo las manos a las caderas y tomo aire con fuerza, con ganas de soltarlo de nuevo en un suspiro que contengo por poco. Pues... Ahí lo tenemos.

-La confesión de Niels fue forzada -Digo-. Y no era auténtica. Los culpables de lo ocurrido en Gruthemberg... Somos nosotros.

-Kaze parece ser el cerebro detrás de todo el asunto, con su... familiar raro ayudándole -Simonn añade a mis reflexiones-. Realmente no tenemos evidencia fehaciente de ello, pero...

-A quién le importa. Tenemos ojos en la cara, o, bueno, yo sólo tengo uno, pero aún así lo veo claro... Que a Niels le encarcelaron para castigarle por no querer trabajar para la Guardia. Y después de la muerte de Kaze... Todo el mundo se olvidó de él. Salvo una persona, claro...

Miro a Gèrard. La expresión de su cara es... Difícil de leer ahora mismo, pero puedo imaginar que todo lo que hemos visto sobre Niels... Tal vez le haya impactado bastante. Hemos visto muchas cosas horribles sobre su vida, a fin de cuentas. Y ahora que tiene confirmación de todo por lo que la Guardia le hizo pasar...

Me acerco a él y, aunque un poco dubitativo por el gesto, le pongo una mano en un hombro. El contacto parece sacarle de un momento de ensoñación, y me mira con sorpresa, quizá más por la familiaridad del gesto que por otra cosa.

-Niels es inocente -Le digo-. Tenemos los medios de demostrárselo a la Guardia. Has cumplido tu objetivo. Gracias. Y... lo siento. Por no haberle tratado de forma justa hasta ahora.

Se toma unos segundos antes de responder, pensándose sus palabras. Me da un manotazo para hacerme soltar la mano, y eso es lo que hago.

-Aún no a salvo -Dice-. Titiritero.

Ha limpiado el nombre de Niels en lo que respecta a lo que le metió en Khär-Zhell, pero... La afiliación de Niels con El Titiritero es otra historia distinta. Aunque eso... No me preocupa tanto. El caso de Simonn existe, a fin de cuentas. Si Niels está en una situación similar, podemos... hacer algo.

-Hora de volver -Hablo para Simonn-. Cuando puedas, sácanos de aquí...

-¿Cómo que “hora de volver”¿

-¿Cómo que “cómo que hora de volver”? -Frunzo el ceño.

-Conversación besugos -Señala Gèrard.

-Ya sé que tu cerebro de murciélago no da para mucho, pero aún tenemos otro objetivo, ¿recuerdas? -Eh... Pos no...- He conseguido encontrar un recuerdo de Niels con El Titiritero, así que podemos intentar descubrir algo sobre su ubicación a partir de eso.

-Oh -En mi cerebro de murciélago se hace la luz-. S-sí, por supuesto. Umm, llévanos allí... Eeeh, ¿dónde hay una puerta?

-Uuuh, en esta habitación, no hay puertas... -Porque está en la cárcel...- No tengo muy claro cómo...

Se interrumpe con un sonido tremendo que me pega un buen susto y me hace pegar un brinco, por un segundo temiendo que vaya a empezar a sonar la alarma esa otra vez y me vuelva a quedar sordo... Pero no, sólo era el criónido tirando una PARED ENTERA con un martillo de hielo de dimensiones desproporcionadas... Madre mía menudo boquete... Algo me hace pensar que estaba pensando en Kaze cuando ha pegado el golpe...

-¡Abierto puerta! -Anuncia, con un canturreo.

-Um... No sé yo si... Eso es un comportamiento seguro y de acuerdo con las regulaciones de...

-Abierto puerta -Repite. Esta vez no canturrea.

-Niels se está quejando de que se le ha congelado el cerebro... -Simonn tampoco parece contento- Um, mejor... Mejor no vuelvas a hacer eso. P-pero vale, puedo sacaros por ahí... Un segundo, y... ¡Vale! ¡Adelante!

Allá vamos, entonces... Nos encaminamos por la... eh, “puerta”, y no tengo muy claro lo que nos vamos a encontrar al otro lado...

...

El sonido de las olas... El bamboleo sereno de las palmeras, mecida por la brisa marina... El canto de los pulpatatas, a lo lejos... Un sol de justicia... Naytili en bañador...

-¡AAAAAAAAAAAAAAHHHH! -Grito, horrorizado, ante la visión que me atormenta.

Mi grito hace que Gérard se sobresalte y grite a su vez, y acabamos los dos chillando y en la arena de la playa...

-¡VALE YA DE GRITOS! -Grita Simonn- ¡Ojos abiertos, gente!

-P-perdón, es que he visto a Naytili y me he asustado...

-Yo también; pero, venga, que es un recuerdo corto...

Vale, vale...

Miro alrededor. Esto... Esto no es... Esto no es para nada lo que estaba esperando. ¡Esta gente está de vacaciones! Es un paraíso tropical... Indiscutiblemente son las islas del sur, pero... Qué más, qué más...

-M-mira a ver si ves algún pájaro -Le digo a Gèrard-. Con un poco de suerte damos con uno medio raro y Ezarel nos sabe decir la isla exacta en la que vive... -Él asiente.

Eeeeh... Pájaros, pájaros... No veo ninguno... Tampoco a los pulpatatas, aunque los escucho... Sólo veo arena, conchas en la arena, Naytili en bañador (brrr)...

Naytili no es la única en bañador, bueno. Toda la Titiritropa está aquí... Y están todos en bañador... Lo cual hace que no quiera mirar a nadie porque el grupo se compone de:

-Gente siniestra (Naytili, El Titiritero)
-La mujer que abusó de mí y a la cual no quiero ver en general
-Una niña de doce años que ha sido mutilada
-Niels

Supongo que a Niels le puedo mirar...  Está junto a Chloé y Marie-Anne, los tres alejados de la orilla y examinando el paraguas mágico de Chloé...

-No es buena idea que lo uses en combate directo -Está diciendo Niels-. Está pensado para que lo uses a distancia... Porque, bueno, se supone que eres una atacante a distancia. Quiero decir, lo puedes usar para dar paraguazos si te las ves muy mal, pero...

-¿No hay una manera de cargarlo más rápido? -Interrumpe ella- Es el único problema... Ahora tengo más cargas, pero es que tarda un montón... Y cada carga es más débil de la anterior...

-Quizá para la próxima versión -Niels resopla-. Quiero pensar una forma de que puedas transferir tu maana en forma de energía a...

-Ya, ya, ya, ya... ¿Entonces ya se puede probar?

Antes de que Niels responda, hace algo con el paraguas, que hace un ruido y empieza a iluminarse su punta...

Niels suelta un chillido de pánico y agarra el paraguas para redirigirlo, visto que Chloé estaba apuntando en dirección a Naytili (baia), y al segundo el paraguas dispara un rayo de energía en dirección al mar... Y causa una explosión un poco más allá. Recuerdo haber visto eso en combates anteriores con Chloé...

-¡¡No apuntes eso hacia otras personas!! -Le grita Niels.

-¿Eeeeh? -Chloé parece molesta- Boo, aburrido. Si lo has hecho para que pueda usarlo para volar a los payasos de la Guardia, ¿no?

-Sssssss- nnnnn-- ngh -Él hace un gesto incómodo-. Simplemente ten cuidado, ¿vale? Es peligroso. Y si lo usas mal te puedes hacer daño a ti también... -Se lleva una mano a la frente y suspira- Cuando estábamos en la universidad, estábamos probando esta cosa con Gèri y del retroceso se dislocó el hombro...

-Dolor...  -Gèrard se lleva una mano al hombro, recordando sus desventuras. Ya, ya; háblame cuando tengas que ser tú mismo el que se disloque el hombro y luego se lo ponga otra vez...

-Gèri esto, Gèri lo otro... No dejas de hablar de él, huh -Chloé habla con tono socarrón.

-Primero de todo, sólo yo puedo llamarle así, que lo sepas -Ahora me da pena que Chloé no sea la de verdad porque si lo hubiera sido, Gèrard la habría degollado al segundo-. Segundo, apártate que me tiznas le dijo la sartén al cazo, tú no dejas de hablar de Nevra... -Esta conversación acaba de dejar de interesarme.

-¡Pero eso es normal, porque él y yo somos -AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA-, y estamos hechos el -AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA-! Además, ¿cómo puedo contenerme para no hablar de -AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA-, si cada vez que pienso en él -AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA.

-Esta tía es más siniestra a cada segundo que pasa... -Me has leído la mente, Simonn- ¿Habéis visto cualquier cosa interesante? ¿Pájaros raros para Ezarel? ¿Flores peculiares? ¿Un mapa con las coordenadas anotadas? ¿El diario secreto de El Titiritero?

-No... -Suspiro- Es difícil ubicar nada de esta forma... Además, es un recuerdo así que las cosas más detalladas se escapan...

-¡Pájaro! -Gèrard grita, señalando en dirección a la maleza de la isla. Eeeh... Yo no veo... Ah, algo se mueve, supongo...

-No sé si vamos a sacar nada más de aquí -Digo-. ¿Alguna otra idea...?

-No... -Simonn también parece rendirse- Podemos quedarnos aquí a acabar el recuerdo, si queréis, o puedo sacaros ya mismo...

-Por mí ya estamos, pero... -No quiero seguir escuchando a Chloé- Um... ¿Gèrard?

Le veo lanzarle una mirada la versión de Niels en bañador que tenemos delante. Aprovecha, quédate a gusto, si total...

-Irnos...

-Pero volviendo a lo tuyo -Chloé termina al fin su discurso sobre lo muy genial que soy y lo mucho que me quiere-. Con todo lo que hablas de él, ¿estás seguuuro de que no tienes sentimientos especiales por él? ¿Hm, hm? -Le sonríe de una forma que hasta podría ser coqueta si no fuera porque es Chloé.

-Que no -Niels resopla-. Menuda pesadilla... Gèri y yo somos amigos, y nada más. Jamás habría nada más entre nosotros. No sé por qué todo el mundo está tan empeñado en decir lo contrario... Es algo imposible. Simplemente imposible.

-... irnos... -Gèrard suena un poco más... triste...

-Pero eso no es lo que te he preguntado, Nieeels -Chloé aún insiste-. No te he preguntado por vuestra relación, sino por tus sentimientos hacia él...

-¿Sabes qué? Si quieres molestar a alguien, puedes ir a incordiar a Naytili -Niels se da la vuelta-. Me voy a nadar. Ya que me habéis forzado a salir de mi laboratorio, al menos dejadme aprovechar el día...

-Hmmmm... -Aunque Niels se aleja, Chloé aún le observa de lejos.

-... patético -Es el comentario de Naytili, que apenas levanta la vista de su muy ocupada tarea de limarse las uñas en garras perfectas.

Y, con eso... Se acaba el recuerdo. La playa desaparece, el sonido de las olas se silencia...

-Voy a sacaros de aquí -Anuncia Simonn-. Preparaos para volver...

---

Cuando vuelvo en mí, estoy en la sala de alquimia... Apoyado de forma bastante incómoda en la misma silla en la que perdí la consciencia para entrar en la mente de Niels. Durante unos instantes me siento bastante desorientado, con un fuerte mareo... Y un pitido muy agudo en uno de mis oídos. Aaaaayyy, no. Otra vez esto no...

Vagamente veo la forma borrosa de Gèrard pegar un brinco a mi lado y salir corriendo en alguna dirección. Escucho gritos, que se cortan en otro tipo de gritos distintos cuando me caigo de la silla y me doy de pleno contra el suelo. ¡Agh, el oído...! Veo puntitos por todas partes... huh...

-... vra! ¡Nevra!

¿Hu, uh? ¿Ah? Cr... creo que me he desmayado por un momento, pero... De repente me siento mejor... Reconozco vagamente la sensación de la magia curativa, y mi mirada se enfoca en los ojos violetas de Erika por encima de mí... Huh. Nunca le he dedicado mucho pensamiento a esto, pero, mis ojos son también como un poco violetas, ¿no? Más tirando a grises... O, bueno, mi ojo... El otro vete a saber dónde está... Se lo comería algún animal del bosque, supongo... A qué sabe un ojo...

-¡NEVRA!

-¡Agh! -Me incorporo, sacudiéndole un cabezazo a Erika por accidente- ¡L-lo siento...!

-Auch -Se queja, frotándose la barbilla-. No pasa nada, tranquilo...

-¿Qué te ha pasado? -Miiko se agacha junto a nosotros y me mira con cara preocupada- Algo ha ido mal, ¿verdad? Antes Niels ha empezado a pegarse de cabezazos contra el suelo, y luego Gèrard ha salido corriendo... ¿¡Quiere alguien ir a por él, maldita sea!?

-No -La agarro de un brazo-. Déjale estar... No va a irse muy lejos, tranquila -Me llevo la otra mano al oído, donde de nuevo veo un poco de sangre...-. No sé lo que ha pasado, pero hemos tenido un pequeño accidente en Janus-Geb. Aunque eso ha sido hace rato... Supongo que el efecto acaba de trasladarse a mi cuerpo ahora. ¿Simonn?

-Estoy aquí, estoy aquí... -Aparece tomando forma material en el centro de la habitación. Es entonces cuando me fijo un poco más en los alrededores, viendo al resto de mis compañeros de la Guardia mirándome con distintas caras de preocupación (salvo Ezarel, que parce más bien irritado... yo también te quiero, Ez), y Niels en el suelo un poco más allá de rodillas sobre un círculo mágico y con un chichón enrojecido en mitad de la frente- Hemos tenido un problema con un recuerdo en concreto y Nevra se ha hecho un poco de daño, pero debería curarse en poco tiempo -Me gustaría asentir, pero aún tengo náuseas así que mejor no lo hago-. Por el resto, todo ha ido bien... Hemos visto todo lo que queríamos ver.

-¿Y bien...? -Ezarel deja la frase en el aire. Parece ser el que más prisa tiene de todos nosotros...

-Niels es inocente -Digo, en el tono más firme que puedo-. Su “confesión” fue forzada por Kaze y es inválida. Es difícil saber exactamente lo que pasó, pero todo apunta a que la Guardia fue responsable por la matanza de Gruthemberg, y le culparon a él cuando se negó a proveer a la Guardia con armas.

Hay un momento de silencio tenso en lo que todo el mundo digiere la información. Consigo incorporarme un poco y quedarme sentado en el suelo, observando la reacción de todo el mundo... Y especialmente la de Niels, que suelta una larga bocanada de aire.

-Así que es verdad... -Miiko se lleva una mano a la cara, cubriéndose la boca- Kaze hizo algo así... ¿Pero por qué...?

-Ni idea -Suspiro-. Parecía... Bastante obsesionado con la idea de que la Guardia no pudiera competir con otras potencias. Como si esperase algún tipo de ataque.

-No lo entiendo... -Leiftan se lo piensa- No recuerdo escucharle decir nada así en ningún momento. Cuando Lance entró a la Guardia empezamos a modernizar el ejército, pero... Eso fue años antes de que todo esto ocurriera. Y nunca tuvimos ningún problema al respecto...

-Según la cronología, todo esto pasó un año antes de que Kaze la espichara -Apunta Ezarel-. Estaba bastante mayor ya... ¿No es posible que simplemente fuera eso? Que estuviera viejo y paranóico. Hizo muchas cosas raras en sus últimos años...

-Pero siempre estuvo en plenas facultades mentales, a pesar de su deterioro físico -Miiko pone cara de angustia. Esto claramente la está torturando... Siempre tuvo a Kaze en muy alta estima.

-¿A quién le importa? -Al final Simonn interrumpe, encogiéndose de hombros- No podemos saber qué es lo que se le pasaba por la cabeza... Y podemos hacer todas las teorías que queramos, pero no vamos a saber la respuesta cierta. La cosa es que por las órdenes de cárcel se encerró a alguien inocente durante mucho tiempo.

-Cierto... -Miiko se gira hacia Niels. Él parece algo nervioso cuando la atención se vuelca en él- Niels... Sé que no sirve de nada, pero tienes mis más sinceras disculpas en nombre de la Guardia.

-Tienes razón -Masculla-. Eso no me sirve de nada...

-La única excusa que puedo darte es que no sabíamos que esto estaba pasando, pero eso es... Negligente -Miiko lanza uno de sus famosos suspiros-. Lo siento. De veras. No podemos cambiar lo que ha pasado, pero... Ahora que sabemos la verdad... Vamos a protegerte. Y a intentar compensarte por todo lo que te hemos hecho.

Las palabras no parecen tener mucho efecto sobre Niels. Incluso si su inocencia ha sido probada, nadie le va a poder devolver todo lo que perdió cuando le metieron en prisión. Seis años de vida, y...

-Gèri... ¿está enfadado conmigo? -Ignorando a Miiko, se dirige a mí- ¿M-me odia?

-¿De dónde te has sacado eso? -La pregunta me sorprende- Por supuesto que no.

-Ha... salido corriendo -Huh.

-¿A dónde puñetas se ha ido? -Cuestiona Miiko, rascándose la cabeza.

-Pues a mí no me preguntes...

-Pero si ahora sois súper amigos -Se burla Simonn. No sé qué cara debo de ponerle, pero cuando me la ve me pone sonrisa de comesueños. Se gira hacia Niels-. No te preocupes, Niels. Es imposible que Gèrard te odie.

-Pero...

Como si acabáramos de invocarle, es en ese momento que el muñeco de nieve vuelve aparecer por la puerta. Jadeando, con mejillas rojas y una frente cubierta de sudor, está claro que acaba de pegarse una buena carrera. Sólo se toma un segundo en la puerta para tomar aire, y luego sus ojos se dirigen al phy en el suelo. Al instante siguiente, se abalanza en su dirección.

Se tira al suelo de rodillas, casi derrapando en la piedra, para quedar frente a Niels. Lleva una mano a un bolsillo, del que produce un objeto del que no me había percatado antes.

Una libreta.

De un color azul pálido, en lugar del anterior granate. En la portada, escrito con una caligrafía apresurada pero clara, se lee la palabra “REGLAS”, cuya E tiene el número correcto de palitos.

-Rellenarla juntos -Dice Gèrard, abriendo la primera página.

La primera regla ya está escrita.

“Te quiero.”

Los ojos de Niels se abren mucho al verlo. El objetivo anaranjado en sus ojos se agranda y disminuye un par de veces, analizando las palabras cuidadosamente. Después, mira a Gèrard con una expresión de completa vulnerabilidad en la cara.

-Y yo a ti -Dice, en un susurro.

Y, al fin, Gèrard suelta el cuaderno y pasa los brazos alrededor de su amigo, ambos fundiéndose en un abrazo.

... Hmpf. Me alegro por el muñeco de nieve.

Un trabajo bien hecho.